Actividades · Viajes y expediciones

Medio siglo después de la realización de dos incursiones científico/deportivas en los Andes, al sur de Chile se prepara un video documental acerca del viaje en el que se descubrió la Cascada Allende

Después de transcurrir cincuenta años del descubrimiento del gran salto de agua en la Cordillera de Los Andes, Pablo Cavagnero, uno de los integrantes del grupo, nos comparte pensamientos y datos de aquellas expediciones de los años 1974 y 1975

Pablo Cavagnero

Edición: CCAM Octubre 2025



El descubrimiento de un gran salto de agua

 

En este año 2025 se cumplieron 50 años del descubrimiento de la cascada “Salvador Allende”. (No quise escribir medio siglo pues me hace sentir demasiado viejo).  

Estoy viviendo en Italia y en estos días me estoy dedicando a la realización de un video sobre las dos expediciones que organicé en la selva valdiviana donde descubrimos este salto que no figuraba en ninguno de los mapas de la época.

Ubicación en un mapa actual del Volcán Lanín y zonas cercanas en la Cordillera de los Andes

 

 Utilizo las viejas bobinas en 8mm y Super 8 que ya hice digitalizar. Trabajo con dos personas especializadas en la realización de videos documentales que se mostraron muy interesadas sobre todo por el valor científico e histórico de las dos expediciones.

 El primero era recoger muestras de plancton para la amiga María Cristina Vucetich, bióloga del Instituto de Limnología “Dr. Raúl A. Ringuelet” de la Universidad Nacional de La Plata.

 El segundo, llegar a las míticas cascadas del Vodudahue para determinar con exactitud el lugar exacto por donde pasó fray Francisco Menéndez a fines del 1700.

 

Nacientes del Río Vodudahue

 

Francisco Menéndez

 

 La recolección de las muestras de plancton sirvió para el descubrimiento de una nueva especie de tecamebas, mientras que no se logró establecer el lugar por el que pasó el fraile pues remontando el río Navarro hasta sus nacientes nuestra expedición fue a parar a la cuenca del río Barceló descubriendo una cascada de unos 130 metros de altura , la que fue bautizada Salvador Allende en recuerdo de su asesinato perpetrado menos de dos años antes.  

El relato de las dos expediciones que organicé ya fue publicado en esta revista, por lo que no vale la pena repetirlo. Sí vale la pena enfatizar cómo y porqué se hizo. 

Un factor desencadenante fue : un par de artículos que yo había leído a fines de los años ’60. En uno se comentaba que prácticamente en toda la Tierra ya no quedaban zonas sin explorar. Sólo la selva valdiviana podía atribuirse esta condición. 

El otro : en la revista Vea y Lea, se relataba la expedición organizada por Manuel Puente Blanco, “Manolo Puente”, a la búsqueda de las famosas cascadas del Vodudahue. Demasiado lindo para no ir a ver.

 

“Resumiendo al máximo”

 

La primera expedición, de enero del 1974, sólo logró avanzar pocos kilómetros desde la desembocadura del arroyo Navarro en el lago Cisne. Un profundo corte de machete en la mano de uno de los integrantes y el desborde del arroyo que destruye el campamento llevándose parte del material, nos obligan a renunciar.

Lago Cisnes

 

El segundo intento (al año siguiente), empieza desde el brazo oeste del lago Menéndez y remonta el río Alerces hasta sus nacientes pasando luego por un paso que desemboca en la cuenca del río Barceló.

El mismo día del cruce en la divisoria de aguas, descubrimos un gran salto de agua. 

La lluvia torrencial e incesante durante una semana demoran la bajada hasta la poza del salto (en esa zona llueve 360 días al año con una precipitación anual de 6 mil milímetros) y la escasez de comida nos obligan al regreso. 

La crecida de todos los cursos de agua trasforma la retirada en situaciones muy peligrosas por los vados de los ríos. 

Gracias a un improvisado puente y a la construcción de una balsa logramos después de varias peripecias llegar al campo base exhaustos y tambaleantes después de varios días con poquísima comida.  

Lago Menéndez

 

La cascada Salvador Allende desde su poza. 

 

Individuos viviendo situaciones límite

 

Muy interesante fue constatar cómo ante situaciones límites, por el agotamiento físico o el hambre, los caracteres fueron cambiando y aparecieron egoísmos, mezquindades, caprichos infantiles y continuos enfrentamientos, no sólo verbales, que los dos con más edad por suerte lograban frenar.

