Montañismo

Ascensión al Nevado de Chuscha, 4.450 mts.

El Chuscha o Nevado del Cajón y su cumbre es el límite entre las Provincias de Salta y Catamarca

Diego Novaira

Diego Novaira

Edición: CCAM



Ubicado en el vértice entre el Valle de Ovejería en Catamarca y el del Cajón en Salta, el Chuscha es uno de los Apus que los incas eligieran hace más de 500 años para ofrendar una niña, en una ceremonia conocida como capacocha. Allí, a poca distancia de su cima, en el cerro Urpilita, (5300 msnm) hace casi 100 años fue interrumpido el descanso sagrado de esta ofrenda al sol, con el único objetivo de saciar la codicia de los hombres.

Ubicación del Nevado de Chuscha, límite entre la Provincia de Catamarca y Salta, Argentina

La bandera de la Agrupación de Montaña Calchaquí en la cumbre del Cerro Chuscha

 

Luego de siglos de descanso, el cuerpo momificado de una jovencita, a la que denominaron “la reina del cerro”, vio  el sol una vez más, para iniciar un periplo entre compradores y comerciantes, que terminó hace algunos años, luego de atravesar casi todo el siglo XX entre sótanos y estantes, el ultimo capitulo culminaba con  la restitución al patrimonio provincial salteño. Este singular capítulo de la reina del Chuscha,  sumado a la belleza paisajística y cultural de las montañas, la  riqueza arqueológica y patrimonial y miles de detalles más,  convierten al Chuscha en un imán para los amantes del montañismo.
 Conocido como Chuscha, Nevado de Chuscha o Nevado del Cajón, sus 5450 msnm se alzan imponentes en la serranías del Cajón, y su cumbre es límite provincial entre las provincias de Salta y Catamarca. La ruta normal y más utilizada es la que parte desde la localidad salteña de Cafayate y asciende por la quebrada del Río Chuschas hasta sus nacientes, al pie mismo del cerro. Desde Cafayate también es factible utilizar la ruta del Río Alizal, que parte desde la misma localidad de vallista. Otra alternativa, muy poco utilizada, es realizar la aproximación desde la localidad de Ovejería, en la provincia de Catamarca; sin embargo, la dificultad de los caminos y la gran distancia hacen que sea la menos elegida.

Desde el fondo de la quebrada, se aprecia el anfiteatro completo de las nacientes del río Chuscha, la ruta que asciende a los 5.000 mts. y la tarvesía que alcanza la cumbre del Chuscha

El grupo arribando al puesto el chuscha (4.000 mts.) Segundo campamento

El antiguo puesto El Chuscha

El campamento visto desde la ladera oriental del valle del Chuscha

Los meses de verano se caracterizan por las constantes lluvias, mientras que en invierno el viento se hace presente casi todo el tiempo, de manera que las ventanas de marzo a abril y septiembre a octubre parecieran ser las más adecuadas para programar un ascenso.
 

Cuando llegaron las vacaciones de invierno la cita obligada con  la montaña se hacía placenteramente inevitable. Estuvimos barajando posibilidades y evaluando cada una con detenimiento, pues la fecha lo ameritaba: La Agrupación de Montaña Calchaquí cumplía sus 60 años de existencia y como socios queríamos hacer una salida para sumar a los festejos.
 

Entre algunos picos del Cordón de Aconquija, el Cachi y otros, surgió la idea de escalar  el del Chuscha. Un grupo de amigos lo habían visitado hace no muchos años, había buena información disponible y técnicamente estaba a nuestro alcance, además de que su importancia cultural y arqueológica lo convertía en un tentador destino para nuestras ansias montañeras.
 

Así, un mes antes de nuestra partida, el destino estaba elegido y comenzamos a invitar a los socios de la AMC a fin de conformar el grupo de montañistas que intentaríamos la gesta de ascender sus 5450 m de altura. Finalmente, entre idas y vueltas, seríamos cinco los entusiastas: Rafa Coronel, Vero Olaz, Luis Martín, Víctor Bollada y quien relata, Diego Novaira.

