En este artículo complementario de la biografía publicada de Victor. M Svars se relatan tres hechos significativos de su vida : las dos expediciones al Aconcagua de 1948 y la búsqueda y hallazgo del avión del Teniente Benjamín Matienzo
Al inicio del período estival del año 1948, más precisamente el 10 de febrero de ese año, inicia una ascensión al Aconcagua, la Expedición Internacional compuesta por delegados de Chile, Argentina y México. Sus integrantes fueron los andinistas Carlos y Alejandro Fergadiot (por la Federación de Ski y Andinismo de Chile), Alfredo Magnani, Daniel Riolobos, los suboficiales baqueanos Manuel Esteban y Francisco Rodríguez (argentinos), mientras que el grupo mexicano estaba integrado por el jefe de la expedición, Roberto Mangas, Eduardo San Vicente, Federico Espinoza, Agustín Velázquez, Roberto García Suárez, Adolfo Gutierrez Soto, Raymundo Luna Rangel, Moisés Abrego, Manuel Moreno y Constanzo Rodríguez.
Los integrantes del grupo de apoyo de la expedición y quienes se encargaron especialmente de las comunicaciones y de transmitir las condiciones meteorológicas y el pronóstico del tiempo fueron los suboficiales de la Fuerza Aérea Argentina, Manuel Svars y Enrique Lúquez.
Esta expedición internacional se completó con éxito y una vez finalizada la tarea de apoyo, ambos suboficiales regresaron a la ciudad de Mendoza para cumplir con sus respectivos destinos.
Un tiempo después, Manuel Svars, invitando a sus amigos y camaradas del Ejército Argentino, los suboficiales Víctor Manuel Bringa y Lucas Serrano, se alistó para un nuevo desafío. El 22 de enero de 1950, esta cordada escaló un pico virgen del conjunto de cerros satélites del Aconcagua, y procedieron a bautizarlo con el nombre de
” Cerro México”.
Se inició así mismo el trámite ante las autoridades competentes a fin de que en el futuro figure la nueva denominación de ese cerro, antes sin nombre, de 5.083 mts. en las cartas topográficas del Instituto Geográfico Militar.
El cerro México es una de las tantas montañas que se encuentran en las inmediaciones de nuestro Coloso de América, ubicado dentro de las márgenes del Parque Provincial Aconcagua (entre los cerros Dedos, por el Norte y Tolosa por el Sur), en un cordón de altas cumbres que corre meridionalmente sobre el límite del Parque Provincial, dejando al Oeste el Cajón de las Cuevas y al Este el Valle de Horcones.
El segundo ascenso a este cerro fue realizado por una expedición mexicana al Aconcagua en el año 1951, estos expedicionarios, recogieron las banderas (de Argentina y México) dejadas en su cumbre por Manuel Svars y sus compañeros y posteriormente las depositaron en la cumbre del cerro mexicano Iztaccíhuatl, como símbolo de hermandad entre ambas naciones.
En diciembre de 1948, Manuel Svars organiza una expedición cívico-militar al cerro Aconcagua integrada por tres miembros del Ejército, tres de la Fuerza Aérea y dos civiles pertenecientes al Club Andino Mendoza y que se llevaría a cabo al año siguiente. El objetivo deportivo fue rendirle al Padre de la Patria un sentido homenaje, dejando en su cima una efigie del Libertador, esculpida por el artista plástico argentino Luis Perlotti, también tendría la misión la expedición de realizar algunas mediciones e instalar desde Plaza de Mulas hasta el Refugio Plantamura, un tendido de cable de teléfono que permitiera una comunicación entre ambos lugares a los efectos de transmitir novedades y necesidades de las expediciones que por esta cara del cerro intentaran hacer cumbre y en caso de algún accidente que se produjera en el ascenso por esta ruta del cerro.
Esta empresa fue antecedida por una preparación minuciosa en detalles a efecto de llevar a cabo la ascensión con un amplio margen de seguridad.
