Desde la provincia de Neuquén, Roberto Catalá nos comparte sus vivencias en la ascensión de uno de los picos técnicos de 7.105 metros de altitud, de Tayikistán, que realizara con el propósito de difundir y poner en valor la importancia de la adopción en el mundo
…”Por más que vayas con cincuenta personas al lado, uno camina solo, en una hermosa meditación, en un encuentro con uno mismo, todo el tiempo”.
Roberto Catalá
Nací en San Martin, provincia de Buenos Aires hace 60 años. Los primeros seis años de mi vida viví en un contexto de violencia ejercida por mi padre. Un día mi madre se cansó. Cuando mi padre vio a mi madre que le apuntaba con el revólver, él me metió debajo de la cama. Ella le pegó tres tiros y lo mató delante mío y de mis otros dos hermanos, que eran más chicos. Con mi madre presa, los tres hermanos fuimos a parar a distintos lugares. Dos se quedaron con mi familia paterna y yo me fui con un tío a Neuquén capital porque era quien me podía tener. Estaban los finales de los 60 y al provenir de una familia humilde, fuimos recibidos donde podían darnos alimento y demás cuidados. Mi tío hacía lo que podía, era un hombre trabajador, pero no sobraba nada. Yo dormía en el piso.
Al cumplir los seis años, comencé a visitar a Elvira Catalá, una mujer de 54 años a quien todos llamaban Doña Lula, quien me alimentaba y cuidaba. Elvira y su esposo vivían en una casa donde criaban animales de campo, nunca tuvieron hijos y, a pesar de ser mayor -para la percepción de esa sociedad-, ella estaba dispuesta a cuidar a un pequeño. Las visitas para almorzar pasaron a convertirse en estadías, hasta que Doña Lula le consultó al tío si me podía adoptar y comenzó los trámites de adopción apenas tuvo la respuesta afirmativa. Fue tal el cariño que me brindaba que un día me preguntó si quería irme a vivir con ella y yo, un día, también le pregunté si la podía llamar mamá. Pase de dormir en el piso a tener un cuarto propio, de pedir pan, de sentir hambre a tener comida y amor todos los días. Pero además de brindarme cuidado y contención, me dio lo más importante: educación. Y eso se lo agradecí siempre hasta su muerte hace unos años.
En 1972, Elvira se divorció y pasé a tener el apellido materno, Catalá. La recuerdo como una “mujer muy dura”, pero que me preparaba la leche, me despertaba con un beso en la frente, me abrazaba. Fue una mujer que tuvo que enfrentarse a la sociedad neuquina, que era muy cerrada y católica, por separarse y por tener un hijo adoptivo. En esa época, los hijos adoptivos eran parias y no se podía hablar de ellos. Así me sentía, como un paria. Mis compañeros de colegio no se enteraron de que yo había sido adoptado hasta que fueron grandes, pero siempre sentí “la carga”. Sin embargo, el cariño que mi mamá me mostraba, el trato de igual a igual de sus amigos y sus padres y mi paso por una escuela católica (Don Bosco) fueron elementos que me ayudaron a adaptarme y soltar.
Viví con mi madre adoptiva hasta los 19 años cuando me fui a estudiar a Buenos Aires para luego volver a Neuquén, donde además de cursar abogacía asistí a clases de teatro con Víctor Mayol y Cecilia Arcucci, entre otros referentes de las tablas neuquinas. Luego, formé una familia y tuve tres hijos, Mauro, Facundo y Maxi, también tengo el regalo de una hermosa nieta llamada Josefina.
Actualmente, desarrollo mi profesión de analista de marketing político. Pero, desde hace muchos años que más allá de lo expuesto, lo que me define es mi vocación de montañista, he volcado mi pasión por la montaña ascendiendo cerros y volcanes. Comencé hace más de doce años, en el año 2011, cuando ascendí el Cerro Domuyo, de 4.709 msnm. Llegué al Domuyo muerto, realmente no estaba bien preparado para hacerlo y como nos sucede siempre a los montañistas, me pregunté qué estaba haciendo yo ahí y después pensé que semejante sacrificio debía tener un “ sentido especial” y ahí se me ocurrió mostrar un cartel que decía: “YO FUI ADOPTADO”, un mensaje para que lo viera todo el mundo.
