Está expedición fue integrada por dos amigos y montañistas cordobeses, quienes nos comparten la belleza inhóspita de este cerro poco conocido de 5650 metros de altura y los resguardos que hay que tener en cuenta para acceder a su base y realizar el ascenso
El cerro Zapaleri es un volcán extinto que pertenece a un ramal de la cordillera de los Andes cuya cumbre Sur sirve de punto limítrofe entre Argentina, Bolivia y Chile.
Posee dos cumbres, la norte y la sur, una es el borde de un cráter en cuyo interior existe una pequeña laguna, mientras que la otra es la chimenea central que permanece erguida mientras todo a su alrededor se va desgastando debido al viento, lluvia, hielo y sol. Ambas cimas tienen exactamente la misma altura: 5650 metros
En el caso de Chile, es necesario ingresar a la Región de Antofagasta, por tierras que están muy cerca de la Reserva Nacional Los Flamencos y la ruta nacional más alta del país.
Y, desde la porción de paisajes que le corresponde a Bolivia, la vía a utilizar está ubicada en la reserva nacional de fauna andina Eduardo Abaroa, dentro del departamento de Potosí.
Navegando y viendo mapas, actividad que disfruto esporádicamente, sobre todo para ver qué nueva montaña puedo conocer, siempre tratando de ser esquivo a las más concurridas, me encuentro con una imagen que llamó poderosamente mi atención : un hito fronterizo, que por definición de diccionario significa “punto de referencia o señal permanente que marca la frontera entre dos países”; pero la imagen que estaba observando, tenía tres nombres, tres países. Entonces pensé: quiero hacer esa cumbre tan simbólica e importante para nuestra geografía.
Comencé a buscar información y me encontré con el primer obstáculo: la escasez de datos. Sin embargo, el segundo desafío resultó aún mayor: no hay caminos directos, la señal de celular es inexistente y no hay nadie que viva en la zona.
Buscando por internet y redes sociales, fuimos consiguiendo la información poco a poco, Demis me ayudó chequeando, manejamos distintas opciones y logramos armar un esquema aproximado de cómo íbamos a intentar llegar.
También estaba el tema de relevar el momento y época más benévola para hacer la travesía, si bien es posible ir en cualquier momento del año, deberíamos elegir lo más conveniente para ser exitosos en nuestra aventura. En invierno decidimos que no, por el frío extremo y bajísimas temperaturas, además del congelamiento de ríos que debemos cruzar, sabía que no eran altos, pero hay grandes probabilidades de romper el vehículo, lo cual no era una opción, ya que íbamos solos, también la última parte, la ascensión a la cumbre, tiene mucha pendiente y es roca suelta, sabía que no quería hielo en esa parte. En verano, el Noroeste es castigado por tormentas y estar en la presencia de nevadas asociadas al invierno altiplánico o llamado invierno boliviano no era una opción válida, con lo cual se estableció que el periodo más beneficioso para nuestros intereses, estaría entre septiembre y noviembre.
Por otro lado, fuimos cotejando los vientos, para no ir contra la naturaleza y pudimos observar que coincidían los mismos en más calmos con la época seleccionada.
Salimos desde Córdoba, Demis de San Francisco y quien escribe de Carlos Paz, nos reunimos en Córdoba Capital con destino a la Quebrada de Humahuaca, más precisamente a la bella Maimará que se encuentra a 2390 metros. El plan era dormir una noche en altura, pero no muy alto para hacer una buena aclimatación.
El segundo día, ya íbamos a estar en el pueblo de Cusi Cusi, ubicado en el Departamento de Santa Catalina, a una altura de 3.800 metros, que es bastante alto, pero previamente hicimos una parada por el Parque Nacional laguna de los Pozuelos (Coordenadas geográficas 22º20’ S 66º00’ W), es muy poco visitado, nos asesoró la guardaparque y caminamos solos por él, observamos muchas vicuñas, flamencos y hasta un zorro cazando un ave negra a orillas del río.
