Mientras ascendían la arista Mazeno, en el Nanga Parbat en Pakistán, que es la ruta más larga de un ochomil y que por su gran dificultad técnica resulta ser uno de los mayores desafíos de la zona de las montañas más alta del mundo, fueron víctimas de una avalancha
En estos días la comunidad montañística se encontró conmocionada por la situación de Alberto Zerain y Mariano Galván, con quienes se había perdido el contacto mientras intentaban escalar una de las rutas más comprometidas del Himalaya, la arista Mazeno, en uno de los ochomiles más icónicos, como es el Nanga Parbat., Fieles a su estilo de buscar desafíos y rutas no convencionales, Alberto y Mariano habían optado por la arista Mazeno, uno de los grandes problemas del Himalaya.
Nota de fecha 02/07/2017
Alberto y Mariano habían llegado al campamento base de la montaña el pasado 15 de junio, comenzando su intento cuatro días más tarde, el día 19.
Hasta el día 23, cuando se tuvo la última comunicación con ellos, venían progresando a buen ritmo. Expresaron su intención de apurarse en completar la arista, sabiendo que la previsión meteorológica no era buena en los siguientes días.
Gracias al dispositivo y servicio de geo localización, se supo que el sábado 24, seguían caminando durante unas 6 horas. De acuerdo a la información obtenida comenzaron la marcha a 5.800 metros. Avanzaron en forma sostenida con una velocidad de 60 metros de desnivel/hora enviando una señal cada 10 minutos aproximadamente.
Unas 5 horas después de haber comenzado la marcha, se detecta que están a unos 6.270 metros. La siguiente señal, una hora más tarde ubica al dispositivo 150 metros más abajo, a 6.110 metros y a unos 180 metros de distancia, habiéndose perdido la comunicación con ellos desde ese momento. A partir de ese momento el dispositivo dejó de transmitir mientras que el teléfono satelital figuraba apagado.
La cordada se formó por esas casualidades que suceden en las montañas al coincidir ambos en el Dhaulagiri en Mayo del año pasado, y al hacer equipo juntos para conseguir el primer ascenso de una temporada en la que la montaña presentaba condiciones muy complejas.
Ese ascenso representaba el octavo ochomil de Alberto, quien cuando no estaba dedicado a la montaña trabajaba como camionero. Para Mariano era su sexto ochomil y el primero que hacía formando equipo, ya que hasta entonces todos sus ascensos habían sido en solitario.
Evidentemente se estableció una excelente relación entre ambos, pese a una diferencia de edad de casi veinte años, y esto los llevó a intentar una nueva ruta en el Manaslu. Si bien no pudieron conseguirla por las condiciones de la montaña si lograron llegar a la cima en un notable ascenso veloz.
La arista Mazeno era el tercer proyecto que encaraban juntos, y ambos venían bien aclimatados. Alberto por haber ascendido recientemente el Annapurna y Mariano porque había estado guiando en el Lhotse.
Pese a que se había perdido el contacto con ellos, desde hacía una semana, todavía existía la esperanza que hubieran perdido el equipo de comunicaciones, y que hubieran seguido hacia arriba y encontrándose demorados por el mal tiempo.
Aunque la altitud a la que se encuentran no es considerada especialmente "peligrosa", a Muhammad Iqbal, dueño de Summit Karakorum, la compañía operadora de viajes que había organizado la travesía, le preocupaba la ruta escogida por los montañeros. Ambos estaban tratando de subir por la arista Mazeno, la ruta más "dura" hacia la cumbre, y sólo finalizada con éxito una vez en la historia. La compañía que manejaba su ascenso desde el campo base, Lela Peak Expedition, precisó por su parte que los alpinistas formaban parte de un grupo de 13 personas, pero optaron por una ruta diferente al resto. "Los demás han regresado pero estos dos están desaparecidos", indicó un portavoz de la empresa, Anwar Ali.
