Leonardo Arko llevó a cabo dos expediciones al cerro Platita en la provincia de Mendoza y nos comparte su experiencia. En ambas ocasiones utilizó el equipo y la indumentaria que portaban en los años 40 las tropas livianas de montaña llamadas Gebirgsjäger que actuaron en la zona de Los Alpes durante la guerra
El cerro Platita, ubicado en el corazón de los Andes mendocinos, es una joya que suele pasar desapercibida para muchos montañistas. A pesar de no contar con la fama de otras cumbres como el cerro El Plata o el Penitentes, este cerro, que se yergue en el Valle del Sol, ofrece una experiencia desafiante por sus 4400 de altura y el largo trayecto hacia la cumbre por conquistar.
En mis dos expediciones a este cerro, pude acopiar suficientes experiencias como para poder comentarles sobre lo que ofrece el valle y el cerro en cuestión, y cómo el equipamiento de montaña Gebirgsjager de 1940, que iremos comentando durante el artículo, se comportó en estas aventuras.
El cerro Platita destaca por su color amarillento en la cumbre por sus laderas cubiertas de roca formando acarreos que exigen cierta técnica y resistencia si se decide tomarlos, tiene un filo directo que finaliza con la cumbre del Heidi, como antesala a la real cumbre del Platita y finalmente un arroyo que dirige sus aguas hacia la Laguna Platita que descansa a un lado del cerro.
Para llegar a la base es necesario partir hacia Potrerillos, el conocido pueblo rodeado de montañas y valles, esencial para aprovisionarse. Desde allí, el acceso implica utilizar el camino a Vallecitos y desviarse hacia el pueblo de Las Veguitas, hasta llegar a una tranquera que advierte tu entrada al mundo de montaña. Se recorre el camino de ripio por el Valle del Sol, hasta llegar al rancho de Don Daniel, el último rastro de civilización antes de adentrarse en lo profundo del valle.
El Valle del Sol ofrece al igual que Vallecitos, una gama de cerros de distintos calibres, con el contraste de que no tiene refugios y el caudal de personas es muchísimo menor que Vallecitos, convirtiendo a este valle en un sitio tranquilo, a veces interrumpido por las cabalgatas del gaucho Daniel con una fila de turistas de distintas nacionalidades.
Algunos de los cerros circundantes son:
La primera expedición al Platita fue en octubre, con el curso de iniciados al montañismo de la Escuela Argentina de Actividades de Montaña (EAAM). Era un grupo nutrido de aproximadamente entre 30 y 40 personas. El objetivo de la salida era aprender a aclimatar y tener experiencia en altura, además de tener prácticas sobre otros temas esenciales para las salidas a la montaña, como primeros auxilios, triage, navegación, cabuyería, rapel, vivaqueo, entre otros.
El campamento base se armó al lado del arroyo Morteritos, que ofrece una provisión infinita de agua bien helada. El punto exacto del campamento, llamado Epgamt, se encuentra marcado en Google Maps y queda pasando unos 3 o 4 kilómetros del Rancho de Daniel.
Después de armar las carpas y descansar, hicimos una aclimatación al Mailhos, por lo que emprendimos el camino, cruzando el arroyo, siguiendo el valle que va al Morro Negro.
Mientras caminábamos, fuimos identificando los distintos macizos que nos rodeaban y qué lugares eran óptimos para practicar rapel, ya que era parte de la formación.
Llegamos a la cumbre después de unas 3 horas de marcha, tomando notas arriba, aprovechando que podíamos ver todos los caminos que podíamos utilizar para el Platita. El filo fue nuestra opción elegida, por lo que lo registramos para una aproximación y la hicimos.
Nos acercamos todo lo que pudimos con los últimos rayos del sol que nos acompañaron, y memorizamos el camino para montarnos correctamente sobre el filo al otro día, por lo que emprendimos la vuelta a la base. Al llegar, aprovechamos la noche para cenar, preparar el equipo para el día siguiente y descansar.
El campamento base Epgamt tiene un excelente reparo contra el viento, además de estar lleno de piedras para utilizar, por lo que solo hay que tener precaución con no dejar alimentos a la mano de roedores. Procedí a cocinar en base a la comida que llevé, inspirada en las fuentes obtenidas sobre las raciones de combate llevadas en la época. La cocina, de momento moderna, esperando ser reemplazada por su antecesora de los años 40.
Debajo les dejo un ejemplo del tipo de alimentos que podía llevar un montañista en 1940. Los contenidos dependían de la misión, la disponibilidad, el tipo de unidad (algunas tenían privilegios), los alimentos locales que podían reemplazar los exportados, entre otras variables.
