Montañismo

Enterate del ascenso y exploración al Cerro Cuchilla Negra, en la provincia de Mendoza

En noviembre de 2022 integrantes del Grupo Rosarino de Actividades de Montaña (GRAM) alcanzaron su última cumbre , el cerro Cuchilla Negra de 5.130 metros de altura, para completar las principales del Cordón de Potrero Escondido, en los Andes centrales de Mendoza

Glauco Muratti

Glauco Muratti

Edición: CCAM



El día 27.11.22 los miembros de GRAM logramos la cumbre del Cerro Cuchilla Negra (5.130 m), Provincia de Mendoza.  Con el éxito de este tercer intento, coronamos una aventura iniciada dos décadas atrás en pos de explorar y ascender las cimas más prominentes y altas del Cordón del Potrero Escondido.

Ubicación Cerro Cuchilla Negra en la provincia de Mendoza

Fue un privilegio el convivir, durante casi 20 años y en pleno siglo XXI, sólo con el relincho de los guanacos y el vuelo de los cóndores; allí, donde todavía reina la incertidumbre y se mantiene intacta la relación directa con el paisaje, sin intermediarios, tracks o senderos; “el desmundamiento” como lo describe Hector Cuiñas.

Mapa ubicación Cerro Cuchillo Negra

Un espectacular escenario de observación geológica

La Quebrada Potrero Escondido es un valle cordillerano de características particulares que lo hacen un espectacular escenario de observación geológica.

La recorre un arroyo que desemboca en el tercio inferior de la Quebrada del Rio Blanco. También es, como la mayoría en la zona, un ”valle colgado”.  Milenios atrás, el Potrero Escondido y el Rio Blanco estaban recorridos por sendos glaciares, pero el lecho de este último estaba unos 300 m por debajo de su afluente helado del Potrero Escondido, que lo interceptaba allá arriba. Era una diferencia de magnitudes: el glaciar más grande había sido capaz de mayor excavación. Ese desnivel debe salvarse hoy entre arbustos espinosos. (Los Hielos Olvidados, Capítulo 7).

El valle es único: en un corte de mil metros la erosión ha sacado a la luz las entrañas de la tierra exponiendo grandes corrimientos (fallas que montan unas rocas sobre otras en largos planos de deslizamiento). Acelerando un millón de veces el tiempo se podría imaginar esas ciclópeas láminas de roca avanzando, superponiéndose y dislocándose. 

La quebrada está interrumpida transversalmente por bandas rocosas que forman un “rompecabezas geológico”. El aspecto exterior debe mucho a la conformación interna de la tierra, con sus extraños planos inclinados que toman contacto con la superficie en ángulos agudos interrumpiendo abruptamente el terreno.  Ese tipo de paisaje tan característico describe una gran diagonal de dirección Norte–Sur, que afecta las rocas sedimentarias y coincide con el recorrido de las grandes fallas del paisaje. 

Casualmente será uno de estos accidentes geológicos la principal barrera a vencer en nuestros ascensos, como se explicará más adelante.

Vista de los tres arroyos y el primer resalte de la quebrada Potrero Escondido

La cronología de las sucesivas expediciones fue la siguiente:

Enero 2004: 

 

Aprendimos a atravesar el principal escollo de la quebrada Potrero Escondido. Al final de un pintoresco anfiteatro llano y empastado a los 3.300 m, se levanta un monumental escalón rocoso que se interpone al avance, dando lugar a un precipicio de 300 m, fracturado por cascadas que caen al vacío para formar sus respectivos arroyos. Sería por aquellos abruptos cursos de agua por donde superaríamos este “resalte” vertical.  Así trazamos para las siguientes expediciones el camino hacia las altas montañas vírgenes del sector.

Ramiro Casas entrando al paso del primer resalte del Potrero Escondido que se halla en condiciones regulares

Ramiro Casas escalando el primer resalte de la quebrada Potrero Escondido en regulares condiciones, se deben superar pasos de quinto grado con cascadas.

Ramiro Casas se prepara para bajar el primer resalte, temprano, cuando hay menos cascadas sobre el trayecto

Noviembre 2005: Cerro Piramidal del Potrero Escondido.

