Historia

Biografía del contraversial montañés Tibor Sekelj

Este montañista nació en la zona de la Hungria de hoy, vivió en Argentina desde 1939 hasta 1954 fue escritor, periodista y explorador realizando expediciones en Sudamérica, Asia y África

Por José Herminio Hernández. Montañista, Coronel (RE)

Edición: CCAM



Nació el 14 de febrero de 1912, en Spišská Sobota, en el Imperio de Austria-Hungría, hoy es parte de la ciudad de Poprad, en Eslovaquia. En húngaro: Tibor Székely; fue un periodista, explorador, montañés, escritor y esperantista. 

Tibor Sekelj

 

Tibor, realizó expediciones a través de Sud América, Asia y África.

Tibor Sekelj en África 

 

 En este fragmento del Noticiero Argentino Emelco se da cuenta de la expedición al Aconcagua que encabezó el periodista, explorador y escritor Tibor Sekelj. Esta travesia quedó narrada en su libro “Tempestad en el Aconcagua”

Tibor y María en Guapore Brazilo en 1950

 

Además de húngaro y croata, hablaba numerosas otras lenguas, entre ellas alemán, castellano, francés y esperanto. Fue miembro de la Academia del Esperanto y miembro honorario de la Asociación Mundial de esperanto. Tibor, escribió varios libros, ensayos y novelas en esperanto y en otros idiomas. 

Libro escrito por Sekelj Mundo de Travivajoj

 

Libro de Sekelj El mundo de Tibor Sekelj

 

Libro de Sekelj La felicidad encontrada 1945

El padre de Tibor Sekelj era veterinario y la familia se trasladaba muy a menudo. Pocos meses después del nacimiento de Tibor, se establecieron en Cenei, en la actual Rumanía y en el año 1922, en Kikinda, Кикинда, Serbia, exYugoslavia, donde finalizó la educación primaria. Después, se mudaron a Nikšić, Никшић, Montenegro, donde terminó la enseñanza secundaria. 

SU LLEGADA A SUDAMERICA

Tras comenzar a trabajar como periodista en Zagreb, en el año 1939, previendo la explosión de la guerra mundial, se embarcó hacia Buenos Aires, como corresponsal de periódicos en uno de los últimos viajes que un barco de pasajeros de entonces hacía a Sudamérica, lo realizó para hacer reportajes sobre los emigrantes yugoslavos, y permaneció allí durante más de 15 años como periodista, montañés y explorador. 

Tibor Sekelj en 1952

Se había embarcado en el puerto de Fiume, la actual Rijeka, entonces territorio italiano. Llegó al puerto de Buenos Aires, el 19 de agosto de 1939. Apenas dos semanas después, del 1° de septiembre, en que se declaró la guerra mundial, por lo que decidió permanecer en el país, como corresponsal y deseoso de dedicarse a lo que era su verdadera profesión: explorador del mundo. 

En 1944, ascendió al Aconcagua, el cerro más alto del continente americano. Esta fue la gran hazaña realizada en el país, el escalamiento al Monte Aconcagua en el año 1944, formando parte del equipo del célebre escalador alemán Juan Jorge Link. 

Tapa de Libro Por Tierras de Indios. Edición Peuser

Su experiencia fue narrada en un exitoso libro titulado Tempestad sobre el Aconcagua, editado en el país por Peuser, con numerosas ediciones hasta el día de hoy y traducido inclusive al Esperanto y las principales lenguas del mundo. Este libro que tuvo una gran difusión, fue muy discutido y criticado en el ambiente de montaña, no por lo que decía, sino por las fotos que mostró y que cayó muy mal en el ambiente deportivo.

Nos decía el propio Tibor, cuando conoció al alemán radicado en Argentina Juan Jorge Link y su compañera, la francesa Adriana Bance: Por primera vez me encontré con el gran andinista Juan Jorge Link a mediados del año 1943, con motivo de un reportaje que le iba a realizar para una revista, sobre una de sus ascensiones al Aconcagua. 

Sekelj y el Rey de Mahendra charlando en Nepal

Desde mi primera visita a su casa, donde me recibió con su habitual amabilidad, junto con su señora esposa, Adriana, simpatizamos grandemente. Link, de cuerpo perfectamente formado, alto y de hombros anchos, bien merecía esa voz segura y de resonancia agradable que daba a sus palabras una firmeza indiscutible. A su lado, la señora Adriana, parecía un juguete. Pequeña, de estructura armoniosa, con la cara siempre sonriente bajo los bucles rubios, mientras preparaba un café o servía unas copas, sus movimientos eran tan livianos y graciosos, que llegaron a hacerme dudar que esta mujer haya sido la única hasta este momento del sexo débil que haya subido al cerro más alto de toda América. 