Según su relato, el español y el argentino fueron contactados por última vez el 24 de junio durante una llamada "rutinaria" en la que ninguno de ellos reportó problema alguno. El teléfono satélite que llevaban los alpinistas está ahora apagado, detalló Ali, para añadir que contaban con provisiones para siete u ocho días. "Nuestros 'sherpas' en la montaña creen que están en algún lugar por encima de los 7.000 metros pero es imposible subir para buscarlos,", añadió Iqbal. Por eso, solicitaron el helicóptero que se incorporara a la búsqueda.”El helicóptero de rescate pasó esta mañana cinco horas buscándolos, pero no logró localizar a los escaladores", indicó, en los días previos al 1 de julio, Iqbal. "Tomaron una ruta peligrosa y eran muy conscientes de las posibles consecuencias", aseguró Iqbal.
"Un helicóptero de rescate paquistaní ha salido unos minutos antes de las seis de la mañana hacia la arista Mazeno del Nanga Parbat y sus rutas habituales", indicaba el equipo de Zerain en su cuenta en Twitter, que cree que "por el número de días que llevan en la montaña", no pueden comunicarse con ellos porque "los dispositivos de contacto se han quedado sin batería". Sin embargo, el aparato ha tenido que regresar sin noticias de los desaparecidos. "Han sido más de tres horas de vuelo por parte del helicóptero de rescate enviado al Nanga Parbat, que han tenido que ser interrumpidas a causa del mal tiempo presente en la montaña", ha explicado el equipo de Zerain.
Finalmente el tiempo se despejó y el sábado 1 de julio el helicóptero de rescate del ejército pudo sobrevolar la zona, confirmando los peores temores, tal como queda reflejado en el comunicado oficial del equipo de Alberto Zerain.
“Tras dos vuelos inspeccionando toda la arista, el helicóptero ha vuelto sin encontrar rastro de los dos alpinistas. Alrededor de las 03:00h de la madrugada (06:00h, hora pakistaní), comenzaba el primer vuelo del helicóptero del ejército en un nuevo intento de búsqueda de los alpinistas Alberto Zerain y Mariano Galván. El reconocimiento se ha realizado en dos fases, con una parada en medio, sobre las 06:00h de la mañana (09:00h, hora pakistaní) para repostar y continuar con la búsqueda. El helicóptero ha recorrido toda la arista en varias ocasiones, llegando a volar hasta los 7.400m de altitud, para fijar su foco, en el segundo vuelo, en la penúltima y última posición conocida de Alberto y Mariano, sin éxito. En esa última posición que señalaba el dispositivo de Racetracker que portaba Alberto Zerain, es donde se han encontrado una placa de nieve desprendida que terminaba formando un alud. Situación que, tristemente, lleva a descartar la posibilidad de supervivientes.”
Ahora bien ¿qué es lo que hace que el Nanga Parbat sea una montaña icónica?
Con 8.125 metros, el Nanga Parbat es la novena montaña más alta del planeta y la segunda más alta de Pakistán después del K2. Su nombre en Urduh significa Montaña Desnuda. Si bien es el ochomil más occidental del planeta, por estar al Sur del río Indo está situado al final del Himalaya Occidental, a diferencia de los otros ochomiles de Pakistán que están ubicados en la cordillera del Karakorum.
La montaña se caracteriza por tener un gran desnivel en todas las direcciones, de hecho sur. La pared Rupal, se eleva 4.600 metros desde su base, lo que la convierte en la pared más grande del planeta.
El Nanga Parbat es una larga cresta que se orienta de sudoeste a noreste. La montaña está conformada por tres caras, la previamente mencionada Rupal, la Diamir y la Rakhiot. La sección sudoeste de la arista principal se extiende por cerca de trece kilómetros, dividiendo los valles de Diamir y Rupal, y es conocida como arista Mazeno. En ese trayecto hay ocho picos de más de 7.000 metros de altura y doce puntos por encima de esa marca.
La montaña ha sido un atractivo para los escaladores desde épocas tempranas. Ya en 1895 el legendario Albert Mummery encabezó, junto con otros dos grandes montañistas de la época dorada, Collie y Hastings, el primer intento de escalar un pico de más de ochomil metros. Eran un grupo muy avanzado aún es su época, con un estilo muy liviano, contando solamente con la ayuda de dos porteadores, sin guías y comiendo lo que podían comprar en la travesía. Llegaron a una altura a máxima de 6.100 metros por cara Diamir. Buscando rutas alternativas Mummery y dos gurkas, Ragobir y Goman Singh, se dirigieron a reconocer la cara Rakhiot pero fueron atrapados en una avalancha, sin que nunca se hayan podido encontrar sus restos.
