Ascendieron el volcán para medir su altura y saber si supera los 6.500 metros
Eclipsado por su vecino, el Ojos del Salado, el nevado El Muerto se eleva en la franja de los Andes de mayor densidad de +6500. Como un hermano menor entre los monarcas de la región, alcanza según las mediciones más precisas la cota de 6500 metros e incluso la supera al menos por unos metros.
Si bien, de ninguna manera, se puede poner un punto definitivo en cuanto a la altitud de una montaña, para los cánones habituales de la geografía, estamos frente al mas bajo de los +6500, y al menos provisionalmente, se puede afirmar que su cumbre está por arriba de esa cota.
Simplificando, la medición de una cumbre “sobre el nivel del mar” no es mas que la diferencia entre este punto acotado y el geoide que se este utilizando. Y como se determina que geoide tomar en cuenta? Pues con un modelo similar a la forma del planeta, que de ninguna forma es absolutamente uniforme, pero que semeja ser una esfera achatada en los polos. Este geoide entonces es una forma exactamente simétrica determinada por un sin número de paralelos y meridianos que dibujan el volumen formal de la Tierra. Es por esto, que cuando actualmente afirmamos que una montaña es tantos metros superior al nivel del mar, correctamente deberíamos decir que tiene tantos metros sobre el nivel del geoide utilizado.
En definitiva, las diferencias entre una medición exacta llevando el nivel desde el Océano Pacífico hasta la cumbre del Muerto mediante trigonometría, y las mediciones realizadas fácilmente en la cumbre con un GPS, no difieren mas que unos metros, pero justamente esos, son los metros que determinan si esta sobre los 6500 o no. De esta manera, concretamente el nevado El Muerto, de acuerdo a los datos SRTM (el geoide mas fiel de la actualidad) alcanza los 6.499 metros, mientras que las mediciones in situ están en un rango que va entre los 6509 y los 6517 m.
Lo que parece una cuestión efímera, el andinismo le da un vuelo inesperado e inspira a los exploradores de la alta montaña a plantearse un nuevo objetivo, lo cual enriquece una vez mas nuestro deporte.
Muchas de las montañas del sector, y especialmente el Muerto, son definidas por sus laderas cubiertas por arena y gravas. Esa visión se debe a que geológicamente son volcanes cubiertos por depósitos coluviales de desechos no consolidados que fluyen hacia abajo, desde la cima hasta la base de la ladera y aluviales, que fueron arrastrados por los ríos en las laderas bajas. Estos enormes depósitos de fina grava, son cortados por lenguas de lava solidificada en especial en la zona de la cumbre, que descienden formando líneas oscuras, que a su vez delimitan las distintas vertientes del gran nevado.
En su parte mas alta, se recortan tres cumbres alineadas en un sentido aproximado norte – sur. La Principal (6.505 m), en el centro del macizo, la Norte (6.329 m) y la Suroeste (6.148 m). En la vertiente oeste, se eleva un pico que alcanza los 5.588 m denominado El Cóndor.
El límite internacional, pasa por su cúspide y hacia el sur desciende el único glaciar descubierto del macizo, delineando, sin dudas, la cara mas interesante de la montaña.
En cuanto a su denominación, aunque nunca debidamente documentada, la versión mas difundida es el parecido del perfil de la montaña con un muerto. Otras fuentes citan la presencia de una huaca (enterratorio) en sus laderas. Evelio Echeverría señala el topónimo Indio Muerto en sus informes, reseñando el descubrimiento de una tumba antigua en las partes bajas de la montaña.
La posición de la cumbre principal es 27° 03’ 27” S / 68° 29’ 03” O
La historia del deporte andino está vinculada al Nevado El Muerto está íntimamente ligada su gigantesco vecino, el Ojos del Salado. El primer ascenso se da en el marco de una expedición exploratoria que en febrero de 1950 llega a la región con el objetivo de ascender el volcán mas alto del mundo y otras cumbres de menor altitud. El jefe de la comisión era Oscar Álvarez y los miembros todos socios de la Asociación de Ski y Andinismo de Santiago de Chile. Instalaron el campo base en Barrancas Blancas (actual área del refugio Murray) y desde allí lograron el 21 de febrero el primer ascenso del Solo (6.205 m) y el 23 el de un gran cerro que creyeron el Ojos del Salado, pero en realidad era el Nevado El Muerto.
