Una obra más, del excelente arqueólogo, montañista e investigador de la zona del NOA, Christian Vitry, además las ilustraciones son del reconocido pintor y poeta Mariano Cornejo y el diseño de Magdalena Paz Posse
LIBRO: ARQUEOLOGÍA DEL VALLE CALCHAQUÍ
AUTOR: Christian Vitry
EDITORIAL: Magdalena Paz Martínez - Bodega San Pedro de Yacochuya, Cafayate.
Colección Memorial Calchaquí del Valle Calchaquí. Director: Leopoldo “Teuco” Castilla.
IMPRESIÓN: Mundo Gráfico S. A.
AÑO: 2024
FORMATO: 15 x 22 cm.
PÁGINAS: 124
IDIOMA: Castellano
TAPA DEL LIBRO: Mariano Cornejo “Luz de Cachi” (detalle). Técnica mixta sobre madera. 60 x 85 cm, año 2006.
ÍNDICE
Las innumerables latitudes del espíritu humano modelan sus funciones sobre la tierra. La elevación cósmica en las grafías de los petroglifos con las que el hombre primitivo narraba su unidad con las estrellas; las perplejidades de su propia presencia en sus manos impresas en la caverna; los caminos de irse y volver para siempre y, también, aquellos hechos para extender los imperios, con sus fortalezas, enormes, vanas y vacías (lo mismo que la guerra). Otros, para convocar y ascender a los dioses como el templo que en estos pueblos era y es la montaña misma. En ella hacían sus sacrificios para preservarlos en la memoria fecunda de la Madre Tierra y por ella subían a recibir y honrar al Dios Sol del que provino la raza humana y toda la vida sobre el planeta.
Todas estas señales buscó y descifró durante años de exploración y estudio en la cordillera de los Andes este prestigioso arqueólogo, catedrático y montañista que es Christian Vitry, el autor de este libro que se integra a cinco títulos anteriores que forman parte del Memorial del Valle Calchaquí de Salta.
Con esta colección, que, bajo el sello de la Bodega San Pedro de Yacochuya patrocinan los hermanos Mariana, Pablo, Marcos y Arnaldo Etchart, se está llevando a cabo una obra fundamental para la preservación del patrimonio histórico y cultural de nuestra provincia y del Norte Argentino.
La excelencia de las ilustraciones es obra del gran pintor y poeta Mariano Cornejo y la del diseño del talento de Magdalena Paz Posse.
El gran poeta y amigo Leopoldo “Teuco” Castilla me invita a participar de un encomiable proyecto denominado “Memorial del Valle Calchaquí de Salta”, dirigido por él y patrocinado por la Bodega San Pedro de Yacochuya gracias a Arnaldo hijo, Marcos, Pablo y Mariana Etchart, en la loable tradición de mecenazgo iniciada por don Arnaldo Etchart, donde varios autores se refieren desde diferentes áreas al emblemático valle. Escribir nada menos que sobre la arqueología del Valle Calchaquí es un tremendo desafío. Abordar toda la riqueza y centenares de publicaciones de una de las regiones más habitadas de nuestro país en tiempos prehispánicos durante milenios es una tarea que excede a una sola persona. Son muchas las investigaciones desarrolladas a lo largo de más de un siglo en los valles Calchaquíes. Sin embargo, aprovecho este titánico desafío para hacer algo más general y simple, que sirva para acercar a los lectores a ese pasado que los arqueólogos investigamos apasionadamente y que por lo general no sabemos o no podemos transmitir a la sociedad. Las exigencias académicas dejan poco espacio para la divulgación y eso es lamentable, tanto para la sociedad como para los investigadores, permaneciendo una valiosa información en circuitos herméticos de especialistas que se retroalimentan entre sí, quedando afuera la comunidad. El presente libro pretende ser una guía introductoria o pantallazo histórico de los ancestrales habitantes de este emblemático territorio, donde una sucesión de acontecimientos se fue concatenando a lo largo de diez mil años, dando como resultado un variopinto escenario social y paisajístico con jirones de historias que intentamos rescatar a través de la arqueología y otras disciplinas.
