Realizando la tercera Ascensión a este inaccesible volcán en marzo de 2007 en los Hielos Continentales, donde gracias a los GPS, se pudieron tomar por primera vez las alturas y los puntos de ruta
Dedicado a Dario Bracali quien perdió su vida en la Expedición Argentina al Dhaulaguiri en Mayo del 2008.
Integrantes: Dario Bracali, Fernando Rampezzotti y Guillermo Martin.
El hielo es algo que me atrae, siento mágica la mutación inesperada del agua que a bajas temperaturas va transformándose en un elemento sólido que esta en movimiento.
Dicen que los opuestos, los antagónicos son en profundidad muy parecidos,
el fuego quema y el hielo también, el fuego brilla al igual que el hielo
y lo que el hielo atrapa no se corrompe asi como el fuego purifica lo corrupto.
Comencé a escalar hace 25 años y siempre lo hice con la pasión del fuego y la entereza del hielo.
Todo comenzó a mediados de mayo del 2006; el objetivo era armar una expedición del “Centro Cultural Argentino de Montaña” a la Antártida.
Era importante reunir un equipo humano y concretar objetivos anteriores, antes de armar la expedicion. Para ello me contacte con tres escaladores de primera talla que son: Darío Bracali, Fernando Rampezzotti y Christian Vitry.
Un mes antes de nuestra partida, Christian Vitry nos comunica que le va a ser imposible participar de la expedición porque en la UNESCO le habían aceptado un proyecto presentado hace un tiempo atrás sobre los Caminos Incas (a mi parecer Christian Vitry es uno de los arqueólogos e investigadores mas importantes del Noroeste Argentino).
Como sabíamos que el número de tres para trabajar en cordada no es el recomendable intentamos buscar a alguien que pudiera suplantar a Christian. La búsqueda de la persona apropiada comenzó al día siguiente de la noticia, pero a pesar de los esfuerzos realizados por el equipo, siempre surgía algún impedimento para que un cuarto escalador se sume a la expedición.
Llego el día de la partida y quedamos solamente tres, cada uno de nosotros iría separadamente. Fernando en su Camioneta, una semana antes, llevando la comida y parte del equipo, Darío en micro desde Esquel y yo en avión desde Bs. As.
El 24 de Febrero llegue a Chalten con la mala noticia de que en el viaje se me habían roto una de las fijaciones de mis esquíes de travesía. Gracias a la ayuda de Fernando pudimos alquilar unos por muy buen precio y eso me tranquilizo, pude entonces comenzar a preparar el equipo. Como él había llegado una semana antes ya tenía porteado su material hasta el comienzo del Glaciar Marconi. Fernando es un gran conocedor de la Patagonia y fue su idea la de elegir como objetivo el Volcán Lautaro, el había intentado subirlo en el 95 junto con Guy Costa (quien falleció realizando un rappel en los Alpes) y no habían podido escalarlo por el mal tiempo, lo que es bastante habitual.Darío llego a las diez de la noche del mismo día, después de un largo viaje de veintidós horas desde Esquela,estaba harto de no poder moverse; le preparamos algo de comer y coordinamos los pormenores del viaje.
A las 9 de la mañana del día siguiente tomamos la combi que va a Lago del Desierto y nos bajamos en el puente, donde comienza la picada que va a Piedra del Fraile. Darío y yo llevábamos más de 40 kilos de peso en nuestras mochilas y Fernando iba más liviano gracias a que unos días antes había porteado su material. Después de 3 horas y media llegamos al Camping Piedra del Fraile que seria nuestro primer campamento (S 49*13´39.2” W 073*00´44.4”) 540 mts., dónde armamos la carpa y preparamos el material para portear al día siguiente.
El día 26 de febrero, tras algunas discusiones para elegir que logística se iba a usar para instalar los primeros campamentos; (Darío quería llevar todo el material de un solo viaje a los campamentos, y Fernando y yo pensábamos que lo ideal era hacer porteos por lo menos hasta la parte superior del Glaciar Marconi) al final salimos trasladando parte del equipo hasta la base del glaciar donde íbamos a instalar nuestro segundo campamento (S 49*13´15.5” W 073*03´05.7”) 900 mts.; tardamos cuatro horas de ida y dos de vuelta.
