Montañismo

Luego de 25 años de estar perdidos en la cara sur del Plata fueron encontrados los cuerpos de Roberto y Nicolás

Esta es la historia de la desaparición de Roberto Leroy Villa y Nicolás Ibazet de quien nada se supo durante 25 años, hasta que en abril de 2021 Juan Cruz Rodríguez, guía de montaña, halló sus cuerpos inesperadamente

Por Claudia Iturralde y Norma Beatriz García

Edición: CCAM



El cerro El Plata es el punto más alto del cordón montañoso homónimo, con una altura de 5.956 metros, y es uno de los más populares entre andinistas de todo el mundo que visitan la provincia. Incluso, suele ser utilizado por los deportistas como preparación para luego subir el cerro Aconcagua.

 

Parte del grupo de la Patrulla de rescate de mediado de los años 90. En el extremo izquierdo, Roberto Leroy Villa.

Foto: Cortesía Patrulla de Rescate


Por ese motivo, desde el primer ascenso, que fue registrado en 21 de enero de 1925 por el austríaco Hans Stepanek, miles de montañistas han pasado en el lugar, dejando numerosas historias que hasta el día de hoy son contadas. Una de las más conocidas, es la de dos jóvenes, Nicolás Ibazeta y Roberto Leroy Villa, que en 1996 desaparecieron. Fueron buscados intensamente. Ese año, y durante los cuatro años siguientes, distintos equipos de patrullas de rescate escalaron la cara sur y bajaron sin novedades. Al no ser hallados, se especuló con que se habían ido a Chile.

El 26 de junio, apenas empezado el invierno de 1996, Nicolás Ibazeta y Roberto Leroy Villa, andinistas oriundos de la ciudad mendocina de Uspallata, salieron para subir el cerro Plata por la cara sur a rescatar los cuerpos de un helicóptero de la fuerza aérea argentina caído. Nicolás cursaba en la escuela de guías de montaña y Villa, quien ya era guía, trabajaba en el Parque Aconcagua (6.962 metros de altura).

Leroy Villa (21) y Nicolás Ibazeta (22) eran amigos. Ambos se habían criado entre montañas. Como aficionados al andinismo, durante las temporadas de verano, trabajaban como porteadores (cargando equipamiento) de los escaladores que intentaban la cumbre del Aconcagua.
Leroy empezó en el andinismo gracias a su hermano Hugo, que comenzó a trabajar en el centro de ski Los Penitentes en 1986 y para fines de ese año ya estaba integrado en la patrulla de rescate. Recuerda su hermano Hugo que “cuando estábamos ‘al pepe’ sin hacer nada, bautizábamos cerros y escalábamos. Y de ahí no paramos más, nos perfeccionamos, hicimos cursos de primeros auxilios. Siempre en la montaña”.

La Patrulla de Rescate recuperó los cuerpos de dos andinistas perdidos hace 25 años. Foto:
www.diariouno.com.ar

 

Parque Provincial Cordón del Plata


Leroy se convirtió apenas pasados los 20 años en un referente del montañismo de Mendoza. A los 22 escaló durante seis días la peligrosa pared sur del Aconcagua, algo reservado para pocos. En esa aventura durmió “colgado” de la pared de hielo todos esos días. “El ya había estado en situaciones límite y había salido adelante, era muy fuerte, tenía experiencia”, cuenta su hermano.

Leroy y Nicolás iban en busca de los pilotos del helicóptero SA-135B Lama, que el 4 de junio se había caído en la Quebrada de Guevara, dentro del Cordón del Plata. Ese accidente se había producido por un viento de tormenta que los pilotos Primer Teniente Alfredo Montenegro y el mecánico Suboficial Principal Alberto Mazagatos, no pudieron controlar. Casi 23 años después, en 2019, un andinista que bajaba de una expedición en el cerro Niveros encontró el cuerpo de uno de los pilotos, Montenegro. Hoy, desde la Fuerza Aérea, sostienen que no saben qué estaban haciendo el Lama en esa zona. Presumen que maniobras. Que habría salido de Uspallata a las 16 hs. y que el siniestro habría sido a 17.30 hs. Reconocen que El Plata es una zona muy dura para volar. De hecho, se cree que hay cuatro helicópteros caídos en la zona. Uno estaría en la zona de Franklin, otro en la cima del Plata y dos, en la pared sur. En 2019, un reconocido andinista que bajaba de una expedición al Cerro Niveros encontró en el glaciar el helicóptero de la Fuerza Aérea y uno de los cuerpos.