 Algunas veces desapareció la empatía y la solidaridad. Como cuando uno de nosotros tropezó y su mano corrió a lo largo del machete con la consiguiente herida grave. 

Uno no podía contener las lágrimas, otro los vómitos y un tercero se alejó a fumar. Reacciones que sin embargo se deben aceptar porque son incontrolables. Pero no de mucha ayuda en este caso. Había continuos enfrentamientos y peleas por las raciones de comida. Y uno de los últimos días desaparecieron todas las pocas galletitas que veníamos racionando desde hace rato ( a sólo 5 por día por cada uno de nosotros). 

Uno de nosotros las había comido. A escondidas. Por suerte que habíamos decidido no llevar armas de fuego qué si no esa vez todo hubiera terminado de otro modo. También por estos hechos la montaña es Maestra de Vida.  

 

Ascensión invernal al Lanín, julio 1976. Foto: Pablo Cavagnero

 

Tiempos en que los objetivos eran diferentes

 

El objetivo más importante del video quiero que sea hacer ver cómo y con qué nos movíamos en esos tiempos, ( los anteriores a la invención del turismo aventura, donde aventura es lo que menos abunda ) :

 -No contábamos con mapas seguros. No habían sido hechos con relevamientos aéreos. Eran relevos “de campo” y con errores enormes. 

-No existía forma de contactarnos con “la civilización”. Las radios, pesadísimas y sin alcances por los obstáculos geográficos. Celulares, inventados 20 años después. 

-Nada de GPS, boletines meteorológicos, Google Earth, señalizadores de ubicación. Sólo la brújula, casi siempre inservible dentro de una selva y con cañaverales tan cerrados que no dejan ver los puntos de referencia, por otro lado, absolutamente no confiables. 

-No teníamos los alimentos conservados que ofrece cualquier supermercado actual. Ni la vestimenta impermeable de hoy en día y adapta para esa zona ni los zapatos adecuados. Sólo botines Marasco y Speziale que garantizaban su permeabilidad.  

Botines Marasco y Speziale

 

También quiero evidenciar que éramos completamente conscientes de la imposibilidad de poder sacar un herido, un enfermo, alguien con una pierna rota o con un ataque de apendicitis. 

-No existían los guías ni las guías, el socorro andino o un lugar donde pedir u obtener ayuda.

 Conscientes que nos habíamos metido en un lugar donde NADIE PODÍA VENIR A AYUDARNOS. Algo así como “Si te metiste en ese lugar, arreglátelas para salir por vos mismo”.

Desde la pared Sur del Lanín hacia el Huechulaufquen

 

Quiero hacer ver que lo que hicimos no fue para conseguir fama o ser considerados héroes. Nada que demostrar a los demás. En mi caso, sólo por el amor a la exploración y a la montaña. Valorizada, sea como posible Maestra, que como posible deporte, diversión o divertimento, útil para superar miedos interiores y conocimiento de uno mismo. Sólo para uno mismo. Lejos de esa manía de querer mostrar y demostrar qué hice, cuan valiente/corajudo/excepcional y único soy. Porque hice algo fuera de lo común, peligroso, único, como ser el primero (o el segundo por lo menos) en subir una montaña todavía “virgen” o por su lado más difícil o inexplorado. 

Otto Meiling en la cumbre del Cerro López, Río Negro, 1938. Foto: Del libro "Otto Meiling, un pionero de Bariloche"

Otto Meiling en la cumbre del Cerro López, 1938. Foto: Del libro "Otto Meiling, un pionero de Bariloche"

 

Derribando mitos

 

En 1978, en la revista ANDINISMO, de la que soy director, escribo un artículo que titulo «Derribando mitos». Sobre los mitos de entonces: 

-Imposible hacer grandes ascensiones después de los 40 años. 

-Imposible escalar un ocho mil sin una gran expedición.

- Imposible que una persona del sexo débil escale el Fitz Roy o el Aconcagua. 

-Imposible escalar cuando se está casado. 

O sea, las grandes escaladas son sólo para los jóvenes, los machos, los solteros y en grandes expediciones. 

