Historia · Montañismo en el Mundo

El origen de las tropas de montaña y su presencia en los conflictos bélicos de los últimos siglos

La historia del combate en las desafiantes alturas de las cordilleras, donde se tejieron las epopeyas de la historia militar de montaña, en un relato épico de valentía y estrategia.

Leonardo Arko

Edición: CCAM Marzo 2024



Desde el audaz cruce de Aníbal en el 218 a.C, las hazañas de Napoleón atravesando los Alpes y San Martín surcando los Andes, las cumbres se han convertido en testigos silenciosos de conflictos que han marcado épocas enteras. Este artículo se embarca en un viaje cronológico que desentraña los hitos más significativos, entrando de lleno en las guerras mundiales hasta la mítica guerra soviético-afgana, explorando la evolución de las tropas de montaña en todo momento, y su impacto duradero en la era contemporánea.

Cruce de los Alpes por Aníbal Barca. este fue uno de los logros más celebrados por cualquier fuerza militar en la guerra antigua.Aníbal logró dirigir a su ejército cartaginés sobre los Alpes y hacia Italia para llevar la guerra directamente a la República Romana. Al mando de un ejército multiétnico formado por más de 30.000 hombres a pie, 15.000 a caballo y 38 elefantes, Aníbal lograría cruzar y establecer una base de operaciones para seguir su cruzada contra los Romanos

 

Dos mundos todavía no convergentes

 

Las montañas y las guerras son fenómenos que acompañaron al ser humano durante toda su existencia, uno siendo natural, y el otro, una creación que parece inevitable para el hombre. Aun así, compartirían espacios usualmente distintos en la historia, hasta el siglo XIX, donde la ambición de conquista llegaría a las cumbres, para quedarse.

En un mundo cada vez más convulsionado por conflictos a gran escala, llegaría el momento donde estrategas militares empezarían a cuestionar más seguido el rol de las montañas en la guerra, algo que antiguos militares restaban importancia ya que estos colosos terrestres usualmente significaban la muerte segura para ejércitos mal pertrechados y soldados sin entrenamiento adecuado, aunque hay excepciones como Aníbal, comandante cartaginense, durante la Segunda Guerra Púnica en 218 a. C, cruzando los Alpes para llegar a Roma, con infantería, caballos e incluso elefantes, o como Carlomagno en 773 con la invasión a Lombardía.

Estas proezas quedarían plasmadas como campañas épicas de los ejércitos de antaño, que inspirarían a futuros comandantes a desafiar lo desconocido.
 

Video: Conmemoración de las tropas de montaña Argentinas

 

El sudor ahorra sangre, la sangre ahorra vidas, y el cerebro, las dos cosas

 

Imagina un escenario en el que tropas regulares se adentran en terrenos montañosos. Estas tropas, a diferencia de guerreros acondicionados para dominar la montaña y sus oponentes, carecen del entrenamiento específico y del equipo adaptado necesario para enfrentar los desafíos únicos de este entorno usualmente extremo. Su movilidad se ve limitada por la dificultad para navegar en terrenos empinados y rocosos, exponiéndolas a emboscadas y complicando las maniobras tácticas, ni hablar en contexto de orientación, donde la naturaleza no es tan legible como en llanura.

A medida que avanzan, las tropas regulares experimentan un desgaste físico más rápido debido a la falta de preparación para las demandas físicas de la guerra en montaña. Además, su vulnerabilidad a las condiciones climáticas extremas, como bajas temperaturas y nevadas intensas, afecta su capacidad para operar de manera efectiva en este entorno hostil, con la posibilidad de un resultado letal por cada error cometido, por cada segundo desperdiciado en un lugar del mundo que no perdona.

En contraste, unas tropas con experiencia en montaña, con entrenamiento especializado y equipo adaptado a las necesidades, podrían aprovechar la topografía para ejecutar tácticas eficaces, manteniendo una mayor movilidad y resistencia en condiciones adversas y le darían a una nación la capacidad de maniobrar donde otros no.

 

Cartagineses por el paso de San Bernardo. Era finales de octubre y con clima nevado, la duración de la campaña, la ferocidad de la lucha contra bárbaros locales, y la pérdida de animales minaron la moral de las filas del ejército. Desde sus comienzos en Iberia, las tropas de Aníbal habían estado marchando durante más de cinco meses y el ejército había reducido mucho su tamaño. La mayoría de los combatientes de Aníbal no estaban acostumbrados al frío extremo de los altos Alpes, siendo en su mayoría de África e Iberia.

