A las 22 horas del 29 de enero de 1934, Germán Claussen se yergue victorioso sobre la cima invicta del pico internacional del Cerro Tronador, que separa dos parques nacionales: el Nahuel Huapi, en la provincia de Río Negro de Argentina y el Vicente Pérez Rosales en la provincia de Llanquihue de Chile
Germán Claussen posó sus ojos en el Cerro Tronador por primera vez en 1919, e inmediatamente sintió el deseo de escalarlo. La majestuosa montaña, con sus tres cimas bien definidas, era la más alta de la región del Nahuel Huapi.
Otros andinistas habían intentado vencer sus murallas de hielo y roca, entre ellos Federico Reichert, Otto Meiling y Herbert Tutzauer. Todos habían fracasado.
La decisión de Claussen de intentar la escalada nació durante una excursión al Cerro Capitán, donde guió a la señorita Luisa Capraro, en noviembre de 1933.
El día 13 de enero de 1934, parte Claussen a caballo desde las orillas del lago Gutiérrez, pasa por el lago Escondido [actual laguna Llum] y realiza un vivac en las costas del lago Mascardi.
El 14 de enero de 1934, pasa por el puesto de José Cretton, por la tarde llega al puesto de Manuel Cancino, en Pampa Linda.
El lunes 15 de enero se dirige a la lengua del ventisquero Río Manso [actual Ventisquero Negro] y se interna entre los hielos en dirección al Tronador. En una plataforma rocosa, a unos 2.800 metros, camina toda la noche para defenderse del frío, con el fin de continuar la ascensión al día siguiente.
El clima cambia el 16 de enero de 1934, se desata una tormenta y el solitario andinista se ve forzado a regresar a Pampa Linda.
El 17 de enero de 1934 realiza otro intento, que se prolonga por dos días más, pero la nieve blanda, donde se hunde hasta las rodillas, sella la suerte de este nuevo ataque. Claussen renuncia y regresa a Bariloche. Había sido derrotado por segunda vez.
El día 24 de enero, el presidente del Club Andino Bariloche, doctor Juan Javier Neumeyer, le informa que efectuará un intento al Cerro Tronador en compañía del ingeniero Eduardo De la Motte; con el fin de adelantarse a andinistas italianos que pretendían escalar el Tronador desde Chile.
El día 25 de enero, Neumeyer lleva en su automóvil a Claussen hasta el lago Gutiérrez, desde donde Claussen continúa a caballo hasta el lago Escondido [Llum], donde acampa. Continúa hasta Pampa Linda y el día 27 se dirige en dirección al arroyo Castaño Overa. Pasa la noche bajo la lluvia, en medio del bosque.
El día 28 de enero de 1934, el clima mejora y se dirige a una cueva existente entre los glaciares Alerce y Castaño Overa, muy cerca de donde se levanta el actual refugio Otto Meiling. Durante todo el día 28 espera el arribo del doctor Neumeyer, pero este último no llega.
El día 29 de enero de 1934, a las 4 de la mañana, Germán Claussen inicia su célebre jornada.
Se dirige en primer lugar al filo conocido hoy como Filo de La Motte. Continúa en dirección al actual Filo de la Vieja.
Pasa por la Depresión entre el Pico Argentino y el Pico Anon o Internacional del Tronador.
Se coloca púas en los botines para ascender las pendientes de hielo de 60 grados que llevan al Promontorio, pequeña cumbre algunas decenas de metros más baja que la cumbre principal.
Realiza un intento de ascender directamente a la misma, pero la caída de piedras en esa ruta le hace desistir de sus intenciones.
Queda pues, un paredón nevado que se encuentra inmediatamente debajo de la cumbre. Una travesía horizontal y ligeramente ascendente sería la llave que permitiría hollar la cumbre invicta.
Hora tras hora, Claussen talla peldaños con su piqueta en el duro hielo de la montaña. Está cansado, pero sabe que no puede permitirse el menor error. Se encuentra solo y no tiene clavos de seguro.
La luz diurna va desapareciendo lentamente, y nuestro solitario ascensionista sabe que lo sorprenderá la noche en la montaña. Pero la luna llena aparece y su resplandor iluminará los últimos metros de la travesía que está concluyendo. Esta travesía tomará luego su nombre para la posteridad (Travesía Claussen).
A las 21.30 horas, las dificultades de la travesía concluyen y a las 22 horas, Germán Claussen se yergue victorioso sobre la cumbre invicta del Cerro Tronador.
La luna brilla con intensidad y ante sus ojos se despliega un panorama que ningún ser humano había visto antes: …” Ahí está el lago de Todos Los Santos y el Llanquihue, y más lejos el Puyehue…. En lontananza el océano Pacífico parece sumergido en la bruma… Hacia la Argentina se ve el Nahuel Huapi… ¿y aquel resplandor? …sin duda ha de irradiar San Carlos de Bariloche….”.
La noche es preciosa. Claussen se pasea por todo el filo de la cumbre, filo arqueado horizontalmente, y ondulado en sentido vertical.
La mayor de las pequeñas ondulaciones aparenta un trono y lo bautiza “Trono de Luisa”, por Luisa Capraro, su compañera de aventuras.
No tiene alimento, ni bebida ni tabaco. Para combatir el frío debe permanecer en constante movimiento hasta que llegue el amanecer.