Termino mi escrito con esta frase:

 

…«Desde la época de los héroes, superhombres y supervivientes, cuando se glorificaban las mutilaciones por congelación, y a las que se dedicaban varios capítulos por libro, estamos llegando a aquella en la que el hecho de escalar se ve y se siente más que nunca como una escuela para la vida. Gracias a ella se puede encontrar un equilibrio que otros alcanzan con la meditación, el psicoanálisis, el arte o el misticismo. Cada vez importa más el juego y la experiencia interior intransferible y no la competencia, los récords, los mitos, los ídolos. Estamos mucho más cerca del arte zen (un camino hacia la realidad última) que de la competencia, la utilidad y la fama. Entonces no queda más que alcanzar el punto en el que, en lugar de hacer la «primera» o la tercera o la 158.798ª ascensión, se haga la «primera». .. anónima. Solo en ese momento habremos comprendido realmente el Zen o a San Francisco. Pero, más aún, la montaña».  

 

Volcán Lanín, Neuquén. Foto: Jorge Alvarez

 

Algún tiempo después, desde un club de montaña español, recibo un hermoso cumplido por mi visión. ¡Quién sabe cómo habrá llegado tan lejos!.

Desde entonces, ya no he contado mis “heroicas y temerarias hazañas”, ni firmado los libros de las cimas, cuando los hay, y donde se puede y se debe escribir «he llegado en solo tres horas, tres días, soy el primero en …», etc. etc. Si lo hacía, a veces firmaba como «Lobo Estepario». Los que habían leído a Hermann Hesse quizá lo habrán entendido.  

 

La absurda carrera por la competición, estéril y vana

 

De todos modos, todavía hoy en día no solamente se insiste en esta absurda carrera a la competición, a los récords y a las “primeras”, “segundas”, “variantes invernales, otoñales, con o sin oxígeno, con o sin xenón, con o sin cabeza”, y no sólo a estos inventos de la prensa al servicio del vedettismo, de la egolatría y del omnipotente consumismo, sino que se incita cada vez más a esta competición entre personas con el complejo de Napoleón, vulgarmente llamado complejo del petiso en buen porteño. En el cual me vi involuntariamente involucrado. Me refiero a la escalada a la pared Sur del Lanín que hice con Andy Wolf en el lejano enero del 1978. Ya en Bariloche, etapa obligada para nuestra vuelta a Baires, paso a visitar a Vojko Arko para contarle de nuestra escalada. 

Charlamos un rato y me hace varias preguntas sobre cómo llegamos a la colada, cómo era, y otros detalles que a mí parecen sin importancia. Es entonces cuando nos felicita por haber hecho la “segunda”. Le hago notar que he leído un artículo en el cual se atribuye a otros la “segunda” por la Pared Sur del Lanín. Insiste en que la nuestra es la “verdadera”. 

Vojko Arko en la pared norte del López, 1957

 

Pablo Cavagnero, ascendiendo el Cerro Lanín, Neuquén

Pablo Cavagnero, ascendiendo el Cerro Lanín

 

Vuelto a casa, publico un artículo en la revista ANDINISMO relatando esta segunda ascensión. Poco tiempo después recibo una llamada por teléfono (fijo!) de uno de los escaladores que se habían atribuido la “segunda”, esa del artículo que yo le había mencionado a Arko, pidiéndome que rectifique mi publicación.

 Le explico entonces que, creyendo firmemente en los conocimientos históricos de las escaladas en los Andes y en su imparcialidad doy por buena su clasificación. Y que se remita a él para exponerle los argumentos para que pueda decidir quienes tengan el “honor” para “enorgullecerse” de la verdadera “segunda”…

Revista Andinismo, 1970. Director: Pablo Cavagnero

 

Era el 1978. Hoy, Arko ya no está más, ni Mazzoldi, ni Otto Meiling para consultarlos por este dilema. ¡Horror! ¿Pronto me iré yo también y el misterio seguirá sin resolver?  ¿A quién puede importar un hecho de tan enorme insignificancia?  

Enzio Mazzoldi. Foto: Mario Ptasik, Desde el Sur digital

 

Otto Meiling, 1938. Foto: Federico Fino

Otto Meiling, 1938. Foto: Federico Fino

 

Enzio Mazzoldi. Foto: Mario Ptasik, Diario La mañana de Neuquén

 

Vidal Pérez a sus 80 años. Foto: Eduardo Martí

 

Había leído en esta misma revista un artículo sobre la ascensión al volcán Lanín por su Pared Sur en el cual dice : 

…"Desde el Tronador salimos para el Huechulafquen e intentamos la Pared Sur del Lanín.

