Esta es la primera entrega que realiza el Centro Cultural Argentino de Montaña de cinco artículos sobre la antología de talleres de escritura “Decir, decirnos …” realizados por la fundación El Abra con los vecinos de la ciudad de Cachi en la provincia de Salta, con la coordinación y guía de María Sara Ruiz
En esta nota, les comparto experiencias del taller de escritura “Decir, decirnos…” llevado a cabo con vecinos de Cachi de cuyos logros me siento orgullosa. El taller fue para nosotros a nivel personal y como comunidad un maravilloso vehículo de aprendizaje y crecimiento.
A principios del 2020, en el marco del Plan del Alto Valle Calchaquí, la Fundación Grupo El Abra me convocó para dictar un Ciclo de Talleres destinados a los vecinos de Cachi. El sentido de los mismos debía ser definir un espacio de diálogo que nos permitiera abordar temas imprescindibles, ejercitarnos en la escucha respetuosa y expresarse sin miedos.
El taller de escritura “Decir, decirnos…” formó parte del Programa de Capacitación dirigido a las Comunidades del Alto Valle Calchaquí, siendo una herramienta para promover la valoración de las raíces culturales y su continuidad en el presente. Fui su creadora y coordinadora y se desarrolló durante los años 2020 y 2021, en el marco del “Plan del Alto Valle Calchaquí”, cofinanciado por la Unión Europea
Finalizada esta experiencia, algunos participantes manifestaron su necesidad de escribir textos que dejaran constancia de la riqueza cultural que resguardan. Así surgió la Antología “Decir, decirnos…” que se constituyó en una oportunidad para seguir profundizando en la lectura y en la escritura.
Esta Antología de los Talleres de Escritura, que el Centro Cultural Argentino de Montaña comienza a publicar en mos, los puentes de palaesta nota, fue editada en formato papel por la Fundación Grupo El Abra.
Sobre esta Antología su creadora anticipa que “Lo que leeremos busca apresar, al menos fugazmente, el diálogo que compartimos que nos hizo sentir hermanadamente humanos”.
Los invitamos a leer a continuación las dos primeras narraciones de la once que contiene la Antología las que tienen la particularidad de que sus autoras son madre e hija.
LA AGRICULTORA
Por Irma Humano
A mi querida tía Victoria
Su cuerpo robusto, su cabellera abundante, su sombrero lapacho. Sus ojos negros tapando con su sonrisa la mirada silenciosa de su fragilidad.
Su tez morena, sus manos curtidas, teñidas por los rayos de sol y los fríos del invierno, muestran las marcas de cada labor.
Mujer valiente del campo, no le teme al trabajo. Con el sol a sus espaldas, sale con alegría cada mañana a su sublime misión, soñando con una buena cosecha.
Pala, pico y azadón son las armas que sus vigorosos brazos manipulan diariamente, para verse reflejada en el verdor y los coloridos frutos de las plantas a las que tanto amor le sabe dar.
Al caer la tarde regresa a su casa con la herramienta al hombro, detiene sus brazos en un jarro de mate y deja reposar su cuerpo cansado, para el día siguiente volver a empezar.
Bendice, Señor, las semillas que sus manos dejan caer.
Irma Humano se presenta a sí misma de esta manera:
Soy cacheña de pura cepa. Comparto mi vida con mis cuatro hijos. También tengo dos nietas.
Me gusta leer y me gusta escribir sobre las vivencias de mi gente.
Estoy orgullosa de mi cultura, la conservo y la transmito en cada acción de mi vida.
CRISTINA
Por Aldana Yapura
Mujer especial con buenas actitudes, le sonríe a la vida sin temor a nada, ella vive sin preocupación, a pesar de su edad no entiende mucho de obligaciones.
Su discapacidad parece ser un arte, una forma bella de vivir con sus diferentes habilidades.
Su única escuela fue el hogar, en medio de los cerros, donde creció huérfana de su mamá. Con mirada fija intenta contar sus historias.
Todos los días sale a cuidar sus ovejas mañeras, que la enfurece un poco porque salen hambrientas y sedientas del corral, pero cuando ya están tranquilas se toma su tiempo y saca su bolsa de coca para descansar.
Cuando el sol va cayendo, mostrando su color naranja amarillento, junta su rebaño para volver al corral.
Esta es la vida de Cristina, mujer de campo, mujer resiliente, mujer única que me enseña lo más valioso de la vida.
Así se presenta a sí misma la autora del texto:
Nací en Cachi. Tengo 13 años. En estos talleres aprendí mucho de las experiencias de vida de nuestros padres y abuelos. Eso me ayuda a revalorizar la cultura de mi pueblo y a enriquecer mi autoestima.
La Profesora María Sara Ruiz nos describe el trabajo de los Talleres con estas palabras:” En este marco, fuimos repensando juntos la autoestima personal y comunitaria; además de la cultura vallista, el patrimonio cultural, el valor de la lengua regional además de los valores humanos presentes en el legado de los abuelos. Todos nos enriquecemos y todos los participantes lograron fortalecerse, reconociendo su forma de ser y estar en el mundo. El taller se desarrolló durante ocho encuentros presenciales en los cuales se pudo comprobar que escribir nos enriquece y nos ayuda a entrar en contacto con vivencias propias y colectivas. Todos coincidimos en que fue una experiencia en donde fue posible ejercer y compartir nuestro Derecho a la Palabra.”
Agregando también estos conceptos sobre el desarrollo de los encuentros: “Como suele ocurrir en estos casos, lectura y escritura se fundieron en un círculo amoroso. Los textos de autores cercanos y lejanos en el espacio y en el tiempo se resignifican, se entrelazaron con las vivencias personales, convocaron profundidades y horizontes que siempre habían estado allí y ahora podían expresarse con fuerza, con originalidad y con sencillez”
“El taller se desarrolló durante ocho encuentros presenciales en los cuales se pudo comprobar que escribir nos enriquece y nos ayuda a entrar en contacto con vivencias propias y colectivas. Todos coincidimos en que fue una experiencia en donde fue posible ejercer y compartir nuestro Derecho a la Palabra”
“Como suele ocurrir en estos casos, lectura y escritura se fundieron en un círculo amoroso. Los textos de autores cercanos y lejanos en el espacio y en el tiempo se resignifican, se entrelazaron con las vivencias personales, convocaron profundidades y horizontes que siempre habían estado allí y ahora podían expresarse con fuerza, con originalidad y con sencillez”.
La lectura de estos textos narrados desde el corazón nos conmueve por la profundidad de lo logrado a través de la escritura que resultó ser, por propia decisión de los participantes, un vehículo de autoconocimiento y de revalorización individual y de la comunidad. Seguiremos compartiendo en las próximas notas los frutos de estos encuentros acompañando el camino iniciado por sus protagonistas.
María Sara Ruiz es profesora de castellano, Literatura y Latín además de poeta y narradora, coordina Talleres de Lectura y Escritura Vivencial desde 1988.
Centro cultural Argentino de Montaña 2023