Con la llegada del alba, saca fotografías testimoniales y comienza el descenso.
Antes de realizar en sentido inverso la travesía que le permitió el acceso a la cumbre, deja como testimonio un trozo de huemul y una tablilla de ciprés, con su nombre y la fecha grabados.
Regresa con cuidado por la expuesta ruta de ascenso y llega a la cueva desde donde había partido.
El día 31 de enero de 1934, vuelve a Pampa Linda, donde se entera que Neumeyer y De la Motte, junto con el peón Emilio Goye, habían subido hacia el Tronador.
El 1º de febrero de 1934, Claussen remonta las pendientes que llevan a la cueva donde están sus amigos, y les lleva de obsequio un pato asado, que todos comparten alegremente.
El 2 de febrero de 1934, Claussen deja a sus compañeros y se dirige hacia el valle del río Alerce. Desde allí remonta hacia el este, dejando al norte el cerro Mar de Piedras, y se encamina hacia la Laguna de la Carne [actual laguna Ilón], donde descansa.
El 3 de febrero de 1934, se dirige en dirección al Cerro Capitán y desciende hacia el Brazo Tristeza del lago Nahuel Huapí.
El 4 de febrero de 1934, llega a Bahía López, desde donde es trasladado a Bariloche por el ingeniero Emilio Frey y Otto Meiling, que celebran junto con Claussen la primera ascensión al Cerro Tronador.
El cerro Tronador es un volcán geológicamente activo; su última erupción es desconocida aunque se piensa que habría ocurrido en el holoceno, es decir, hace más de 10 000 años, por lo cual estaría en proceso de erosión. En este caso, es un volcán que se puede considerar geológicamente activo, pero con muy bajas probabilidades de entrar en actividad, posee tres cimas: hacia el Este la denominada Argentina, de 3200 mts., hacia el Oeste, la Chilena, de 3320 mts. y una fronteriza y la más alta, llamada cumbre internacional, de 3554 mts. cuya coordenadas son: 41° 9'38.67"S, 71°53'6.52"O
Cubierto por siete glaciares que se desparraman por sus faldas hasta despeñarse ruidosamente por sendos acantilados, de allí su nombre; su altura, que lo hace por lejos la cumbre más alta de los alrededores, sólo superado por el Volcán Lanín que esta a más de 100 km. al norte; sus tres cumbres de imponente estampa y las gigantescas grietas que cruzan sus glaciares y el espectacular entorno en el cual está situado, rodeado de hermosos lagos. El cerro separa dos parques nacionales: el Vicente Pérez Rosales en la provincia de Llanquihue de Chile, y el Nahuel Huapi, en la provincia de Río Negro de Argentina.
Del lado argentino, un camino permite acercarse hasta el pie de las paredes de roca que rodean al cerro, al punto de perder de vista la cumbre por la excesiva cercanía a los mismos, las mejores vistas del Tronador se obtienen en el cercano paraje de Pampa Linda, desde allí sale un sendero peatonal, de fuerte pendiente, en gran parte practicable a caballo, permite llegar al refugio Otto Meiling, organizado y propiedad del Club Andino Bariloche. Posee ciertas comodidades de alojamiento, y está ubicado en el borde de los glaciares superiores Alerce y Castaño Overo.
Desde Chile es visible desde Osorno y Frutillar, incluso logra ser visible desde la Isla grande de Chiloé a más de 200 km de distancia. Posee un total de siete grandes glaciares que circundan al cerro por todos los lados, este fenómeno es más notorio en la parte sur del cerro, por la vertiente argentina se tienen, de sur a norte, los glaciares Frías, Alerce, Castaño Overo y Manso. Por la vertiente chilena, nuevamente de sur a norte, los glaciares Peulla, Casa Pangue y Río Blanco.
El nombre del cerro tendría su origen en las frecuentes caídas de seracs de los glaciares, con el consiguiente ruido similar al de los truenos. También los Quechuas lo conocían Amun Kar, que significa, trono del creador del mundo.
El Tronador tuvo un largo historial de intentos antes de que su cumbre principal fuera finalmente alcanzada el 29 de enero de 1934 por Hermann Claussen, quien lo escaló en solitario, entre los intentos previos se pueden contar al menos cinco intentos infructuosos de Federico Reichert (1909, 1911, 1922, 1928, 1931) y también algún intento del conocido escalador del Club Andino Bariloche, Otto Meiling, junto con Tutzauer en 1933.
Primera ascensión de la cumbre principal
Hermann Claussen, 29 de enero de 1934, en solitario.
Ruta alternativa cumbre principal
Según anotaciones en el libro del refugio de 1963, la cumbre principal habría sido escalada por un grupo argentino de Bariloche por el glaciar Río Blanco y el portezuelo oeste, es decir, el portezuelo entre la cumbre chilena y la cumbre principal, que es una ruta de escalada en hielo.
Primera ascensión cumbre chilena
El 28 de febrero de 1934 por el conde Aldo Bonacosa, Luigi Binaghi y Giusto Gervasutti, quienes lo bautizaron pico Matteoda.
Primera ascensión pico argentino
En 1936 por Hans Nöbl, Alex Hemmi y Heriberto Schmol.
Centro cultural Argentino de Montaña 2023