En una temporada histórica nueve sherpas y un nepali no perteneciente a esa etnia, lograron hacer cumbre juntos, abrazados y cantando el himno de Nepal, en el último ochomil que permanecia sin ascensos invernales
La temporada invernal que acaba de concluir (2020 - 2021) ha sido totalmente atípica e histórica. El primer ascenso invernal al K2 conseguido por diez escaladores nepalíes, una montaña sorprendentemente concurrida, la aparición de un enfoque comercial, similar al del Everest, y también la cara hostil de la montaña con 5 víctimas fatales.
Con este primer ascenso invernal al K2 se cierra un ciclo que comenzó hace cuarenta y un años, cuando guiados por un visionario como Andrzej Zawada, dos jóvenes integrantes de una expedición polaca, Krzysztof Wielicki y Leszek Cichy; sorprendían al mundo con la noticia del primer ascenso invernal a un ochomil, y nada menos que al Everest.
Zawada, geofísico de profesión, fue sin duda alguna el padre del himalayismo invernal. A finales de los años cincuenta realizó múltiples ascensos invernales en los Tatras, desafiando la crudeza del invierno polaco, y se convirtió en el principal impulsor de este tipo de montañismo en su país. En 1959 organizó y guió el primer cruce invernal de toda la cordillera de los Tatras, que insumió 19 días. Y en 1971 dirigió la expedición polaca que hizo el primer ascenso al Khunyang Chhish (7.852 m) en el Karakoram.
Al empezar a relajarse un poco el régimen comunista, consiguió salir de su país y realizar el primer ascenso invernal junto con Tadeusz Piotrowski de un 7.000 en Afganistán, el Noshaq (7.492 m) en el Hindu Kush; para luego organizar el primer intento invernal en el Himalaya, el Lhotse a fines de 1974. Tuvieron bastantes dificultades con el gobierno de Nepal y el permiso obtenido solo les permitió tener actividad durante el mes de Diciembre. Zawada y Zygmunt Andrzej Heinrich consiguieron llegar hasta los 8.250 metros para la Navidad, marcando un hito al superar por primera vez los ochomil metros en invierno.
Gracias a su insistencia, Zawada consiguió finalmente que el gobierno de Nepal creara una nueva temporada de escalada y le expidiera un permiso para realizar un intento al Everest en el invierno de 1979.
A partir de ese momento los polacos iban a dominar el panorama invernal y uno tras otro fueron escalando diferentes ochomiles, convirtiéndose en los reyes del himalayismo invernal.
El 12 de enero de 1984, Maciej Berbeka y Ryszard Gajewski consiguieron hacer cumbre en el Manaslu. El 21 de Enero de 1985 Jerzy Kukuczka y Andrzej Czok conseguían la primera invernal al Dhaulagiri, y apenas unas semanas después, el 12 de Febrero, nuevamente Maciej Berbeka y Maciej Pawlikowski conseguían la primera al Cho Oyu.
Al año siguiente, el 11 de Enero de 1986, iban a ser dos con experiencia previa, Jerzy Kukuczka y Krzysztof Wielicki quienes conseguirían ascender al Kangchenjunga, aunque su éxito se vio opacado por la muerte de Andrzej Czok.
Nuevamente el gran Jerzy Kukuczka, esta vez acompañado por Artur Hajzer, iba a conseguir otro primer invernal, cuando el 3 de Febrero de 1987 completaron un ascenso muy rápido, nada menos que al Annapurna.
El ciclo polaco se cerró el 31 de Diciembre de 1988, con un extraordinario ascenso de Krzysztof Wielicki en el Lhotse. Fue el primero en solitario y lo consiguió pese a tener que usar un corsé ortopédico por culpa de un accidente de escalada sufrido en el Bhagirathi unos meses antes.
Ese mismo invierno se registra el primer intento invernal al K2, en una expedición dirigida por Andrzej Zawada con integrantes polacos, ingleses y canadienses. El equipo incluía a varios de los escaladores de la vieja guardia como Maciej Berbeka, Leszek Cichy, Zygnmunt A. Heinrich, Maciej Pawlikowski, Krzysztof Wielicki y Jaques Olek entre otros. Sin embargo, las condiciones climáticas fueron extremadamente duras y pese al empeño puesto apenas llegaron a montar un campamento a 6.700 metros antes de desistir en su empeño. La altura máxima que consiguieron fueron los 7.300 metros.
