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- HISTORIA DEL MONTAÑISMO
Esta es la hermosa aventura de la expedición argentina que logró el difícil y peligroso ascenso para aquella época, un logro que solo los franceses habían alcanzado 12 años antes y que ellos bautizaron en honor a un compañero fallecido "Ruta Pasic"
Por Willy Noll, Jefe de Expedición
Restauración Fotográfica: Centro Cultural Argentino de Montaña, Natalia Fernández Juárez y Raul Torres
Integrantes: Omar Pellegrini, Jorge Aikes, Jean Pierre Demey, Horacio Thiedke y Willy Noll
El Aconcagua, para el montañés que lo "escala" arrastrándose sobre los interminables zigzag de la ruta "normal", parece más bien un lomo de gigantescas dimensiones y no un pico de categoría extraordinaria.
Nunca durante este trayecto la montaña más alta de las Américas se ve como tal, íntegramente, para poder llevarse la impresión de un "Siete mil".
¡Qué diferente resulta el Aconcagua desde el lado Sur!
Integrantes de la expedición argentina vencedora de la pared Sur: Jean Pierre Demey, Ornar Pellegrini
y Jorge Aikes (estos dos últimos componentes de la cordada triunfal) y Willy Noll, Jefe de Expedición
Ubicación del Cerro Aconcagua, Provincia de Mendoza, Argentina
En la Pared Sur se encuentran las rutas de ascensión más arriesgadas unidas con los peligros de suprema altura andina. Entrando en el Valle Horcones Inferior la vemos surgir cual monstruo blanco detrás de la masa marrón del glaciar del mismo nombre, que está cubierto de tierra volcánica. Desde apenas diez kilómetros ya ningún obstáculo se interpone a la vista. Ahí está, un murallón de hielo y roca, 2800 metros de alto y 5 kilómetros de ancho, que cierra el anfiteatro Horcones Inferior hacia el Norte.
De aspecto desafiante, permite adivinar las dificultades que aguardan al atrevido escalador: acarreo, penitentes, lajas lisas de escasas tomas, roca volcánica e inestable, caída de piedras, hielo caramelo, berglas (hielo cristal), nieve profunda, grietas, avalanchas, seracs de hielo vidrioso viejo, grados de dificultad hasta incluso el sexto, todo en alturas entre 5 y 7 mil metros, sobre el lado sur, poco calentado por el sol, carente de oxígeno, en frío glacial de hasta 35 grados bajo cero en verano, expuesto por encima de la cordillera a vientos huracanados.
Recién luego de muchas ascensiones logradas por la ruta normal desde el Norte una expedición francesa bajo Rene Ferlet se atrevió a enfrentar la pared "imposible", más de medio siglo después de que la misma había sido descubierta por el famoso guía Zürbriggen. El la estimó "imposible", cuando la vio por primera vez, en el año 1896.
El 25 de febrero de 1954 los vencedores pisan la cumbre, pero pagan con amputaciones de dedos su triunfo. Y la pared se sumergió en el olvido, por segunda vez.
Mapa de la ruta hecha por los franceses de ascenso y descenso en el Aconcagua
Once años duró el silencio. En el verano 1964-65 una expedición argentina bajo Mario Quesada planeó vencer el Aconcagua por la Pared Este, pero no consiguieron mulas para aquélla ruta. Se trasladaron hasta Puente del Inca y transportando el equipo con mulas ahí disponibles atacaron la Pared Sur. Pero las mismas tormentas que el 20 de enero de 1965 cobraron dos muertos (el padre mexicano De la Mora, y el alemán Dieter Raab) en la ladera Norte de la montaña, impidieron la ascensión en el Sur. El intento, que llevó a los expedicionarios hasta 6000 metros de altura, les permitió estudiar la pared para una futura tentativa.