A partir de ese momento, mi motivación especial es la difusión de la concientización de la adopción y por ello, he desplegado mi bandera en todas las montañas que he subido.
Ese concepto fue evolucionando gracias al intercambio con otras personas dentro de esta comunidad de adoptados y adoptantes que conocí a través de esta iniciativa. Ahora, anuncio que estoy “AGRADECIDO CON LA VIDA” por todas las oportunidades que me ha dado.
Ya dejé de ser ‘agradecido’, porque no es un tema de agradecimiento que un niño sea adoptado, por el contrario, es la obligación de la comunidad darle una familia a un niño. La ley no habla de que los padres tienen derecho a tener hijos, sino que los niños tienen derecho a una familia. Es una visión diferente, mucho más amplia, más bondadosa. También saqué el ‘soy adoptado’ por el “FUI ADOPTADO” porque me di cuenta de que la condición de tener una familia es por adopción, pero pude no cargarlo con prejuicios como que : fui un adoptado, fui un “paria”, porque al momento de ser adoptado, yo pasé a ser un hijo que no sería biológico, pero tuve y tengo todos los derechos y todas las responsabilidades de una persona que está dentro de una familia.
Siempre se habla mucho de los años que tienen que esperar las familias que desean adoptar, pero en realidad hay que enfocarse sobre los tiempos que tiene que esperar ese chico para ser adoptado mientras permanece en un hogar o en una institución. Lo importante es que los chicos sean puestos en adopción o en guarda de forma rápida.
El mensaje de mi cartel no era suficiente. Se comentaba en las redes, conseguía sus likes y muchos seguidores me escribieron para contarme que, gracias a una de esas fotos, habían encarado a sus padres y descubierto que eran adoptados. Sin embargo, sentí que era “muy falso” si se limitaba a eso. Fue entonces cuando en la compañía de senderismo que fundé con Juan Benigni, un amigo y que llamamos “Mirá cómo lo hago”, comenzamos a becar a chicos judicializados de entre siete y once años. El próximo paso será ofrecer becas para adolescentes judicializados, los que más sufren por la espera. Es una forma de retribuir todo lo bueno que he recibido. Es, además, mi misión: “Si yo puedo salvar un niño, uno solo, valió todo lo demás”. Asimismo, aprovecho cada espacio en los medios para destacar la labor de los grupos de padres adoptantes en todo el país.
La organización para hacer las cumbres en Tayikistán me llevó aproximadamente un año, con una preparación física de cuatro horas semanales y aeróbica de tres horas por semana, además de la alimentación. Este tipo de actividad es normal en mi vida, estoy siempre en contacto con la montaña dado que soy socio de la empresa “Mira como lo hago” donde quienes asisten se preparan para ir la montaña, no sólo físicamente sino también desarrollando otras aptitudes y habilidades.
Además, soy instructor, profesor de ritmos y localizada y personal trainer.
Igualmente, estuve muy ansioso, tratando de trabajarlo mucho, haciendo mucha meditación. Los que hacemos montañismo, nos dedicamos un tiempo a la meditación porque hay que estar preparado para poder subir y todo lo que significan las actividades previas antes de subir una montaña.
Siempre digo que hay otra montaña que no es la cumbre final a la que vas a llegar, sino que es toda la preparación: Buscar los pasajes, conseguir el dinero, la preparación física y mental, adquirir o conseguir todo el equipamiento necesario; revisar si estás bien con tu alimentación, con tu descanso. La verdad que es otra cumbre es otra montaña que hay que hacer.
Hace cinco años, en diciembre del 2017, llegué a la cumbre del Aconcagua en Mendoza, a 6.969 m.s.n.m., el pico más alto del mundo después del Himalaya. También pude ascender montañas en Catamarca, como el Falso Morocho, el Matambre, el Volcán Bertrand, el San Francisco, el Incahuasi, superando estas últimas los 6.000 m de altitud. En Bolivia también ascendí al Huayna Potosí, el Tarija, pequeño Alpamayo y en Chile, el Vicuña y el Ojo del Salado. En esta oportunidad, en Tayikistán, mi objetivo era ascender hasta donde pudiera, estimando que llegar a la cumbre me demandaría entre seis y siete días con temperaturas entre los 3 y 26 grados bajo cero.
