Este hijo adoptivo de Bariloche ,montañista desde su primera infancia en Eslovenia , es un ejemplo de amor por la vida , perseverancia y voluntad de superación
Dinko, Dominik o Domingo (en castellano); nació el 31 de julio de l928, en Jesenice, Eslovenia. Su padre se llamaba Franc, es decir, Francisco, asesinado por los comunistas, el 1 de enero de 1944, mientras que su madre se llamaba Antonia Smolej. Desde pequeño heredó de sus padres su fe católica, y porque no también, su creencia en los milagros, milagros que al propio Dinko, le fueron practicado durante su vida; como muestra, solo traer uno de los primeros recuerdos de su infancia en su aldea, en Eslovenia, con su familia, especialmente, aquel día en que Dinko, cuando apenas tenía 14 años y viniendo de misa junto a su familia, al llegar frente a su casa dos personas, de los denominados rojos, dispararon a quema rompa una ráfaga de ametralladora asesinando a su padre y él, que se encontraba tomado de la mano de su papá, se salvó de las balas por milagro, porque se tiró al suelo; los habían identificado como católicos practicantes y el premio era asesinarlos.
Su Eslovenia, de aquella época, era parte de la antigua Yugoslavia, donde en el inicio de los años cuarenta, la guerrilla comunista trataba de imponer sus ideas, apoyados por el régimen comunista soviético, lográndolo a partir del año 1945, el mismo año, que finalizó la Segunda Guerra Mundial.
Decía Dinko:
Con mi esposa, Romana, éramos vecinos del mismo pueblo. Al final de la guerra, todos tuvimos que huir del comunismo. A los tres meses de terminada la guerra, a la familia de mi mujer, le avisaron que el último tren a la frontera con Austria, partía en media hora porque ya los partisanos comunistas estaban avanzando. Entonces, con lo puesto abandonaron la ciudad pensando que pronto volverían. Cruzaron la frontera caminando y llegaron a Austria. Finalmente, pudieron refugiarse en un campo norteamericano y así se salvaron de ser enviados de vuelta por los ingleses nuevamente a Yugoslavia, como fue de costumbre por parte de los ingleses volverlos a Eslovenia. En una semana los partisanos comunistas mataron a miles y miles de eslovenos, no importaba si eran chicos o mujeres a todos los que no comulgaban con sus ideas, los asesinaban. Todos los que no pensaban igual que los comunistas, tenían que desaparecer y eso era matándolos. A mi padre lo mataron por eso. Yo estaba al lado de él y un hombre con una ametralladora me empujó a un lado y lanzó una descarga de ametralladora que lo mató instantáneamente.
Desde los tres años Dinko, estuvo ligado a la nieve y al esquí, le encantaba ver las montañas nevadas y practicar este deporte. En forma tormentosa, a los dieciocho años inició su fuga hacia otro país, para escaparse de los que habían iniciado las purgas del país, dirigiéndose a Austria; después, de la terrible experiencia que vivió fue para este joven, un dolor muy grande, presenciar la muerte de su padre, luego, la desesperación de evadirse de sus perseguidores y dejar parte de su familia, entre ellos su madre. En bicicleta primero y caminando después, atravesó la frontera acompañado de un amigo franciscano.
Este momento lo recordaba así:
Yo era amigo de un cura franciscano, que venía periódicamente de una zona italiana para oficiar misas en la parte del Norte de Eslovenia, nuestro pueblo. Cuando se empezó a acercar el fin y previendo que desencadenaría en una sangrienta persecución, yo me fui acompañado por él, viví por una semana con unos parientes y luego seguí el camino hacia Austria, pero siempre, pensando que en algún momento podía retornar. Un día volviendo en bicicleta con el franciscano, nos estaba esperando una señora anciana para avisarnos que ya los comunistas habían tomado nuestra región. Entonces nos volvimos directamente a Austria y mi mamá se quedó sola en su casa, eso fue un dolor tremendo para mí. En Austria, pudimos refugiarnos en Spital, lejos de los lugares en donde los ingleses agrupaban a miles de eslovenos para entregarlos nuevamente a los comunistas; esta historia es bien larga, para contarla, solo tengo el triste recuerdo que los ingleses fueron unos traidores con el pueblo esloveno, y mucha gente murió porque engañados enviaban nuevamente en tren a los compatriotas y los entregaban a los rojos, así murieron muchos, de los que podrían haberse salvado del yugo comunista. Eso fue terrible. Pero ya ha pasado mucho tiempo de esa época y el mundo ha cambiado.
