Historia · Personajes

Biografía del sanjuanino Juan Sergio Coco Fernández

Socio fundador del Club Andino Mercedario de la provincia de San Juan, fuerte montañista y gran compañero, participó en la expedición Argentina al Everest de 1971 y realizó innumerables exploraciones y primeras ascensiones

José Herminio Hernández. Montañista, Coronel (RE)

Edición: CCAM Octubre 2023



Nació en la provincia de San Juan, Argentina, el 27 de marzo de 1927. Sergio, más conocido por sus amigos y parientes como Coco. Para los viejos amigos, ha sido y sigue siendo el andinista más famoso y más amado de la provincia de San Juan.

Sergio Coco Fernández en el Everest, 1971


Ha sido uno de los socios fundadores del Club Andino Mercedario. Durante cuatro décadas trabajó intensamente para el engrandecimiento de la institución, de la cual, fue Presidente en reiterados períodos.

Por razones de trabajo, en el año 1982, se trasladó a Tierra del Fuego con su familia, para establecerse en la ciudad más austral de la República Argentina, Ushuaia, donde residera hasta su fallecimiento. Fue padre y maestro de innumerables andinistas, organizador de esforzadas expediciones, explorador andino, guía y consejero de dos generaciones de montañistas. Sin embargo su mayor virtud es la de haber sido y seguir siendo un referente, un hombre de bien.


Su trayectoria

En su juventud fue un atleta formidable, fuerte como un toro.Entre sus actividades más destacadas como montañistas podemos mencionar: más de setenta cumbres en la Precordillera andina, entre los 1.500 y 4.500 metros, muchas de las cuales, no se cuentan sus repeticiones como en el Parkinson, que lo realizó 14 veces. Mientras que en la demás montañas, podemos mencionar las siguientes: la primera ascensión al Ansilta 1, el 12 de febrero de 1955; intento al Ansilta 7, conformando la cordada junto a Edgardo Aníbal Yacante, el 28 de enero de 1956; el 10 de febrero de 1956, intento el cerro Vallecito, en el cordón del Plata; el 12 de febrero de 1957, intentó el Pico Polaco.

Tercera expedición al nevado El Toro, 1964. Los miembros de la comisión oficial, de izq. a der.: Anibal Vega, Antonio Beorchia Nigris, Sergio Fernández, Jorge Enrique Varas y Clodomiro Montaño


Un año después, lo vuelve intentar, el 12 de febrero de 1958; el 30 de enero de 1959, conformando la cordada junto a Mini, Groch, Yacante y Beorchia Nigris, coronaron el Techo de América, por la vertiente Norte, uniéndose su ascenso a la ruta normal, por encima del refugio Plantamura; el 10 de marzo de 1959, intentó el Plata; el 15 de febrero de 1960, coronó el cerro Las Tórtolas; el 24 de enero de 1961, coronó junto a Fidel Díaz, el Ansilta 4; el 22 de noviembre de 1961, el Negro Overo, en el Famatina, La Rioja;  el 27 de diciembre de 1962, el San Crispín, en el Olivares; el 30 de diciembre de 1962, realizó un intento al Agua Negra; el 20 de enero de 1963, realizó un intento a la pared Sur del Mercedario; en los primeros días del mes de enero de 1964, realizó una travesía y cruce a Chile, ida y vuelta a pie; el 26 de febrero de 1964, coronó el cerro El Toro, con cuya cordada encontraron la momia que tiempo después fue bajada.

El 21 de enero de 1965, realizó la cumbre falsa del Plata; el 30 de diciembre de 1965, coronó el cerro Olivares; el 17 de enero de 1967, intentó el Mercedario; el 12 de febrero de 1968, intentó el cerro Mesa, realizando al siguiente otro intento, el 10 de febrero de 1969; en el año 1971, integró la Tercera Expedición Argentina al Himalaya, llegando a los 7.000 metros; el 19 de diciembre de 1975, coronó el volcán Colorado; en el mes de abril de 1974, realizó un intento al volcán Llullaillaco y en los año 1982 y 1983, ya radicado en el Sur argentino, ascendió a los cerros Olivia, 5 Hermanos y Ushuaia.