El día 27 terminamos de trasladar el equipo que faltaba hasta el segundo campamento y armamos la carpa.Como tenía muy inflamados los tobillos me dispuse a hacerme acupuntura para bajar la inflamación. Darío y Fernando me dijeron que preferían avanzar todo lo que se pudieran por el glaciar para portear parte del equipo. El clima desde que llegamos a Piedra del Fraile había sido ventoso y con poca visibilidad y cada día que pasaba iba empeorando. A las 3 horas volvieron en medio de grandes ráfagas de viento y se sorprendieron al encontrarme afeitándome los tobillos; les explique que era para ponerme unas ventosas en la zona inflamada (hace 19 años que trabajo como terapeuta en Medicina China y auxiliar de kinesiología). Hicimos la comida y en un clima de buen humor nos metimos en nuestras bolsas de dormir, esperando que el tiempo mejorara para el día siguiente.
El día 28 de febrero levantamos el segundo campamento y con mucho entusiasmo nos dirigimos a los Hielos. El día se mostraba parecido a los anteriores, recogimos al pasar, el material que habían subido Darío y Fernando el día anterior.
Nos calzamos nuestros grampones y seguimos avanzando por el glaciar, que se mostraba en su parte superior bastante agrietado; cuanto mas subíamos el tiempo se mostraba más inestable. Al llegar a destino se desató una tormenta que no nos dejaba estar en pie y debimos refugiarnos en una grieta en donde pudimos comer algo. El frío se hacia sentir pero todos estábamos de buen ánimo y proseguimos la marcha guiándonos con el GPS, pues la visibilidad era nula. Cuando el terreno se hizo mas llano paramos para reorganizar el material que hasta ese momento llevábamos en nuestras espaldas; debiamos cargarlo en el trineo, tirar de él y ponernos los esquíes de travesía. Fue cuando se produjo el primer milagro, salió el sol y la montaña nos dio 15 minutos de paz que nos sirvieron para reorganizarnos. En cuanto terminamos el sol se oculto y prosiguió la tormenta. Nos encordamos y con un buen ritmo, cuatro horas después, llegamos al refugio Chileno García Soto (S 49*09´37.6” W 073*08´11.0”) 1587 mts. que se encuentra sobre una de las laderas del Cerro Gorra Blanca.
Hay que destacar que esta construcción al estilo de refugio Antártico es un verdadero oasis en medio de los hielos con sus bruscos cambios climáticos.
El 1 de marzo nos quedamos descansando en el refugio y reorganizando la expedicion y antes de acostarnos hubo una fuerte discusión entre Dario y Fernando sobre la planificación a seguir, pero al final después de un mal momento todos nos dormimos.
Al otro día la discusión prosiguió pero en un tono más grave, Dario decía que quería volverse y estar con su hija recién nacida, Fernando lo acusaba de tener un carácter irascible y rígido.
Teníamos organizado salir a primera hora, pero después de esta discusión ya eran las once de la mañana y todavía estábamos en el refugio.
Al final nos reunimos los tres y reflexionamos sobre que no solamente el desafío estaba en subir la montaña, sino en superarnos a nosotros mismos y nuestros respectivos egos.Nos dimos un abrazo y nos prometimos que de ahora en adelante la prioridad era subir el Lautaro y volver sanos.
Finalmente partimos al mediodía, deslizándonos en nuestros esquíes de travesía con los trineos cargados con el equipo y comida para diez días.
Cruzamos el circo de los cinco glaciares, rodeamos el Cerro Lliboutry y a las seis de la tarde armamos el Campamento Nº 4 a un lado del Cordón GAEA.
El día 3 de marzo amaneció con neblina y muy poca visibilidad, desarmamos el campamento y a las 9:30 hs. partimos hacia las faldas del volcán, guiándonos con el GPS fuimos avanzando entre la neblina que de a momentos nos hacia casi adivinar los contornos del Lautaro.
A medida que el día transcurría, el esquiar sin ver hacia donde, convertía la travesía en un deambular monótono y aburrido.