Con un sabor concluye el relato de aquellos momentos, sin poder disimular la profunda amargura, que le causaba la separación de su madre que había quedado viuda y el alejamiento de sus hermanos, por decenas de años. Fue hasta diciembre de 1948, ya contaba con veintidós años y había pasado cuatro en un campo de refugiados donde se hizo famoso entre los austríacos por sus habilidades en el juego del ping-pong. Sus primeros dos años en Austria, no los pasó muy bien. Trabajaba en una librería y en sus tiempos libres se iba a la montaña, a las que subía en verano y en invierno. Luego, se vinculó al mundo del esquí y allí se le abrieron todas las puertas. Lo hicieron socio de un Club y lo invitaron a los entrenamientos, con un entrenador que pertenecía al equipo nacional de Austria. Recordaba Dinko, que el entrenador se llamaba Zitterer, y en el año 1947, junto a otros austriacos y suizos, vinieron a Bariloche, todo el equipo a correr el Kandahar de los Andes. A su regreso, mientras estaban practicando, el entrenador, no dejaba de hablar de Argentina y de Bariloche, decía:
Que buena gente, que bien nos atendieron, que bien que la pasaron, que lindo lugar, que linda montaña, etc., etc. Y agregaba Dinko: En esos entrenamientos para la competencia del esquí, tuve la suerte y la oportunidad de entrenar con los miembros del equipo austriaco, que en el año 1947, habían venido a Bariloche a competir en un torneo Kandahar de los Andes, competición que se daba entre chilenos y argentinos, y en donde también participaban deportistas de todo el mundo, norteamericanos, canadienses y europeos. Cuando participaron los austriacos, en esa competencia estaban entre los mejores del mundo, así fue que, ganaron todas las competencias, la pasaron muy bien, y al volver a sus hogares, y durante los entrenamientos, de lo único que se habló prácticamente toda la semana, fue de Bariloche, de la Argentina, de la gente buena y de la forma en que habían sido tratados; así que, cuando escuché todos esas cosas, decidí que si tenía que emigrar a algún lado, tenía que ser a la Argentina y no me refiero tanto a la Argentina, sino más específicamente al mismo Bariloche. Con Francisco Jerman, teníamos todos los papeles para irnos a los EEUU, pero lo pude convencer de venir acá. Y así venimos a la Argentina. Era el año 1949, y yo tenía 21 años. En Buenos Aires, me enfermé y tuve que estar dos meses en cama. Jerman, se encontró con otro amigo, Fleré. Cuando recibí la tarjeta de Bariloche, me agarró una desesperación, así que dejé el hospital como estaba y me subí al tren y viajé para el Sur. Y cuando llegué a Bariloche, no podía creerlo. Una de esas cosas que le quedan a uno grabadas para toda la vida en la memoria. Nosotros vivíamos en un lugar muy lindo en Eslovenia, pero todo era chiquito. Acá todo es grande. Cuando vi el lago Nahuel Huapi y las montañas medio nevadas ¡Que belleza! Hicimos bien en venir, dije a Jerman.