Hay una serie de razones que hicieron que el Nanga Parbat se convirtiera en un punto tan interesante en ese momento. A principios del siglo pasado Nepal estaba cerrado para los montañistas y visitantes occidentales. El acceso a Tibet era complicado por restricciones del gobierno y por la logística que esto implicaba, haciendo que el Everest fuera el único objetivo seleccionado, en forma casi exclusiva por los ingleses. Pero el Nanga Parbat así como las otras montañas del Karakorum estaban bajo dominio del Imperio Británico, lo que facilitaba su acceso. A diferencia de las otras montañas de esa región, su aproximación es mucho más sencilla, siendo el único 8.000 cuyo campamento base está en un valle verde.
En ese momento los países elegían un ochomil y tomaban su ascenso como una causa nacional. Los ingleses, ansiosos por ser los primeros en conquistar el tercer Polo, eligieron el Everest, italianos y estadounidenses se enfocaron en el K2 y fueron los alemanes, luego de un par de intentos frustrados al Kangchenjunga, los que pusieron su mira en el Nanga Parbat.
Organizaron una primera expedición en 1932 dirigida por Willy Merkl, que no pudo progresar demasiado. Volvieron dos años más tardes dirigidos por el mismo Merkl. En ese momento el creciente poder del nazismo en Alemania veía este desafío como una forma de probar la superioridad de la raza aria en su proyecto de establecer el “Imperio de los mil años”.
La expedición comenzó complicada por la muerte de Alfred Drexel a causa de un edema pulmonar. Sin embargo pudieron progresar en la montaña y llegar a una altura muy cercana a los 7.900 metros. Obligados a retirarse por el mal tiempo, catorce miembros de la expedición quedaron atrapados en la altura por una tormenta feroz. Intentaron un descenso trágico y terrible, que terminó con 3 alemanes, incluyendo a Merkl, y seis sherpas muertos por agotamiento y frío; mientras que los que pudieron salvarse sufrieron congelamientos graves.
El gobierno alemán del III Reich decidió ocultar el fracaso, pero la leyenda de la trágica crecía de cualquier forma haciendo que la opinión pública considerara al Nanga como un logro imposible.
Frente a esto y sin importar los tambores de guerra que comenzaban a sentirse en Europa, el régimen decidió organizar una nueva expedición en 1937, liderados por Karl Wien. Se dice que el mismo Hitler le “explicó” a Wien que había que escalar la montaña a cualquier precio y que debían llegar a la cumbre o morir. Premonición o no, esto es lo que finalmente ocurrió. Siete alemanes y nueve sherpas estaban en el cuarto campamento que habían montado, cuando un alud barrió la montaña enterrando a los dieciséis.
Entre las dos expediciones habían muerto 26 hombres lo que llevó a la prensa alemana de la época a bautizar al Nanga como “Montaña asesina” y “Montaña del destino” en forma absolutamente injustificada. Una montaña no es más que una mola de piedra, nieva y hielo. Territorio salvaje e inhóspito, más allá que en el momento en que la naturaleza presenta su aspecto más violento haya humanos en ella que puedan convertirse en víctimas.
Con esto la montaña termino de adquirir su fama trágica, lo que no impidió dos intentos alemanes más en los dos años subsiguientes, ninguno de ellos exitosos. Queda para la anécdota lo ocurrido en 1939 ya que los alemanes se encontraron con una desagradable sorpresa al descender, fueron arrestados por los ingleses dado que había estallado la guerra. Años más tarde dos de ellos, Heinrich Harrer y Peter Aufschnaiter se escaparían rumbo al Tibet, historia reflejada en el libro, y posteriormente en la película Siete años en el Tibet.