El libro está organizado en siete partes, la primera de ellas es la Introducción, que se inicia con un breve análisis de la toponimia, es decir los nombres geográficos, especialmente aquellos que conservaron la lengua originaria como “Yacochuya” que está indicando la presencia de agua cristalina; “Curamayo” quiere decir río importante, grande; “Cachiñal” (originalmente cachiñan) camino de (la) sal, haciendo referencia tal vez a la comercialización prehispánica de este mineral; "Muñano" (originalmente muñayoc) lugar donde hay muña muña (vegetal altoandino); "Incañan", "Ingañan" “Engañan” o "Encañan" camino del Inca; "Incahuasi" casa del Inca. Estos y muchos otros términos más provienen del idioma quechua.
Asimismo, rescatamos algunos topónimos que pertenecen a la ya desaparecida lengua kunza o diaguita atacameña: "Antofalla" significa donde muere el sol o sepultura del sol; "Arizaro" alojamiento o residencia de los cuervos o cóndores; "Chuculaqui" muy luchador; “Arakar" lugar de osamentas; "Caipe" boca; "Silla" Llama; "Tecar" frío.
En el valle Calchaquí existe una gran cantidad de topónimos provenientes de la lengua Cacán, Kaka o Diaguita, por ejemplo, las terminaciones en “ao” y “gasta” significan pueblo o lugar y hay ejemplos como Luracatao, Pichao, Animanao, Humanao, Tucumanao, Payogasta, Watungasta, Antofagasta, Chuchagasta, Calingasta, Nonogasta, Sanagasta y otros. Las terminaciones en “uil” o “vil” significan aguada y tenemos topónimos como Tacuil, Chaschuil, Tastil, Quimivil, Villavil, entre muchos.
Luego de este abordaje toponímico se hace una introducción a lo que es y estudia la arqueología, culminando con el concepto de cronología y un par de cuadros que ayudan a “ordenar” el pasado en etapas y períodos.
La segunda parte trata sobre Los primeros pobladores, donde se describen las principales características y forma de vida de estos seres humanos que poblaron el valle Calchaquí hace poco más de diez mil años. Se destaca el hallazgo puntual de una mujer, conocida como “La Dama de Cachi”, que fuera hallada en la década de 1970 cerca de La Poma.
Luego sigue un capítulo dedicado a los Aldeanos y pastores. La vida se ancla a la tierra, donde se describe esa transición y profundo cambio que significó la sedentarización y domesticación de plantas y animales que cambiarían la historia de la humanidad en todo el planeta. En Europa a este momento se lo conoce como revolución Neolítica. El surgimiento de la agricultura trajo aparejada una gran diversidad de cambios en la forma de vida de las personas, tanto material como ritualmente.
Hacia el 1000 de nuestra era, estas aldeas dispersas con pocas familias dedicadas a las actividades agrícolas empezaron a crecer demográficamente y dieron como resultado una nueva forma de ocupar los espacios mediante la construcción de aldeas conglomeradas, pequeñas ciudades ubicadas en lugares estratégicos como el Pucará de Tilcara, Quilmes, Tastil y otras. Este período está descripto en un capítulo del libro con el nombre de Desarrollos Regionales. Los pueblos diaguitas.
Los Incas, a principios del año 1400, ingresaron al actual territorio argentino, empleando para ello diferentes estrategias, desde acuerdos pacíficos hasta cruentas invasiones y matanzas, hechos que se relatan en el quinto capítulo titulado El Tawantinsuyu en el Valle Calchaquí. Este capítulo es el de mayor extensión y se abordan dos temas principales, el primero relacionado con la red de caminos o Qhapaq Ñan, brindando información arqueológica y técnica sobre cómo son esos ancestrales caminos y, por otro lado, lo relacionado con la arqueología de alta montaña, refrescando la historia de la momia del cerro Chuscha de Cafayate.
El último capítulo se refiere a Los conquistadores españoles, describiendo con gran detalle todo el derrotero de Diego de Almagro a través del valle Calchaquí en 1536.
Finalmente se brinda un corpus bibliográfico para que los lectores que deseen profundizar tengan algunas pistas de autores que investigaron los procesos sociales de esta hermosa geografía.
Se trata de un libro introductorio a una temática amplia y compleja de uno de los lugares de mayor desarrollo alcanzado en tiempos prehispánicos, por los grupos humanos que lo habitaron durante más de 10.000 años.
Los Primeros Pobladores
…Somos una especie en viaje / No tenemos pertenencias sino equipaje / Vamos con el polen en el viento / Estamos vivos porque estamos en movimiento / Nunca estamos quietos, somos trashumantes / Somos padres, hijos, nietos y bisnietos de inmigrantes / Es más mío lo que sueño que lo que toco. Yo no soy de aquí / Pero tú tampoco / De ningún lado del todo / De todos lados un poco...