A las 16 hs. el viento se hizo presente con sus clásicas ráfagas de idas y venidas, que a cada minuto se hacia mas intenso, agarrándonos desprevenidos en nuestro avanzar y haciéndonos perder el equilibrio, caíamos sobre el hielo.
La visibilidad era casi nula y el viento se tornaba violento ;esto determino que debiéramos aumentar el ritmo de avance.A partir de las 17:30 hs. Fernando y Dario se turnaron en ayudarme a llevar el trineo lo que nos permitió avanzar mas rápido en medio de la tormenta. A las 18:30 hs. Dario arrastro dos trineos y Fernando se adelanto sin el trineo en búsqueda de un lugar donde armar el campamento.
Seguimos avanzando en medio de las ráfagas de viento y de las descargas de agua nieve que se filtraban a través de nuestras ropas y cuando llegamos y encontramos a Fernando cavando en una rimaya debajo de un promontorio rocoso, casi poseídos, nos sumamos a esa danza de preparar lugar donde poder protegernos de la tormenta.
Cuando terminamos de emplazar la carpa en el lugar que habíamos preparado, me di cuenta que faltaba un trineo y para mi mala suerte era el mío, estábamos agotados, con mucho frío y ninguno tenia energía para ir a buscarlo 300 metros mas abajo, a donde se había deslizado, me prestaron algo de ropa una bolsa de vivac y me dispuse a tratar de dormir entre mis dos compañeros.
Al día siguiente me desperté a las 6 de la mañana, tiritando de frío y fue una sorpresa encontrar a Dario en igual condición, ya despierto y entonces me explico que a eso de las cinco de la mañana se despertó todo empapado pues de su lado de la carpa se había formado un mini lago.
A las ocho de la mañana se despertó Fernando y al vernos en tan lamentable estado se ofreció a buscar el trineo perdido, inmediatamente encendimos nuestros dos calentadores y nos pusimos a tratar de secar nuestra ropa empapada.Afuera la tormenta seguía sin dar muestra de que fuera a darnos un respiro.
Habíamos recorrido 18 km. hasta este nuestro último campamento,el Nº 5. A la tarde Dario fue a dar una vuelta a reconocer el terreno y descubrió una pequeña olla de agua en la roca, la cual nos ayudo a no tener que derretir nieve para hidratarnos.
Así seguimos todo el día descansando, comiendo y secando ropa, hasta que llego la no muy esperada noche, pues todavía seguíamos mojados, creo que dormimos de a ratos, tiritando, acomodándonos y observando como la noche transcurría lentamente.
El día 5 de marzo nos despertamos muy temprano pues dormimos muy poco por el frío intenso. Al mediodía el clima empezó a mejorar y a las dos de la tarde ya había un sol radiante, sacamos toda nuestra ropa y bolsas de dormir fuera de la carpa para secarla.
A las cinco salimos los tres a ver que ruta íbamos a tomar, pudimos ver dos avalanchas y por lo que se podía apreciar en la ante cumbre soplaba un viento intenso, Dario estaba con un dolor muy agudo en la zona lumbar y lo atendí con acupuntura y mis ventosas, cuando las saque me dijo: yo no te había dicho que las dejaras abajo, pero después que se sintió mejor me dijo: que suerte que las trajiste. Preparamos todo el equipo para salir hacia la cumbre al día siguiente a primera hora, sabíamos que estábamos muy lejos de nuestro objetivo y que iba a ser una jornada larga y dura.
A las 4:30 hs del 6 de marzo sonaron las alarmas de nuestros relojes, era el sonido del desafío y aquí el segundo milagro, no corría nada de viento, todo estaba en calma con un silencio sacro.
A las seis de la mañana ya estábamos sobre el hielo, encordados y sobre nuestros esquíes de travesía, alumbrando el camino con las linternas frontales bajo una hermosa luna.Había que ser muy cautos primero atravesamos un campo de grietas hasta ingresar a un valle a lado de las laderas de la cara este del Lautaro.
