JAM, nombre propuesto por Jorge González a esta genial idea, un encuentro de dos días para compartir
JAM, nombre propuesto por Jorge González a esta genial idea, un encuentro de dos días para compartir
el ambiente de la montaña, donde hubo de todo, buena comida, recuerdos, camaradería, anécdotas,
también mucha risa y mucha agua!!
Nota de fecha 14/01/2018
Todo comenzó con una idea que ya venia dando vueltas en mi cabeza y era la de poder juntar a las personas que me formaron en la montañas, las que me llevaron por primera vez a esos lugares que marcarían mi vida para siempre y poder agradecerles personalmente tanta generosidad para conmigo. Faltaba encontrar el momento justo y ver si mi idea podía interesarles.
Los Planetas se alinearon el día 5 de diciembre del 2017 en un grupo de whatsaap “LOS MONTAÑEROS”, conformados por montañistas de Salta, Córdoba y Bahía Blanca de los que surgieron grandes expediciones desde la Cordillera Blanca de Perú hasta los rincones más hermosos de la Puna, donde las conversaciones sobre rutas de ascensos y grandes desafíos eran las charlas frecuentes. Bueno ahí tenía que desembarcar con mi idea poco atractiva deportivamente….
Les propuse realizar una Juntada de Montaña, en familia con nuestras mujeres e hijos, todos juntos. Tengo la posibilidad, por mi trabajo, de tener un Refugio en la Finca el Candado, camino a Cachi, antes de llegar a Piedra del Molino atravesando el Parque Nacional Los Cardones. Se encuentra este “oasis” en las sierras que limitan entre el Valle de Lerma y los Valles Calchaquíes. Refugio el Candado, a 2987msnm, un escenario muy lindo y apropiado para esta “juntada”.
Para asombro mío todos empezaron a contestar “Si voy, cuando es?” Y pusimos fecha 5-6-7 de enero del 2018. Comenzó la cuenta regresiva.
La mañana del viernes 5 nos encontramos Emilio Gonzales Turú, Federico Sánchez y yo que venia acompañado de Natalia mi esposa y mis hijos, Bautista e Iñaki. El punto de encuentro fue una estación de servicio en el pueblo del Carril a unos 34 km de Salta capital. Entre café y charlas llegaron los cordobeses Sergio Cerutti y su Sra. Norma alias la “Gringa”, Gerardo Casaldi y su Sra. Verónica alias la “Bruja del Clima”, acompañados por sus hijos Frida y Baltasar. Por último, llegó Martin Giraudo con grandes compañías, Jorge González (El Flaco) Enrique Bolsi (Quique) y Eldor Bertorello (Piti).
Todo el grupo siguió rumbo Oeste por la ruta 33 camino a Cachi, pasamos por la Cuesta del Obispo y finalmente ingresamos por el parque hasta llegar a un punto donde las camionetas 4x4 continuarían con las provisiones hasta el refugio y los autos quedarían arriba, ya que el camino impide el ingreso de vehículos de tracción simple.
Comenzaba una gran Aventura entres picos de arenisca, cóndores y unas praderas verdes con vacas pastando en valle, aparecía en el fondo casi tímida una casona vieja toda de adobe con piedras en el techo por los grandes vientos que de tanto en tanto amenazan llevarla pero ella resiste al tiempo…. De la casona salió Adrian Colque, un pasajero de Escoipe, que trabaja conmigo cuando llevo turistas, gran conocedor de estos valles y que nos acompañaría los tres días siguientes.
Comenzamos a acomodarnos y a debatir que cuarto seria para cada cual, el armado de carpas, y como calentar la comida y, de repente, apareció Christian Vitry acompañado por sus hijos Francisco y Sharon, con un amigo y con su esposa, Jorgelina.
Sin darnos cuenta esa casona vieja y tranquila se encontraba rodeada por niños, risas y madres que repetían “no suban tanto!!”. Y comenzaron las historias cuando el sol nos dejó y el “Gringo” inició el fuego para cocinar. Una neblina cubrió todo el Valle y de repente dos mochilas aparecieron anunciando la llegada de Graciela Arzelan y su compañero.
En el fondo del valle sobre el camino, distinguimos las luces de una camioneta y para nuestra grata sorpresa eran los amigos Javier Echenique y Julieta Balza, que se habían aventurados al encuentro. Llegaron cansados porque venían de una expedición exitosa por el Llullaillaco y el Salim, nos fundimos en grandes abrazos y brindamos por sus éxitos en estas hermosas montañas.