En la base acampaba una expedición del Club Andino Bariloche, con la flor y nata del renombrado club, hasta estaban Otto Meiling y el Doctor Bravo en ese grupo. Habían intentado varias veces la Pared Sur del volcán  pero el clima los hacía renunciar por el cambio permanente y las nubes bajas"…

 Viendo -durante esta redacción- el relato transcripto en el Anuario del Club Andino Bariloche por Otto Meiling en 1957, este experto andinista había subido por la faz sudoeste del volcán y no había tenido ninguna dificutad técnica y no se habían encordado con Dinko Bertoncelj, quien lo acompañaba.

Dinko Bertoncelj

 

En el Glaciar Lanín. Volcán Lanín, Neuquén

En el Glaciar Lanín en 1975

 

Volcán Lanín, Neuquén.  Colada del Glaciar

Cara sur del volcán Lanín, Colada del Glaciar. Foto: wwwmontaasandinas-unb.com.ar

 

Pensando en este encuentro con Otto Meiling- en la distancia del tiempo- es muy probable que el alemán estuviera allí- en Puerto Canoa- porque quería subir la “Colada Mazzoldi” y también supongo que era consciente que su ascensión en 1955 había lateral a la colada (Memoria vol.6. páginas 29 a 30 del Club Andino Bariloche). Otro agregado a esta teoría la trae Vojko Arko en su libro, donde hace referencia a esta ascensión de Otto Meiling por el sudoeste.

Más adelante el artículo dice:

…" El equipo salimos para arriba. El primer desafío era el paredón de 200 a 300 metros de hielo que nos llevaría al casquete. Ahora la llamamos “Colada Mazzoldi”, en ese momento eran más de veinte escalones verticales de hielo cristalino que tenían tres a cuatro metros de altura y que exigían de técnica y fortaleza. Los superamos con dos largos de soga, los crampones de 10 puntas, clavos de hielo y las hermanas piquetas"…

 

Se puede leer “dos largos de soga”. En mi escalada con Andy Wolf fueron 11, once. ¿Habremos pasado por el mismo lugar? ¿Será también por este detalle que Arko sólo aceptaba como “segunda” la nuestra del 1978 en vez de la de los otros dos escaladores? Un misterio misterioso para resolver por los quisquillosos historiadores de la cronología de las escaladas en los Andes patagónicos.  

Estas diatribas hoy me hacen reír. ¡Cuánto palabrerío inútil o sólo útil para el ego! Han pasado demasiados años, demasiada agua bajo los puentes y demasiados conceptos en mi cabeza y entonces hoy puedo afirmar que, para mí, la escalada que hice a la Pared Sur del Lanín es una “primera”. Mi primera. Y última. Que eso sólo me importa a mí. Que NO me importa si fue la segunda, la tercera, la cuarta o la décima. Que tiene menos importancia que un helado en la mano de un niño. Que a quien le puede importar hoy. Qué a quién le importa si fueron Andy Wolf y Pablo Cavagnero nunca oídos nombrar,  quien  conoce a estos dos matusas desconocidos. Por mi parte, autorizo a los historiadores de la historia del andinismo a atribuirla a quienes se les cante, hasta a Napoleón o Gardel. Total, sólo yo sé lo que he vivido. Y es una experiencia intransferible. Y quien me quita lo bailado.  

La colada Mazzoldi en la pared sur del Lanín en enero del 1978  

 

Mazzoldi, ruta reuniones Azimutrek 2010. (Foto : Azimutrek)

 

Estas son fotos de la misma colada con el pasar de (muchos) años. 

Por eso insisto que no tiene sentido hablar de primeras, segundas o terceras sobre coladas de glaciar. Nunca son iguales. 

La geografía de las montañas cambia de aspecto con los años 

 

Las tres veces que fui a escalar el Lanín por la Pared Sur, siempre encontré enormemente cambiada la colada Mazzoldi. Cada vez era tan diferente que cada vez podría ser considerada una primera. Como los puentes sobre las grietas del Tronador, que he escalado no sé cuántas veces. Siempre primeras, totalmente diferentes entre sí.  

Colada Mazzoldi

 

Ruta de ascenso y descenso  por la “Colada Mazzoldi”, Volcán Lanín

 

Pero lo más importante era Qué belleza llegar allí, YO.  ¡«Virgen»! Y con todo para explorar.  Divirtiéndome, explorando. 

Teniendo que encontrar YO la ruta más fácil. O la que más me gusta. «A vista», como se dice hoy en día.

 Una cosa “ rara” hoy,  “obligada” en aquellos tiempos.  

