Una historia de ambición y solidaridad, donde el subir en invierno a una de las montañas más difíciles del mundo, tuvo su costo ya que sólo Elisabeth Revol pudo ser rescatada mientras que su compañero Tomasz Mackicwics perdió la vida
Nuevamente el Nanga Parbat, la mítica montaña pakistaní, apareció en el centro de las noticias. Tal como aconteciera al producirse la trágica desaparición de Mariano Galván y Alberto Zerain en la arista Mazeno,volvió a serlo en enero de 2018, con una historia donde se mezclan la hazaña, la tragedia y un rescate épico en partes iguales.
Son por un lado el polaco Tomasz Mackiewicz y la francesa Elisabeth Revol, quienes consiguieron el 2° ascenso invernal al Nanga Parbat, luego del logro obtenido dos años atrás por el español Alex Txikon, el italiano Simone Moro y el pakistaní Muhammad Ali “Sadpara” quienes realizaron el primero. Por otro lado, el kazajo Dennis Urubko y el polaco Adam Bielecki fueron quienes llevaron adelante el épico rescate de Elisabeth y Tomasz.
Comenzó a escalar en los Alpes a los 19 años y para el 2008 tuvo su 1ª experiencia a más de 8.000 metros donde en 16 días coronó el Broad Peak, el Gasherbrum II y el Gasherbrum I; enlazando los dos últimos sin descender al campo base. Una notable trilogía que rápidamente la hizo destacarse entre las mujeres de su generación.
En el 2009, realizó un intento a la temible cara Sur del Annapurna por la ruta Británica de 1970, expedición que culminó de manera trágica por la desaparición de su compañero de cordada Martin Minarik. Los años siguientes los dedicó a los raids de aventura, coronándose campeona europea en 2012.
Para fines de ese mismo año hizo su 1ª aproximación a un 8000 invernal junto con Daniele Nardi nada menos que en el hasta entonces inescalado en invierno Nanga Parbat. Los dos inviernos siguientes volvió a repetir intentos ya en compañía de Tomek Mackiewicz.
Al conseguirse la primera invernal, Elisabeth cambió de objetivo e hizo un intento fallido al Manaslu. En el 2017 volvió a los 8000es. Primero con un intento al Makalu, donde tuvo que dar la vuelta en la antecumbre, a sólo 40 metros de la cumbre principal. De ahí se fue al Lhotse (8.516 m), consiguiendo escalarlo y realizó un intento frustrado por el viento al vecino Everest. En todos los casos sus intentos fueron sin oxígeno ni sherpas de apoyo.
Nació en enero de 1975 en Polonia. Su juventud fue muy complicada y estuvo marcada por la adicción a la heroína, de la que pudo salir después de mucho esfuerzo.
A partir de ese momento, tomó una mochila y se dedicó a viajar por el mundo. Llegó a la India donde trabajó como misionera y donde también comenzó su pasión por las montañas.
En 2008, tuvo su primer logro destacado en el montañismo. Junto con Marek Klonowski, hicieron una destacable travesía del remoto Monte Logan, en Canadá. Este ascenso les valió el premio Kolosy, en la categoría de hazaña del año. Al año siguiente, volvió a tener un ascenso destacado al escalar en solitario el Khan Tengri (7.010 msnm) en la cordillera del Tien Shan.
Pero su gran obsesión fue el Nanga Parbat invernal. Sus últimos siete inviernos los pasó en esta montaña intentándolo por diferentes rutas y con diferentes compañeros, hasta lograr su objetivo. Se quedó para siempre allí.
Su primer intento fue en el invierno de 2010-2011 junto con Marek Klonowski. Hicieron la ruta Kinshofer de la vertiente Diamir, sin grandes resultados, apenas llegaron a los 5.500 msnm.
Pero esto no los desanimó. Volvieron al invierno siguiente a intentar la misma ruta coincidiendo con Simone Moro y Denis Urubko. Pero ese año la ruta estaba imposible y nuevamente se vieron frustrados, sin poder superar los 5.500 msnm.
El siguiente invierno, 2012-2013, el Nanga Parbat registró una notable afluencia de expediciones: cuatro. Dentro de ellas estaba Tomek Mackiewicz y Marek Klonowski. En esa oportunidad, el intento fue por la ruta Schell de la cara Rupal. Esta vez, les fue bastante mejor llegando hasta los 7.400 msnm.