 

Volvimos con Adrián Petrocelli y Cristian Kvarta a remontar el valle. El “resalte”a pesar de su aspecto algo intimidante, gracias a la expedición anterior ahora se había convertido en una sencilla pendiente a 45°, saturada de nieve. Al fondo del valle destacaba una atractiva cumbre: el Cerro Piramidal del Potrero Escondido (5.350 m).

Cristian Kvarta avanzando en el sector inferior de la quebrada Potrero Escondido en 2005 Foto de Adrián Petrocelli

 Adrián Petrocelli sobre el primer resalte de la quebrada del Potrero Escondido.

Nuestro ascenso resultó ser el segundo, ya que el primero (por una vía distinta, la Oeste) lo realizaron en 1965 los integrantes del Club Alpino Español, Manolo Moreno y el legendario Miguel Gómez.  Bautizaron al cerro con el nombre de su entidad: “Club Andino Español”. 

Banderín dejado por los españoles en el primer ascenso al Cerro Piramidal del Potrero Escondido-CAE

Cerro Piramidal del Potrero Escondido-CAE desde el valle del río Blanco. Foto de Adrián Petrocelli. 

Vista Este del cerro Piramidal del Potrero Escondido-CAE

Primavera de 2015: Cerro Albardón del Potrero Escondido.

 

Con Adrián Petrocelli superamos por tercera ocasión el “resalte”, esta vez con el uso de una cuerda, instalando algunos clavos y empotradores. Desde el más recóndito fondo del valle, que llamamos ”Cajón de los Diablos” por unas extrañas formaciones rocosas, ascendimos el cerro virgen que denominan Albardón del Potrero Escondido (5.112 m).

 

Fines de 2015:  Cerros La Yeserita, Colorado y Cresta Escondida. 

 

Ramiro Casas y Adrián Petrocelli superan otra vez el “resalte”, en buenas condiciones de nieve.  Establecen campamento sobre el mismo, a unos 3.700 m.

Desde allí, pese al persistente mal tiempo éstos ascienden una pequeña cumbre virgen en el collado norte, que bautizan como La Yeserita (4.257 m), por la gran cantidad de ese mineral presente en la cumbre que suele ser señal de falla geológica.

Al día siguiente regresan al collado norte (portezuelo Colorado) lo traspasan, y por pendientes de nieve dura se acercan a la pared norte del Cerro Colorado. Serpentean entre difíciles pasos de escalada en roca (V grado de dificultad) y pendientes transversales de nieve. Llegan a la cumbre del segundo cerro virgen de la excursión (4.621 m) y desde la cual, aprovechando el buen clima, observan la montaña bífida que se eleva al oeste.

Así temprano parten y traspasan por tercer vez el portezuelo Colorado, descienden cientos de metros y encaran la ladera este de la montaña. Primero se abren paso por cascadas de hielo y luego por empinamientos de nieve que les resultan dudosos por el riesgo de avalancha.

La pendiente, que se eleva probablemente hasta los 60°, los conduce al último obstáculo, una barrera rocosa donde deben desplegar la cuerda. La traspasan instalando seguros (V grado). En la cumbre observan al oeste la otra altura de la montaña, tienen dudas. ¿Cuál es más alta? ¿Estarán en la cumbre? Imposible para ellos, rapeles y escalada sobre roca descompuesta. Los modelos digitales de elevación (MDE) no permiten decidir la cuestión, pero, con el tiempo, fotos obtenidas desde el sur parecen decidir: la altura ascendida luce levemente más elevada.

Bautizan la montaña como Cerro Cresta Escondida 4.970 m.

Del capítulo 7 del libro ”Los Hielos Olvidados”. Ascenso de CASAS-PETROCELLI a la Cresta Escondida, 2015

Del Capitulo 7 del libro ”Los Hielos Olvidados”. Ascenso de CASAS-PETROCELLI al Cerro Colorado

Ascendiendo el primer resalte del potrero Escondido en buenas condiciones

Ramiro Casas asegurando el tramo somital de la Cresta Escondida en pasos que evaluó como de quinto grado. Foto de Adrián Petrocelli

Cerro Colorado, roca caliza. Foto de Lisandro Arelovich

Enero 2016 - El cerro Tito Magnani; Primer intento a la Cuchilla Negra.

Junto a Lisandro Arelovich, ascendimos por un paisaje sobrado de nieve, la cumbre que cierra el valle del Potrero Escondido por en sureste.  Es la más alta del grupo de ”Los Clonquis”, la denominamos Tito Magnani, 4.905 m, en honor al pionero del andinismo argentino, el Dr. Alfredo Magnani que junto al legendario Gerardo Watzl había estado apenas a decenas de metros de hacer cumbre en el Daulaghiri. 

