Actividades · Viajes y expediciones

Ascensión al Volcán Quehuar en bicicleta

Recorriendo en solitario más de 400 km para llegar desde los Valles Calchaquíes hasta Santa Rosa de los Pastos Grandes y de allí hasta la cumbre del Volcán Quehuar, en enero del 2010 en la provincia de Salta

Gonzalo Cristofani

Edición: CCAM



Una tarde de Enero, más precisamente el Miércoles 13; mientras rodaba mi "pluma loka" cargadita rumbo norte se escucha:

- Oiga amigo, p'ande va? (Pastor)
- ey, que tal amigo? que se dice? que se cuenta? (Mua)

- Aqui ando pue, arriando el chivaje pa'l rancho, y Ud? p'ande va? (Pastor)
- P'al "Tata Quehuar", allá atras de esos cerros (señalando el NO), cerca de los Pastos Grandes, conoce? (Mua)

Ubicación del Cerro Quewar. Provincia de Salta, Argentina

- Claro pue, si de'ay es mi agüelo, arto de anda y juntá sal, yo yai ido para'i, es muy seco. A que va ud? (Pastor)
- Ya tey dicho, al Quehuar, un volcan; voy a coparcharlo y a conoce un sitio sagrado de los antiguos. (Mua)

- Ahhhhhh, en bici? y que yeva tanto? lejo es!!!! (Pastor)
- Y si, que se le va hace. Recien arranco. Meta ñañitou, me voy. (Mua)

- Dalo amigo, dalo nomas, que despue d'esta no hay otra. Pedile lluviasssss, artas..... dalooooo. (Pastor)

Volcán Quehuar, Salta
Volcán Quehuar, Salta. Foto: Gonzalo Cristofani

Ubicación del Volcán Quewar, Argentina

Antigua Capilla de La Merced, Salta
Antigua Capilla de La Merced, Salta. Foto: Gonzalo Cristofani

Ya me encontraba en el camino, con mi bici "pluma loka" estaquiadita de cosas y con alforjas nuevas; llenas de esperanzas y cargando cada vez mas manda'os: ahora debía pedir por las lluvias. Es que pa' los valles y la puna, el tiempo de la lluvia se hacia esperar; las cosechas estaban casi perdidas, los ríos bajos y los pastos secos....

Paradojicamente en otros lares "sobraba" e inundaba poblaciones; y es que con la mama pacha no hay con que darle; solo pedir que sea benigna, que en realidad siempre lo es; nomas que nosotros no la sabemos aprovechar.

Me habia encaminado en un largo viaje: mas de 400 km para llegar desde los Valles Calchaquíes hasta Santa Rosa de los Pastos Grandes "el pueblo de una sola calle" en la mismísima "puna salteña".

Andando por la dura quebrada de las Flechas en Angastaco. Foto: Gonzalo Cristofani
Andando por la dura quebrada de las Flechas en Angastaco. Foto: Gonzalo Cristofani

Claro que antes había que "pedalear”; aunque si se trata de andar por el valle es mas gustoso; remontar el valle desde Cafayate hacia el norte es una de esas pocas situaciones en donde el viaje no es sino una viaje a través del tiempo: pasar por San Carlos "la villa de los 5 nombres" pucha que lindo es verlo en verano; luego la RN 40 se hace sinuosa y recorre sembradíos y a cada curva un corral de chivos, ovejas y casas de adobe, con techos de caña; perros que salen al encuentro "en realidad a tratar de yasyar algún tobillo"; pero es entretenido al final.

Llegar a Angastaco es como llegar a la luna; el paisaje es impresionante con esos cortes y quebradas; uno se siente literalmente en un laberinto; abrumado por filosos cerros y una aridez total.

Mas adelante pasé por Molinos; un pueblito colonial que esta creciendo; aquí un criadero de vicuñas es la atracción; mas adelante está Seclantas; y el camino de los artesanos; no hay casa que no tenga un telar; aquí se tejen los mejores ponchos sáltenos; se escucha un silbido bajito y el ruido del telar; todas las tardes de a poquito se va tejiendo; así de mano en mano la tradición de hilar y tejer en estos valles no se ha perdido.

