Entre 1765 y 1780 el gobierno español ordenó construir estos refugios para uso de los correos reales que cruzaban la Cordillera de Los Andes, por el Camino Real, que unía la zona de Chile con la ciudad de Mendoza y parte de este camino se realizó sobre un tramo del Qhapac Ñan inca
Ser caminante de nuestros cerros puede llevarnos a la provincia de Mendoza para recorrer en ella un tramo del Camino Real de los Incas (QHAPAC ÑAN), yendo hacia la Cordillera de Los Andes para unir Chile y Mendoza por la ruta de Uspallata o de las Altas Cumbres.
Es en este escenario de montaña donde podemos asombrarnos al descubrir en el paisaje de nuestro territorio las "CASUCHAS DEL REY", construidas en cercanías del río Las Cuevas, con la finalidad específica de su rápida localización, siguiendo el cauce. Sus techos son abovedados para evitar la acumulación de nieve sobre ellos y se hallan elevadas del suelo, descansando sobre una base de ladrillos que impide que la nieve las oculte a la vista y obstaculice sus puertas de entrada.
Aunque estas construcciones fueron pensadas para refugio de los correos que permanentemente mantenían en comunicación a Chile con Mendoza, las "CASUCHAS" de la Cordillera fueron refugio y testigo de muchos acontecimientos de nuestra historia nacional y aún se encuentran de pie, tras casi 250 años, debido a la solidez con que fueron construidas a mediados del siglo XVIII.
Mucho hay escrito y documentado acerca de su diseño,meticuloso y pulcro, a partir del cual éstas pudieron sortear las inclemencias de los temporales de nieve en la cordillera andina durante el paso de los años, permaneciendo casi intactas ante nuestros ojos. Existe hoy amplia documentación al respecto para los curiosos amantes e investigadores de la Historia.
Quiero avanzar hacia esa Historia Argentina de aquellos tiempos tomando un documento que nos acercó Gustavo Dejean, profundo estudioso de hechos históricos relacionados siempre con nuestra actualidad, con nuestras raíces, material que quiero compartir en esta nota con las palabras de Domingo Faustino Sarmiento publicada el 2 de Noviembre de 1841 en el diario El Mercurio de Santiago de Chile, sobre lo realmente acontecido en las Casuchas del Rey, en el marco de las guerras civiles entre Unitarios y Federales. Sabido es que el día 24 de Septiembre de ese año (dos meses antes de la publicación de Sarmiento), el General Gregorio Aráoz de Lamadrid (Unitario), fue derrotado por las fuerzas Federales en la batalla de Rodeo del Medio.
Esta derrota impulsa a Lamadrid a emprender la retirada con los restos de su ejército hacia Santiago de Chile a través de los Andes, mucho antes de que el deshielo permitiera un cruce seguro de la Cordillera. Tres días después llegan a Punta de Vacas, el General y unos 100 hombres, el día 29 llegan a la CASUCHA DE LAS CUEVAS, graniza y es de noche … sin embargo, de Lamadrid decide continuar la marcha a la una de la madrugada, siendo seguido por un puñado de hombres ( a decir de Sarmiento:« oficiales i soldados que tuvieron ánimo (...) » ) llegando estos a Chile sanos i salvos el día 30 de Septiembre.
Luego, Sarmiento, describe en este magnífico documento la tragedia ocurrida al grueso de los hombres que se quedan en la CASUCHA DE LAS CUEVAS, debiendo enfrentar un terrible temporal en esta zona de montaña.
Estos aconteceres narrados en El Mercurio, bien pueden nombrarse como un acto de "supervivencia" de 5 agónicos días en un refugio en plena cordillera.Este artículo (abajo reproducido) se encuentra en el libro:
Obras completas de Domingo Faustino Sarmiento. Política argentina 1841-1951. pág 11- 18. Tomo VI. Edic.de Felix Lajouane.Buenos Aires 1887.
(Cabe acotar que se ha respetado el modo de escritura original y que el texto original fue condensado)
(Mercurio 2 de noviembre de 1841)
« Una de aquellas grandes catástrofes que suelen sorprender a masas considerables de hombres, ha ocurrido en nuestros días en las nevadas sinuosidades de las cordilleras de los Andes ».
« (…) El 27 de septiembre, habiendo llegado el jeneral Lamadrid con los restos de su ejército a la Punta de las Vacas, ordenó que se hiciese carne para cuatro días, i marchase cada cuadro de los antiguos cuerpos dirijido por sus jefes i oficiales. El cielo empezaba a cubrirse de nubes, i la atmósfera se dejaba sentir fría, pesada i húmeda.
La marcha principió sin novedad de importancia, hasta que entrando en las nieves, el paso se hacía cada vez más trabajoso, i los caballos se derrumbaban en las laderas, forzando a sus jinetes a marchar a pié; (...) Habitantes, por la mayor parte, de las llanuras extensas i de los climas cálidos de la República Arjentina, siendo para muchos de ellos la primera vez que veian nieve.
