Los invitamos a descubrir esta caminata atractiva, de baja dificultad y de varios días de duración, realizada por dos amigos montañistas mendocinos que transitaron por maravillosos paisajes patagónicos con su flora y su fauna inigualables
Integrantes: Pedro Luis Sziguetti, Agustín Zarco y Lucas Sbriglio
Desde hace ya algunos años veníamos imaginando un plan bastante ambicioso respecto a los Kilómetros que teníamos que recorrer para llegar al punto de partida de uno de los trekkings más hermosos de los que habíamos escuchado y leído dentro de la Argentina, el trekking del Parque Nacional Perito Moreno.
2600 kilómetros nos separan de nuestros hogares en la entrada del parque, por lo que necesitaríamos 3 días para llegar y el mismo tiempo para regresar. Es decir, prácticamente una semana nos llevaría solo el viaje en camioneta pero sabíamos que valdría la pena pues una bióloga amiga había realizado los recorridos y había quedado maravillada tanto por la biodiversidad como por las comodidades con las que contaba el parque.
El Parque Nacional Perito Moreno se ubica en la provincia de Santa Cruz, Departamento de Río Chico, y fue creado en 1937. En 1990 se declaró una zona dentro del parque como reserva natural estricta (área intangible).
Posteriormente en 2016, durante la presidencia de Mauricio Macri y a través del decreto n.º 641/2016, se creó la reserva natural silvestre El Rincón de 15.175 hectáreas en tierras adyacentes al Parque Nacional Perito Moreno, donadas por el conservacionista ambiental Douglas Tompkins en el año 2013. Esta fue la tercera propiedad que donaba al sistema de Parques Nacionales Argentinos junto con Monte León y Piñalito.
Posteriormente donaría además el parque Iberá, en los esteros del mismo nombre, en la provincia de Corrientes.
Para saber más de D: Tompkins y su obra se recomienda ver la documental estrenada hace muy poquito tiempo en la plataforma Netflix, llamada “ Vida salvaje “ o bien leer el artículo del CCAM.
Teníamos 126.830 hectáreas para recorrer pero nuestro itinerario lo haríamos en función de las reservas de refugios que pudiésemos lograr, por lo que 30 días antes de nuestro viaje habíamos enviado vía correo nuestro plan de recorrido a la intendencia del parque y nos habían contestado que podríamos ocupar casi todos los refugios en los que necesitábamos cobijarnos según nuestro cronograma. Estos refugios fueron construidos por la Fundación Banco de Bosques, con aportes de The Butler Conservation, que también ha colaborado en la construcción de los senderos del parque. Estos refugios son un verdadero lujo para quienes apreciamos algún confort dentro de la dura actividad del montañismo y se manejan con un código de honor donde uno pretende dejarlos hasta mejor de lo que los encontró cuando llegó a ocuparlos. La capacidad limitada de los refugios y los sitios para carpas asegura que el número de visitantes sea limitado y que los visitantes siempre tengan la experiencia salvaje que caracteriza al Parque Nacional Perito F. P. Moreno. Esta capacidad de carga de los parques es una herramienta fundamental para su manejo que debería aplicarse a otras áreas naturales protegidas.
El parque tiene representadas dos ecorregiones, la Estepa Patagónica y los Bosques Patagónicos pero lo indescriptiblemente bello es el ecotono entre estas dos regiones.