 

El cerro El Plata tiene una altura de 5.956 metros. Foto:
www.elsol.com.ar

 

En la cumbre de El Plata, Mendoza. Foto: Martín Legarda


La versión de Hugo Villa, hermano de Leroy

En aquellos años, “Rambito” – Hugo-, hermano de Leroy, conocido en el mundo de la montaña con ese nombre por su entusiasmo por agregar algunos explosivos de más en las detonaciones que se ejecutan para evitar avalanchas en las pistas de ski de la cordillera andina, Nicolás Ibazeta y otros montañistas de la zona trabajaban como rescatistas en centros recreativos o contratados por privados. En una entrevista que se le hiciera a Rambito, afirmaba que un rescatista no se fija en las condiciones meteorológicas cuando se trata de salvar una vida. Por esta razón Leroy y Nicolás, aunque era pleno invierno y sabiendo que la cara sudoeste de El Plata es extrema, subieron igual.

Cuenta Rambito que la búsqueda fue por pedido de Fuerza Aérea. Personal de la Fuerza fue a su casa puesto que eran reconocidos por la tarea de rescatistas. Les solicitaron que subieran para ver la posibilidad de rescatar los cuerpos o buscar a las personas con vida y para hallar la caja negra.

Por otro lado la Fuerza Aérea desmiente la versión del hermano de Villa puesto que afirman que ellos tienen su propio equipo de rescatistas. Además, garantizan que en aquella oportunidad habría subido la Policía de Mendoza y el Ejército. Por lo tanto, el ascenso de Leroy y Nicolás habría sido por cuenta propia.

 

Operativo de Rescate. Cerro El Plata. Foto:
www.diariouno.com.ar

 

Juan Cruz Rodriguez guardarque del Aconcagua,quien encontró los cuerpos

 

Operativo de Rescate. Cerro El Plata


Más allá de esta controversia, lo cierto es que el plan inicial del grupo de Leroy era que subiera un equipo de cuatro rescatistas. Además de Villa e Ibazeta estaban dispuestos a escalar otros dos rescatistas del grupo de amigos pero por un problema estomacal y por un tema familiar sólo quedaron Leroy y Nicolás. Todo esto sucedió veintidós días después de la caída del helicóptero. Por lo tanto, estaba claro que las posibilidades de que estuvieran vivos los pilotos eran casi nulas.

Por eso imagina que su hermano e Ibazeta murieron por el clima. “La dificultad en aquella época es que había mucho hielo, y había que escalar. A ellos les jugó mal el tiempo, les reventó la carpa estando dormidos. Ellos aparecen con los escarpines puestos, como dentro de la carpa. Seguramente hubo un viento muy fuerte, habrán entrado en hipotermia, no se dieron cuenta y murieron en dos minutos”, sospecha Villa y agrega: “Se calcula que en junio allá arriba hacen 30 grados bajo cero pero con un viento de 60 kilómetros por hora te la lleva a -45 grados”.

Hugo, Rambito, estuvo dos décadas tratando de encontrar a los jóvenes.. Todos los años subía, entrando por diferentes zonas y nunca tuvo resultado. Recuerda que pasó una vez exactamente por el lugar donde Juan Cruz Rodríguez encontró a Leroy y a Nicolás. En esa ocasión, había mucha nieve por lo que estaban tapados por un manto de 2,50 o 3 metros cuando pasó por el filo.

Por eso imagina que su hermano e Ibazeta murieron por el clima. “La dificultad en aquella época es que había mucho hielo, y había que escalar. A ellos les jugó mal el tiempo, les reventó la carpa estando dormidos. Ellos aparecen con los escarpines puestos, como dentro de la carpa. Seguramente hubo un viento muy fuerte, habrán entrado en hipotermia, no se dieron cuenta y murieron en dos minutos”, intuye Villa y da magnitud: “Calculá que en junio allá arriba hacen 30 grados bajo cero pero con un viento de 60 kilómetros por hora te la lleva a -45 grados”.

