El escalador estuvo 29 días solo en la montaña, sin descender
Como informamos, fueron 29 días solo en la montaña, sin descender, aunque sólo 15 fueron de escalada efectiva; el resto, en la hamaca bloqueado por el mal tiempo. Más de 2.400m nominales de ascenso y los mismos de descenso para una primera actividad mundial.
Nota de fecha - 27/03/2013 -
Era la quinta vez que Pedro Cifuentes escalaba en las Torres del Paine y la tercera que intentaba la travesía. En 2008 se convertía en el primer español que escalaba cada una de las torres por separado. En 2011 intentaba por primera vez la travesía junto con Adrián Ayllón; aunque no lo consiguieron abrieron la ruta “Cuenca es única” para acceder desde la cima secundaria de la Torre Norte a la principal. En 2012 hizo un primer intento en solitario en el que consiguió realizar la primera travesía documentada en este estilo de la Torre Norte.
Este año Pedro Cifuentes volvía con ganas renovadas. Y con la decisión de que éste sería su último intento de realizar la travesía. Comenzó la escalada el 13 de enero. En su petate de entre 45 y 50 kilos llevaba lo necesario para las torres Norte y Central. Previamente él mismo había dejado un depósito con la comida para la Torre Sur y el material para el descenso final que iba a ser con diferencia lo más peligroso de toda la travesía. Había hecho un cálculo máximo de 30 días, aunque esperaba tardar menos.
Con un nivel de escalada muy por encima de las dificultades técnicas que presenta la travesía, Pedro no sufrió ninguna caída escalando, algo que tampoco se podía permitir yendo solo y en una zona donde no hay equipos de rescate. Le resultó más duro resolver las complejas maniobras que exige el izado de petates, especialmente en la zona cimera de la Torre Central que discurre por difíciles fisuras horizontales. “Quien no tenga unos conocimientos perfectos de izado de petates no podría pasar estos tramos”, asegura. En los tramos más tumbados de las rutas, el trabajo de izar el petate se agudiza debido al rozamiento y los atascos contra la roca.
En general, al escalar en solitario la mayor parte del tiempo autoasegurado, tenía que pasar tres veces por cada largo: primero subía escalándolo, a continuación bajaba rapelándolo y después remontaba por la cuerda fija mientras recuperaba el material instalado para aseguramiento en escalada libre o progresión en caso de escalada artificial. Por último tenía que izar el petate en el que lleva el material para vivir en pared. Es una escalada lenta porque los desniveles acumulados se duplican y se convierten en 4.800m de ascenso y otros tantos de descenso. Y también se multiplica el tiempo necesario.
Gracias a sus anteriores expediciones a las Torres del Paine, Pedro sabía cómo sobrevivir en pared durante las tormentas patagónicas. Los vendavales de más de 100 kilómetros hora, capaces de volcar autobuses en el valle, cuando llegan desde el oeste llevan el viento gélido del Campo de Hielo Patagónico. Son incompatibles con la vida y no pueden superarse en pared sin una logística adecuada. Para ello, llevó una hamaca de pared con el techo modificado por él para adaptarlo a las exigencias de la escalada en estas zonas, donde el viento viene además acompañados por la lluvia que rebota en las paredes y la arroja contra la tienda.
Contra el frío, que alcanzó los -20ºC, llevaba sacos de dormir de plumas de gran ligereza y capacidad térmica. Además, al montar la hamaca, como norma de supervivencia tenía que encontrar un lugar protegido de ese viento del oeste; especialmente si había predicción de tormenta. “Si no estás protegido, tal vez aguantes un día pero al día siguiente tendrás problemas: algo se habrá roto”, explica.