Fueron momentos en los que trabajé al doble para juntar dinero, pero siempre conté con el apoyo de un grupo de amigos y alumnos que me ayudaron para algo que no les era propio pero que sintieron como suyo. Vivimos dos partes, una es la parte económica, donde obviamente me ayudaron con dinero para viajar, porque cuando comencé a desarrollar mi idea, en el año 2015, el dólar en Argentina estaba a 9,50 pesos, pero lo más importante es el apoyo emocional.
El verlos a todos juntos, trabajando (venta de empanadas, tortas, sorteos de indumentaria deportiva, entre otras cosas) fue lo que más me llenó. Este es el espíritu del montañista, este es el espíritu de la montaña, donde no hay competencia con otros, acá competimos con nosotros mismos y ayudamos al que tenemos al lado. Sinceramente lo más importante, más allá del dinero con el que se contribuyó, es la movilización del grupo frente a mi objetivo. Eso para mí fue verdaderamente lo más loable. Fue un trabajo impresionante de mucha gente ayudándome, estoy muy agradecido a cada uno de ellos, por el tiempo que se tomaron. El mirar para los costados y que haya gente que te está tirando buena onda, te está incentivando, eso ya es un montón.
Está ubicado en Asia Central y tiene una población estimada de 10 millones de habitantes, en una superficie de 144.100 km², limitando al sur con Afganistán, al norte con Kirguistán, al oeste con Uzbekistán y al este con la República Popular China. Cuenta con numerosas sierras y cordilleras, siendo las principales las de Pamir y Alai que se conectan con la Tian Shan. Su territorio se extiende sobre los límites de la meseta de Pamir, con alturas superiores a los 7.000 metros. Al norte, el sistema del Pamir culmina en el pico Ismail Samani, de 7.495 metros de altitud y al sur hay altas mesetas que superan los 4.000 metros, de donde emergen cadenas montañosas que alcanzan los 6.000 metros.
Esta montaña de 7.105 m, uno de los cinco sietemiles de la antigua Unión Soviética que forman parte del proyecto "El leopardo de las nieves". El nombre oficial de este proyecto era "Conquistador de los Picos más altos de la Unión de Repúblicas Socialistas Soviéticas" y fue creado en 1967 por el gobierno de la Unión Soviética para conmemorar el cincuentenario de la Revolución de octubre de 1917. Se concedía a los montañeros que lograban ascender las cinco más altas: Comunismo (actual Ismail Samani), Pobeda, Lenin, Korzhenevskaya y Khan Tengri.
Con la agencia "Pamir Peaks" que controla todo, desde el principio hasta el final de la expedición (helicóptero, campo base, guías...), pude contratar un pack completo (tiendas, comidas, sauna, electricidad, incluyendo el traslado en helicóptero al lugar).
Debí también realizar el visado necesario para los argentinos para entrar en Tayikistan.
La mejor época del año para ascender las montañas de esta zona es el verano, especialmente, en los meses de julio y agosto.
Partí de la ciudad de Neuquén el 21 de julio del año 2023, dos días después tomé el vuelo desde Buenos Aires a la ciudad de Estambul, en Turquía. Para ascender el Korzhenevskaya es necesario ir a Dushanbé (capital de Tayikistan) y desde allí emprender un largo y cansador día de viaje por carretera (unas 7 horas) hasta Yirgital, pequeña población desde la cual despega el helicóptero que me llevó, el domingo 30 de julio al Campo Base de la montaña, en la cadena montañosa del Pamir, con sus nieves eternas.