Pero ese no fue el fin de la expedición ya que Berbeka y Aleksander Lwow decidieron intentar un ascenso al Broad Peak en estilo alpino. Partieron el día 3 de Marzo y el 6, Berbeka llegó a la cima envuelto en un fuerte viento y escasa visibilidad. Tuvo que hacer un vivac en una cueva de hielo y ser ayudado en su descenso. Posteriormente al ver las fotos de cumbre se daría cuenta que en realidad no había llegado a la cumbre principal del Broad Peak, sino a una secundaria que es apenas 10 metros más baja que la otra.
La caída del muro de Berlín iba a traer la ansiada libertada para los polacos, pero paradójicamente golpearía fuertemente la capacidad de los guerreros del hielo polacos para dirigirse al Himalaya. La desintegración del Estado comunista, también golpeó mortalmente a la estructura que habían montado para organizar sus expediciones. Y sin dinero se cortó la posibilidad.
Por eso pasarían 17 años hasta que se volviera a registrar un primer ascenso invernal. El 14 de Enero de 2005 Simone Moro y Piotr Morawski consiguieron hacer cumbre en el Shishapangma. Este ascenso tuvo su polémica, ya que el 11 de diciembre de 2004, el francés Jean-Christophe Lafaille había ascendido la montaña en solitario, calificando su ascensión como la primera invernal, pese a que en términos de calendario fue al fin del otoño. Simone Moro fue el primer no polaco en conseguir un invernal, y no iba a ser el último que conseguiría.
Cuatro años más tarde, nuevamente Simone Moro, esta vez acompañado por el fuertísimo escalador Kazako Denis Urubko, cerraron la lista de ochomiles de Nepal, con el ascenso al Makalu el 9 de Febrero de 2009. Anteriormente hubo trece intentos infructuosos en esta montaña.
El 2 de febrero de 2011, la cordada del Makalu, Simone Moro y Denis Urubko, junto con el americano Cory Richards consiguieron el primer invernal en un ochomil en el Karakorum, al ascender el Gasherbrum II. Este ascenso quedó registrado en un documental del mismo Cory Richards, llamado Cold.
El año siguiente registra el regreso de los polacos. Adam Bielecki y Janusz Golab recuperaron su rol de vanguardia en invernales, al conseguir la primera al Gasherbrum I el 9 de Marzo del 2012.
Sus compatriotas Maciej Berbeka, Adam Bielecki, Artur Malek y Tomasz Kowalski iban a continuar con la leyenda polaca el 5 de marzo de 2013, al conseguir el primer ascenso a la cumbre principal del Broad Peak. Vale recordar que Berbeka ya había hecho un ascenso previo a la cumbre secundaria. Pero este ascenso estuvo empañado por la tragedia, ya que Berbeka y Kowalski nunca pudieron descender.
Iban a pasar tres años, para que Álex Txikon, Ali Sadpara y Simone Moro consiguieron la primera invernal al ochomil que más intentos fallidos registraba, el Nanga Parbat.
En todo este tiempo el K2 había registrado otros intentos infructuosos. En el 2003 una poderosa expedición con mayoría de polacos, liderada por los veteranos Krzysztof Wielicki y Jacques Olek. En esa oportunidad Piotr Morawski, Marcin Kaczkan junto con el kazako Dennis Urubko llegaron hasta los 7.650 metros por el pilar Norte.
En el invierno del 2011/12 un poderoso equipo compuesto por dieciséis escaladores de la ex URSS hizo un intento, pero no consiguieron superar los 7.200 metros, antes de su retirada.
A partir del invierno del 2017/8, la atención iba a centrarse fuertemente en el K2. Esta vez fue una potentísima expedición mayoritariamente polaca liderada por el legendario Krzysztof Wielicki. Pero la expedición fue muy accidentada e incluyó un intento en solitario de Dennis Urubko, que consiguió llegar hasta los 7600 metros, antes que se cancelara la expedición.