Serif Pasic, estudiante, de 19 años, junto con los mejores trepadores de aquella expedición, habían investigado otra ruta más a la derecha, más complicada y difícil que la de los franceses, y más interesante. Se esperaba para el año venidero un verano menos hostil que el de 1965, del año del "Sol inactivo". Sin embargo, el Aconcagua no dejó de prevenir amenazando: Varios participantes de la expedición volvieron seriamente heridos. El cerro, no contento con eso, parece haber enviado su ira contra los intrusos hasta Buenos Aires, persiguiéndoles implacablemente: Serif Pasic, durante el entrenamiento para el año 1966, resbaló en la "Pared Rosa" de la Sierra de la Ventana, fatalmente. La ruta por él estudiada en el Aconcagua que llevará posteriormente los compañeros más entusiasmados del año anterior a la victoria, será bautizada, en honor del escalador fallecido, con el nombre de "Ruta Pasic".
La muerte de Serif, compañero de tanta lucha vivida en las tormentas de la Pared Sur, dejó muy impresionados a los que habían resuelto seguir el ataque el año 66. ¿Sería otra advertencia para el año venidero?
Se anunciaron, asimismo, dos expediciones extranjeras para escalar el lado Sur: Una expedición japonesa y una austriaca-suiza, ambas provistas de abundante material de trepada y también con equipo para hacer más cómoda la estadía en los campamentos. Vendrían escaladores de renombre.
El grupo argentino, de recursos más bien limitados iba a tener ardua competencia. ¿Otra vez una expedición de afuera que vencerá la terrible pared, o será por primera vez un grupo de escaladores de aquí?
La apariencia favoreció claramente a los japoneses y austriacos. Única desventaja: no conocían el Aconcagua ni su manera de defenderse.
La ventaja de nuestro grupo era, además de conocer el coloso de diferentes lados, el hecho de que, no disponiendo de material abundante tenía que concentrarse en la voluntad férrea de cada uno para sobrellevar sacrificios resultantes de ese hecho. Aunque se escalará, como algunos diarios escribieron una semana antes de la victoria, "con equipo inadecuado", se hará todo lo humanamente posible para realizar este sueño: alcanzar la cumbre. La palabra "inadecuado" se limitaría estrictamente a las comodidades ciudadanas, mientras lo vital, como las defensas contra congelamientos y otros peligros típicos de grandes alturas deberían ser completas, a cualquier precio.
Al pie de la pared del Gran Techo en Sierras de la Ventana en el año 1967 al lado de la placa conmemorativa de Serif Pasic muerto en una caída en la pared en el año 1965
Camino de aproximacion al Valle de los Horcones
Nuestro equipo parecía relativamente poco y hasta deficiente, pero ¡cuánto costó juntarlo! Llevamos:
350 metros de soga (cáñamo, nylon, perlón, polietileno), diámetros de 5 a 11 mm.
30 mosquetones
40 clavos de hielo
35 clavos de roca
martillos de roca
martillos-piqueta
1 escalera de soga de 12 metros,
6 estribos,
1 botiquín,
5 carpas de camping modificadas con manga de entrada, no isotérmicas,
5 garrafas de medio hasta dos kilos
1 garrafa de 10 kilos con transvasador
1 garrafas de 3 kilos
1 cocinita de alcohol
2 ollas de presión de 6 litros tipo Marmicoc
7 termos de 1 y 2 litros tipo Lumilagro
4 cascos de motociclista, de fiberglas
1 casco tipo Cuerpo de Guardia de Infantería
colchones espuma de plástico.
1 prismático Trinovid 8x32
La vestimenta personal:
Ropa interior de lana, mezcla y pura
2 antiparras
Pulóveres finos y gruesos
Guantes y mitones de lana de cabra
Cubre guantes impermeables
camisas tipo escocés y Grafa
Medias de seda, de lana fina y de lana gruesa (siempre 3 y hasta 4 juntos.)
Pasamontañas de lana
Gorro, boina o sombrerito (contra insolación en bajas alturas).
Paño blanco de rayón contra tierra e insolación como protección de la cara
Pantalón corderoy de trepada o pantalón tipo Grafa
Saco Duvet con capuchón de Duvet (algunos también pantalón Duvet)
Anorak
Botines normales para alta montaña
Zapatillas basquet o de fieltro
Algunos, entre ellos el grupo de la cumbre, medias de Duvet.
Pared Sur del Aconcagua desde una altura de 4000 metros en el valle Horcones superior. Itinerario seguido para la ascensión
La preparación de una expedición comienza con conversaciones, llamadas telefónicas, cartas, estudios de revistas de alta montaña, libros y paralelo con eso se realiza el entrenamiento. En nuestro caso había todavía más: muchos viajes, visitas para pedir apoyo, presentación de antecedentes, sacrificamos tiempo para salvar gastos de dinero.
