Reproducimos las palabras del escalador y montañista Eduardo Brenner, fallecido a la temprana edad de 27 años en El Chaltén en 1988. Este es un artículo publicado en 1984 en la revista Desnivel número 14
Tom Patey decía que la buena escalada iba acompañada de buena compañía. Tuve mucha suerte en tener a Eduardo Brenner como primer compañero. Su entusiasmo, mirada franca y motivación, rápidamente me contagiaron y fue el principio de mi trayecto deportivo y profesional. Le estoy agradecido y al Centro Cultural Argentino de Montaña y a su revista también por recordar sus palabras...
Marcos Couch
Marcos desaparece detrás del extraplomo. Toda la pared está cubierta de hielo. Me pregunto cómo pasó Peta por aquí. Siempre la misma duda: ¿cómo hace el primero para pasar? Hasta que nos toca el turno, y son ellos los que se preguntan cómo lo hicimos.
Asciendo pesadamente por las cuerdas fijas. Sé que detrás del extraplomo se acaban las dificultades.
Asomo la cabeza y veo sus sonrisas. La mía debe verse desde el Base.
Es el segundo día de pared. Son las 06:30 de la tarde del 10 de marzo. Ahora caminamos los cuatro por el filo cumbrero. Silencio. Cada uno está en sí mismo. Otra vez el viento del Oeste.
Quince días en las agujas graníticas del Catedral (Bariloche). El mal tiempo nos permite hablar mucho y escalar poco. Necesito algo fuerte. Con Marcos Couch pensamos en Patagonia. No sabemos si será la hora del «Fitz». Técnicamente andamos bien; sólo necesitamos mentalizarnos y dar todo de nuestra parte.
La idea debe de haberme surgido en forma no consciente cuando lo vi por primera vez a los diez años. Con Marcos hablábamos de Patagonia desde fines del 82, nunca especificando nada. Sólo bromeábamos imaginándonos colgados en las paredes del Fitz, en alguna ruta no convencional.
Entrenando, nos encontramos con Peta Friederich, que también anda con idea de Patagonia. Después aparece Alberto Bendinger.
Aprovechamos el invierno. Agosto de 1983 nos observa entrenando en el Catedral. Viento y nieve. Sólo dos días de escalada. Nos vamos acostumbrando a esperar...
Los 650 kg. de equipo y comida para tres meses, se amontonan en la casa de Werner Lion, que nos acompañará. Somos todos «porteños», y nuestra ciudad sólo ofrece edificios y ladrillos para entrenarnos durante el segundo semestre. Pero tenemos la cabeza en el bosque, en la roca, en la lluvia, en el glaciar.
Cuando nos dimos cuenta, estábamos ya en Patagonia, tirados en Río Gallegos, tratando de ordenar las ideas.
Esa mañana daba un examen para la «facu», y ahora estaba rodeado de mochilas y gente que pasaba mirándonos como a bichos raros. Allí conocimos a tres americanos que iban al Fitz.
Pasamos las últimas horas del 83 con amigos en Río Blanco.
Nubes. Lluvia. Viento. Transportes y bosque húmedo. Construimos la cabaña. Hay otras, de las expediciones. Siempre el mismo ambiente internacional de montaña: Los americanos que conocimos en Río Gallegos, unos amigos de Buenos Aires, españoles, italianos.
Y comienza el eterno juego de Patagonia. Baja el altímetro, madrugamos y cargamos las mochilas hasta nuestros límites. Sólo una corta distancia por el glaciar, para darnos cuenta que el tiempo empeora. Otra vez al Base.
Enero de 1984 acumuló más datos a las estadísticas que indican que es uno de los peores meses en Patagonia. Pero nos permitió dejar todo el equipo al pie de la pared, y fijar cuerdas desde La Brecha hasta el comienzo de la Terray-Magnone.
Más “gringos”. una expedición francesa y los hermanos Gallego. La explosión demográfica ha llegado a Rio Blanco. Todos esperamos el buen tiempo. En el bosque se oye hablar de montaña en inglés, francés, alemán, italiano y castellano. Los suizos Pedrini y Notaris salen con mal tiempo y hacen la Chouinard del Fitz. Luego vuelven a su cueva al pie de la Maestri, en el Torre.