Jorge Drexler, cantautor “Movimiento”, Salvavidas de Hielo (2017)
La letra de la canción “Movimiento” de Jorge Drexler describe la esencia de la forma de vida de los primeros habitantes humanos de nuestros territorios, que se caracterizó durante milenios por el constante desplazamiento en busca de nuevas oportunidades de caza, pesca y recolección de productos vegetales u otros comestibles. Las investigaciones arqueológicas indican que los primeros pobladores del continente americano ingresaron desde Asia por América del Norte a finales del Pleistoceno, hace unos 20.000 años, aunque existen indicios que podría haber ocurrido mucho antes de tal fecha. Para esa época el planeta estaba saliendo de un período glaciar, que había ocasionado el crecimiento de los casquetes polares, el descenso del nivel de las aguas oceánicas y por ende la creación de un puente natural entre Asia y América del Norte, conocido como el Estrecho de Bering. Por este paso temporal atravesaron numerosas familias asiáticas, siendo los primeros seres humanos en habitar el nuevo continente.
Durante siglos, hubo un desplazamiento hacia el sur hasta llegar al otro extremo, es decir, Tierra del Fuego. Es justamente en estas latitudes donde se encontraron los restos más antiguos de estos trashumantes en permanente viaje. Los arqueólogos localizaron campamentos en aleros y cuevas que datan de unos 14.000 a 16.000 años, ubicados en el actual territorio chileno. El ambiente durante el Pleistoceno final (hace 20.000 – 13.000 años) era muy diferente al actual, el clima era más frío y seco, con inviernos muy rigurosos y el nivel del mar estaba a unos 100 a 150 metros por debajo de la cota actual. Habitaban el espacio una gran cantidad de animales actualmente extintos, entre los que podemos mencionar al megaterio, gliptodonte, mamut, tigre diente de sable, milodón, variedades de caballos americanos correspondientes a los géneros Hippidion y Equus, también, variedades de camélidos como el Hemiauchenia similar al guanaco actual, pero con un porte de 2,5 metros de altura. A estos y a otros mamíferos se los conoce genéricamente con el nombre de megafauna. Entre los 13.000 y los 8.500 años antes del presente se produce un drástico cambio climático que pone fin a la glaciación, marcando lo que se conoce como la transición entre el Pleistoceno y el Holoceno, donde hubo un aumento significativo de la temperatura en el planeta, unos 4° centígrados aproximadamente, que produjo el derretimiento de gran parte de los casquetes polares con el consecuente aumento del nivel del mar, llegando a tener unos 5 metros más que la cota actual. Es en este período de condiciones cálidas y húmedas, con veranos rigurosos e inviernos suaves, se produjo la extinción de la megafauna que no estaba adaptada a tales contextos. Se sabe por evidencias arqueológicas que los seres humanos cazaban y consumían estos animales, razón por la cual, contribuyeron con su extinción.
En el actual noroeste argentino y norte de Chile el clima era más frío y húmedo. Los actuales salares de la Puna eran grandes lagos, seguramente rodeados por vegetación y animales como guanacos, vicuñas y otras especies favorecidas por las condiciones ambientales. Podemos imaginar toda la cuenca del Calchaquí con más agua y vegetación que el actual panorama semiárido. Los humanos se desplazaban en grupos reducidos por grandes extensiones, se instalaban temporalmente en algunas partes más favorables, ya sea para la caza-recolección o para pasar el invierno. Usaron aleros y cuevas naturales, pero también construyeron campamentos residenciales temporales. El arqueólogo Luis Borrero (1995) propuso un modelo interpretativo de ocupación del espacio geográfico para la Patagonia que nos ayuda a pensar en los primeros pobladores del Calchaquí. El autor, basándose en una perspectiva ecológica define tres etapas: 1) Exploración, 2) Colonización y 3) Ocupación efectiva del espacio. La primera se refiere a esa radiación inicial hacia lugares deshabitados por los humanos, donde las personas evaluaban la potencialidad de las zonas para poder sobrevivir con los recursos que les ofrecía el lugar.