 

No habrá más Alpes

 

Es al comienzo del siglo, con la era napoleónica, donde dos campañas, Napoleón con su cruce de los Alpes en 1800, y San Martín en 1816 con el titánico cruce de los Andes, que la idea de tropas de montaña se sembraría.

 

Napoleón, genio político militar de su época, buscaba reforzar a sus fuerzas en Italia, asediadas por los austríacos de la segunda coalición, que no esperaban que un ejército francés los emboscara desde las gélidas montañas. Este efecto sorpresa sería un punto esencial para la victoria en la batalla de Marengo, que puso en retirada a todos los ejércitos de Austria en las zonas italianas.

El futuro emperador de Francia ya había sido testigo años antes de que ataques dirigidos por terreno elevado con condiciones climáticas hostiles podían terminar en desastre, como en la batalla de Rivoli, donde regimientos austríacos que debían relevar las defensas de Mantua, intentaron flanquear un ejército francés, atravesando el desafiante monte Baldo, que terminó en una pérdida masiva de tropas austríacas que no estaban preparadas para enfrentar tales condiciones. 

Se aprendieron varias lecciones de los estrepitosos fracasos en montaña, que permitieron a los mariscales de Napoleón hacer las preguntas correctas para planear correctamente el paso de los Alpes, como:

  • ¿Cuál es el límite táctico y móvil de nuestros soldados a pie?
  • ¿Cuánto se puede marchar efectivamente por día? ¿Es el equipo nuestro adecuado?
  • ¿Cómo llevamos los cañones y morteros? 
  • ¿Dónde podemos hacer depósitos de suministros?
  • ¿Cuál ruta tomamos? 
  • ¿Utilizamos mulas o caballos?

 

El Mariscal Berthier, segundo de Napoleón, fue una pieza clave para que la organización y planeamiento del ejército de reserva fueran óptimos en el cruce de los Alpes, y permitieran a esta legión de 40.000 hombres con buen número de cañones, avanzar 160 kilómetros en 6 días.

 

Napoleón cruzando los Alpes por el paso de San Bernardo. Napoleón Bonaparte cruzó las montañas montado sobre una mula, pero le pidió a Jacques-Louis David, pintor a favor de la revolución republicana, que cuando lo pintara, lo representara tranquilo y sobre un caballo blanco, de forma heroica. En la pintura de Paul Delaroche (izquierda), se buscó un tono mucho más realista, donde Napoleón realmente iba sobre una mula, friolento y doblado, con una vestimenta mucho menos ostentosa, siendo guiado por un pasero.

 

Lo que quiero hacer es imposible, pero es indispensable.

 

Del otro lado del océano Atlántico, otro ejército pronto cruzaría en condiciones más hostiles, siendo liderado por el libertador y general argentino José de San Martín.

Durante la liberación latinoamericana del reino español, San Martín se dio cuenta de la imposibilidad de llegar a Lima, la capital del Virreinato del Perú que en ese momento era el centro del poder realista, por el camino del Alto Perú. Cada vez que un ejército realista descendía del altiplano hacia los valles de Salta era vencido; y cada vez que un ejército de las Provincias Unidas se aventuraba en el Alto Perú era derrotado completamente.

Era necesario pensar fuera de la caja para romper el punto muerto.

 

San Martín cruzando las montañas con el famoso ejercito de los Andes. La creación del Ejército de los Andes se conformó con parte del Ejército del Norte, del Litoral y con la incorporación de civiles y gauchos, libertos, indígenas y voluntarios de todas las clases sociales, predominando los sectores populares. Todos recibieron adiestramiento militar en los cuarteles del Campo de Plumerillo. La liberación de los esclavos varones entre 16 a 30 años para ser incorporados al Ejército Libertador fue un cometido revolucionario.

 

El famoso Ejército de los Andes empieza su campaña por la cordillera Andina el 5 de enero de 1817, implementando tropas innovadoras al teatro de operaciones, usando barreteros de minas como zapadores de montaña, y un destacamento de baqueanos que servirían de guías de montaña a las columnas y a las patrullas de exploración, y también para el enlace y transmisión de partes.

El cruce duró 21 días con un recorrido de 750 km, siendo la altitud máxima alcanzada 5000 m.s.n.m. en El Espinacito. A diferencia de Napoleón, San Martín cruzaría en un territorio totalmente agreste, sin posibilidad de reabastecimiento, y con condiciones climáticas extremas. 

