Este prominente montañista alemán era conocido en el Club Alemán Andino (DAV) por sus destacados ascensos de la década del 20 y del 30. Realizó el primer ascenso chileno al Aconcagua. Sin embargo, su nombre desapareció de la historia del club después de este hito y recién en el año 2021 se ha logrado reconstruir su historia
Cualquier socio del Club Alemán Andino (DAV Santiago) ha visto y conoce de memoria la clásica foto de los tres montañistas ilustres del Marmolejo: Hermann Sattler, Sebastian Krückel y Albrecht Maass. Con rostros cansados, pero con signos de satisfacción los tres habían conseguido la primera proeza del club fundado recién hacía cuatro años: habían ascendido un 6000, el Marmolejo. Por primera vez un grupo de montañistas partiendo desde Chile conseguía ascender un 6000 y más aún, se trataba de uno sin ascensos previos y el más austral de todos. Con este ascenso se había confirmado que las intenciones del nuevo club eran serias, el club había nacido para hacer historia.
De Sattler y Krückel sabíamos bastante en el club. Ambos dejaron una huella larga en el montañismo chileno que está bastante bien documentada. Pero la historia de Maass era un misterio. Tras inscribirse para la posteridad con el ascenso al Marmolejo, publicó una buena cantidad de artículos en la revista Andina sobre diversos temas como sobre el ski de randonnée de la época, intentos de ascensos a los cerros Echaurren y Tupungato, una exploración de la cordillera del Maule tras la erupción del volcán Quizapu y todo se acababa con un artículo publicado en 1933 sobre uno de sus mayores logros: el ascenso del Aconcagua en 1932, quinto absoluto, el primero de un socio del club y el primero realizado desde Chile. Después de eso se perdía su rastro. Según la propia revista Andina, Maass había dejado tras de sí otra serie de primeros ascensos de primera categoría: Mesón Alto (5257m) en 1929, San Francisco (4345m) en solitario en 1931 y el Cortaderas (5197m) en 1932.
Su registro es impresionante y lo convierte en uno de los montañistas más importantes del club y de Chile. Se trata de primeros ascensos de cerros que hoy en día forman parte del canon de cualquier montañista de Santiago. Cerros que fueron ascendidos cuando no existía nada de información acerca de ellos. Maass había abierto rutas, había creado información, hizo que el montañismo en Chile llegara a ser lo que es hoy.
Diaporamas DAV 2022: Leyendas del DAV: Albrecht Maass
La fecha en que se perdía su rastro, 1933, coincidente con el ascenso al poder del nazismo en Alemania, hacía pensar que algún hecho político podía tener relación con su partida. Los admiradores de su trabajo en la montaña teníamos la esperanza de que no haya sido un nazi y no haya partido a Alemania a servir una idea tan equivocada como la que dominaba en su patria en aquella época. Nos era conocida la inclinación de Hitler por el montañismo que lo había llevado a financiar expediciones alemanas a los Himalayas. También sabíamos del antisemitismo extremo que reinaba en el DAV alemán y con un resto de esperanza queríamos creer que nuestro Albrecht no era uno de esos. Conocidas eran las historias que decían que uno de los primeros lugares en que los judíos vieron prohibido el acceso eran justamente los refugios de montaña en los Alpes. Además el DAV alemán había absorbido al Club Alpino Austriaco (OeAV) formando el Club Alpino Alemán Austriaco (DuOeAV) que más tarde, con la anexión de Austria por Alemania, volvería a llamarse simplemente Club Alpino Alemán (DAV). Quizás Maass se había visto forzado a participar de hechos en los que habría preferido no verse involucrado, quizás incluso había muerto en la guerra y por eso nunca más supimos de él. O quizás era mejor no conocer toda la verdad.
