Historia · Montañismo en el Mundo

Las grandes dudas y polémicas del montañismo

La vanidad y el coraje suelen manifestarse de forma misteriosa

Jorge Gonzalez, Escritor

Edición: CCAM



En la historia del montañismo, se han instalado algunas polémicas que giran alrededor de la interpretación a la que dieron lugar las conductas y acciones de diferentes protagonistas de renombre en el tema. Polémicos por sus actitudes o en definitiva por las elecciones que hicieron en su momento, camino al logro de sus objetivos. Aunque cada uno de ellos sienta que está justificado, sus decisiones siguen siendo motivo de diferentes interpretaciones. La montaña muchas veces no tiene nada que ver con ello y sólo resulta el ámbito en el que afloran aspectos de la naturaleza humana con todos sus componentes de vanidad y coraje que suelen manifestarse en estos casos. Algunas viejas y famosas discusiones se plantean en torno a si determinada cima fue conquistada y, en algunos casos, los protagonistas no son los cuestionados (Mallory-Irvine) pero, la misma historia, además de opiniones técnicas, ha sumado consideraciones de carácter ético.

Ubicación de Puente del Inca, Mendoza, Argentina.
Vista panorámica del Mont Blanc luego de la primera nieve de invierno. Foto:
www.wikipedia.org


 

Mont Blanc - 1786

Corría el año 1760 y apareció en Chamonix un joven de apenas 20 años proveniente de Ginebra, dueño de cierta fortuna e inclinado al estudio de las ciencias naturales: Horace Benedict de Saussure. Quedó visiblemente impresionado por la mole del Monte Blanco, que elevaba su cumbre a 4807 metros de altura y llegó a ofrecer una recompensa importante a quien se convirtiera en el primero en escalarlo.

El desafío que había puesto en marcha Saussure lo tomó un personaje que entró en escena: Michel Gabriel Páccard. Había nacido en el mismo valle de Chamonix y estudió medicina en Turín y París.

A principios de agosto de 1786, Páccard contrató a un guía joven de nombre Jacques Balmat, que se ganaba la vida cazando gamuzas y recogiendo cristales de roca. Ambos partieron cargados de comida, mantas y los instrumentos de medición de Páccard. Al segundo día, el fuerte y helado viento y el tremendo cansancio, los hacía detener con frecuencia para buscar respiro, pero finalmente, a las 6 y media de la tarde, alcanzaron la cumbre. Era el 8 de agosto de 1786. 

 

Ubicación del Macizo del Mont Blanc en la frontera de Francia e Italia
Ubicación del Macizo del Mont Blanc en la frontera de Francia e Italia

 

 

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Eric Shipton, ha escrito sobre la historia de lo sucedido: “Cabía esperar que Balmat se sintiera profundamente agradecido a su jefe, cuya decisión e intrépido juicio le permitieron compartir el triunfo que, de todos modos, le daría gran renombre. Pero era de carácter vanidoso y mezquino. El triunfo se le subió a la cabeza y pronto, empezó a exagerar su parte en la hazaña. Probablemente nadie le habría hecho mucho caso, a no ser por la intervención de un periodista suizo llamado Marc Théodore Bourrit. Cuando este ampuloso escritor, alpinista fracasado, supo del triunfo de Páccard, los celos se apoderaron de él, e inmediatamente resolvió hacer cuanto estuviera en su mano para desacreditar al doctor. Estaba en excelente posición para conseguirlo, pues se le reconocía autoridad en todo lo concerniente al Mont Blanc.

Visitó a Balmat en Chamonix y juntos tramaron una versión fantástica del acontecimiento, que luego publicó en Ginebra sólo seis semanas después de la escalada. Páccard aparecía como un inexperto alfeñique, que a lo largo de la ascensión no fue sino un simple viajero, necesitado continuamente de ayuda y de aliento para perseverar. Finalmente, Bourrit aseguraba que el doctor había sucumbido al cansancio cuando se hallaban a pocos metros de la cumbre y que Balmat había tenido que seguir solo hasta el final, para luego volver a ayudar a su compañero a emprender el descenso. Esta versión de Bourrit fue aceptada como la verdadera historia de la ascensión.