Ya en el mes de marzo de 1965 se ha constituido, de los que están de nuevo con ánimo para repetir la tentativa luego del rechazo sufrido por el cerro hostil, un núcleo para la expedición argentina a la Pared Sur del Aconcagua 1966:
- Omar Pellegrini, 26 años, técnico en electrónica y fotógrafo.
- Jorge Aikes, 21 años, estudiante de geología.
- Jean Pierre Demey, 29 años, estudiante de ingeniería.
- Horacio Thiedke, 25 años, estudiante de ingeniería.
A ellos se agrega, de la Expedición Científica alemana al Aconcagua 1965, Willy Noll, 47 años, proyectista de herramienta y jefe de la expedición.
La mayoría de ellos ya conocen el Aconcagua o han estado una o varias veces en cerros entre 5 y 7 mil metros.
En muchas reuniones se intercambian opiniones y experiencias individuales, con ayuda de relatos de otras expediciones y con los propios antecedentes se planea la ascensión.
Surge el hecho de que tenemos solamente dos trepadores especializados, falta otra cordada de escaladores de elevada técnica. Ante el problema de caracteres incompatibles el nuevo grupo decide correr el riesgo que presenta la cantidad reducida de integrantes, pero se confía en la mutua buena voluntad y adaptabilidad y en la suerte, la que se espera que cambiará en 1966.
Hasta fecha muy avanzada no es muy claro si todos van a poder participar, y se agregará dos montañeses más en Mendoza. Hay quienes tienen que pedir asueto, donde no alcanzan las vacaciones. Jorge Aikes sacrifica voluntariamente su empleo y renuncia.
En noviembre 1965 aparece otro inconveniente: las mulas de Puente del Inca no están a disposición. Es imposible para una expedición acercarse al Aconcagua fuera de la ruta normal sin animales de carga. Aunque no esté todo empacado, suponemos que serán más de 600 kilos y¡ más de 20 cajones con varias bolsas marineras las que habrá que llevar de alguna forma, hasta por lo menos 4200 metros de altura, más allá del Campamento Base de los Franceses (plaza Francia), al pie de la pared.
Comienzo de diciembre 1965, compramos con un esfuerzo común financiero el resto de la comida, y trabajando día y noche encajonamos todo el equipo. Son 21 cajones y tres bolsas marineras, además de las mochilas individuales.
Jorge Aikes, para asegurar el transporte de esa carga desde Puente del Inca hasta el pie de la pared, decide salir lo antes posible con todo de Buenos Aires a Mendoza. En las últimas horas antes de la fecha de salida (el 20 de diciembre) pintamos los cajones de color negro (Había opiniones de que no se permitiría el transporte de cajones de manzanas sin pintar, de la Capital Federal hacia Mendoza).
La cumbre sur del Aconcagua vista desde la parte este de la cresta cumbrera
Al fin llegó el día crucial, fuimos todos con los cajones negros a "Domi-sec" hasta Retiro. Le dimos nuestros mejores deseos de buena suerte (¡Y que haga un milagro!). Jorge hizo el salto hacia lo incierto, para él un salto hacia el vacío también: Era otra Navidad que, como sacrificio a la montaña y para el grupo expedicionario, pasó lejos de "los suyos".
En Mendoza consiguió el transporte de su carga hasta Puente del Inca. Nosotros, mientras tanto, pasamos la Navidad con los problemas del equipo restante, en Buenos Aires.
Entre Navidad de 1965 y el Año Nuevo de1966, Jorge, allá en Puente del Inca, se enfrentó con el eslabón débil de la organización: el transporte de aproximadamente 700 kilos hasta Campamento Base. El jefe de la Compañía de Esquiadores de Alta Montaña, Tte. 1º Ibáñez, en Puente, del Inca, el capitán Gastón Driellet, que tanto ya había ayudado a expediciones nacionales e internacionales anteriores, lo recomendó colaborar con la expedición japonesa: las últimas mulas disponibles estaban reservadas para ellos.