La incertidumbre se acabó el año 2021 cuando una señora llamada Hilde Bader escribió en alemán al directorio del club. Se presentó como la hija de Albrecht Maass y dijo tener en sus manos en Alemania buena parte del legado de su padre con el que quería hacer algo antes de que fuera tarde y se perdiera todo. La emoción se apoderó de nosotros. Por fin íbamos a saber qué había sido de Albrecht Maass y además íbamos a recibir más material dejado por él: documentos, fotografías, artículos publicados en Alemania y en Argentina que desconocíamos. Muchas de las fotografías se encuentran en placas de vidrio por lo que después de intercambiar varios correos llegamos a la conclusión que era muy caro enviarlas a Chile por correo por lo que siguen esperando allá en Alemania a que alguien pase a buscarlas y las traiga acá a Chile donde todavía muchos estamos esperando conocer ese tesoro.
Además de varios artículos y fotos, la hija de Albrecht nos envió una pequeña biografía de su padre. Con eso teníamos las piezas que no faltaban para terminar de armar el rompecabezas de su vida. En primer lugar, confirmamos algo que suponíamos, pero sobre lo que no teníamos certeza absoluta. Maass había nacido en Alemania. En 1901 en Frankfurt an der Oder, es decir, no en el Frankfurt del gran aeropuerto en Alemania, sino que en el Frankfurt que está más al este, actualmente cerca de la frontera con Polonia, o sea, en una zona bastante alejada de las montañas.
La siguiente pieza del rompecabezas nos dijo que Maass hizo estudios de comercio (Kaufmännische Lehre) en Hamburgo y que tenía parientes y un hermano viviendo en Chile. En 1925 se decidió a venir a trabajar al nuevo mundo y en Santiago rápidamente entró en contacto con los miembros de la colonia alemana que habían fundado en 1924 el DAV Santiago. No sabemos qué experiencia de montaña traía Maass desde Alemania aunque sabemos que sabía esquiar, algo que intentó practicar en cada invierno en que estuvo en Chile. Hay que tomar en cuenta que en esa época en Chile todavía no existían centros de ski por lo que la práctica de este deporte se reducía a quienes con gran entusiasmo salían a hacer libremente ski de randonnée.
El siguiente dato acerca de la vida de Maass nos confirmó otra de nuestras suposiciones: estuvo en Chile desde 1925 hasta 1933. Es decir, que realmente abandonó Chile en ese fatídico año. La biografía enviada por Hilde decía que los problemas económicos le hicieron pensar en un regreso a Alemania. Además Maass había dejado una amiga, Gertrud, en Alemania con quien mantuvo durante todo este tiempo en Chile contacto epistolar. De esa forma regresa a Alemania y, al parecer, se mantiene viviendo de las charlas y artículos que escribe sobre Chile y los Andes. Por mientras busca un trabajo en su profesión, pero fuera de Alemania. Finalmente consigue que lo contrate una firma importadora y exportadora que lo lleva a instalarse en Tanger, Marruecos. En 1936 se le une Gertrud, con quien se casa en Casablanca. Su primer hijo nace allá, en Marruecos. No sabemos si durante su estadía en el país africano realizó actividades de montaña. Probablemente habría querido hacerlo, pero la difícil situación política se lo puede haber impedido. Con el inicio de la guerra, la familia es expulsada de Marruecos y obligada a regresar a Alemania. Maass consigue un trabajo en Viena donde se instala con su familia. Una hija nace en la capital austriaca y más tarde Maass es trasladado por su trabajo a Sofía, Bulgaria. La segunda hija, nace allá. Cuando los rusos invaden Bulgaria, la familia debe escapar y regresa a Viena. Hacia finales de la guerra, en septiembre de 1944, Maass es reclutado y al poco tiempo cae prisionero de los rusos. Como resultado de su participación en la guerra, perdió un ojo. Tras pasar un tiempo en un hospital militar y como prisionero de guerra, se le permite regresar con su familia en septiembre de 1945. Tras pasar un tiempo trabajando en Ortenburg, donde nace su tercera hija, Hilde, la misma que se puso en contacto con el DAV, se traslada a Frankfurt, el otro Frankfurt, el del aeropuerto grande, donde continuaría su carrera profesional y donde se jubilaría en 1955. Fallece en 1967 poco después de realizar un último viaje a las montañas, en este caso, a las Dolomitas italianas. A pesar de que siempre soñó con regresar a Chile y a los Andes no pudo hacerlo.