Nos comentaba el doctor Alfredo Magnani, en su libro Argentinos al Himalaya: Domingo, debió sufrir las tristes consecuencias de una larga guerra desencadenada en su patria natal, la antigua Yugoslavia, en la que no alcanzó a tomar participación activa debido a su escasa edad. Desde su niñez practicó alpinismo en las montañas que separan su pueblo con Austria. Ante las contingencias desencadenadas como consecuencia de la guerra, se vio desplazado a Austria, donde estuvo internado durante varios años en campos para expatriados. Cada vez que los rigores de su situación se lo permitían, dirigió sus afanes hacia las montañas vecinas en procura de solaz para el espíritu y un poco de olvido de las tragedias vividas. Logró de esa manera adquirir una gran técnica de escalada y experiencia en aventuras de montaña. Nuestro país también fue su objetivo cuando pudo imprimir autodirección a su vida. La existencia en Buenos Aires, la gran capital, no satisfizo sus anhelos de espacios abiertos, elevadas cimas y naturaleza pura, decidiendo finalmente radicarse en San Carlos de Bariloche, privilegiado rincón argentino que le ofreció la placidez que su espíritu anhelaba. El trabajo sin zozobras, las ascensiones en verano y los vertiginosos descensos en ski en la época invernal, constituyeron el técnico necesario para rehacer su vida. Pronto adquirió también nuestra carta de ciudadanía, y su capacidad le hizo acreedor a la designación de miembro de la Expedición Argentina al Himalaya, cuando sólo contaba veinticinco años.
Nos comenta Dinko: En la escalada en roca, me inicie en los Lienzer Dolomiti, en Ost Tirol y también, escale prácticamente todas las cumbres en los Alpes centrales. Simony Spitze, Drei Herren Spitze, Gross Venediger, Granat Spitze, Gross Glockner, Ankogel, Sonnblick, Hoch Alm Spitze, y otros, nombres que me traen muchos y hermosos recuerdos. Muchas de las cumbres, las subimos también con los esquíes y siempre en compañía de Francisco Jerman y otro amigo, Tone Arnez, que emigro a los USA.
Siguiendo con los antecedentes de Dinko, emigró a la Argentina y lo hizo en el barco Holbroock y en el mes de junio de 1949, se trasladó a San Carlos de Bariloche, radicándose en forma definitiva en esa ciudad. Por sus habilidades para esquiar se fue insertando de a poco en la sociedad de aquellos años y como montañista empezó a escalar junto a sus amigos eslovenos en los cerros y montes de la región y luego, con los demás integrantes de la sociedad a la cual, él había elegido.
En el año 1952, junto a Francisco Jerman, coronaron la cima del cerro Tres Picos. Ese mismo año, conformando una expedición del Club Andino Bariloche, integrada por ocho andinistas, de los cuales llegan algunos a la cumbre, lograron la primera ascensión al cerro San Valentín, el 18 de diciembre de 1952. Las cordadas fueron, la Dinko Bertoncelj, Birger Lantschner y Tonchek Pangerc, por el filo Suroeste y Gregorio Ezquerra y Carlos Sontag, subieron por la directa.