En su informe, el jefe de la expedición relata que al llegar a la cumbre junto con Luis Alvarado, Jorge Balastino y Carlos Álvarez, observaron una montaña mas elevada, que probablemente alcanzara los 7.000 metros, que no era más que el verdadero Ojos del Salado. La ruta de ascenso fue la noroeste, pasando por la cumbre Norte (6.382 m) que denominaron Los Andinos. Fue así, que curiosamente, los primeros en ascender esta importante cumbre, no supieron que lo estaban logrando, es más, con congoja observaron una montaña que los superaba en altitud e importancia, relativizando el logro y confundiéndolos definitivamente. La historia les otorgó con el tiempo el título de “cuatro desorientados santiaguinos del año 1950” (1), aunque claramente, era el costo de la exploración de tan magna geografía y sin dudas, cumplieron con creces en escribir uno de los primeros capítulos de una historia del andinismo que apenas empezaba a tomar forma. El acertijo de donde habían estado, solo fue resuelto 29 años después, durante el segundo ascenso.
Este segundo logro fue protagonizado por una expedición germano – austríaca con la inclusión del andinista chileno Eduardo Saavedra Larraín. El jefe de la misma era Herbert Ziegenhardt y los otros expedicionarios Theo Dowbenka, Rudolf Friedenhuber, Sebastian Hohenreiter, Heinrich Händel, el Dr. Franz Vachenauer y el ya nombrado Saavedra. Luego de ascender el Ojos del Salado, el Vicuñas y el Barrancas Blancas, lograron el ascenso del Muerto por una nueva vía por el collado norte, alcanzando la cima el 25 de enero de 1979.
El tercer ascenso fue realizado el 20 de enero de 1986, desde el recién instalado Refugio Tejos por Grupo de Montaña Universidad Católica de Chile. Hollaron la cumbre Claudio Lucero, Rodrigo Jordán, Rafael Gallardo, Christian Garcia Huidobro, Marcos Rueda y Manuel Acosta. En el libro de cumbre indicaron que el ascenso era como preparación para la expedición al Everest, cumbre que finalmente alcanzarían en 1992.
El cuarto ascenso lo realizaron el 14 de enero de 1988 Pablo Rivera y Rodrigo Ramirez, miembros del Club Andino Giuseppe Bertoluzzi de San Fernando, partiendo del refugio Jorge Rojas y abriendo la ruta de la cara oeste.
E. Echevarría, Chile Andinista, su historia. Pag 112
Bajábamos de Chacayar, en la base del Tupungato junto con el turco Eduardo Namur y el vasco Alex Garate. El primero, mi compañero de montaña desde hace 20 años y realmente sin una gota de sangre turca en sus venas, aunque, pero como es regla en Argentina, si sus ascendientes son de mas allá de Estambul, su apodo es “turco”. El segundo, vasco puro, él si, sin ningún tipo de dudas, su vida se relata absolutamente en euskera. Los tres conformábamos un equipo equilibrado, nos sentíamos cómodos, los mismos tiempos, las mismas motivaciones. Hacia tiempo que no me sentía asi caminando la montaña.
Era febrero de 2017 y el Tupungato se antojaba azotado por una nevada que consideramos no valía la pena atravesar. Rumbeamos al norte, escapando de la climatología, nos quedaban días y ahí Alex sugirió “y si vamos al Muerto?”.
Nos pareció muy adecuado y todavía cruzando la metrópoli de Santiago encauzamos hacia la ruta Panamericana que cose Chile prácticamente de norte a sur con rumbo a La Serena. Una noche allí, en un hostel con mucha música y calor, nos dejó cerca de Copiapó. Luego del mediodía del día siguiente, compramos la comida necesaria y emprendimos el camino hacia el Despoblado, como era llamado antaño este sector de la cordillera.
Una primera noche a poco mas de 3500 metros, junto a unas rocas grandes en la base del Cerro de Santa Rosa, nos hizo respirar nuevamente el aire frio de la montaña y comenzar a pensar en un primer ascenso en la zona.
El objetivo sería el mencionado Santa Rosa, de unos 4.980 metros y cercano al portezuelo Maricunga (4.150 m), el cual deberíamos trasponer para bajar a la salina del mismo nombre y el Parque Nacional Tres Cruces.
Temprano dejamos la carpa y comenzamos a subir por un canal de deshielo, ganamos unas horas después el filo y por él pisamos una antecumbre donde encontramos una pirca. Continuamos hasta la cima (27° 6'29.0"S / 69°15'32.5"O), donde un hito del IGM Chileno indicaba el punto mas alto. Bajamos, desarmamos el campamento y continuamos al refugio Murray (4.560 metros) donde planificamos pasar la noche.
Nos instalamos cómodamente. Este refugio, de uso libre, antiguamente era el retén de los carabineros, que luego se mudaron a Laguna Verde. Está ubicado al lado de la hoy derruida hostería Murray, la que fue devastada por un incendio y hoy solo conserva sus cimientos.