 

De orden cerrado a tropas autónomas 

 

Durante todas estas campañas mencionadas anteriormente, los ejércitos de cada nación experimentaban con tropas que pudieran ser más independientes, algo que contrastaba mucho con las formaciones compactas y cerradas de la época, que buscaban poder guiar y convertir a un conjunto de soldados en un bloque por varias razones:

  • Comando y control: antes de la llegada de la radio, las ordenes tenían que ser transmitidas por gritos de mando, tambores o cornetas, algo ya muy difícil entre el humo y el estruendo de la batalla, casi imposible si las tropas se dispersan.
  • Poder de fuego: los mosquetes de anima lisa eran imprecisos pasando los 70 mts, así que el fuego en masa de mosquetes era la mejor forma de infligir un daño físico y psicológico al enemigo.
  • Moral: los soldados estaban mucho más dispuestos a avanzar hacia el peligro, o mantener la línea, si lo hacían juntos como una unidad, animándose mutuamente.
  • Defensa contra caballería la infantería dispersa era blanco fácil para los jinetes, solo manteniéndose juntos podían luchar contra una embestida.

 

Guardia imperial de Napoleón en orden cerrado. La Guardia Imperial era la fuerza de combate de élite de los ejércitos de Napoleón Bonaparte, formada por tropas valientes y experimentadas. Para incorporarse a la Guardia era necesario haber sido soldado durante 10 años, haber servido en al menos dos campañas, saber leer y escribir, y tener buena reputación.

 

El vínculo con el emperador se vio reforzado por su aprobación personal del diseño en cada detalle de sus uniformes. También se aseguró de que la Guardia estuviera mejor pagada, equipada y cuidada que cualquier otra fuerza dentro de sus ejércitos.

El efecto psicológico que producían tanto para amigos como para enemigos en el campo de batalla era inmenso. Para el enemigo, la visión de los morriones de pieles de oso marchando hacia la batalla era un espectáculo aterrador.

 

Desafiando los manuales de combate de la época, la nueva infantería ligera autónoma del siglo XIX desempeñó un papel crucial en los campos de batalla europeos, destacándose por su agilidad, versatilidad y habilidades tácticas avanzadas. Entre estas destacadas unidades se encuentran los Voltigeurs, Jägers, Chasseurs à Pied y los 95th Rifles británicos, cuyo desempeño marcó una era de transformación militar.

Ejércitos como el británico o el francés usaban regimientos enteros de infantería ligera, a veces consideradas unidades de élite debido a la mayor disciplina y entrenamiento requeridos.

A medida que avanzaba el siglo XIX, las diferencias entre infantería ligera y pesada se fueron difuminando.

Los Voltigeurs, originarios del ejército francés, se destacaron por su habilidad en el uso de tácticas de emboscada y su destreza en el combate cuerpo a cuerpo. Estas tropas, expertas en el uso del terreno para ocultarse y sorprender al enemigo, encarnaron la esencia de la infantería ligera. Compartían tareas con los Chasseurs à Pied, por otro lado, se destacaron por su movilidad y versatilidad táctica. Su capacidad para desplazarse rápidamente y adaptarse a diferentes situaciones los convirtió en una fuerza altamente eficiente, capaz de realizar maniobras decisivas en el fragor de la batalla.

Los Jägers alemanes, con su origen en las regiones germánicas, sobresalieron por su precisión en el tiro y su capacidad para operar en terrenos boscosos. Equipados con fusiles de mayor alcance y precisión, los Jägers se convirtieron en una fuerza formidable en el campo de batalla, desafiando las tácticas convencionales de la época.

 

Los 95th Rifles británicos, conocidos por su habilidad en el combate como tiradores eficientes, representaron un cambio significativo en la doctrina militar británica. Equipados con rifles Baker, estos soldados eran expertos en el disparo preciso a larga distancia (alcanzando los 400mts), desafiando las tácticas más convencionales y llevando a cabo operaciones de guerra más flexibles.

 

En conjunto, estas tropas particulares del siglo XIX reflejaron la evolución de las tácticas y estrategias militares de la época. Su agilidad, habilidades tácticas avanzadas y adaptabilidad contribuyeron significativamente a la eficiencia operativa en los campos de batalla del siglo XIX, dejando una huella indeleble en la historia militar de la época.

Los uniformes de la época todavía eran más simbólicos que funcionales, por lo que es normal el uso de Shakos en la infantería ligera como cubrecabezas adornados con insignias regimentales, y colores fuertes en la vestimenta, algo que con el tiempo se terminaría diluyendo con los años en uniformes unicolor y camuflados.