Las expediciones comienzan cuando se las planifica, se las prepara y, finalmente, uno sale de su hogar, mismo lugar donde finalizan. Habíamos elucubrado un recorrido muy ambicioso para llegar en 3 días pasando por rutas, pueblos y lugares poco conocidos y así fue como desde Mendoza en lugar de salir por la ruta 40 tomamos rumbo sur con dirección a Gral. Roca (Río Negro) y desde allí por la ruta 6 (ripio) que nos llevó al extraño pueblo de Ingeniero Jacobacci donde pernoctamos la primer noche. Desde allí salimos nuevamente por la ruta 6 hacia los pueblos de Ñorquinco (Río Negro) y el Maitén (Chubut) siguiendo el trazado de antiguas vías férreas de trocha angosta. Este recorrido nos dejaba salir a la ruta 40 rodeando la Comarca Andina y, aquí hicimos una breve parada en el Museo Leleque dentro de la estancia Benetton. Un museo donde se puede ver y vivir la historia patagónica con todos sus bemoles, como la araucanización de los Tehuelches por parte de los Mapuches que venían desde el Oeste (actual Chile), la colonización galesa, la Patagonia trágica y hasta la mítica desaparición de las caravanas de libaneses (mal llamados turcos) que eran mercachifles en el sur argentino.
Luego de esta breve parada cultural, seguiríamos hacia el Sur, parando a reaprovisionar combustible en Teka, Gobernador Costas, río Mayo hasta llegar a la ciudad de Perito Moreno (Santa Cruz) donde pasaríamos la segunda noche. Al día siguiente, luego de un desayuno en el pintoresco pero ventoso paraje de “Bajo Caracoles”, reaprovisionaríamos combustible por última vez en su tan representativa y simpática estación de servicio.
Luego, llegaríamos finalmente al Parque Nacional Perito Moreno, donde parecíamos transitar por un lugar de ensueño, mientras el telón de fondo eran lagos con picos nevados sobre un celeste casi turquesa de sus lagos con sus cisnes Coscorobas y Ostreros.
Para completar todos los Km de trekking que nos habíamos propuesto realizar tuvimos que hacer las reservas anticipadamente de los refugios. Pero como ese día no teníamos la certeza de llegar a tiempo decidimos que íbamos a acampar en las costas del lago Burmeister llamado así en homenaje a quien fuera naturalista, paleontólogo y zoólogo alemán nacionalizado argentino, que desempeñó la mayor parte de su carrera en Argentina desde que fue convocado por el entonces presidente Bartolomé Mitre y su ministro Domingo Faustino Sarmiento, quienes lo nombraron Director del Museo de Buenos Aires en febrero de 1862, cargo que ocupó hasta su fallecimiento en el año 1892.
En el camino al lago no podíamos entender tanta belleza siendo para nosotros el lugar más lindo que habíamos visitado en nuestras aventuras (una de las pocas coincidencias y donde nos habíamos puesto de acuerdo los tres al unísono).
El Primer día, netamente de caminata, comenzaría antes de iniciar el recorrido del primer circuito por el ascenso al cerro León que nos daría una panorámica de todos los recorridos que realizaríamos en los días subsiguientes, tras 3 Kilómetros y 700 metros de desnivel positivo llegábamos a su cumbre donde las vistas nos regalaban imágenes que nos dejaban atónitos, con sus escasos 1405 metros de altura, en esas latitudes nos permitía tener una visión inmejorable de todo el parque y de lo que se nos venía en los días que estaríamos recorriéndolo.
Al bajar del cerro León la naturaleza nos permitió vivir un momento único cuando un guanaco hembra terminaba de parir una cría (chulengo) que apenas podía mantenerse en pie mientras la placenta aun colgaba de su madre lo que nos da una idea de lo cerca que está uno en estos lugares de la naturaleza salvaje.
Posteriormente nos meteríamos en el primer circuito elegido por nosotros, el circuito Azara, llamado así en memoria del Naturalista, militar, viajero, explorador, cartógrafo y antropólogo español Félix de Azara. Nos esperaban 52 Km de recorrido al que le sumaríamos algunos más para visitar todos los miradores que nos proporcionarían los recorridos llegando a última hora al nuestro primer refugio llamado René Negro.