 

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El Hotel de Puente del Inca en la decada del 30, Mendoza
Monumento en honor de Horace-Bénédict de Saussure en compañía de su guía en Chamonix, de fondo el Mont Blanc.

Foto: www.wikipedia.org

 

Lo más incomprensible y, quizá, lo más triste de todo este vergonzoso asunto es que no fue desmentida por Saussure. Éste conocía bien a Páccard y estaba al corriente de todas las exploraciones realizadas por el doctor años antes de la escalada. Pero, a pesar de ser así, no sólo omitió toda referencia a ello en sus voluminosas obras sobre la exploración del Mont Blanc, sino que ni siquiera se molestó en refutar las mentiras, que para él debían ser evidentes, del relato de Bourrit. Por algunas de sus afirmaciones, resulta indudable que también él estaba profundamente celoso de su colega mucho más modesto.
 

En lo que atañe a Páccard, se comportó con gran dignidad y contención. Hizo pocos esfuerzos por defenderse y no sedignó entrar en mezquinas disputas acerca de su intervención en la gran hazaña. Lo que le preocupómas fuedescubrir que su barómetro se había estropeado durante la subida, y que, por consiguiente, los datos que anotó no eran de fiar. Sólo se ocupó de organizar cuanto antes una segunda ascensión para efectuar observaciones más exactas. Había proyectado editar un relato de la escalada con sus observaciones científicas. Publicó un prospecto del libro solicitando suscripciones para pagar la edición; pero al aparecer el relato de Bourrit, ya no logró los fondos necesarios y su obra no se publicó. Así creció y se divulgó el mito de la conquista hercúlea y prácticamente solitaria del Mont Blanc por Balmat y la posteridad la aceptó como auténtica. Hoy mismo no se conocería la verdad si no fuera por algunos historiadores concienzudos de principios de este siglo. Con gran paciencia, estos hombres profundizaron en el pasado, reunieron pruebas directas y descubrieron documentos que arrojaron nueva luz sobre el asunto, hasta que demostraron sin lugar a dudas la falsedad de todas las afirmaciones de Balmat y de Bourrit. Así, casi cien años después de su muerte, el doctor Páccard ocupó el lugar que verdaderamente le correspondía en los anales de las grandes proezas”.

No solo había nacido el alpinismo con la conquista del Mont Blanc sino que también nacía una de las primeras y grandes mentiras del montañismo y las vanidades humanas.

El Hotel de Puente del Inca en la decada del 30, Mendoza
Primera ascensión a la aguja del Midi, Grabado. Grandes Jorasses, Macizo de Mont Blanc


Everest-1924

En 1924 y con la jefatura del General Charles G. Bruse, secundado por el comandante E. F. Norton los ingleses intentaron por tercera vez al Everest. Los integrantes eran Somervell, Mallory, Beetham, Hazzard, Odell y Andrew Irvine, un joven de apenas 22 años. El más experimentado era George Leight Mallory considerado el mejor alpinista británico de la época y que había estado en los intentos anteriores. El 4 de junio, Norton y Somervell realizaron un intento a la cumbre, pero desistieron. Mallory sabía que era su oportunidad y eligió al joven Irvine para un nuevo intento. Quizá la experiencia de Irvine con los aparatos de oxígeno fue lo que lo llevó a esa decisión. El 8 de junio Odell iba en una marcha solitaria hacia el campo VI cuando divisó sobre lo que creyó “el segundo escalón” hacia la cumbre, dos diminutas figuras escalando en la roca. Para Odell que se encontraran allí a las 13 horas, era demasiado tarde. Una cortina de nubes envolvió las figuras y cubrió la montaña. Nunca más se sabría de ellos.