Tapa del Libro Nepal abre la Puerta. Ediciones Peuser de 1960

Pero su aspecto frágil tenía un colorido exótico cuando empezaba a hablar. Su castellano con un fuerte acento francés, daba una gracia especial al suave timbre de voz. Y el tema de mi reportaje resultó inagotable. A través de las palabras de Link, la montaña se acercaba, adquiere vida, color y relieves maravillosos. 

Pintura retrato de Tibor Sekelj

 

Entretanto, en mi inicio, su despertar el recuerdo que traía desde los picos y las laderas de los lejanos Alpes; recuerdo de andanzas y escalamientos, de victorias y fracasos inolvidables en la lucha con ese gran amigo y enemigo a la vez, que es la montaña. 

Foto tomada en el departamento de Tibor Sekeljcuando se realizaba el retrato pintado por el pintor  de Senta,archivo de Dorde Dragojlovic

 

Cuando quiera hablar de montaña, la puerta de mi casa estará siempre abierta, dijo mi nuevo amigo. Hice amplio uso de su invitación, y nuestros encuentros se sucedieron con frecuencia. 

Link, ilustraba sus amenos relatos con hermosas y bien ordenadas colecciones de fotografías, tomadas en su mayor parte por él mismo; con sus álbumes de recortes de diarios que hablaban de sus expediciones, y, a veces, con algún objeto que surgía de un armario o de un baúl… Pero montaña digna de ser escalada, existía una sola: el Aconcagua. Era un entusiasta admirador de ese cerro y su admiración lindaba con la idolatría que los griegos sentían hacia el Olimpo. 

Para él, era allí donde se reunían los dioses. Y su entusiasmo no era egoísta. Al contrario, era expansivo y contagiaba a todos cuantos le oíamos hablar. No es de extrañar, por tanto, que haya sentido yo también una atracción poderosa hacia el Aconcagua y que paulatinamente se hubiera formado en mí la decisión de acompañar a Link, en su próxima expedición que ya en aquel entonces estaba planeando para principios del año 1944.

Tapa de Libro Por Tierra de Indios. Ediciones Peuser de 1956

En casa de Link, conocí una tarde a la señorita Lita Tiraboschi, destacada nadadora que acababa de cruzar el Río de la Plata, y a su novio Eric Grimm. 

Se habían conocido en la cumbre del Monte Tronador durante una exitosa ascensión del año anterior; estaban por casarse y habían elegido para el viaje de bodas un itinerario digno de aquel primer encuentro: “escalar el Aconcagua”. Con esto ya éramos cinco, calculando a la señora de Link, eterna acompañante de su esposo. Link, nos hablaba de muchos otros candidatos para la futura expedición, pero agregaba también: “Siempre es así; al principio hay mucho entusiasmo y el número de candidatos sobrepasa todos los cálculos. Más uno a uno va desapareciendo luego, y el día de la salida, apenas algunos aparecen en la estación.”

Así fue. En la cena de despedida ya se podía distinguir a los que estaban seriamente decididos. En esa oportunidad conocí a Juan Zechner, a quien en un primer momento no encontré simpático, pero luego, se convirtió en mi mejor compañero de escalamiento de toda la expedición. Otro de los presentes era el profesor Walter Schiller. Anciano y de estatura muy baja, pero de movimientos juveniles y de una vitalidad excepcional, presentaba una mezcla extraña de juventud y de vejez. El cabello canoso siempre le flotaba libremente en el aire, nunca se le había ocurrido usar sombrero y en hermoso contraste con su andar liviano y elástico, hablaba reposadamente, ya haciendo bromas graciosas, ya dando explicaciones científicas, pero siempre sin darle importancia a sus palabras. Él era también, uno de los futuros expedicionarios. Otro a quien conocí días más tarde fue el ingeniero Alberto Kneidl. Él no participó en la cena de despedida y tampoco asistió a otras reuniones donde pudiera haber algún fotógrafo o periodista, pues iba a tomarse unas cortas vacaciones, sin avisar a nadie su intención de tomar parte de la expedición. El único participante de la expedición a quien conocí recién sobre el terreno, fue Mario Bertone, quien venía, ya lo sabíamos con anticipación, como delegado del Ministerio de Agricultura. 


Mario Bertone 1939

LA CONQUISTA DEL ACONCAGUA 

Ya iniciada la expedición, Tibor participó como integrante del grupo que iba a intentar la cumbre. Instalados en último campamento de altura, la cordada integrada por Bertone, Zechner y Tibor, se lanzaron a la conquista de la cima, sin la presencia de Link y esto lo que dejaron el día de cumbre en su carpa, la nota decía: Al jefe y compañero Juan Jorge Link, Esta madrugada, a las 04 horas, partimos del campamento de 5.890 metros, para explorar la ruta hacia la cumbre. Cualquier cosa que nos pase, somos los únicos responsables. Somos desertores. Tibor Sekelj, Mario Bertone, Juan Zechner. 13 de febrero de 1944. 