Entre los años 1949 a 1956, trabajó como empleado en Ski Hotel Catedral. En el año 1954, conformó la Primera Expedición Argentina al Himalaya, al Monte Dhaulagiri. Dinko Bertoncelj, también publicó un libro en el año 1956, luego de la expedición al Himalaya, sobre sus experiencias en la misma, escrito en esloveno, con la ayuda de otro esloveno, el doctor Vojko Arko. Cuando los presentaron como posibles candidatos para integrar la Primera Expedición Argentina al Himalaya, Dinko nos relataba:
Gerardo Watzl y yo, éramos los dos únicos que cuando nos invitaron no éramos argentinos. Cuando fuimos a ver a Perón, que en ese entonces era Presidente, él se enteró de que éramos extranjeros. Cuando conocí a Perón, puedo aseverar que era una persona carismática y además, sabía más de la montaña y del esquí, que cualquier otro de los miembros de la expedición al Himalaya. Cuando se dio cuenta que yo tenia experiencia me llevó a un rincón y estuvimos hablando ahí un largo rato y eso que yo no hablaba muy bien el castellano. Él había estado en Italia, en donde hizo un curso de Montaña, en Courmayeur y había aprendido bastante; en realidad yo no tenía ninguna nacionalidad y Perón, me apuntó así con el dedo diciendo: si ustedes quieren ir a la Expedición Argentina al Himalaya, tienen que ir como argentinos. Un tiempo atrás, yo había estado en el equipo de esquí para ir a las Olimpíadas de Oslo y no pude hacerlo porque no conseguir la ciudadanía argentina. Durante semanas estuve boyando en Buenos Aires, frente a las mismas puertas que ahora estaban todas abiertas. Había perdido así la única olimpíada en la que hubiera podido participar en el año 1952, en Oslo, como integrante del equipo argentino. Ahora lo conseguí en sólo dos días y con cafecito de por medio y con un trato cordial por parte de las autoridades, que me trataban de Señor con mucha cortesía, ironías de la vida.
En los años 1957 y 1958, fue contratado por Instituto Antártico Argentino, como ayudante del glaciólogo, Doctor Lisignoli, para los estudios correspondientes en la zona de la base General Belgrano, al fondo del mar de Weddell, en Antártida. En el año 1958, realizó la primera ascensión al Nunatak Moltke, en el continente blanco. Después de permanecer durante los períodos de dos largas noches polares, es decir, dos campañas, decidió dedicarse a la enseñanza del esquí, actividad ésta que traía en su acervo desde el viejo continente y desde muy niño. Hace algunos años, comentaba José Luis Fonrouge, que finalizado el año 1958, y también su secundaria, se trasladó a Bariloche y para despuntar el vicio de la montaña, realizaron con Dinko, una nueva vía en el Campanile Esloveno y luego de unos días, conformando la misma cordada, realizaron una vía nueva, la Sur de la Torre Principal del Catedral y agregaba con sus expresiones propias sobre el tema:
En el año 1958, Dinko, alquilaba un cuarto frente al hospital de la ciudad, suficientemente grande como para meter mis enormes mochilas llenas de material que traía y arrinconarme con mi bolsa en lo que quedaba de habitación y que ya había coordinado para con él, iniciar algunas actividades de escalada en la zona del Catedral. Me sentía feliz de poder trepar con este maestro de la escalada. Con Dinko, decidimos ir al Campanile en primer lugar. Parecía que ese comienzo era un buen modo de entrar en clima. Había dos líneas posibles para inaugurar rutas. Acampamos junto a dos bloques enormes que conforman una pequeña cueva en la base. Con agua cerca y una espléndida vista sobre nuestra torre, el lugar resultaba inmejorable.
Luego de dos días de trabajo para realizar una vía nueva en el Campanile y al finalizar el segundo día, ya en la cima luego de irse alternando con José Luis, éste decía, sobre la escalada:
Cuando llegué a la sección que él había resuelto, no pude dejar de admirar su trabajo. Totalmente en libre, utilizando buenas pero escasas tomas, Dinko, había escalado esos metros en un vacío absoluto y con bastante poca protección. ¡Admirable! Y repetía:no solo había experimentado la compañía de Dinko, sino y muy especialmente, las enseñanzas de un maestro. También coincidió con él su estadía en los Alpes, con quien realizó algunas escaladas.