Ubicación del Monte Everest, Tibet.
Mapa de ubicación del Monte Everest, Tibet

 

El 1921 Reconocido Equipo Británico al Monte Everest. George L. Mallory (1866-1924) se muestra, en frente a la izquierda, con otros miembros de la primera expedición británica al Everest. Foto:
www.e360.yale.edu

 

La expedición sufrió el impacto, regresó a Inglaterra y Mallory fue homenajeado con el profundo convencimiento de sus compañeros de que había alcanzado la cumbre. Finalmente en 1953, Hillary y Tensing vencieron el Everest cuando se abrió  el ingreso por Nepal  pero la incógnita de si Mallory e Irvine habían llegado a la cima y muerto en el descenso, seguía sin resolverse y, el lado Norte de la montaña, enmudeció durante muchos años. Testimonios y hallazgos aislados mantuvieron y aún mantienen el misterio sin resolver y son muchos los que buscan develarlo.

El 1º de mayo de 1999 (¡75 años después de su desaparición!) una noticia conmovió al ambiente del alpinismo mundial: una expedición norteamericana dio a conocer el hallazgo del cuerpo de George Mallory a unos 8290 m de altura sobre las laderas de la cara Norte del Everest. La vestimenta y algunos objetos personales no dejaban dudas de que se trataba de Mallory.  Al ser consultado sobre el cuerpo su hijo Jhon, de 80 años radicado en Sudáfrica, no dudó en decir que “lo dejaran en la montaña”. Así que, tras una breve ceremonia, el cuerpo de Mallory fue nuevamente enterrado a unos 8200 mts. mientras continuaban a la búsqueda de Irvine. Supuestamente llevaba colgada de su cuello una cámara fotográfica Best Pocket de Kodak fabricada entre 1912 y 1926 donde podría estar el documento definitivo sobre si alcanzaron o no la cumbre.

A partir del hallazgo del cuerpo de George Mallory y sus objetos personales y la continuación de la búsqueda del cadáver de su compañero Andrew Irvine, el Alpine Club de Londres emitió un comunicado con la intención de establecer la conducta ética que deberían seguir las expediciones que pretendan encontrar el cuerpo de Irvine. Fue a través de una nota publicada en el número de marzo del año 2003 de la revista británica “High Mountain Sports” y firmada por su presidente, una leyenda viva del himalayismo británico: Doug Scott. El escrito realiza una serie de recomendaciones relacionados con el posible hallazgo de cadáver momificado de Irvine. Solicita la comunicación constante con los familiares de Irvine antes, durante y después de la expedición. Sobre el cuerpo de Irvine, la carta pide el máximo cuidado a la hora de buscar objetos personales, con la intención de evitar cualquier daño de los restos helados; algo que ocurrió, según el Alpine Club con el de Mallory. Además, afirma que después de su observación debería ser cubierto por piedras y permanecer intacto desde entonces, respetando así las leyes que impiden mover un cadáver sin permiso judicial, “práctica que debería ser respetada en las montañas”. Se exige también que todos los objetos personales encontrados junto a los restos del alpinista, sean devueltos, por respeto a los familiares, a la fundación que lleva su nombre. Por último, en lo referente a la repercusión del posible hallazgo en los medios de comunicación, el club británico, afirma que cualquier publicación de artículos o fotos del cuerpo momificado debería ser consultada previamente con lo familiares antes de salir a la luz. Su lugar, según el Alpine Club, está en un libro que reúna la verdadera historia de Mallory e Irvine, y no en la prensa popular, aunque ésta sea muy tentadora.

Hillary y Tenzing en el ascenso a la cima del Everest, fotografía tomada por George Lowe. Foto:
www.montanismo.org

 

Nanga Parbat - Rupal - 1970

En 1970 estaba virgen la terrorífica cara del Rupal Sur del Nanga Parbat en el Himalaya. Se trataba de una pared de 4500 metros de desnivel de alta dificultad. Dos personajes se unirían y enfrentarían después por la conquista de esta pared. El jefe de la expedición, el Dr. Karl Herrligkoffer, “infatigable y obstinado médico muniqués” que era un hombre muy experimentado en la dirección de expediciones y “la figura más relevante de los años ‘70” el ítalo-germano Reinhold Messner en el que de depositaban grandes esperanzas de vencer la montaña.