Se encontraba a 4,5 Km del inicio (ya que fuimos por el sendero de arriba). El refugio era un lujo como todos los que seguirían después, pero al ser el primero lo disfrutamos muchísimo, Aquí comenzamos a avistar mucha avifauna patagónica como los Quetros o Patos Vapor, un pato de gran tamaño que muy rara vez vuela, se aleja sumergiéndose, nadando o carreteando pesadamente sobre el agua, incluso para levantar vuelo (de donde proviene su nombre “vapor”, en alusión a los antiguos barcos a paleta).
También nos acompañaban los Fío-Fío Silbón (elaenia albiceps chilensis), un ave migratoria que vuela más de cinco mil kilómetros por Sudamérica y que es clave en la regeneración del ecosistema del bosque y sotobosque patagónico dañado por incendios o actividad volcánica, entre otros eventos.
Una vez instalados en la comodidad del refugio repondríamos fuerzas para nuestra segunda jornada.
Al día siguiente salíamos del refugio René Negro, rumbo Soroeste bordeando el Lago Belgrano por una senda que atravesaba varios Km de estepa, pero se metía poco a poco en la zona boscosa.
Nuestro destino era el Refugio Tucúquere, que se encuentra ubicado en una zona muy especial ya que es una especie de bahía oculta con una playa que permite cargar agua y también pegarse un baño, cosa que empezábamos a necesitar de manera urgente!
El refugio se encuentra en la zona boscosa del parque.
La mayor representación en el bosque está dada por la Lenga (nothofagus pumilio) y sus diversas formas de acuerdo con la gradiente altitudinal. Se suma a este paisaje la presencia del Guindo (Nothofagus betuloides), siendo este parque el límite Norte de distribución que suele presentarse asociado con el Canelo (drimys winteri) o con el Notro (embothrium coccineum) que es un arbolito o arbusto muy conocido en la región patagónica por sus hermosísimas flores de color rojo escarlata. Además, se puede ver presencia de Ñires (nothofagus antárctica) un árbol fascinante.
En las inmediaciones del refugio escuchamos al atardecer un canto muy característico que nos llamó la atención y nos confirmó el porqué del nombre del refugio, una pareja de Tucúqueres (búho magellanicus) también conocido como búho magallánico, o búho de Magallanes que es un ave strigiforme nocturna, de plumaje rayado y una de las 22 especies de búhos que tiene Argentina. El avistarlos con Agustín (quien es un gran ornitólogo especialista en estas aves) tiene un plus por los detalles que pudo darnos de estos animales.
Luego de habernos bañado en el lago, comido y descansado seguía la etapa más larga de la caminata, al día siguiente, por lo que dormir no nos trajo ni la menor dificultad.
Salimos descansados desde el refugio Tucúquere hacia el refugio Azara.
Antes pasaríamos por el refugio Angostura que distaba a 12 kilómetros de nuestra salida para luego recorrer 6 km más hasta llegar al refugio Azara donde pernoctaríamos.
El paisaje transitado sería increíble, el color del lago Belgrano llenaba el fondo de nuestras fotos de una manera paradisíaca. Pasamos por lagunas internas (Laguna Islote y Laguna Clara) que nos dejaban ver el cielo reflejadas en ellas.
Fueron kilómetros adorables hasta llegar a “la Angostura” un refugio espectacular con capacidad para 6 personas a diferencia de los dos anteriores que tenían capacidad para 3 y enclavado en un lugar de ensueño, que nos permitió almorzar con mucha comodidad antes de seguir para el siguiente refugio que nos permitía caminar mirando el glaciar del cerro Áspero en el fondo y abajo nuestro el celestial lago Belgrano.
Estos últimos 6 km, si bien son pesados, las vistas hacen que uno pare una y otra vez a retratar los paisajes y la caminata se hace entonces leve para las piernas y aunque caminar de manera solitaria por zonas boscosas hace que la introspección a veces nos juegue malas pasadas, es ese uno de los mejores aspectos que quizás tiene el montañismo.
Este sendero está bien delimitado por pircados que parecen artesanales.