También fueron cuatro las expediciones que se hicieron presentes en el Nanga en el invierno de 2013-2014. A Tomek y Marek se les sumaron cuatro compañeros polacos: Jacek Teler, Pawel Dunaj, Michal Obrycki y Michal Dzikowski. Nuevamente, intentando la ruta Schell. Unieron fuerzas con la expedición liderada por Simone Moro. Tomek junto con el alemán David Göttler alcanzaron los 7.200 msnm.
Su obsesión por el Nanga Parbat invernal siguió y el invierno 2014-2015 tuvo nuevamente a Tomek al pie de la montaña, esta vez acompañado de Daniele Nardi y Elisabeth Revol. Las condiciones permitieron que Elisabeth y Tomek hicieran un intento que se vio frustrado a los 7.800 msnm. Eligieron la vertiente del Diamir.
El año siguiente vería el primer ascenso invernal de la montaña, pero no sería por parte de Tomek y Elisabeth quienes volvieron e hicieron un notable intento por una variante de la ruta Messner-Eisendle, llegando hasta casi los 7.600 msnm.
Uno de los aspectos destacados de Tomek era su enfoque minimalista y de bajísimo presupuesto. Solía financiar sus expediciones utilizando el mecanismo de crowd funding por Internet. En más de una ocasión, tuvo que buscarse un trabajo al bajar de la montaña para poder comprar su pasaje de vuelta.
Esto le valió una polémica con Simone Moro, ya que Tomek puso en duda el ascenso que realizaron. El italiano le contestó criticando su enfoque y acusándolo de haber hecho esas declaraciones bajo la influencia de drogas o alcohol.
En 2018, decidieron volver con Elisabeth a tratar de completar su obsesión de escalar el Nanga Parbat en invierno. Eligieron la ruta del intento incompleto de Reinhold Messner y Hanspeter Eisendle del año 2000, con la intención de enlazar luego con el tramo final de la ruta Kinshofer o con la línea original de Hermann Buhl hasta la cumbre.
Llegaron temprano a la montaña y para principios de enero ya habían conseguido llegar hasta los 6.000 msnm como parte de su aclimatación.
Por el estilo de ascenso, no había demasiadas noticias de ellos ni de sus avances. La siguiente noticia de su expedición apareció alrededor del 22 de enero cuando pudo saberse que habían montado un campamento a unos 7.300 msnm y que iban a hacer un intento de cumbre aprovechando las condiciones del clima para el día 25. Vale aclarar que estas condiciones eran “favorables” dado que el viento soplaba solamente entre 20 y 35 km/h a 8.000 msnm. Tenían previsión de algunas nevadas menores pero la temperatura esperada era de -43ºC.
Las noticias siguientes ya no fueron tan positivas. Se pudo saber que Elisabeth y Tomek estaban enfrentando un descenso muy complicado y que estaban a unos 7.400 msnm., descendiendo de manera muy lenta. Esto motivó el armado de un espectacular operativo de rescate aprovechando la presencia de un poderosísimo equipo polaco que estaba intentado el primer ascenso al K2.
Se pudieron recaudar 50.000 euros en solamente 6 horas. Venciendo las barreras y dificultades de la burocracia pakistaní, consiguieron los helicópteros para trasladar a los escaladores voluntarios desde el K2 hasta el campamento 1 del Nanga.
Difícilmente hubieran podido conseguir un equipo mejor para este intento de rescate. Dennis Urubko y Adam Bielicki eran dos experimentadísimos montañistas de altura. Dennis ya había conseguido escalar los catorce ochomiles y contaba con una importante cantidad de intentos invernales. Bielicki no le iba en zaga ya que tenía en su currículum dos diez ascensos invernales a ochomiles.
En ese momento, la historia era muy confusa y la información contradictoria. Después, con los testimonios de los participantes, pudo reconstruirse lo que efectivamente ocurrió. Tomek y Elisabeth pudieron llegar en buena forma hasta afrontar la parte más compleja de la pirámide somital aunque retrasados. Hacia 17:15 horas y todavía con algunos metros por delante, decidieron seguir. A eso de las 18 horas, llegaron a la cumbre, cuando ya la oscuridad se hacía presente. Comenzaron inmediatamente el descenso que se vio agravado porque Tomek se había quitado los anteojos durante parte del ascenso. Comenzó a estar afectado por una oftalmía o ceguera de las nieves.