En la descripción de la personalidad de uno de los personajes, Herzog anticipa parte de sus actitudes y con ello conocer a que edificio de valores acude en sus acciones. Dice de Messner: “De una manera rapidísima, impulsado por una singular voluntad de poder, intentó afirmarse y consiguió en breve tiempo imponerse humana y socialmente, tanto por sus hazañas como por el rigor de sus opciones. Duro consigo mismo, inexorable con los demás, consiguió forjarse poco a poco, ayudado por el éxito, una imagen pública inspirada en el arquetipo del superhombre insensible a los sufrimientos físicos, incluso los más vivos, pero en contraposición vulnerable a los impulsos del subconsciente. Algunos lamentaron su deseo de disfrazar su personalidad, quizás algo insegura, contrariamente a las apariencias. Otros trenzaron los laureles a este caballero de los tiempos modernos y agradecieron sus grandes conquistas. Sea lo que sea, la realidad es que, reservado o ambicioso, idealista o egocéntrico, humanista o temperamental, Reinhold Messner ostenta la máxima categoría dentro del alpinismo contemporáneo.”

Ubicación del Monte Everest, Tibet.
Mapa de ubicación del Nanga Parbat, Pakistán

 

Puntualmente y sobre lo que dio después lugar a la discusión entre ambos se lee: “Después de una viva controversia, se acordó que se anunciara el mal tiempo lanzando desde abajo una bengala roja. Si la bengala fuera azul, significaría que las previsiones eran buenas. En el primer caso, debía suspenderse cualquier tentativa de escalada. En el segundo, el asalto debía efectuarse. Si el tiempo fuera incierto, se lanzarían dos bengalas, primero una azul y a continuación una roja. El código era claro. Su interpretación no lo era tanto. En caso de cometerse un error, o producirse una confusión, la lógica de cada cual podía diverger y acabar todo en drama.”

Lo cierto fue que el tiempo se presentaba bueno y los partes meteorológicos indicaban lo contrario. Se lanzó una bengala roja, pero Reinhold no deseaba perder la oportunidad. Junto a su hermano Günther, logran la cumbre venciendo la temida pared. Sin embargo, Günther no estaba entero y propuso bajar por la vertiente del Diamir, del otro lado, la cara que parecía mucho más “amigable”. Reinhold sólo había visto la pared por fotos, pero aceptó la propuesta. Soportaron un vivac y Günther se debilitaba cada vez más. Reinhold buscaba el camino y volvía a ayudar a su hermano y en una de esos pasajes, un alud sepultó a Günther para siempre. Lo buscó durante un día y dos noches y siguió bajando casi como un autómata. En el libro de Reinhold Messner “Solo” (Editorial RM, Barcelona, 1980) hay un comentario sobre aquella aventura: “Constituye una impresionante odisea y una de las mayores hazañas en la historia del alpinismo la protagonizada por Reinhold Messner tras la muerte de su hermano. Desesperado, agotado, sin alimentos, con varios dedos de los pies congelados y dándose ánimos a sí mismo continuamente en una decidida voluntad de vivir, descendió por el Valle del Diamir, hasta que por fin topó con unos campesinos, los cuales le ayudaron a continuar, y por último lo transportaron el tramo final hasta la carretera del Indo, a la altura del puente de Bunar. Allí lo recogió un oficial con un jeep militar. ..”

Reinhold Messner en el Everest. Foto:
www.am14.net


 

Al no regresar los Messner al campamento base, los miembros de la expedición pensaron en dos posibilidades: o habían tomado la arista Sudoeste que les hubiera permitido alcanzar la parte superior del valle del Rupal o habían bajado por la cara del Diamir. El jefe de la expedición envió inmediatamente un equipo al valle superior del Rupal, pero nadie había oído hablar de que unos extranjeros hubieran descendido de la montaña. Con respecto al Diamír, las autoridades fueron informadas de que tenían que socorrer a dos sahibs, probablemente en un estado precario. Incluso fue solicitado un helicóptero. El doctor Herrligkoffer decidió levantar el campamento, y la expedición se dirigió a Gilgit, donde finalmente encontraron a Reinhold Messner y se enteraron de toda la historia. Cuando regresaron a Europa, un conflicto público enfrentó al alemán Herrligkoffer y al tirolés Messner. Graves acusaciones fueron sostenidas por Reinhold Messner contra el jefe de la expedición, que se publicaron en los periódicos y, posteriormente, en un libro titulado “La Bengala Roja”. Messner acusaba al doctor Herrligkoffer de no prestar asistencia a personas en peligro; y éste, por su parte, hacía responsable a Reinhold de la muerte de su hermano. El pleito se dirimió ante el Alto Tribunal de Baviera, cuyo fallo prohibió al alpinista tirolés proseguir sus acusaciones y ordenó la retirada de la circulación del libro.