 

Roberto Leroy Villa un enamorado de la montaña con su piqueta. Foto: infobae.com

 

Leroy Villa, en una de sus expediciones durante los años 90. Foto: infobae.com

 

Hugo Villa en una de las expediciones por El Plata para encontrar el cuerpo de su hermano, con fragmentos de un helicóptero chileno accidentado en el cerro. Foto: infobae.com

 

El hallazgo de los cuerpos

En abril de 2021, Juan Cruz Rodríguez de 23 años y recién recibido de guía de montaña, decidió ascender El Plata por la cara sur en solitario. Sobre la cara sur hay poca información, no hay chapas ni marcas, no se sabe casi nada. La ruta que eligió para el ascenso no recibía a nadie desde 2017. Tenía en mente una ruta y fue solo a pesar de que sus salidas solía hacerlas acompañado. Sin saber muy bien por qué, esta vez había decidido hacerlo solo. Sabía que la ruta, por el lado derecho de la cara sur, era la vía más rápida pero también la más empinada hasta la cumbre. Estaba dispuesto a asumir ese desafío.

Salió a las cuatro de la mañana para hacer la cumbre. Habían cambiado las condiciones, salió el sol y cambió la nieve, entonces se tiró por una variante y cuando le faltaban unas dos horas para llegar a la cima, llegó a ver algo que le llamó la atención. Primero vio unas varillas de carpa, luego un pedazo de tela y su primer pensamiento fue: “Chau, se está volando todo acá. ¿Qué pasó?” Miró hacia arriba y vio dos cuerpos enteros. Al principio creía que estaba alucinando pero a medida que se acercaba lo que parecía una alucinación se transformó en realidad. Lo que vio le resultó impactante ya que no eran partes ni huesos sino “cuerpos enteros” que estaban refugiados en un lugar muy chico, en el filo de la montaña.

"Vi un bulto grande de colores y parecía que alguien me estaba mirando, cuando me acerco eran dos personas acostadas una al lado de la otra, como si hubieran intentado pasar la noche, realmente sentía que me estaban observando, y que sabían que yo estaba ahí. Eran alma y cuerpo juntas, de verdad sentía que uno se iba a levantar, tuve mucho miedo", contó Rodríguez cuando vio a los andinistas. La escena hacía pensar que habían quedado atrapados en una tormenta de nieve.

 

Operativo de rescate de los dos cuerpos

 

Rescate de cuerpos en el Cerro El Plata, a 6050 metros de altura

 

Operativo de rescate de los dos cuerpos


Lo primero que quiso saber fue cómo se llamaban, quiénes eran. Se quedó mirándolos un rato, trató de ver alguna insignia de algún club, observó el equipo que llevaban. Asumió que, por las características de la ropa y el modelo de indumentaria, llevaban en ese lugar un tiempo prolongado. Es decir, las marcas y los modelos de los equipos que tenían colocados eran pistas que apuntaban a considerar que llevaban alrededor de 15 años allí.

Pensaba que quizás sabían que estaban ahí, pero que debido a las dificultades para llegar a esa zona no los habían podido sacar. Desconocía la historia de los dos andinistas de Uspallata que subieron el cerro en 1996 y de quienes no se había sabía más nada de ellos.

Todavía le faltaba llegar a la cumbre, así que decidió seguir rápidamente pero sin antes buscar referencias, guardar imágenes en su memoria porque de eso dependía el futuro rescate. “No tenía GPS, mapas, nada. Observé todo lo que pude mientras controlaba el shock que fue verlos, y a la vez no podía perder demasiado tiempo porque todavía tenía un tramo largo”, afirmó Juan Cruz Rodríguez en una entrevista.

Para quienes tienen experiencia y han trabajado en esa zona no hubiesen quedado dudas que se trataba de los montañistas que se perdieron en la década del 90, debido a que era del único caso en el que dos personas que buscaban ascender se perdieron juntas y no volvieron a ser vistas. Como la desaparición fue a pocas semanas del invierno, comenzaron los temporales de nieve y frío, y ya no pudieron ir a buscarlos. Entonces, los amigos y la patrulla de rescate los buscaron durante dos o tres temporadas de buen tiempo entre la primavera y el otoño. Al no hallarlos, pensaron que, al ser la zona de búsqueda era muy compleja desde el punto vista técnico, podrían haber caído a una grieta o los podría haber agarrado una avalancha de nieve y roca.