Angosto de Escalchi, sobre la ladera de la derecha Ruinas de un acueducto indigena. Foto: Gonzalo Cristofani
Angosto de Escalchi, sobre la ladera de la derecha Ruinas de un acueducto indigena. Foto: Gonzalo Cristofani

Quewar visto desde la ruta 51 dirección NE. Foto: Christian Vitry

Ya iban 3 días de pedaleo y me encontraba en La Poma; era hora de ir por el primer escalón; subir el "abra el Acay"; mi intención no era trasponerla, sino llegar arriba y dormir allí; cosa que logré de un solo tirón desde la poma, que son sólo 45 km. pero de pura cuesta; aquí me atendió su majestad de las alturas "el viento"; tipico de estos lares; pero ameno en la nochecita; logré con el frío sudor remontar las ultimas estribaciones del valle; en realidad allí nace mi valle; en los contrafuerte sur del nevado de Acay; pero el paisaje era desolador; las vegas sin agua; pocos guanacos, casi ni una vicuña; los iros (pastos duros) negro-amarillentos y mas duros que nunca; al quew no se lo escuchaba; solo algunos condores buscando algun fina'o... "desolador"; alli me di cuenta de la real falta de agua; ya habían pasa'o dos semanas de enero y las lluvias se tardaban; por ende el descontento de la gente; con justa razón.

Allí me encontraba va; en uno de los pasos ruteros mas altos de América a 4985 msnm; el atardecer es mágico; el tata Inti se pierde despacito; se recuesta un rato en las cumbres a descansar hasta el otro día y el cielo diáfano se vuelve rojo, rojizo, turquesa y el serrucho de volcanes de la cordillera es la ultima barrera a la vista; maravilla de la naturaleza la "puna"; geográficamente incomparable; dura, árida; desolada; pero con mitos y leyendas que de ella se cuentan; entre ellos los del "Tata Quehuar"; dicen que tiene una laguna y que dentro d'ella esta el guardián; celoso custodio de "las pircas" que en la cumbre hay; allá el tesoro es ni mas ni menos que "el agua"; que de a poquito lo va soltando; que se enoja el viento (huayra) y la congela en invierno; que se enoja el sol y la descongela en verano; pero celoso a profanos hay un guardián imbatible de este tesoro.

Cruzando un viaducto en Estación Bomba. Foto: Gonzalo Cristofani
Cruzando un viaducto en Estación Bomba. Foto: Gonzalo Cristofani


Allá iba; esa era mi meta; conocer y coparchar en sus enhiestos y ásperos picos... pero la realidad era que me faltaba un montón.

Llegar a San Antonio de los Cobres fue otro lindo momento; remontar unos kilómetros por las vías del Ramal C14 y ver como el tren surca la estepa altoandina con un nivel y pendiente muy poco marcado; cosa que costó arto pico y pala a los "guerreros del huaytiquina"; dura lucha tubo el Ing. Maury y sus cuadrillas para trasponer desde Salta, la puna y llegar con las vías hasta Socompa; casi 400 km. de una obra maestra de la ingeniería, de una vida de trabajo duro que hoy esta casi perdida; solo objeto de souvenir para "gringos" que sacan fotos a "coyas"; cuando estos últimos fueron los forjadores de este ramal, cuando sus estaciones (allá por el 30' y 40') eran pura vida, hoy solo quedan ruinas de aquella vieja sana costumbre de "viajar en tren".... Nostalgioso y triste resumen de algo que se perdió; tal vez con suerte alguien se ilumine y vuelva a darle vida a este ramal "único en el mundo" y que no es un souvenir; es y fue "la fuente de vida de los pueblos andinos".