En el año 1961, Dinko, terminó los cursos para instructores de esquí en St. Christof, Austria y un año más tarde, recibió en los Estados Unidos de Norteamérica, el diploma como instructor de esquí americano. A partir de esos logros, dirigió la escuela de esquí del C.A.S., en el Catedral, y por un período de quince años, la Escuela de Ski, en Winham Montagna, en Nueva York, Estados Unidos. Compitió con el equipo nacional de Austria y de la Argentina en descenso, slalom y salto, y como nos comentara el propio Dinko: todo con un solo par de esquís. En Bariloche, a pedido de Intendente de Parques Nacionales, organizó los cursos para Instructores de esquí, que con el tiempo pasaron a depender del Instituto Nacional de Deportes. De esta manera los cursos, pasaron a un curso de nivel terciario otorgándoseles un diploma que lo habilitaba como Instructor Nacional de Esquí. Promovió la necesidad de formar la Asociación de Instructores Nacionales de Esquí y afiliarse de este modo al INTERSKI, con la idea de asistir cada cuatro años a los congresos donde se tratan diferentes técnicas de la enseñanza del esquí. Como esquiador alpino se destaco en las competencias, nacionales e internacionales, entre los años 1950 y 1956.
Con respecto a su estadía en la Antártida, nos decía:
Tengo muchas anécdotas; la antigua base General Belgrano que yo conocí, ya no está; salió flotando con un témpano, ahora creo que ya van por la tercera. La antigua estaba ubicada a unos cuatro kilómetros de una plataforma de hielo, Ice Shelf, que está formada por glaciares que llegaban al mar y siguen flotando. Yo fui contratado por el Instituto Antártico Argentino, para el Año Geofísico Internacional (AGI/ 1957-1958) en el que la Argentina, se comprometió con muchas cosas, como meteorología, glaciología y otros temas más, y no sólo en la Antártica. A mi me conocieron como guía de alta montaña, porque me habían conocido trabajando en los glaciares del Tronador, a lo largo de dos años y específicamente en el Glaciar del Ventisquero Negro, que con su hielo cristalino y cubierto de restos de morena, es tan diferente a todos los demás, aunque ahora ya ha desaparecido, antiguamente, se usaba como palestra para la práctica de la técnica de escalada y maniobras con cuerdas en el hielo. Yo estaba participando en unas competencias de esquí, en Chile y me mandaron un telegrama para ver si los quería acompañar. Yo no tenía mayores obligaciones y tampoco estaba casado, en vez de volver a Bariloche, me fui directamente a Buenos Aires. Llegamos a la Antártica, en enero a bordo del rompehielos general San Martín. Alguien quiso hacer la primera expedición al Polo Sur, por el continente y decidieron instalar esa base allá. Nosotros llegamos como a las 2 de la mañana y no sabíamos exactamente donde estaba el lugar; mientras el rompehielos, atracaba en la barrera del hielo congelado; por mi parte, llevé mis esquís, y a mi jefe de aquel entonces, se le ocurrió que podría adelantarme a la base con mis esquís; no lo pensé dos veces. El rompehielos, que casi no tiene quilla se monta a la plataforma de hielo y sube y lo aplasta y con bombas rápidas cambiaban el peso dentro del Rompehielos para poder salir nuevamente hacía atrás. Me bajé con una escalera y me puse los esquís y salí con paso patinador hacía la base que estaba bajo la superficie de la nieve y sólo se podían ver dos antenas. Era todo lo que se veía. Sólo había allí una tapa que era el acceso de la base a la superficie. Justo cuando estaba a unos 50 metros se abrió la tapa y apareció una cabeza mirando para el otro lado. Yo seguí esquiando, pero se escuchaban el ruido de mis esquís sobre la nieve, lo cual distrajo la atención hacia la dirección de donde iban los ruidos de los esquís y bastones, que me ayudaban a desplazarme. La cabeza de este hombre se dio vuelta, la sorpresa fue tal que, aterrorizado al verme se cayó hacia adentro. Mientras tanto yo me acercaba y apareció de nuevo la cabeza y el hombre asustado me dice: ¿pero Usted quién es?, ¿de donde viene? ¿Usted es un esquiador polar? Años más tarde, fui invitado en Buenos Aires a un aniversario de la Antártica y en un casino de suboficiales cuando entré, del otro lado del salón, un señor de unos 85 años me señaló y mientras, se me iba acercando me dijo: “¡Usted! ¡Usted! Yo lo conozco: ¡Usted es el Esquiador polar! No recordaba mi nombre, pero si el momento en que en el medio del hielo y de la nada y como un fantasma, aparecí con mis esquís.