Tras una meticulosa organización logística en todos los aspectos, se inició la marcha de la expedición, hacia Plaza de Mulas el día 6 de Enero del año 1949 y el día 15 de Enero, hacen cumbre Manuel Svars y sus compañeros de cordada (Sargento Bringas, Cabos Esteban y Serrano y el señor Mirelis de la Patrulla de Esquí de Chile). Ellos instalaron en una pirca la escultura del General San Martín y también un gallardete de la Virgen patrona de la Aeronáutica, Nuestra Señora de las Mercedes así como otra imagen de la Virgen del Carmen de Cuyo, patrona del Ejército de los Andes.
El día 22 de enero todos los integrantes de la exitosa expedición, en marcha desde temprano, comenzaron a arribar a Puente del Inca, arribando juntos a Mendoza el día 26 de enero de ese año y el 31 de enero, Manuel Svars regresa a Buenos Aires para tomar nuevamente servicio.
En el año 1919, (según se narra en el libro del Club Andino Mendoza, en su tomo I), el Teniente Benjamín Matienzo, se lanzó a cruzar en vuelo la Cordillera de los Andes, con un avión francés “Nieuport 28 de 165 HP”, aventura que concluyó al estrellarse contra los encadenamientos Occidentales de la montaña, al fondo de una angosta quebrada tributaria del río Las Cuevas, a pocos metros de la frontera internacional.
El aviador falleció en el valle del Río Las Cuevas, a unos 15 kilómetros aguas arriba de la localidad homónima, sitio al que intentó llegar, luego de haber abandonado su avión después del accidente, descendiendo a pie alrededor de 20 kilómetros.
Matienzo, un joven aviador argentino nacido en Tucumán el 9 de abril de 1891, había logrado unir el Campamento de El Plumerillo, en Mendoza, con su ciudad natal realizando una distancia de 1.133 kilómetros con su avión y el 19 de junio de 1919, junto a los aviadores (también argentinos) Pedro Zanni y Teniente Primero Antonio Parodi, se lanzaron a realizar el cruce aéreo hacia Chile.
Un inesperado viento huracanado, se opuso al avance de los tres pequeños aviones livianos al ingresar al espacio aéreo de los macizos montañosos más elevados de la Cordillera de los Andes. A raíz de este acontecimiento, sus dos compañeros (Zanni y Parodi), deciden emprender el regreso a su base, mientras que Matienzo decide persistir en el intento. A partir de ese momento, se perdió todo contacto con el aviador y su máquina y las primeras nevadas invernales impidieron su búsqueda.
Seis meses después, una patrulla policial, dirigida por el comisario Joaquín Pujadas, gran conocedor de la zona, encontró los despojos mortales de Matienzo en el valle del río Las Cuevas, en un lugar vecino al refugio construido de piedras por mineros, conocido como la Casa de las Minas, a una altitud de 3.700 mts.
Los restos del avión de Matienzo fueron también objeto de intensas búsquedas, por patrullas de militares, que a través de los años exploraron quebradas tributarias occidentales del río Las Cuevas, y próximas también al sector en que fuera hallado el cuerpo del aviador.
En 1949, el suboficial baqueano, Víctor Manuel Bringas se embarca en la primera expedición de búsqueda del avión, exploraron por más de veinte días la zona en que fue hallado el cuerpo de Matienzo, caminando por las quebradas existentes en el extremo Noroeste del valle de las Cuevas, pero no logró localizarlo.
Terminada la expedición en homenaje a San Martín, Manuel Svars y Víctor Bringa, deciden encarar juntos la búsqueda del avión accidentado. Luego de una minuciosa y responsable investigación a través de diferentes organismos y otras fuentes de información, deciden en los primeros días de enero viajar a Mendoza para iniciar la búsqueda.
El día 23 de enero de 1950, inician la marcha por la quebrada del Río las Cuevas, disponiendo iniciar la búsqueda y exploración aguas arriba de donde fuera encontrado el cuerpo de Matienzo.
