El Grupo Rosarino de Actividades de Montaña (GRAM) , después de realizar varias expediciones en la zona descubre una nueva ruta de ascensión al Cazadero, en la provincia de Catamarca
En el invierno Catamarqueño del 2001, durante el ascenso del Tres Quebradas, advertimos que; elevándose al cabo de largos planos inclinados; las primeras estribaciones de los volcanes Ojos del Salado y el Cazadero (Walter Penck) nacían sobre el mismo valle de la Salina de la Laguna Verde.
Años después, en la cumbre del Cerro Solo, confirmamos que era posible acercarse al Co. Cazadero - Walter Penck - desde un grupo de vastas y sinuosas cañadas arenosas, que desembocaban sobre las nacientes del Rio Salado.
El Valle de la Salina de la Laguna Verde es una depresión de sentido sur-norte que se extiende entre el Nevado de Pissis y los Volcanes Tres Cruces y Solo, típica cuenca centrípeta que atrapa las aguas de la zona: casi todo el sector sur y centro del valle contiene lagunas y salares, al sur las lagunas Esmeralda y Amarga, en el centro la Salina de la Laguna y la Laguna de la Salina, en el extremo norte el río Salado y sus fuentes termales.
Pese a que constantemente supera los 4000 metros el valle, probablemente de origen “tectónico”, esta rodeado de cerros tan altos que aparece profundamente sumergido en el paisaje. Solo al norte, en las nacientes del Rio Salado, tiende a tomar altura superando entonces los 4500 metros.
El Valle de la Salina de la Laguna Verde es un sitio único, custodiado por los mas altos volcanes del planeta: Ojos del Salado, Pissis, Tres Cruces, Cazadero - Walter Penck -, Nacimiento, Tres Quebradas y Solo.
Pese a que la cabecera del valle, atravesada por una senda de mulares, era conocida ancestralmente quedó fuera de los habituales recorridos andinistas por obligar a largos traslados con animales.
En Enero del 2000, mientras buscábamos acceder a la cara sur del 3 Cruces dimos con una alternativa de acercamiento por el Valle de la Salina de la Laguna Verde.
Alguna vez relataré la aventurada búsqueda de aquel valle entonces perdido, experiencia que - como dicen mis compañeros - terminó dejando en un lugar muy menor la escalada del glaciar sur del Tres Cruces.
Usando como plataforma el “Campo Negro” dimos con una pequeña quebrada fluvial - “7 de Enero” - que permitió bajar tal vez al mas ignoto de los valles Argentinos.
En años sucesivos honramos nuestro “descubrimiento”: ese acceso, con un pequeño condimento de imaginación nos permitió realizar primeras escaldas –argentinas o absolutas – en los volcanes 3 Cruces, 3 Quebradas, Solo, Ojos del Salado y Puntiagudo. Quedaba emprender el Co. Cazadero - Walter Penck.
Los nombres tradicionales de esta montaña son Cazadero, Tipas, Gonzalez. Aunque las reglas de toponimia aconsejan siempre respetar la nomenclatura tradicional sin imponer nombre a lo que ya lo tiene hoy en día es más conocido con el nombre que le dio el tucumano Orlando Bravo en homenaje al geólogo alemán que a comienzos del siglo XX relevó la zona. En la carta del IGM Argentina (1:100.000 Ojos del Salado) es denominado Nacimiento, nombre usado para referirse a otro bello grupo de cumbres situado algunos kilómetros al sur.
A fines de 1970 se estableció en la zona oeste una expedición de cinco chilenos y ocho japoneses. Sergio Kunstman, el Mayor de Carabineros Pedro Rosende del Club Andino de Chile de Santiago y el japonés K. Takeshita llegaron a la cumbre.
Aparentemente esa fue la primera ascensión, realizada probablemente de norte a sur desde el amplio boquete que se abre entre el Cordón Sin Nombre y el Ojos del Salado.
Todos los ascensos posteriores se realizaron utilizando los flancos del este de la montaña partiendo de la misma ruta del Paso de San Francisco.
El Co. Cazadero es todo lo contrario a una montaña atractiva. Pese a que su altitud superior a los 6600 m lo integra al grupo de montañas más altas del continente apenas consigue erguirse sobre los alrededores, poblados de elevaciones que sobrepasan los 6300 o 6400 metros.
El volcanismo en esta región es explicado siguiendo la “Teoría de Placas” según la cual la corteza del planeta se divide en mosaicos llamados placas. En el interior de las placas la situación geológica es estable pero en los bordes, donde las placas se encuentran unas con otras se producen fenómenos como el vulcanismo y los terremotos.