Como montañista, efectuó muchas primeras ascensiones, rutas y variantes nuevas en la Patagonia, Alpes Centrales, Andes, Alpes Julianos, Montañas Rocosas, Himalaya (integrando la Primera Expedición Argentina al Dhaulagiri) y también en Antártida. También, tuvo el privilegio y la oportunidad de dar clases a la familia Kennedy, realizó travesías con Hans Nöbl y escaló el Tronador con su amigo Otto Meiling, cuando este tenía ochenta años. Nada parecía imposible para Dinko, quien fundó, junto a cinco instructores, la Escuela de Esquí Catedral. Ha sido socio fundador del Club Andino Esloveno, en el año 1951, socio vitalicio de Club Andino Bariloche, Club de Leones, socio honorario en dos clubes Alpinos, en Eslovenia, siendo nombrado socio honorario, en el mes de septiembre del 2008, del Slovenian Organización of Mountain Soldiers, miembro de International Federation of Mountain Soldiers. Colaborador de la Escuela Militar de Montaña argentina, en la cual, realizó innumerables aportes tanto como instructor como en el desarrollo de las técnicas y manuales de esquí, siendo nombrado Caballero de Montaña, por la Escuela Militar de Montaña Teniente General Juan Domingo Perón y Caballero de Desierto Blanco, por el Comando Antártico, perteneciente al Ministerio de Defensa de Argentina.
Pero es de destacar su amistad con el mismísimo Otto Meiling, con quien hizo muchísimas salidas entre las que contó una de 14 días, desde el Catedral hasta el Lanín. Nos decía:
En la pared Sur del Lanín, hicimos inclusive una ruta nueva hasta la cumbre y después bajamos y en todo el camino, Meiling, que para mí era un sabio, un autodidacta completo en todo sentido; por ejemplo, se conocía cada flor, donde florece, donde crece. Era una cosa tan impresionante, que lo único que lamentaba era no tener la suficiente memoria para recordar todo lo que el comentó durante los días de marcha que hicimos. No paró prácticamente de hablar y siempre de cosas tan interesantes y lindas que hasta el día de hoy las tengo grabadas.
En una oportunidad el doctor Vojko Arko, recordaba:
Era un día del mes de febrero de 1981, martes, para más datos, cuando vino a verme Dinko. Sabes, te contaré un secreto, mañana al mediodía salimos con Otto Meiling a Pampa Linda. Otto, desea subir el Tronador, pero no le digas a nadie, para evitar falsas expectativas en el caso que no nos resulte. Y seguía en su relato, Vojko, el día viernes por la mañana me topé con Dinko, en el centro de Bariloche. Así que no subieron, pregunté con seguridad. ¡Como que no! Me contestó sonriendo el amigo, Dinko, como era de costumbre, la sonrisa fácil y a flor de piel. El miércoles por la tarde llegamos a Pampa Linda y subimos al refugio. Ayer por la mañana nos levantamos a las cuatro, al mediodía estábamos en la cumbre, a las cuatro de la tarde ya de vuelta en el refugio, donde merendamos, después bajamos a Pampa Linda, tomamos el Vehículo y a las diez de la noche Meiling, estaba en su casita en el Otto. Johnny Puente, el refugiero, nos acompañó en la ascensión.