Los primeros rayos de sol iluminan el campamento mientras desayunamos

El grupo completo: Luis Martín, Rafa Coronel, Vero Olaz, Diego Novaira y Vixtor Bollada

Puesto el Sauco

Las flores de tamaño y forma increible coloreando las laderas de los cerros

El día 11 de julio y casi sin acostarnos luego de la fiesta de conmemoración del 60 aniversario de nuestra querida AMC, partimos desde Catamarca rumbo a Cafayate (1650 msnm.) Son unos 350 km que se recorren sin mayores contratiempos en alrededor de 5 horas, atravesando paisajes espléndidos de las  Provincias de Catamarca, Tucumán y Salta. Cerca del mediodía, cuando atravesábamos la zona conocida como el Infiernillo, y mientras bajábamos desde Tafí del Valle al Valle Calchaquí, el Chuscha se nos presentó por primera vez - sus  casi 5500 metros de altura dominan el flanco oeste del valle de Yokavil y desde allí es posible ver toda su colosal envergadura que se alza sobre la serranía de Quilmes, sin nada de nieve que pudiera preocuparnos o retrasar nuestra ascensión pese a la época del año. Éste no es un dato menor, dado que durante ese fin de semana (10, 11 y 12 de julio) se dieron copiosas nevadas en la cordillera central, los cuales habían causado algunos problemas y alarmado a los montañeros, en toda la región montañosa del NOA.
 

Pasadas las 14 del domingo 12 llegamos a Cafayate. Soplaba viento zonda, y nos sentimos preocupados  por las  ráfagas violentas de aire caliente, cargadas de arena y tierra, porque existía la posibilidad de que más arriba un temporal tuviera lugar, tal como nos indicaran algunos viejos conocedores que consultamos.
 

Tuvimos una cita  obligada con el restaurante y luego de acomodarnos en un pequeño pero acogedor alojamiento, cerca de las 20 y con todo el equipo listo, llegó Gonzalo “El Pigua” Crisitofani para brindarnos algunos datos que nos serían de gran ayuda. Gonzalo es guarda parque y sin dudas uno de los mayores promotores de las visitas a las montañas de Cafayate. Conocido entre la comunidad montañera, postea con detalles cada uno de sus ascensos y desde hace algunos años es la memoria viviente del cerro, ya que lleva registros de cada una de las ascensiones que se realizan; es conocido por los puesteros y baquianos de la región y buen conocedor de cada rincón del itinerario. Nos indicó que seguramente en un par de días los vientos se detendrían pero llegaría una ola de frío, para la que deberíamos estar preparados, pero nos tranquilizó al indicar que rara vez nevaba en esta época, por lo que decidimos, acertadamente, no llevar  el equipo específico para esas condiciones. Entre otras cosas, nos habló de los propietarios y habitantes del área, de que podíamos contar con ellos ya que estaban acostumbrados al paso de aventureros por el lugar y que obviamente no dudáramos en pedirles información ya que conocen la región al dedillo. Le entregamos  unos modestos regalos, además una detallada descripción de nuestro itinerario y demás datos importantes en caso de emergencia, los cuales él se ocuparía de hacer llegar a Defensa Civil a fin de completar nuestro registro de ascenso. Cabe destacar que los Salteños parecen estar trabajando de manera concienzuda en la materia montañismo y turismo, ya que, Pigua nos comentó, que cuentan con un protocolo muy afinado de emergencias, equipos entrenados y bien preparados. 

Desde el Abra Blanca se contempla la Quebrada del Chuscha y la mesada sobre la que se ubica el puesto Corrales de Echart

La ruta desde el puesto Corrales de Echart a los Corrales de la Paica

En la senda, una señora con su niño en la espalda a la usansa andina, arrea una tropilla de burros de carga

Bien temprano por la mañana, pusimos rumbo a la localidad de San Luis (1850 msnm), a unos 15 km de Cafayate. Allí cerca de la planta potabilizadora de agua de la ciudad, al margen del Río Chuscha, dejamos los vehículos. Entonces  emprendimos serenos la marcha a pie. El primer tramo atraviesa un camino empedrado y difícil hasta la toma de agua y, metros más arriba, siempre con el río a la izquierda, una senda se separa del camino al norte y se introduce en una quebrada amplia por la que se asciende suavemente. Un dato importante para encontrar dicha bifurcación de las sendas es que sobre el piso en el área mencionada, aparece un polvillo blanco que pareciera ser algún tipo de ceniza volcánica y al que los lugareños, denominan “pulió”. Dicho afloramiento ocupa un área muy limitada y si uno se detiene en el lugar es fácil encontrar la senda.
 