En lo posible, trato de organizar mi comida en base a la época histórica y dependiendo la misión/expedición. (Rations of the German Wehrmacht in World War II: Vol. 2, 2010).
Grilla de la ración de combate para una patrulla Gebirgsjager de 2 días en la montaña:
Día | Comida | Contenido |
Día 1 | Almuerzo | 110 gramos de salchichas en conserva o 120 gramos de carne en conserva o 120 gramos de salchichas enlatadas o 150 gramos de pescado enlatado |
Día 1 | Almuerzo | 375 gramos de galletitas |
Día 1 | Almuerzo | 3 gramos de pastillas de té |
Día 1 | Almuerzo | 10 gramos de azúcar |
Día 1 | Almuerzo | 50 gramos de Scho-ka-kola (chocolate amargo) |
Día 1 | Almuerzo | 2 cubos de caldo de sopa |
Día 1 | Almuerzo | 110 gramos de salchichas en conserva o 120 gramos de carne en conserva o 120 gramos de salchichas enlatadas o 150 gramos de pescado enlatado |
Día 1 | Almuerzo | 375 gramos de galletitas |
Día 1 | Almuerzo | 3 gramos de pastillas de té |
Día 1 | Cena | 180 gramos de panceta o 180 gramos de carne en conserva o 200 gramos de cerdo enlatado |
Día 1 | Cena | 375 gramos de galletitas |
Día 1 | Cena | 150 gramos de pescado |
Día 1 | Cena | 3 gramos de té |
Día 1 | Cena | 10 gramos de azúcar |
Día 1 | Cena | 50 gramos de Scho-ka-kola (chocolate amargo) |
Día 1 | Cena | 2 cubos de caldo de sopa |
Día 2 | Almuerzo | 125 gramos de queso en tubo o 120 gramos de carne en conserva o 120 gramos de salchicha enlatada |
Día 2 | Almuerzo | 375 gramos de galletitas |
Día 2 | Almuerzo | 3 gramos de pastillas de té |
Día 2 | Almuerzo | 10 gramos de azúcar |
Día 2 | Almuerzo | 50 gramos de Scho-ka-kola (chocolate amargo) |
Día 2 | Almuerzo | 2 cubos de caldo de sopa |
Día 2 | Almuerzo | 100 gramos de fruta deshidratada |
Día 2 | Cena | Igual a la cena del Día 1 |
Este tipo de grillas mantenía un estándar para la ración de cada soldado, aunque siempre había lugar para agregar algún alimento local o lo que las familias lograban enviarles, o a veces debían alternar algún ítem por escasez en el frente. Existen diferentes grillas dependiendo de la cantidad de días y según la misión a cumplir, los cazadores de montaña podían recibir raciones más contundentes.
El segundo día se arrancó temprano para poder completar 3 actividades: rapel, práctica de primeros auxilios, y orientación. Divididos en 3 grupos, cada uno iba empezando con una de las actividades y al terminar, se rotaban las prácticas.
Al terminar por la tarde todas las actividades, hicimos los últimos preparativos, y después de despedirnos de algunos “caídos en combate” (afectados por la altura que no subirían) emprendimos nuestra larga marcha hacia el cerro Platita.
Este primer día de marcha al Platita tendría que terminar con nosotros a las 23:00 PM a 3.400 metros de altura, listos para vivaquear y poder salir al otro día temprano y asaltar la cumbre.
Le metimos prisa al principio para aprovechar la luz del sol lo máximo posible, pero pronto nos vimos marchando en la oscuridad, formando un gusano de linternas hacia arriba. La verdad es que arrancar abriendo camino me cansó bastante y de a poco fui quedándome a un paso más tranquilo con los últimos, llegando todos al horario en cuestión.
Llega el momento de descansar, y ¡tanto es el cansancio! que ni pude conjurar ganas de cenar, por lo que saqué mi gran sobretodo de paño, y me dispuse a dormir mirando las estrellas.
Al madrugar, tuvimos el privilegio de ver el sol salir lentamente, creando una postal increíble. Aproveché a desayunar la lata de atún, que era mi cena del día anterior, y con la Esbit (la cocina de bolsillo alemana a pastillas) calenté un café extraordinario que me dejó listo para el ataque a la cumbre.
Ya con varios compañeros desayunando y armando un depósito de mochilas y bolsas de dormir, se avecinaba la hora de seguir. Hubo tardanzas, y la altura se cobró alguna que otra baja más, así que terminamos saliendo pasadas las 08:00 h.