Para conocer las predicciones meteorológicas y estar prevenido ante los súbitos empeoramientos, llevaba un teléfono. Así, cuando alcanzó la cima de la Torre Central con ocho días de adelanto sobre el peor de los horarios previstos, le pudieron advertir de que se avecinaba una fuerte y larga tormenta del oeste. Hasta entonces, la tónica había sido de dos o tres días buenos y uno malo que aprovechaba para descansar a pesar del frío. No en vano se había preparado intensamente durante el último año tanto físicamente como endureciéndose contra las inclemencias: durante el mes anterior a la expedición pasaba las frías noches del invierno conquense con la ventana abierta y abrigado sólo con una sábana.
A pesar de ello, su voluntad se puso a prueba durante los ocho días inmovilizado en el collado que separa las torres Central y Sur. “Me había preparado contra el frío”, dice Pedro, “no contra estar ocho días parado sin poder hacer nada”. Después de los primeros cuatro o cinco días, su mente empezó a pedirle escapar pero también sentía que de alguna manera le llegaba la energía de todos los que le habían ayudado en este proyecto. Por ellos, y por él mismo, quería esforzarse en el tercer y, pasara lo que pasara, último intento solitario a la travesía de las Torres del Paine. “Llamaba a casa y no lloraba… no sé por qué, pero decidí que aguantaría mientras tuviera comida. Si la comida se acababa tendría que bajarme”.
Finalmente, la tormenta cedió a los ocho días y retomó la escalada. Para empezar, un tramo expuesto de 6b+/6c al principio de la Torre Sur que resolvió en libre obligado. Una caída en este paso clave habría significado fractura en los pies y, yendo solo, algo mucho peor. Para entonces el ritmo de escalada se había ralentizado ya que el tiempo se había invertido. En lugar de dos o tres días buenos por uno malo era al revés.
Al alcanzar la cima de la Torre Sur, le informaron de que tenía 24 horas buen tiempo y después un frente que duraría varios días. Bajo sus pies, un descenso de 1.150 metros de rápeles en un terreno roto y descompuesto. Varios desprendimientos habían destruido la vía Hoth, aparentemente semiequipada según la información de que disponía, y más avalanchas se sucedían.
Después de arrojar el petate al vacío, tuvo que improvisar rápeles de fortuna para bajar entre cuatro desprendimientos cercanos y dos problemas muy graves debidos a enganchones con las cuerdas. Él tenía previsto un sistema para desenganchar las cuerdas mediante un sedal, pero se lo había dejado en el petate. En uno tuvo que jumarear confiando que el cabo enganchado no se soltara por su peso. En otro, cuando subía desencordado a desengancharla, se produjo una avalancha y una piedra le golpeó fuertemente en el brazo.
Finalmente, después de 29 días en la montaña, con las exiguas raciones de comida liofilizada agotadas, y 9,5 kilos de peso perdido, alcanzó el glaciar Torres. Aún tuvo que ir a buscar el petate, cargárselo a la espalda y caminar durante unas tres horas, según sus cálculos aproximados, “porque no estaba para mirar el reloj”hasta la tienda en la que le esperaba un amigo.
Allí pudo comenzar a pensar que había podido mejorar la primera travesía que en 2002 realizó su amigo Steve Schneider y que había completado la que puede considerarse la primera travesía integral de las Torres del Paine.
Pedro Cifuentes en Torres del Paine
Esta travesía se puede considerar la primera travesía integral de las Torres del Paine ya que comienza en el collado exterior de la Torre Norte y acaba en el de la Torre Sur, siempre sube y baja por vías diferentes y parte del valle del Silencio y acaba en el glaciar Torres. Es decir, sigue todo su característico “skyline”.
Como antecedente, la primera travesía de las tres torres fue llevada a cabo por el americano Steve Schneider durante una rápida escalada de 51 horas. La travesía de Schneider entra y sale por los collados interiores de las torres Norte y Sur, no pisa por tanto la cima secundaria de la Torre Norte, alcanza su cima principal subiendo y bajando por la vía Monzino y la Torre Sur por la vía Aste y empieza y acaba en el denominado campo japonés situado en el valle del Silencio.