Después el terreno se hizo mas inclinado (hasta 35º) entre grietas, seracs y campos de nieve, a las 15 hs. divisamos la cumbre secundaria (3400 mts.) y media hora después abandonamos nuestros esquíes y nos calzamos los grampones parase huir el filo y después rodear la cumbre secundaria cruzando de sur a norte y descender del otro lado de la misma, allí divisamos por primera vez la cumbre del Lautaro y nos dimos cuenta que todavía faltaba mucho por andar.
Bajamos hasta el col que separa la cumbre principal de la cumbre secundaria teniendo dos opciones para subir, por el filo de el este o el oeste.Decidimos, después de estudiar el terreno, seguir por el filo a nuestra izquierda (de este a oeste), el clima seguía sin una brisa de viento y con una visibilidad total por la falta de nubes.
Mientras más subíamos, el paisaje que se iba desplegando, nos develaba las bellezas de esta patagonia aguerrida, las extrañas formaciones de hielo realizadas por el viento continuo parecían coliflores que a la distancia se asemejaban a explosiones congeladas, ello unido a las fumarolas con su característico aroma hacían del camino a la cumbre una experiencia surrealista.
Por fin a las 18:30 hs. pisamos la cumbre, los GPS marcaban una altura de 3623 mts (S49*01`10.8" W073*30`12.5"), la vista panorámica que teníamos de los Hielos Continentales fue un regalo que nunca voy a olvidar.
Al este se divisaban los cordones con los iconos de la historia de la escalada (Cerro Torre, Fitz Roy, Eigger, Poincenot, Pollone y otros) al oeste los fiordos Chilenos con sus lagos congelados y glaciares, al sur el cordón Pio XI y al norte la estepa de los hielos Continentales.
Sacamos fotos, filmamos, nos emocionamos y nos abrazamos luego de lo cual empezamos el único camino a seguir, bajar.
Fuimos descendiendo con rapidez hasta que nos sorprendió la noche, en un principio sin ninguna visibilidad hasta que salio la luna llena que nos alumbro el camino entre grietas y los campos de nieve.
A las dos de la mañana llegamos a nuestro campamento base, después de veinte horas de marcha sin parar, durante las cuales habíamos recorrido 22,4 Km. entre ascenso y descenso hasta alcanzar un desnivel desde nuestro campamento hasta la cima de 2000 mts.
Nos hidratamos, comimos algo y nos dormimos profundamente.
Al otro día nos levantamos a las siete de la mañana y a las diez ya estábamos con nuestros esquíes puestos y tirando de los trineos rumbo a el Refugio García Soto, sabíamos de la fragilidad del clima por estos paramos, por eso había que moverse rápidamente mientras el tiempo fuera estable, al mediodía la cumbre del Lautaro ya estaba cubierta de neblina a nuestras espaldas, señal de que el tiempo se estaba estropeando. Llegamos a las doce de la noche al refugio después de recorrer 23 Km. y catorce horas de marcha, con mucha sed y hambrientos.
El 8 de marzo descansamos en el refugio y terminamos de secar nuestra ropa y bolsas de dormir, ya nos quedaba poca comida. Fernando quería subir al Gorra Blanca al otro día y nos arengaba para que fuéramos, Dario y yo le respondimos que al día siguiente,y según como nos sintiéramos le íbamos a responder, lo que queríamos era descansar.
El 9 de marzo amaneció con neblina y poco viento, desayunamos capelettinis, pues era lo único que nos quedaba para comer y esperamos a ver que pasaba con el clima.Fernando seguía con la idea de que subiéramos el Gorra Blanca, yo estaba cansado y les dije que fueran ellos que yo los esperaba con algo caliente cuando volvieran.
Relato de la ascensión al Gorra Blanca por Fernando Rampezzotti:
"A las 12:00 hs. salimos Darío y yo, muy livianos, con esquíes e intenciones de avanzar a la cumbre muy rápido.
Subir el glaciar Gorra Blanca con esquíes fue rápido, mas aun porque seguíamos las huellas en la nieve de una cordada que había ascendido el día anterior.