Son tiempos que no debemos olvidar cuando nuestra actividad estaba lejos de provincianismos miopes y a la cabeza del deporte mundial de la escalada,  con nombres imborrables como Ulises Vitale, Alfredo Rosasco, José Luis Fonrouge, Guillermo Vieyro, Jorge Vitón, Hector Cuiñas y tantos otros que son orgullo del montañismo local. 

Después nos dirigimos hacia la cumbre más esquiva el cordón, la que en mapas del IGM es nombrada como Cuchilla Negra. Un nombre y bautismo extraño porque es una montaña tan apartada que apenas la han visto una docena de seres humanos. Una inacabable masa de roca caliza empinada. La densa masa de afiladas nieves penitentes cierra toda posibilidad.

Al bajar el resalte, el paisaje había cambiado radicalmente, el deshielo había hecho estragos en la capa de nieve, un turbulento arroyo corría por un túnel alternativamente abierto o cerrado. Un riesgo anormal que no habíamos advertido, la posibilidad de caer dentro de ese tubo sin salida nos obligó a rapelear y dejar clavos y anclajes improvisados. 

Trayecto del ascenso al cerro Tito Magnani

Cuchilla Negra, la foto es del momento del primer intento. Al terminar el ascenso, la montaña estaba en peores condiciones

Diciembre de 2016 – Segundo intento a la Cuchilla Negra. 

 

Ramiro Casas y el que suscribe realizamos el segundo intento. Nuevamente no logramos la cumbre, dado que nos regresamos apenas a 300 m por la amenaza de avalancha; aún así, el mayor problema fue el resalte: el arroyo caía directamente sobre pasos de rocas (grado V), empapados subimos gracias a la pericia de Ramiro con el dry tooling, con ayuda de la cuerda y seguros naturales bajamos.

 

Primavera del 2019 - Cara norte de los Cerros del Potrero Escondido. Cerro de los Diablos.

 

Ezequiel Dassie y el que suscribe vamos por la última cumbre del sector norte de cordón que quedaba sin escalar. Las cumbres ya ascendidas de los cerros Albardón del Potrero Escondido y Cresta Escondida son los extremos de una notable trilogía geológica: llamativas montañas de forma piramidal, trazadas por un continuo bandeado de la roca que los geólogos llaman “estratificación”, capas de sedimentos depositados horizontalmente que después las presiones geológicas llevaron a su posición actual.

Quedaba pendiente el ascenso de la riscosa cumbre central, aquella que el IGN acotaba sin nombre con una altura de 5.007 m.  Ezequiel y yo dudamos. ¿Cómo acceder a la montaña?  Evaluamos las posibilidades y decidimos arriesgar: no por nuestro ya conocido camino de la quebrada Potrero Escondido. Nos atrae forzar un tortuoso, empinado y caótico valle sin nombre que se abre hacia el Rio Blanco.

Desde el pueblo de Penitentes subimos rápidamente por la quebrada de Vargas, traspasamos el portezuelo Serrata, bajamos al río Blanco y desde ahí, directamente al sur retomamos altura por arroyos secos.

Después de un par de campamentos entre pesadas nevadas vespertinas dirigimos el ascenso hacia la hermosa y empinada cumbre de roca caliza. Bautizamos como cerro de los Diablos, por las perturbadoras formaciones rocosas del filo sur que nos parecen diablos danzantes. Según el GPS la altura es de 5.035 m.

Del libro ”Los Hielos Olvidados”, vista del sector Norte de los Cerros del Potrero Escondido

Ezequiel Dassie en los pasos de roca caliza de la cumbre del Cerro de los Diablos

Glauco Muratti en la cumbre del Cerro de los Diablos. Foto de Ezequiel Dassie

 

Vista de la cara Este del Cerro de los Diablos con el trayecto seguido en la última parte de la escalada

Cara este del cerro de los Diablos

Vista de la cara este de la Cuchilla Negra, por la pala de nieve del centro de la montaña transcurrieron los intentos y escalada de la montaña. Foto de Lisandro Arelovich

 

Noviembre 2022: 19 años más tarde.  Tercer intento al Cuchilla Negra.