Antes de subir al helicóptero hay que pesar todos los bultos que uno lleva, teniendo en cuenta que solo te permiten llevar 30 Kg sin pagar. Puedes llevar hasta 10 Kg más de exceso, pero cada kilo de más cuesta unos 5 €. Por otro lado, los helicópteros son de fabricación rusa, de uso militar en su momento y actualmente se utilizan para transporte personal y carga. Son máquinas de los 80´ que llevan muchas horas de vuelo y aunque su aspecto no da mucha seguridad tuve que dejarme llevar, confiar en su buen funcionamiento y en la experiencia del piloto (Después me contaron que hace dos años atrás, dos helicópteros se cayeron en la misma temporada, falleciendo 40 personas en total).
Tras unos 40 minutos de vuelo entre mochilas, petates, cajas, bombonas de butano..., llegamos al campo base situado en una gran planicie entre los glaciares Moskvina y Walter a 4.200 m de altitud.
El sitio está aislado de poblaciones. La comunicación interpersonal es muy difícil ya que los habitantes y guías de ese lugar sólo hablan en ruso o en el dialecto tayiko del persa, pertenecientes a la etnia tayika.
Mi mayor miedo era el tema de los transbordos, el avión, el equivocarme de puerta, el llegar tarde, un detalle y todo ese tipo de cosas.
Porque cuando vos llegas a la montaña, ya te quedas ahí y vas a revisar cosas que son más afines: el clima, cómo está la nieve, el camino, se puede subir o no. Es mucho más afín que lo otro, yo nunca había viajado a Asia menor. En síntesis, pase 9 días andando en avión, en colectivo, en auto, en helicóptero para llegar a la base y empezar este proceso de subir montañas.
Fuí el único argentino en buscar estas cumbres, y lo hice sin guía, sólo, muy tranquilo, mi mochila y yo, pero con un montón de gente atrás que me ayudo, que me deseo buena onda, mi familia, la gente que yo quiero. Esta modalidad de andar me gusta en este tipo de montañas. Uno siempre encuentra a alguien para decirle ‘Tiramos juntos esta parte’.
En general, en esos lugares tan remotos y en esta época estival, el grupo de montañistas está conformado por gente de todas partes del mundo, especialmente croatas, búlgaros, checos, polacos, rusos y algunos que otros españoles.
Para poder subir siempre uno se hace de amigos, aunque no conozca el idioma, uno con la mirada y con las señas, ya sabe lo que tiene que hacer.
En el Campo Base (CB), el encargado de la agencia me indicó cuál sería mi cucheta en el refugio durante mi estancia allí.
Me sorprendió la calidad del refugio y pronto empecé a organizar todo para emprender la ascensión lo antes posible.
Los montañistas que se encontraban en el lugar eran personas de alta especialización en la montaña. Como ejemplo en Dusambe compartí mi estadía con un turco, llamado Orkam, tester de Grivel, que me invito a que lo acompañe en el ascenso. Cuando el finalizara la expedición tenía previsto irse al Manaslu y al K2.
La ruta que decidimos realizar es considerada la normal de la cara Sur y fue abierta en el año 1969 por V. Tsetlin. Se monta un Campo 1 Bajo (C1B) a 5.100 m, el Campo 1 (C1) a 5.300 m, Campo 2 (C2) a 5.800m y Campo 3 (C3) a 6.400 m.
Para aclimatar, hacemos viajes en la propia ruta de ascensión con el fin de ir montando lo campos de altura. El trayecto desde CB a C1B se hace largo. Hay que cruzar el glaciar Moskvina y atravesar varias laderas de tierra y roca descompuesta hasta cruzar un torrente.
A partir de aquí se sube por una larga pendiente con terreno muy suelto (atentos con la caída de piedras) que nos lleva hasta el lugar donde ubicar el C1B. En verano no hay nieve en este recorrido, excepto en el cruce del glaciar, pero al no tener mucha extensión, se puede hacer todo con calzado de trekking. Igualmente, yo lo hice con botas triples para no llevar peso extra.
De C1B a C1 no se tarda mucho, pero hay que superar un glaciar colgante con un hielo bastante duro en algunas zonas. Normalmente hay algunas cuerdas fijas en los pasos más complejos.
Cuando ya estamos aclimatados pudimos ir desde el CB al C1 de una sola vez.