Relataba sobre la llegada a la cima, Tibor: Es verdad lo que se dice, que el Aconcagua, no exige conocimientos técnicos muy profundos del andinismo. Pero los pocos que son necesarios, en su aplicación a esta altura, resultan dificilísimos, muchas veces imposibles, por la baja presión y rarefacción del aire, que malogra cualquier esfuerzo físico. 

Y en cuanto disminuye la posibilidad de utilizar las fuerzas corporales, es necesario forzar el espíritu. Es preciso juntar todos los ramajes de la voluntad, disipados generalmente y concentrarlos en un solo pensamiento firme e incondicional: ¡Arriba!

Tapa de Libro Tempestad sobre el Aconcagua

Comprendíamos ahora a aquellos expedicionarios que se volvieron desde cincuenta metros bajo la cumbre, y que no son pocos; nosotros habíamos decidido no figurar en esa lista.

Cada una de esas rocas a las que debíamos subir, agotaba nuestras fuerzas, pero solo por unos momentos, porque, después de descansar dos o tres minutos, nos sentíamos bien otra vez y nos levantábamos con más ánimo para proseguir la ascensión que ya no había de durar mucho. 

La cumbre, que ya no parecía cumbre sino simplemente una línea llana donde termina el cerro, parecía estar a dos pasos.

Trepábamos uno detrás del otro. Primero Zechner, detrás de él yo, finalmente, Bertone, a unos cinco pasos de distancia uno del otro. 

Zechner, de pronto, en el momento menos pensado, se paró sobre una roca con una amplia sonrisa en su cara vuelta hacia nosotros y con una caja de lata en su mano en alto. 

Con un esfuerzo máximo, realizable sólo por el entusiasmo de la victoria, salvamos en pocos instantes los metros que nos separaba de él, y segundos después, nos encontrábamos los tres, en la cumbre máxima del continente americano.

Tibor Sekelj

Nos abrazamos emocionados, y nos felicitamos mutuamente. Estábamos pisando, como vencedores, la testa del gigante que desafió ya los ataques de tantos andinistas llegados especialmente de todas las partes del mundo. 

Esta fue la primera sensación. Luego, nos desplomamos como tres bolsas vacías y nos quedamos en el suelo, sin decir una palabra, durante unos minutos.

Tibor Sekelj en 1974 imagen de Wikipedia

 

Eran las dos de la tarde del día 23 de febrero de 1944, y el sol brillaba magníficamente. El viento barría la cumbre con violencia. Nos levantamos y buscamos la bandera argentina en la mochila y la izamos solemnemente sobre un mástil que improvisamos uniendo las tres piquetas. Volvió así a flamear la insignia argentina sobre el punto más alto de su territorio. 

La naturaleza parecía compartir nuestra emoción. El cielo amoldaba el color, para absorber el de la bandera, sin que lo advirtiésemos y el viento se empeñaba en arrancarla del mástil y llevarla consigo.

Tibor Sekelj ascendiendo por el Glaciar en el Aconcagua

Observábamos la cumbre. Era una plataforma alargada. Algo más angosta en el medio que en los extremos. Mide unos treinta metros de largo por ocho metros de ancho.  

Luego de unos minutos que se pasaban muy rápido, comenzaron el descenso, con las situaciones que bien las describió en su libro, Tibor Sekelj; así concluía el día y la expedición con el drama de la mayor tragedia hasta ese momento en el Aconcagua, la muerte de cuatro de sus integrantes.

Al año siguiente, para fines de 1945, se conformaron dos expediciones militares una conducida por Emiliano Huerta y otra por Valentín Ugarte, su objetivo fue, ubicar y rescatar los cadáveres de los infortunados que habían perecido en año anterior. 

Tibor Sekelj Mapa Mundi 1968

 

Integrando la expedición de Huerta, se incorporó Tibor Sekelj y éste nos relataba como vivió esa otra experiencia, nos decía, en su libro, Las Conquistas de las CumbresAL LECTOR, Querido amigo: me encuentro en uno de los momentos culminantes de mi vida y no puedo menos de acordarme de ti, seguro de que compartirías de buena gana conmigo la emoción que en este instante llena mi espíritu.

Hace apenas unos minutos tuve la suerte de pisar por segunda vez esta pequeña plataforma que es el lugar más alto del continente americano. Tras un asedio sin tregua de un mes entero, tras varias tentativas infructuosas y precipitadas retiradas en medio de temporales de viento blanco, henos aquí, finalmente, en la cúspide del Aconcagua. Hemos llegado los seis compañeros como uno solo, casi al mismo tiempo.