Terminada la Segunda Guerra, el doctor Karl Herrligkoffer, medio hermano de Willy Merkl, organizó una nueva expedición germano-austríaca. El 3 de Julio de 1953 Herman Buhl consiguió llegar a la cima en un ascenso extraordinario que marca de manera única la voluntad de un hombre frente a una montaña. Sólo, ya que sus compañeros decidieron dar la vuelta, y sin ayuda de oxígeno llegó a la cima a las 7 horas de una tarde clara y tranquila. Clavó su piqueta con banderas paquistaníes y tirolesas y sacó algunas fotos mientras el sol empezaba a ocultarse. Inició el descenso cuando la noche ya había caído, dejando la piqueta en la cumbre como constancia de su ascenso. Tuvo que hacer un vivac improvisado en una estrecha repisa, sin ningún abrigo ya que había dejado su mochila más abajo para poder subir liviano. A partir de la madrugada emprendió un descenso dramático hasta ser avistado por sus compañeros que lo ayudaron a llegar hasta el campamento del que había salido 40 horas antes. Este ascenso épico deja su nombre grabado en la historia del montañismo.
Este primer ascenso fue hecho por la cara Rakhiot. Nueve años más tarde los alemanes Toni Kinshofer, Siegfrid “Siegi” Löw y Anderl Mannhardt hicieron el segundo ascenso, esta vez por la cara Diamir, abriendo la ruta que se ha convertido en la normal. Pero el ascenso no estuvo exento de inconvenientes, ya que durante el descenso Löw, que había sobrevivido de pequeño al bombardeo de Dresden, sufrió una caída de la que no pudo recuperarse y murió.
En el año 1970 se produce otra de esas historias que le dan un carácter tan particular e icónico a esta montaña. Una expedición nuevamente liderada por el Doctor Herrligkoffer, vuelve al Nanga Parbat para intentar la impresionante pared Rupal. Esta expedición marcó la primera presencia de Reinhold Messner en un 8.000, el inicio de una carrera brillante que lo llevaría a ser el primero en escalar los catorce ochomiles. Junto con su hermano Günther consiguieron alcanzar la cima siguiendo una ruta directa en la enorme cara Rupal, luego de un trabajo e equipo de cuarenta días. Pero ahí comienza otra historia, por razones que nunca se han aclarado del todo, decidieron descender por la cara Diamir en lugar de volver por la ruta que habían seguido en el ascenso. El descenso se convirtió en una aventura épica, desafortunada y trágica ya que si bien consiguiendo la primera travesía de un ochomil, el precio fue muy alto ya que Günther falleció en el descenso. Este formidable ascenso generó una enorme controversia con otros integrantes de la expedición que se convirtió en una larga batalla legal. Los restos de Günther no se encontraron hasta el año 2005.
Pero la montaña se convirtió en una especie de obsesión para Messner que volvería varias veces a la misma, consiguiendo en el año 1978 otra hazaña formidable por la cara Diamir, al conseguir el primer ascenso de un ochomil completamente en solitario, motivo de su libro Solo. Este ascenso es impresionante ya que lo hizo sin ninguna clase de apoyo y en una montaña en la que no había nadie. Otro logro más para reforzar su carácter de leyenda del montañismo.
En 1984, la francesa Lilliane Barrard acompañada por su marido Maurice, se convirtió en la primera mujer en escalar el Nanga Parbat.
El 2009 también registra otra marca trágica de la montaña con el fallecimiento de la coreana Go Mi-Young, quién estaba en plena carrera para convertirse en la primera mujer en escalar los catorce ochomiles.
En Junio de 2013 la montaña volvió a ser noticia por un hecho trágico. Un grupo de extremistas disfrazados de policía, mataron a diez montañistas extranjeros y a un guía paquistaní en el Campo Base.
Finalmente en Febrero de 2016 y luego de múltiples intentos fallidos, el pakistaní Ali Sadpara, el español Alex Txikon y el italiano Simone Moro consiguieron realizar el primer ascenso invernal.