Finalmente llegábamos después de 17 Kilómetros y casi 7 horas de marcha al refugio Azara, donde nos encontramos con Nahuel, un santacruceño de Caleta Olivia que estaba solo y nos avisó que a menos de un Kilómetro podíamos visitar “Los rápidos de Azara” por lo que fuimos a uno de los 3 miradores de donde se pueden apreciar… El espectáculo nos dejaba atónitos, es la descarga del lago en un brazo que se encuentra en un nivel más alto por un estrecho que nos daba un avistaje fascinante.
Luego volveríamos por nuestro merecido descanso al refugio ya que al día siguiente volvíamos por el camino de circunvalación alto a la zona del refugio Tucúquere que nos habían adelantado que sería la jornada más bella que tendríamos.
Al día siguiente salimos a recorrer la senda que sería, según nuestra apreciación, la más hermosa de todo el recorrido, vistas de glaciares, lagos, lagunas, lagunillas pequeñas, bosques de árboles de gran porte hasta que se llega al famoso “puesto del 9”, un antiguo puesto ovejero de invierno que perteneció a la estancia “El Rincón”. El viejo puesto de principios de 1900 fue reconstruido en la década del 70 revestido con las maderas de los cajones de los baños antisárnicos provenientes de Inglaterra en esos años.
Aquí vimos un hermoso ejemplar de Picolezna Patagónico (pygarrhichas albogularis) y varios Carpinteros Pitios (colaptes pitius).
Muchos árboles presentaban un hongo comestible llamado Llao llao, una de las especies de hongos más difundidas en los bosques andino-patagónicos, que es parásito de cinco especies de nothofagus (Ñire, Lenga, Coihue, Guindo y N. Nítida).
Terminando la jornada llegábamos al refugio Tucúquere cansados, pero con tiempo de relajarnos, leer, revisar las fotografías y hacer anotaciones de nuestro trayecto.
Al observar muchas aves migratorias en nuestro recorrido, en estos tiempos libres, nos es inevitable pensar que estos animales van en búsqueda de alimentos, mejores condiciones climáticas, buscando huir de sus depredadores o simplemente para reproducirse, por lo que muchos de ellos se trasladan periódicamente de una región a otra de manera cíclica.
Al mirar un Fío-Fío Silbón mientras ojeo mi libro me pregunto “¿¡de qué lugar de Brasil, Paraguay, Bolivia o Norte de Chile vendría este ejemplar!?” Y reflexiono sobre la importancia de los migrantes que generan conexiones entre los distintos biomas y cuánto había de importante en este pajarito y en la capacidad de regeneración en nuestro bosque patagónico. Estos seres migratorios cumplen un rol central dentro de las comunidades que visitan durante sus viajes anuales, por ejemplo, colaborando con la dispersión de semillas o polen, por lo que comprender qué acontece con estos animales también nos da una idea de lo que sucede en las comunidades lejanas de las que provienen o bien en los lugares que son atravesados por sus rutas migratorias.
El siguiente día llegábamos al estacionamiento donde, en vehículo, uniríamos como enlace al siguiente circuito Laguna de los Témpanos distante a 15 Kilómetros de la seccional de guardaparques Onelli, llamada así en honor a la célebre mano derecha de Francisco P. Moreno y primer director del zoológico de Buenos Aires.
Antes de unir con un vehículo el siguiente circuito, pasaríamos por las Lagunas del Mié, donde hay un observatorio de aves desde el cual se pueden avistar las aves sin ser visto por ellas y hallar información sobre las aves. En nuestro caso avistamos Cisnes Coscorobas.
