Te invitamos a descubrir esta zona poco transitada de la Provincia de Mendoza, a traves del relato de distintos ascensos a las cumbres cuatromilistas de los cerros Alto de Laguna Seca, Punta Salada, Negro de Vargas, de las Trigonias y cerros Quebrada Blanca y Amarillo
Actividad desarrollada por: Francisco Lerzo, Yuri Chalak y Lucas Roberto López entre el 21 y el 26 de noviembre del 2021.
“(...) quien espera siempre lo mejor envejece en las decepciones y quien aguarda siempre lo peor se gasta temprano; pero quien cree conserva una eterna juventud”
Sören Kierkegaard. Temor y temblor (1843)
Primavera del 2021. Volver a transitar unas quebradas recorridas en invierno unos meses antes. Panorama diferente con espíritu similar. Los objetivos: algo vislumbrados pero con pocas certezas. Había que estar allí y ver hasta dónde podíamos acceder. Otra vez se activaba nuestro homo viator, nuestro homo montis. Viajar de Buenos Aires a Mendoza. Pasar una noche en Mendoza capital. Viajar al día siguiente hacia Los Penitentes.
Partimos el 21/11 a las 20hs desde la ruta 7 -a la altura del puente colgante frente al ingreso a la Quebrada de Vargas- y alcanzamos la zona de Confluencia, a 3300m, a las 23hs. Allí, pasando el Refugio Grajales, realizamos un vivac para poder, al día siguiente, llegar al Valle Tres Cerros, en donde estableceríamos nuestro campamento.
El lunes 22, en una hora y cuarenta minutos, llegamos al Valle Tres Cerros ubicado a 3700m. Durante nuestro tránsito por la Quebrada de Laguna Seca notamos que, durante el último kilómetro antes de llegar al Valle Tres Cerros, no había afluentes de agua. Preveíamos que, en caso de no encontrar suministro acuático alguno dentro del valle, deberíamos retroceder y acampar en plena Quebrada de Laguna Seca en dirección a Confluencia.
Sin embargo, para nuestra sorpresa y beneficio, logramos identificar -ya dentro del valle- agua en un pequeño riacho con escaso caudal proveniente de dos vertientes: era tan angosto y poco profundo que debíamos cargar nuestro bidón de 6 litros desde la carga de botellas más pequeñas (las cuales, a su vez, lográbamos cargar de a mitades). En invierno, el Valle Tres Cerros contiene un curso de agua bastante más amplio -cubierto de hielo y nieve. Por otro lado, logramos divisar una liebre en varias ocasiones durante nuestro tránsito en la Quebrada de Laguna Seca. Volvimos a ver una liebre cuando descendíamos por esta misma quebrada pero en la zona entre el Co. de las Trigonias y el Valle Tres Cerros.
Resuelta la cuestión del agua, instalamos nuestra carpa dentro del valle y decidimos descansar lo que pudiéramos (ya que la radiación era muy intensa: similar al viento que azotaba durante horas tempranas de la tarde). Independientemente de ello, la meteorología fue buena, lo que nos permitiría realizar durante los cuatro días siguientes un curso de actividades con jornadas de varias horas de montañismo. Es de destacar que en la Quebrada de Laguna Seca y en el Valle Tres Cerros se genera más viento que en la Quebrada de Vargas. En algunas noches tuvimos que cocinar la cena dentro del abside por las ráfagas que se sucedían en forma constante. Durante la noche, llegamos a tener temperaturas bajo cero durante algunos días: el pequeño arroyo amanecía cubierto de una capa fina de hielo, como así también en el cubre-techo de la carpa a veces encontrábamos pequeñas superficies de verglás: una botella de agua ubicada en el abside solidificó gran parte de su líquido durante dos jornadas.
Al día siguiente, el martes 23, nos propusimos ascender el cerro Punta Salada desde la Quebrada de Laguna Seca. Sabíamos que esta cumbre se había alcanzado hace veintisiete años desde la Quebrada del Río Blanco, pero no habíamos encontrado otros registros de ascenso –ni desde la Quebrada del Río Blanco ni por otra ruta. De esta manera, decidimos abordar el ascenso desde la aproximación a la base del Co. Alto de Laguna Seca e ingresando al Valle Noreste del Punta Salada. A Evelio Echevarría se le adjudica la ascensión primera al cerro Alto de Laguna Seca (15/10/2007), el cual constituye un alto en uno de los filos que conducen al Co. Punta Salada (ver Los Hielos Olvidados de Glauco Muratti)- el otro filo, es donde se encuentra el Co. Madre, el cual tuvimos la ocasión de ascender con Yuri durante el invierno de este año.