Dejando el río a nuestras espaldas se asciende rápido un corto trecho hasta donde la quebrada se encajona y un pequeño hilo de agua se hace presente sobre la senda. Es el sitio obligado donde cargar agua, ajustarse las botas y apretar el paso. La senda se vuelve exigente y asciende en dirección oeste un filo pronunciado; el esfuerzo así sostenido se mantiene por unas 3 horas, hasta que a casi 2850 metros de altura, aparece el rancho de Don López, conocido como el puesto El Sauco. Aquí, la vista es espléndida, se puede ver la ciudad de Cafayate y la enorme extensión de viñedos y otros cultivos que le dan vida a este pedacito del Valle Calchaquí. Algunos corrales y pocas comodidades definen  al puesto El Sauco, pero la amabilidad de su único habitante es más que apreciable. Allí compartimos el almuerzo de marcha y descansamos un rato antes de seguir andando.
 

Detrás del puesto, y unos pocos  metros más arriba, la senda atraviesa el Abra de Sauco y continúa faldeando sobre la cota de 3000 m de altura hasta la denominada Abra Blanca (2950 msnm). La vista de la quebrada del Río Chuscha, los faldeos verdes y el cielo azul contrastando es única. Es posible ver desde allí, con detalle único, el trazado serpenteante de toda la senda, el cual se ha de recorrer en la jornada siguiente. Sobre la margen sur del río y varios metros  por encima del mismo, casi a la misma altura que en el Abra Blanca, se pueden ver los enormes corrales de Etchart (3050 msnm), antes conocidos como La Sala o simplemente los Corrales. Es necesario descender hasta el río, atravesarlo y nuevamente ascender un exigente tramo para alcanzar el puesto, el que se ubica en una mesada enorme en uno de los contrafuertes del cerro Mishi (4400 msnm). Las características de la construcción de sus corrales y la ubicación privilegiada de éstos hace pensar que, sin dudas, se trata de un asentamiento, otrora aborigen, que muy bien ha sido aprovechado por sus moradores modernos para la cría de vacunos, equinos y ovinos, así como el cultivo de forrajes, granos, frutas, etc.

La Quebrada del Chuscha, de fondo el Valle Calchaqui

La ruta de ascesno hasta los 5.000 mts. al norte del Urpilitas

y la travesía por detrás para alcanzar el Chuscha oculto detras de este

Una vista de la quebrada del Chuscha, sobre las rocas del centro, se pueden apreciar los rastros de paso de un antiguo glaciar

En el puesto vive la familia de Cirilo Cutipa, viejo conocedor de estas montañas y amable anfitrión. Allí decidimos pasar la noche, de manera que luego de casi 7 horas de marcha y más de 1000 metros de desnivel, resolvimos bajar nuestras mochilas y armar las carpas en el lugar que los puesteros nos indicaron: una explanada donde se alza un antiguo rancho de paredes sólidas y techo de estrellas, por demás cómodo y abrigado del fuerte viento que se hizo presente durante la tarde y casi toda la noche.
 

La segunda jornada empezó igual de temprano que la anterior; cerca de las 8 hs.  Ya estábamos enfilados una vez más en la senda, la cual atraviesa el puesto y gana altura de manera ininterrumpida por la falda escarpada de la quebrada, en dirección oeste y con el río a nuestra derecha. Por ratos el cauce corre  al lado del sendero y luego a muchos metros más abajo. Este tramo es particularmente bello - atraviesa montecitos de arbustos, aparecen cactus y flores, el agua fluye en varios lugares  sobre la senda, los pájaros y flores le ponen muchísimo color, todo lo cual ameniza enormemente lo empinado de la senda.  La quebrada se va cerrando y a cada paso el bramido del río se torna más evidente. Las vertientes se congelan una tras otra y enormes bloques de hielo parecen reptar desde las laderas en dirección a la cuenca del río.
 

Cerca del medio día se arriba al lugar conocido como los corrales de la Paica (3650 msnm); se trata de la unión de dos quebradas: la del Chuscha, que desciende desde el oeste y una segunda, más pequeña, que lo hace desde el norte. Allí se levantan algunos corrales de piedra que conforman un buen lugar para descansar y almorzar, dado que está a unas 4 horas del puesto de Etchart. Desde allí, mirando al oeste, se aprecia todo el cañón del Chuschas, el que desciende entre cascadas por este sector encajonado que se conoce como el Angosto, y que describe un amplio rodeo a uno de los contrafuertes del cerro que bordea el cajón del chuscha y en poca distancia gana más de 400 metros de altura, a la vez que el curso del río cambia de dirección, pasando de ser de Este – Oeste a Norte – Sur. Este verdadero cuello de  botella es uno de los tramos del camino más cautivantes, ya que la senda se abre paso por delgados balcones expuestos y va ganando altura de manera rebuscada, ofreciendo a cada paso vistas por demás encantadoras.