Hasta el col formado entre una cumbre secundaria al noroeste y el filo norte de la montaña que nos llevaría a la cumbre principal, ninguna demora. Ahí cambiamos esquíes por grampones, nos encordamos y continuamos por la arista sorteando algunas rimayas y grietas. La visibilidad disminuyo y comenzó el clásico viento patagónico. Seguíamos pues nos guiaban las huellas en la nieve: Intuíamos las formaciones de hielo o los seracs a nuestro alrededor pero teníamos toda la concentración en no perder esas marcas de pies que rápidamente iban desapareciendo por el temporal. El ascenso se volvió monótono al no tener referencias, solo un pie delante del otro y concentración.
Alrededor de cinco horas después de haber partido del refugio aparecieron pegados a nosotros las características formaciones heladas como coliflores, indicio de que estábamos alcanzando el filo cumbrero. Ahora nos preguntamos donde estaría la cumbre exactamente.-
Darío encendió su GPS donde tenia grabadas las coordenadas de la cumbre mientras yo mantenía el mío grabando nuestro recorrido, de manera que siempre pudiéramos volver sobre nuestros pasos y de regreso al refugio.
Sorteamos algunos coliflores helados y llegamos a una cornisa somital; la seguimos de sur a norte imaginando la verticalidad a nuestro costado. Finalmente nos topamos con un coliflor gigante y por una canaleta lo ascendimos en tres o cuatro pasos de doce puntas. Alcanzamos la cumbre a las 18:00hs. No teníamos visibilidad y el viento y la humedad nos escarchaban la ropa, las lentes de las cámaras, las pestañas, todo. Fotos, video documental y la marcación del GPS, que nos dio una altura de 2886 mts ( S 49*08`02,4" W 073*04`53.0")
Bajamos a los saltos, hundiéndonos en la nieve y guiados, a veces por las huellas, a veces por el track del GPS. Llegamos a los esquíes, pero la visibilidad era muy mala, con luz plana, sin sombras. Recién cuando asomamos debajo de las nubes pudimos esquiar un poco más decentemente. Llegamos al refugio rápidamente y con poco esfuerzo, sorteando nieves, grietas y hasta algunas placas de hielo."
Llegaron a eso de las 20:30 hs.se hidrataron, comimos lo poco que nos quedaba y nos fuimos a dormir.
El día 10 de marzo nos levantamos a las ocho de la mañana el tiempo estaba inestable con poca visibilidad y viento, desayunamos capeletinis fritos con manteca que encontramos en el refugio ( estaban vencidos desde hacía cinco años)pero era lo ultimo que nos quedaba de comida. Tomamos la decisión de descender de un solo tirón hasta Piedra del Fraile.Alas 11 hs. partimos esquiando con nuestros trineos rumbo al Glaciar Marconi.
Cuando llegamos al comienzo del Glaciar nos cargamos las mochilas y nos pusimos los grampones, fue una sorpresa encontrarlo cambiado que cuando lo subimos, estaba agrietado y en dos oportunidades vimos caer gigantescos seracs de las laderas del cerro Marconi.
El camino a seguir fue diferente de cuando lo ascendimos, tuvimos que ir buscando con nuestros grampones y piquetas, la forma de destrepar para encontrar, entre grietas y seracs el camino de regreso.
Cuando cruzamos río Pollone sus aguas habían crecido por el deshielo y la única manera de sortearlo era sacarse las botas plásticas, pues en algunos sitios el agua nos llegaba hasta las rodillas.
Al principio sentir el agua helada fue desagradable pero al terminar de cruzarlo sentí un gran alivio en mis pies, el agua helada me había desinflamado mis doloridos tobillos.
A las 21 hs después de diez horas de marcha llegamos a Piedra del Fraile, allí teníamos un petate (Bolso) con comida y en la cabaña del camping nos pusimos a devorar el valioso tesoro tan anhelado en los días de escasez.
En la cabaña se encontraba Ermanno Salvaterra junto a su equipo de escaladores que estaban escalando en el Torre, ellos desde hacia varios años se quedaban allí varios meses con el objetivo de abrir una nueva la vía.
Fue Dario el que me alerto de que los italianos hacían señales de que nuestro aroma era desagradable ya que al estar en un lugar calido estesempezaba a emanar de nuestros cuerpos.
Después de comer y descansar nos fuimos a dormir a las 11 hs. a una de las cabañas.