La lectura de esta biografía nos devolvió el alma al cuerpo. Nuestro héroe seguía siendo un personaje intachable. Podíamos seguir estando orgullosos de sus logros en la montaña y de su vida después de dejar Chile. Nuestro compañero de club era un gran montañista y una persona admirable.
Esto nos permitió disfrutar aún más del recuerdo de sus hazañas.
El autor intelectual de esta expedición fue Sebastian Krückel, uno de los fundadores del DAV Santiago. Krückel ya había hecho algunas exploraciones para intentar el Marmolejo y fue quien decidió la ruta a realizar. Hoy en día, con la información que contamos, nos puede parecer muy extraña la ruta que eligió: partiendo desde Lo Valdés se cruza a Argentina por el Paso de Nieves Negras y luego desde allá se intenta el ascenso de este 6000. Krückel se decidió por esta ruta por no haber encontrado ninguna información acerca de la aproximación por el valle de la Engorda al cerro. Según su relato nadie había entrado por ese valle en dirección al Marmolejo, así que se decidió a intentar el cerro desde Argentina. Esta ruta no se ha repetido nunca.
No sabemos con exactitud qué experiencia tenía Maass cuando fue invitado a participar en esta expedición. De su registro de ascensos tenemos un ascenso en solitario al cerro De Ramón (3.253m) en la precordillera frente a Santiago y que participó junto a Krückel de un intento de ascenso al Mesón Alto. En este intento armaron un campamento a 5000m cuando fueron sorprendidos por un temblor que los asustó de tal forma que, al día siguiente, prefirieron volver a Santiago en lugar de intentar la cumbre. Las palabras de Krückel acerca de sus compañeros son elocuentes: “esta vez no estoy solo, sino acompañado de dos amigos, dispuestos a todo, que no conocen el volver atrás y dispuestos a acometer el riesgo y las penurias de una noche al aire libre a 5000m de altura.”
El grupo del DAV alcanzó la cumbre partiendo de un campamento a 4.400m. Les tomó un día y medio ir y volver de la cima y para hacerlo tuvieron que luchar contra penitentes de hasta casi 20m de altura, sufrir hambre, sed y arriesgar congelaciones durante una “noche triste” (noche al aire libre sin más protección que la ropa que se tiene puesta).
La foto de los tres triunfadores está colgada en la sede del club con justa razón.
Al parecer, el propio Maass organizó esta expedición. Decimos “al parecer” porque el relato fue escrito siguiendo una vieja costumbre de la época: evitando dar los nombres de los participantes. Los integrantes de la expedición son llamados M, P, W, vP y K. El autor del artículo se llama a sí mismo K. M. W. Andinus. Sólo gracias a que cuatro miembros del grupo lograron cumbre y se trató de un primer ascenso sabemos que a la cima llegaron Pfenniger, Wolf, Maass y Conrads. Suponemos que con M se identifica a Maass en el relato. Hay otros nombres que también se logran identificar, pero no todos. Muy extraña nos puede parecer hoy, en los tiempos de las selfies y redes sociales, esta costumbre de ocultar los nombres. Una especie de modestia extrema que buscaba resaltar el logro de un grupo por encima del individual. El ego se mantenía reducido al mínimo destacándose el trabajo en equipo.