 

Vamos con Martin Suso, Lisandro Arelovich y Federico Barberis por la última de las montañas del cordón, la más recóndita, la que más nos ha resistido. Partimos desde Punta de Vacas acompañados por Gervasio Fierro que nos ayuda cargando lo que serán abundante dieta de carne y verdura durante los primeros días de excursión.

Hace casi dos décadas pisé este valle por primera vez a mis 46 años, muchas cosas cambiaron, muchos precios se pagaron. Hoy se nota el calor, el cansancio de jornadas algo prolongadas, para mi son muchos días ininterrumpidos de actividad.

Mis compañeros aprovechan cada minuto de descanso para la charla, siempre remota al lugar donde estamos. Fuego, mates, asado. Al pie del primer resalte vivaqueamos. Temprano Gervasio regresa solo: es un atleta, en poco rato desanda las que fueran catorce horas de subida, pasado mediodía esta en Punta de Vacas.

Nosotros hacemos el primer vadeo complicado y nos sumergimos en la pendiente. Pasos expuestos sobre roca polvorienta y luego, otra vez, el ya conocido tramo de quinto grado. Un paso de hombros, Lisandrito, el más liviano, consigue elevarse, nos tiende ayuda desde arriba, subimos las mochilas, luego nosotros, el último, sin que lo cuiden desde abajo la pasa peor. Luego una indescriptible mezcla de arroyo turbulento, hielo negro, nieve, roca mojada. 

Después derivamos al sur, volvemos a vadear en un paso que es luce mas malo de lo que es. Tomamos altura hasta el pie de un característico glaciar de escombros gris que cruza el valle de lado a lado. En medio de una incipiente nevada montamos la carpa. Vengo de un curso de montañismo de nuestro club, hace casi 10 días que vivaqueo, será la primera vez que duerma dentro de una carpa.

Al día siguiente solo avanzamos el campamento un par de horas y quedamos al pie de la via que por ahora no vemos.  Los días son muy largos, amanece antes de las seis. Por fin nos asomamos a la base de la canaleta norte. Martín Suso se retrasa, sus botas se están destrozando.

Después de un primer estrechamiento, sobre los 4.800 m, un arroyo-cascada arrastra pequeñas avalanchas de piedras, incipientes acarreos de los que también tenemos que cuidarnos. El suelo esta helado, por eso el agua corre sin infiltrarse, es el permafrost.  Nos colocamos los crampones, la pendiente, de 45°/50°, hielo, roca helada, penitentes, riscos polvorientos y expuestos.

Cuchilla Negra vista desde el sur

La enorme masa de rocas de la Cuchilla Negra vista desde el Sur

La enorme masa de rocas de la Cuchilla Negra vista desde el Sur

Federico Barberis rapeleando en el primer resalte

Federico Barberis en el primer rapel de la Cuchilla Negra. Foto de Martín Suso

Lisandro Arelovich escalando el penúltimo largo de la Cuchilla Negra.Foto de Martín Suso

Federico Barberis en los últimos cien metros de la Cuchilla Negra, terreno expuesto en roca muy suelta

Glauco Muratti, Lisandro Arelovich y Martin Suso en el Cerro Cuchilla Negra
 

Vista de los últimos tramos del ascenso de la Cuchilla Negra

Ojalá no descomponga el tiempo.

 

            - Pasamos los 5000 y mi cuerpo lo sabe, sentencia Lisandrito cediendo la punta en una inestable acumulación de penitentes ablandados por el sol, 50° de inclinación. 

         - Esto no figura en las escalas de dificultad, me burlo mientras un penitente que me dobla en altura se me viene encima. A esta edad no esperaba esta pelea, pero estoy tranquilo. Es una lucha épica, pateo, piso, derrumbo, incluso abrazo.

        -¡Va a ser difícil salir por arriba! Media docena de cornisas sobresalen como un amenazante techado. Parecen pequeñas pero para nosotros son enormes, nos preocupan desde hace mucho, desde muy lejos. Sabemos lo que significan. 

            - Es el tercer intento, por una cosa o por otra, no es una montaña segura.

       - ¡A la izquierda! grita Federico relevándome. Traveseamos hacia una diagonal de riscos descompuestos. Terreno expuesto, imposible establecer un seguro, todo se desploma, también las reglas "alpinas". Hay que improvisar, tal vez a eso hemos venido, a reírnos de lo inútil que resulta cierta ideología en este lugar. 