Fue una sorpresa que al otro día a las siete de la mañana ya me encontrara despierto y con mucho apetito, ahí me di cuenta que mal olíamos después de no habernos bañado durante 15 días.
Dario y yo salimos rumbo al Chalten a las once de la mañana, Fernando se quedo un par de días en Piedra del Fraile para subir el Paso del Cuadrado.
Cuando llegamos al Chalten con Dario lo primero que hicimos fue pedirnos dos grandes sándwiches y una cerveza bien helada, que no fue la ultima…
El Volcán Lautaro por muchos años tuvo una ubicación equivocada y misteriosa lo que favoreció la confusión de su nombre. En 1878, navegantes norteamericanos le llamaron "Volcán Humboldt"; luego, en 1905 el geógrafo chileno Luis Risopatron le llamó "Pirámide" y; finalmente, en 1952 una expedición argentina a Campo de Hielo Sur, dirigida por Emiliano Huerta, le llamó Lautaro, en honor al héroe mapuche (1535-1557). Este último nombre es el aceptado actualmente.
Tuvo su última erupción en 1959 pero se lo considera activo y los depósitos de cenizas de erupciones pasadas son muy abundantes sobre los glaciares O'Higgins y Chico, además del paso de cuatro glaciares y el glaciar Viedma.
Silvia Metzeltin y Gino Buscaini realizaron la siguiente recopilación bibliográfica:
"Las primeras observaciones concretas de erupciones de las cuales se tuvo noticias históricas provienen de los navegantes que recorrían los canales del Pacífico. En el año 1876, en el Canal Messier, Lord Thomas Brassey vio una nube de cenizas que salía de la cordillera, próxima a los 48º50' Sur. En el año 1878 oficiales de una nave norteamericana hicieron la misma observación: quisieron llamar "Humboldt" al desconocido volcán. En el año 1933, Federico Reichert, Arturo Donat, Juan Neumeyer e Ilse Von Rentzell habían alcanzado el Hielo Sur remontando el Glaciar O'Higgins desde el Brazo Sur del Lago San Martin-O'Higgins. En un desgarro de nubes, Reichert observó una montaña con forma de cono, de una altura aproximada de 3000 m, de la cual salían chorros de vapor. Químico y naturalista, Reichert estaba convencido de estar ante la presencia de un volcán, pero la noticia no fue difundida más allá de los círculos andinísticos".
"Lliboutry, examinando fotografías aéreas, creyó reconocer un cráter sobre un gran afloramiento rocoso en la alta cuenca del glaciar Viedma y lo denominó "Volcán Viedma", pensando haber resuelto el misterio de aquellas erupciones observadas no solamente por los navegantes sino también por los colonos de la región del lago San Martín. El Volcán Viedma fue entonces acogido en el registro de los volcanes del mundo sin que ninguno lo hubiera tocado. En el año 1959, con Jeoff Bratt y John Mercer, Eric Shipton decidió llegar al Volcán Viedma a través del valle del Rio Túnel y del Paso del Viento. Cuando llegó al afloramiento señalado descubrió que se trataba de rocas sedimentarias y metamórficas que dispuestas en forma de anfiteatro en una profunda depresión habían engañado a Lliboutry".
"Pero las piedras pómez desparramadas abundantemente en los alrededores indicaban la presencia de un volcán. Shipton organizó una segunda expedición en el verano de 1959-1960 con J. Ewer, P. Miles y P. Bruchhausen. Ewer, un británico que enseñaba en Santiago, observando las fotografías aéreas notó que sobre las imágenes de la cadena montañosa llamada por De Agostiní "Cordón Pío XI" se veían claramente huellas de actividad volcánica cerca de la cima más elevada. La posición correspondía a aquella del "cono volcánico" señalado por Reíchert y a la del Cerro Lautaro. Shipton no supo sin embargo que el 28 de diciembre de 1959 el comandante de un avión de línea en vuelo hacia Punta Arenas había descubierto maravillado un volcán en erupción a 490 Sur. Pero también él, que había llegado al Brazo Sur del Lago San Martin-O'Higgins, vio una gigantesca columna de vapores que se elevaba sobre las montañas. Después de una aproximación que duró una semana notó que la ladera de la montaña más alta del "Cordón Pío XI", el Cerro Lautaro, estaba marcada sobre su cumbre por una fisura negra de la cual salía un chorro constante de vapor. El día siguiente asistió a la erupción de cenizas que ennegrecieron una vasta extensión de glaciares. Posteriormente una serie de contratiempos, entre los cuales el no funcionamiento de todos los calentadores, lo obligaron a retornar".