Y así, como guía de alta montaña, arriero, peón caminero, en duras y largas jornadas de romper un camino a través del nevado valle Horcones, sobre una picada apenas trazada y semidestruida por las avalanchas del último mes de agosto, trabajando hasta agotarse, Jorge acompaña a los primeros representantes de la Universidad de Nagoya hasta aquella lagunita semicongelada al pie de la pared Sur, que era el lugar elegido para el campamento Base de las dos expediciones. Al fin, nuestra carga está ahí, en su lugar.
Los primeros días de enero de 1966 parten Jean Pierre. Omar y Horacio hacia Mendoza. En Mendoza se agregan dos entusiastas a la expedición: Armando Corcuera y Juan Carlos Sarmiento.
Willy queda todavía en Buenos Aires, hasta el 14 de enero, por asuntos de trabajo y para traer lo último que faltaba y no se consiguió anteriormente: por ejemplo, termos, ollas marmicoc, jugo de naranjas, sachets. etcétera.
5 de enero de 1966: Se encuentran Omar, Jorge, Jean Pierre, Horacio, Juan Carlos y Armando en el Base. Se abren los cajones y se instala el "Ataracen", para tener comida y material a mano en forma ordenada.
6 y 7 de enero: Entrenamiento alrededor del Campamento Base. Una tentativa de navegar sobre el último témpano del laguito termina con un. baño involuntario bien refrescante.
8 de enero: Los integrantes de Base y un escalador de la expedición japonesa. Nao, suben la primera parte de la ruta, una ladera de penitentes y forman el Campamento I, 600 metros más arriba, quiere decir, a 4800 metros de altura. Todos vuelven a la Base.
En una canaleta encima del nuevo campamento se colocan sogas fijas hasta casi al pie de una chimenea. La región en la que se realizan estos primeros pasos se encuentra en la parte derecha de la pared, debajo de un glaciar ancho a 5.500 metros de altura.
9 de enero: Omar, Horacio, Armando y Juan Carlos de base al "Uno", transportan carga y siguen la colocación de sogas fijas a través de la chimenea hasta un pequeño novó, Jorge y Jean Pierre ordenan el Campamento Base. Todos devuelta a la base. Tertulias y chistes en las carpas hasta medianoche.
10 de enero: Omar, Jorge,: Armando y Juan Carlos hacen transportes al "Uno", donde pernoctan.
11 de enero: Omar, Jorge y Juan Carlos atacan una pared muy empinada a la derecha de una pequeña cascada de hielo, directamente debajo del glaciar, y colocan sogas fijas en la misma. Armando baja a la "Base". Se deposita comida y material de escalada al pie de la pared.
12 de enero: Omar y Jorge tratan de vencer la 'pared debajo del glaciar. Horacio, desde el témpano, cae al lago y tiene que bucear por la piqueta perdida.
13 de enero: Omar, Jorge y Jean Pierre realizan transportes hasta el pie de la cascada. Se coloca la escalera de soga (12 metros), se iza equipo en la región de la cascada, todos vuelven al "Uno" rapelando en la oscuridad. Son las once de la noche.
14 de enero: Todos vuelven al basé, sucios, y se lavan.
15 y 16 de enero: Días de excursiones y descanso. Willy, que el 15 había llegado de Buenos Aires, sale el 16 de Mendoza y llega a confluencias (entrada del valle Horcones Inferior). Ahí encuentra a Juan Carlos, que está de vuelta de Puente del Inca, donde buscó "material" para Campamento Base. En Campamento aparece un zorro gris cuadrúpedo. Una persecución no tiene éxito.
Entrada a la Gran Cascada , desde 6100 metros de altura, encima del Campamento 3
17 de enero: Juan Carlos lleva una parte de la carga de Willy. Ornar y Jorge salen al encuentro de Willy y lo acompañan hasta "Base". Gran recepción.
18 de enero: Junto con Kuroyama de la expedición japonesa se realiza una excursión hasta el pie del Mirador (5.500 metros) en el fondo del valle. El tiempo es espléndido.
19 de enero: Se lanza el ataque. Willy y Jorge van con carga liviana de "Base" al Campamento 1.