Una tras otra aparecen vertientes, que congeladas forman espctaculares cascadas de hielo

Vista del Abra de Chuscha desde los 4.800 mts. de altura

Faldeando la quebrada, el cruce de una de las tantas y sucesivas vertientes congeladas

A mitad de la tarde se arriba al puesto El Chuscha (4000 msnm), ubicado en la margen este del Río Chuscha. El puesto se ubica apartado del río, algunos metros sobre la ladera. Se trata de una construcción de piedra y adobe de varias habitaciones y unos corrales anexos. Desde hace algunos años se encuentra deshabitado, pero es posible armar la carpa en sus inmediaciones procurando así abrigo del viento gracias a sus añosas paredes. Lamentablemente, la única habitación en condiciones, está repleta de lana de llama  y otros elementos que la convierten hábitat ideal para ratones, lauchas y otras alimañas. Casi pegado al puesto, una pequeña vertiente provee de agua; sin embargo, por las bajas temperaturas permanece congelada y se dificulta aprovecharla. La ubicación del puesto ofrece una vista increíble de la ladera del cerro bayo (4500 msnm) al Norte y el abra de Cardones al Oeste.
 

Desde el puesto El Chuscha hasta las nacientes cambia totalmente la fisonomía del paisaje que se recorre: el antes encañonado cauce se convierte ahora en un valle amplio sólo interrumpido por algunas morrenas, mientras que el río desciende por una pendiente suave y sin mayores dificultades, describiendo curvas amplias y enlagunándose, a la vez que cientos de vertientes, vegas y bobedales hacen su aporte construyendo el torrente que crece a cada metro que baja, dato por demás importante si se tiene en cuenta que el cerro o Apu que le da nombre al río y se ubica justo sobre su naciente fuera elegido por los Incas para ser la morada sagrada de la ofrenda antes mencionada.
 

La sencillez de la pendiente y falta de accidentes del terreno hacen que la tercera jornada, desde el campamento en el puesto El Chuscha hasta el tercer y último campamento, se pueda recorrer en pocas horas, además por que supone un salto de altitud de no más de 400 o 500 metros, dependiendo del grupo que lo recorra. No obstante esto, decidimos salir lo más temprano posible a fin de alcanzar una cota lo más elevada posible para establecer nuestro campo base y con la idea de contar con buen tiempo de descanso, previendo que, si nos sentíamos bien, el 4° día podría ser nuestra jornada  de cumbre. 

Vista del filo que asciende a la cota de 5.000 mts. Desde el fondo de la quebrada del Chuscha en el área de las nacientes

Un descanso a casi 5.000 mts. para hidratar

Pese al incesante viento, la travesía fue por demás satisfactoria. Pudimos divisar guanacos y vicuñas, huellas de puma, halcones, águilas y cóndores. El paisaje es increíble – deja atrás las características de vallisto y de quebradas para convertirse en un entorno de pre-puna.  Salvo por el viento increíblemente fuerte que castigó inclemente durante toda la jornada y complicó montar nuestro campamento base (4500 msnm), todo salió según lo planificado. Cerca de las 3 de la tarde y luego de unas 6 horas de marcha nos aprestábamos para descansar al abrigo de una morrena y a pocos metros de la margen del río que, aun congelado, dejaba fluir algo de agua para aprovechar.
 

Esa tarde, luego de cenar, el viento se tornó implacable y nos obligó a pasar buena parte de la noche sosteniendo la carpa. Más de una vez dudamos que fuera factible invertir el cuarto día en alcanzar la cumbre. No obstante las malas condiciones imperantes decidimos mantenernos ajustados al plan hasta último momento, y en el peor de los casos dejaríamos para un quinto día la ansiada cumbre.
 

Cuando a las 6 de la mañana sonaron las alarmas de los despertadores, el viento no se había ausentado; sin embargo, insistimos en prepararnos y esperar al amanecer. La perseverancia cobró sus frutos, y para las 7 de la mañana, casi como por arte de magia, el viento había desaparecido, de manera que nos dispusimos a darle un pegue ese mismo día a la cima. Luis y Víctor decidieron quedarse a descansar mientras que Rafa, Vero y yo, encararíamos la cumbre. Cerca de las 7:30 empezamos a caminar en la todavía oscuridad de la quebrada, con rumbo al abra que separa los valles salteños del catamarqueño.
 

