Los invitamos a conocer algunas leyendas de los cerros de Argentina que esta filóloga puntana nos acercara en un extraordinario trabajo de recopilación de cuentos y leyendas realizado por grandes extensiones de nuestro territorio nacional
En varios sitios del planeta podemos identificar historias, relatos, mitos, cuentos o leyendas con ciertos relieves o accidentes geográficos. Ahora bien, específicamente en relación a montañas, encontramos, como más renombrados, el caso de Sasquatch en el Himalaya, como también la historia del viaje de Bodidharma desde la India a China cruzando esta cordillera. Asimismo, la figura del Frankenstein de Mary Shelley emparentada a los Alpes europeos, y de la misma manera que Similaun (u Ötzi) para con esta región. En 1999, en Argentina, se encontró lo que se dio a llamar las momias del Llullaillaco -o como también se las llamó Niños de Llullaillaco y Niños del volcán. A partir de ello se fueron tejiendo varias hipótesis científicas e historias sobre ellas. Sin embargo, poco sabemos sobre leyendas y cuentos de algunos de los cerros de nuestra región (Argentina).
En relación a ello, hacemos mención a Berta Elena Vidal de Battini (1900-1984), quien realizó un gran aporte para dar a conocer cuentos y leyendas de nuestro país sobre piedras y cerros, entre otros. El 19 de mayo de 2022 se cumplen 38 años del fallecimiento de Berta Vidal de Battini, quien fuera nacida en San Luis, y una exponente singular en los estudios sobre folklore y dialectología argentina. También fue profesora en Letras y doctora en Filología y Letras, trabajando como investigadora en el Instituto de la Facultad de Filosofía y Letras (UBA). En la publicación de su trabajo sobre Cuentos y Leyendas Populares (de 10 volúmenes, en Buenos Aires, por Ediciones Culturales Argentinas, editada en 1980 -con ediciones también en los años 1982 y 1984) podemos advertir registros sobre cuentos -y leyendas- relativos -y relativas- a: animales, nombres de lugares, cerros y piedras, lagos, lagunas y arroyos, etc. Este gran aporte de esta profesional mujer nos permite adentrarnos en un maravilloso mundo sobre la naturaleza inmediata de nuestras regiones. Según se expresa en la publicación de estos cuentos y leyendas populares, “el cuento popular de la Argentina conserva, recrea y enriquece la herencia del cuento popular español y revive la tradición oral occidental, que asimiló elementos milenarios de la tradición oriental, pero adquirió características propias que la singularizan”. Asimismo, se sostenía que “este corpus de narraciones tradicionales es el aporte argentino a la ciencia universal del cuento popular”.
Sin embargo, para Berta E. Vidal de Battini (y ello nos interesa porque aquí sólo haremos mención a las leyendas –y no a cuentos- de piedras y cerros), “la leyenda popular tiene características propias”. En este sentido, Vidal de Battini afirma que “lo común es que los mismos narradores la identifiquen”, es decir, que no la confundan “ni con el cuento ni con la anécdota”. Por otro lado, la condición general de la leyenda, “la de ser explicativa, la relaciona con la realidad y con la fantasía, con el conocimiento tradicional y con la creación ética y estética del pueblo”, y “no tiene la complejidad del cuento propiamente dicho; su motivo esencial es unitario, pero está unido a elementos que lo embellecen, le dan relieve y a veces sentido especial”. De esta forma, se sostiene que “la leyenda explica al pueblo las características llamativas del ambiente, el porqué de los nombres que designan aspectos singulares del paisaje y de las cosas, las causas que dan formas y condiciones a los animales, las plantas, los astros y la atmósfera de su tierra; el origen y la razón de los conocimientos heredados, de sus creencias religiosas, de los héroes y los genios que pueblan su credulidad y sus supersticiones”.
Finalmente, comenta Vidal de Battini que “la leyenda popular, en comparación con el cuento, ha sido poco estudiada”. Y, por ende, agregamos nosotros, poco transmitida o comunicada a lo largo y ancho del extenso territorio argentino. Es justamente por ello que resulta importante hacer mención a esta personalidad de la cultura y al trabajo mismo que se logró extraer de tantos años de investigación y denodado estudio –bajo este recordatorio, reconocer semejante labor.
Para dar cuenta de la importancia del trabajo de esta profesional de las letras y de la cultural, y del reconocimiento que su misma provincia natal hizo a ella para mantenerla en la memoria, encontramos varias referencias a su nombre en distintos espacios dentro de la provincia. Entre ellos, dos en particular: un dique y una sala en un centro cultural.
Según el Club de Buceo de San Luis, el dique Berta E. Vidal de Battini se “encuentra emplazado sobre el cauce del arroyo Las Vegas, en Estancia Grande, Departamento de Pringles”. Esta ubicación se encontraría a 30km de la ciudad de San Luis, habiéndose realizado tal construcción en el año 2012. El dique, “posee una altura de 42m; una superficie de embalse de 16 hectáreas y 2.0 hm3 de volumen de agua, que riegan unas 2 mil hectáreas por goteo”. El dique suele ser un punto turístico relevante -y promocionado- en la provincia puntana.