 

Infantería ligera del siglo XIX. De izquierda a derecha: tirador de los 95th rifles, Voltigeur francés, Jager del Imperio Prusiano, y Chasseur a pied francés. El interés por las tácticas de la infantería ligera aumentó en toda Europa después de la batalla de Valmy, donde la infantería de línea prusiana no pudo abrirse paso entre los francotiradores franceses.

 

El efecto Alpini

 

A finales del siglo XIX, la Unificación de Italia finalizó con un estado poderoso, y para sus vecinos, peligroso. El ejército francés vió este cambio geopolítico como una amenaza potencial para su frontera alpina, especialmente porque el ejército italiano ya estaba creando tropas especializadas en la guerra de montaña, los Alpini. Francia respondió creando sus propias tropas de montaña, los Chasseur Alpine.

Italia formaría los Alpini en 1872 con la emergente necesidad de unidades militares de montaña especialmente entrenadas después de darse cuenta de que no podían movilizar y entrenar tropas lo suficientemente rápido para defender eficazmente sus territorios montañosos de un país invasor a lo largo de su frontera norte. Con el 85% de las fronteras terrestres categorizadas como montañosas, varios países empezarían a copiar a los italianos, siendo los franceses los primeros en sumarse al “efecto Alpini”.

 

Comparativa de los Chasseurs Alpine (izquierda) y las tropas Alpini (derecha). Estas emblemáticas tropas irían acompañadas de tradiciones e insignias y al día de hoy, varias siguen latentes. Los alpini portarían su capelo alpino (gorra) distintiva mientras los cazadores franceses llevarían en su equipo su famoso Canne de poilu “bastón peludo” y voluminosas boinas. No es raro que las tropas más tenaces se ganen apodos, para los franceses serían los “Diables Bleus / diablos azules” por su vestimenta azul Francia, y para los alpini, “le penne nere/ los pluma negra” por su adorno de cabeza.

 

Esto es una guerra para acabar con todas las guerras

 

Entrando en el siglo XX, la industrialización y expansión de imperios precipitó al mundo a una Gran guerra, la primera guerra mundial. Este conflicto global llevó la guerra a todos los rincones del planeta, siendo Europa el foco principal, donde los imperios beligerantes se disputaron tierras y colonias.

Italia, enemistada con las fuerzas centrales de Alemania y el imperio Austro-húngaro, desata una serie de combates en los Alpes, que se convertirían en los primeros donde la montaña es el centro de atención. este acontecimiento sería llamado “la Guerra Blanca”. 

 

Alpenjager Aleman en las alturas alpinas. El combate en la montaña tiene la particularidad de que abarca tanto el combate cuerpo a cuerpo para reclamar una cima, como los enfrentamientos a larga distancia, de montaña a montaña. Los regimientos alpinos eran tierra fértil para francotiradores de precisión quirúrgica y valientes tropas de asalto que tomaban cumbres a capa y espada.

 

Ni en el barro empapado de sangre de Flandes, el soldado lleva una existencia tan ardua como aquí, en el techo del mundo.

 

La Guerra Blanca es el nombre que se le dió a los combates en el sector alpino de gran altitud del frente italiano durante la Primera Guerra Mundial, principalmente en los Dolomitas, los Alpes de Ortles-Cevedale y los Alpes de Adamello-Presanella. Más de dos tercios de esta zona de conflicto se encuentran a una altitud superior a los 2.000 m, llegando a los 3.905 m en el monte Ortler.

El gran desafío para ambos ejércitos fue combatir en un entorno tan hostil. La dificultad del terreno obligaba a transportar los suministros a lomo de animales o de los propios hombres, incluida artillería pesada y municiones. A medida que el conflicto transcurrió, se desarrolló una red de caminos, sendas de mulas y pasadizos de hielo. Con el tiempo también se construyeron teleféricos, esta obra en sí misma era difícil, peligrosa y agotadora.

 

Tropas italianas subiendo artillería a las montañas. Algunas naciones trataron la artillería de montaña como una rama separada, en otras era una especialidad de otra rama de artillería. Se acostumbra usar armas ligeras u obuses, generalmente diseñados para el transporte en animales de carga y fácilmente descompuestos en pequeñas cargas fáciles de manejar.

 

Vías Ferratas/Klettersteigs. Para ayudar a las tropas a moverse a gran altura en condiciones muy difíciles, se fijaron líneas permanentes en las paredes rocosas y se instalaron escaleras para que las tropas pudieran ascender por paredes empinadas. Para algunas unidades, estos caminos de hierro eran la única forma de entrada y salida al frente. Todavía existen, pero requieren equipo de seguridad adecuado y técnica para las alturas. están Calificadas de 1A (fácil) a 4D (difícil).

