Te compartimos la experiencia de un trekking de altura explorando una zona no topografiada logrando llegar a la magnífica y poco visitada laguna del Cerro Granítico, en las cercanías de San Carlos de Bariloche, en la provincia de Rio Negro
En este artículo experimentaremos la motivación y dinámica de acceder a una laguna de montaña poco conocida y transitada en el área del Macizo del Granítico, ubicado a la altura de la zona de Los Rápidos, en San Carlos de Bariloche, Provincia de Río Negro
A partir de un deseo personal saludable, esperanzador, positivo, light, en relación a la escritura y relato sobre uno mismo, intentaremos recorrer esta experiencia efectuada durante los días 12 y 14 de enero del 2023 en el área del Macizo del Granítico. En esta ocasión, desde una actividad exploratoria a la Laguna del Granítico.
Junto a Federico Corderas Prado, un compañero de ruta de actividades outdoors, nos propusimos desenvolver un periplo exploratorio a la Laguna del Granítico con el objetivo de conocer este espejo de agua poco conocido y registrado. En nuestro caso, teníamos un conocimiento de la existencia de esta laguna a partir de la preparación del artículo que salió publicado en el año 2019 por el Centro Cultural Argentino de Montaña en torno al ascenso que realicé, junto a Juan Ignacio Tapia, al Cerro Granítico. Desde el trabajo con algunas capturas satelitales, para dar cuenta del ascenso logrado ese verano del 2019 al Cerro Granítico, se lograba divisar un espejo de agua en este macizo que, en diferentes cartografías relativas al área, no estaba topografiado. Es decir, no se representaba a esta laguna en ninguna de las cartografías -sobre este territorio- de mayor circulación. Desde ese momento, confesamos, surgió la idea de acceder a esta laguna en algún momento en que se volviera a San Carlos de Bariloche. Pandemia de por medio, y otras actividades de montañismo de altura por Mendoza y Jujuy, hizo que nuestra visita a esta región se viera postergada por algunos años. Finalmente, en el 2021, conocimos un material audiovisual de una pareja trekkinera que ascendió a la laguna y, con ello, logramos confirmar la existencia de la misma y la posibilidad de acceso. De esta manera, entendemos que debemos considerar a este artículo como un documento que, modestamente, se propone ampliar y consolidar información exploratoria con respecto a esta laguna. Y hablamos en términos ‘exploratorios’ porque desde el área cimera del Cerro Falso Granítico hasta la Laguna del Granítico no existe senda ni picada alguna; y porque más allá de la falta de balizado de ruta alguna para acceder a esta laguna, no disponíamos de información precisa en torno a qué dirección es la más conveniente tomar, desde el área cimera del Cerro Falso Granítico, para transitar los distintos desniveles (positivos y negativos) que nos distanciaban en kilómetros de la laguna. Al no existir registros de un territorio, se escasea de información y, todo tránsito en esos espacios, se convierte en una atenta circulación novedosa y descubridora.
De esta manera, realizamos una evocación a la Laguna del Granítico desde el carácter exploratorio de visibilizar lo invisible (lo que no figura cartografiado), y desde una actividad de trekking en montaña transitando espacios “sin senderos ni multitudes”. Un criterio estético adoptado para practicar el desenvolvimiento por áreas de montaña que, a su vez, se consagra éticamente al comunicar y compartir información correspondiente sobre la zona recorrida -pixelando el territorio, brindándole mayor resolución. Existe en ello, además, una metafísica montañista en el intentar hacer visible lo común no aparente en la montaña, en dar conocimiento de lo que se oculta: en este caso, en rutas o accidentes geográficos que no figuran en mapas, por ejemplo.
Ahora bien, para tener en cuenta una de las posibilidades de ascenso a esta laguna, puede considerarse la ruta elegida por nosotros en esta última ocasión.
En primer lugar, desde el área de Los Rápidos, tomar la picada de ascenso a la cumbre del Cerro Falso Granítico para la cual, en mi caso, ya me era familiar debido a que en el año 2019 la había transitado en varias oportunidades: ya sea para el ascenso a la cumbre del Cerro Falso Granítico como también para luego ascender a la cumbre del Cerro Granítico.
Para el caso de interesarse en torno a esta actividad de ascenso al Cerro Granítico, se puede visitar el relato del mismo en el artículo “Ascensión al Cerro Granítico en la provincia de Río Negro”, publicado por el Centro Cultural Argentino de Montaña (https://www.culturademontania.org.ar/ccam/upload/ascension-al-cerro-granitico-rio-negro.html).
Una vez que se haya accedido a la zona cimera del Cerro Falso Granítico, se debe establecer un rumbo en dirección SE, para descender a una pampa a través de una vegetación algo frondosa pero con posibilidades de tránsito.
Quizá sea recomendable comenzar a descender desde las zonas de rocas lo más al Este posible, donde esta parte del macizo empieza a perder altura. Las lengas achaparradas que se encontrarán de uno y otro lado de la pampa podrán sortearse con paciencia y orientación.