Tibor Sekelj cocinando en Plaza de Mulas en el Aconcagua

Ya sé cuál sería tu primera pregunta si en estos momentos tuvieras la posibilidad de interrogarme. Me preguntarías: ¿Qué sensación tiene uno al llegar a la cumbre? En más de una oportunidad oí esta pregunta y cada vez que intentaba hallar una contestación adecuada mi interlocutor tuvo que escuchar palabras entrecortadas e impropias, que ni pálidamente reflejaban la verdad. Trataré una vez más de formular una repuesta a esa pregunta. Quizás tú, que también a veces sueles soñar con alturas, comprendas a lo que se lanzan a la conquista de las cumbres áridas e inhospitalarias, desafiando dificultades y peligros.

Al alcanzar la cúspide nos desplomamos como seis bolsas vacías y nos quedamos inmóviles por un tiempo. 

Era el 25 de febrero de 1945. Era necesario recuperar algo de nuestras fuerzas, totalmente agotadas. Sentimos perfectamente que en los últimos doscientos metros ya no dominábamos nuestros músculos. Solo la fuerza espiritual era capaz de llevarnos adelante, y si hubiese sido necesario seguir dos pasos más, tal vez no hubiésemos llegado a la cumbre. 

Zechner  y Sekelj en la cima del Aconcagua

En cuanto a ese agotamiento, no somos ninguna excepción: la cúspide un cerro que sobrepasa los siete mil metros en altura (claro está que se tuvo por muchos años la idea de que el Aconcagua, tenía más de siete mil metros, medida que con el tiempo se fue corrigiendo), o bien se alcanza empleando y agotando todas las reservas de energías, o no se alcanza en forma alguna. El esfuerzo realizado es inmenso y el organismo está debilitado por la falta de alimentación (en las alturas, escasea el apetito), por no haber dormido bien durante varias noches (conciliar el sueño es todo un problema en estos parajes), por la escasez de oxígeno en el aire, que dificulta la respiración, y por la baja presión atmosférica que desequilibra la presión sanguínea. 

Todas estas causas, que al parecer son puramente corporales, repercuten profundamente sobre el espíritu. En estos momentos, mientras mi cuerpo yace inmóvil entre las piedras y manchones de nieve, no me siento un extraño en este sitio. 

Sekelj con Julio Baghy en 1959

 

Nada me distingue de las rocas hurañas batidas por el viento huracanado y mi ser se incorpora al majestuoso cuadro de la naturaleza, plácidamente, como el copo de nieve que desciende para unirse a la roca, o el viento que silbando pasa en su loca cabalgata. Los músculos se relajan en actitud de descanso absoluto y el espíritu siente que se están aflojando las ataduras que lo ligan a la tierra. 

El alma revolotea por la atmósfera enrarecida, como una mariposa, en busca de lejanías, y sin desligarse del cuerpo llega a los umbrales de lo infinito en el espacio y en el tiempo. Solo un hilo lo ata a la tierra. Y si en este instante mi alma por una razón cualquiera se desprendiese de su morada para emprender su vuelo de liberación, no me sorprendería ni lo más mínimo: el cuerpo inmóvil y frío seguiría yaciendo entre las demás rocas, formando parte de la naturaleza agreste a la cual ya pertenece, mientras que el alma proseguiría su revoloteo, alejándose paulatinamente, sin cambios bruscos, hasta llegar a incorporarse a la eternidad.

Pero tal cosa no sucede. Y este hecho no se me ocurre lamentarlo ni celebrarlo. Pasaron apenas algunos segundos de descanso, y ya siento que la sangre fluye al cerebro con más intensidad. 

Mis pensamientos se vuelven más precisos, y capto con más claridad el sentido de lo que veo mi alrededor. 

Mis compañeros yacen cerca de mí en igual posición, con la mirada extraviada o contemplando el panorama. 

Sekelj  con Kun Horace Barks en 1960

 

Vuelvo la cabeza con dificultad para ver las montañas que nos rodean, más lo único que observo son grandes masas de nubes grises que se mueven en todas direcciones, impulsadas por los vientos que con velocidad frenética atraviesan las alturas. 

Los nubarrones se acumulan y se vuelven a deshacer en jirones, entre los que se divisan alguna que otra cumbre, allá a lo lejos, bajo nuestros pies. 

Todo está en convulsión inquietante. Me parece encontrarme en el cráter de un volcán en plena ebullición de la lava, y por instantes, negros pensamientos tratan de acercarse a la mente, pero en seguida retroceden, rechazados enérgicamente. 

En este momento me acude a la memoria el recuerdo de un instante análogo de mi ascensión del año pasado. 