Steve Schneider y Pedro Cifuentes son buenos amigos y han coincidido en las Torres del Paine en varias ocasiones, la última este mismo año.
-13 de enero. Comienza la escalada desde el collado de la Torre Norte, situado sobre el valle del Silencio.
-16 de enero. Cumbre en la cima secundaria de la Torre Norte después de escalar la vía Espíritu libre. En 2011 hizo junto con Adrián Ayllón la primera repetición documentada.
-17 de enero. Cumbre en la cima principal de la Torre Norte por la vía Cuenca es única, abierta por Adrián Ayllón y Pedro Cifuentes en 2011 durante la primera travesía conocida de la Torre Norte.
-18 de enero. Alcanza el collado Bich después de rapelar la vía Monzino.
-24 de enero. Cima en la Torre Central después de escalar la vía Bonington/Whillans. En esta ruta está el paso más difícil de la travesía. Además el izado del petate por la zona cimera fue de extrema complejidad ya que la vía discurre por fisuras horizontales técnicamente difíciles.
-25 de enero a 2 de febrero. Tras el descenso por la vía Kearney/Knight, una tormenta le mantiene inmovilizado en el collado que separa las torres Central y Sur. De los ocho días, dos no puede salir de la tienda ya que la cremallera se ha congelado.
-9 de febrero. Cumbre en la Torre Sur después de escalar la vía Aste.
-10 de febrero. Rapela por la vía Hoth, sobrevive a cuatro grandes desprendimientos y dos enganchones de cuerdas y alcanza el glaciar Torres.
Torre Norte (2.400 m).
-Ascenso por la vía “Espíritu libre” (5.11-6b+/A1, 500 m) hasta la cima secundaria.
-Descenso por ruta sin nombre (110 m) hasta el collado que la sepaa de la cima principal
-Ascenso a la cima pricipal por la vía “Cuenca es única” (5.11-6b+/A1, 250 m).
-Descenso hasta el collado entre las torres Norte y Central por la vía Monzino (dificultad de ascenso 5.11, 400 m).
Torre Central (2.600 m).
-Ascenso por la vía Bonington/Whillans (ED, 5.11d-7a+/A2), 800 m).
-Descenso por la vía Kearney/Knight (dificultad de ascenso VI, A3, 850 m).
Torre Sur (2.650 m).
-Ascenso por la vía Aste o Spigolo (ED 6c/A1, 900 m)
-Descenso por la vía Hoth (dificultad de ascenso: 5.10-6a+/b, 1.190 m).
-Desnivel positivo: 2.450 m aproximadamente.
-Desnivel total: 5.000 me aproximadamente.
-Metros ascendidos reales, al ir en solitario debe escalar primero y remontar después cada largo de cuerda: 2.450 x 2 = 4.900 m
-Metros descendidos reales, al ir en solitario: 2.450 m (de los rápeles en las vías de ascenso) + 2.550 (de las vías de descenso): 5.000.
-Metros totales: 9.900 m
Pedro Cifuentes tiene 43 años y trabaja como bombero en Madrid. Comenzó a escalar intensamente con 30 años y desde entonces ha realizado numerosos viajes de escalada por todo el mundo. Además de sus cinco viajes de escalada a las Torres del Paine, ha estado ocho veces en Yosemite (sólo en El Capitán ha escalado vías como Nose, Salathé, Zodiac, Shield y North Face; y cuenta con otras rutas de referencia en el valle como Astroman y Steck/Salathé). También ha escalado en Sudáfrica, Tailandia, Marruecos, Australia y Nueva Zelanda. En escalada deportiva ha encadenado hasta 8a en punto rojo y 7c+ a vista.
Patrocinadores: Rab, Edelweiss, Robens, Lowe Alpine, MSR-Thermarest, Federación de Deportes de Montaña y Escalada de Castilla La Mancha.
Fuente: www.barrabes.com
Centro cultural Argentino de Montaña 2023