Pido disculpas por haber escrito de cosas tan superficiales. Lo hice sólo para demostrar cuan absurda, estéril y vana es la competición en este maravilloso deporte. Andinismo, alpinismo, himalayismo, MONTAÑISMO o como se lo quiera llamar.  

Además, soy perfectamente consciente que la segunda ascensión al Lanín por la Pared Sur es un acontecimiento seguramente mucho menos trascendental en la historia de la humanidad que la mística ascensión del poeta Petrarca al Mont Ventoux, de sólo 1.912 metros, el 26 de abril de 1336. De la que se sigue hablando todavía hoy en día en todo el mundo. De la nuestra, IN SIG NI FI CAN TE, sólo unos viejos carcamanes y sólo en esta revista.  

 

Juan Carlos Jacky con Vidal en Lanín, 1991

 

En julio del ’76 me habían invitado a subir (escalar es demasiado verbo para esta vez) al Lanín. Sería la primera vez que se hace en invierno. Éramos siete ( Juan Carlos Jacky,  Julián Ramírez,  Vidal Pérez,   Pablo Cavagnero, “Colores” Di Pietro, Roberto Tebaldi, Marcelo Mermuz). Tres o cuatro con poca o poquísima experiencia en alta montaña. Que aparentemente no se necesitaría porque por la ruta normal es una simple caminata. En verano. De tres mil metros de desnivel.

Pero, una feroz tormenta nos sorprende de noche antes de haber llegado al refugio. Blizzard. Oscuridad total. Relámpago silencioso. Oigo la muerte que da vueltas a mi alrededor riendo a carcajadas. 

Juan Carlos Jacky, Julián Ramírez, Vidal Pérez, Pablo Cavagnero, “Colores” Di Pietro, Roberto Tebaldi, Marcelo Mermuz

 

Sin embargo, al día siguiente llegamos todos a la cumbre. La foto muestra bien claro cómo íbamos equipados para una PRIMERA INVERNAL de un cerro de casi 4 mil metros. Añoro esa libertad.   

Volcán Lanín. Foto: Alex Guillermo Martín

 

El significado de escalar montañas

 

Para mí, la montaña es como una amante. Para amar. Para otros es la doncella virgen a la que se debe conquistar, someter, violar, desvirginizar. Para pasar luego a la siguiente conquista. Sin amor, respeto y seducción. Con violencia si es necesario. Hasta con un compresor.  

"La escalada en montaña: es la «Búsqueda». La necesidad desesperada de separarse del mundo material, venal, seguro, banal, normal, sensato, para entrar en el mundo de lo esencial, de la verdad absoluta, donde se llega al punto en el que ya no se puede mentir, especialmente a uno mismo. Es elevarse espiritualmente, acercarse al cielo como símbolo de pureza, sobre las crestas nevadas y peligrosas de lo que es «lo enorme», la montaña, símbolo de la aspiración a la elevación espiritual. 

Es la necesidad atávica, loca, vital, de alcanzar el límite, el propio, y superarlo. Para vencer todos los miedos interiores. 

Es acercarse a la muerte para comprender la vida. Es «escapar de la jaula», «salir de la botella» para volar hacia la libertad. Es alcanzar, a través del esfuerzo, el agotamiento, el miedo y el peligro, estados alterados de conciencia sin tener que ingerir drogas. 

Para abrir las puertas a la percepción, para comprender que hay otros mundos además del que vivimos cotidianamente. Es meditación en acción. Es reconocerse a uno mismo como el centro del universo, pero siempre insignificante en el Todo.

 Es alcanzar la consciencia, la explicación de lo inexplicable a través de experiencias intransferibles”.  

 

Lo escribí para mi compañera en el año 2000, respondiendo a su pregunta «¿Qué es la escalada en montaña?».  

Autor : Pablo Cavagnero, julio de 2025 residiendo  en  Anghiari (Italia) 

……………………………………

 


ARTÍCULOS RELACIONADOS

Actividades · Viajes y expediciones

Exploración a las Cascadas escondidas, Chile

Actividades · Viajes y expediciones

Intento a la pared Sur del Cerro Lanín en 1975



ARTÍCULOS RELACIONADOS



ARTÍCULOS RELACIONADOS



ARTÍCULOS RELACIONADOS


| COMENTARIOS(0)


No hay comentarios aún, sé el primero!


Comentar

Revista Noticias de Montaña


| ULTIMAS NOVEDADES







www.facebook.com/ccamontania
info@culturademontania.org.ar
+54 11 3060-2226
@ccam_arg

Centro cultural Argentino de Montaña 2023