Revisaron en la búsqueda los faldeos y sus accidentes hasta llegar al glaciar que da nacimiento al río, explorando cada tramo a caballo, se organizaron jornadas y se repartieron tareas.
La minuciosa tarea se inicia con prolijidad y cuidado. El día 3 de febrero, sin haber logrado nada positivo en la búsqueda y algo desesperanzados, obtuvieron sin embargo un valioso hallazgo. En una profunda quebrada y en un sitio que no era visible desde el río, encontró Bringa un trozo de tela, descubriendo el grupo, al desplegarlo que era un trozo de “entelado de aeroplanos” (que servía para darles solidez). Este hallazgo los llevó a que se precipitaran en una infructuosa búsqueda por las inmediaciones, búsqueda que debió cesar debido a las inclemencias del tiempo.
Al día siguiente, 4 de febrero, se realiza una operación de rastrillaje “palmo a palmo”, involucrándose en esta operación una mayor cantidad de hombres.
Sobre el faldeo derecho comenzaron a encontrarse astillas de madera (que posteriormente supieron que correspondían a la hélice del aparato) y concentrando esfuerzos fueron apareciendo sucesivamente otras partes del avión francés.
A media altura y sobre la ladera, semi sepultado por la erosión y las piedras desprendidas de los riscos superiores, más las sucesivas nevadas anuales transformadas ahora en hielo, asomaba un extremo de la hélice y el contorno de la mitad de una de sus ruedas.
Todo esto fue registrado fotográficamente y también fue registrado de este modo el traslado de los restos del avión poniendo paciencia y extremo cuidado para no perjudicar los restos.
Luego del hallazgo y recuperación del avión, Manuel Svars realizó una apreciación de los factores y resultados del vuelo que realizó Benjamín Matienzo:
"(…) Teniendo en cuenta el lugar en que se encontraba el aparato siniestrado, el benemérito precursor de la aeronáutica nacional, considero que cumplió con su propósito de realizar el primer cruce extraterritorial de la Cordillera limítrofe. Esto basado en la reconstrucción del vuelo, teniendo como hipótesis que desde que inició el vuelo y sobre la base de los datos obtenidos en la documentación existente, podemos decir que el 28 de mayo de 1919, si bien el informe meteorológico era bueno y el cielo estaba despejado sobre la Cordillera, corría un intenso viento en dirección Oeste-Suroeste.
"Desde el aeródromo de Mendoza despegaron el capitán Pedro Zanni, el teniente primero Antonio Parodi y el teniente Benjamín Matienzo en un intento por cruzar la Cordillera de los Andes y llegar a Santiago de Chile.
"Tenían órdenes expresas de volar 60 minutos en procura del destino y si no lo lograban hasta entonces debían regresar a la base, utilizando el margen de seguridad que proporcionaba el resto del combustible. Y así lo hicieron el capitán Zanni y el teniente Parodi.
"El teniente Matienzo prosiguió el vuelo, resuelto a materializar sus propósitos y gente de la localidad de Las Cuevas divisó su avión a las 08:40 hs. Prácticamente detenido sobre el cerro Tolosa, tan sólo a unos pocos kilómetros de la línea fronteriza, sin lograr avanzar por lo que se deduce que el viento alcanzaba ráfagas de 120 kilómetros por hora.
"Matienzo tiene el territorio chileno a la vista, no existiendo al frente ningún obstáculo más elevado que su propia posición, pero un poderoso flujo del Sudoeste, lo contenía sin dejarlo avanzar, arrastrándolo hacia el Noreste, intentando entonces, una arriesgada maniobra que se inicia con un viraje hacia el Noroeste, aprovechando la deriva y la velocidad del descenso de la picada.
"Testigos oculares afirmaron haberla observado, hasta verlo perderse detrás del cordón limítrofe. Esto dio lugar a que se telegrafiara la errónea versión de su arribo a Chile, que impidió organizar rápidamente los rescates que hubiesen podido salvar la vida del piloto.