Habíamos llegado a la cumbre del cerro a mediodía, en medio de un sol espléndido. Los cerros más cercanos se veían tan nítidos que parecían estar al alcance de la mano. 

Los de más allá iban formando círculos concéntricos alrededor de nosotros, cada vez menos claros, y el último círculo no era más que una línea dentada de color azulado, tan etéreo que se confundía con el azul profundo del cielo. 

Tibor Sekelj con Crvenkovski y Radakovic en Belgrado 1959

 

Hacia el Oeste era posible divisar una línea recta y horizontal, que no era otra cosa que, en Océano Pacífico, mientras que hacia el Este la llanura mendocina tocaba el cielo. 

Pero mucho tiempo no hay para revivir recuerdos. Ya nos incorporamos y nos confundimos en un abrazo con los compañeros. 

Poco es lo que tenemos que decirnos. Cada uno recuerda a alguna persona que dejó en el llano y alguno que otro pronuncia un nombre en voz baja.

Nos acercamos a la pirca de piedra existente en un extremo de la plataforma y, al deshacerla, encontramos entre las piedras el cofrecito de metal que guarda los comprobantes de la anterior expedición. 

Junta de la Asociación Geográfica Internacional en Brusels en 1960

 

Nos emocionamos al tocar los banderines, las tarjetas, los pañuelos… uno de los compañeros me tiende un banderín con una estrella verde y mi firma con una fecha: el banderín del idioma internacional esperanto, que dejé allí hace un año exactamente. 

Por un instante vuelven a mi memoria los compañeros de entonces, y los esperantistas que me entregaron el banderín. 

Firmamos luego los libros de cumbres. Las máquinas fotográficas y la filmadora están en plena acción. Pero los movimientos son lentos y dificultosos, apenas realizables. 

El cuerpo se siente paralizado, como por un narcótico o bajo la influencia del alcohol. Reconstruir la pirca de piedra, en la cual dejamos nuestros comprobantes, cuesta un esfuerzo enorme, pues los pesos se multiplican y las fuerzas disminuyen. 

Alguien lanza un grito que nos hace sentir la urgencia de abandonar la cumbre. Son las siete y media de la tarde y los nubarrones, tan grises como antes, siguen girando alrededor de las cumbres, a merced de los vientos huracanados. 

Pronto llegará la noche. Si bien la luna está en su fase llena, no tendrá la oportunidad de alumbrar nuestro camino si el cielo sigue cubierto de nubes, y la oscuridad podría desorientarnos. 

Si todavía el viento se transforma en viento blanco, éste paralizará definitivamente nuestros pasos. 

Por un instante pasa por mi mente, la imagen de los restos de los dos compañeros que acabamos de encontrar a pocos metros bajo la cumbre, caídos allí hace un año. 

Y no siento temor ante la posibilidad de correr la misma suerte. Todavía vivo la emoción de la conquista lograda y mi espíritu continúa dispuesto para alzarse hacia las alturas y ser recibido en las fiestas de los dioses.

Otro grito me hace volver en mí. Urge la bajada, que emprenderemos de un momento a otro. No sé si llegaremos al valle. 

Solo sé que, cualquier cosa que suceda, los breves minutos vividos aquí, donde la roca se une con el cielo, equivalen a muchos años de existencia. 

Kun León Maurice Anoma Kanie,Lugano 1987

 

Este es el pensamiento que quisiera trasmitirte, querido amigo, a ti que te aprestas para leer este pequeño libro dedicado a la emoción de la conquista de las cumbres. Esto quisiera hacerte sentir, si es que mi pensamiento llegara a cruzar los llenos. Iniciamos la bajada…

Cuando llegan al lugar donde se encuentran los cadáveres de las infortunas andinistas, la condiciones en que se encontraban físicamente, la hora avanzada y las condiciones del tiempo atmosférico, hizo con buen tino, el jefe de la expedición, Emiliano Huerta, ordenara continuar con la marcha hacia el campamento de altura.


Tibor Sekelj en el monte Kosciuszko en 1970 Australia

SU OBRA LITERARIA 

Como decíamos era muy conocido en nuestro país en los años 1940, como escritor, por su famosa obra Tempestad sobre el Aconcagua, editado en el año 1944, donde relata su primera ascensión al Aconcagua con el infortunado grupo dirigido por el alpinista alemán Juan Jorge Link, que pereció en el descenso de la cumbre con su pareja y algunos compañeros. Tibor logró sobrevivir y relató su experiencia.

La hazaña tuvo ribetes trágicos, previo a ser sorprendidos por una tormenta de nieve a los infortunados, mientras que Tibor, Zechner y Bertone, se había adelantado unos días previos a ellos, y realizaron la cumbre, logrando bajar sin novedad, habiendo dejado entre otros testimonios en la cumbre, una bandera de un grupo de esperanto, a la cual pertenecía Tibor. 