Al no existir picada alguna, en nuestro caso, aún sabiendo el rumbo que debíamos mantener para dirigirnos a la laguna -al enfrentar al col más al Este entre las cuatro cumbres del Macizo del Granítico- siempre contamos con la colaboración de cartografía y GPS. Asimismo, suponíamos que no nos encontraríamos con afluentes para el uso de agua. Los débiles y pequeños cursos de agua que surcan la pampa presentan un estancamiento fluvial que resultaría desconfiable la potabilidad de los mismos. El área adquiere características de mallín por algunos momentos, con lo cual es importante advertir un tránsito adecuado para evitar obstáculos que presentaría el terreno. Tanto a la ida, como a la vuelta, divisamos una manada de caballos en esta zona.
Asimismo, nos topamos con distintas flores durante nuestra estadía. Al atravesar el bosque de lengas para ingresar a la pampa, dimos con la Mata Verde, Mata Negra o Romerillo (como vulgarmente se la llama), que en inglés se la denomina Fashine. Según María Victoria Bisheimer, en su obra Flores de la Patagonia argentina, estas flores pertenecen al género Chiliotrichum, de la familia Asteraceae (Compuestas), siendo de la especie modelo: Chiliotrichum diffusum. Estas son especies que forman arbustos bajos y que crecen en zonas montañosas templado-frías de Sudamérica. La Mata Verde es un arbusto bajo que no supera el metro de altura y se la suele reconocer fácilmente por su follaje denso y oscuro que recuerda a un Romero. Este arbusto posee muchas ramas y un follaje bien tupido, mientras que sus flores recuerdan a blancas margaritas desordenadas. Se la suele utilizar en jardines de Europa y Norteamérica aunque, sin embargo, no es empleada de la misma manera en esta región del planeta. La Mata Verde es relativamente frecuente en el borde externo de mallines y cuerpos de agua y, también, aparece en el límite altitudinal del bosque, en laderas expuestas. Su área de distribución abarca la región andina que va desde la provincia del Neuquén hasta Tierra del Fuego y las zonas contiguas de Chile, donde aún llega más al norte, hasta el centro de ese país.
Por otro lado, el tránsito por la pampa permite obtener vistas a la cumbre del Cerro Granítico (2200m), la más al Oeste del Macizo del Granítico, con algunos neveros.
Este cerro, según diversos criterios, presentaría una de las mayores alturas del Parque Nacional Nahuel Huapi, ubicándose como la séptima cumbre más alta del parque. De la misma manera, también podemos visualizar el Monte Tronador –con mejores postales desde las estribaciones del macizo más ubicadas al Este al momento del ascenso a la laguna luego de atravesar la pampa.
Finalmente, el ascenso por el bosque de lenga achaparrada en dirección al col –ubicado entre las dos cumbres ubicadas más al Este del macizo- conllevan uno de los últimos tramos de ascenso para alcanzar la laguna.
Sortear este escollo, para luego ingresar a un terreno rocoso, nos permitió transitar el col para luego dirigirnos rumbo SO y avistar el espejo de agua contenido en un anfiteatro o circo glaciar. Desde el momento en que se transita el col, la vista al Lago Mascardi y al Monte Tronador se amplía notablemente y, en sentido inverso, se pueden visualizar a lo lejos las estribaciones de los cerros Anfiteatro y El Grillo.
De esta forma, se ingresa al área de la laguna, con unas poco extensas vegas lindantes a un pequeño arroyo que desciende desde la misma, advirtiendo algunos neveros en las paredes del circo que recubre la orilla NO de la laguna.
Asimismo, en los alrededores de este sector, pudimos dar con una flor particular, la denominada, vulgarmente, Lágrima de la Virgen o Lágrima de los arroyos, la cual pertenece al género Ourisia y a la familia Plantaginaceae (Plantagináceas).
Basándonos en la misma fuente otorgada por María Victoria Bisheimer, para este caso de flor, se trataría de hierbas perennes de crecimiento rastrero. En la región están presentes en el sector andino, en zonas húmedas por encima de la línea del bosque, y poseen flores con cáliz breve y corola tubulosa terminada en 5 lóbulos de coloración diversa. En este sentido, son especies potencialmente ornamentales, dada la belleza de sus vistosas flores y, para el caso de la Lágrima de la Virgen o Lágrima de los arroyos, ésta pertenece a la especie modelo de Ourisia ruelloides. Las bellas flores de estos ejemplares, de color rojo escarlata, se disponen en racimos terminales muy vistosos y se desarrolla en lugares protegidos y húmedos junto a cascadas y arroyos de montaña, en la región andina de Neuquén a Santa Cruz y zonas contiguas de Chile.
Bajo este escenario, el disfrute de un chapuzón en la laguna, y de una hermosa tarde de sol sobre una roca granítica, recompensan todo esfuerzo invertido -cubrir los poros con roca granítica, acariciar su relieve con cariño: divina fecundidad de piedra al natural. Al fin y al cabo, la confrontación física que sufre el montañista en su actividad es una oferta multisensorial de fenómenos formados de pura gracia y de una mística inorgánica. Y, en nuestro trato con los elementos que allí se nos presentan no solo estamos junto a ellos sino que nos fundimos en ellos.