20 de enero: Omar y Jean Pierre aportan el resto del equipo necesario para el asalto a la cumbre, de "Base" al "Uno".
Una piedra que se había soltado en una de las canaletas encima del Campamento 1 impacta en su trayectoria en el casco de Jean Pierre y lo deja con una rotura de casi el tamaño de una mano. Jean Pierre lleva como única impresión, luego de un momento de susto y miedo de desmayarse, una herida leve en las encías. Luego, algo similar le pasó a Omar. Los cascos realmente resultan imprescindibles.
21 de enero: Se efectúan movimientos de equipos desde Campamento 1 hasta el depósito encima de la cascada, en el lugar del Campamento 2 (5.400 metros). Willy, carente de aclimatación llega con muchos esfuerzos hasta el pie de la cascada, se le rompe un grampón. Había pasado en cinco días de 1.000 a 5.000 metros: lo que demuestra que es inútil de forzar la aclimatación. Willy sufrió las consecuencias de la subida exageradamente. rápida durante todo el resto de la expedición: torpeza, debilidad y lentitud.
Decide entonces regresar juntos con Jean Pierre al Campamento 1. De muy malas ganas se separan los dos grupos: Omar y Jorge, la cordada de ataque, Willy y Jean Pierre, grupo de apoyo, que desde ahora tiene la tarea de observar y en momento dado subir por la ruta normal para venir al encuentro de los vencedores, si es posible, en la cumbre misma.
Omar y Jorge atacan la pared de la cascada. Las sogas fijas colocadas hace algunos días están ahora debajo de una gruesa capa de hielo, por lo que les cuesta mucho trabajo de piqueta.
Willy y Jean Pierre se instalan en una carpa sobre el nevé y pasan allí la noche, encima de la cascada, la cordada de ataque pernocta en el campamento 2.
22 de enero: A la mañana una inmensa avalancha que cae desde 6.000 metros destruye el campamento 1 de la expedición de Mario Quesada, a un kilómetro de distancia. Mutuas llamadas afirman que por suerte no hay heridos, pero una gran parte de material de escalada queda destruido.
Encima de la cascada aparecen Jorge y Omar, se intercalan saludos e informaciones. Luego realizan transportes desde Campamento 2 sobre el glaciar hasta un lugar de depósito, en una isla de rocas sobre campo empinado de la parte izquierda del glaciar, debajo la gran cascada de seracs que separa el glaciar superior en alrededor de 6.300 metros de altura del glaciar derecho. El trabajo es muy duro, tanto más que el desayuno había sido solamente un jarro de Ovomaltina para cada uno, deshidratación y falta de fuerza se hacen notar. Durante el transporte tienen que intercalar descansos forzados cada veinte pasos.
Willy y Jean Pierre vuelven al Campamento 1, utilizando las sogas fijas en Rappel.
23 de enero: Jorge y Omar se desayunan abundantemente para evitar los síntomas de la deshidratación de ayer. Están solos, sin la planeada ayuda para el traslado de la carpa con todos los implementos, como garrafas, sogas, clavos, mosquetones. Forzosamente tienen que dejar 9 porciones dobles de comida para el ataque. Sobrecargados con equipos y haciendo ruidos de campanillas con todo el hierro que llevan, avanzan como hombres orquesta. Logran incluir en su carga 6 raciones dobles de ataque, cada una un día para dos hombres:
150 gramos de azúcar en terrones, 100 gramos de pasas de uva, 80 gramos de galletitas, 100 gramos de Ovomaltina con azúcar, 100 gramos de leche en polvo, 30 gramos de bombones ácidos, 10 gramos de caldos, 100 gramos de castañas de cajú, 200 gramos de chocolatines, 200 gramos de salamines y quesitos, 100 gramos de ciruelas, 120 gramos de jugo concentrado de naranjas en sachet, nescafé, té y vitaminas C. Las raciones resultan completas y apetitosas.
Jorge y Omar pernoctan a cota 6.000 m., 200 metros encima del depósito en la isla de rocas, sobre una saliente rocosa, cubierta de nieve. En su cresta se coloca la carpita. El lugar parece un nido de águila, debajo de la gran cascada, colgado sobre el abismo de 2.000 metros sobre el fondo del valle. No hay peligro de avalanchas, ya que caerán a la izquierda o a la derecha.