El año siguiente fue excepcional, ya que por primera vez coincidieron dos expediciones. Una ruso-kazajo-kirguís y otra hispano-polaco-nepalí. Pese a compartir la ruta de los Abruzzi, las expediciones no se pusieron de acuerdo para trabajar en forma colaborativa. Pero el clima fue nuevamente el mayor enemigo, y el máximo avance registrado fue hasta los 7.500 metros.
El 2019/20 iba a ser sumamente polémico. Se organizó una expedición internacional liderada por el nepalí Mingma Gyalje Sherpa, en la que también estaban el islandés John Snorri, el chino Gao Li, el esloveno Tomaz Rotar, el pakistaní Sirbaz Khan y los sherpas Tamting, Pasang Mangel y Kili Pemba. Por problemas financieros la expedición empezó bastante más tarde de lo previsto, a lo que se sumó el mal tiempo, para demorar más al grupo durante la aproximación.
Apenas realizaron un par de salidas a la montaña antes de que Mingma Gyalje Sherpa decidiera cancelar la expedición, generando un cúmulo de protestas de los participantes, que en algunos casos declararon sentirse estafados.
Hasta que llegamos a la temporada de este año. Única en cuanto a la cantidad de expediciones presentes en la montaña, y a las características de varias de ellas.
Por un lado, un pequeño grupo compuesto por el islandés John Snorri, acompañado por los pakistaníes Muhammad Ali Sadpara y su hijo Sajid Ali Sadpara. Snorri había hecho un intento el año anterior, mientras que Muhammad fue uno de los participantes en el primer ascenso invernal al Nanga Parbat, además de haber escalado ocho ochomiles, incluyendo al K2. Este grupo ya presentaba una peculiaridad, porque los dos Sadpara iban contratados por el islandés, como porteadores de altura. Fue el primer grupo en llegar a la montaña.
Para mediados de Diciembre arribó un segundo grupo enteramente nepalí, liderado por Mingma Gyalje Sherpa y los experimentados Dawa Tenzin Sherpa y Kili Pemba Sherpa.
Para Navidad se empezó a producir el arribo de los diferentes grupos, aproximadamente ¡sesenta personas! Compartiendo un permiso de Seven Summit Treks. Uno liderado por Nirmal Purja, con cinco sherpas (Mingma David Sherpa, Mingma Tenzi Sherpa, Dawa Temba Sherpa, Pem Chhiri Sherpa y Gelje Sherpa) más el fotógrafo Sandro Gromen-Hayes y una cliente Adriana Brownlee.
Unos días después arribaba el grueso del grupo de Seven Summits liderados por Chhang Dawa Sherpa y el catalán Sergi Mingote. Un grupo variopinto en cuanto a su experiencia, acompañado por una veintena de Sherpas. Dentro de este grupo, había algunas figuras destacadas por sus antecedentes. Varios de ellos simplemente usaron el permiso, pero tenían intenciones de hacer su intento en forma individual, sin usar oxígeno ni soporte de Sherpas. El chileno Juan Pablo Mohr, el italiano Mattia Conte, el polaco Waldemar Kowalewski, y una cordada conformada por la italiana Tamara Lunger y el rumano Alex Gavan.
Otro grupo formado por los polacos Magdalena Gorzkowska y Oswald Rodrigo Pereira también iba a hacer un intento sin oxígeno, pero contando con el soporte de dos sherpas.
En el resto había algunos nombres con cierta experiencia en ochomiles como el español Carlos Garranzo, el búlgaro Atanas Skatov, el griego Antonios Sykaris y la suiza Josette Valloton. Pero también personas sin experiencia previa como para encarar el desafío que representa el K2 en invierno.
Para completar el problema causado por una presencia tan nutrida de escaladores, todos decidieron encarar la misma ruta, la de los Abruzzi, sumando una complicación más a la congestión.
Mientras estos grupos arribaban, los que habían llegado primero ya habían comenzado su trabajo en la montaña empezando a montar y equipar campamentos de altura. Para comienzos de Enero, ya varios grupos habían llegado a montar un C2, pero a partir de ahí una racha de mal tiempo y fuertes vientos obligó a todos los grupos a hacer ejercicio de paciencia en el CB.