La expedición que duró más de 2 semanas comenzó haciendo un intento al inescalado Morado (4.647m), al que en esa época se le atribuían más de 5.000m de altitud. Como todos los primeros intentos de ascenso de este cerro, el grupo de Maass probó la ascensión por su cara Norte, la que se encuentra libre de glaciares. Aunque no consiguieron hacer la cumbre alcanzaron una altura importante, 4.600 según sus cálculos, que permitió que más tarde otras expediciones se acercaran más a la cumbre. Recién en 1933 fue alcanzada la cima de este cerro y después de conseguir abrir la ruta por la cara Norte nunca más se subió el cerro por esta cara. Poco después quedó comprobado que era más fácil y además entretenido subir por la cara Sur. La ruta de la cara Norte quedó como un recuerdo de innumerables batallas por conseguir un objetivo que alguna vez pareció inalcanzable.
La cumbre del Mesón Alto fue alcanzada desde un campamento a 4200m. Los cuatro montañistas llegaron a ella a eso de las 5:00 de la tarde tras un laborioso trabajo en el glaciar. Durante el descenso los expedicionarios son alcanzados por la noche y deben pasar una “noche triste” a casi 5.000m de altitud para así poder reanudar el descenso al día siguiente.
La ruta abierta al Mesón Alto se convertiría con el tiempo en un clásico del montañismo de la zona central de Chile.
Al año siguiente Maass se propuso un objetivo mayor: el Tupungato, cerro que en esa época sólo contaba con un intento de ascenso fallido desde Chile. Fiel a la costumbre de la época, Maass no nos revela los nombres de sus acompañantes, sólo nos da algunos indicios de quienes pudieron acompañarlo y señala que se trata de un grupo de 9 montañistas. El estilo de ascenso es el habitual de la época para grandes cerros como el Tupungato, es decir, aproximación a caballo acompañados de arrieros que llevan la carga para luego, dependiendo de la habilidad del arriero, armar un campamento de altura desde donde atacar a la cumbre. Este campamento de altura se encontraba ubicado en el punto más alto que el arriero fuera capaz de alcanzar con sus animales de carga. La falta de carpas livianas hacía imposible que el grupo fuera capaz de llevar sobre sus hombros la carga hasta otro campamento más alto. En el caso del Tupungato, el grupo logró armar un campamento pasados los 5.000m de altitud, algo que pocos o quizás ningún arriero se arriesgaría a hacer hoy en día. Lo normal era intentar la cumbre desde este campamento alto en una larga jornada que, en muchas ocasiones, obligaba a pasar una “noche triste” antes de poder estar de regreso en el campamento. En el caso de esta expedición al Tupungato, la puna evitó que el grupo de Maass pasara de 6.300m, punto en que se inició el retorno al campamento.
Es posible pensar que hubo un error en la planificación de esta expedición. Luego de fallar en el intento de ascenso al Tupungato, el grupo se dirigió al vecino Tupungatito, unos 900m más bajo que el Tupungato. Este otro volcán fue ascendido con relativa facilidad lo que deja la interrogante acerca de porqué intentaron subir primero el Tupungato y no el Tupungatito. De haber comenzado ascendiendo primero el cerro más bajo, el grupo podría haber llegado mejor aclimatado a intentar el Tupungato. Es una posibilidad, aunque nadie puede asegurar qué es lo que habría podido pasar, pero nos hace suponer que Maass y compañía no disponían de la información que tenemos hoy acerca de los males de la puna y cómo vencerla. Por esa época todavía quedaba una gran cantidad de seismiles por ascender en nuestros Andes y el himalayismo estaba recién comenzando a desarrollarse.
Para nuestros ojos actuales, esta expedición es toda una rareza. En primer lugar, porque se trata de un intento a un cerro, el Echaurren, que definitivamente cayó en el olvido. Con sus accesos cerrados por las empresas dueñas del agua de Santiago, el Echaurren se transformó en un cerro inaccesible al que los montañistas ya casi no van. Pero esta no es la única razón para considerar a esta expedición una rareza. Maass había visto el cerro a la distancia y utilizando las cartas poco precisas de la época eligió una ruta de acceso que hoy nos parecería una locura. Intentó acceder al cerro directamente desde el Cajón del Maipo, lo que significa cruzar por debajo del cerro Piuquencillo, luego seguir por una largo filo, para finalmente descender y enfrentar la cumbre del Echaurren. Nunca se ha hecho esa ruta en su totalidad y el que Maass y compañía lo hayan intentado es una buena muestra de la deficiente información con que contaban en esa época.
