En Diciembre de 2007 se lograron realizar seis cumbres vírgenes en solitario y ascender a los volcanes Azufre y Quironcolo en tan solo cuatro días
La exploración en el montañismo es una actividad que, cuando te atrapa, es apasionante. Transitar lugares “desconocidos” donde en muchos casos ni siquiera figuran en los mapas, representa un desafío interesante, ya que, como dijo el poeta: “se hace camino al andar”. Como resultado de la expedición se lograron realizar seis cumbres vírgenes en solitario y ascender a los volcanes Azufre y Quironcolo, todo ello en cuatro días.
En diciembre de 2007 partí rumbo a la Puna, concretamente a los Nevados de Pastos Grandes, donde la montaña de referencia es el volcán Quewar (6.180 m). La idea era realizar prospecciones arqueológicas en toda la serranía aledaña al Quewar, donde las montañas más conocidas son el Volcán Azufre (5.860 m), el Quironcolo (5.196 m) y el Mamaturi (5.000 m).
Una semana atrás había estado trabajando algunos días en los salares de Arizaro, Llullaillaco y Río Grande, razón por la cual estaba aclimatado, lo que motivó que ahorrara tiempo en el proceso de adaptación a la altura y me moviera con mayor rapidez. Me acompañó Nicolás Maioli, un colega arqueólogo con quien nos complementamos bien en el trabajo. En esta oportunidad él recorrería todas las laderas y nacientes de las quebradas, mientras yo me dirigiría hacia los filos altos y cumbres de los Nevados de Pastos Grandes.
El 4 de diciembre salimos de Salta a las 9 hs y llegamos a medio día al Salar de Pocitos. Allí almorzamos e inmediatamente salimos en la camioneta a recorrer la zona. Existen huellas vehiculares hasta bastante altura, llegando en algunos lugares cerca de los 5.000 metros.
El segundo día partimos desde el Salar de Pocitos e ingresamos por la quebrada de Incahuasi y, en menos de una hora, estábamos al pie del primer encadenamiento montañoso, ubicado entre el Quewar y el Azufre. Coordinamos la frecuencia de los handies y el horario de comunicación. Siendo las 11,20 hs llegué a una cumbre de 5.630 metros, donde no había ninguna evidencia de ascensión previa, tampoco restos arqueológicos. Esta montaña es muy visible desde la ruta que pasa por Pocitos, caracterizándose por unas elevadas peñas de color claro.
Esta distinción fisiográfica sirvió para bautizar a la montaña como “Peñas Amarillas”. Un alargado filo se proyectaba un par de kilómetros hacia el sureste, descendía unos 200 o 300 metros y culminaba en otra cumbre, hacia allí me dirigí. Descenso rápido y ascenso por un filo bien consolidado, llego a la cumbre a las 13,15 hs. En esta cima tampoco encontré testimonios de ascensiones anteriores ni restos arqueológicos, la altura que indicó el GPS fue de 5.760 metros. En la base de esta montaña nace la quebrada de Incahuasi, por ello decidí bautizar este cerro como “Incahuasi”.
A decir verdad, cuando subí la primer montaña estaba convencido que se trataba del cerro Mamaturi, me sorprendió no haber encontrado testimonios, pues sabía de una expedición reciente que me había comentado Arturo Díaz Gómez, sin embargo me quedó la duda, muchas veces los testimonios se vuelan, pero me parecía raro y, de hecho anoté en un papel que dejé como testimonio “Cerro Mamaturi”. Al llegar a la cumbre del Incahuasi, convencido que se trataba del cerro Quironcolo, me termine de desorientar, pues no estaban ni las ruinas ni, los testimonios, ni nada ¿qué pasó?, alguien se estaba equivocando respecto a la ubicación de las montañas. Me había llevado por las cartas del IGM (poco confiables) y de un preconcepto respecto a la ubicación de estos cerros que nunca había subido. Lo cierto es que el equivocado era yo, cosas que suelen pasar.
Desde estas cumbres, un dato bien interesante, hay señal de celular, así que mi ascenso en “solitario” estuvo matizado con algunas llamaditas.
Luego de dejar los testimonios, hacer las fotos de rigor, proseguí hacia el sur rumbo al Azufre. Sabía que estaba un poco lejos, pero no costaba nada acercarse y “medirlo”. Lo cierto es que quedé prácticamente en la base de este volcán, pero ya el tiempo no me acompañaba, eran las 14,30 hs y me quedaban más de 500 metros de desnivel, así que decidí descender por las nacientes del Incahuasi donde me reuní con Nicolás. Comimos algo y seguimos explorando la quebrada hasta la parte más baja de la misma para finalmente regresar al Salar de Pocitos.
6 de diciembre: salimos de Salar de Pocitos a las 8,15 hs y nos dirigimos por la quebrada de Mamaturi (según los mapas del IGM). A las 9,40 hs empecé el ascenso a un encadenamiento paralelo al Incahuasi – Peñas Amarillas, ubicado al Norte.
A las 11 hs llegué a una cumbre de 5.576 metros de altura, la misma se caracteriza por tener bloque de basalto de color rojo oscuro que, a la distancia, parece negro. No encontré evidencia de ascensos anteriores ni restos arqueológicos. Su fisonomía hizo que bautizara esta montaña como “Punta Negra”. A menos de un kilómetro en dirección norte, una cumbre redondeada de similar altura se destaca en el horizonte. Desciendo por un filo no más de 200 metros de desnivel y asciendo hasta la cima plana de esta montaña, a la cual llegué a las 12 hs; no encuentro testimonios de ningún tipo; la bautizo como cerro “Redondo” de 5.550 metros.