(...) Monturas, armas i aun la ración de carne calculada para el sustento preciso, eran arrojados por causa de la nieve, i todos, soldados i oficiales, se apresuraron a alijerarse de todo peso que embarazase su penosa i fatigada marcha. Así continuó hasta el 29 en que un grupo como de cien hombres llegó a la casucha de las Cuevas, al pié de la cordillera. El cielo empezó a cubrirse entonces de nubes densas, blanquecinas i medio iluminadas que hicieron presajiar a los baqueanos la proximidad del temporal, i no obstante la caída continua del granizo i la oscuridad de la noche, el jeneral Lamadrid se dispuso a subir la cordillera a la una de la mañana. Muchas desgracias se habrían evitado si los jefes i soldados reunidos allí,hubiesen tenido valor para arrostrar el frío, i no hubiesen confiado en que la venida del día les traería tiempo más benigno. El jeneral Lamadrid, con los pocos oficiales i soldados que tuvieron ánimo bastante para seguirlo, emprendió su arriesgada marcha, i el 30 descendió a los Ojos de Agua sano i salvo, no obstante el rigor del temporal que a cada momento se hacía más recio i amenazaba sepultarlos en la nieve (...).
El 30 había en la Guardia Vieja 42 peones cargados de ausilios para las víctimas de la cordillera, pero el temporal era tan deshecho que, no obstante las abundantes recompensas que el jeneral les ofreció, ninguno se atrevió a pasar de los Ojos de Agua, seguros de encontrar una muerte inevitable, si se aventuraban en medio de la nieve que caía en gruesos capullos. El frío era tan intenso que muchas de las bestias que condujeron los víveres amanecieron muertas al día siguiente. Una completa incomunicación quedó establecida durante cinco días que duró el temporal entre ambos lados de la cordillera (...).
Sepamos ahora lo que ocurría al lado opuesto. Con el día empezaron el 30 a llegar a la casucha de las Cuevas nuevos grupos de infelices que buscaban abrigo contra los rigores del temporal que los había sorprendido entre las nieves. La casucha estaba ocupada por centenares de hombres apiñados en el reducido recinto de cinco varas cuadradas (*), hasta el extremo de sofocarse por la presión. Centenares la rodeaban i otros gritaban de todas partes, implorando un lugar para salvar de la nieve que empezaba a cubrirlos.
(*Una vara es una unidad de medida equivalente a 0,835905 mts. Por ende, cinco varas es igual a aproximadamente 4,179525 mts.
El teniente coronel Sardinas, que entre otros hechos gloriosos se había ilustrado en el terrible combate de Angaco (…), ha manifestado en esta vez un valor i una humanidad dignas del mayor elogio. Previendo las desgracias que iban a sobrevenirles, i no hallando refugio ni medio de evitarlas, propuso a cuantos quisieron escucharle, el atrevido proyecto de volver atrás, repasar el Paramillo, i asilarse en la casucha que está al otro lado de aquella cuesta i habiendo logrado persuadir a muchos que lo siguiesen, se aventuró en medio de la nevazón que ocultaba a los hombres i los objetos a distancia de unas pocas varas, a hacer una travesía de tres leguas y ascender un páramo elevado. El éxito más feliz coronó su empresa. Casi todos los que lo seguían llegaron a la suspirada casucha; i restableciendo el órden i haciendo que los que se habían abrigado en ella durante una o dos horas, la abandonase para ceder sus puestos a los que arrostraban fuera la horrorosa furia del temporal, logró hacer llevadera la suerte de aquellos infelices, animándoles con su propio ejemplo y asistiendo él personalmente a los débiles y a los enfermos que no podían resistir el frío. Con el ausilio de alguna leña que hai por aquellas inmediaciones, i la carne de algunos caballos muertos al efecto, las angustias del hambre eran menos sensibles, i el frío más soportable.
(...) No sucedía lo mismo en la casucha de las Cuevas. Mayor número de hombres reunidos, mayor peligro, sin leña, sin alimentos, i sufriendo todas las angustias de su desesperada situación, el egoísmo que engendra el interés de la propia conservación, endureció el corazón de los que habían logrado apoderarse de la casucha. Pasaron el día i la noche en medio de los clamores de los que recibían sobre sus hombros medio desnudos, la nieve que aumentaba cada vez más.
El 1ero de octubre alumbró una escena de desolación. El frío se hacía cada vez más insoportable, todos estaban calados por la nieve que se derretía al escaso calor del cuerpo, y el hambre i la sed se hacían sentir con todos los horrores que la imajinación les presta cuando se ha perdido toda esperanza de salvación. (...). Los que habían ganado la casucha compraban a precio de oro una escasa tajada de carne de caballo, sin sal, entibiada en aquel mal encendido fuego, i algunos infelices se aventuraban en la nieve en busca de agua corriente para vender a los que no querían perder el abrigo de la casucha. La noche trajo nuevo acrecentamiento de horrores, i el día 2, la continuación de la caída de las nieves, i la certeza de quedar sepultados todos en ellas. Por entónces se apercibieron algunos de la desaparición de muchos de sus compañeros de infortunio, los más alentados emprendieron remover la nieve que circundaba algunos peñascos, i después de muchas horas de fatiga, sin otro ausilio que las desnudas manos, lograron desenterrar más de veinte individuos, entre ellos el señor Casacuberta i otros sujetos de distinción, que yacian sepultados tres días había, bajo la gruesa capa de nieve que los cubría i que aumentaba su espesor de momento en momento.