Cerca de mediados de mes los grupos empezaron a reagruparse debido al retiro de algunos de los expedicionarios. Para ese momento ya se había conformado el poderoso equipo de diez nepalíes que acabaría realizando el primer ascenso. Este fue el grupo que primero alcanzó el hombro a 7.600 metros y consiguió montar un C3 a 7.350 metros, más arriba del habitual.
A partir de ahí se encontraron con un problema, por la aparición de una enorme grieta en la ruta habitual al C4. Por lo que tuvieron que improvisar una variante enlazando con la parte alta de la ruta Cessen. Detrás de ellos venía una cordada que habían conformado Sergi Mingote y Juan Pablo Mohr.
El 16 de Enero fue un día notable e histórico. Mientras se seguía el progreso del grupo nepalí que estaba intentando hacer cumbre saliendo desde el C3, llegaba la primera noticia trágica. Mohr y Sergi Mingote decidieron bajar al CB, pero pasando el C1, Sergi Mingote sufrió una caída de cerca de 600 metros que terminaría costando la vida.
Entretanto, en lo alto del K2, Mingma Tenzi Sherpa se encargó de fijar la cuerda desde el Cuello de Botella junto con Mingma G, ambos usando oxígeno suplementario. Fue Nirmal Purja, el único integrante que no pertenece a la etnia sherpa, quien tomó la decisión de ir sin oxígeno. Fueron progresando en forma separada, pero quedaron en esperar unos metros debajo de la cumbre, para agruparse y llegar juntos a la misma.
Ahí grabaron un extraordinario video que ha recorrido el mundo, y en el que puede verse a Nirmal Purja, Mingma G, Mingma Tenzi Sherpa, Gelje Sherpa, Mingma David Sherpa, Pem Chhiri Sherpa, Dawa Temba Sherpa, Mingma Gyalje Sherpa, Dawa Tenzin Sherpa, Kili Pemba Sherpa y Sona Sherpa cubriendo los últimos metros hasta la cima, abrazados y cantando el himno de Nepal.
El desnivel que tuvieron que cubrir hizo que arribaran a la cumbre bastante más tarde de lo previsto y recomendado, cerca de las cinco de la tarde. A pesar que el descenso en la oscuridad se mostraba amenazante, consiguieron hacerlo sin problemas. Inclusive dos de ellos, Gelje Sherpa y Sona Sherpa bajaron directamente hasta el campo base, mientras que el resto se quedó descansando en el C3. Los dos primeros llegaron al CB a las siete de la mañana del día siguiente, completando una jornada extenuante. El resto pudo completar el descenso luego de pasar la noche en el C3, mientras el mundo se hacía eco de su extraordinario logro.
[Nota: desde su independencia, en 1947, Pakistán prohibió el ingreso a los Sherpas en su territorio, basados en motivos religiosos {no son musulmanes}. Dicha prohibición fue levantada a mediados de la década de 1990].
Mientras los nepalíes regresaban a su país, donde fueron recibidos merecidamente como auténticos héroes nacionales, en el CB quedaban cerca de 50 personas que decidían qué hacer. Algunos abandonaron mientras otros se quedaron esperando una ventana de buen tiempo.
Simultáneamente el gobierno de Pakistán decidió apoyar económicamente a Ali Sadpara para que pudiera completar el ascenso de las seis montañas que le faltaban para completar los catorce ochomiles.
Aguardando el regreso del buen tiempo, los grupos volvieron a reagruparse. Tamara Lunger y Juan Pablo Mohr, decidieron unir esfuerzos. Para el 2 de Febrero las condiciones mejoraron y el grueso de los escaladores que aún permanecían en el base, salió para realizar lo que iba a ser la última posibilidad de cumbre. La cordada Lunger/Mohr tuvo un progreso muy destacado, y se los veía muy fuertes a los dos. Su intención era llegar a montar un C4 bajo, pero no pudieron hacerlo y finalmente el 4 de Febrero una gran cantidad de escaladores coincidió en el C3 alto.