Desde la cumbre del Redondo divisé hacia el Noroeste un par de cumbres más. Eran las 12 hs y me sobraba el tiempo como para salvar los 5 km que me separaban de estas cumbres y allá fui. A las 13,40 hs pisaba la cima de una aplanada cumbre, donde un leve montículo marca la diferencia de altura con el resto. No encontré testimonios modernos, pero si de los antiguos. Grata sorpresa al localizar una estructura pircada de forma mas o menos circular y restos de leña en esta cumbre que bauticé “La Mesada”, de 5.270 metros de altura.
Luego del trabajo de registro y documentación de este nuevo adoratorio de altura que se suma en los Andes, el número 200 de acuerdo a mi registro personal, emprendí la travesía hacia el sur, donde se destaca una cima puntiaguda a unos 3 km de distancia.
Llegué a la parte más alta a las 15,25 hs, la cumbre está sobre un filo angosto y es de pequeñas dimensiones, tiene una altura de 5.330 metros. No encontré evidencias de ascensos anteriores ni restos arqueológicos. Decidí bautizar este cerro como “Punta Mamaturi”, ya que la quebrada de Mamaturi pasa por su base.
Descendí por una quebrada que en la parte baja trae bastante agua, tornándose el árido paisaje puneño en un vergel. Me encuentro con Nicolás y regresamos a Pocitos.
7 de diciembre: Salimos de Salar de Pocitos a las 7,50 hs y a las 8,15 hs ya estábamos en la base del cerro Quironcolo. Luego de unos días Nicolás ya estaba aclimatado así que le dije que iría a la cumbre para conocer el sitio arqueológico y hacer su bautismo en alta montaña, se alegró mucho.
Siendo las 11,30 hs llego a la cima del cerro Quironcolo, el altímetro marca una altura de 5.196 metros, que coincide con las cartas topográficas. Retiro los testimonios de la última ascensión realizada por Arturo Díaz Gómez, Luis Tapia y Gustavo Lisi el 24 de marzo de 2007. Mientras espero a Nicolás que optó por una ruta más larga y menos empinada, me doy a la tarea de hacer fotos, hablar por teléfono, hacer croquis del sitio y descansar.
La idea era dirigirnos a C. el Mamaturi, pero decidimos regresar rápidamente, pues habíamos tenido un percance con la camioneta y debíamos tratar de solucionarlo antes que oscureciera.
8 de diciembre: Temprano salimos en vehículo por la Quebrada de Quirón, ubicada al oriente del Salar de Pocitos. El camino carretero es el que une Pocitos con Santa Rosa de los Pastos Grandes y luego prosigue por el Abra del gallo y empalma con la ruta 51 que va a San Antonio de los Cobres. Nuestro destino es el volcán Azufre. Una camioneta de la empresa Silex Argentina nos deja en la base de la montaña, a 4.400 m. Nos organizamos con Nicolás respecto a las actividades a realizar y allá vamos, el hacia abajo, yo hacia arriba, son las 8,15 hs. Estudio las posibles rutas y decido ir por el sur, la vía más directa y un poco más empinada. Subo lentamente, pero sin parar, el tiempo espectacular, finalmente llego a la cumbre a las 13,15 hs, exactamente cinco horas después habiendo salvado un desnivel de 1.400 metros.
La cima del Azufre es pequeña y se destaca la presencia de una plataforma artificial hecha en tiempos prehispánicos, sobre la cual no había planos ni fotos, así que me di a la tarea de documentar y relevar el sitio, además de caminar por los alrededores, donde encontré fragmentos de leña. Otro dato interesante para la arqueología regional.
Fue difícil hallar los testimonios, pero finalmente los localicé dentro de un botellón plástico. Habían tres papeles con fechas distintas, uno de 1998 de Paolini y Grau de la Asociación Tucumana de Andinismo, quienes ascendieron desde Pastos Grandes, es decir, por la cara noroeste; otro de Nicolás Morales, un empleado municipal de Santa Rosa de los Pastos Grandes, de fecha 16/8/03; el último prácticamente ilegible pero con una letra que me resulta familiar que dice “Antonio…Cachi”, claro, el flaco Zuleta, mi compadre. No se lee nada más, pero si mal no recuerdo esa expedición fue en 1997, habrá que confirmar el dato. En la cima construí un mojón para los testimonios un poco alejado de la plataforma arqueológica, la cual está bastante deteriorada justamente por la búsqueda de testimonios en su interior. De esta manera a lo sumo uno se sube en ella para la foto, espero pueda conservarse en el tiempo.
Descendí por el filo Oeste para conocer mejor la montaña y al cabo de un par de horas estaba ya en la base del volcán. Una montaña hermosa que vale la pena ir.
9 de diciembre: Finalmente arreglamos la camioneta y a media mañana partimos hacia Salta, después de unos días de intensa actividad. Como resultado de esta salida nos queda:
• Seis primeras ascensiones en cerros de alta montaña y bautismo,
• Un sitio arqueológico “nuevo” que se incorpora al listado de montañas sagradas.
• Relevamiento de la plataforma del volcán Azufre que hasta ahora no se había hecho.
Para los amantes de las montañas y a quienes les gusten los lugares poco frecuentados, tienen en estos cerros una buena oportunidad, asimismo es interesante el acercamiento, pues se trata de montañas relativamente bajas y accesibles en vehículo, buenas condiciones como para hacer escuela o las primeras armas en altura.
Área Restauración Fotográfica del CCAM: Natalia Fernández Juárez
Centro cultural Argentino de Montaña 2023