Campamento 4 a 6.400 metros, sobre el glaciar superior
24 de enero: Se traen los depósitos dejados 200 metros más abajo.
25 de enero: Omar y Jorge colocan sogas fijas en la roca inestable que forma el acceso a la gran cascada. De ahí avanzan entremedio de los seracs dé hielo caramelo y logran preparar el "camino" con más sogas fijas hasta la mitad de la cascada. Resulta imposible hacer escalones en los seracs en la manera usual con la piqueta, el hielo es tan viejo y cristalino que con golpes fuertes saltan pedazos de forma incontrolable que no dejan escalón que sirva. En toda la trepada, sea en roca o hielo, se usan los grampones de 12 puntas. La única manera de cavar escalones es con pequeños golpes de martillo, y con muchísima paciencia.
Parece una montaña embrujada de cristal como la describen en un cuento de hadas. Los dos vuelven agotados al Campamento 3, de 6.000 metros y duermen en la carpita.
26 de enero: Transporte de una garrafa, equipo de escalada y tres raciones dobles de comida (el resto que quedó) hasta casi encima de la gran cascada. Descienden al nido de águila para dormir.
27 de enero: Llevan la carpa y todos los implementos, excepto una garrafa medio vacía y la parte menos importante del botiquín. Trepan en fisuras de hielo durísimo, agarrándose con las manos en agujas de hielo, se aprietan contra extraplomos y techos helados, hamacándose sobre el abismo en los estribos, sufren varias caídas que hubieran sido fatales sino fuera por la poca seguridad que se podían dar y por los penitentes que los frenaban. Llegan al fin con tremenda carga al glaciar superior y forman el Campamento 4, a 6.400 metros, muy avanzado sobre el glaciar. Este día había sido el más duro de todos hasta ahora, por la cantidad de obstáculos difíciles y la carga. Duermen en la carpa del Campamento 4.
Mientras tanto, Jean Pierre y Willy, que les habían observado desde Base por los prismáticos, comienzan la vuelta al Aconcagua para el encuentro sobre la ruta Norte.
28 de enero: Desde su carpita solitaria en el inmenso balcón del glaciar superior, Jorge y Omar estudian la pared final. Como mejor ruta se les presenta el mismo espolón que utilizaron los franceses en 1954. Sin embargo, piensan que variar la ruta antigua atacándolo desde la derecha y no del otro lado.
Refugio Eva Peron, hoy llamado Plantamura
Una rimaya de abertura irregular separa todo el glaciar superior del último murallón. Los dos descubren un puente finito, lo cruzan. Fabián planeado vencer esos 600 metros restantes en dos días. Se dan cuenta que la trepada será más difícil de lo que pensaban. No es que el espolón sea muy empinado en total, pero además de contener partes traicioneras con nieve fresca sobre roca con berglas y nieve fresca profunda, la subida —por lo menos hasta la mitad—, va interrumpida por algunas, partes de muy poca pendiente, lo que hace el resto tanto mas empinado. Y más arriba parecen faltar también esos balconcitos de posible descanso.
Ellos suben por la fuerte pendiente, sobre nieve fresca, pasan sobre un tramo rocoso para volver a nieve dura. Lentamente se acercan al filo del espolón, pero antes de alcanzarlo deciden vivaquear y cavar una forma de hoyo para la noche, a cota 6.600. Ya no tienen la carpa, que quedó allí abajo, un puntito color naranja al otro lado de la gran rimaya, que ya ha desaparecido, en medio de la cinta colosal del glaciar superior.
Metidos en la cuevita comen lo último que tienen. Pero piensan estar en la cumbre mañana o pasado mañana. ¡Qué equivocación! Nubes los envuelven, comienza a nevar y cae la noche sobre el comando solitario, ahí arriba pegado en la pared, a 6.600 metros de altura, techo glacial arriba, abismo blanco abajo.