 

En las altas montañas alpinas, las temperaturas varían mucho: por encima de los 2.500 metros, las temperaturas bajo cero y tormentas de nieve son normales, incluso en verano. En invierno, durante la guerra, se registraron temperaturas de hasta -35°. Los inviernos de 1916 y 1917 trajeron algunas de las nevadas más intensas del siglo, con las laderas de las montañas a menudo bajo 8 metros de nieve, tres veces el promedio anual. Esto hizo extremadamente difícil permanecer en altitudes elevadas, lo que obligó a los hombres a cavar y barrer la nieve continuamente debido al riesgo de avalanchas, que terminarían reclamando aproximadamente 5.000 almas durante la guerra. 

Ambos ejércitos, desde el inicio del conflicto, iniciaron el constante trabajo de excavación de cuevas, túneles, fortalezas, trincheras, pasarelas, refugios y depósitos subterráneos, lo que llevó a la creación de pueblos enteros bajo tierra relativamente a salvo del fuego enemigo. Monte Piana y Col di Lana son buenos ejemplos de este tipo de estructuras, con impresionantes sistemas defensivos. Otros ejemplos se pueden encontrar en Sass de Stria, con grandes túneles y trincheras, y en Lagazuoi, mucho más excavada que cualquier otra montaña de los Dolomitas; en su interior se libró una sangrienta batalla dentro de las minas.

 

Fortaleza italiana fort Corbin. Su construcción se inició en 1906 sobre un acantilado que daba al valle del río Astico y su finalidad era dotar al valle de una adecuada defensa contra una eventual invasión austrohúngara. Aunque fue diseñada para ser una de las fortalezas más poderosas de la zona, su papel durante la guerra fue sólo marginal. Hoy se encuentra abandonada, desprovista de todos sus cañones.

 

Fortaleza Austro-húngara, Fort Hensel. Este fuerte se convirtió en uno de los principales objetivos de la artillería italiana desde las cimas del valle de Dogna, a lo largo de la antigua frontera. Sólo en el verano de 1915 se dispararon más de dos mil proyectiles de alto calibre, mientras que durante toda la guerra se contaron alrededor de 4.500 proyectiles, lo que provocó que el fuerte quedara reducido a un montón de escombros.

 

De guerra estática, a la guerra relámpago

 

La “Gran Guerra” no terminó con las guerras, como muchos habían esperanzado, y muchos de los países que anticipan un nuevo conflicto mundial, trataron de prepararse en el período de entreguerras, Alemania fue uno de ellos.

Para 1930 ya Alemania se había rebuscado la forma de saltearse las leyes impuestas por el tratado de Versalles, la famosa penitencia alemana por haber perdido la 1°er guerra mundial. Una de estas leyes imponía una restricción casi total sobre armamento y capacidad militar, por lo que Alemania busco hacer las cosas mientras las catalogaba bajo alguna actividad civil permitida, aunque cada año, los deslices eran más evidentes y obscenos.

Esta nueva guerra no tendría la misma fórmula que la anterior, esta guerra traería nuevas armas, nuevos materiales, y una forma de guerra que exigía pelear en todo tipo de climas, de frio extremo finlandés, a calor mortal en áfrica, a selvas y pantanos en el pacifico, y obviamente, montañas en casi todos los teatros de operaciones.

 

Postal del equipo de las tropas de montaña alemanas, los Gebirgsjagers. En la postal se observa una bergmutze (gorra), un rifle Mauser Kar98K, el estándar para el ejército en la época, y elementos de escalada y montaña como soga de 10 mm y piqueta estilo “Aschenbrenner" Führerpickel (piqueta de guía), sobre una mochila de montaña.

 

¡ Hórrido ! 

 

Pocas secciones del ejército alemán estuvieron en tantos frentes sino en todos, como los cazadores de montaña, los gebirgsjagers.

Desde 1940, con el estreno de la guerra relámpago, hasta el final de la guerra, con la defensa de su patria, los cazadores estuvieron en todos lados y en los eventos más desafiantes:

  • Invasión a Polonia.
  • Invasión a la Unión soviética.
  • Batalla de Narvik.
  • Contraofensiva contra la línea Metaxas.
  • Campaña en el norte de África.
  • Campaña finlandesa.
  • Invasión al Cáucaso.
  • Invasión y combate anti partisano en los Balcanes.
  • Invasión de Creta

Gebirgsjäger asciende con todo sus pertrechos y Kar98k durante operaciones militares. 1941

 

¿Quiénes eran los Gebirgsjagers?