Pudieron descender de forma muy penosa y montar un vivac en una grieta del glaciar donde pasaron la noche. A esa altura, la condición física de Tomek se había deteriorado severamente, presentando problemas respiratorios, vomitando sangre, claro signo de edema, y con un importante congelamiento. En ese momento, pudieron comunicarse con el campamento base donde les informaron del operativo en marcha y le pidieron a Elisabeth que tratará de descender hasta los 6.000 msnm para que la rescataran en helicóptero. Desde ahí, el equipo iba a subir a buscar a Tomek.
Fue ahí que se separaron. Elisabeth siguió descendiendo, también seriamente afectada por el frío extremo y el cansancio del esfuerzo llevado a cabo. El clima empeoró, impidiendo el rescate tal como estaba planeado. Esto hizo que Elisabeth tuviera que montar un segundo vivac en una grieta a unos 6.800 msnm. A esa altura ya tenía algunas alucinaciones y se imaginaba que alguien le iba a ofrecer té caliente a cambio de su bota. Lo hizo y tuvo el pie fuera durante cinco horas con lo que sufrió congelaciones. Así y todo pudo seguir descendiendo luego de oír el ruido de un helicóptero, con los guantes mojados y un pie congelado. Cerca de las 3 de la madrugada llegó a un campamento de la ruta Kinshoffer donde lo increíble ocurrió: aparecieron las luces de las lámparas de Urubko y Bielicki que subían a rescatarlos.
Mientras Elisabeth descendía, un fenomenal operativo de rescate se había puesto en marcha, consiguiendo que en solamente 40 horas desde la mañana del viernes, momento en el que se había recibido el pedido de ayuda en el campo base del K2, los rescatistas pudieran encontrarse con Elisabeth.
“Decidimos usar la ruta Kinshofer porque está equipada con las cuerdas fijas instaladas por las expediciones comerciales y, también, porque en esta temporada no tenía mucho hielo, había algo, pero no demasiado. Pudimos subir tan rápido gracias a las cuerdas fijas, esto nos permitió ascender sin tener ninguna duda, y así centrarnos en subir, subir, subir…
Íbamos con los piolets y tuvimos que superar algunas pendientes de hielo, pero también tuvimos mucha suerte, porque -como te decía- encontramos muchas cuerdas fijas en la ruta, y esto nos permitió ascender rápidamente. Las cuerdas fijas que hay en el muro Kinhsoffer estaban en buenas condiciones y pudimos superarlo sin correr ningún riesgo adicional.
El helicóptero nos dejó cien metros por debajo del campo 1, a unos 4.800 metros. Ningún helicóptero había aterrizado antes en este lugar, tan cerca del campo 1. Cuando nos aproximábamos iba guiando al piloto y le dije “Si hay posibilidad déjanos aquí” y me contestó “Vamos a intentarlo” y nos depositó en ese sitio. El momento en que el helicóptero nos dejó allí fue también un momento épico, heroico, de este rescate.
Inmediatamente, comenzamos el ascenso.
Tardamos unas 8 horas hasta encontrar a Elisabeth… Era de noche. Queríamos ir ligeros pero no nos quedaba más remedio que llevar peso porque teníamos que transportar material de rescate: tienda, medicinas…. Hicimos un gran esfuerzo del que estamos absolutamente satisfechos.
Creo que cualquier alpinista, en caso de que se dé una situación similar haría lo mismo que hemos hecho Adam y yo. Hemos tenido mucha suerte: hemos podido utilizar el helicóptero, estábamos aclimatados, ha habido presupuesto para realizar el rescate, teníamos el material necesario… Solo teníamos que dar el máximo de nosotros mismos. Teníamos que hacerlo.
La encontramos a seis mil metros, a unos cincuenta por encima del campo 2. Acabábamos de pasar el campo 2, que está a unos 5.950 metros. Cuando llegamos todo estaba totalmente oscuro, no veía nada. Por la radio alguien nos dijo que le había parecido ver una luz descendiendo. Comencé a gritar -hacía viento, fue un auténtico milagro- y oímos una voz en la oscuridad. Fue una gran alegría porque supimos que estábamos cerca de ella y que la íbamos a poder ayudar.