29 de enero: Les queda un poquito de té y algunos gramos de galletitas. Luego avanzan sobre roca de 70 grados, cubierta de Berglas. Alcanzan la arista del espolón. Encima de ellos aparece una pared rocosa, descansan un rato y estudian la ruta que tendrán que tomar. Jorge se introduce en una chimenea, pero no consigue avanzar. La lentitud del progreso y el obstáculo lo enfurecen. Las tomas son muy inclinadas, hay exposición. Juntando toda la fuerza, torciéndose y apretando los dedos logra alcanzar un lugar seguro.Aprovecha la altura alcanzada para equipar la chimenea con sogas, luego resbala y cae un trecho. La soga ya estaba en el mosquetón, por suerte, el clavo en la fisura de hielo y la nieve misma lo detienen ocho metros más abajo. "¡Qué bien aguantó el clavo!'', es lo primero que dice Jorge. A la tarde comienza una tormenta que envuelve todo y dura hasta en la noche. A Omar comienzan a lagrimearle los ojos.
Vista de la cumbre y de la pared sur del Aconcagua
30 de enero: A la mañana Omar está muy callado y deja dormitar a Jorge hasta bien entrado el día. ¡Pero hay que seguir! Y no se puede ya disimular el hecho de que Omar no ve. ¡Ceguera de nieve! Jorge lo revisa, resulta que no es demasiado grave. Le venda los ojos, coloca el pasamontaña encima y luego los dos pasan todo el día y la noche sentados en la pequeña comiza, asegurados por sogas y clavos, para que el viento no los tire al vacío.
31 de enero: ¡Qué alivio!, Omar puede ver. Tratando de recuperar el tiempo perdido ayer avanzan sobre una cinta alta de roca que corre paralela a la cresta cumbrera. Apenas saliendo de la roca se ven forzados de hacer vivac en la nieve, a las 14 horas, a causa de fuerte tormenta. Además, el quemador de la garrafa se escapa por un agujero de la mochila y desaparece en el torbellino de la nieve. Ya que no hay quemador, no tiene sentido arrastrar el peso inútil de la garrafa. Jorge manda el implemento superfluo detrás del quemador al abismo. Desde ahora no solamente sienten el hambre, sino también la sed, porque sin fuego no se puede derretir nieve para tomar agua. Todo con una humedad relativa de entre 10 y 20 % del aire.
Otra noche pasada acurrucados dentro de las bolsas.
1º de febrero: Cuanto más alto se encuentran, tanto más tarda toda la preparación para seguir subiendo, a pesar de que ahora ya no se prepara ningún desayuno, por falta de existencias. En un lugar incómodo, cuidándose en cada movimiento de no caer al vacío, tienen que buscar medias frescas, botines, colocarlos, atar los grampones encima de los cubrebotas, salir con cuidado de las bolsas que flamean en el viento, enrollarlas, cincharlas y meterlas en las mochilas, enrollar las sogas, tratar de quitar los clavos que les dieron seguridad en la noche. Dos horas de lento y fatigoso trabajo insume eso ahora. Hoy, para variar, hay un susto especial para ellos: A Omar le falta un botín. Habrá que envolver el pie, medias puestas, con todas las bolsitas de polietileno disponibles, encima cubrebotas, eso es lo que piensan, y será igual una situación muy arriesgada. Pero al fin Omar encuentra un cordón dentro de la bolsa de dormir y detrás del cordón viene el zapato que había estado colgando sobre el vacío en un rincón de la bolsa de dormir, fuera de la cornisa. Se oye un trueno, cada momento más fuerte: ¿Avalanchas? Ellos se encuentran 100 metros debajo de la cresta. ¿Se perderá todo a esta altura de la empresa? Ven pasar una sombra, a velocidad de rayo, por delante de ellos sobre el cielo, con ruido ensordecedor de motores: Un avión, se aleja, da otra vuelta delante de ellos, en círculo angosto, las alas casi vertical, y desaparece hacia el Sur.
Campamento Plaza de Mulas. Desde la izquierda, rocas de la cocina con carpa. Hacia el centro, carpa dormitorio.
Más atrás el glaciar Horcones, parcialmente cubierto por morena. Al fondo a la izquierda la ladera
del cerro Catedral, a la derecha campos de hielo del cerro Cuerno. Foto: Lothar Herold
Pero hay otros que ven este avión, y con más asombro: Willy y Jean Pierre en el lado Norte del Aconcagua. Habían llegado ya hace dos días al refugio Libertad a cota 6.000, ayer efectuaron una marcha de aclimatación hasta cerca del refugio Independencia, y a las 9 y 30 minutos se encuentran entre Libertad e Independencia, observando con gemelos la canaleta superior. ¡Increíble que todavía no aparecen los dos trepadores del Sur!