 

Todo empieza en la guerra anterior, con sus pares Austriacos.

La tropa de montaña de Austria tiene sus raíces en los tres regimientos Landesschützen del Imperio Austro-húngaro, y la tropa de montaña de Alemania de los Alpenkorps (cuerpos alpinos) de la Primera Guerra Mundial. La infantería de montaña de ambos países comparte la insignia Edelweiss,  establecida en 1907 como símbolo de los regimientos Landesschützen austrohúngaros por el emperador Francisco José I. Estas tropas llevaban la Edelweiss en el cuello del uniforme.
​Cuando los Alpenkorps sirvieron junto a los Landesschützen en la frontera sur de Austria contra las fuerzas italianas a partir de mayo de 1915, los Landesschützen honraron a los hombres de los Alpenkorps otorgándoles su propia insignia: la Edelweiss.

 

Dibujo de un Gebirgsjager con su insignia de Edelweiss. Las tropas de montaña alemanas y austriacas adoptaron esta flor de montaña como insignia distintiva de su unidad. El Edelweiss simboliza destreza marcial, valentía, belleza agreste y pureza para muchas personas que vivieron en la región de los Alpes durante siglos.

 

El día de las Edelweiss se celebra el 5 de marzo. Según la tradición popular, regalar esta flor a un ser querido es una promesa de dedicación.


Dado que los requisitos para los reclutas mantienen un alto nivel, las tropas de montaña alemanas constituyen un cuerpo selecto. En tiempos de paz, el servicio de montaña era muy popular en Alemania. A pesar de los peligros del alpinismo, el número de aspirantes a este era grande. Los reclutas aceptados procedían principalmente de las regiones montañosas de Baviera y Austria, donde la dura vida al aire libre y la tradición montañista de la gente produjeron candidatos que estaban idealmente calificados para el servicio en unidades de montaña.

Los alemanes enfatizaron el entrenamiento premilitar de los jóvenes para el servicio de montaña. Los muchachos seleccionados para el entrenamiento en montaña eran nativos de países montañosos o de ciudades como Múnich, desde donde se puede acceder fácilmente a las montañas. Esta formación continuaba cuando los jóvenes ingresaban en el Cuerpo de Trabajo (Reichsarbeitsdienst), donde los jóvenes, usualmente desempleados por la gran depresión, aprendían oficios y se introducían en la labor dentro de una organización. 
La fase secundaria de la formación de jóvenes hizo hincapié en el trabajo duro relacionado con un programa de logística y otorgó un lugar subordinado a la orientación, las caminatas de montaña, la escalada en roca, el conocimiento del clima, los métodos de vida en las montañas y la integridad física adecuada para los adolescentes. 
​Como resultado de este programa preliminar de entrenamiento, muchos candidatos aceptados para las unidades de montaña del ejército tenían una excelente formación en todas las actividades de montañismo, como orientación, organización de personal, cabuyería, vivaqueo, autonomía en terreno, etc.

 

Comandante de tropas de montaña Julius “papa” Ringel. Los fusileros de las divisiones de montaña establecían lazos muy estrechos con sus comandantes. Por un lado, todos compartían las mismas adversidades ya que los oficiales de montaña no solían quedarse en la base, lo que creaba una confianza mutua y respeto. Pero, además, los mandos no dejaban de preocuparse por el bienestar de sus hombres y se aproximaban a ellos de forma paternal, en una extensión del sentimiento de guía de montaña.



​Como tropas de élite, las unidades de montaña alemanas estaban preparadas para improvisar según lo dicte la situación. En Grecia, utilizaron embarcaciones de vela nativas para el suministro y los movimientos de flanqueo. Volaron en la batalla de Creta y se lanzaron en paracaídas para apoyar a las fuerzas asediadas del general Dietl en Narvik.
Su experiencia de batalla es muy variada ya que lucharon en todos los frentes; la 1°ra División de Montaña ha luchado en Polonia, Francia, los Balcanes, el sur de Rusia y el Cáucaso; la 3°ra División de Montaña ha luchado en Polonia, Noruega, Laponia y el sur de Rusia. A fines de 1943 y principios de 1944, cuando disminuyó la necesidad de tropas alpinas en el sur de los Balcanes, los alpinistas se retiraron de las zonas de combate y formaron batallones independientes de alta montaña.