Llegamos a Cusi Cusi, previamente tomamos las respectivas fotos en Paseo Piedras Gigantes y Valle de la Luna (Jujuy). Aquí estuvimos dos noches, hicimos varios recorridos y un trekking a la Cascada congelada “Pajchela” que no estaba en esas condiciones, pero es muy bella de todos modos, regalándonos unas hermosas vistas y recorriendo los pasos de la antigua Iglesia, hoy prácticamente abandonada, la misma le dio origen a este bonito pueblo.
Nuestra cuarta noche sería al pie de la montaña a unos 4500 metros, pero primero había que llegar…
Salimos de Cusi Cusi, temprano, ya que no sabíamos bien a qué terrenos nos íbamos a enfrentar, si bien todo el camino es una huella, la misma sería solo para 4x4, podría ser 4x2 tomando riesgos, no lo recomendamos.
Por momentos es bueno el camino, pero hay varios tramos con bancos de arena, el camino agrietado y roto por el paso del agua, los arroyos a cruzar son bajos, también nos encontramos con mucha laja y terreno complicado propicio para reventar un neumático. Como medidas precautorias, nos fuimos con dos auxilios, kit de pinchaduras, high lift, aerosoles selladores, compresor, planchas de desatasco, malacate, entre otras herramientas ya que íbamos solos.
El punto más importante es por el paso de la laguna de Vilama, una laguna de entre unas doce que hay por la zona como la hermosa laguna Polulos, laguna Cerro Negro, etc., son espejos de agua a unos 4500 metros.
La laguna de Vilama está formada exclusivamente por el deshielo de las montañas y volcanes que la rodean, funciona como el hábitat natural de algunas especies como, por ejemplo, la vicuña, el suri cordillerano y las distintas especies de flamencos.
Mientras recorremos toda esta zona, observamos otros colosos que son límites naturales fronterizos con el hermano país de Bolivia, Cerro Panizos 5200 metros, Cerro Crucesnioc 5460 metros, volcán Tinte de 5844 metros que entiendo, podría ser la segunda montaña más alta de Jujuy después del Nevado de Chañi con 5896 metros, entre otros.
Los últimos 30 km son los más inhóspitos y complicados, pasamos al lado del chasis de un auto abandonado hace tiempo, también transitamos por la última abra y punto más alto del recorrido a unos 4940 metros. De repente, por fin lo vemos, siempre esquivo durante todo el recorrido, majestuoso, imponente y sobre todo muy lejano, encontramos nuestro tesoro, a lo lejos, pero ya lo tenemos en la mira, ¡el volcán Zapaleri!
Por fin completamos con éxito el objetivo planteado del día, el Hito fronterizo Argentina / Chile. https://goo.gl/maps/PX8gYJj8hrjLLGdS6?g_st=aw Paso Zapaleri, un cruce de frontera argentino-chileno no habilitado, solo apto para el tránsito de mulas.
Desde allí teníamos una vista privilegiada al cerro Zapaleri, tomamos las fotos y videos que ameritaba y luego nos dirigimos a armar nuestro campamento al pie del mismo.
Pensábamos que estábamos terminando la jornada y podríamos relajarnos luego de un largo y agotador día. Yo decidí subir con el vehículo por un lado de la ladera del cerro que posee mayor pendiente sin escuchar a mi compañero a quien le parecía más recomendable tomar menos pendiente, igualmente seguí por donde me pareció, así, pensaba íbamos a ganar mayor altura y podríamos armar el campamento antes. El vehículo iba a poca velocidad, ya que íbamos subiendo por la montaña sin seguir ninguna huella e intentando no pegarle a ninguna piedra, esquivando los pastizales andinos de altura( que para quien no los conozca son como una base redondeada y los pastos pinchan y mucho, se clavan como espinas en las manos).