Unos días más, no tuvo igual suerte el experimentado Link, su pareja y dos andinistas más, de origen alemán, Schiller y Kneidl, que perecieron en la montaña. 

Libro Sekelj Kumevava 1975

 

Tibor volvió al Aconcagua, al año siguiente, enero de 1945, formando parte del grupo de rescate que localizó los cadáveres de los infortunados compañeros. Esta hazaña lo hizo famoso en el país, tal es así que el presidente Perón, lo distinguió con el máximo distintivo del Ejército Argentino, el Cóndor de Oro honoris Causa, y ofreciéndole la ciudadanía argentina, que gentilmente agradeció diciendo que el cómo esperantista, se consideraba ya, mondcivitanoun ciudadano del mundo y su intención era explorar zonas desconocidas del planeta. 

En la ocasión fue recibido personalmente por el presidente Perón y Eva Perón, a quienes relató sus experiencias en la montaña. 

Sekelj con Dusan Mihajlovic y Dragan Maric

 

La editorial Peuser, le publicó otros libros suyos que fueron traducidos a los principales idiomas del mundo: Por tierra de indiosDonde la civilización termina, etc. Tanto en su subida al Aconcagua como en todos sus viajes exploratorios, llevaba siempre consigo una máquina de escribir portátil, por medio de la cual diariamente iba escribiendo sus impresiones, transformadas luego en artículos y libros. 

Además, llevaba consigo una máquina fotográfica y el respectivo laboratorio para revelar inmediatamente los rollos de fotos, de este modo logró impresionantes detalles de sus viajes exploratorios. 

Kun Werner Bormann en Pekín 1986

SU VIDA EN ARGENTINA

Para los argentinos, es un orgullo saber que Tibor Sekelj, puede ser considerado como un hijo adoptivo de nuestra tierra, ya que residió en el país durante unos quince años, desde 1939 a 1954, es decir desde los 27 a los 42 años. 

No solo eso, sino que se argentinizó adoptando muchas de nuestras costumbres y formas de vida, alimentación y la viveza criolla, que fueron esenciales para su vida de explorador. En la Universidad de Buenos Aires, UBA, ingresó como estudiante para preparar su carrera de etnólogo y explorador, mientras perfeccionaba su dominio del español, que había comenzado a estudiar en Zagreb. 

Estudioso de la historia del país, su geografía y sus costumbres, participó activamente de la vida cultural y social, como periodista, con sus libros e incontables conferencias. 

Como usuario y propagandista del idioma internacional esperanto, que había aprendido en Zagreb, en contacto con Ivo Lapenna, una eminencia lingüística que tuvo gran actuación luego de la Segunda Guerra Mundial, Tibor Sekelj participó activamente del movimiento esperantista argentino, promoviendo el Primer Congreso Nacional, en el año 1941 y como cofundador de la Liga argentina de Esperanto, AEL, dando numerosos cursos y organizando asociaciones o grupos en cada lugar que visitaba. 

Sekelj Poesía entre dos veranos 1987

 

Fue aquí en Buenos Aires donde publicó su primer libro en Esperanto titulado La trovita feliĉo, que significa, la encontrada felicidad. Asesoró además, a Ernesto Sonnenfeld, que logró traducir el Martin Fierro, al esperanto, en versos similares, traducción que es considerada una verdadera hazaña lingüística. 

Asesoró además a Andrés Villafranca, traductor de la Razón de mi vida, el libro de Eva Perón, al Esperanto y al autor del Manual Sabe Ud. Esperanto, de Jorge Hess. 

Y fue en una reunión en la Asociación Buenos Aires de Esperanto donde conoció, en el año 1945, a Maria Reznik, una esperantista argentina, que fue poco tiempo después, su esposa y compañera en los viajes de exploración por la Patagonia, la selva Boliviana y el famoso viaje hasta el Río das Mortes, en el Matto Grosso, siguiendo las huellas del desaparecido Percy Fawcet, en busca de los caníbales que lo habrían devorado… 

En Buenos Aires, María Reznik dio a luz a su único hijo Diego, posteriormente, residente en los Estados Unidos. 

La siguiente exploración, en los años 1948 y 1949, lo condujo a regiones no muy conocidas de la selva brasileña. En paralelo a sus exploraciones, Sekelj se dedicó a la arqueología y la antropología.


Libro de Sekelj Nepal abre las puertas

DE REGRESO EN YUGOSLAVIA 


En el año 1954, regresó a Yugoslavia, pero continuó viajando con profusión, y comenzó su gira exploratoria mundial que lo llevó a recorrer toda África y Asia, publicando numerosos libros y artículos, residiendo luego en Zagreb, donde fundó un Museo etnológico de fama mundial, como resultado de sus exploraciones. 