Esta arista divide las vertientes de Diamir y Rupal de la montaña. La ruta tiene su recorrido por esta complicadísima cresta, con una longitud superior a los once kilómetros y ocho cumbres superiores a los sietemil metros. La arista tiene una orografía muy complicada, lo que requiere que aquellos que la intentan tengan que llevar mucho material. A esto se le suma que dada su longitud haya que pasar muchísimo tiempo en altura y llevar combustible y comida suficiente. La ruta es sumamente comprometida, porque en la medida en que se va avanzando, la posibilidad de dar la vuelta se va haciendo cada vez más complicada. Esta falta de vías de escape hace que la única salida posible sea hacia arriba, llegando al collado Mazeno, donde se junta con la ruta Schell del Nanga, la que provee una alternativa de escape.
La combinación entre ser la ruta más larga de un ochomil y su dificultad técnica, la convierten sin lugar a dudas en uno de los mayores desafíos que se puede encontrar en un ochomil.
El primer intento de ascender a esta ruta fue hecho por una numerosa expedición francesa dirigida por Jean-Pierre Frésafond en el año 1979.
Eran 23 franceses y 2 pakistaníes. Su intención original era escalar la cara Rupal, pero un terremoto obstruyó el camino por lo que decidieron intentar la arista Mazeno. El tiempo no los acompañó, pero así y todo pudieron llegar a escalar el primero de los picos de la ruta, antes de abandonar el intento.
En 1992 el gran escalador inglés Doug Scott junto con los rusos Serge Effimov y Valeri Perchine los sherpas Ang Phurba y Nga Temba y los ingleses Alan Hinkes y Sean Smith, realizan un nuevo intento. Su idea era cubrir la ruta en tres etapas. Una serie de accidentes durante la aclimatación diezmaron al equipo, siendo cuatro solamente los que pudieron intentar la ruta. Solamente consiguieron llegar hasta uno de los primeros picos a 6.970 metros antes de decidir dar la vuelta.
Doug Scott volvería al año siguiente, esta vez acompañado por el formidable escalador polaco Wojciech Kurtyka. Un accidente durante la aclimatación lesionó el tobillo de Scott, y tuvieron que cancelar la expedición.
Persistente, Scott volvió en el año 1995. Esta vez acompañado por el polaco Wojciech Kurtyka, el australiano Andrew Lock y los escoceses Rick Allen y Sandy Allan. En esta oportunidad consiguieron escalar los tres primeros picos de la arista llegando a una altura superior a los 7.000 metros antes de decidir dar la vuelta.
En 1997, una poderosa cordada conformada por Wojciech Kurtyka y el suizo Erhard Loretan hace un intento, nuevamente infructuoso.
En el 2004 una expedición compuesta por el esloveno Marko Prezelj y los americanos Bruce Miller, Doug Chabot, Steve Swenson, Jeff Hollenbaugh y Steve House viajó al Karakorum con múltiples objetivos, K6, K7, Kapura Peak y Nanga Parbat. Perfectamente aclimatados y aprovechando una ventana de buen tiempo, Chabot y Swenson consiguieron completar la primera travesía completa de la arista en un esfuerzo de 6 días, pero al llegar al collado Mazeno y frente a un cambio en las condiciones meteorológicas optaron por descender por la ruta Schell. Con esta recorrida se completó la escalada de todos los picos de la arista.
Un año más tarde los suizos Jean Troillet, Claude Gailland, Alain Gailland y Frederic Roux, consiguieron repetir la arista aprovechando el uso combinado de raquetas de nieve y crampones. Llegaron hasta el Collado Mazeno, a 7.000 metros de altura, donde decidieron retirarse por el mal estado de la nieve.
En el 2008 los alemanes Luis Stitzinger y Joe Lunger decidieron intentar la arista luego de haber hecho cumbre en el Nanga por la cara Diamir. Hicieron una ruta más larga que la línea que siguieron Chabot y Swenson en 2.004, lo que les implicó varios kilómetros adicionales. Luego de 7 días llegaron a la Punta Mazeno, pero al estar lejos de la cumbre del nanga Parbat y sin provisiones, se vieron obligados a bajar. Cabe destacar que unos días después Stitzinger consigue hacer el primer descenso con esquíes de la cara Diamir.