 

"Barbudo y de piernas potentes, cercano a la naturaleza y conmovedor, desafiante y leal. Así es el típico "Gebirgsjäger". Siempre dispuesto a atreverse a la próxima misión con sus compañeros de montaña."  -Slogan Gebirgsjager en una revista Signal (revista sobre logros militares de la época)

 

Un ascenso hacia la paz y los conflictos contemporáneos

 

Aunque nunca debemos olvidar que sirvieron a un régimen que merecía la derrota, los Gebirgsjägers poseían una cualidad derivada de su ethos montañero que era capaz de resistir, trascender y sobrevivir.

Los Gebirgsjäger de Alemania y Austria de la posguerra sirvieron a la causa de la libertad y la reconstrucción del mundo.

Tal vez al exigirse más en las alturas del mundo, encontraron un lugar en el futuro para levantarlo de las profundidades en las que habían caído.

La guerra fría mantuvo a las tropas de montaña hasta el día de hoy listas y preparadas para cualquier tipo de enfrentamiento. Siempre priorizando la calidad sobre la cantidad, las tropas de montaña son siempre vistas como unidades de elite, con una aptitud física y mental por encima del soldado de línea estándar.

 

Gebirgsjagers de la Bundeswehr de Alemania. Estos Jagers visten uniformes miméticos de camuflaje Flecktarn y van armados con rifles G36, el “camarada” mula los acompaña detrás, ayudando a portear equipamiento pesado desde siglos atrás

 

Video: Gebirgsjagers de la Bundeswehr en el entrenamiento de escuadra

 

Las heridas que le infligimos a la Unión Soviética la dividieron en quince partes.

 

Durante la guerra fría, las grandes naciones, Estados Unidos y la Unión Soviética, combatirían a través de otras naciones más pequeñas de manera indirecta, ya sea apoyando un grupo político que favorecía sus ideales, otorgándoles suministros de municiones, armas, inteligencia, vehículos  o tropas de incognito. Hubo dos grandes conflictos donde estas superpotencias se dejaron ver, y ambas, fracasaron por desgaste.

Estados unidos probaría el sabor amargo de la derrota en Vietnam, donde el Vietcong, haciendo la guerra de guerrillas demostraría que el terreno, en este caso la jungla, podía ser un punto crítico para la victoria. 

Años después, la Unión Soviética invadiría Afganistán, y sus contrincantes, los muyahidines, también llamados rebeldes musulmanes, guerrilleros o "hombres de la montaña", aprovecharían las alturas para darle fin a los invasores soviéticos.

 

Musulmanes armados. El término muyahidín es utilizado en un contexto religioso por los musulmanes para referirse a aquellos involucrados en una lucha de cualquier naturaleza por el bien del islam, comúnmente conocida como una yihad.  Los muyahidines afganos estaban formados por numerosos grupos que diferían entre sí por líneas étnicas e ideológicas, pero que estaban unidos por sus objetivos anticomunistas y pro islámicos.

 

¿Qué pasa? ¿Nos quedamos sin soldados?

 

Los Muyahidines no serían los primeros civiles en darles una paliza a soldados entrenados, ya los vietnamitas se las habían arreglado para detener a las tropas americanas en su patria, tal como lo hicieron con los franceses años antes en la guerra de Indochina, donde Francia intentó  recuperar su poderío en las colonias.

Ya en la segunda guerra mundial los partisanos soviéticos, polacos, franceses, y de muchísimas naciones más que fueron subyugadas por los alemanes, dejarían evidencia de la pesadilla que pueden ser las tropas clandestinas contra un ejército de ocupación.

Aunque algunas tropas calificadas formaban parte de estas organizaciones clandestinas, a causa de su experiencia y sabiduría, eran más útiles siendo instructores formando mejores combatientes, para poder sacar el mejor beneficio de su escaso número en las filas clandestinas.

Para el caso muyahidín, el ejército afgano debía apoyar al  gobierno pro-soviético durante la invasión, algo que muchos no simpatizaban, uniéndose masivamente a las filas de los musulmanes anticomunistas.

 

Muyahidines apostados en las alturas: La mayoría de sus armas eran soviéticas, aunque también EEUU les dió acceso a varias armas de rezago para aumentar su poder de fuego. Su entrenamiento era ínfimo, pero su ferviente fe y habilidad como locales en las montañas les dieron una ventaja que los soviéticos subestimaron.