Aconcagua 1959. Antonio Beorchia Nigris en el valle de Las Vacas


Su personalidad

Sin lugar a dudas quien lo describe mejor, por haber compartido varias expediciones y experiencias juntos, su gran amigo, Antonio Beorchia Nigris quien nos relataba: No existe persona en el mundo que, habiéndole conocido, al Coco Fernández, no lo aprecie!

Su disponibilidad, su calidez humana son legendarias. Él, pertenece a los tiempos en que no primaba entre los andinistas el individualismo preocupante de hoy. Los andinistas éramos entonces muy gregarios, familieros, nunca competitivos…

A Coco, lo conocí en el ambiente del Club Andino Mercedario, allá por principios del año 1957, y desde entonces hemos compartido expediciones y aventuras únicas.

En su plenitud Fernández, era un atleta de primera, el mejor entre los mejores, fuerte como un toro. Medía 1,82 metros de altura, pesaba 90 kilos de puro músculo y poseía una caja torácica muy amplia, como conviene a todo montañero.

Vive en Ushuaia, con Mirtha Kümmel, la única mujer de su vida, con tres hijos y una tropilla de nietos. Ya no practica el andinismo a causa de una molesta dolencia física; por lo demás, sigue siendo el Sergio de siempre, alegre, optimista, servicial, cálidamente humano.

Sus ojos azules te escrutan de hito en hito para adivinar qué necesitas, en qué te puede ayudar. ¡Y ni que hablar de su legendaria hospitalidad!

A Sergio, me une un antiguo y profundo afecto, cimentado en una vida de convivencias en la montaña.  Sus antecedentes como montañés son tales, como pocos pueden vanagloriarse en la Argentina.

Tercera Expecición Argentina al Himalaya, 1971

Casi todos los integrantes de la expedicón argentina al Everest, en Katmandú 1971


Estuvo en el Everest, en el año 1971, cuando llegar allá para nuestros andinistas era casi imposible; estuvo en la cumbre del Aconcagua subiendo por la faz Norte, en enero de 1959; doce días sobre los glaciares de La Mesa en 1968; en la pared Sur del Mercedario, en el año 1963, en la cumbre del cerro El Toro, en el año 1964, cuando el rescate de la famosa momia incaica; también sobre las cumbres de la cordillera de Ansilta, etc. Considero que con dos anécdotas vividas con él, nos darán un acabado perfil de su persona.

En el cerro Aconcagua: corría el mes de enero de 1959. Partiendo desde la villa de Barreal, habíamos alcanzado el río de Las Vacas, con seis jornadas a lomo de mula.

Desde allí, bordeando el ventisquero de Güssfeldt, encaramos la ladera Norte del techo de América, para empalmar la ruta normal a unos 6.200 metros SNM.

La madrugada del día 30 de enero, nos sorprendió a los pies de la Canaleta, un frío glacial magnificado por nuestros equipos de fortuna, calma chicha, silencio.

La excepción hecha de Érico Groch, que portaba mejores vestuarios, los restantes Sergio Fernández, Edgardo Yacante, Ramón Mini y yo, estábamos equipados con prendar caseras o procedentes de los depósitos del Regimiento de Infantería de Montaña 22.

Distrubuyendo cargas a los coolis. Expedición argentina al Everest 1971


Eran equipos que hoy harían sonreír a los modernos andinistas con displicente conmiseración.

En aquellos años, recurríamos aún al método cebolla, utilizado por los polacos, en el año 1934, durante la expedición al Mercedario y luego, al Aconcagua, que a ellos, al decir de Víctor Ostrowski, les dio muy buen resultado, y a nosotros un resultado aceptable, excepción hecha de las botas de montaña, las famosas Marasco, que por entonces resultaron apenas útiles.

Mientras trepábamos por la Canaleta, nos sorprendió una nubazón cerrado, que pronto dejó caer una leve nevisca. Siendo el día sin viento, nos limitamos a constatar el hecho y seguimos.

Ahí fue cuando Groch, confiado en la aparente escasa luminosidad, se quitó las gafas para ver mejor y… al otro día amaneció ciego.

Cuando alcanzamos la parte superior de la Canaleta, poco más abajo del filo que une ambas cumbres, Mini, se apunó y nos comunicó que él, no seguiría.