El ultimo tramo que me tocó remontar fue desde San Antonio de los Cobres el paso por el Abra de Gallo a 4630 msnm y que por un camino blando y ripioso me costó un montón; pero las vicuñas, el olor a tola quemada y a rica rica me aliviaron el paso; lento; polvoriento; soleado; pero era el último escollo; debía ponerle pilas y entusiasmo hasta que logré el paso; ofrenda de por medio; ajusté los frenos y me dejé llevar por el serpenteante camino hacia la "vega grande"; pasando por aguas calientes, un baño termal y al final de nuevo la desolación; faltaban no mas de 5 km. para mi objetivo pero la ruta se perdía en un salar; me hizo dudar un poco puesto que en teoría debía estar allí la famosa Santa Rosa.

Doña Paulina y Don Primo, en el Puesto de la cuesta el Gallo a 4400 msnm. Mostrando fotos de otros viajeros. Foto: Gonzalo Cristofani
Doña Paulina y Don Primo, en el Puesto de la cuesta el Gallo a 4400 msnm. Mostrando fotos de otros viajeros.

Foto: Gonzalo Cristofani

Era que en un rincón, había un quiebre del camino y estaba escondida; al pie del mismísimo Volcán Quehuar y surcada por una gigante vega que va arrematar en el salar homónimo; yace allí un pueblo; que para mi asombro ya no era de una sola calle; ahora son varias casas dispersas; los de la banda son el pueblo nuevo y hay una escuela de verano, muy bien dotada y construida; un centro vecinal; una usina a motor y hartas llamas pastando en la vega; que también ofrecía un paisaje de sequedad.

Como llegué a media tarde, me di tiempo pa' recorrerla, charlar con algunos vecinos y decidí dejar la bici en una casa y emprender el acercamiento al cerro. Mientras se jugaba un picadito; mi extraña figura surcaba la áspera canchita y se escuchaban las risas de los "pasteños" que me miraban con asombro y recelo; a donde se va!!!! me grito uno. Pa'l cerro le dije y se rieron todos.

A solo un par de kilómetros vega adentro; arme el campamento; sentí entonces la paz y tranquilidad de este mágico rincón de la puna; unas cuantas llamas alrededor y un majestuosos cerro que la custodia y que la alimenta. Al otro día cometí un error, por hacerle caso a un puestero, me metí en una quebrada equivocada; imagínese el lector: caminar con 20 kg. al hombro, luego de 8 días de duro pedaleo y errarle el camino y salir 6 km. mas lejos de lo debido: era cosa de manderusha. Pero el buen tiempo y las largas horas de verano me permitieron remontar por los altos filos hasta hacer mi campamento a 5000 mts. un tanto mas cerca de lo que había planeado.

Apachetas del Abra del Gallo, sobre la ruta de acceso al volcán Quewar. Foto: Christian Vitry

Remontando un filo a 5000 msnm. Luego de haber errado el camino. Nótese la lejanía del volcán. Foto: Gonzalo Cristofani
Remontando un filo a 5000 msnm. Luego de haber errado el camino. Nótese la lejanía del volcán. Foto: Gonzalo Cristofani

Era hora entonces de ir por el ultimo objetivo; me encontraba bien aclimatado y con buen animo; así que no hizo falta madrugar; solo deje que el sol bañara las laderas orientales del neva'o y calentara mi carpita para recién arrancar; decidí hacer un rodeo; encarar por el filo norte directo hacia la cumbre mayor; pero el sayo me frenó; se hizo duro, durísimo el ascenso; pero firme y lento mi andar era contagiado por la exuberante vista de los salares; de los volcanes; de los ocres y amarillentos del "pan mineral de la puna"; de pronto me hallaba en las estribaciones de los 6000 mts. y la línea de roca magmática de las ultimas erupciones hacían el piso mas firme, pero empinado.

Así logre a las 12 hs. llegar al sitio sagrado; una construcción incaica; que los adoradores del sol hicieron hace mas de 500 años; aquí se descubrió un enterratorio; saqueado en parte en los '70 y rescatado la otra parte en el '99 por Johan Reinhard (el mismo de los niños del Llullaillaco) se pudo realizar un estudio arqueológico intenso con un equipo de peruanos que permanecieron mas de 12 días en la cumbre laburando.