En el año 1962, realizó un viaje de un año por África. Desde el año 1972, vivió en Subotica, como director de un museo local. 

Tibor Sekelj junto con Bogoljub Grabarevic Subotica

 

Fue un miembro activo del movimiento en favor del idioma internacional esperanto. Fue miembro de la Academia de Esperanto y miembro honorario de la Asociación Universal de esperanto (UEA). 

Manejaba una veintena de lenguas, de las cuales diez con corrección. Las obras de Tibor Sekelj, contienen interesantes informaciones sobre costumbres, arte, etnografía. 

Escribió en varias lenguas y sus libros fueron traducidos a numerosas otras. Una de sus obras más destacadas por el dramatismo que cuenta en sus páginas fue, Tempestad sobre el Aconcagua, escrito originalmente en español, en Buenos Aires, por Ediciones Peuser, editado en el año 1944, con 274 páginas; otras ediciones, fueron editadas, Oluja na Aconcagui i godinu dana kasnije, traducción servo-croata de Ivo Večeřina, editado en Zagreb, en el año 1955, de 183 páginas; Burka na Aconcagui, traducción checa de Eduard V. Tvarožek, Martín, en Osveta, en el año 1958, con 149 páginas; Tempesto super Akonkagvo, versión en esperanto de Enio Hugo Garrote, Belgrado, Serbia Esperanto-Ligo, en el año 1959, con 227 páginas.

Sekelj Window on Nepal

Luego de su viaje por el Brasil, publicó, Por tierras de indios, sobre sus aventuras con indios de las selvas brasileñas, escrito originalmente en español, editado en el año 1946; el mismo libro, Durch Brasiliens Urwälder zu wilden Indianerstämmen, traducción alemana de Rodolfo Simon, editado en Zúrich, por Orell Füssli, en el año 1950, con 210 páginas; Pralesmi Brazílie, traducción checa de Matilda V. Husárová, Martin, Osveta, en el año 1956, con 161 páginas. V dezeli Indijancev po brazilskih rekah gozdovih, traducción eslovena de Peter Kovacic, editado en Maribor, por Zalozba obzorja Maribor, en el año 1966, con 252 páginas; Tra lando de indianoj, traducción al esperanto de Ernesto Sonnenfeld, editado en Malmö, por Eldona Societo esperanto, en el año 1970, con 186 páginas. Otra de sus obras fue, Nepalo malfermas la pordon, que traducido al castellano significa: Nepal abre la puerta, sobre su viaje a Nepal, escrita originalmente en Esperanto, editado por La Laguna: Juan Régulo Pérez, en el año 1959, con 212 páginas; Nepla otvara vrata, traducción serbia de Antonije Sekelj, editado en Belgrado, en el año 1959, con la misma cantidad de páginas; Window on Nepal, traducción inglesa de Marjorie Boulton, editado en Londres, por Robert Hale, en el año 1959, con 190 páginas; Nepal odpira vrata, traducción eslovena de Boris Grabnar, editado en Ljubljana, por Mladinska knjiga, en el año 1960, con 212 páginas. 

Grupo de escritores en su tierra natal

 

Posteriormente publicó, Ĝambo rafiki. La karavano de amikeco tra Afriko, que traducido es, Yambo rafiki, caravana de amistad por África, sobre su expedición humanitaria en África, escrita originalmente en esperanto, editado en Pisa, por Edistudio, en el año 1991, con 173 páginas; Djambo rafiki. Pot karavane prijateljstva po Afriki, traducción eslovena de Tita Skerlj-Sojar, editado en Ljubljana, por Mladinska knjiga, en el año 1965, con 184 páginas. Otros libros fueron, Ridu per Esperanto, colección de chistes y anécdotas en esperanto, editado en Zagreb, en el año 1973, con 55 páginas; Premiitaj kaj aliaj noveloj, siete cuentos escritos originalmente en esperanto, editado en Zagreb, por Internacia Kultura Servo, en el año 1974, con 52 páginas; Kumeŭaŭa, la filo de la gxangalo, cuya traducción en castellano es Kumeuaua, el hijo de la jungla, libro infantil sobre sus aventuras entre los nativos brasileños, escrito originalmente en esperanto, la misma, la primera edición fue realizada en Amberes, en el año 1979;  la segunda edición fue realizada en Rotterdam, por UEA, en el año 1994; el mismo libro, Kumeuaua djungels son, traducción sueca de Leif Nordenstorm, editado en Boden, en el año 1987; mientras que la traducción húngara, salió como, Kumevava, az őserdő fia, editado por István Ertl, en Budapest, en el año 1988; finalmente, salió en ucraniano, con el título de Kumevava, syn gxunhliv, traducción de Nadija Hordijenko Andrianova, editado en Kiev, Veselka, en el año 1989.