Por otro lado, en el Centro Cultural Puente Blanco, ubicado en la ciudad de San Luis, una sala del mismo complejo lleva el nombre de Berta E. Vidal de Battini en honor al aporte que esta mujer hizo a la cultura.
De esta manera, podemos percibir el aporte de estas leyendas a nuestras montañas: el cual no deja de ser un elemento nutriente para la estética mirada desplegada sobre nuestros sistemas rocosos. Lo mencionaba Vidal de Battini en relación a una de las propiedades de la leyenda: la de aportar y construir ética y estética al individuo, a una comunidad, a un pueblo. También podría decirse que el mismo relato oral de la leyenda, o la difusión de la misma mediante la escritura, consisten en sí mismo también un acto ético y estético. Allí parecen desplegarse aspectos vinculados a sentencias, máximas y principios en un juego entrelazado con la fantasía e imaginación -similar a las producciones de los poetas gnómicos de la Grecia antigua.
Para los amantes de las montañas, esta expresión sobre la leyenda relativa a piedras y cerros permite una habilitación para experimentar la vitalidad de la práctica montañista con más mundo, con más espíritu. Este animismo recurrente en casi todos los relatos invita a considerar nuestra tarea constante y permanente de descubrir el material orgánico-cultural de la roca, y cómo ella sigue infundiéndonos interpelaciones y actitudes multiformes. Una co-evolución perenne para seguir disfrutando de nuestras montañas. La leyenda, constituyente de antropomorfismo, prosopopeya, animismo, personificación, etc., nos habla desde un lazo –entre otros- para con la roca, la piedra, el cerro. Está en cada quien darle espacio y tiempo a estas manifestaciones en su pensar y sentir la montaña. En permitirse vincularse de un modo más complejo con la montaña. Desde ya que estas cuestiones inmediatamente nos conducen a pensar en cierta ética y estética de la montaña; y/o a cierta filosofía de la montaña –un sintagma que muchas veces hemos leído o escuchado pero que tiene múltiples acepciones, casi tantas como montañistas que la enuncian. Quizá sea conveniente en algún momento detenernos sobre estos conceptos e intentar delimitar el terreno sobre de qué hablamos cuando hacemos mención a tales cuestiones y, con ello, aumentar nuestro espectro montañista; aun cuando tal labor sea aproximativa, iniciadora, y tal que no logre alcanzar certezas claras y precisas –posiblemente lo importante sea, mínimamente, interpelar y formular preguntas sin pretender obtener respuestas inmediatas ni absolutas.
A continuación, compartimos algunas de las leyendas sobre cerros publicadas en la obra de Berta E. Vidal de Battini, que se encuentran en el tomo VII de Cuentos y leyendas populares de la Argentina. Estas leyendas, registradas por Berta E. Vidal de Battini, hacen alusión a algunas bellezas orográficas de nuestro país mezcladas de drama y lito-animismo. En esta ocasión: una leyenda sobre el volcán Lanín, dos leyendas en relación al cerro/nevado de Chañi, y tres leyendas correspondientes al Nevado de Aconquija.
“El cerro Lanín queda lejo, dié legua. Se ve lo mismo allá, se ve. É un lindo cerro, po.
En el Lanín dicen que hay otro mundo. Así decían ante, po. Lo paisano cren hoy tamién.
Ese cerro echa humo. Se ve el humo alto, alto. Y truena harto. Eso é porque va a venir temporal de agua y nieve. Y siempre cuando truena hay mucha nevada. Y hay nieve volada y muere lo animale en el campo. Mucho muere por el temporal de frío y di hambre.
Cuando tiene humo el Lanín va a haber temblore de tierra. El Lanín se enoja con alguna persona por eso castigo a todo.
Martín Cayulef, 55 años. El Salitral. Catán-Lil. Neuquén. 1939.
El narrador es araucano, de la familia del cacique Casimiro Cayulef, que vive en el lugar.”.
“Por un lau del Cerro Chañi ha salíu un hombre, bien montau en una linda mula, con una arria de vacas, qui si han desparramau por todo el Salar de Cangrejillos. Y hay otros qui han visto que salen animales di áhi. Por eso hay muchos animalitos por esos lugares, porque salen del Chañi ande diz qui hay una ciudá escondida. Por eso esos animalitos son chúcaros, y hay que pillarlos a bala. Son malos y a veces han muerto al que quiere enlazarlos. En el Chañi hay un misterio. Unos dicen qui áhi vive el tío.
Antonio Quipildor, 50 años. Abra Pampa. Cochinoca. Jujuy. 1959.
Nativo de la región, colla. Su apellido es indígena.”.
Diz que hace unos siglos, que áhi era Jujuy, y cuando llegó el día del juicio del deluvio, quedó cerro. Y la cumbre dehapareció. Y esa parte la llaman antiguo (‘antiguo’ = ‘cementerio prehispánico’). Y quedó como unas padercitas del pueblo de ante. Dicen que jue el deluvio. Y se ven muchas muestras de que han vivido antiguos, áhi (‘antiguos’; los lugareños creen que los muertos de los cementerios prehispánicos murieron con el diluvio). Y áhi era Jujuy en ese tiempo.
