Luego de más de 20 años de trabajo bajo condiciones extremas, huelgas, epidemias y problemas de corrupción, se logró inaugurar el túnel ferroviario más alto del mundo
La mítica construcción del Ferrocarril Trasandino, el recorrido ideado por los hermanos chilenos Juan y Mateo Clark, descendientes de inmigrantes escocéses, desde sus inicios se caracterizó por las dificultades administrativas, económicas y políticas que tuvieron que superarse. Hay que saber que las obras más costosas y lentas que un ferrocarril puede enfrentar son los túneles, y el Trasandino en su trazado tenía una cantidad considerable de ellos.
Corría el año 1884, había una nueva forma de perforación de túneles que se podría poner en práctica en el ferrocarril, para ello se encomendó estudiar las obras a realizar, luego de ello, en 1889, se acordó hacer la perforación de los que serían más extensos, con maquinarias especializadas. No obstante, el mayor costo que esto implicaría se debió a la falta de caminos carreteros que habría que construir para transportar todos los materiales y las maquinarias de perforación mecánica, que fueron compradas a afamadas empresas de Zurich.
En 1891 las nuevas maquinarias perforadoras de túneles comenzaron a operar, siendo únicas en su tiempo, pues sería la primera vez que la fuerza motriz se adoptaría para ser transmitida a tan larga distancia por medio de cables eléctricos. Tomándose en consideración los distintos modos de obtener la fuerza motriz, se barajaron algunas soluciones, eliminándose de inmediato la instalación de motores a combustión ya que, por la gran escasez de combustible y el enorme costo que habría acarreado su provisión, se hizo exclusión de toda fuerza que no fuese la natural para la impulsión de los compresores. En segundo lugar, como no se podía obtener la fuerza del agua en los mismos lugares de labores de los túneles, hubo que colocar turbinas en los puntos en que se podía obtener la fuerza y transmitirla a los compresores. La fuerza del agua seria convertida en electricidad y transmitida a los túneles por medio de gruesos cables con aislamiento de cobre, ahí lo dínamos secundarios impulsarían a los compresores de aire y la fuerza, convertida de este modo en aire comprimido, sería a su turno transmitida a las labores haciendo funcionar las perforadoras del tipo Ferroux, sirviendo, a la vez, para dar ventilación a los socavones.
Hubo tres instalaciones principales, una por el lado argentino y dos por el chileno, siendo éstas, según los requerimientos, distintas unas de otras. La correspondiente al lado chileno se componía de dos instalaciones primarias bajo un solo techo en la estación Juncal, cuya sala constaba de seis turbinas del modelo Girard. Más arriba se ubicaba una estación secundaria en Juncalillo y luego otra más en el sector de Calaveras. La fuerza motriz desde Juncal era transmitida por distintos cables hacia las instalaciones secundarias. Con respecto al lado argentino, la fuerza del agua era tomada de la Quebrada de Navarro, y en aquella estación se empleaban cuatro turbinas Girard, similares a las de Juncal, pero que trabajaban con una menor presión. Con esta nueva tecnología, traída de sus observaciones en Suiza, Clark, no solo sentó precedentes en la ingeniería, sino que pudo acelerar los difíciles y lentos trabajos de perforación de los túneles más extensos.
Hacia 1894, los trabajos en la mayor obra, la del túnel Internacional, tanto del lado chileno como argentino seguían con retraso, por lo que la firma inglesa Transandine Construction Company se hizo cargo de su continuación, previo efectuar una revisión técnica. Estos estudios habían sido ejecutados primitivamente por ingenieros de la propia empresa Clark, pero posteriormente modificados en algunas partes por los nuevos ingenieros quienes llegaron a la conclusión que el túnel internacional debía construirse en el mismo lugar donde Clark lo había establecido.
Los tres últimos años fueron particularmente penosos, había 1.500 hombres divididos en tres grupos que trabajaban ocho horas cada uno, de modo que las obras nunca se interrumpían, los obreros italianos que habían labrado casi todos los túneles de Europa, no pudieron soportar el clima riguroso y desertaron en masa, en tanto que los peones chilenos y argentinos, aclimatados, trabajaban a cualquier altura eficientemente.
Después de dos años y medio de haberse firmado el nuevo contrato con la firma inglesa, solo se habían perforado 318 metros lineales del túnel de cumbre en la sección chilena y 123 en la argentina, o sea un total de 443 metros de la longitud de 3.030 metros que la obra del gran túnel tiene. Fue terminado finalmente en 1909 e inaugurado, el 5 de abril de 1910, aniversario de la batalla de Maipú y año de celebración del centenario de independencia de ambos países.A la gran fiesta no asistió ninguno de los hermanos Clark y la promesa de bautizar al ferrocarril con el nombre Trasandino Clark, finalmente nunca ocurrió, a pesar de las reiterados pedidos hechos por el gobierno chileno a la compañía inglesa.
Fue en su momento el túnel ferroviario más alto del mundo, las obras, comenzaron en 1889 con un avance diario promedio de 2,50 metros. El mayor momento de esplendor fue entre 1946 y 1955 donde se triplico la red y servicios en toda la zona de montaña. El Ferrocarril Trasandino operó hasta 1984.
El primer cruce de un automóvil por el túnel ferroviario se registra en 1923; cuando el Estado compró el Trasandino a los ingleses y, ante la creciente demanda de los automovilistas, habilitó formalmente en 1939 el uso del Túnel de la Cumbre para el tránsito vehicular. Este uso fue deteriorando progresivamente el túnel y el hecho fue objeto de múltiples críticas y polémicas.
En junio de 1984 quedó fuera de servicio para el transporte de cargas a raíz de los aludes producidos en zonas de alta montaña de ambos lados de la Cordillera. Si bien el tramo argentino fue reconstruido, no pasó lo mismo con el tramo chileno. Siete años después, en 1991 se realizó el último viaje con pasajeros el cual llegó a la localidad de Polvareda.
Pese al cierre y al cese de circulación, las vías que cubrían el recorrido del lado argentino se mantenían en buen estado, ya que habían sido remodeladas. Pero esto no tuvo mayor importancia en el destino final de la obra, ya que en 1998 se construyó la represa Potrerillos, la cual dejó bajo el agua 27 km de vías, quedando de este modo cerrado definitivamente el Transandino.
El Ferrocarril Transandino – Pablo Marga Feliu
Historia Del Ferrocarril En Argentina – Mario Justo Lopez
Ferrocarriles Argentinos - Elvio Gandolfo
Historia De Los Ferrocarriles Argentinos - Vasallo y Rojas
Del Atlántico Al Pacífico Ferrocarril Trasandino - Guia Ilustrada 1930
Centro cultural Argentino de Montaña 2023