También divisamos algunas trampas de Visones (neovison vison) ya que hay reportes de que estos animales exóticos están invadiendo poco a poco el ecosistema pudiendo generar potencialmente problemas ecológicos a futuro. En Argentina esta especie fue introducida en 1935 en la provincia de Santa Cruz, desde Norteamérica, con fines de explotación comercial peletera. Posteriormente se instalaron varios criaderos en Chubut. Algunas parejas se escaparon o fueron liberadas de sus jaulas, proliferando exponencialmente y dispersándose en la región preandina de Chubut y Río Negro. Su introducción causa un grave problema en la fauna autóctona, especialmente en algunas poblaciones de aves, anfibios y peces, que podrían verse afectadas por un exceso de depredación. También aparentemente compite con el autóctono Huillín (Lontra provocax) dado que tienen el mismo nicho ecológico es decir consume el mismo alimento y ocupa el mismo espacio.
Por el valle del Rio Lácteo se accede a la base del Cerro San Lorenzo con una altitud de 3706 metros de altura, uno de los desafíos más importantes que tiene la Patagonia para escaladores técnicos y de terrenos mixtos, cuya cumbre fue conquistada por primera vez por el padre salesiano Alberto De Agostini en 1943, cuando tenía 60 años, junto al suizo Alejandro Hemmi y el austriaco Heriberto Schmoll, ambos residentes desde hacía tiempo en San Carlos de Bariloche. La ascensión del padre De Agostini fue la culminación de un largo proceso de exploración previo durante tres años seguidos (1940, 1941 y 1942) transitando las distintas vertientes de la montaña, hasta que finalmente pudo idear una ruta factible.
Apenas comienza el sendero es necesario vadear un arroyo, unos 250 metros más adelante se encuentra el primer refugio llamado Gilberto (capacidad para 4-6 personas) donde pernoctamos para salir al día siguiente a recorrer los 11,5 kilómetros al Norte donde se encuentran el refugio Doug & Kris Tompkins y el antiguo refugio San Lorenzo que a diferencia del “Puesto del 9” del anterior circuito este era un puesto de “veranada” de la estancia el Rincón, es decir que se llevaban los animales a consumir las pasturas de verano que ofrecen esos campos.
Aquí en esta zona es donde pasaríamos la segunda noche de esta travesía.
El sendero se encontraba en el ecotono entre la Estepa y el Bosque. La vegetación que conforma la estepa está caracterizada por matorrales achaparrados, adaptados a las durísimas condiciones climáticas como la poca humedad, bajas temperaturas, heladas y fuertísimos vientos típicos de la Patagonia y nos permitía ver cada tanto el imponente Cerro San Lorenzo, el Cerro Penitentes y Cerro Hermoso con sus grandes y blancos glaciares que enamoran.
El severo clima es el que ha asegurado al San Lorenzo (o Monte Cochrane, nombre oficial chileno) permanecer con relativamente pocas ascensiones absolutas pero también nos limitaba para llegar a la lagua de Los Témpanos y tener despejada la montaña al día siguiente.
Ese mismo día teníamos una ventana de buen clima aunque con algo de nubes no obstante eso nos aseguraba al menos conocer la laguna con sus témpanos flotantes teniendo cierta visibilidad, pero para esto deberíamos sumarle a la marcha de 11,5 km 5,5 Km más, hasta la laguna y 5,5 de vuelta al campamento, había que hacer un esfuerzo y, si al día siguiente teníamos mejor tiempo, podíamos volver nuevamente -aunque ya con la vista asegurada- a tan hermoso lugar.
La subida fue dura y con un vadeo de río incluida.
Al llegar a la laguna y ver esos hielos flotando, el Cerro San Lorenzo con nubes y las formaciones geológicas modeladas por el retroceso glaciario, todo se disipa. El lugar era mágico lo que ameritó que sacáramos una botella de ginebra para festejar el logro de llegar hasta donde años atrás nos habíamos propuesto. Luego de contemplar el paradisíaco lugar lentamente desandamos los 5,5 kilómetros que nos separaban del refugio felices y distendidos.