De repente subimos y caímos de golpe, atascándose ambas ruedas delanteras con pastizales por delante y por detrás. Con calma puse tracción 4x4 baja e intenté sortear, pero no pude salir, me baje y di una vuelta, regresé al volante y volví a intentarlo, tanto marcha atrás como para adelante… y nada. Me volví a bajar y vi que nos habíamos enterrado bastante y ambas ruedas delanteras no tenían buena base. Nos dimos cuenta, que por allí había un paso de agua, estaba completamente seco y no se notaba justo en ese sector, pero más abajo se veía claramente cómo corría por allí en épocas de lluvia o deshielo, con lo cual la tierra estaba muy floja y arenosa.
Fue así que en lugar de relajarnos y disfrutar el paisaje, nos comenzamos a preocupar y nuestro objetivo cambió nuevamente, ya no era el Zapaleri, era tener el control de la situación y poder sacar el vehículo de este lugar, terminamos paleando y usando el pico a 4500 metros para poder salir de ese atasco. ¡El traspié nos llevó más de 30 minutos donde lo dimos todo! Nos agitamos mucho, nos quedamos sin aire e intercambiamos posiciones, veníamos de estar a 3.800 metros en Cusi Cusi a pasar a hacer fuerza y paleando a esta altura se nota la diferencia, pero por suerte pudimos despejar los pastizales y salimos adelante ayudándonos con las planchas de desatasco. Retomamos el camino principal y encontramos una huella que nos llevó finalmente al esperado y merecido campamento.
Nos acomodamos en el campamento, merendamos y preparamos todo el equipo minuciosamente para el día de cumbre, en esos momentos, el sol comenzó a esconderse y sentimos la inclemencia de tiempo y del viento en estas lejanías,pensamos que iba a ser una noche intensamente fría y así fue.
A la camioneta la dejamos levemente inclinada hacia adelante y le pusimos un aditivo al gasoil, tapamos el motor con una frazada para no tener problemas de congelamiento como el que había ya sufrido en mi última visita a la zona de los Seismiles en Catamarca y por esta experiencia, cada tanto poníamos en funcionamiento el motor.
En nuestro equipo teníamos botas dobles, piquetas y cuerdas, pero tomamos la decisión de dejarlas en el campamento para hacer un ascenso más liviano, ya que pensamos que no necesitaríamos este equipo, con lo cual nos preparamos con las botas de aproximación.
A las 04:15 am sonó la alarma de Demis y nos levantamos rápidamente, realizando los primeros comentarios, respecto a mí, dormí hasta las 02:00 am aproximadamente y luego no pude hacerlo más. Demis había dormido menos y estaba envidioso de algunos ronquidos que pude dar.
Además de la altura, habíamos pasado una noche muy fría y se sintió realmente. A pesar de esto, el espíritu estaba muy alto y sabíamos que lo ideal era estar antes de las 12 am, a más tardar 13 pm horas en la cumbre, debido a que esta zona de triple frontera es muy ventosa y a esa hora comienzan a soplar con intensidad los vientos, generando una mayor dificultad en el ascenso y esto, sobre todo, puede dificultarnos disfrutar de la cima.
Desayunamos, tomé mis dos tazas de té para hidratarme más, unas galletas surtidas y salimos en busca de nuestro principal objetivo, alcanzar la cumbre del volcán Zapaleri, el punto trifinio más alto del mundo según averiguó mi compañero.
La primera parte del ascenso, si bien fue siendo aún de noche y sin conocer el terreno pero nosotros íbamos con linternas frontales, esta parte es donde se pisa más firme y posee menos pendiente según vi en los mapas y tracks, con lo cual fuimos avanzando con facilidad, igualmente habíamos planteado ir tranquilos, sin apuros, por eso arrancamos temprano. Esta parte fue tal cual lo planeado, sabíamos que era el momento donde el frío pegaba más fuerte, pero avanzamos sin problemas, siempre caminando por una quebrada que, si bien es un paso de agua, este estaba completamente seco.
Salió el esperado y cálido sol de la mañana, apagamos nuestras linternas y continuamos nuestro camino, ya comenzaba a ser cada vez más flojo e inestable el terreno, pero no impedía que avancemos y ganemos altura.