Coronar la cumbre norte a 6153 mts. (según mi Garmin MAP60csx) fue mágico; aquí; aislado de cerros; único e imponente, único y majestuoso; colosal pirámide que domina los salares; la vista es inalcanzable; el latir del corazón siempre amena; el viento se hace sentir y quema la cara; tironea; te quiere voltear, te amasaja; te doma; te hace sentar y hasta voltear la cara; como no lo iba hacer si seguramente es el mismísimo "guardián de la laguna"; que en realidad es un glaciar; el único que posee el volcán en una explanada entre las cumbres norte; sur y un promontorio al este que va soltando de a poquito sus manjares "el agua"; que río abajo forma una vega enorme y contiene en su ceno al pueblito "Santa Rosa de los Pastos Grandes".

Ascendiendo el por el filo Norte. A 5900 mts. Foto: Gonzalo Cristofani
Ascendiendo el por el filo Norte. A 5900 msnms. Foto: Gonzalo Cristofani

Aquí en una pequeña ceremonia a modo de coparchada, con coquita y mistela vallista pedí por mis sueños y los de los pastores; agradecí a la Pacha por haberme cobijado y dejado conocer este sitio.

Luego me encamine para las pircas; estuve mas de 2 horas allá (recorriendo y observando detenidamente y reflexionando); filme y saque hartas fotos; me imagine el como se había construido; el duro trabajo y el momento de la "capaccocha"; de aquel viejo y ancestral ritual momento de ofrecer al "apus" una conexión; entre los vivos y su majestad de las alturas; para que el enviado tenga buen pasar se le ponía un ajuar; comida y objetos de valor (típicos de la vida comunal de los antiguos pueblos); debió haber sido un emotivo momento; serio; tal vez cruento para algunos; pero debemos comprender el otro significado del sacrificio; que no lo era; que era una suerte y bendición poder ofrendar un niño para que sea el nexo entre los pueblos; y sus dioses; quien mejor llevaría un mensaje que un niño; sano, puro; joven, vital y noble; vacío de odios y enquistes; vacío de miedos; vacío de maldad, lleno de vida, lleno de sueños, todo por conocer.

Debemos desmitificar el "sacrifico" en los cerros como un mal, como una mala practica "cruenta", fue todo lo contrario; fue un acto de fe.

Reconocí leños de tola y cuerno; algunas herramientas líticas y restos de carbón y me fui pa la cumbre sur; hice algún ultimo momento de contemplación y otra vez la desazón; las empresas mineras están destrozando el cerro "Azufrera" que es del mismo cordón del Quehuar; cosa que me dio mucha bronca; el saqueo de minerales es una empresa de vía libre en nuestra Salta querida; parece que el pan mineral es el oro de la puna, pienso que el oro de la puna es la vicuña; el aprovechamiento del mineral no es sustentable, no tiene retorno; en cambio la lana si.

En la cumbre Sur (6123 msnm). En ambas cumbres hay libros de testimonios pero en malas condiciones. Foto: Gonzalo Cristofani
En la cumbre Sur (6123 msnm). En ambas cumbres hay libros de testimonios pero en malas condiciones. Foto: Gonzalo Cristofani

Sitio arqueológico en la cumbre del Volcán Quewar. Foto: Christian Vitry

Así me masticaba una bronca mientras emprendía el regreso por el filo sur; un largo sayo hasta llegar al pie; remontar algunas quebradas y llegar a mi carpita. No cansado, pero contento; con muchas imágenes en la retina, cosas incomprensibles para mi, energías únicas; ruinas de un santuario prehispánico y un centenar de picos elevados en la basta puna, cordillera y salares y además; había logrado mi objetivo; era hora de dormir tranquilo.

