La cercanía de la ciudad capital de Jujuy y su elevación hacen del Cerro Negro una montaña atractiva para ascender, la autora nos entrega un relato de su experiencia ,con otros compañeros, ocurrida en Octubre del 2020, en el que incluye referencias geográficas e históricas de la zona.
Integrantes: Nicolás González, Alejandra Salvador y Eduardo López Jordán
Cargueros: Octavio Aparicio
Puestero: Bernardo
El Cerro Negro de 5050 metros está situado en la zona de San Antonio, en las proximidades de la capital jujeña. Su cumbre la comparte con la provincia de Salta.
Se encuentra en el área del distrito minero Cerro Purma, que abarca una extensión aproximada de 100 km² y tiene como base la mina El Porvenir, localmente llamada Mina Cerro Negro y otras minas de menor importancia. Esta mina fue el centro de una importante explotación minera que se desarrolló entre los años de 1924 y 1948. El principal mineral extraído era el plomo. La consecuencia de la expansión de esta actividad fue el considerable aumento de la población transitoria en el lugar.
La actividad de la mina requirió la construcción de un camino que permitiera el acceso de camiones. Los trabajadores llegaban con sus contratistas por los caminos de la puna, tanto desde San Antonio de los Cobres, desde otras partes de Salta, como también de la puna jujeña y de San Salvador de Jujuy. Otros eran oriundos de los países limítrofes, Bolivia y Chile. Según los relatos, llegaron a trabajar más de doscientas personas en la mina.
El local de la antigua escuela era utilizado como Sala de la Mina, donde se encontraba la proveeduría general y el almacén. Allí guardaban los víveres para las diferentes cuadrillas. Desde ese sitio salían los diferentes grupos de mineros hacia las montañas (Cerro Purma, Cerro Bayo, etc.), donde se encontraban los socavones de las minas, para trabajar durante una temporada que podía durar entre tres y cinco meses corridos.
El trabajo no se detenía ni en invierno ni en verano. Desde las montañas trasladaban el mineral con mulas cargueras hasta un lugar que se llamaba La Concentración, donde separaba el mineral y lo embolsaban para cargarlo directamente en los camiones.
La mina dejó de funcionar en el año 1948, las razones son aún confusas. Algunas personas comentan que ya no quedaba plomo en la zona y otras opinan que la mina se cerró después de la muerte del señor Conde, capataz de la mina, quien había fallecido por un accidente de camión mientras bajaba de la mina.
La vida en Cerro Negro era bastante similar a la que se observa actualmente. Las familias criaban ganado vacuno, ovino y caprino para la producción de carne y quesos. Las familias que vivían en donde era posible el cultivo, producían maíz, habas, arvejas, papas y yacón. Conservaban las papas en pozos realizados en el suelo y tapados con paja, y realizaban charqui y chalona con la carne.
Cada familia tenía una casa y un puesto de altura, ya que la ganadería era trashumante. Durante la época de sequía, se trasladaban con los rebaños de cabras y ovejas hacia los puestos de altura, donde todavía había pasturas. Allí se quedaban hasta noviembre-diciembre, cuando comenzaban las lluvias. También realizaban un viaje al año por un camino que cruza las montañas de Cerro Negro y desemboca en las Salinas Grandes, para buscar sal para los animales. Algunas personas directamente extraían la sal con pico y pala, mientras que otras personas intercambiaban sus quesos, charqui y chalona por los panes de sal ya cortados por los pobladores del lugar.
En esos años, al igual que en la actualidad, los pobladores de Cerro Negro bajaban a San Antonio y las zonas urbanas adyacentes, a vender sus quesos y a comprar mercaderías, así como también a intercambiar sus productos por maíz y frangollo, que se producían en la zona rural del valle de San Antonio.
En esos momentos, la producción doméstica les permitía a las familias un autoabastecimiento más completo que el que logran actualmente, debido principalmente a la escasez de mano de obra familiar, a los cambios en los hábitos de consumo y al surgimiento de nuevas necesidades.
Con el paso del tiempo, se fueron produciendo transformaciones socio-culturales y político-económicas en toda la sociedad, que se extendieron progresivamente hacia las zonas rurales, hasta llegar a lugares apartados como Cerro Negro. La población residente en Cerro Negro comenzó a disminuir. Muchos jóvenes comenzaron a emigrar a las zonas urbanas en busca de trabajo asalariado y de nuevas posibilidades para sus hijos. Las necesidades de educación y el acceso a las comodidades que brinda la vida urbana fueron algunos de los factores que expresaron como causas de estos movimientos de población.
El acceso a la zona de Cerro Negro se realiza únicamente a pie o a caballo, por lo que los caballos y las mulas son los medios de transporte fundamentales para las personas y para subir todo tipo de cargas.
Existen tres caminos, los dos más utilizados se inician desde Los Morados. Estos llevan un promedio de ocho a diez horas a pie o seis horas a caballo. El tercer camino, menos utilizado, sale desde Pueblo Viejo, cerca del pueblo de San Antonio y cruza tres ríos, por lo cual también queda aislado durante el verano.