Continuamos por la quebrada, apenas un metro por fuera de ella, la pisada iba mejor, el sol ya empezaba a hacer de las suyas, si bien daba a nuestras espaldas era muy intenso, obligándonos a utilizar protector solar y a colocarnos los lentes.
En un punto debimos decidir : si seguir por la quebrada hacia la derecha, senda que se aleja de la cumbre, pero con una menor pendiente o cortar e ir más directo saliendo de la misma, pero con una pendiente importante. Previamente habíamos hablado sobre este paso y nuestra decisión fue salir hacia la izquierda.
Me sorprendió el terreno, es un acarreo duro, de lejos se lo ve más firme, pero no, aquí comenzamos a perder ritmo. Estaba muy flojo con lo cual la idea era ganar altura, recorrer distancia, pero también buscando el paso más firme posible para conservar esas fuerzas que los acarreos absorben.
Avanzábamos lento, sin nubes, con la caricia de una leve brisa, con un sol pleno, tomando pequeños descansos, comiendo algún caramelo para recuperar fuerzas y siempre mirando ese torreón mágico, negro azabache, por momentos se siente inalcanzable, pareciera no pertenecer a la montaña, sino colocado en aquel lugar por alguien, como si fuera un guardián impidiendo el paso a desconocidos u obligando a pagar un tributo alto, para quien quisiera conocer esas esferas.
Cada tanto haciendo alguna parada más larga, yo me quité uno de los dos polares, nos hidratamos con el jugo que llevaba en el camelback y observé anonadado la inmensidad y belleza inusitada del lugar.
Miramos hacia el Sur, es un día despejado y despojado de cualquier tipo de contaminación, con un gran alcance visual, donde la claridad del aire permite ver a grandes distancias y apreciamos en nevado de Poquis, a lo lejos el cerro Pili, las imponentes formaciones Monjes del Salar de Tara y el río Zapaleri que nos acompañó desde el volcán Tinte terminando su recorrido en La Reserva Nacional Los Flamencos de Chile a unos 20 km del límite en el Salar antes mencionado.
Continuamos el ascenso, cada vez a menor velocidad, las paradas se repiten con mayor frecuencia, buscábamos objetivos cortos, ¡ vamos hacia las piedras coloradas! le grité a mi compañero… y así va pasando la mañana.
Por mi parte me sentía muy bien, con energía, no percibía en mí síntomas de altura, sí me agitaba rápido pero claro habíamos hecho unos 900 metros de desnivel y el cuerpo no estaba aclimatado para esta altura. Demis comenzaba a tener algún malestar y a preguntar seguido
-¿ cuánto falta…?.
- estamos a 5.500 metros le dije, al torreón lo tenemos ahí. Eso pensé en ese momento, pero ahora mientras escribo estas líneas tal vez cambie la forma de ver las cosas, creo que el cerro nos tuvo a sus pies; estamos cerca pero falta…, falta ganar altura, darle la vuelta… y luego estaban los últimos metros que sabíamos que venían con alguna complicación, pero eso no me preocupada todavía, ya que siempre la actitud fue paso a paso.