Por último, el descenso hacia la zona de Los Rápidos puede realizarse por la misma ruta de ascenso. Garantizar el descenso hacia la pampa, y el ascenso correspondiente para unirse –posteriormente- a la picada que conecta el Cerro Falso Granítico con Los Rápidos, puede ser una ruta de descenso rápida y sin demasiados obstáculos.
Como bien consideramos al inicio del artículo, una actividad que implique una metafísica -y una estética- montañista también nos permite pensar en una metafísica –y estética- de las características que la individualizan. Dar cuenta de los componentes cada vez más simples, de las características más singulares, para incitarnos a atravesar un espacio natural cada vez más diferente y atractivo: estacionar percepciones puede permitir extirpar posiciones temporales y, con ello, comprender mejor el ser y la existencia personal. Asimismo, pensar en las alternativas de transitar estos terrenos nos conlleva a actualizar los terrenos de montaña. En este sentido, nos involucramos con cierta sabiduría en nuestro acontecer de curiosidad y descubrimiento. La actualización de las montañas corresponde, por lo tanto, a la sabiduría y al montañismo. Y todo ello bajo una ética del goce (del placer, aún cuando medie el esfuerzo) y del cuidado (tanto de uno como de la Naturaleza). Quizá, salirse un poco de las multitudes –incluso en la montaña- nos permite pensarnos y sentirnos en esa ética de unión con lo natural. El Ser, la Naturaleza, nosotros: ¿dónde colocar los límites divisorios?
Y estos espacios no sólo nos permiten explicar nociones metafísicas, estéticas y éticas, sino también, hasta incluso, políticas. ¿Hasta qué punto la montaña no es un “hábitat natural” para las “buenas conversaciones”? Unas “buenas conversaciones”, como las que propone el neurocientífico Mariano Sigman, para desenvolver una compasión hacia el exterior y una autocompasión hacia uno mismo. Un hábitat donde se reduce la presencia y donde el diálogo puede realizarse en forma más amena, más concreta; donde los accidentes geográficos crean ambientes para grupos reducidos y, con ello, el escuchar y el expresarse puede ser ejercitado para alcanzar lazos y acuerdos más genuinos y fructíferos. En fin, en el tránsito por la montaña podemos nutrirnos de distintas manifestaciones existenciales que interrogan los parámetros actuales de la convivencia social en las ciudades.
Por último, es importante pensar el lema “sin senderos, sin multitudes”, porque necesariamente nos conlleva al concepto de “actualización de la montaña”. Y esta actualización debe ser considerada desde la posibilidad de experimentar estos terrenos naturales en vistas a la consecución de nuevas rutas o accidentes geográficos, alejándonos de la focalización por lo cuantitativo bajo la clave del record. Esta posibilidad de pixelar el territorio otorgando una mayor resolución es una invitación a un ámbito lúdico y libre, romántico y místico, técnico y deportivo, poético y científico. En su momento, el editor y andinista Pablo Minteguía sostuvo que el andinismo es el más hermoso de los deportes –un deporte verdaderamente real- constituyéndose en una escuela que templa el cuerpo y el alma, desarrollando un espíritu que une y hermana a los verdaderos amantes de la montaña, con sus propias leyes y costumbres, y exaltando las más valiosas virtudes humanas. Pero cuando se intenta hacer del andinismo un pedestal, entonces “se lo convierte en un espectáculo de mal gusto”. De esta manera, quizá la actualización de la montaña tenga que desenvolverse con este propósito: “el de exaltar las más valiosas virtudes”.
Finalmente, y en consonancia con lo expresado hasta el momento, uno algunas palabras que pueden converger con estas impresiones. En este caso, las expresadas en algún momento por el director del Centro Cultural Argentino de Montaña, Alex Guillermo Martin, al sostener: “subamos nuestras amadas montañas y exploremos, a través del desafío de lo desconocido, la aventura de encontrarnos a nosotros mismos”. Asimismo, también expresó: “el montañismo es un sentimiento de elevación del alma y no del ego temeroso o enojado que se vincula a los records y demás superficialidades”. Nuevamente, descubrir espacios y brindarnos nuevos teatros de actividades pueden permitirnos alejarnos de la superficialidad y habilitarnos instancias de mayor conocimiento: hacia nosotros mismos y hacia la naturaleza y el ser que nos circunda y atraviesa.
La reflexión sobre estas cuestiones nos puede permitir vincularnos con una práctica en las zonas de montaña de una manera más integradora y plena. Considerar estos aspectos, aquí mínimamente expresados, a través de esta actividad particular a esta laguna de montaña, nos puede habilitar a experiencias más amplias en nuestras incursiones en la naturaleza.
Centro cultural Argentino de Montaña 2023