( Ver Ascensión invernal al Cerro Madre en la provincia de Mendoza
Alcanzada la cumbre del Alto de Laguna Seca, intentamos conectar la cumbre del Punta Salada por el filo que se desprende desde la cima de éste. El filo de yeso nos obligó a realizar un poco de boulder en diversos tramos: principalmente por la ladera del Valle Noreste del Punta Salada (la ladera de lo que se podría considerar como Valle Noroeste homónimo presentaba una pendiente más pronunciada y, por momentos, intransitable). Asimismo, llegados a los 4100m, una de las peñas que se erigen, previas al acceso a la cumbre por el filo, se volvió un obstáculo imposible de bordear; por lo cual, tuvimos que descender unos 70m por una canaleta en el Valle Noroeste del Punta Salada- con gran desprendimiento de material rocoso. En esa instancia, luego de 6hs de actividad, Francisco decide retornar al campamento, mientras que con Yuri, en una hora y media, logramos alcanzar la cumbre secundaria sur (4330m)-y luego la principal- ascendiendo en forma perpendicular la ladera Este del Valle Noroeste del Punta Salada.
En el área cimera, logramos divisar una posible vía de ascenso más amable desde la Quebrada del Río Blanco. Posiblemente, por esa zona se haya logrado el primer -y único- ascenso registrado a esta cumbre en el año 1994 por integrantes del Club Andino El Salto, integrado por Pablo David González (ver Los Hielos Olvidados de Glauco Muratti). Desde la cumbre se permite tener un amplio campo visual, tanto hacia los cerros: Penitentes, Guimón, Pirámide Negra, Serrata, La Embarcada, Madre, Negro de Vargas, Banderita Sur, Soler, Quebrada Blanca, Amarillo, Trigonias, Aconcagua, Los Gemelos, Pico Bonito, etc. Como así también hacia el cordón Doris-Central y el Glaciar del Vasco, entre otros aspectos geográficos. Finalmente, logramos descender por el acarreo noroeste del cerro para confluir en la Quebrada de Laguna Seca y luego en el Valle Tres Cerros, completando una jornada de 9hs de actividad.
Por último, durante esa tarde, llegó al Valle Tres Cerros Daniela, quien habíamos conocido anteriormente en el hostel “Lao”, en Mendoza, y a la cual le comentamos que estaríamos acampando durante esta fecha en este pequeño valle. Ella pasó dos noches allí, explorando la zona y realizando algunos ascensos en la Quebrada de Vargas y en la Quebrada de Laguna Seca.
El miércoles 24, optamos por subir al cerro Negro de Vargas, el cual se presentaba inmediatamente lindante a nuestro campamento contorneando el Valle Tres Cerros. Decidimos ascenderlo este día para no desarrollar una jornada de actividad tan intensa: entendiendo que al día siguiente podíamos tener varias horas de actividad en nuestro siguiente objetivo (los cerros Quebrada Blanca y Amarillo). Denominado así por Evelio Echevarría, también llamado N/D Bandeado (ver Los Hielos Olvidados de Glauco Muratti), el Negro de Vargas -o Negro de la Quebrada de Vargas- es un cerro que apenas sobrepasa los cuatro mil metros.
El ascenso a este cerro nos llevó una hora y media, subiendo por la ladera suroeste del cerro hasta el roquedal que se encuentran a 100m antes de la cumbre. Luego ascendimos por el filo y por la ladera sureste hasta alcanzar la zona cimera. En la cumbre se encuentra un pequeño fierro con alambres -como bien indica Glauco Muratti en su obra Los Hielos Olvidados. Desde el Negro de Vargas se puede contemplar la Quebrada de Laguna Seca, la Quebrada de Vargas, la Quebrada de la Ventana; como así también los cerros Penitentes, Guimón, La Embarcada,
Serrata, Pirámide Negra, Madre, Soler, Banderita Sur, Aconcagua, Amarillo, Quebrada Blanca, Punta Salada, de las Trigonias, etc.
Luego de disfrutar de la cumbre durante algunas horas, y del vuelo de cóndores sobre nosotros, descendimos por el filo que conecta con el Paso Bandeado para, finalmente, ingresar al Valle Tres Cerros y alcanzar nuestro campamento.
El jueves 25 dirigimos nuestro itinerario hacia los cerros Quebrada Blanca y Amarillo. Optamos por ascender por la ruta normal, es decir, por aquella que conduce por el corredor Norte, el cual desemboca en el denominado Embudo. Existe otro corredor -el Sur- que en dirección Noroeste conduce hacia un paso (a 4100m) que conecta: por un lado, con un filo que lleva a la cumbre del Co. Amarillo y, por el otro, con el corredor Norte de la ruta normal. Este corredor Sur lo habíamos transitado con Yuri en invierno, llegando hasta el paso mencionado, previamente habiendo atravesado una gran pala de hielo y nieve. Este último corredor permite ganar altura en una distancia menor en relación al corredor de la ruta normal. Sin embargo, habría que evaluar dificultad y tiempo para ambos casos.
De esta manera, transitando la ruta normal, ascendimos por el Embudo para alcanzar el col que permite ascender a ambas cumbres de los respectivos cerros. Ascendimos primero a la cumbre del Quebrada Blanca y luego a la del Co. Amarillo. En ambas cumbres se pueden alcanzar vistas de gran amplitud las cuales, por ejemplo, permiten dar cuenta de la Laguna de los Horcones.