Patagonia juega otra vez. Baja el altímetro. Al día siguiente al pie de la Brecha. Sube el altímetro. Otra vez corriendo al bosque. Lluvia y viento. Saco de dormir.
Pero está visto que el juego es divertido. Al día siguiente, desde su saco, Peta me acerca el altímetro. Otra vez bajísimo. Hay sol. Salimos corriendo. Si hubiéramos aguantado la mala noche al pie de la pared... Bajan los americanos con sonrisa de cumbre. Me acuerdo de mi propia sonrisa al regresar con Edy de la Guillaumet después de haber abierto una ruta nueva.
Luego también los franceses bajan sonriendo. Hicieron cumbre unas horas más tarde que los americanos.
¿Qué nos pasa? ¿Cuál es nuestro problema ¿Porque siempre estamos donde no debemos? Escalando somos buenos; no tan rápidos como los suizos. Nuestras montañas son edificios y construcciones de cemento. ¿Sólo es cuestión de suerte? Hace casi 20 años que no suben argentinos al Fitz. ¿No será esto un condicionamiento psicológico?
Febrero avanzó por entre la lluvia. Las historias de las expediciones en Patagonia son las historias del Campamento Base y las ocasionales subidas a la zona superior.
Amasar tortas fritas. Desayunos cerca del mediodía con Miguel Angel Gallego. Esquivar goteras en la cabaña. comienzo el «Guiso de Orcos» que enloquecía a Miguel Ángel. Todos representábamos algún papel de «La Guerra del Fuego» o «La Gran Comilona».
Luego la tienda. Saco de dormir, leyendo y escuchan «El Señor de los Anillos».
Miguel Angel no soportaba a «Frodo». Quería que se lo comiese un «orco». Dormirse, habiendo leído sólo unas páginas.
Un día amaneció despejado. Ya acostumbrados al«juego», salimos tranquilos hacia el glaciar. Llegamos a la cueva. Vienen los hermanos Gallego. Al día siguiente llegamos a la Brecha. Todo el equipo está sepultado por quince días de nevada. También los españoles pierden su equipo.
Peta y Alberto tienen un par de Jumars y sólo perdieron los cascos y un arnés. Deciden seguir. Con Marcos y los españoles nos quedamos buscando el equipo en la nieve. Encontramos casi todo y vivaqueamos aquí.
El amanecer nos encuentra jumareando nuevamente por las sogas fijas hasta la Silla. Otra vez el viento del Oeste, Peta y Alberto están a tres largos de nuestras cabezas. Nos saludamos gritando y nos despedimos
Empeora el tiempo. Toda la noche y el día siguiente con tormenta refugiados en la cueva. Queremos imaginarnos a nuestros compañeros con esta tormenta colgados en la pared. Pero no lo logramos. Ayer hicieron los tres primeros largos de la Terray-Magnone. Luego enderezaron directo hacia la Araña (mitad de la pared). Peta hizo un enorme diedro de 70 metros en artificial con su fisura central atascada de hielo. Vivaquearon al final del diedro e hicieron otro largo al día siguiente. Una piedra cayó en el brazo de Alberto. La tormenta los convence y bajan hasta la cueva en la madrugada del tercer día. Agotados y felices.
Mal tiempo. Pero estamos mejor. Optimistas, bajamos al bosque para seguir esperando. Comienza el otoño en el Base. Ya estamos en marzo; pronto van a empezar las clases en Buenos Aires. Hay una preocupada despreocupación por lo que ocurra allá. Ya hace tiempo que nos consideramos parte de este bosque, sus árboles, de sus pájaros y su humedad. Somos un bicho más y no queremos dejar de serlo.
Estábamos preparados. La principal virtud del cazador es la paciencia. Una paciencia alerta que parece mantenerlo inactivo. Asado con el guardaparques. Cartas. «Música imaginativa» de Johny Mitchell (grabador sin pilas).
Hasta que las montañas se hartan y deciden permitir que aquellos cuatro locos hagan realidad su sueño.