Recién ahí sentí que el objetivo estaba cumplido. El único que nos falta es Adrian Gandino alias el “Tanque”, gran motor en todas las salidas y una persona muy querida por todos nosotros, pero por razones de fuerza mayor no pudo venir desde Buenos Aires. Por supuesto estuvo entre las historias contadas, anécdotas y brindis.
El segundo día amanece todo nublando, parecía que el tiempo no nos iba a dejar recorrer los caminos que hasta ese momento yo presumía que podían ser Incas. Entre mates de buenos días y café caliente para todo el mundo, se dejó ver una pequeña ventana de buen tiempo y, sin dudarlo, nos alistamos para hacer un trekking que en un comienzo iba a ser corto. Adrian el Arriero que nos acompañaba en la casa me mira y dice, “Nacho no demore, que el buen tiempo va a durar poco.”
Emprendimos la marcha contentos de volver a caminar juntos como en los viejos tiempos. Mi plan era llegar hasta un “abra” donde se puede apreciar el Valle del Chilo que tiene una vista hermosa y regresar al refugio. En mis cálculos no serian más de dos o tres horas como máximo de caminata. Al cabo de una hora y media entre pausas y fotos llegamos al abra, y pudimos contemplar su hermosa vista, las nubes se habían levantado y el sol empezó a dar indicios de que esa ventana de buen tiempo, podría extenderse hacia la tarde.
Sin dudarlo decidimos continuar por el camino para aprovechar el clima. Nuestro próximo objetivo era un mirador que se encontraba mas adelante, camino al “Trasatlántico”, y lo más lindo de todo el recorrido era poder hacerlo junto a Christian, quien de a poco nos iba enseñando y mostrando porque el camino era Incaico. Recibimos una clase magistral de la mano de un reconocido arqueólogo de alta montaña y director del Qapaq Ñan Salta.
El universo no podría haber conspirado más a mi favor para tener la gracia de aprender tanto ese día. Mientras caminábamos hacia el mirador nos tomábamos unas pausas para agruparnos y podía charlar con Jorge González, gran montañista al cual admiro mucho por sus grandes logros y la forma tan cautivante que tiene de transmitir ese amor por la naturaleza, o recibir consejos de “Quique” Bolsi formador de tantos guías de montaña; en fin, personas que hicieron historia en el montañismo y las tenia compartiendo un mismo sendero en este valle en el norte argentino.
Llegamos al mirador en un momento en que el silencio de la inmensidad del lugar nos dejó a todos asombrados. Nos tiramos todos en el césped entre flores silvestres y a Emilio le ganó la docencia y empezó una clase sobre pistilos y polenización. Lo que inevitablemente me llevo a mi época de secundaria donde 20 años antes ese mismo profesor se transformaría en un padre y seria el quien me llevaría al mundo de las altas montañas y mi vida cambiaria para siempre.
Después de un lindo descanso nos agrupamos y el “Piti” me sugirió que quería continuar la marcha y por detrás de él Emilio, Javier, Julieta, “Fede”, Bautista, Martin, Graciela y su compañero noruego se sumaron a esta sugerencia, por lo que decidimos seguir caminando hacia el “Trasatlántico” (formación de arenisca de 300m de altura). Otro grupo emprende la marcha de regreso guiados por Christian al refugio donde los esperaba el “Gringo” con comida caliente.
Nosotros seguimos caminando aunque sabiendo que el mal tiempo nos seguía los pasos, hasta que finalmente llegamos al “Trasatlántico” entre lluvia y granizo. Decidimos hacer una foto como testimonio de lo que habíamos logrado. La lluvia aumentaba de una forma que nunca había yo visto en esta región. El viento terminó por darle el condimento que faltaba y apresuramos la marcha hacia el tan ansiando plato caliente. La caminata había comenzado a las 10 de la mañana y eran las 17 hs y seguíamos caminando.Lo que en mis planes iníciales había sido algo corto lo habíamos extendido en toda una jornada con sol, granizo, lluvia, viento y barro. En resumen todo aquello que en el fondo buscan nuestras almas montañeras.
Al llegar al “abra” de regreso al refugio no comprendía el cambio del paisaje. Nunca habíamos cruzado un río cuando iniciamos la marcha!! Y sin entender nada, nos encontrábamos frente al curso de agua buscando cual sería el mejor paso. El “Piti” con sus 76 años era el que mas nos preocupaba, sin embargo nos dio una clase de vadeo de rio al mejor estilo cordobés. No dudó un instante y con sus bastones lo cruzó casi como si no existiera.