"Al cruzar el límite, Matienzo se encontraba ya sobre la vertiente chilena, allí intentaría volar a baja altura, introduciéndose en las quebradas a reparo del viento y con el combustible que le quedaba pensaba llegar a las inmediaciones de la Villa de San Felipe, pero la falta de impulso motriz lo dejó inerme en medio de la masa de aire que lo enfrentaba a gran velocidad en dirección, Este-Noreste. Esto le hizo perder altura e involuntariamente retrocedió todo el espacio ganado sobre el país vecino, ante esta inminencia del desastre, Matienzo, que tenía bien ganada fama por la perfección de sus aterrizajes, logró salvar su vida, pero su biplano se aplastó en el filo de la cuchilla limítrofe.
"Entretanto se había desatado un furioso temporal que se desencadenó el 29 de mayo de 1919. El viento, levantó en vilo al frágil Nieuport y lo arrojó ladera abajo, destrozándolo.
"El piloto, al límite de sus fuerzas, buscó refugio y abrigo al pie de una enorme roca, conocida hoy como el monumento a Matienzo. Allí, la furia de la tormenta, la altura y el frío glacial, minaron la resistencia, sumiéndolo en un sueño del que nunca más despertó. El teniente Matienzo, ofrendó su vida en pos del logro de un ideal de un triunfo para darle a la Patria lo mejor. Hoy podemos decir que cumplió su cometido de cruzar la Cordillera y voló sobre territorio chileno.”
La popularidad de Manuel Svars se difundió por medios periodísticos, tanto por sus ascensiones como por el hallazgo del avión siniestrado de Matienzo y tanto en el ambiente de montaña como en el periodístico su renombre llegó a nivel nacional e internacional.
Los informes dados por la Fuerza Aérea Argentina ante esta trascendental noticia, llegaron a oídos del Presidente de la Nación y hasta al Congreso, dando lugar a la propuesta de efectuar los saludos correspondientes por los distintos estamentos del Estado y también de llevar a cabo el ascenso de los integrantes militares que llevaron adelante la expedición.
“(…) La Nación entera siguió con respetuosa y expectante solidaridad la tarea encomendada al bravo grupo de suboficiales y tropa de nuestras fuerzas armadas y el suceso obtenido en la empresa ha llenado de legítimo orgullo a los corazones argentinos, lográndose renovar el ejemplificador recuerdo de ese heroico cóndor criollo que fue el joven teniente Benjamín Matienzo (...)” (Raúl Bustos Fierro).
Mientras que el periodismo había llevado este acontecimiento a los oídos de las más altas autoridades del país, Manuel Svars, A.R.Vich y J. Flores conformaron una expedición al Ojos del Salado por la vertiente argentina logrando arribar a los 5.000 mts. aproximadamente ya que debido al mal tiempo debieron regresar sin hacer cumbre el 14 de abril de 1950.
En el mes de enero de 1952, Svars volvió a realizar una excursión al Cerro México conformando una cordada junto a Jorge W. Flores.
En febrero del mismo año, participó de la excursión que hizo cumbre en el Volcán Tupungato junto a Vicente Cicchitti, Paulino Arenas, Jorge Flores y Gerardo Schmidt, todos socios del Club Andino Mendoza.
Durante el año 2012, contando ya con 94 años de edad Manuel Svars fue reconocido en un acto de la Legislatura de Mendoza junto a la familia de Víctor Manuel Bringa (en esos momentos ya fallecido) por haber sido ambos quienes hallaron aquel avión de Matienzo (después de 31 años del fatal accidente) y que había sido buscado infructuosamente por años.
Ejemplo de una vida rica en experiencias y con una personalidad que se destacó a donde fuera por sus valores, por su voluntad para la acción, su recto actuar en el mundo y su calidez como ser humano, Don Manuel Svars merece ser reconocido por quienes nunca escucharon hablar de él y también por quienes de él pudieron tomar experiencia, sabiduría y amor a la existencia sobre esta tierra.
Centro cultural Argentino de Montaña 2023