Para seguir subiendo más liviano, decidí ir solo con algunos dulces y un termo de poco menos de un litro de agua. Todo entró en la bolsa panera que todo soldado alemán usó durante décadas durante el siglo XIX y XX. La bolsa panera fue reemplazada por lo que hoy llamamos bolsa de ranchada, donde dirigimos todo lo que es alimentos y utilería para comer como marmitas y cantimploras. Va cómodamente enganchada al cinturón donde el soldado colgaba su pistolera, porta cargadores, porta mapas, etc., de modo que este equipamiento esté listo para servir y su peso sea soportado por la cintura.
Teniendo en cuenta que era octubre, el camino estuvo en su mayoría libre de nieve y bastante fácil de seguir por el filo.
Llegados a los 4000 metros de altura con el grupo central, había un grupo más avanzado y otro más rezagado. Debido al tiempo que nos limitaba, se generó la opción de alcanzar al grupo de avanzada para hacer cumbre o esperar al grupo que estaba llegando y bajar juntos. La verdad es que tenía ganas de seguir, estando tan cerca, pero me dio un poco de incertidumbre con qué energías iba a bajar si tenía que esforzar más mi cuerpo para llegar con el grupo avanzado.
Dentro de todo me sentía bien, pero las botas suizas que usaba se iban haciendo cada vez más pesadas, algo típico de calzado más antiguo; es resistente pero pesado. Decidimos esperar al otro grupo, reagrupar, y empezar la marcha hacia abajo. Estábamos felices de haber llegado a los 4000, para muchos, nuestro récord más alto.
Cuando nos reunimos con el otro grupo, empezamos a bajar tranquilos por el filo. Llegamos a los 3400 metros de altura, cargamos lo que habíamos dejado en el vivac, y a seguir bajando.
Llegamos al campamento base alrededor de las 17:00 horas, sin prisa.
Después de meter los pies en el agua y calzarme unas deseadas alpargatas, aniquilamos cualquier comida que nos hubiera sobrado, para después ir a disfrutar de un asado a lo del gaucho Don Daniel. Luego de la comilona, nos fuimos directo a dormir y al otro día, regresamos a casa.
Una excelente experiencia de altura, días de camaradería y muchas anécdotas. El Valle del Sol me encantó como lugar para practicar variedad de actividades, sin el respaldo de un refugio u otro tipo de asistencia. Es ideal para desarrollar la autonomía en todos sus sentidos
Al año siguiente de la aventura recién descripta, tuve la oportunidad de volver a Mendoza, y pensé en volver al Valle del Sol, siendo un lugar ya conocido, ideal para probar autonomía con cierta seguridad y aprovechar para que Mica, mi novia, que ya me había acompañado en otras aventuras, gane algo más de experiencia.
Esta vez visitaríamos con Mica al Platita en marzo, y hubo cambios que se hicieron notar, los iremos observando en el desarrollo de las jornadas.
Armamos nuestro campamento base en el mismo lugar, Epgamt, y ese mismo día fuimos a aclimatar al Mailhos. Esta vez, con vehículo propio, estábamos sobrados de comida y ropa en general, aprovechando uniformes más apropiados para las distintas temperaturas. Siendo marzo, el calor se sintió mucho más, pero no dejó de refrescar por la tarde.
Una de las diferencias con mi última vez en el valle fue que vimos las nubes atravesadas en la montaña. Desde ese momento supe que más adelante eso iba a ser un problema que en algún momento íbamos a tener que transitar. Vale aclarar que, para orientarnos en el lugar, llevamos un mapa físico para guiarnos con brújula, y un track del Platita, que nunca está de más tener a mano.
Les dejo el track utilizado: https://es.wikiloc.com/rutas-senderismo/cerro-platita-y-morro-heidi-por-el-filo-ida-y-vuelta-61210482
Descendimos tranquilamente hasta el campamento base y, ya que estábamos en modo vacaciones, disfrutamos del arroyo y todas
las vistas que ofrece el valle. El objetivo al otro día era estar listos para al mediodía salir y establecer el vivac 3400 sobre el filo.
Tal como fue planeado en el día anterior, nos preparamos y salimos al mediodía hacia el filo. Fuimos con buen tiempo y buen clima, aunque se veían nubes más arriba. Aprovechamos a hacer muchas fotos y disfrutar la transición de los paisajes mientras ascendemos.
Al llegar a los 3200 metros de altura, notamos unos huecos en la tierra, muy similares a lo que podemos definir como un pozo de zorro, un hueco lo suficientemente profundo como para entrar acostado. En el momento divagamos sobre si alguien los habrá usado para vivaquear, pero no le dimos mucha importancia, por lo que decidimos seguir.
No mucho más adelante, el filo estaba completamente dentro de una nube, por lo que terminamos decidiendo que íbamos a vivaquear 200 metros antes de lo contemplado, en estos pozos que habíamos encontrado.