Terminamos llegando al refugio a las 18 hs todos empapados hasta los huesos buscando algo caliente. Nos encontramos con que el refugio también había sido muy castigado por el agua, asi que cuando llegamos, todos de una forma u otra, se encontraban mojados. El fuego que Adrian mantenía prendido se transformó en nuestra salvación para recuperar la temperatura y muy de a poquito nos fuimos recuperando de tan aventurera jornada.
Para mi asombro y alegría un amigo de Jujuy que había invitado me dio la sorpresa de que se encontraba en el refugio con sus hijas y yerno, Héctor M Saravia, alias “El Coyita Saravia” caminador y conocedor del Chañi, su montaña preferida. Mi intención era presentarle a esta gente linda que venía del Sur.
Ya sentados con ropa seca y un jarrón con té caliente entre manos nos dimos cuenta que el “Flaco” González no estaba entre las charlas. “Quique” nos comenta que en el trayecto de vuelta se había descompensado un poco, más el agua y las bajas temperaturas el legendario escritor de la montaña se encontraba en recuperación en su bolsa de dormir. Asistido por el “Gringo” que lo quería recuperar con un torrontés y un poco de yerbas medicinales, el paciente se encontraba mejorado unas horas más tarde.
Por la tarde noche el grupo se encontraba de mejor ánimo y todos calentitos, de la cocina salía un rico aroma a madera quemada y asado. Sabíamos que bajo la dirección del “Gringo” y el “Coyita” Saravia ese asado no podía fallar. Hasta que de repente escuchamos las palabras que curan el hambre, “YA ESTÁ LA COMIDA!!”. Después de una rica comida Emilio apareció con su acordeón y guitarra, aunque mezquinando un poco la garganta por las secuelas del frío y la lluvia en su cuerpo. La guitarra pasó por las manos del “Coyita” y Gregoria, su hija, quienes nos deleitaron con lindas canciones. Vinos de por medio y hermosas charlas agotaron las velas y nos marcaron la hora del descanso.
El tercer día amaneció hermoso, ilusionados que el sol seria nuestro compañero del día pusimos a secar las prendas y calzados, pero al cabo de una hora nuestro esperado compañero nos abandonó y las nubes bajas nos recordaban las grandes precipitaciones del día anterior. Por lo que decidimos después de tomar unos lindos mates, armar un grupo para hacer un reconocimiento del camino, el cual sabíamos que había sido castigado por las inclemencias del tiempo.
En ese reconocimiento confirmamos lo que tanto temíamos, había derrumbes y para completar el panorama una piedra no más chica que un Fiat 600 se encontraba en el medio del camino obstaculizando toda posibilidad de pasar. Sin dudarlo “Javi” movió su camioneta hasta llegar a la piedra. Con pico y pala y al mejor estilo “DAKAR” empezamos un operativo sobre el camino que, en el lapso de dos horas de trabajo, dejamos en condiciones de circular nuevamente.
Tomamos la decisión de mover los vehículos y dejarlos al resguardo, arriba, por miedo a que la lluvia volviera hacer de las suyas dejándonos sin la posibilidad de salir del Candado. Contento por nuestro objetivo logrado se sumaba la alegría de saber que nuestro chef gourmet el “Gringo” nos esperaba con un matambre al roquefort.
Saboreamos un rico almuerzo, con deliciosos postres hechos con mucho amor por Norma, quien nos malcrió a más no poder con sus pastafrolas. En el almuerzo me entero de que Verónica, la esposa de Gerardo, había realizado un fuerte conjuro para que dejara de llover, clavando un cuchillo en la tierra y haciendo un círculo de sal, que al día siguiente había reforzado con más sal.Creer o no, la lluvia había cesado, lo que inevitablemente nos llevo apodarla la “bruja del clima”.
Ya comidos, y con cierta nostalgia de saber que este lindo grupo humano formado por el llamado de las montañas, se tendría que separar emprendimos la marcha de regreso. Aun tengo una imagen en mi retina y es la de ver a todos en fila caminando por esas praderas verdes desde los mas grandes hasta los mas chiquitos, generaciones distintas pero juntas, felices, aunque sea por un momento, de haber saboreado la libertad que solo estos lugares nos saben dar. Me abracé con Natalia y le di gracias a la “pacha” por este encuentro que me hizo tan feliz.
Centro cultural Argentino de Montaña 2023