La siguiente rareza de esta expedición es que en el camino a la cumbre del Echaurren, el grupo de once expedicionarios se dio cuenta de que era imposible alcanzar la cima de este cerro y se deciden a regresar, pero al hacerlo se dan cuenta de que parte del grupo se desvió de la ruta normal y ascendió el cerro Piuquencillo. El resto del grupo se animó a ascender a este otro cerro y lo hizo por su difícil cara Norte, ruta que, al parecer, no se ha repetido. De esta forma los once expedicionarios -no vale la pena preguntar por nombres- se encontraron en una cumbre que no era la planificada. El Piuquencillo no tiene registros de ascensos anteriores a su cumbre por lo que éste podría haber sido el primero, pero la poca alegría por haber conquistado una cumbre diferente a la esperada no produjo mayores celebraciones y el ascenso no quedó registrado como un primer ascenso a pesar de haber podido serlo.
Lamentablemente no se conoce un relato de este ascenso. El San Francisco, ubicado en un lugar privilegiado junto al Morado, es de los cerros clásicos de la cordillera de Santiago. Aunque no hay relato del ascenso, en su recuento de ascensiones destacadas, publicado en la revista Andina en 1933 por Sebastián Krückel, se menciona que es el “primer ascenso turístico” (erste touristiche Besteigung). Probablemente hoy en día diríamos primer ascenso deportivo, pero en la época se usaban otros términos. El uso del término turístico nos indica que Maass debe haber encontrado vestigios de algún ascenso anterior, probablemente de tiempos precolombinos y con fines diferentes a los turísticos o deportivos, quizás con algún objetivo ritual, tal como ocurrió en otras montañas de la zona.
“Berg der Berge” (montaña de las montañas) es la forma como se llama en alemán al Matterhorn. Maass llamó al Cortaderas “pequeño Matterhorn” para destacar así la importancia de la expedición que planeó. El Cortaderas es una aguzada pirámide de casi 5.200m fuertemente glaciada. Su ascenso tiene mayores dificultades técnicas que cualquier otro que haya realizado Maass a la fecha. La ruta elegida por Maass transcurre por el glaciar del Loma Larga. Nuevamente conocemos los nombres de sus compañeros sólo porque realizaron un primer ascenso y el laborioso Krückel se dio el trabajo de dejar esto registrado. Sus compañeros fueron Brüning, Niederer y Hein. Sobre los dos primeros no hay mayor información, pero, al parecer serían alemanes de paso en Chile. Sobre el tercero de sus acompañantes sí hay información puesto que se trata del austriaco Erwin Hein, un montañista de élite que participó de la expedición de 1932 del DuOeAV a la Cordillera Blanca que, entre otras cosas, realizó los primeros ascensos del Huascarán Sur (6.768m) y del Huandoy Norte (6.395m). No sabemos por qué razón Maass se unió a este grupo de alemanes, pero con ellos consiguió uno de sus más importantes logros de montaña. Esta vez lo hizo sin necesidad de sufrir otra “noche triste”.