Nos despertamos con un día diáfano que nos invitaba a continuar con la actividad. Pronto preparamos lo necesario para el ascenso al cerro de Barrancas Blancas (6.110 m) y partimos en la 4x4 hacia su base.
Accedimos al punto 26°57'51.00"S / 68°38'52.0"O casi a 5.000 metros y comenzamos el ascenso. La primer parte la realizamos paralela a un hilo de agua que descendía del cerro y luego comenzamos a ganar altura por un acarreo lo suficientemente firme para no ver dificultado el avance.
Cruzamos un nevero y luego accedimos a un largo filo, donde el viento del oeste nos dio de frente. Continuamos hasta la cumbre, donde encontramos la caja del Banco de Chile, con su libro de cumbre y banderines de clubes andinos chilenos.
Dejamos nuestro testimonio y admiramos al Ojos del Salado, los Tres Cruces, el Incahuasi y el Muerto desde una alta atalaya que los magnificaba aún mas, dejando en un segundo plano otras montañas de menor altitud.
Volvimos al refugio con tiempo para secar la ropa y comenzar a cocinar. Esa noche teníamos compañía, durante nuestra excursión, se habían instalado unos chicos alemanes con intensión de ir al Ojos del Salado y luego al Incahuasi.
El clima seguía estable y ya era momento de ir al Muerto. Si bien el desnivel de la ruta era algo mas de 1300 metros, decidimos ir un primer día hasta un campo de altura y al otro día ir por la cumbre.
Partimos sin prisa del refugio luego de desayunar y nos aproximamos por el camino que va hacia el refugio Rojas del Ojos del Salado hasta un punto bajo la cara oeste del Muerto. Dejamos el vehículo (27° 2'44.4"S / 68°32'9.0"O) y comenzamos a aproximarnos a nuestro objetivo por un sector de grava gris bombardeada por grandes formas de lava negra, hasta que comenzamos a perder altitud a medida que nos acercábamos a la cara oeste del Muerto. La ruta que seguiríamos era la del collado norte, abierta en 1979. Pronto estuvimos en el hilo de agua que discurre por la quebrada de los Ventisqueros y comenzamos el ascenso por el filo de lava oscura que dibuja la margen norte de la cara oeste. El paso era firme, y al contrario de lo que la visión arroja desde abajo, el avance era cómodo. Además, pequeños neveros permitían avanzar por la nieve compactada sin necesidad de usar grampones. Luego de una parada para comer algo, a media tarde y instalamos el campamento en los 5.700 metros (27° 3'1.7"S / 68°29'59.0"O). La tarde pasó entre mates y charlas y una cena temprana.
Nos despertamos antes del amanecer y partimos cuando clareaba. Avanzamos por una línea de nieve dura hasta el filo rocoso (27° 3'19.50"S / 68°29'30.00"O, 6.150 m) que superamos para entrar en el canalón que lleva al collado norte. Al torcer rumbo este, el sol apareció frente a nosotros y el frio mutó a una temperatura mucho mas amable. Continuamos atravesando campos de grava y algo de nieve e hicimos un descanso tras unas rocas blancas justo debajo de la cumbre secundaria que los primeros ascensionistas llamaron Los Andinos en un ya lejano 1950. Finalmente llegamos al collado norte y en ese sitio torcimos hacia el sur por el filo que los llevaría a la zona cumbrera.
Un corto tramo ganaba inclinación, pero por una nieve cómoda nos trepamos al filo cumbrero y mediante una corta caminata tocamos el punto mas alto.
La visión del Ojos del Salado enmarcaba todo el paisaje haciéndose omnipresente.
Los GPS que llevábamos prendidos desde hacia horas para que fuesen corrigiendo la posición y no tener que esperar mucho tiempo para esa corrección fueron colocados en la cumbre y bajo la atenta supervisión del ingeniero Namur, los dejamos para luego de media hora tomar las mediciones. Como era de esperar, todos arrojaron altitudes superiores a 6500 metros, promediándolos estábamos en los 6513 metros, medida similar a la obtenida por grupos anteriores al nuestro. Un dato mas para un tema pendiente que una medición con un DGPS deberá debelar en el futuro.
La caja del Banco de Chile nuevamente albergaba los testimonios de cumbre y el libro que subieran en 1986 los miembros del Grupo de Montaña Universidad Católica de Chile. Revisé detenidamente cada registro, tomé notas y luego sumé testimonios verbales y los documentos que guardaba en mi biblioteca vinculados a los primeros ascensos, para rearmar la historia de la montaña que en esta nota presento.
Centro cultural Argentino de Montaña 2023