Al día siguiente regresamos nuevamente a la laguna para fotografiar con mejor luz y con la montaña despejada, mucho más relajados que el día anterior, pero al regresar al campamento nos encontramos con que unos alemanes habían subido sin carpa y su reserva estaba ocupada por gente sin muchos códigos de montañismo, por lo que no tenían dónde ni cómo pernoctar. Como nosotros ya habíamos ido dos veces a la laguna y nos sobraba tiempo les cedimos nuestro domo y bajaríamos para intentar dormir en otro lugar, para realizar el tercer y último recorrido antes de que el clima desmejorara tal como estaba pronosticado. Por este motivo y siguiendo los códigos tácitos de cordialidad en la montaña les dejamos nuestra reserva y bajamos hasta nuestro vehículo para salir rápido hacia el estacionamiento de la Bahía Belgrano, inicio de nuestro último recorrido.
Aquí durante el trayecto avistamos Zorros Colorados (lycalopex culpaeus), Liebres Europeas (lepus europaeus), Ñandúes (rhea pennata) y Guanacos (lama guanicoe). Además Agustín logró escuchar una Agachona Patagónica (attagis malouinus) y avistar una Agachona Chica (thinocorus rumicivorus), ave que le había sido esquiva hasta el momento.
Pudimos pernoctar en el refugio Caleta Huala el cual lleva ese nombre por el Huala (podiceps major) o Macá Grande, un ave acuática zambullidora que se alimenta de peces, plantas e insectos acuáticos muy característica de las lagunas y lagos patagónicos. Desde este refugio comenzaríamos al día siguiente a recorrer los 17 Km de todo el recorrido, que tiene este sendero peninsular que cuenta con dos variantes, un circuito chico y uno grande. El Circuito Grande ofrece dos refugios, Playa Quetro llamada así por el ave (tachyeres patachonicus) o Pato Vapor, un pato que rara vez vuela, se aleja sumergiéndose, nadando o carreteando pesadamente sobre el agua, incluso para levantar vuelo (de donde proviene su nombre “vapor”, en alusión a los antiguos barcos a paleta). Este refugio es el más alejado, se encuentra a 7,8 km del inicio, cerca del extremo Noroeste de la península, pasamos por la Laguna del Pescador, donde nos veía pasar un grupo de Biguás (phalacrocorax brasilianus).
Luego seguimos al refugio Dos Bahías que se llega por un sendero de acceso de 800 m desde trazado principal que veníamos recorriendo, y finalmente visitamos el refugio Archipiélago para regresar, volviendo a pasar por el refugio Caleta Huala y nuevamente al lugar del estacionamiento desde donde habíamos salido.
Este circuito peninsular resultó hermoso y muy amigable para caminar por sus paisajes maravillosos y al ser una península nos parecía estar dentro del mismísimo Lago Belgrano.
El último día lo dedicaríamos a visitar y fotografiar el Río Volcán, donde se puede acceder a un mirador al Lago Volcán y las ruinas de una antigua pasarela ovejera hecha de madera con más de un siglo de antigüedad de la ex estancia “El Rincón”.
En total habíamos registrado 130 Kilómetros de caminata muy amena, agradable y de baja dificultad, con innumerables avistamientos de fauna autóctona. Es un lugar prístino, salvaje pero agradable y por sobre todo un lugar digno de ser recorrido y visitado y que presenta todo lo que hace falta para sentir y vivir a pleno tanta naturaleza.
Ahora nos quedaban 2600 kilómetros de regreso a nuestra Mendoza, pasando previamente por el monumento provincial “Cueva de las Manos”, posteriormente la localidad de Los Antiguos y desde allí desandar la ruta recorrida.
A veces pareciera que la felicidad la vivimos en diferido y la nostalgia nos da una segunda oportunidad de ser felices por aquellos momentos donde lo fuimos y sé que este será sin dudas uno de ellos.
Autor
Mgtr. Vet. Lucas Sbriglio
Consultor Ambiental, Logística de montaña
@lucassbriglio #pampamountain
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