Llegando casi a tener bien arriba esa espectacular cumbre, lo primero que pensé fue si habría sido escalada por el sur, cosa que dudé, por la forma, la inclinación del terreno, bien técnico e incómodo, con rocas sueltas, un gran desafío para quien lo fuese a intentar. Seguimos caminando y a pocos metros comencé a ver algo raro, una forma que no era natural, no pertenecía a ese santuario, no entendía lo que mis ojos veían, era bien oscuro o negro. Lo primero que mi cabeza imaginó fue “ una pantalla de televisión”, avancé acelerando mis pasos para revelar la incógnita y me encontré con algo que no esperaba encontrar. No comprendía lo que estaba escrito por lo oscuro, hasta que por fin estoy frente a frente y me desayuno que era un hito triangular metálico macizo indicando que allí se tocan las soberanías de la Argentina, Bolivia y Chile. Pero, por qué estaba en ese lugar, miro hacia la cumbre y estábamos en la misma línea, pero unos cuantos metros más abajo, estábamos bien debajo del torreón, tomamos las respectivas fotos del hallazgo para luego intentar averiguar cuál fue la historia y por qué quedó allí…
Ya muy cerca del collado, me invade el saber qué hay del otro lado, la vista hacia Bolivia, ver la laguna que hay cerca de la cima, ver cómo subir a la misma, muchos interrogantes a revelar. Pero antes de todo eso, comienza a cambiar el clima, se nubla y el viento empieza a ser intenso y frío, eran 12:30 am, veníamos con cierto retraso, sabíamos que después de las 12 am, esto pasaría. Comenzamos a llegar, lo primero que vi fue un montículo de color amarillento, que al acercarme despedía el característico olor a” huevo podrido” característico del azufre, también se veían muchas piedras volcánicas de tamaño medio distribuidas por todos lados y bien a mi derecha, la mencionada laguna en el cráter.
Había visto imágenes de esta laguna de un verde esmeralda intenso y otras en las que se veía congelada y semicongelada, esta vez era distinto el aspecto, tenía muy poca agua y era bien marrón, nada que ver con las imágenes que pude ver de la misma, imaginé que era por la falta de agua y la época en la que estábamos subiendo al volcán. Igualmente es muy bella y forma parte del maravilloso decorado natural.
Llegamos, pero nos falta el último tramo, miré y volví a mirar y no podía ver por dónde ascender… vi unas cicatrices en la tierra, pero mucha pendiente. Comencé a caminar e intentar rodear más el exuberante y negro torreón, ya que estaba seguro que había un paso para ir directo y sobre todo fácil hasta la propia cima. Mientras miraba y analizaba, escuché el grito de Demis que me decía : -¡ es por acá no hay otra!. Me acerqué hacia él y le comenté que no podía ser, que estaba muy empinado y al acercarnos bien y calculamos unos cuarenta metros a la cumbre, desde ese sitio, el hito no se ve.
Dejamos las mochilas, solo llevábamos los bastones por si acaso y comenzamos a intentar subir. Calculamos que posee una pendiente de 70 grados con piedra laja muy suelta y podrida, teníamos un solo casco y lo habíamos dejado en la camioneta, sabíamos que esta parte poseía piedras sueltas. La estrategia fue ir pegados en el ascenso para que el primero no le tirara piedras al segundo. Pero no la pudimos llevar a cabo, ya que, al estar tan flojo, era peligroso porque uno podía tirar al otro por lo que cambiamos la táctica sobre la marcha, la hicimos por etapas, subíamos lo que se podía: dos, tres o cuatro metros hasta alcanzar un lugar más estable o seguro y esperar a Demis y así lo fuimos haciendo y progresando, nos sentíamos con mucha energía y sobre todo mucha adrenalina, eran meses de preparación, semanas previas con muchas ganas y ansiedad, mi compañero hacía seis años que no hacía ninguna montaña a pesar de estar muy entrenado.
¡Por fin pude ver una varilla blanca, sabía que era de la cumbre!, le grité a mi compañero : -¡ya llegamos! ¡ vamos!...
Primero nos invadió la alegría, el poder documentar la conquista de esta cumbre tan lejana y tan simbólica, no solo para nosotros, sino para los tres países hermanos que compartimos esta frontera natural y miremos hacia donde miremos, el paisaje es el mismo, la misma armonía, colores y postales. Una vez que nos relajamos, que la euforia bajó, nos ganó la emoción, nos dimos un fuerte abrazo y pudimos concluir con éxito cada etapa que nos planteamos como equipo, un equipo de dos personas que hacía años que no nos veíamos, nos conocimos haciendo la cumbre de otra montaña icónica casualmente de Jujuy, el nevado de Chañi y ocho años más tarde, coronando el volcán Zapaleri, hicimos un muy buen equipo y seguramente ¡¡no será la última aventura que compartamos!.