¿Estábamos tan cerca de la meta y dejarlo ahí sólo? ¡Imposible!, uno de nosotros debía sacrificarse, acompañarlo, por razones obvias. Pero nuestro Coco, resolvió la situación a su modo, lo cargó a peteco y recién lo descargó sobre la cumbre misma.

Ahí se quedó Mini, durmiendo. Más tarde lo bajamos atado con una soga, Coco, adelante y yo atrás.
Mini, caía y se levantaba; hablaba incoherencias; permanecía sentado todo el tiempo que se lo permitíamos.

Cruzando la cascada del Kumbu. Expedición argentina al Everest 1971

Otra foto de caravana en el glaciar Khumbu. Expedición argentina al Everest 1971


En esos momentos, para alargar sus descansos, procuraba distraernos con promesas o comentarios sobre el paisaje.

Fue después de una enésima caída y respectivo descanso cuando nos dijo: Muchachos, ni bien lleguemos a San Juan, los voy a invitar a una tallarinada casera…, supongo que con la intención de agradecer nuestra ayuda.

¡Ramón, todavía estamos esperando esos tallarines! Al pie de la Canaleta, encontramos una montura militar completa, que Fernández, cargó sobre sus hombros hasta el refugio. Dicha montura resultó luego haber pertenecido al Subteniente Francisco Ibáñez, el andinista argentino que pereció regresando del Dhaulagiri, en el año 1954.

El día siguiente, dividimos las tareas como sigue: Yacante, dio un gran rodeo para recuperar dos carpas dejadas en un campamento intermedio; yo me hice cargo de Groch, que, como ya adelanté, amaneció ciego, atándolo con una soga y guiándole los pasos; Coco, encordó a Mini, cargó sobre la propia mochila la de éste, encima, ubicó la montura de Ibáñez y así, bajó hasta el primer campamento a 5.000 metros, junto al glaciar Güssfeldt, donde quedamos Mini, Groch y yo, mientras él, con Yacante, descendía hasta el campamento base sobre el río de Las Vacas, para regresar a la mañana siguiente con las mulas de silla y de carga.

¡Este era el Coco Fernández de aquellos años!

Veamos ahora una anécdota reciente, nos dice, Antonio Beorchia Nigris, y sigue su relato: En los meses de enero y febrero de 2007, organicé una travesía a caballo con el objetivo de recorrer, en lo posible, el itinerario seguido por el explorador Ramón Lista, en Tierra del Fuego allá por los años de 1886/1887. Éramos miembros de la expedición el vasco ingeniero Antón Piñél, el médico austriaco Günter Fasching y yo.

Contábamos con los servicios de un solo baqueano y una tropilla de seis caballos, cuatro de silla y dos de carga, sin ningún animal de repuesto.

Campamento Collado Sur. Expedición argentina al Everest 1971


Por razones de trabajo, Günter, recién podía alcanzarnos en la famosa estancia Viamonte, fundada por el no menos renombrado Lucas Bridge, a fines del siglo XIX.

Por la misma razón, recurrí a Sergio Fernández, diciéndole telefónicamente: Apreciado Coco, necesito una vez más que me hagas un servicio. El día… de enero, llegará al aeropuerto de Ushuaia, el doctor Günter Fasching. Hazme el favor de conseguir para él un hotel donde pueda dormir y luego, embárcalo en el primer ómnibus que salga hacia Río Grande.

Coco, fue en efecto a esperarlo exhibiendo un cartel con la leyenda GÚNTER FASCHING, escrita en letras de molde.

Una vez juntos, le hizo conocer lo más notable de la zona, como por ejemplo el boscoso Parque Natural de Lapataya; luego lo llevó a cenar a su casa, a continuación lo ubicó en un hotel y el día siguiente lo transportó en su coche hasta la estancia Viamonte donde, para rematar el favor, nos trajo de regalo una botella de pisco chileno.

Nos relataba el andinista argentino y también amigo de Sergio, Ulises Sila Vitale: Con Sergio, en aquella oportunidad de nuestra Expedición al Everest, en el año 1971, viajamos juntos con su familia y la mía, en el tren Cuyano de Mendoza a Buenos Aires.