El altímetro bajó otra vez. Y mucho. Tiempo récord para los 2.000 metros de desnivel entre el Base y la Silla.
Y estamos tan embalados que seguimos con Marcos hasta un largo y medio de la ruta. De noche, bajamos sin linternas. Esperamos el amanecer entre unas rocas de la Silla preparando todo el equipo.
Todavía no salió el sol. Hace frío y es un día perfecto.
Perdí las pilas de la filmadora. Vamos a la pared. El primero va a escalar. Lo asegura el segundo. El tercero y el cuarto cargan con las mochilas, fotografían y filman (si encuentro las pilas). Nos cruzamos con los hermanos Gallego, que solucionan el problema de la filmadora.
Peta y Alberto repiten los largos que hicieron antes, para ahorrar tiempo. Con Marcos subimos por las cuerdas fijas, olvidando el vacío que todavía ayer nos impresionaba
La Poincenot «baja» cada vez más. Peta comienza a subir por el diedro. ¡Es perfecto! Lo envidio. Vivaqueamos en La Araña, sobre unos escalones tallados en el hielo.
Para evitar peso, no tenemos saco de pluma, y el saco de vivac es una nevera. Comemos cantamos, aullamos como orcos. Hace mucho frío.
Con el sol -afónicos-, seguimos. Tomo un sistema de fisuras derecho para arriba. Hay mucho hielo. Coloco un estribo cuando hace falta; lo importante es la rapidez.
Continuamente utilizo el Chacal. Una chimenea llama a Marcos de primero. Otro largo, y estamos sobre el filo S.E. Vemos el Torre y el Hielo Continental brillante de blanco.
Un largo me deja exhausto. Una fisura muy ancha, sin seguros y luego un péndulo. Hielo por todas partes. Peta se ocupa de los últimos 100 metros. Siempre con el martillo de hielo, hasta el último momento.
El Torre está por debajo nuestro. ¡Es increíble!, pero es tarde y tenemos que apurarnos. Está soplando cada vez más fuerte y, cuando nos damos cuenta, estamos arriba.
No se piensa. Se mira, nos reímos. Este es el Fitz. A la media hora bajamos después de haber filmado y sacado fotos. El descenso, todo de noche, con las linternas. A las dos de la mañana el primero llega a la Silla. Y al día siguiente estamos en el bosque.
Lo que siguió es difícil de expresar, no tiene sentido tratar de contarlo. (EDUARDO BRENNER).
MES Y AÑO | LOGROS |
Enero de 1981 | Primera ascensión a la Aguja Guillaumet junto a Eduardo Moschioni |
Marzo de 1984 | Nueva ruta en el Monte Fitz Roy: Ruta Franco Argentina (pared sudeste) junto a Alberto Bendinger, Marcos Couch y Pedro Friedrich |
Enero de 1986 | Nueva ruta en la cara Oeste del Cerro Catedral (“Via del Orco” en la cara Sur) junto a Pedro Friederich y Marcos Couch |
Julio de 1986 | Fitz Roy: primera ascensión invernal (ruta Supercanaleta) junto a Gabriel Ruiz y Sebastián de la Cruz |
Febrero de 1987 | Cerro Aconcagua (pared norte) |
Setiembre de 1987 | Aguja Guillomet, macizo Fitz Roy |
Noviembre de 1987 | Fitz Roy junto a Silvia Fitzpatrick. Considerado el primer ascenso al Fitz Roy por una mujer |
Noviembre de 1988 | Aguja Bífida junto a Pedro Friedrich |
Enero de 1988 | Participó en el primer torneo de escalada Rock Master Frey, obteniendo el tercer puesto sobre 29 escaladores |
1988 | Cerro Adela Primera, ascensión a la cumbre norte junto a Silvia Fitzpatrick |
Eduardo Germán Brenner (nacido el 11 de noviembre de 1961 en la Ciudad de Buenos Aires, fallecido e 5 de noviembre de 1988, en El Chaltén, provincia de Santa Cruz) fue un escalador y montañista argentino, reconocido por abrir nuevas vías de escalada en montañas de su país, como el Monte Fitz Roy, o el Cerro Catedral en la Patagonia.
Centro cultural Argentino de Montaña 2023