Esa noche, mi compañero toma la decisión de descender, avisándome con señas, pero yo no comprendía el motivo. Entendí que no era algo personal conmigo y decidí acompañar. En el CB me enteré de que su pareja tenía que ser intervenida de manera urgente. A pesar de la urgencia del tema, tuvo que esperar dos días el puente aéreo para que lo traslade. Todos los que estaban en el lugar, fueron solidarios y trataron de contenerlo con distintas actitudes. El mismo día que el viajó yo decidí volver en solitario a la montaña, con una mochila de 24 kilos.
De C1 a C2 tampoco hay mucha distancia.
La ruta asciende por una empinada cuesta de nieve que incluye grietas, para luego desviarse a la derecha hasta una zona plana donde se instala el campo. Estando bien aclimatado y fuerte es posible llegar desde CB a C2 en el día. El problema es cuál es la temperatura y cómo se encuentra la nieve en ese lugar.
El C2 está sobre un glaciar, por encima se encuentra el gran triángulo rocoso y por encima de éste transcurre la parte alta de la ascensión, aunque la ruta no va directa. Se comienza subiendo una larga pendiente de nieve y hielo de 1200m donde encontré algunas grietas. El lugar cuenta con algunas cuerdas fijas. También acá hay que tener cuidado con la temperatura del hielo, porque todas las cuerdas fijas están aseguradas con abalakov. Una vez superada la ladera y poco antes de llegar a la zona rocosa la ruta se desvía en una diagonal ascendente hacia la derecha hasta un pequeño collado en la afilada arista. Algunos ponen aquí su campo 2 ó 3 aunque es una zona muy expuesta al viento y solo hay sitio para una o dos carpas de altura. Cuando yo llego, un búlgaro me ofrece compartir la carpa., lo que acepté de forma inmediata.
Al día siguiente, el búlgaro intenta a las 4 de la mañana hacer cumbre y decido salir más tarde, a las 7 de la mañana. Escalé un resalte rocoso de unos 40 m donde también hay cuerdas fijas.
Después seguí por una afilada y empinada arista de nieve hasta una zona plana donde hay sitio para colocar varias tiendas de altura. Es el C3. En ese momento, decidí descender al CB dado que me encontraba muy cansado y por el frio, no tenía sensibilidad en los pies y en las manos.
Espere, pensé, y evalué que me había equivocado en algunos elementos relacionados con el equipamiento (me falló el chisquero del jet boilt en el primero uso, no llevé encendedor porque confié en este aparato, tenía cajas de fósforos que se humedecían, elegí comida de mala calidad, y también, llevé muchas cosas “por si acaso”).
Pude bajar en 4 kg el peso de la mochila. Después, el cuarto día encare nuevamente la montaña.
En la noche los alemanes y el equipo ruso descendieron al C3, habiendo hecho cumbre día.
Desde el C3 el camino a la cumbre es evidente, solo hay que seguir en un constante sube y baja la espectacular arista sur. No es difícil técnicamente, pero hay que tener cuidado ya que el lado izquierdo cae verticalmente hasta el C2. Sali solo a las 7.00 h, para evitar el frío de la mañana. Me tocó un excelente clima durante los 4 días, buen tiempo y buena visibilidad que hacen que las vistas que nos depara esta travesía sean impresionantes.
Subí a mi ritmo, escalando lentamente. Estaba a 6.300 msnm y empezaron los desafíos personales. Primero fue ver el camino muy bien marcado pero que solo media 30 cm, no había posibilidad de error como engancharse con el crampón y caerse. A esa altura ya había perdido un bastón, después, a las dos horas se me cae el polibote de agua, lo que resolví porque llevé un termo de un litro con agua caliente que contenía un sobre de jugo de kiwi que pude conseguir, medio litro de agua de fideo, medio sobre de sales de hidratación, un té y algo de azúcar. Esta infusión me permitió continuar por doce horas en la montaña.
El jumar me ayudó mucho en la escalada en roca y en las numerosas paredes de nieve que había que subir. Pero a las cuatro horas perdí el jumar, cuando me restaban 600m para llegar a la cumbre. La solución fue el uso de” Prusik”.