        - Acá no hay que caerse.

        - No me había dado cuenta...

        - ¡La cumbre está cerca!

        - ¡Pero hay roca vertical!

        - Saco la cuerda…

 

Por fin podemos montar un buen anclaje rodeando una enorme roca. Federico agota la cuerda. Treinta metros. Suficiente, ideal en un sitio como este, por algo era el largo tradicional. Aseguramos a otra gran piedra.

Anclaje de rápel para descender el primer resalte en malas condiciones. Foto de Lisandro Arelovich

Lisandro Arelovich en un tramo del ascenso al Cerro 34 Leguas con una vista desde el sur al Cordón del Potrero Escondido   

- Queda una ”trepindanga”, dice Fede.

        - Que  patagónico…

        - Nada más falta el granito…

Entre una cornisa y bloques de caliza, como por una claraboya, salimos de la verticalidad y llegamos a la azotea, nos recibe el cielo plano de una cumbre sin rastros humanos.  Escribimos el comprobante, humilde, sin estridencias: No somos tontos, no tentamos a la suerte, no somos dueños de lo que pase. Todavía hay que bajar. Dejamos una apacheta también en la cumbre norte, resulta imposible saber cuál es la mayor altura.

- Ahora prolijos. 

       - ¡Prolijitos!

En bajada la ”tregindanga” se vuelve confusa; como en Hansel y Gretel, nos orienta el rastro fosforescente de las desmanteladas botas La Sportiva de Martín. Pero no hay peligro, no es como el cuento, ningún ave comería esa porquería pegajosa. 

Primer rapel. Todo marcha bien, nos cuidamos mutuamente. Cuando arrojamos la cuerda para el segundo rapel una explosión: una de las cornisas estalla y se desploma arrastrando rocas de todos los tamaños cerca de nuestra estrecha ruta de bajada. 

No hay remedio.

 -¡Hay que bajar rápido! 

Es lo único que podemos hacer, no perder tiempo en doctrinas, esto no es un laboratorio. Bajamos en sombra, pero arriba el sol vespertino sigue su implacable ablande del techado de cornisas. Pero todo se sostiene, dejamos el sector peligroso y diez horas después de partir entramos a la carpa. Poco para comer, más para conversar, mucho para dormir. 

Todavía queda desescalar el “resalte”. No mañana, dado que lleva horas llegar al precipicio que antes de mediodía se llena de cascadas. Debemos esperar, pasar muy temprano, casi de madrugada. Paciencia. Estas montañas nos han acostumbrado a resignarnos. 

        - Ojalá no descomponga el tiempo…

    

Video

 

NOTAS:

1) Altitudes tomadas ”in situ” a partir de señal satelital o emanadas de las cartas topográficas del IGN, en caso de discordancia prevalecieron las primeras.

2) Los nombres de los cerros Colorado y Cuchilla Negra provienen de las cartas topográficas escala 1:50.000 del Instituto Geográfico Nacional (ex IGM).

3) La estimación de la dificultad se ha realizado en base a la escala alpina, debiendo hacerse estas salvedades; por un lado la insuficiencia de la misma para reflejar los problemas de los andes; por otro lado que la existencia del ”resalte”, con riesgo objetivo siempre presente, se debe superar con toda la carga y es muy variable, entre una sencilla pendiente en nieve a 45° hasta pasos de escalada en roca de V grado (se acotó según las dificultades que se encontraron en el momento del ascenso). 

PIRAMIDAL DEL POTRERO ESCONDIDO: PD

ALBARDON DEL POTRERO ESCONDIDO: PD+

CERRO COLORADO: AD/AD+

LA YESERITA: F+

CRESTA ESCONDIDA: AD

CERRO TITO MAGNANI: PD

CUCHILLA NEGRA: AD

4) A la dificultad técnica debe sumarse distancia, falta de información, terreno fuertemente variable (penitentes, grandes rocas, falta de senderos, pendientes congeladas, vadeos), cierto riesgo objetivo (en el resalte: caída de material, cuchilla negra caída de cornisas somitales), demora en caso de necesitar ayuda exterior (que sobre el primer resalte solo sería eficiente y segura con un helicóptero).

5) Obviamente los datos se consignan de buena fe, luego de un estudio razonable sobre el sector y están sujetos a modificación en caso de conocerse nueva información.


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