Zechner y Sekelj frente al Cerro Catedral en Plaza de Mulas del Libro Tempestad en el Aconcagua de 1947

Otras obras fueron, Mondo de travivaĵoj (Mundo de aventuras), autobiografía sobre sus viajes por diversas partes del mundo, editado en Pisa, por Edistudio, cuya primera edición fue realizada en el año 1981, la segunda edición, en el año 1990, con 284 páginas. Neĝhomo (Hombre de nieve) cuento sobre sus escaladas, editado en Viena, por Pro Esperanto, en el año 1988; Kolektanto de ĉielarkoj (Coleccionista de arcoiris), novelas cortas y poemas, escritos originalmente en esperanto, editado en Pisa, por Edistudio, en el año 1992, con 117 páginas; Temuĝino, la filo de la stepo (Temudjin, el hijo de la estepa), novela juvenil sobre Gengis Jan, originalmente en serbio. 

Tibor Sekelj

Entre los libros sobre el esperanto, del cual fue un gran defensor, de esta lengua, la que quería que se universalizara, tenemos: La importancia del idioma internacional en la educación para un mundo mejor, editado en México, D. F., por la  Federación Mexicana de Esperanto, en el año 1953, con 13 páginas; The international language Esperanto, common language for Africa, common language for the world, escrito originalmente en esperanto y traducido al inglés por John Christopher Wells, editado en Rotterdam, por UEA, en el año 1962, con 11 páginas; Le problème linguistique au sein du mouvement des pays non alignés et la possibilité de la resoudre, también editado en Rotterdam, por UEA, en el año 1981, con 16 p páginas; Versión en esperanto: La lingva problemo de la Movado de Nealiancitaj Landoj - kaj ĝia ebla solvo, editado en Roterdamo, por UEA, en el año 1981, con 12 páginas. 

Entre los libros para realizar el aprendizaje del esperanto, tenemos: La trovita feliĉo, novela para perfeccionar el idioma, editado en Buenos Aires, por Progreso, en el año 1945; Con Antonije Sekelj: Kurso de esperanto, laŭ aŭdvida struktura metodo, editado en el año1960; Conn Antonije Sekelj: Dopisni tečaj Esperanta, editado en Belgrado, Serba Esperanto-Ligo, en el año 1960. 

Como consecuencia de sus viajes por los continentes creó una importante colección etnográfica, que donó al Museo Etnográfico de Zagreb. 

Recopiló también cuentos de diversas partes del mundo, que publicó en la antología Elpafu la sagon, es decir, Dispara la flecha

En los últimos años participó activamente como miembro de la Asociación Universal de Esperanto, en la Academia de Lengua y en el Comité central, publicando numerosos libros en este idioma además de su autobiografía: Mondo de Travivaĵoj

En el año 1978, vino de visita nuevamente a Buenos Aires, para reencontrarse con sus viejos amigos, y dar algunas conferencias, oportunidad que le posibilitó recorrer otros países de Sudamérica, Ecuador, las islas Galápagos, México etc. 

Tibor Sekelj, colaboró en la redacción del diccionario museológico Dictionarium Museologicum, que apareció en el año 1986. 


 

SU LEGADO 

Falleció, el 23 de septiembre de 1988, en Subotica, en la actual provincia de Voivodina, en Serbia. 

Tibor Sekelj, el gran viajero, periodista y explorador, esperantista, que residió durante más de 15 años en nuestro país, fue recordado en su ciudad natal Subotica, ahora República de Serbia, al cumplirse 25 años de su muerte.

Tumba en el cementerio  de Subotica 1988

Fue un gran cultor del idioma esperanto, en el que dejó escritas su autobiografía y numerosos artículos proponiendo el uso de este idioma internacional.

En su ciudad natal existe el Museo creado personalmente en el que guarda el testimonio de sus descubrimientos y una fundación que estudia y divulga su obra desde su casa, ahora monumento histórico. 

En Argentina ha sido recordado por el Movimiento esperantista, en cuya reorganización participó activamente.

Un libro conmemora a este hijo adoptivo del país, que en su momento recibió de manos del General Juan Domingo Perón, la máxima distinción del Cóndor de Oro, otorgada por el Ejército Argentino, por su hazaña en el Aconcagua. 

 


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| COMENTARIOS(2)


17/09/22 12:57 Andrés:
Interesantísma reseña sobre la vida e este romántico explorador. Me gustaría saber más sobre la controversia que menciona al comienzo del artículo, generada por las fotos publicadas en el libre "Tempestad en el Aconcagua". He buscado en la web pero no encontré nada relacionado. Muchas gracias!

19/09/22 01:18
juan lucas sbriglio:
Excelente nota!!

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