"El primer ascenso al Volcán Lautaro lo hicieron en el año 1964 Pedro Skvarca y Luciano Pera quienes confirmaron las emisiones volcánicas. Durante el año 1973 llevó a cabo el segundo ascenso la expedición británica de Leo Dickinson que detectó cinco fisuras esculpidas en la cumbre que emanaban gas sulfuroso mientras el hielo que se encontraba bajo sus pies se convertía en fango caliente. Luego de dos días los mismos subieron una montaña situada a 10 millas más al Norte que para asombro de ellos emanaba también chorros de vapor y que bautizaron Cerro Mimosa. El nombre no se relaciona con la naturaleza volcánica del monte pero es el de la nave que llevó a la Patagonia a los colonos galeses. Nosotros mismos hemos observado, en el año 1995, vapores que salían de la cresta Sudoeste del Lautaro un poco por debajo de la cumbre. Andinistas franceses relatan lo mismo en 1998. El volcán no está apagado y no se puede desechar que se deban a él no solamente las piedras pómez dispersas sino también los inesperados avances de glaciar que se verificaron en el pasado. Fenómenos de "surge" por efecto de su calor podrían haber causado en varias ocasiones el avance anómalo del Glaciar Pío XI que provocó el anegamiento del valle del Río Greve que se encuentra hoy ocupado por un gran lago. Ya en el año 1925 un inesperado avance de este glaciar causó la precipitada fuga del colono que se había asentado en el Seno Eyre el año anterior".
"Aún cuando llegue el día en que la Patagonia no tenga ya ningún rincón inexplorado y todas sus montañas hayan sido conocidas y escaladas, sus volcanes seguirán ofreciendo un estimulo para las investigaciones y seguirán recordándole al hombre su propia fragilidad y pequeñez".
Silvia Metzeltin y Gino Buscaini.
Lautaro, el que fuera conocido y celebrado como gran caudillo araucano, fue capturado siendo muy joven por los hombres de Valdivia y, hecho prisionero en Concepción, fue destinado al cuidado de los caballos. Al tener conocimiento de que se fraguaba una rebelión contra los españoles, Lautaro aprovechó un momento de descuido de los guardianes para fugarse y unirse a su pueblo en armas.
El año de cautiverio le había proporcionado unos conocimientos que le sirvieron para idear las tácticas adecuadas de combate,las que puso en práctica en la batalla de Tucapel, donde Pedro de Valdivia fue derrotado y hecho prisionero. Tras este éxito, Lautaro continuó la ofensiva dirigiéndose hacia la posición española más sólida, la ciudad de Concepción. Las tropas del nuevo gobernador, Villagra, le salieron al paso pero fueron derrotadas; entonces Lautaro cruzó el Biobío, y ante la noticia, los españoles huyeron de Concepción. La ciudad fue saqueada y quemada.
Aquellos espectaculares éxitos de los araucanos causaron desmoralización entre los españoles, quienes pensaron en evacuar Santiago. Efectivamente, Lautaro continuó su guerra ofensiva y, mientras con sus tropas cruzaba el Maule, Caupolicán avanzaba hacia el sur contra Imperial y Valdivia. Aunque la suerte volvió a sonreírle en la batalla de Mataquito, ésta no fue decisiva, pues al año siguiente el gobernador Villagra logró derrotarlo en la acción de Peteroa, donde Lautaro cayó herido de muerte el 29 de abril de 1557.
Lautaro se origina como nombre de pila por el haber sido el de un caudillo araucano que fuera el héroe de la independencia chilena y es muy utilizado en Argentina y Chile por este motivo. Su origen etimológico lo convierte en un nombre totémico que significa "traro veloz". El traro es una especie de ave de rapiña común en la zona central de Chile.
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