Muchos años después de la tragedia, en el 2004, se encontró un peroné en la vertiente Diamir de la montaña, y los análisis encargados por Reinhold a una universidad alemana revelaron que, efectivamente, el hueso perteneció a su hermano, lo que confirmaba la versión del alpinista. Ahora, el director de cine alemán Joseph Vilsmaier, autor de películas como “Stalingrado” o “Comedian Harmonist”, quiere llevar a la gran pantalla esta emocionante historia de muerte, celos, éxito, juicios, sospechas... para lo que se reunió con Messner para obtener su versión de la historia.

Reinhold Messner y su hermano Gunther. Foto:
www.trekkingennepal.wordpress.com

 

Reinhold Messner en la cumbre del Nanga Parbat. Primer ascenso en solitario, Agosto 1978.

Foto: www.elautobusmagicodealexandersupertramp.blogspot.com.ar

 


Everest sin oxígeno -1978

El personaje Reinhold Messner vuelve a la polémica al hablar de un nuevo desafío: el Everest sin oxígeno y, en sus argumentaciones, rompe con los límites establecidos. Ante lo técnico hay una postura ética de Messner, aunque luego priman la intolerancia y las susceptibilidades en el campo de las conductas humanas. En relación a la montaña lo menciona de este modo: “No escalo montañas por conquistar sus cumbres. Entonces, ¿por qué lo hago? Me coloco en situaciones extremas para conocer mis miedos, mis dudas, mis entusiasmos. Tal aventura queda disminuida tan pronto como el hombre, en su ambición, se sirve de la técnica. La montaña más alta se contrae al contacto de las clavijas, los aparatos de oxígeno y los cientos de porteadores que acompañan al alpinista. Quien hace uso de la botella de oxígeno degrada al Everest a la condición de montaña de seis mil metros”.

“Una montaña se agota rápidamente si el hombre no usa con moderación los medios técnicos de que dispone, es decir, cuando está más interesado en conquistar la cumbre que en conocerse a sí mismo. Aquel que, en alpinismo, no confía en sus propias fuerzas, por lo que utiliza aparatos y drogas, se engaña a sí mismo, engaña a su propio yo. La mascarilla de oxígeno es como un muro entre el hombre y la naturaleza; es un filtro que impide sensaciones de ensueño”.

“Las montañas son algo tan elemental que el hombre no tiene el deber ni el derecho de someterlas con los medios que la técnica pone a su alcance. Sólo aquel que se aproxime a ellas con humildad y modestia en la elección de los medios auxiliares, puede experimentar la armonía del mundo. De repente empiezo a acariciar esta idea: subir hasta que la montaña se acabe o caer para no levantarme más”.

Reinhold Messner y Peter Habeler lograron esta hazaña el 8 de mayo de 1978. Cada uno de ellos publicó un relato de la expedición, Messner el que tituló “Everest sin oxígeno” (Editorial RM, Barcelona, 1979) y Peter Habeler “Victoria en solitario” (Grijalbo, Barcelona, 1981). Sin embargo, a pesar de compartir este logro, surgieron entre ambos importantes diferencias que no volvieron a reconciliarse. Se habían puesto de acuerdo en que si alguno de los dos tenía un problema, el otro continuaría escalando o descendiendo si fuese el caso. Sin embargo, Habeler ayudó a Messner cuando al bajar estaba prácticamente ciego por haber perdido sus antiparras. Que Habeler lo dijera en su libro, molestó a Messner. Ya no volvieron a constituir una cordada y Messner es explícito cuando al final de su libro habla de un nuevo proyecto: el ascenso al K2 y dice que “Habeler no formará parte de la expedición”.