Al regreso a S. R. P. Grandes me había topado con dos alemanes que estaban acampando en una vega; pero apunados no podían seguir mas; decidieron regresar; cosa que me asombró; debido a que por la vega "correcta" solo se tarda un par de horas, lo contrario a lo que hice de ida que me demandó todo un largo día.

De vuela a la casita a retirar mi bici, donde dejé mis botas rasgadas por los acarreos; regalé también algunas cosas; que para otros serian útil, para mi eran peso y que mejor destinatario aquel que vive al pie de los cerros.

Con mi bici logré pedalear unos 25 km, hasta alojarme en un puesto donde me atendieron de 10; don Natividad me contaba de su hazaña para ir a cobrar su jubilación en San. Antonio de los Cobres; todos los meses; sea la época que sea; él debía encarar el abra de Gallo con su Remingnton modelo '79 sin cambios y freno a varilla; miraba con asombro mi "maquina" con 27 cambios y suspensión; para él era como una moto.

Al otro día pase por el puesto de la cuesta de Gallo, donde don Primo y doña Paulina me mostraban fotos de gringos que habían pasado en bici; es que les resultaba raro que un paisano se atreviera a tal emprendimiento; y volvió la vieja historia de la laguna del Quehuar fue motivo de una charla larga y tendida charla.

Gonzalo Cristofani, llegando a la cumbre del volcán Quehuar
Gonzalo Cristofani, llegando a la cumbre del volcán Quehuar


Y le pregunte:
¿Por que quehuar?
NO!! me dijo. Es "QUEVAR"... por los QUEWS.. los queusss pue...

¿Cuales le dije?
Esos que hacen quewwww quewwww... son parecidos a los yutos y a las perdices...
Ahhhhh dije.... (y me cayo la ficha)

Remonté la cuesta hasta el abra de Gallo nuevamente y una ultima ofrenda me despedía de la vista del Volcán Sagrado; para emprender el regreso hacia San Antonio de los Cobres; donde me encontré con Jarry mi amigo del alma (Pablo Guantay, otro Cafayateño).

El también andaba "montañiando", aunque con otro destino. Pedaleamos unos 45 Km. por las vías del tren hasta la estación Incahuiasi; allí pasamos por los famosos puentes y el más largo el Nº 20 (de 600 mts).

Ya una tormenta de granizo nos corrio hasta Las Cuevas; donde charlamos con doña Margarita Barbosa; iban y venían las viejas anécdotas del tren; de la falta de agua y de su vida de joven; añoranzas que quedan guardadas en lo mas profundo de cada poblador que haya vivido la época de oro del tren a "Socompa" y no del tren "a las nubes".

En los penitentes del casi extinto glaciar de la cumbre. Foto: Gonzalo Cristofani
En los penitentes del casi extinto glaciar de la cumbre. Foto: Gonzalo Cristofani

Bueno, ya concluía mi viaje; con los últimos kilómetros a Salta, por asfalto, en bajada y con la suerte de poder vivenciar en carne propia el quehacer, la leyenda y el mito y la cotidianidad de los pueblos que custodian nuestros cerros; nuestras historias y nuestras ricas y desconocidas raíces.

Lo más lejos que podemos estar de ello es simplemente "desconocer"; de vez en cuando un polvoriento camino, un ranchito de paja y unas manos rajadas y talones partidos te pueden hacer conocer lo mas profundo y sentido de nuestra gente.

Aunque las lluvias vinieron en demasía; y hasta desastres produjeron por estos días; allá en la puna, en los valles; la pacha ha sido bendecida; no hay mas peor desastre que no conocer el verdadero poder la naturaleza; no hay peor desastre que enfrentarla y desafiarla; le debemos su cobijo; le debemos su bondad.

Jallalla, Pacha, jallalla, Apus Quevar, jallalla

Saludos


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| COMENTARIOS(1)


11/10/22 12:52 Pablo:
compañero excelente la salida, más aun el relato y el amor al terruño que se siente en él. saludso y abrazo de cumbre. de otro andinista y ciclista.

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