Finalmente, habiendo alcanzado la cumbre del Co. Amarillo, decidimos descender -en modo de travesía- a la Quebrada de Laguna Seca por el filo del Co. Amarillo que conduce hasta lo que se denomina el Boquete -por medio del cual descendimos a la quebrada mencionada. El Boquete se encuentra entre la cumbre del Co. Amarillo y el Paso Reichert. Parte de esta ruta de descenso que optamos integraría una posible ruta Sur de ascenso al Co. Amarillo desde el Paso Reichert, la cual puede presentar la dificultad de transitar un filo con algunos riscos (ver 50 Cumbres de Pablo David González).
Finalmente, el viernes 26 jugamos nuestra última jornada en la zona. Nuestro interés: cerro de las Trigonias. Un cerro bastante llamativo por su aterrazada zona cimera con dos cumbres distinguiblemente separadas y coloreadas, y ubicado al final de la Quebrada de Laguna Seca.
En relación a la historia de ascenso al Co. de las Trigonias, existe una publicación en una página bastante conocida -en donde se suelen subir tracks de GPS- que indica el primer ascenso al cerro en 100 años (7/3/2020), luego de su catálogo en las Cartas de IGM. La altura del cerro es medida en 4315m. Lamentablemente no hay registros de imágenes publicados de este ascenso. Para nuestro caso, nos hubiera servido para identificar posible composición de la roca durante la ruta escogida.
Lo que sí quedaría claro es que la ruta elegida en este primer ascenso fue la Noroeste: entre algún acarreo lindante a la Quebrada de Laguna Seca y las torres y agujas que conectan a este cerro con el Cuatro Agujas. Al llegar a la cumbre, identificamos un testimonio de ascenso: realizado el 23/03/2021 por Tras la Roca Exp., quienes midieron una altura de 4340m, y quienes también parecería que optaron por la ruta Noroeste. Sin embargo, existen otras mediciones históricas de este cerro: en Los Hielos Olvidados de Glauco Muratti (4224m), y 4285m en la cartografía de Pixmap del Co. Penitentes.
En nuestro caso, intentamos abordar este cerro ascendiéndolo por el Paso de Diapiro, que permite el tránsito entre la Quebrada de Laguna Seca y la Quebrada del Río Blanco: es decir, elegimos subir por una posible ruta Noreste. Nuestra aproximación hacia el Paso de Diapiro por la Quebrada de Laguna Seca se desarrolló durante una jornada matinal con bastante viento de frente. Una vez alcanzado el filo que conecta con la cumbre Este del Co. de las Trigonias, y llegados a esta cumbre secundaria por medio de un boulder por una chimenea (cumbre secundaria que es unos 50m más baja que la principal: ésta última presenta un color más rojizo que la secundaria), nos vimos imposibilitados de transitar un filo que podría conectar con la cumbre principal a unos 170m de distancia horizontal. El filo se encontraba bastante derruido y con riesgosa exposición. Por lo tanto, intentamos acceder a la cumbre principal atravesando perpendicularmente la ladera sur que linda con la Quebrada del Río Blanco, lo cual nos obligó a descender unos 30m desde la cumbre secundaria para comenzar a transitar sobre algunos penitentes de hielo y nieve con una pendiente algo pronunciada. Subiendo nuevamente al filo, logramos acceder a la cumbre en la cual encontramos un pircado con el testimonio antes mencionado.
Finalmente, descendimos por un acarreo que nos permitió bajar en la Quebrada de Laguna Seca. Este acarreo podría ser una vía de la ruta Noroeste de ascenso al cerro. Ocho horas de actividad registramos al llegar nuevamente al Valle Tres Cerros para retirar un petate que habíamos dejado antes de salir: debido a que teníamos que descender inmediatamente al Refugio Grajales donde nos esperaba Francisco (quien durante la mañana había bajado a Grajales mientras con Yuri iniciábamos nuestra jornada hacia el Co. de las Trigonias). Una vez llegados a Grajales (donde ya establecimos contacto con otras personas -había algunos pares de carpas esperando un ascenso al Penitentes al día siguiente), y habiéndonos re-encontrado con Francisco, bajamos en una hora hacia la ruta y, en treinta minutos más, a Los Penitentes para emprender, al otro día, nuestro viaje de regreso hacia Mendoza capital.
La estadía en esta zona desolada nos permitió acceder lúdicamente a configuraciones rocosas de poco tránsito. Interesantes tracciones y ascensos que nos alegraron y certificaron nuestra adecuación para con este tipo de relieve: desde el silencio que invita a la vinculación con lo absoluto y la emergencia del individuo junto con él, hasta el ensamble para con los elementos (cuando las ráfagas de viento en estas jornadas) y para con los obstáculos que el propio cerro a veces ofrece para ascenderlo (y que es necesario resolver esos impedimentos cual problemas matemáticos, promoviendo alternativas de tránsito).
La pregunta de siempre y, generalmente, de personas que se encuentran alejadas de este tipo de actividad: ¿por qué acceder a estos espacios y arriesgar tanto? No hay respuesta única. Pienso que quizá seamos santos acudiendo al llamado de nuestra conversión. Al fin y al cabo, el absurdo es un juguete divino, y sólo debemos resignarnos a ello y sonreír mientras andamos.
Centro cultural Argentino de Montaña 2023