Es una mujer muy fuerte que bajó por sí misma, en una situación realmente extrema. Consiguió descender lentamente hasta que nos encontramos.
En ese momento sentimos que nuestra misión había sido un éxito. Todo ha sido un milagro. Los pilotos del helicóptero aterrizaron en una zona realmente increíble un poco por debajo del campo 1 del Nanga Parbat. Esto nos ayudó mucho porque nos dejó relativamente altos. Inmediatamente comenzamos a ascender. Y Elisabeth siguió luchando hasta el final, descendiendo con una mentalidad muy fuerte. Es una mujer totalmente increíble.
Cuando la encontramos Elisabeth estaba totalmente destruida, sus dedos estaban muy blancos, descendía a -quizás- 20 metros la hora. Tenía congelaciones, mucho frío, iba muy cansada pero, en cualquier caso, es una mujer muy fuerte que estaba haciendo algo extraordinario. Una mujer que podrá hacer grandes actividades en el futuro porque es una auténtica alpinista.
También ha sido muy importante que Elisabeth tuviera la fuerza de voluntad de seguir descendiendo.
Después hicimos lo que normalmente se hace en una operación de rescate. Tienes que estar pendiente de una persona que rapelea muy cansada a gran altitud y esto lleva mucho tiempo. Descansamos cuatro horas en una tienda muy pequeña en el campo 2 y a las 6 de la mañana comenzamos el descenso, rapelando, siempre paso a paso; exigió mucho tiempo pero, en cualquier caso, lo hicimos de la manera en que hay que resolver este tipo de situaciones.
Las pocas horas que descansamos lo hicimos en una pequeña tienda de vivac para dos personas, pero éramos tres. La dimos algo de agua, medicinas y pudo dormir algo apoyándose a veces en mí, otras en Adam. Estábamos felices de poder estar ayudando a esta gran mujer y alpinista.
Adam y yo no dormimos nada. Lo importante fue que Elisabeth durmió algunas horas.
Subimos con nosotros una tienda de vivac muy ligera. Encontramos una plataforma muy buena para instalarla a una altitud de 5.950 metros, en el campo 2.
En aquel momento tuvimos que tomar una decisión: o ayudar a sobrevivir a Elisabeth o continuar hacia arriba con una muy ligera esperanza de poder encontrar a Tomek. También teníamos una previsión meteorologica muy mala para los días siguientes. Era evidente que teníamos que permanecer con Elisabeth, que se encontraba muy débil, y por eso decidimos centrarnos en ayudarla.
Tanto Adam como yo no estamos en condiciones ahora de afrontar el rescate de Tomek, en caso de que alguien quiera intentarlo… Pero han pasado tres o cuatro días desde que Tomek tuvo los problemas debidos al mal de altura y Elisabeth nos dijo que estaba en muy malas condiciones. Es muy difícil pensar que nadie le pueda ayudar ahora.
Ha sido un orgullo poder rescatar a Elisabeth en el Nanga Parbat pero nuestro objetivo es el K2.”
Con este ascenso, su quinto ochomil Elisabeth Revol se convirtió en la segunda mujer en conseguir un ochomil invernal. La anterior fue la suiza Marianne Chapuisat quioen hizo cumbre en el Cho Oyu el 10 de febrero de 1993, como parte de una expedición española liderada por Lolo González. Marianne hizo cumbre con Luis Arbués y el argentino Miguel Ángel “Lito” Sánchez
Con este ascenso Tomek Mackiewicz y Elisabeth Revol se convierten en los primeros en completar la ruta Messner-Eisendle.
Elisabeth Revol quedó internada en el Hôpitaux du Pays du Mont-Blanc en Francia, tratándose las congelaciones sufridas. Aunque en ese momento no se sabía si iba a sufrir alguna amputacion, ella solo planeaba recuperarse para “ir a ver a los niños de Tomek” y volver a las montañas. Según sus propias palabras “las necesito, son tan bellas”. Y así ocurrió ya que se pudo evitar la amputación de su pie y eso lo permitió continuar con su pasión alcanzando el 23 de mayo de 2019 la cima del Monte Everest.
Centro cultural Argentino de Montaña 2023