Cuando empezan a subir o a joder, el cerro empeza a nevar y también viene otras ocasiones el viento blanco (‘viento blanco’ llaman en la región al viento que levanta gran cantidad de nieve). Tiene que volverse la gente, ¡qué va hacer! Le viene dolor de cabeza, se descompone.
Dicen que la Cordillera también se enoja cuando matan las vicuñas.
Teófilo Churchuy, 39 años. Mina Aguilar. Humahuaca. Jujuy. 1958.
El narrador es minero y nativo de los cerros cercanos del lugar. Es colla, pero no habla quichua.
La leyenda alude a las ruinas de la población prehispánica que ha existido en el cerro”.
“Diz que naide puede subir el Cerro Nevado porque se derrumba. Diz que el Cerro se enoja porque es muy rico. Diz que tiene una mina di oro y tamién un gran tesoro. Diz que el tesoro es muy grande y tiene brillantes y de todo lo más precioso, y que el Cerro defiende su riqueza que es muy grande.
Diz que el dueño del Cerro, don Alfredo Guzmán, que lo ha estado haciendo cortar al cerro, y que han teníu hecho una acequia, y se ha volcau el Cerro y los ha tapau a todos los que han trabajau. Y nada se ha sabíu después. Y diz que volvió a mandar a hacer el trabajo y que igual los ha vuelto a tapar el Cerro por tres veces.
Diz que cuando suben al Cerro les sale un viento muy juerte y les entra por la boca y no los deja caminar. Y diz que se cain al suelo y se apunan, y se mueren, y también se enloquecen. Y que el remedio que hay, es comer tierra del mismo Cerro pa que no se mueran apunados.
Diz que el dueño del Cerro ya se ha muerto y no ha dejado a naide; que no tiene hijos. Diz que el Cerro quiere no más esconder su tesoro hasta que él quiera descubrirlo para alguna persona que él la elija.
Lorenza Surita de García. 74 años. Trancas. Tucumán. 1951.
Muy buena narradora, nativa del lugar”.
“Juan Chaile de 60 años, de Amaicha del Valle, me contaba que el Cerro Negrito o Nevado (cerros que forman parte del macizo del Aconquija), es un cerro malo, que se enoja cuando va gente extraña. En el cerro hay dos lagunas. Una vez iban a sacar agua para traer a Amaicha pero no se ha podido porque el cerro se ha enojado. Han intentado varias veces pero era igual, el cerro no dejaba trabajar ni hacer nada. Cuando el cerro se enoja, decía Chaile, vienen unas tormentas muy grandes y la gente se pierde en esas alturas y se muere.
Se hace lo que se llama la corrida en enero (‘la corrida’= costumbre tradicional del oeste de Tucumán. Es una verdadera proeza realizada por los campesinos en los escarpados cerros del Aconquija. Consiste en atrapar los ganados que durante un año han vivido en estado salvaje, y que se han vuelto bravíos. La recogida se hace a caballo por estos intrépidos jinetes). Los hombres suben a los cerros a bajar los animales que se han largado para que coman el pasto que crece en la altura. Chaile decía que a esos hombres del campo el Cerro no los desconoce porque van a hacer un trabajo muy sacrificado para proteger los animales, y porque son de esos lugares, son gauchos de Amaicha.
Laurindo Santillán Sal, 69 años. Tucumán. 1970.
El narrador es persona culta, estanciero o criador de Amaicha del Valle”.
“Hay cerros que desconocen y se enojan. Aquí dicen, “lu ha disconocíu el cerro”. Es cuando va un desconocido y si arma un temporal, y hay truenos, lloviznas y tapa la niebla.
Aquí tenemos el cerro Lasto, de Pozo ‘i Piedra, el Cerro del Clavillo, que a pocos tipos deja subir.
Cuando va una persona de otro lugar, el cerro lo desconoce. Dicen que es mezquinando su riqueza.
Pero ande es más patente que los cerros tienen tesoros que defienden con sus tormentas, es en el Nevado de Aconquija.
Cuentan que un criollo, que visitaba el Aconquija, descubrió en una parte alta una laguna. Y que estaba un toro atado con una cadena de oto, bañándose en la laguna y tenía las astas de oro también.
Vino y le contó, en el bajo, a unos amigos.
Hicieron una espedición para descubrirlo. Eso era en el Nevado de Aconquija, en el límite de Catamarca y Tucumán. Hicieron una espedición y se fueron. Pero resulta que al llegar allá, al subir, sufrieron muchos descalabros. Los tapó el nublado, los desconoció el cerro, hubo tormenta y volvieron pobres y maltrechos sin descubrir nada.
A varios les ha pasado eso. Solamente los criollos dicen que lo ven. Pero cuando ya van con espediciones no llegan y el toro les destroza las cosas. Porque hay áhi una riqueza y el cerro la mezquina. Eso nadie sabe esplicar. Creen que es un encanto.
Perfecto Bazán, 49 años. Belén. Catamarca. 1968.
Gran narrador”.
Centro cultural Argentino de Montaña 2023