Utilizando dos capa-ponchos, armamos una cálida tienda improvisada donde entrábamos los dos y nuestro equipo, evitando que queden cosas afuera a la intemperie. En 1940 las tropas de montaña alemanas llevaban cada uno su poncho, que, al unirlos, formaban carpas de campaña.
Con el tiempo restante merendamos algo dulce con un té caliente, para que cuando cayera la oscuridad, estemos listos para ir a dormir. A esa altura, con bolsas de dormir y aislante, se pudo descansar sin ningún problema.
Al amanecer, nos dispusimos a desayunar y emprender el ataque a la cumbre. Las nubes habrán bajado durante la noche, porque los ponchos por fuera estaban empapados. Si hubiésemos dormido como en la expedición anterior, cara al cielo, nos hubiese jugado una mala pasada.
Las nubes cerca de nuestro vivac se habían ido, pero más arriba se veía clarito muchas más de ellas, de todas maneras, decidimos seguir adelante y ya veríamos cómo bailar con la niebla.
Mientras íbamos subiendo, muchas referencias visuales de la vez anterior me ayudaron a saber en qué parte del trayecto estábamos, pero partes que habían estado cubiertas por nieve me fueron difíciles de recordar, así que confié en simplemente subir el filo y le dimos duro y parejo.
Dentro de la nube a veces nos desviábamos un poco hacia la ladera, descubriendo unas chozas de piedra improvisadas seguramente hechas por otros viajeros. Al atravesar la nube se nota un clima más frío, y aunque no me sentí perdido, tuve la sensación de inseguridad al no poder percibir de qué tenés a 30 metros delante tuyo.
Al llegar a los 4000 metros de altura se despejó un poco el clima, pudiendo ver el camino restante. Aunque faltaba poco y estábamos de buenos ánimos, decidí que íbamos a descansar y regresar, ya que Mica, al ser hiperlaxa de los tobillos, ya se los había doblado dos veces, y no quería arriesgarme a que suceda algo que nos comprometa.
Una falta nuestra es que ella no tenía calzado de montaña de caña alta que le proteja los tobillos, por lo que improvisamos unas polainas con algunas medias y mis Puttees (polainas de paño) para tener más asegurado los pies.
El descenso lo hicimos tranquilos, y al llegar al vivac levantamos el equipo restante, comimos y tomamos lo que sobraba para el descenso para arrancar nuevamente la caminata.
Llegamos a las 18:00 horas aproximadamente, fuimos directo a meter los pies en el arroyo. Cenamos temprano y fuimos a descansar para aprovechar una tarde más que teníamos en el lugar.
Uno nunca visita la misma montaña en las mismas condiciones, eso me quedó claro, tiene que esperar lo inesperado y estar preparado sin importar qué nuevas reglas ponga la montaña.
Más allá de no haber llegado a la cima, fue otra experiencia excelente que nos permitió afilar nuestro sentido de autonomía y organización.
El cerro Platita es un cerro sin dificultades técnicas, pero el clima puede poner ciertas resistencias, además de ser un 4000 largo de caminar.
El camino del filo es muy intuitivo y, sin la presencia de nubes, debería estar casi siempre visible. Existe otro camino subiendo por la laguna, y después, por el acarreo. No elegimos el acarreo ya que preferimos evitar el riesgo que viene con ese tipo de bajadas.
El equipamiento de montaña Gebirgsjager cumplió todas las expectativas y más, ya que está pensado para un teatro de operaciones más frío de lo que nosotros estamos acostumbramos (a excepción del equipo tropical usado en África), seguro me incliné por uniformes más tropicales para estar más adecuado al sol argentino.
En mi opinión, ambas expediciones fueron un éxito, y espero que la tercera visita sea la vencida y llegar a la cumbre del Platita. No puedo dejar de recomendar este valle y los cerros de esta zona ya que son poco conocidos para muchos montañistas. Es un lugar ideal para afianzar conocimientos y aclimatarse. Para terminar, dejo algunos tips para tener en cuenta en futuras expediciones:
Espero que tengan la posibilidad de conocer este valle, y subir algunos de sus cerros. Si suben el Platita, no quedará otra que compartir experiencias y enriquecer la sabiduría de cada uno de nosotros.
Las montañas siempre van a estar ahí, esperándonos, así que no vale la pena hacer expediciones apuradas o sin límites, exponiéndose a riesgos innecesarios. Aprendan y cuídense, es la única manera de disfrutar y seguir haciendo campañas por todos los hermosos lugares que ofrece nuestra Argentina.
Si querés saber más sobre la recreación histórica, te invito a entrar a mi página, como también a leer los artículos de la revista sobre el tema.
Por Leonardo L. Arko
Fuentes:
Centro cultural Argentino de Montaña 2023