El retroceso de los glaciares por el cambio climático y las pocas nevadas de los últimos años, habría hecho posible que los cuerpos quedaran expuestos para facilitar el hallazgo.

Rodríguez, cinco horas después del hallazgo, llegó a los refugios. Se cruzó con unos amigos. No supo cómo encarar la situación. Luego se encontró con otros compañeros de la escuela de guía a quienes sí les contó lo sucedido. Uno de ellos conocía la historia de los andinistas perdidos e inmediatamente supieron que se trataba de Nico y Leroy. “Los han buscado muchos años, no tengas miedo, lo que te acaba de ocurrir es un regalo de los apus del monte, vas a dejar a mucha gente tranquila y en paz", le dijo su compañero a Rodríguez. Este episodio que seguramente Juan Cruz nunca más olvidará, lo llevó a tomar la decisión de llamar el camino que hizo hasta los andinistas como la variante Leroy-Nico, como un camino alternativo en honor a ellos.

Cerro El Plata, a 6050 metros de altura

 

Cumbre en el Cerro El Plata

 

Llegando al nevero, ascenso cerro del Plata, Mendoza


Después avisó a la Unidad Patrulla de Rescate y Auxilio de Montaña (Upram) de la Policía de Mendoza. Informó que los cuerpos pertenecían a dos hombres que se encontraban en buen estado de conservación –estaban prácticamente congelados–, en posición decúbito dorsal y vestidos con equipo técnico.

Durante dos semanas se organizó y se planificó el rescate. Efectivos de la patrulla, conforme al pronóstico del tiempo, planificaron un complejo operativo de rescate que comenzó el lunes 26 de abril e involucró a siete efectivos acompañados por el guía que realizó el hallazgo. La Patrulla de Rescate evacuó los cuerpos con el helicóptero policial.

Fue justamente el equipamiento que tenían, lo que permitió establecer, a través de los modelos y las marcas, que los cuerpos llevaban más de 20 años en el lugar.

Tras varios días de análisis y planificación, el lunes 26 siete efectivos de la Patrulla, acompañados por el guía que realizó el hallazgo, salieron hacia un campamento ubicado en Salto de Agua, en Vallecitos. Iniciaron el camino hacia la cumbre de El Plata. Luego, descendieron a través del filo suroeste y llegaron alrededor de las 14.30 del martes a la zona donde estaban los cadáveres.

Tras realizar los peritajes correspondientes y, atendiendo las características del terreno, establecieron la ruta de evacuación a través de la Quebrada de Casas y posteriormente por la zona de Morteritos.

Finalmente, el miércoles a las 23, un total 14 integrantes de la Patrulla llegaron hasta la Laguna del Platita con los cuerpos y, al día siguiente, el helicóptero Halcón trasladó los restos hacia Ciudad, donde fueron reconocidos por sus familiares.

Por otra parte, debido al equipamiento adquirido por el Ministerio Público Fiscal de Mendoza, el “Rapid Hit”, en 90 minutos lograron dar con las identidades de los cuerpos hallados en el cerro. Lo que se hizo fue extraer una muestra biológica de los cuerpos. Se comparó, en el caso de Ibazeta, con la madre y el de Villa, con el hermano. Hicieron los vínculos y demostraron que eran los andinistas perdidos.

El hallazgo que casual de Leroy y Nicolás por parte de Juan Cruz Rodríguez no deja como lección que la Naturaleza puede ser indómita y antojadiza. Pero también nos muestra que la montaña nos puede retener como si ella fuera un lecho que nos atrapa el tiempo que desee, nos traga hasta que decide devolvernos sin que sepamos nunca cuándo lo hará.

Hoy hay un camino más, camino alternativo Leroy, Nico en El Plata, Mendoza.

 

Vista hacia la quebrada de Casas, al fondo (no se ve) esta el Plata, el filo de la derecha continua hasta la cumbre del cerro Negro (5.365 mts.), Mendoza. Foto: Martin Legarda

 

Ascenso al cerro del Plata, Mendoza. Foto: Martin Legarda

 

La ruta por donde subiriamos en la pared sur del cerro del Plata, Mendoza. Foto: Martin Legarda


Rescate de los cuerpos de los dos andinistas que se perdieron hace 25 años







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