Nos recordaba Dinko, que también hizo algunas películas, y expresaba:
De las películas, que me hicieron participar, tampoco puedo hablar mucho. El único largo metraje, fue La Canción de la Nieve, donde actúe como capitán del equipo Boliviano, que venía a competir a Bariloche. Mientras que películas documentales fueron, Trepadores, La ascensión a la Torre Principal (Catedral), Los Lagos y Ríos del Sur, una bajada en kayak doble por el Río Limay. Con una compañía de los Estados Unidos de Norteamérica, filmamos para Alitalia en las Dolomitas, en los glaciares de la Marmolada, promocionando la línea aérea, esquiando y mostrando las bellezas de la montaña. Dicho sea de paso, en la cumbre de Marmolada, conocí la imagen de la Virgen, que después de muchos años los Alpinos, la trajeron a Bariloche, la entregaron a la Escuela Militar de Montaña y ésta a su vez, la depositó en el Catedral, en la capilla y a la que visito periódicamente. Se entiende que fue una replica, pero bendecida por el Papa Juan Pablo II. Para mi un privilegio!!!
El 5 de agosto de 1999, fue distinguido por el Ejército Argentino, con la máxima distinción de Montaña que otorga esta institución, tanto a militares como a civiles, el Cóndor Dorado Honoris Causa, por su trayectoria en los deportes de montaña, por su aporte a la institución y por ser un ejemplo de deportista y maestro y por tantos servicios otorgados a su gente. Ha sido nombrado profesor del Instituto Nacional de Esquí y participó en los nuevos lineamientos de la Técnica Argentina de Esquí. Pero un trágico hecho le ocurrió, y él mismo lo recordaba así:
El 18 de febrero del 2001, cuando bajando del cerro Capilla, una montaña que yo había subido en decenas de oportunidades, patiné en un sector de piedras y me caí hacia el valle. Comencé a rodar por la fuerte pendiente no lográndome parar, golpeando con mi cuerpo y la mochila por las rocas. Su hijo, Bogdan, intentaba vanamente alcanzarme para frenarme. En mi desesperación grité:¡María, ayúdame!. Repentinamente una roca se enganchó en mi mochila y evitó que caiga por un desplome que seguramente sería fatal.
Fue evacuado por la Comisión de Auxilio del Club Andino Bariloche y personal de la Escuela Militar de Montaña, en el marco de un espectacular operativo. Ingresó pasada la medianoche a terapia intensiva, donde estuvo en coma durante un tiempo. Los médicos pronosticaron que con suerte, sobreviviría, pero podría llegar andar quizás solo con una silla de ruedas, dado que el pronóstico médico, decía que quedaría inválido. Estuvo varios meses internado. Para Navidad, fue trasladado en silla de ruedas a su domicilio, en la Villa Catedral.
Comentaba Dinko:
Donde hay una voluntad hay un camino…
Éste ha sido un lema que siempre acompañó a Dinko Bertoncelj, un hombre cálido y agradecido de la vida y de las oportunidades que, con fe y esfuerzo ha logrado superar, entre ellas experiencias difíciles, desde que vivía en su Eslovenia natal, durante la guerra y durante sus ocupaciones.
Y sobre la montaña, también expresaba:
La montaña a mi me enseñó mucho. En la montaña hay un montón de dificultades, y si uno afloja cuando ve alguna dificultad, ya sonó, perdió, ella es una escuela que te enseña a perseverar y quien persevera sale adelante en la vida.
A pesar de sus múltiples puestas a prueba en su vida, Dinko, lo acompaña siempre, una sonrisa, que vislumbra lo que lleva en el alma, también su frescura y alegría al hablar, sin dramatizar lo que le tocó vivir, lo cual, muestra que no tiene ningún rastro de tristeza o dolor en su corazón de su pasado tan accidentado; y muy especialmente ha sido un ejemplo como ciudadano que ha brindado mucho a la comunidad montañera y de Bariloche y ha sido un ejemplo de cristiano practicante. Amante de sus raíces, y mucho más, de sus tierras que por elección tuvo para vivir y disfrutar, junto a su familia, como ha sido su segunda patria, Argentina, sigue siendo un ejemplo, de luchador, de perseverancia, de honestidad, de deportista, de profesionalismo y especialmente católico.
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