Günter Fasching, amigo de Sergio Fernández, junto a un dique de castores, Ushuaia. Foto: Antonio Beorchia Nigris

Puente de troncos antes de la estancia San Pablo, Ushuaia. Foto: Günter Fasching

Lenga cubierta de barbas de viejo, Ushuaia. Foto: Günter Fasching


Luego, vino el vuelo a la India y siempre fuimos compartiendo los hoteles. Mi experiencia junto a Sergio, fue durante todo el viaje hasta llegar a la montaña, es decir, el Everest, y fue como compañero de pieza y a veces de cama como en Nueva Delhi, cuando nos asignaron una especie suite, con una cama matrimonial y bueno, dormimos juntos, qué problema hay? y nuestra habitación se convirtió, gracias a las historias que Sergio contaba, en el centro de reuniones de toda la expedición, riéndonos a carcajadas con los dichos de Sergio.

Una muy buena fue, cuando fuimos a buscar los bultos al Aeropuerto  de Nueva Delhi, alrededor de 9 toneladas de equipo, y necesitábamos gente para cargar los bultos a un camión, entonces nos fuimos con Sergio a buscarlos, y cuando vimos a un grupo grande que deambulaban por allí, Sergio, se dirigió a ellos con un perfecto dialogo indio, vaya a saber de cuál de las tantas lenguas que usan ellos era, y les dijo:  nacapata, os lis iess liiies ecesisfff, etidsccc, elienissd., kiyu  y que se yo cuantas palabras más dijo, y parece ser que todo el grupo le entendió perfectamente su lengua oportuna y todos enfilaron hacia el Aeropuerto a buscar los bultos y cargarlos todo al camión que nos esperaba.

Un trabajo que compartí con él fue en Tyangboche, que fue cuando nos dimos cuenta que las carpas de altura no tenían suficientes vientos para sujetarse, por lo tanto debimos agregarle 6 vientos por cada carpa.

Le encargamos a los sherpas si era posible conseguir una máquina de coser para realizar esta tarea y al día siguiente, vimos allá abajo que venía alguien con un gran bulto a la espalda, que lo que era? un tibetano transportando una máquina viejísima de coser de pié. Entonces con Sergio y el tibetano, le agregamos esos vientos para que quedaran más seguras.

Antonio Beorchia Nigris, amigo de José Fernández, hacia 1985

Der. Günter Fasching - Izq. Antón Piñél. Foto: Antonio Beorchia Nigris


Comenzamos nuestra marcha de aproximación hasta que llegamos por fin al Campamento Base. Luego de realizar la apertura de la Cascada de Hielo, fuimos abriendo camino hacia arriba y porteando todo lo que podíamos.

Allí Sergio, estuvo en el grupo de apertura del Campamento 3, a 7.200 metros hasta que se enfermó de la garganta y lamentablemente, tuvo que regresar al Base.

Otro aspecto para no dejarlo pasar era el trato que dispensaba a nuestros coolies, que no siempre son bien tratados por los hombres de Occidente.
Él siempre fue muy cordial y respetuoso con ellos y no dejaba pasar nunca una oportunidad para tener gestos generosos o graciosos con ellos, a tal punto que se agenció un niño que lo acompañó en toda la marcha de aproximación como si fuera su hijo, fue todo una tragedia el día que tuvieron que pegar la vuelta y separarse de él.

Sergio siempre nos acompañó con su buen humor, con su trabajo y nuestras tristezas cuando tuvimos que regresar sin la cumbre debido al fuerte viento (112 km/hora y al frío -43º).

La presencia de Sergio y sus dichos siempre llenaban de optimismo y buen ánimo entre nuestros compañeros.

Con Sergio, nos une una amistad muy grande desde Everest, cada tanto nos reunimos y disfrutamos mucho nuestro encuentro contando las experiencias vividas. Ese era y es Sergio.

Falleció el 18 de octubre de 2019, en Tierra del Fuego, lo acompañaban en sus últimos momentos su querida esposa y sus hijos y nietos,  cuando por consecuencia de una neumonía partió hacia el más allá, se fue el Coco, el Toro de las montañas andinas, para remontar y seguir ascendiendo las montañas  eternas.

Sergio Fernandez, Antonio Beorchia Nigris y Cesar Volpini, 2011

 


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