Si el territorio era óptimo, especialmente si no era propenso a catástrofes naturales, los grupos humanos lo colonizaban e interactuaban en él hasta realizar una ocupación efectiva y permanente. Dicha permanencia se daba hasta que la población crecía y los recursos empezaban a escasear, produciendo una saturación del espacio y obligando a nuevas exploraciones y traslados. Cuando pensamos en los alimentos recolectados, es necesario imaginar una agricultura incipiente, ya que, conocedores de los ciclos naturales de las plantas, seguramente favorecieron el crecimiento de los mejores ejemplares y debieron depositar las semillas para cosechar buenos productos en la siguiente temporada. Este es un proceso de selección genética artificial que se fue dando a través del tiempo, domesticando en diferentes pisos ecológicos especies como las papas, zapallos, porotos, ajíes, maíces, cayote, quinua, quiwicha, yacón, achira, yuca, maní, palta, ananá, tomate, tabaco y muchas otras especies americanas que hoy son necesarias en todo el mundo.
Hasta el momento, en todo el valle Calchaquí, tenemos una sola evidencia de restos humanos de estos antiguos cazadores recolectores, se trata de una mujer que popularmente recibió el nombre de “La dama de Cachi”, aunque fue hallada cerca de La Poma. A fines de octubre de 1972 don Pablo Mamaní, descubre una cueva en las proximidades del lugar conocido como “Puente del Diablo”, pocos kilómetros al sur del poblado de La Poma, en el extremo norte del valle Calchaquí. Tentado por los dorados sueños de un tesoro, excava y encuentra restos humanos, lo que motiva el inmediato abandono de la misión, primando el respeto, el miedo y los mandatos ancestrales respecto a estos temas. Poco tiempo después avisa a Pío Pablo Díaz, director del recientemente creado Museo Arqueológico de Cachi y éste articula acciones con investigadores que estaban trabajando en otros sectores del valle. El hallazgo resultó ser muy interesante, pues en la cueva había siete cuerpos enterrados que resultaron ser los más antiguos de la región calchaquí y están entre los más antiguos del noroeste argentino. Lamentablemente poco se estudió y se supo de este importante descubrimiento, recientemente, la arqueóloga Verónica Lema (2022) retomó las investigaciones y actualizó la información de la Cueva de Puente del Diablo.
Entre los individuos exhumados hay una mujer de unos 40 años que hasta hace poco estuvo exhibida en el Museo de Cachi y que se conocía como la “Dama de Cachi”. Como los otros cuerpos, estaba envuelta en cuero, cubierta con pajas y tapada con maderas de cardón. Una particularidad que observaron los investigadores es que esta mujer tenía una fractura de cráneo, estimándose que esa pudo ser la causa de su muerte. No se sabe si se trató de un accidente, un enfrentamiento, un sacrificio u otra actividad social, quizá no se sepa nunca. Tanto la Dama de Cachi como los otros cuerpos estaban acompañados por varios productos que nos permiten pensar en la forma de vida de aquellos tiempos tan lejanos. Se hallaron puntas de flechas, astiles, herramientas líticas y óseas, además, semillas de zapallos, poroto, frutos de cactáceas, frutos de algarrobos, quinua, cáscaras de huevos de perdices copetonas o martinetas, huesos de zorro, camélidos, taruca, armadillos, chinchillones y otros roedores. La antigüedad de este cuerpo es de 10.163 + 97 años y otro de los cuerpos tiene una datación de 9.955 + 94 años. En la región, existen otros hallazgos arqueológicos de personas contemporáneas a la “Dama de Cachi”, quienes posiblemente se conocieran en sus largos recorridos por el paisaje. Por ejemplo, en las laderas del volcán Quewar, cerca de Santa Rosa de los Pastos Grandes, a 75 km al noroeste de Puente del Diablo se encuentra el sitio Alero Cuevas, datado en 9.880 ± 100 antes del presente (López 2008); asimismo, 50 km al noreste, en la quebrada del Toro (Pampa Carachi) se produjeron hallazgos de puntas triangulares apedunculadas que corresponderían al Holoceno temprano, es decir hace aproximadamente 8.500 a 10.000 años atrás (Patané Aráoz et al 2020).
El arqueólogo argentino Hugo Yacobaccio (2017) propone que el poblamiento de la Puna se realizó desde zonas de menor altitud, por tal motivo, lugares como el Valle Calchaquí, ubicado al lado de la Puna y por debajo de la cota de los 3.800 msnm, es un firme candidato para brindarnos datos en el futuro sobre los primeros pobladores del actual noroeste argentino hace poco más de 10.000 años.
Centro cultural Argentino de Montaña 2023