Mientras tomaba las fotos y disfrutábamos de la cumbre, a pesar del frío y el viento que nos dio la bienvenida a esas alturas, en mi cabeza daba vueltas que debíamos enfrentar la empinada y peligrosa bajada. En realidad, cuando hacemos una apreciación desde abajo y todo se ve muy alto pero cuando estás realmente arriba, al cerro y al sendero se los ve exponencialmente más altos.
Buscamos bajar por el mismo lado que subimos, en varios pasos se abría el camino, por la derecha o por la izquierda y siempre buscamos el más fácil o el que tenía piedras más firmes, pero también el que no estaba expuesto al precipicio de la cumbre. Creamos prácticamente un estilo nuevo, en lugar de culipatín, reinventamos el lajapatín, cola en el piso, trabando con piedras grandes, manos, todo era válido, mientras pudiéramos progresar en la bajada. Nos esperábamos, uno al otro,al reparo de alguna piedra grande, porque en la bajada tirábamos muchas más piedras que en la subida. En una de esas postas, esperando a que bajara Demis, lo veo pasar, pero por la derecha junto con un sinfín de piedras y lajas pero ¡ por suerte! pude ver que” se frenó a tiempo “sin más complicaciones.
Logramos bajar sanos y salvos del torreón y fue una alegría inmensa.
El día fue muy largo. Eran aproximadamente las 13:30 hs, arrancamos a las 4 am, pero debíamos bajar toda la montaña, mi compañero comenzó con síntomas de altura, debíamos desarmar el campamento y nos habíamos propuesto que si bajábamos a tiempo, nos íbamos a Cusi Cusi para festejar con una Cerveza negra de la vecina provincia, eran 120 km bien pesados y ya al otro día debíamos regresar a casa pero por ese tramo de la Ruta 40 que tenía pendiente en mi lista infinita de pendientes, especialmente este recorrido era importante para mí porque no lo hice cuando subí el Tuzgle y era ahora como cerrar el círculo.
Estando en la bajada de la cima, imaginaba que mi estado a esas alturas no iba a ser tan bueno, pero la verdad me sentí lleno de energía y fuerzas, por lo que comenzamos a descender con la satisfacción de que quedaba un largo y complicado día, pero llevábamos la mochila llena de momentos felices.
La bajada fue lenta y se nos hizo muy larga, llegamos a la camioneta cerca de las 4pm. Cargamos todo, nos tomamos una bebida isotónica que teníamos para la vuelta y me quedaban por delante 120 km de duro camino, con precipicios, camino que terminamos haciendo de noche, no era lo ideal, pero por suerte llegamos a Cusi Cusi y brindamos con la esperada cerveza negra.
Los que hacemos montañas, muchas veces somos incomprendidos por el resto, pero esta actividad es parte importante de nuestras vidas, el contacto con la naturaleza, el silencio, la paz, el aire puro, las vistas impresionantes, la exploración, los recuerdos inolvidables, las amistades que se forjan, la desconexión con la rutina, el sentido de logro, desarrollar las habilidades necesarias para cumplir esos logros, el desafío mental, la autoconfianza en sí mismo, en el compañero y especialmente para mí, la aventura que me devuelve a la inocencia de un niño, libre de todos los problemas de la ciudad, despojado de preocupaciones y responsabilidades.
Agradezco principalmente a Demis, que fue un gran compañero, siempre tirando para adelante en todo momento, a la familia de ambos, personalmente quiero agradecer a mi señora, Roxana que siempre me “banca” que me tome estos días dejándola con la casa, los niños, el trabajo etc.
También hizo un gran aporte la gente que nos ayudó con la info y los datos, nos pasó esos detalles que a veces hacen la diferencia, todos quienes nos dieron su tiempo desinteresadamente, muchas gracias al Dr Javier Omodeo, a Bryan, del hermano país de Chile, Nano48( usuario de Wikilok) y a Fer de la Hostería de Cusi Cusi donde dejamos un desafío pendiente.
Centro cultural Argentino de Montaña 2023