En la zona dos placas, Sudamericana y de Nazca, se encuentran en una fosa marina cercana a la actual costa Chilena. La placa de Nazca, por estar constituida por rocas mas densas es mas pesada y se sumerge debajo de la placa Sudamericana.
Las rocas sumergidas toman temperatura con la profundidad y se convierten en magma. Que ese material fluido alcance o no la superficie, o en que lugar lo haga depende del ángulo con el cual las placas se deslizan: si es un ángulo grande enseguida la profundidad es suficiente para la fusión y los volcanes surgen en el mar o en la costa. A medida que el ángulo disminuye el volcanismo se va desplazando hacia el interior del continente y si es muy bajo existe el “silencio volcánico”: el magma, incapaz ya de alcanzar la superficie, queda varado en las entrañas de la tierra como una intrusión.
En la Puna la actividad volcánica ha edificado centenares de estratovolcanes, pintorescas elevaciones cónicas acumuladas alrededor de los centros de expulsión de material.
Cerros tan altos requieren aclimatación; adaptación del organismo a la falta de oxigeno y baja presión atmosférica que imperan en la altura.
No solo se trata de minimizar la disminución de la capacidad física sino de evitar enfermar a raíz del “apunamiento”. Además, al contrario que en montañas turísticas, todavía en la alta puna Catamarqueña las distancias retoman su significación ancestral.
Para adaptarnos utilizamos como acceso un hermoso trayecto que comienza en Alto Jagué, provincia de La Rioja. Seguimos el camino internacional de Pircas Negras pasando por la Laguna Brava para, poco antes de la frontera, abandonar la ruta con rumbo norte siguiendo el curso del Rio Salado hasta sus nacientes, ya en la provincia de Catamarca.
Con Guillermo Bianchi llevábamos décadas recorriendo la zona y Fernando Arranz había tenido su primer experiencia un par de años antes. En cambio para Andrés Martinez Infante, radicado en Bariloche, los paisajes y las condiciones de estas montañas fueron una sorpresa desde el primer momento.
En las nacientes del Rio Salado ascendimos una montaña virgen que habíamos observado en el 2008, pintoresco volcán de 5780 m que denominamos “Cerro Gram Bicentenario”.
Las montañas de la Puna normalmente están muy alejadas de las últimas poblaciones, por eso los acercamientos se hacen en vehículo. Como hay largos tramos de sendas precarias se requiere tracción integral, a veces es apenas suficiente para traspasar los obstáculos.
La primavera tenía reservados grandes remanentes de nieve invernal, penitentes, tramos de barro sin fondo. Especialmente recordaremos la tarde que pasamos trabajando con palas y pico para abrir un boquete que nos dejara pasar al Valle Ancho.
Finalmente nos establecimos en Agua de Olmedo, naciente del Rio Salado, el confín norte del Valle de la Salina de la Laguna Verde. El tiempo era ventoso y frío. Era constante el bambolear nocturno dentro de las carpas.
En los alrededores descubrimos dos surgentes termales de donde toma el río Salado la mayor parte de su caudal. Es agua lo suficientemente caliente como para bañarse aún expuesto al viento helado, el problema es posterior, por la elevada cantidad de sales.
En esta región la terminología geográfica resulta insuficiente para describir los accidentes del terreno. Esa situación se agrega a una natural estrechez del nuestro idioma en esas cuestiones.
Los términos “valle”, “quebrada”, “estero”, parecen especialmente inaptos, por eso, en un uso impropio, hemos usado la palabra “cañada” para describir particulares hendiduras longitudinales, estrechas y playas que pueblan las laderas.
Las “cañadas” parecen tener dos orígenes, las menores, erosivas, son obra del agua. Otras, por el contrario a los valles tradicionales, no han sido delimitadas porque la erosión ha “sustraído” parte del terreno sino que resultan de la “adición” de materiales volcánicos que delimitan sectores no invadidos por los bloques de lava.
El sitio que buscábamos para acercarnos al Walter Penck era un amplio y complejo boquete abierto por el agua entre basaltos y andesitas, la que llamamos “Cañada del Cazadero”,
Cruzamos el Rio Salado frente de la base de “Las Yamilas”, conos andesiticos de formas femeninas que se elevan al pie del Vn. Tres Quebradas.
El manejo fuera de camino tiene una dificultad adicional en la orientación, tan vasto es a veces el paisaje. Como la pendiente esta cubierta de profunda arena solo pudimos tomar altura sobre filosos cantos volcánicos. De todos modos, después de algunas horas de incertidumbre desembocamos en el manso tramo intermedio que permitía cierto abrigo al furioso viento que por la tarde trajo la nevada.