Video: Gebirgsjagers de la Wehrmacht en acción. Operación Edelweiss en el frente del Caucaso

 

Ausencia de tropas idóneas, una carencia compartida

 

Los Soviéticos enfatizaron desde la segunda guerra mundial varias tropas especialistas, dentro de ellas los esquiadores siberianos, fuerzas especiales de variada índole, paracaidistas de alta performance, pero hasta el día de hoy, no acostumbran tener un plantel permanente de tropas de montaña más que batallones motorizados con la denominación “de montaña” dentro del nombre.

Existen algunos paralelismos sorprendentes entre el desempeño soviético en Afganistán y el desempeño de Estados Unidos en Vietnam. Al igual que Estados Unidos, los soviéticos tuvieron que reestructurar y reentrenar su fuerza mientras estaban en la zona de combate. Con el tiempo, las escuelas militares y las áreas de entrenamiento comenzaron a incorporar la experiencia de combate de Afganistán y a capacitar personal para el servicio en aquella área. En muchos distritos surgieron centros de entrenamiento de guerra de montaña. Sin embargo, a diferencia del ejército de los Estados Unidos, la guerra de Afganistán no fue una experiencia íntegra  para el cuerpo de oficiales. Apenas el 10% de los oficiales soviéticos de fusileros motorizados, blindados, de aviación y de artillería sirvieron en Afganistán. Sin embargo, la mayoría de los oficiales aerotransportados, de asalto aéreo y Spetsnaz (fuerzas especiales) sí sirvieron en Afganistán.

 

Tropas soviéticas repeliendo una emboscada muyahidín. Los soviéticos estaban forzados a pegarse a los caminos y carreteras que, predecibles y al descubierto, convertían en presa fácil a los Convoys soviéticos. Agregado a las grandes pérdidas de material militar, 15.000 soldados de la Unión Soviética encontrarían su final en Afganistán.

 

Las tropas soviéticas, al igual que en la famosa guerra de invierno finlandesa, se apegarían a las rutas y caminos, evitando adentrarse en zonas boscosas y de montaña, dejándole el trabajo sucio a los Spetsnaz, en caso que hubiere que infiltrarse montaña adentro.

Constantemente las líneas soviéticas eran hostigadas por tropas muyahidín que se desvanecían en las mesetas, era tal el daño logístico que se les infligía que los soldados recurrían a vender la munición a los talibanes locales a cambio de comida. Obvio que esa munición podía caer en manos equivocadas, por lo que hervían la munición antes de venderla, para evitar su funcionamiento (científicamente no comprobado).

 

Spetsnaz, las famosas fuerzas especiales soviéticas/rusas, en las montañas de Afghanistan. No sería la primera vez que un país decide usar fuerzas especiales en vez de tropas especiales para la montaña, aun así, estos tipos duros son considerados una de las mejores fuerzas especiales del mundo, siempre primeros en las incursiones y misiones más desafiantes en la guerra Soviética-afgana.

 

Historia vitae magistra: la historia es la maestra de la vida​

 

Y llegamos a nuestro tiempo, donde aún nos acompañan las montañas y las guerras, el lápiz de la historia sigue escribiendo, y las tropas de montaña, siguen latentes.

Esperemos algún día las guerras queden enjauladas en museos y libros, y las montañas enmarcadas en un ámbito de respeto y preservación para futuros montañistas que deseen visitarlas.

Mucho se puede aprender de estos guerreros de montaña que leímos hace un rato, que tuvieron que pelear contra dos oponentes al mismo tiempo, tanto el clima extremo como sus fervientes enemigos, que nunca dieron tregua.

Por el momento, podemos profundizar su estudio en muchas de sus áreas, y analizar sus estrategias y tácticas, aprender qué comían y consumían para seguir adelante, la cultura y ritos que los componían como seres humanos, sus armas y equipamiento para la altura, sus pesados uniformes y pomposas insignias.

Por eso los invito a compartir próximos artículos y adentrarnos en la historia de estos personajes de altura, y aprender un poco sobre los que nos precedieron.

 

Recreación histórica de cazadores de montaña alemanes, los famosos Gebirgsjagers. a mi izquierda, mi colega Arnoldo Ibáñez, y Leonardo L. Arko (Yo), a la derecha.

 

Si te interesa saber más sobre la historia y la recreación histórica de tropas de montaña, no dudes en contactarme en https://oberjagerarko.weebly.com/

 

Leonardo Arko


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| COMENTARIOS(2)


06/03/24 07:47
Damián F. L. Raising:
¡Me encantó!. Muy buena publicación.

12/03/24 11:21
Maria Alejandra Polito :
Felicitaciones. Una reseña perfecta desde lo histórico, táctico y técnico.

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