Hace ya cinco días, según los cálculos, Omar y Jorge tendrían que haber asomado ahí arriba. ¿Algo les ha fallado? ¿Los seracs habían sido demasiado difíciles? El avión desconcierta a los dos del Norte. ¿Era un avión de salvataje? ¿Posible que había un accidente? A las 11 aumenta el viento, sin que apareciera una sola nube en el cielo, llega a velocidad de tormenta, resulta imposible avanzar con el cuerpo erguido sin ser voleado. Luego de esperar algunos veinte minutos un poco encima del refugio más alto del mundo, Independencia, deciden volver a Campamento Base en el otro lado, ya que no amaina el huracán. Algo habrá pasado en la pared Sur, piensan. ¡No saben que han perdido la oportunidad de saludar a Omar y Jorge en la cumbre, por la diferencia de un solo día! ¡No saben que en la pared Sur están sus compañeros 100 metros debajo de la cresta de la cumbre!
Los dos en la pared avanzan por la nieve empinada y llegan a una cinta angosta de roca, ! donde hacen vivac. No pueden continuar por la la misma tormenta que embiste la pendiente i Norte. Se encuentran ahora al lado derecho de un inmenso hongo de nieve que cuelga de la cresta.
Los cierres relámpago de las bolsas están congelados, hay movimientos abruptos y en un momento de descuido el viento se lleva una mochila, una bolsa de dormir, una cámara, dos películas con las fotos recién tomadas y otro equipo más. La noche que luego pasan, a 6.900 metros de altura, es la peor de todas, casi no pueden cerrar los ojos.
Campamento de altura Link (refugio Link), 6.400 m. Al fondo parte de la gran ladera
de acarreo. Foto: Lothar Herold
2 de febrero: Están hambrientos y sedientos, casi no les emociona el hecho increíble que ahí cerca, casi al alcance de la mano, debajo del cielo azul oscuro y severo, está la ansiada cresta, blanca, cegadora. No habrá más agujas de hielo ni berglas ni roca traicionera, falta poco. Suben ahora, en nieve relativamente buena pero muy empinada hacia la derecha y arriba. Pronto están encima de la blancura, pisan el lomo nevado Este-Oeste del coloso andino, y, contentos en todo su agotamiento avanzan en lo alto ; encima de toda la tierra hacia la cumbre a la izquierda. Sacan fotos con la otra máquina que les quedó, aunque media congelada y desarmada. Quedan todavía algunas dunas insospechadamente empinadas, pero pronto asoman, encima de todo y delante de ellos, los contornos agudos y negros de la ansiada plataforma.
En un despertar de espíritu deportivo y como para demostrarse que están doblados pero no rotos, tienen la siguiente conversación, a las 16 horas del día miércoles 2 de febrero de 1966.
Jorge: ¡Adelante, Ornar, es tuya!
Omar: !Pero no faltaba más, después de usted!
Y los dos, juntos, pisan la cumbre. Es un día espléndido.
Los integrantes de la primera expedición argentina, vencedora de la pared Sur del Aconcagua, agradecen a todas las importantes empresas comerciales que los favorecieron con su generoso apoyo.
El Aconcagua visto desde el Sur. A la izquierda el valle de Horcones, a la derecha el cerro Almacenes. Foto: J. Uflerbäumer
Área Restauración Fotográfica del CCAM: Natalia Fernández Juárez
Bibliografía Recomendada:
- Revista "La Montaña ", N° 8 Noviembre 1966
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Primera Ascensión de la Pared Sur del Aconcagua en 1954 -
Las desventuras de la ascensión al Aconcagua en enero de 1985 -
Expedición Mexicana de 1978 al Cerro Aconcagua en memoria al Padre Fernando de la Mora -
Curioso comic sobre la expedición mexicana al Aconcagua de 1965 -
Como ascender al Aconcagua
por la Clásica Ruta Normal -
Primer estudio fisiológico de la altura en el Aconcagua en 1965
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