La mañana en que debíamos empezar a caminar era brillante, el paisaje blanqueado, el cielo azul y sin viento.
Recorrimos primero el final de la cañada desembocando en un amplio espacio al pie de los primeros contrafuertes del Cordón Ojos del Salado – Nacimientos, un enorme talud de mas de mil metros de altura.
En zigzag ganamos altura en la pendiente y recostándonos en el lateral izquierdo (este) desembocamos en otra alta y empinada cañada que nos permite el único amparo al viento que encontramos. Armamos las carpas sobre los 5.250 m y gozamos de una comodidad de la que vamos a despedirnos.
La mañana del segundo día aparece con cielos diáfanos pero enseguida el viento empieza su castigo. Tomamos altura por tramos empinados y helados hasta una extravagante depresión parcialmente cubierta de hielo. Durante un buen rato debemos ganar distancia a la misma altura hasta tomar contacto con la margen opuesta de la depresión. Ya es medio día y tratamos de comer algo amparados por las mochilas, el viento nos arruina la existencia.
Ahora viene el segundo escalón. A la distancia vemos lo que llamamos “las barbas de Walter Penck” una colada de lava “reciente” que se apoya en el cono cumbrero. A la derecha tenemos el largo filo de la “Sierra N/D Negra”, que sobrepasa los 6300 m, también denominada en el croquis del CAT como WP II.
Hacia media tarde con Guillermo nos adelantamos tratando de encontrar amparo para el campamento, a la distancia nuestros compañeros nos siguen con tenacidad.
Damos con unas piedras y armamos las carpas a 6000 m. De a poco me doy cuenta que nuestra ubicación ha sido un error: por algún efecto aerodinámico la nieve que el viento blanco suelta detrás de las rocas es absorbida por la carpa acumulándose contra la estrechez del habitáculo. Todo queda sepultado, zapatos, comida, mochilas.
Es un campamento penoso. La sopa se derrama sobre la bolsa de dormir, lo mismo que la bencina, el calentador se rompe, un alimento pegajoso se las arregla para mezclarse con el polvo de nieve y pegotear todo.
El clima empeora y empieza a nevar. Andrés no se siente bien y convenimos en bajar al día siguiente. Cuando se duerme respira en una forma curiosa.
El amanecer es inevitable y con el sol el ánimo de Andrés regresa, ya no quiere bajar, al contrario, insiste en subir. Mi criterio es otro, el grupo no esta en condiciones de enfrentar una complicación. Guillermo y Piquito van a intentar el cerro al día siguiente, dedicando la jornada a explorar los alrededores, nosotros bajaremos. Gran desilusión.
Desandamos camino, nos sorprendemos de la distancia recorrida, pero a la tardecita estamos en las camionetas, armamos la carpa, comemos y nos dormimos profundamente.
Al día siguiente nuestros amigos se despiertan a las cuatro consiguiendo salir recién a las seis. Hoy no hay viento pero el frío es inevitable. La caminata se ilumina con la luz de la luna y las linternas.
El caótico terreno cumbrero cobra su precio. Como era de prever la dificultad del tramo que separa el campamento alto de la base del cono cumbrero esta en ciertos “cortes” de terreno que obligan a rodeos, ascensos y descensos.
El primero es una “especie de hoya de azufre” que rodean por el oeste, hacia la izquierda del ascenso. El segundo un glaciar que también deben contornear hacia el oeste.
A las trece horas están ya en “la precumbre”, sobre los 6450 m. El sitio es un laberinto de torres, muy fáciles de subir. En cambio cuesta descubrir la más alta. Una hora después, en un hueco entre las piedras sobre una de aquellas torres hallan los testimonios de un francés que había subido en febrero de 2010 y un grupo de marplatenses.
Dejan como comprobante “… un papel donde aclaramos por donde subimos, un escudo del GRAM …”
El descenso todavía se lleva 4 horas, dificultado por el viento del oeste que empezó a soplar desde el mediodía.
El 25 de Noviembre el grupo se reúne en el campamento base, bajando a Fiambalá esa misma jornada.
Aunque el ascenso es relativamente corto debe superar un importante desnivel.
Existen otras alternativas para arribar al campamento alto desde dos cañadas diagonales, mas al norte que la utilizada por nosotros.
Teniendo en cuenta que la montaña fue accedida desde otro punto cardinal (hasta el momento el Cazadero - Walter Penck había sido subido desde el este y desde el norte), que la geografía varió completamente y presentó problemas diferentes; se podría decir que la montaña fue ascendida por una “nueva ruta”, la oeste, que probablemente terminará convirtiéndose en la “normal”.
Centro cultural Argentino de Montaña 2023