Igualmente, continué mi ascenso, estaba decidido a no descender, a pesar de mis temores. Ascendía muy lento y en varios momentos tuve deseos de abandonar. Cuando lo quise hacer comprobaba que las piernas estaban bien, podía seguir. Era mi mente la que me tiraba hacia atrás.
Los últimos 200 m aparece una planicie desde donde se ve la cumbre y en ese momento, creo alucinar la presencia de “Un Lanín completo”, me asusté, sería mal de altura? me pregunté. Las nubes estaban más bajas, lo que me agregó el temor de una próxima nevada y de perder el rumbo. Seguí caminando, se despejaron las nubes y llegué a la cumbre.
Lloré, lloré y lloré.
El domingo 17 de agosto del 2023, pude sentir y decirme “¡He llegado! ¡Feliz!”, a los 7.105 metros de altura del pico Korzhenevskaya, la tercera montaña más alta de la cordillera del Pamir de Tayikistán, en Asia Central. Lo hice en solitario. Fui el primer latinoamericano en hacer cumbre en uno de los cinco “picos del Leopardo de las Nieves” en la antigua Unión Soviética.
Al alcanzar la cumbre, como siempre, desplegué la bandera argentina y el cartel con la frase “Agradecido de la vida. Yo fui adoptado”, un mensaje que he llevado y seguiré llevando hasta lo más alto de todas las montañas, cerros y volcanes que logre ascender en mi trayectoria como montañista. Estoy decidido a usar mi vida como ejemplo para alentar a tantos chicos que esperan encontrar una familia.
La montaña me enseñó que las personas pueden encontrarse a sí mismas, te permite estar con vos mismo y hasta hallar los errores que en la vida has cometido. Por más que vayas con cincuenta personas al lado, uno camina solo en una hermosa meditación, en un encuentro con uno todo el tiempo.
Hacer cumbre es el primer paso y el último al regresar. El proceso es la cumbre. Esa es una frase que llevo conmigo en cada aventura. Muchas veces llegar a lo más alto de una montaña sólo dura cinco minutos, por el viento, el frío o por la necesidad de bajar rápidamente y en forma segura. Si se prioriza esa llegada, que es muy efímera, se pierde todo lo que se vivió desde el inicio del viaje, hasta el regreso.
Como cierre a esta historia, tengo el orgullo de comentar que el día 18 de octubre del año 2013, se aprobó la ley de mi autoría, Ley 2877 instituyendo ese día como el Día Provincial de la Adopción. Ahora coincidiendo con la fecha, la Honorable Legislatura de la Provincia de Neuquén, mediante expediente d-. en su Artículo 1º De interés del Poder Legislativo, la expedición al monte Korzhenevskaya de 7.100 m de altura de la cadena montañosa del Pamir, ubicada en la República de Tayiskistán, realizada por el montañista Roberto Catalá, en el marco de su campaña para crear conciencia sobre la adopción.
Esto apoya mi objetivo de seguir trabajando para ayudar a los chicos que se sienten excluidos, como yo me sentí una vez. Es una desgracia cuando yo los miro y no puedo decirles más, porque esta es solo una pequeña frustración de ellos y mía también, ya que la sociedad no está preparada para adoptarlos. Desgraciadamente lo único que les puedo decir es que hay que prepararse para lo que viene, que es cuando salgan de ahí (de los hogares) y se encuentren solos, hay que darles las herramientas. Ahí es donde la sociedad tiene que estar, si no los vas a adoptar, ayuda a fortalecerlos, dales educación, dales una herramienta para que ellos se puedan valer solos.
A los que buscan adoptar, también les aconsejo: “Adopta a un niño mayor y en dos días te va a decir papá, en dos días te va a abrazar y en dos días vas a sentirte padre. No seas egoísta y no pienses en tu futuro, en tu vejez, piensa en aquí y ahora. Hay una cultura social tan fuerte ‘tienes que ser padre, tienes que ser profesional’ y nunca se te permite ser lo que sos. Ese permiso es el que se tienen que dar hoy, pensar muy bien antes de ser padres adoptivos. Sé padre porque el corazón te lo pide, no porque la sociedad " te lo impone”.
Centro cultural Argentino de Montaña 2023