(...) Los desgraciados que estaban afuera amenazaban acometer a sablazos a los menos desgraciados de la casucha, a los horrores del hambre y del frío, estaban a punto de agregarse el del derramamiento de sangre entre las víctimas del común infortunio. El capellán del ejército les dirijió entonces la palabra, exhortándolos a la resignación, (...) consiguió hacerles abandonar tan desesperado intento.
(...) El día 3 continuaban las nieves i los más esforzados perdieron toda esperanza de salvación. No había fuego ni ningún interés movía a traer agua, ya no se oían clamores,i entre centenares de víctimas próximas a sucumbir reinaba un silencio sepulcral.
(...) El 4 observaron con transportes de júbilo que la nieve cesaba y empezaba a despejarse el cielo. Todos se dispusieron a ascender a la cordillera el 5, i después de un ascenso difícil, con la nieve hasta la cintura, extenuados por el hambre y la fatiga, lograron llegar a la una del día a la cumbre, donde encontraron los peones que de este lado iban en su ausilio, llevándoles provisiones i carbón. (...) Uno de los jefes hizo que llevasen a los rezagados i a los enfermos, todos los víveres que pudieron salvarse de la insaciable voracidad de aquellos infelices.
(...) Durante tres días consecutivos estuvieron saliendo de entre las nieves estos grupos de hombres escapados de las garras de la muerte i llegando a la Guardia Vieja, donde había abundante provisión de víveres i un joven médico que aplicaba oportunos remedios a las quemaduras de pies y manos,por fortuna leves que traían la mayor parte de sus desgraciados compatriotas.
(...) Por los últimos que salieron se supo que en la casucha de las Cuevas quedaban diez i ocho quemados o enfermos que no podían moverse.
(...) Toda la diligencia que se puso en despachar una expedición de peones bajo la dirección del antiguo correista de los Andes, i la presteza con que éstos pasaron la cordillera, no pudieron evitar que aquellos miserables pasasen nuevamente cinco días sin comer, ni que hubiesen sucumbido tres de ellos, que yacían amontonados a un lado, porque los enfermos no tenían aliento ya para alejar de su vista un espectáculo tan horroroso.
(...) El correo Alaniz, que penetró primero en la casucha, quedó enmudecido de espanto al mirar aquel cuadro de aflicción. No bien hubo abierto un saco de pan, todos empezaron a arrastrarse sobre las rodillas i los codos, por no herirse las llagas de los pies i de las manos, quejándose, llorando, riéndose o dando alaridos, disputándose el pan, no obstante que había en abundancia.
(...) Un viejo que tenía ambos pies gangrenados, partidos por la mitad i los huesos o los nervios de las piernas descubiertos, se negó absolutamente a salir, aguardando allí resignadamente una muerte lenta i terrible, i los peones i el capataz de la cuadrilla, tuvieron al día siguiente la amargura de abandonarlo a su suerte, dejándole víveres i agua para algunos días. Los demás, después de una marcha de una dificultad superior a toda expresión, ausiliados por algunos caballos moribundos que hicieron pasar la cordillera para cargar a ratos a los más imposibilitados han salvado ya.
(...) En el hospital que se ha formado en Curiman, ha sido amputado un correntino, ha muerto otro, i un oficial mendocino, padre de una numerosa familia, ha sufrido la amputación de ambas piernas.
(...) Tal es la relación de los tristes sucesos que han tenido lugar en la Cordillera de los Andes. Las nieves cubren todavía una parte de los desastres. Ocho cadáveres se han encontrado en las inmediaciones de las casuchas o en el tránsito pero muchos más debe esconder la gruesa capa de nieve que ha tapado todo, muchos más son los extraviados, i pasan de 15 los jefes, oficiales i ciudadanos del escuadrón Mayo, cuyo paradero se ignora hasta ahora. El número de los que hasta hoi han salido alcanza a 400 hombres, un tercio de ellos oficiales (...) »
El motivo de esta nota es acercar a los "caminadores" de nuestros cerros el valor histórico/cultural/arquitectónico de las llamadas Casuchas del Rey.
Quizá ahora, al pasar junto a ellas, nuestra visión cambie y nuestro espíritu vea de modo más profundo y con mayor conocimiento valorativo a estas construcciones que encontramos al transitar los Andes desde Mendoza, sabiendo también ahora que ellas son una "muestra temprana" de nuestra integración con Chile y de la comunicación argentino/chilena entre otras circunstancias y poder disfrutar en nuestras caminatas tanto, de la increíble belleza de esta región de los Andes como, de la historia impresionante detrás de estás edificaciones coloniales en pie todavía en nuestro territorio.-
Centro cultural Argentino de Montaña 2023