El Chuscha no es factible de ser visto en todo el recorrido de aproximación ya que el cerro Urpilita (5250 msnm), lugar donde se encuentra el santuario incaico, se interpone entre nuestra posición y la de nuestro objetivo. Sin necesidad de alcanzar el abra, se arriba a un amplio anfiteatro, el cual conforma  la naciente del Río Chuscha. Desde el fondo de éste colosal paisaje, y en dirección oeste, se aprecia un filo rocoso que se descuelga desde los 5000 msnm aproximadamente hasta el fondo del valle. Es allí por donde se encara el ascenso, dejando al cerro Urpilita siempre en el flanco izquierdo y con dirección de ascenso Oeste.
 

Cerca de las 11 de la mañana estábamos a  5 mil metros de altura, al sur de la redondeada cumbre del Urpilita. Desde allí se puede apreciar la inmensidad del Valle del Cajón y en la otra vertiente el valle que forma el Río Grande.
 

Desde los 5.000 mts. la ruta pasa por el oeste del Urpilitas

En marcha al intento de cumbre, al fondo e iluminado por el sol el Cerro Urpilitas, detras de este el Chuscha,

a izquierda el Abra de Chuscha

Faldeando el Cerro Urpilitas, por el oeste, sobre los 5.000 mts. de altura, al fondo la piramidal figura del Chuscha

Desde esta posición se encara con dirección Sur por el faldeo oeste, el cual va rodeado el cerro  Urpilita hasta que aparece en el horizonte, el filo que separa a este cerro, del Chuscha mismo, y gana altura de norte a sur.  Son unos 500 metros de filo los que separan a ambos cerros. A los 5350 metros el filo se trasforma de manera abrupta en la ladera misma del Chuscha y éste trepa en dirección sur este hasta la cima. No es una distancia amplia pero se caracteriza por ser una travesía entre grandes bloques de granito dislocados y en amenazante estado de derrumbe. En poco tiempo se alcanza la cumbre que, como ya nos habían advertido, parece despojada de cualquier rastro de ascensiones anteriores. Cualquier intento de marcar la cota máxima parece desprenderse en el primer viento o sacudón. La otrora cruz que dominaba la altura, se encuentra muchos metros más abajo arrastrada por un derrumbe de la cumbre,  misma suerte que corrió un pequeño cofre de madera que allí se encontraba y que no nos fue factible de hallar por ningún lado. La vista es increíble: la pared sur, aún virgen, es por demás bella y destaca por su aparente dificultad de ascenso, en el fondo aparecen lo que serian dos grandes espejos de agua congelados. Más allá la inmensidad del Valle de Ovejería, teñido de verdes y ocres, deja ver algún que otro oasis poblado a la distancia. Al Sureste se alza el cordón de Aconquija y el Campo del Arenal santa mariano; al Norte el cerro Cachi; y al oeste, en todo el horizonte, los grandes colosos: el Galán, el Laguna blanca y tantos otros que cortan el azul del cielo con sus cumbres cubiertas de blanco. Pocos minutos en la cumbre alcanzan para las fotos de rigor y el abrazo fraterno entre los tres. Entonces, y de manera inclemente,  el viento nos advierte que no debemos permanecer más tiempo allí. Sin mayor advertencia, nos deja sentados y pegados al piso, y decidimos que es inevitable irnos de la pequeña cumbre. Bajamos de prisa y en alerta por lo inclemente del viento, alcanzamos el filo que nos separa del Urpilita y, tras una última vista al Chuscha, comenzamos el faldeo para bajar al valle del cajón, en la cara norte del Urpilita. La idea de alcanzar el santuario incaico del Chuscha, que paradójicamente, pero de manera comprensible se encuentra en la cumbre del Urpilita, rápidamente se diluye. Está frío y el viento es implacable; alcanzamos el punto de descenso y en algo de dos horas estamos casi a 4800 metros, en el anfiteatro que se forma al norte del abra del Chuscha. La travesía se torna ágil y cerca de las 16 alcanzamos el campamento base, con el que si bien nos hemos mantenido contactados por radio, se alegra de vernos regresar. Ya en las carpas y relajados, llega el momento de los comentarios, los  detalles y de rescatar, una a una, las mejores  anécdotas de nuestra reciente gesta. Es hora de descansar, comer, dormir y pensar en el regreso.
 