Reinhold Messner y Peter Habeler en el Everest, 1978. Foto:
www.outdoor-team.at

 

Reinhold Messner y Peter Habeler en el campamento 2 del Everest. Foto: Leo Disckinson,
www.rohantime.com


Everest - 1996

Por encargo de la revista de alpinismo “Outside” de los Estados Unidos, Jon Krakauer viajó a Nepal en marzo de 1996 para sumarse a una expedición guiada al Everest y escribir un artículo sobre el fenómeno de las expediciones comerciales al “techo del mundo”. Krakauer llegó a la cumbre, pero vivió una verdadera tragedia. Después de la publicación de su artículo escribió un libro que se llama “Mal de altura” (Ediciones B S.A., Barcelona, 1999).

Personalmente creo que, lo apasionante de este libro, no es solo el modo en que Krakauer hace el relato de lo sucedido sino además lo “predecible” que parece su desenlace aún para un lector neófito en cuestiones de alpinismo. Del comentario de la contratapa de la primera edición (marzo de 1999) transcribo: “Mientras Krakauer empezaba el largo y peligroso descenso tras coronar la cima, otros veinte escaladores de su grupo seguían empeñados en alcanzarla sin advertir las nubes que empezaban a cubrir el cielo. Seis horas más tarde y tres mil metros más abajo, Krakauer llegó a su tienda helado y sufriendo alucinaciones por la falta de oxígeno. Seis de sus compañeros no habían regresado. Cinco sucumbieron a la tormenta y a un sexto hubo que amputarle la mano”.

En “Mal de altura” se describen las circunstancias que provocaron aquella tragedia y Krakauer “arremete contra la ambición de los guías, la inexperiencia de los escaladores y la banalización del montañismo”. El periodista, cuestiona seriamente la actitud del guía ruso Anatoli Boukreev de subir sin el empleo de oxígeno artificial llevando clientes.

Esto explica que se expusiera a un enorme desgaste, no solo por el esfuerzo sino también por el intenso frío y, en consecuencia, de que bajara rápidamente y antes que sus clientes dejándolos sin protección. En noviembre de 1997 salió a la venta un libro titulado “The Climb” [La escalada] que es la versión que Anatoli Boukreev le contó a un norteamericano de nombre G. Weston De Walt sobre el desastre de 1996 en el Everest. Boukreev se había molestado mucho por el modo en que fue retratado en “Mal de altura”, motivo por el cual una parte importante de “The Climb” está dedicada a defender su actitud en el Everest, a poner en tela de juicio la versión de Krakauer y a difamarlo por falta de integridad periodística. Queda involucrado el escalador Reinhold Messner al cual acuden uno y otro para contar con su aprobación o no a las posturas enfrentadas. Según Boukreev, Messner asintió a que su actuación había sido la correcta. Según Krakauer, Messner grabó en una entrevista su opinión de que había sido un error subir sin oxígeno embotellado y abandonar a los clientes. Lo cierto es que nueve víctimas recuerdan que los hombres son muy pequeños ante las grandes dimensiones de la montaña y que la masificación del deporte y el dinero puesto en juego en estas expediciones comerciales, son factores desencadenantes de sus peligros reales.

Vista del Monte Everest. Foto:
www.lifetravel.com


Expedición de 1996, llegando a la cumbre del Everst. Foto: Jon Krakauer,
www.librosdeviajeyaventura.blogspot.com.ar

 

Video:

 



Cumbre en el Nanga Parbat: Reinhold y Gunther Messsner

Nanga Parbat, es la novena montaña más alta de la Tierra, la segunda montaña más alta de Pakistán y uno de los ochomiles con una elevación de la cumbre de 8.126 mts. Nanga Parbat se traduce como "Montaña desnuda". También conocida como "la montaña asesina". Nanga Parbat fue uno de los más mortíferos de los ochomiles para los escaladores en la primera mitad del siglo XX siglo, y desde entonces sigue siendo un inmenso pico para las escaladas.


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