Ascender el Aconcagua hoy en día puede ser un gran logro, hacerlo en los años treinta era una proeza. Tanto es así que Maass se decidió a iniciar su relato de este ascenso dando los nombres de los miembros de la expedición. En ella participaron el famoso Dr. Philip Borchers, en la época tercer director del DuOeAV y líder de la expedición a la Cordillera Blanca, el tirolés Erwin Schneider, que también había participado de los primeros ascensos al Huascarán Sur y al Huandoy Norte, más Erwin Hein, el mismo del ascenso al Cortaderas y único miembro de la expedición que no logró hacer cumbre en esta ocasión. Los excursionistas partieron de Santiago desde donde viajaron hasta Puente del Inca. La ruta utilizada es la misma que había abierto el suizo Zurbriggen. Acompañados por dos porteadores chilenos en tres días logran armar un campamento alto a 5.500m de altitud desde donde se deciden a intentar la cumbre. Esto último lo consigue Maass tras más de 10 horas de esfuerzo. En la cumbre se encuentra con Schneider y luego de tomar un par de fotografías (sí, Maass subió hasta la cumbre con ese pesado equipo) descendió en solitario para encontrarse con el Dr. Borchers que venía subiendo solo. Más tarde, ya de noche el grupo se reunió en el campamento. En sólo cuatro días desde Puente del Inca consiguen la cumbre, es decir, que casi no se dieron tiempo para aclimatar y probablemente se trate del ascenso del Aconcagua más rápido a la fecha.
Hay un par de datos de esta expedición que bien vale la pena mencionar. Durante el ascenso a 5.000m encuentran una mochila dentro de una canaleta. Al abrirla encuentran comida congelada que agregan a sus propias provisiones. Revisando descubren que la mochila pertenecía al inglés Marden fallecido en el Aconcagua en 1928. En la cumbre encuentran un tarro con una tarjeta en su interior dejada ahí por los ingleses que realizaron el último ascenso en 1925. En esta tarjeta los ingleses aseguraban haber hecho un campamento a 18.000 pies y haber necesitado diez horas y media para alcanzar la cumbre.
Este es el momento en que se nos comenzaba a perder el rastro de Maass. La expedición al Mercedario, que todavía no había sido ascendido, fue la última que hizo en los Andes y como la realizó poco antes de regresar a Alemania, no alcanzó a dejar nada publicado en Chile acerca de ella. Para nuestra sorpresa sí dejó publicado un relato en Argentina que apareció en La Prensa en 1934.
Nuevamente Maass vuelve a la vieja práctica de no nombrar a los participantes de la expedición y sólo menciona que va acompañado por un “amigo”. Probablemente nunca sepamos quién fue ese “amigo”. Como sea, Maass partió de Chile a caballo, más específicamente de la hacienda El Sobrante, y cruzó hacia Argentina para luego intentar el ascenso. Tras armar un campamento a 5.000m Maass intenta en solitario alcanzar la cumbre y, una vez alcanzados los 6.000m, decide regresar puesto que ha comenzado a nevar y a descender la temperatura.
Maass fue un montañista que no sólo tuvo una gran actividad mientras estuvo en Chile, sino que además captó que en esta extraña disciplina, que llamamos montañismo, para que tuviera valor a lo realizado no bastaba con subir a las montañas sino que también había que dejar documentado lo que se hacía. Siguiendo esta máxima, Maass dejó escritos una serie de interesantes y valiosos artículos en la revista Andina del DAV y además publicó otros más en Argentina y en Alemania acerca de sus expediciones.
El primer artículo que escribió para la revista Andina fue publicado en 1928 y trata acerca de una salida en esquí de randonnée en las cercanías de Santiago. Más tarde, además de las expediciones ya mencionadas, escribió acerca de su exploración en la cordillera del Maule tras la erupción del volcán Quizapu.
Entre los artículos que nos envió su hija y que nosotros en Santiago desconocíamos, se encuentran los relatos del intento de ascenso al Mercedario y de sus exploraciones en Patagonia, ambos publicados en la Prensa de Buenos Aires en 1934. En Alemania publicó los relatos de sus expediciones al Marmolejo, al Mercedario y al Cortaderas además de un artículo sobre los penitentes, fenómeno natural casi desconocido en Europa.
En definitiva un montañista completo que dejó recuerdos imborrables en su paso por Chile y que con justicia es considerado una de las leyendas de su club.
Centro cultural Argentino de Montaña 2023