El descenso es factible realizarlo en una jornada larga, saliendo bien temprano para llegar al atardecer a Cafayate. Lo pensamos un rato y cuando casi nos dormíamos con  la decisión de hacerlo, el cerro nos extendió su manto de puna.  Esa fue la peor noche de las cuatro que llevábamos en el cerro, ya que nadie logró conciliar el reparador sueño y la sensación fue por demás incomoda; el viento desaparecía por primera vez en cuatro días y solo lográbamos conciliar el sueño por ratos. 

Sobre el filo que une el Chuscha con el Urpilita, asomándose a la casi vertical caída

Últimos metros antes de la cumbre del Chuscha,

las grandes rocas sueltas son el unico obstaculo en este punto de la travesia y el viento fuertísimo

La auto foto del grupo en la cima del Nevado de Chuscha

La mañana nos encontró mal dormidos y aún cansados por lo que la salida se vio retrasada. El desayuno se hizo largo, desarmar la carpa se dificultó y finalmente, pasadas las 10:30, iniciamos el descenso. Cerca de las 16 hs., decidimos que ese viernes no nos encontraría en Cafayate, y armamos la carpa en La Paica. Logramos descansar ampliamente y el sábado, luego de desayunar, emprendimos el descenso final.
 

En Echart recogimos la basura que habíamos dejado y cuando nos disponíamos a emprender el descenso, se nos acerco uno de los puesteros para ofrecernos un caballo que podíamos utilizar hasta el puesto el Sauco, ya que allí lo necesitarían uno de sus hijos, Sin dudarlos, Luis que venía muy cansado y con un fuerte resfrío, se monto al lomo del animal, y salió en medio de una polvareda para abajo (sin la menor idea de cómo montar un caballo). Atravesamos el río Chuscha, alcanzamos el Abra Blanca, faldeamos hasta el Abra de Sauco, llegamos al puesto, donde tomamos algunas fotos  y luego de dejar el animal, nos zambullimos en el vertiginoso descenso que experimenta la senda hasta el fondo de aquella quebradita,  que nos depositaría en el camino. Cerca de las seis de la tarde alcanzamos las instalaciones de potabilización de agua. ¡Habíamos cumplido nuestro objetivo! Es momento para un último y emocionado abrazo en la montaña, inmersos todos en una sensación de alegría y plenitud. Mientras cargábamos los autos íbamos imaginando en voz alta el menú que elegiríamos en el restaurante, aunque de verdad, el amplio listado de manjares nombrados es para otro relato.
 

El Chuscha con sus 5450 m de altura es sin dudas una montaña que merece la visita de quienes aman subir montañas, su belleza única, su importancia arqueológica y lo bello del paisaje de aproximación son excusas más que suficientes, la travesía si se posee buena aclimatación es factible de realizar en 5 o 6 días. La senda bien marcada, la presencia de agua en casi la totalidad del recorrido y la existencia de puestos en el mismo junto al bellísimo paisaje, amenizan la dificultad de los grandes desniveles que día tras día se superan. Como si fuera poco la calidez del pueblo de Cafayate, tan amable y solidario es una invitación, más que tentadora.
 

“Que el Coquena y el Yastay sigan su tarea de cuidar nuestras montañas… y encuentren en cada montañista, un colaborador para tan dura labor.”

Desde el Chuscha, la vista del cerro Urpilita, que alberga el santuario incaico

Desandando la senda, llegando al puesto el Sauco

Puntos de GPS mas relevantes del itinerario Cafayate/C° Chuscha

Formato de posición hddd°mm’ss.s’’ datum wgs 84

Estacionamiento/fin de camino26°03’48,29’’ S66°02’30,71’’ O
Bifurcación de senda (puloy)26°04’00,63’’ S66°02´48,83´´ O
Puesto El Sauco26°03´53,88´´ S66° 04´11,49’’ O
Abra blanca26°03´48,95’’ S66°05’29,59’’O
Puesto corral de Echart26°04´05,78’’ S66°06´27,04’’O
Corrales de la Paica26°04’04,71’’S66°08’34,36’’O
Puesto el Chuscha26°03’51,23’’S66°09’22,01’’O
Campo base C° Chuscha26°06’10,02’’S66°10’59,03’’O
Punto de ascenso a la cota de 5000 msnm26°06’41,93’’S66°11’14,49’’O
Cumbre cerro chuscha26°08’46,38’’S66°13’06,7’’O

De regreso una foto grupal en las ruinas de la ciudad de los Quilmes

La foto del grupo en las cabañas de Cafayate luego de la travesía  







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