Se realizaron en las provincias de Mendoza, San Juan, y en las regiones vecinas de Chile. Los inviernos con poca nieve en la alta montaña presagian primaveras y veranos con escasez de agua en las zonas pobladas
En las provincias de Mendoza y San Juan, y en las regiones vecinas de Chile, es bien conocido que el derretimiento de la nieve que se acumula en invierno en la Cordillera constituye el principal aporte para nuestros ríos y proporciona la mayor parte del agua necesaria para el consumo humano, la agricultura, la industria, la generación hidroeléctrica y la recarga de acuíferos. Por ello, los inviernos con poca nieve en la alta montaña son generalmente vistos con preocupación ya que comprometen todas estas actividades y presagian primaveras y veranos con escasez de agua en las zonas pobladas.
Recientemente las instituciones a cargo del manejo de los recursos hídricos en esta región (el Departamento General de Irrigación en Mendoza, el Departamento de Hidráulica en San Juan, y la Dirección General de Aguas en Chile) presentaron sus pronósticos de escurrimiento para la temporada 2014-2015. En todos los casos los resultados fueron similares, con pronósticos de años “secos” o “pobres” para los caudales de los principales ríos de la región. Esta situación se debe principalmente a la poca cantidad de nieve que se acumuló durante el invierno 2014 en la Cordillera de los Andes. Lamentablemente, un muy esperado y comentado evento “El Niño” en el Océano Pacífico tropical (evento que normalmente resulta en grandes nevadas en nuestra porción de los Andes) no alcanzó a desarrollarse y la nieve registrada este invierno en las estaciones de alta montaña sólo alcanzó valores cercanos al 40% del promedio histórico.
En el IANIGLA (Instituto Argentino de Nivología, Glaciología y Ciencias Ambientales, con sede en el CCT CONICET Mendoza) hemos realizado diversos análisis con los datos de nieve y caudales de ríos que las instituciones mencionadas colectan en los Andes. Entre otras cosas, estos estudios nos han permitido conocer las variaciones que han ocurrido durante las últimas décadas en la nieve acumulada en la Cordillera, determinar cuáles han sido los años más nevadores y más secos, corroborar la sorprendente relación que existe entre nieve y caudales en este sector de los Andes, y evaluar la influencia de fenómenos atmosféricos de gran escala como el famoso “El Niño”. Los registros de nieve en Cordillera, que comenzaron a colectarse en 1951, permiten evaluar en una perspectiva de largo plazo la acumulación observada en años o periodos específicos y responder a preguntas como: ¿Qué tan pobre en nieve es este año 2014 con respecto a otros años “secos”? o ¿Es normal la ocurrencia de cinco inviernos secos consecutivos, como hemos observado durante el periodo 2010-2014?.
Con el fin de responder a esta última pregunta, analizamos los datos provenientes de las ocho estaciones de nieve y las diez estaciones de caudales de ríos que contienen los registros más completos y extensos de la región (ver mapa). Los valores de nieve y caudal están expresados como porcentajes con respecto al promedio histórico del periodo 1951-2000. De esta manera, un valor de 100% corresponde a un año “normal” o
medio, un valor de 50% corresponde a un año donde sólo cayó la mitad de la nieve esperada o el río sólo trajo en el año la mitad de su caudal normal, y un valor de 200% corresponde a un año donde la nieve o el caudal fueron el doble de lo que se esperaría normalmente.
En la parte superior de la Figura de abajo se muestra las variaciones regionales de la nieve (línea roja) y del caudal (línea azul) calculadas empleando las estaciones mostradas en el mapa. Los registros cubren los periodos 1951-2014 para la nieve y 1909-2013 para los ríos. En la figura puede verse que las variaciones anuales observadas en los caudales de los ríos son extremadamente similares a las variaciones en los registros de nieve, demostrando la importancia primordial de la nieve como fuente del recurso hídrico en nuestra región. La figura también muestra cómo durante los años en que la nieve acumulada estuvo por encima del valor histórico (por ejemplo los años 1953, 1972, 1982 y 1987) los caudales también aumentaron proporcionalmente, y cómo durante los años “secos” (1968, 1985, 1996 y 1998, entre otros) los caudales disminuyeron en forma marcada. Por otra parte, la gran similitud entre los registros de nieve y caudal corrobora la excelente calidad de las mediciones, las cuales han sido realizadas a lo largo de muchas décadas y con mucho esfuerzo por diferentes técnicos generalmente asociados a las instituciones mencionadas más arriba.
Si nos concentramos en los registros de nieve de los últimos cinco inviernos (2010- 2014) podemos ver también una situación interesante. Si bien los valores de los últimos años han estado todos por debajo del promedio histórico, tomados individualmente no pueden considerarse los más secos del registro. Por ejemplo, el famoso año 1968, cuando prácticamente no nevó en este sector de los Andes, aparece todavía como el invierno más seco desde que se tienen mediciones de nieve en Cordillera. Ahora bien, la situación cambia cuando agrupamos a estos registros anuales en periodos de cinco años.
La parte inferior de la Figura de abajo se muestra las diferencias que existen entre el valor medio histórico y los promedios de nieve y caudales calculadas para periodos de cinco años. Aquí puede verse cómo los últimos cinco años de mediciones, tomados en conjunto, sí representan una situación extrema de sequía que no se ha registrado al menos durante las últimas seis décadas. Esta situación se debe a la rara ocurrencia de cinco inviernos consecutivos con acumulación de nieve por debajo de la media histórica, los cuales podrían sólo compararse (aunque las condiciones actuales son aún más severas) al periodo que incluye la mayor sequía en Cordillera en el año 1968. Según nuestros cálculos, durante los últimos cinco años se acumuló en promedio cerca de un 46% menos de nieve que lo que se espera en años normales. Las variaciones en la serie promediada de caudales son muy similares a los de la nieve pero no permiten evaluar la sequía de los últimos cinco años (2010-2014) porque sólo contamos con datos hasta el año 2013.
Es interesante mencionar que el periodo de marcada escasez de nieve y agua de deshielo ocurrido a fines de los 60 y principios de la década del 70 motivó la creación del IANIGLA-CONICET (fundado en 1972) precisamente para tratar de conocer, entender y mejorar el manejo de los escasos recursos hídricos en la Cordillera. En la actualidad la presión por este preciado recurso hídrico es significativamente mayor que hace cuatro décadas ya que existe un número mucho más elevado de habitantes y un conjunto mucho más diverso y complejo de usuarios que dependen directa o indirectamente del agua de deshielo. Creemos que es importante conocer el estado actual de nuestros recursos hídricos y su relación con los registros históricos para aprender y promover el uso responsable, solidario y eficiente del agua que año tras año nos brinda generosamente la Cordillera de los Andes.
Instituto Argentino de Nivología, Glaciología y Ciencias Ambientales (IANIGLA), CONICET, CCT Mendoza
Tel: 0261-5244264
Email: mmasiokas@mendoza-conicet.gob.ar, ricardo@mendozaconicet.gob.ar
Sistema de Información Hidronivometeorológico - Red Telemétrica, Departamento General de Irrigación, Mendoza
Tel: 4234000 int 232
Email: rvillar@agua.gob.ar
Departamento General de Irrigación en Mendoza: www.agua.gob.ar
Departamento de Hidráulica en San Juan: www.hidraulica.sanjuan.gov.ar
Dirección General de Aguas en Chile: www.dga.cl
Imágenes satelitales de los Andes: www.eol.jsc.nasa.gov, Gateway to Astronaut Photography of Earth
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