Para quienes buscar realizar el ascenso al Cerro Negro, en la actualidad, el acceso es por los caminos construidos por gente que trabajaba en esta mina. En la actualidad se encuentran deteriorados. Hay otra opción de ir y es por el río Negro. Es más corto el trayecto, pero no es recomendable porque es todo piedra, sin sendero y hay que cruzar el río numerosas veces.
Se recomienda no hacer esta expedición en los meses de diciembre, enero, febrero, marzo y casi, abril. Es una zona donde llueve mucho y los ríos aumentan su caudal significativamente.
El primer día, el 7 de octubre de 2022, el grupo arrancó desde Los Morados (1727 metros) a orillas del río con ese nombre, que según la época puede ser más o menos caudaloso.
Luego caminamos unos 24 kilómetros hasta la escuela Nº 104 del Cerro Negro. Esta escuela dejó de funcionar en el año 1994 por falta de población escolar. Era una escuela albergue y asistían alrededor entre treinta y cuarenta niños del lugar. En ella, la directora no sólo era docente sino que también oficiaba de enfermera, partera y amiga de muchas personas del lugar.
En la marcha que hicimos hasta esa escuela, los paisajes fueron increíbles.
Se pasa cerca del puesto de Don Soto, de Bauza y otro más y en el trayecto se atraviesan tres arroyos pequeños. Durante el recorrido se divisan muchas cumbres como las del General Güemes, Payos, Purma, Cortaderal, Altos del Cimarrón, entre otras. Las cascadas de hielo a la distancia y los senderos te invitan a realizar otras expediciones en el futuro. Si se tiene suerte, como la tuvimos nosotros, hasta se puede ver fauna autóctona como los chanchos del monte, cóndores y tarucas.
Luego de diez horas de caminata, llegamos a la escuela del Cerro Negro (3000 metros) que funcionó hasta 1994.
Allí nos encontramos con Bernardo, el encargado de la misma. Su familia vivió allí siempre y él es hoy quien continúa ese legado. Solo con sus animales, Bernardo nos atiende de una manera maravillosa. Atento, alegre, charlatán. Si no hubiera sido porque teníamos que seguir nuestro ascenso, daba para quedarse a charlar y charlar y escuchar las anécdotas y curiosidades de esa zona.
Arrancamos tipo nueve hacia Concentración, uno de los varios puntos de operación que tenía la mina. Caminamos aproximadamente seis horas, pasando por una excavación realizada en la roca que oficiaba de polvorín de la minera .
Nuevamente, los paisajes eran alucinantes .
Al llegar, nos encontramos con restos de lo que algún día fuera un área llena de actividad y gente. Construcciones algo derrumbadas y ya sin techo, una camioneta totalmente oxidada. Todo era vestigio de un pasado a 3936 metros de altura .
Armamos la carpa. El clima era hermoso. Remojamos nuestros pies en el arroyo que pasaba al lado de la carpa. Jugamos a controlar cuánto tiempo aguantamos con los pies debajo del agua. Veinte segundos fue lo máximo!!!!! Programamos la ruta a seguir y nos fuimos a dormir.
Al tercer día, arrancamos a las cinco de la mañana. Estaba frío y ventoso. Nos esperaba un desnivel de casi 1100 metros. Siguiendo el arroyo, empezamos a subir. A la hora, yo decido volverme. Me parecía que era el momento para hacerlo, más arriba no me iban a dejar bajar sola y yo quería que ellos siguieran. Así es que, a los treinta minutos de caminata, a través de la radio, les aviso que ya estaba en la carpa. Nico y Edu seguían en carrera. Nos comunicábamos a cada rato y me daba cuenta que el viento era cada vez más fuerte .
En el campamento también se hacía notar. A las 9:20 horas. hicieron cumbre , pero no podían comunicarse conmigo por el viento.
Apenas pudieron sacarse una foto y hacer un video. Abrazos, disfrute y a bajar. Mientras tanto, yo empezaba a desarmar el campamento. Tipo doce del mediodía, llegan al campamento. Abrazos cumbreros, comer un poco y a seguir hasta la escuela. Fueron doce horas para ellos. Ya en la escuela, preparamos una rica polenta con salsa y queso en una cocina de hierro calentada con leña. Nos deslumbró una luna llena increíble y tuvimos otra noche más bajo un cielo estrellado y de pura felicidad.
Al cuarto día, el 10 de octubre, luego de despedirnos de Bernardo y de las fotos y de intercambiar saludos, comenzamos nuestro regreso. Fueron nuevamente diez horas de caminata. Podría haber sido un poquito menos, pero regresábamos disfrutando de los paisajes, sacándonos fotos, almorzando con toda la paz del mundo, queriendo llegar y al mismo tiempo queriendo seguir allí, en ese entorno maravilloso.
A las 18:00 horas nos abrazamos felices de estar bien los tres al lado de la camioneta y ya casi en nuestras casas .
La expedición fue una experiencia inolvidable y a la vez motivadora para planear otra por esos parajes tan llenos de belleza natural y también cargados de historia
Centro cultural Argentino de Montaña 2023