El año 2011 va a ver un nuevo intento fallido de completar la ruta, en esta oportunidad fueron los vascos Alberto Zerain y Juan Carlos Arrieta con el argentino Leonardo “Cuny” Proverbio. En esta oportunidad padecieron inconvenientes de todo tipo, problemas físicos, mal tiempo y hasta un terremoto de 4,2 grados fueron los elementos que jugaron en su contra para poder completar la vía.
Finalmente, fueron los veteranos escoceses Sandy Allan y Rick Allen quienes consiguieron en el 2012 completar la hasta entonces esquiva cumbre del Nanga Parbat a través de la arista Mazeno. La expedición también la conformaban Lhakpa Rangdu Sherpa, Lahkpa Nuru Sherpa y Lakpa Zarok Sherpa y la sudafricana Cathy O'Dowd. Una extraordinaria primera que les demandó dieciocho días de trabajo en la ruta, que todavía espera la primera repetición.
Como cierre y homenaje a Mariano, reproducimos un fragmento que posteó en las redes sociales hace menos de un año.
Mariano Galván - Viernes, 29 de julio de 2016
“. ...Mucho se habla acerca de la muerte, o mejor dicho se le trata de buscar una explicación, pues siempre que de la muerte se trata, se hace una mirada esquiva, pero a lo que mi mundo compete, el cual es la montaña. La muerte tiene un gran debate y es motivo para analizar la vida de la persona y se la cuestiona, porque por empezar, subir montañas es totalmente inútil, un sinsentido en los tiempos que corren. Se gasta plata, se pasa frio, uno se arriesga de más, no te bañas por unos días, te podes resfriar e infinidad de cosas más que la gente que se arrulla entre paredes y respira aire acondicionado argumenta para no salir de sus lindas jaulas con arena para gatos. Pero quisiera agregarle algo a su lista de excusas: te ausentas del boliche o del bar que frecuentas, respiras aire limpio, alimentas el alma con amaneceres (esa cosita que se halla dentro tuyo y que tan poco cuidado le das), compartís, tomas conciencia de tu respiración, tienes tiempo para reflexionar, y cuando bajas podes comer un poco de más sin culpa, que es la mejor manera en que los alimentos no te hagan mal, y muchas otras virtudes, que solo aquellos que persiguen lo inútil de querer ver un poco más allá y de tener nuevas experiencias, saben. Lo que me llama mucho la atención es que estos últimos caminan por la vida sin querer convencer a nadie de que el camino que eligieron es el correcto, pues saben que no hay un solo camino para llegar a la cima.
En cambio, aquellos que no pueden entender cómo es que hay nieve en pleno verano en las montañas, se afanan por querer darte mil excusas para menospreciar tu actividad, para demostrarte que aun estas a tiempo de dejar esa locura y acompañarlos en sus eternas horas frente al televisor, o que te sumes a su grupo de WhatsApp. Afortunadamente los que alguna vez hemos sentido el esfuerzo por ascender alguna montaña, soportamos estoicamente el embate, como lo hacemos con los fuertes vientos, o tormentas. Pues combatimos a lo que debemos.
Batallamos en nuestro interior contra nuestros defectos y con el lado oscuro de nuestro EGO. Ante todo lo demás, nos doblamos como el bambú, y somos contemplativos, pues, nosotros también en un momento no habíamos subido montañas y pensábamos igual. Y sabemos que no tenemos chance en etéreas discusiones, pues lo único que puede hacer cambiar el pensar de una persona es caminar, la filosofía entra por los pies después de mucho andar perdiéndote, por ciudades, países y lugares que nunca imaginaste, para al fin encontrar un poco de ti. Así es como caminamos, los que caminamos. Así es como sentimos, los que descubren sus sentidos para atiborrarlos de nuevas sensaciones, para aquellos que se dejan sorprender por las mismas cosas una y otra vez, pues saben que cada experiencia es única, aunque su camino lo hayan transitado miles de personas. Gracias por permitirme ser uno de ellos. Gracias por dejarme pisar tu lugar sagrado, que es tu casa y que es mi escuela de vida.