El ascenso había sido complicado, ya que parte de las cuerdas fijas estaban tapadas por el hielo e inutilizables. Un grupo de sherpas había subido previamente y confirmado la existencia de tres carpas enterradas disponibles para ser utilizadas. Supuestamente, su ubicación estaba marcada, pero los grupos no pudieron encontrarlas. De tal forma que hasta 6 o 7 personas terminaron compartiendo carpas diseñadas para 2 o 3.
Una noche muy mala para todos, con un frío rondando los -40ºC, mal descanso y también mala alimentación e hidratación. Varios de los que ahí estaban sufrieron diferentes formas de congelamiento.
Todo esto motivó que solamente cuatro escaladores decidieron salir para un intento de cumbre el 5 de Febrero. John Snorri, Ali Sadpara, Sajid Ali y Juan Pablo Mohr. El frío extremo hizo que rápidamente se agotaran las baterías de localizadores y teléfonos. En la zona del Cuello de Botella Sajid Alí tuvo problemas con su regulador de oxígeno, y decidió dar la vuelta. Fue el último en ver a los otros tres escaladores, que desaparecieron en la parte alta de la montaña.
El resto del grupo inició el descenso hacia el CB, y allí se produjo otro accidente que iba a tomar una vida más. El búlgaro Atanas Skatov sufrió una caída que le produjo la muerte.
Al haber perdido contacto con los 3 escaladores que habían partido a hacer cumbre se puso en marcha un operativo de rescate, que incluyó vuelos de helicópteros hasta los 7.000 metros. Mientras esto sucedía, Sajid Alí, que había esperado por más de 20 horas el regreso de sus compañeros, emprendió el descenso.
Durante los siguientes días se desplegó un importante esfuerzo para tratar de localizar a los escaladores desaparecidos que incluyó vuelos de helicóptero, fotografías de alta resolución, tecnología SAR (radar de apertura sintética) más voluntarios pakistaníes, Imatiaz Hussain y Akbar Ali, dos potentes escaladores que llegaron desde Sadpara para participar de un eventual rescate. Pero todo fue en vano, no se encontró ninguna pista de los tres escaladores y luego de unos días se decidió dar por concluido el operativo.
Lo primero que destaca es el fantástico ascenso conjunto del poderoso equipo nepalí que terminó conformándose en la montaña. Muy merecido, porque los sherpas, desde que el médico escocés Alexander Kellas reconociera su excepcional talento para el montañismo de altura, a principios del siglo pasado; han sido participantes imprescindibles de muchos de los grandes éxitos conseguidos por montañistas extranjeros. Pero sacando contadas excepciones, no siempre tuvieron el reconocimiento que su trabajo merece. Que en esta ocasión hayan sido ellos quienes inscriben su nombre en la historia grande del montañismo, es absolutamente justo y destacable.
Por otro lado, la aparición de una expedición comercial al estilo Everest o Cho Oyu, es un tema polémico y llamativo. Se supone que un desafío como el K2 invernal es para montañistas muy experimentados que buscan algo diferente. No parece ser que una expedición con sherpas de apoyo que fijan cuerdas y montan campamentos, se corresponda con esta idea. Dentro de los participantes, no todos parecían contar con los antecedentes que se esperan para quien decide encarar semejante desafío.
El otro aspecto es la enorme cantidad de montañistas compartiendo una ruta tan compleja y en condiciones tan adversas. El K2 ya presenta antecedentes de accidentes que costaron múltiples vidas, como en 1986 o en el 2008. En esta ocasión esto no pasó, pero las condiciones estaban dadas como para que sucediera. Así y todo, el K2 volvió a mostrar su lado más salvaje, cobrándose la vida de cinco escaladores.
Queda preguntarse, una vez ascendidos todos los ochomiles en invierno, qué nuevos desafíos aparecerán ahora. Quizás sean las rutas más técnicas en invierno, quizás ascensos en estilo alpino; pero seguramente ese inexplicable deseo del ser humano de buscar nuevos límites nos va a deparar novedades en el futuro.
Centro cultural Argentino de Montaña 2023