No puedo entender cómo se sigue enseñando en escuelas, cuando la verdadera enseñanza está en la naturaleza, en caminar, en aprender a oír, a ver, a sentir. A veces pienso en el tiempo que perdí entre paredes, pero no fue así, estaba también en un aprendizaje, estaba acumulando energía para poder volar. Y además no puedo cambiar el pasado, muchas veces me doy cuenta de cuánto tiempo pierdo por quedarme enganchado con cosas del pasado, como esas cosas me roban minutos de mi futuro. Pero me gusta observarlas, porque son parte de tu humanidad y de la mía. Somos seres imperfectos que disfrutan del aprendizaje del ser. Me gustaría poder transferir mis experiencias de manera instantánea, pero no encuentro la manera pues poco puedo hacer con estas pobres letras que contrastan en un fondo blanco. Aun con fotos, con videos de los lugares donde he andado no te puedo transmitir ni un uno por ciento de lo que he vivido, pues faltan los olores, las sensaciones en la piel, los gustos, las lágrimas, los abrazos y el placer del alma por estar en lugares únicos.
Solo te puedo dar una pequeña porción de mi experiencia, y quisiera creer que será suficiente para moverte, para sacudirte y decirte que te animes a sacar la persona que quieras ser. Pero sé que no es así, y me pone un poco triste mi discapacidad. Pero sé que me queda aún otra arma, la de escalar, caminar y mostrarte mi filosofía con movimientos, con las huellas que dejan mis pasos y que dicen más que las palabras que tan fácilmente salen de la boca, si decir cada palabra fuese tan duro como dar un paso en la nieve, el mundo estaría sumido en un silencio abrumador. La única manera que entendieras seria caminando juntos, con miradas cómplices, con suspiros simultáneos, con sonrisas cómplices y sujetándonos las manos para seguir subiendo. Todo sería distinto si tuviéramos la capacidad de ver más allá de las palabras, de ejercitar nuestra imaginación para llegar a esos lugares juntos con tan solo leer unas líneas. Así que te propongo que lo intentes, que te esfuerces por entender mi locura, que de locura no tiene nada. Creo que nos gusta llamarnos locos para sentirnos distintos, pero la locura es algo que no se puede adquirir, es una desconexión que no se si quiero, pero que anhelo muchas de sus cualidades. A quien no le caen simpáticos los “loquitos”, quien no envidia su libertad, su incapacidad de juzgar, de bailar en cualquier lugar, de reír sin sentido y llorar al ver algo que los emociona. Quien no quisiera ser loco. Pero lamentablemente unos pocos alcanzan ese título, otros fuimos adoctrinados para arrancarnos esas cualidades, fuimos pulidos concienzudamente para amoldarnos a la “normalidad”.
Pareciera como que nos educan con nuestros sentimientos, pero en realidad lo único que hacen, es amputarnos emociones, solo se me viene a la mente un árbol bonsái, al cual atan con alambres y cortan ramas, para que no crezca, para que tenga determinada forma, y que quepa en un estante. Eso es lo que más quieren, que toda la naturaleza y belleza quepa en un estante, en vez de tomarse la molestia de buscar eso que les parece bello en la inmensidad de los bosques o delicados acantilados, donde esos mismos arboles crecen sin alambres. El problema es que no se tiene tiempo, entre familia, trabajo y Tv no se tiene tiempo de buscar. La velocidad que nos envuelve nos impide ver el paisaje, el camino deja de ser camino y se convierte en una cinta transportadora, ahora no importan los pasos. Nos dejamos llevar en forma automática, ¿hacia a dónde? No sabemos, pero lo bueno es que no nos cuesta esfuerzo y eso es lo único que valoramos hoy, hacemos casos a nuestro cerebro primitivo y buscamos el menor esfuerzo. Pues para eso fuimos programados como animales, pero si queremos ser seres humanos, debemos deshacernos de ese instinto y agitarnos, cansarnos, sudar, pasar hambre y frío de manera voluntaria. ¿Con que fin? Pues con el fin de adquirir nuevas sensaciones, nuevos sabores, nuevos destinos. Para no convertirnos en repetidores, para evolucionar, para dar un legado, pues si alguien sube un escalón, lo subiremos todos, puede que a diferentes tiempos, pero todos subiremos un poquito más… “
POR ESO YO SUBO
Centro cultural Argentino de Montaña 2023