La historia de la búsqueda del verdadero significado del misterioso nombre del famoso volcán, ubicado en la provincia de Salta
El significado del nombre Llullaillaco posee varias interpretaciones. Como se sabe, esta montaña se encuentra en el límite internacional con Chile y quizás esté más presente para los habitantes trasandinos que para nosotros. Algunos cronistas que transitaron por el Despoblado de Atacama durante los siglos XVI y XVII, mencionaron en las proximidades del mítico volcán el topónimo Anchallullac o “muy mentiroso”, sobre el cual nos referiremos en el presente artículo.
Los nombres geográficos o topónimos suelen ser el reflejo de lo que están significando, expresando la relación existente entre el hombre y la naturaleza. Las diferentes culturas ordenan sus espacios y los resignifican permanentemente, pero siempre prevalece un sentido práctico en el proceso de construcción de paisajes, sino revisemos algunos topónimos de nuestra geografía: “Yacochuya” agua cristalina; “Cachiñal” camino de la sal; "Muñano" (originalmente muñayoc) lugar donde hay muña muña. En castellano la situación no es diferente, tenemos así cerro Negro, volcán Blanco, cerro Colorado, cerro Overo, río Blanco, río Bermejo, río Seco, río Ancho, Barro Negro, Ciénaga, Lagunilla y los ejemplos siguen.
Respecto al Llullaillaco y de acuerdo al diccionario quechua de Gonzalez Holguin (1608), "Llulla" significa mentira, cosa engañosa, y aparente y vana o falsa. Yaku o llaco quiere decir agua, la traducción “aguas mentirosas”.
El cronista Felipe Guamán Poma de Ayala, en su "Nueva Crónica y Buen Gobierno", habla de los "Hichezeros de Zueños" o LLULLALAICA UMU, quienes según el autor, eran brujos mentirosos, falsos o hechiceros del fuego, que realizaban sus actividades en los adoratorios o lugares sagrados, como las apachetas, montañas, vertientes u otros lugares del espacio geográfico consagrados para tal fin.
La arqueóloga chilena Cecilia Sanhueza junto a otros colegas viene trabajando desde hace varios años en la región del “Despoblado de Atacama”, sobre la cual reunió valiosa información bibliográfica y de campo, entre ellas la de Achallullac.
Anchallullac es un curso de agua de características singulares que llamó la atención de algunos cronistas que transitaron la zona entre los siglos XVI y XVII.
Gerónimo de Bibar, cronista de Pedro de Valdivia, relata en 1558 “Sécase este río de tal manera y suerte que dicen los indios, que mal lo entienden, que vuelve el agua arriba a la contra de como ha corrido. Por lo tanto, le llaman los indios Anchallulla, que quiere decir gran mentiroso".
Mariño de Lobera en 1595 dice “a ciertas horas del dia viene de monte a monte, y cuando se le antoja se seca de repente”.
Juan López de Velasco entre 1571 y 1574 comenta sobre “un arroyo pequeño que se dice Auchillulca, que quiere decir “muy mentiroso”, porque a ciertas horas del día llega el agua dél al camino del Inga, a causa de que se hiela en su nacimiento y sólo corre cuando hay sol”.
Antonio Vásquez de Espinosa comenta en 1628 que “…vienen corriendo las aguas de la nieve con grande auenida, y furia en grande abundancia […] la cual se lleua quanto halla por delante, esta es cierta, y ordinaria todas las madrugadas, y dura por el tiempo referido, y como a los que no saben la tierra les a sucedido desgracias, le an puesto a este valle por nombre Hatunllulla, que quiere decir gran mentiroso y engañador”.
En 1674 el padre Diego de Rosales lo menciona como el río que sigue al sol “…Porque assi que el Sol se retira de nuestro horizonte, esconde el rio repentinamente sus aguas sin que se halle una gota de agua en toda su caxa, y al punto que vuelue a nacer el Sol repite tambien el rio su curso. […] por estas mudanzas, o engaños que haze a la vista de los indios, le pusieron un nombre, que significa engañador, llamandole Anchallullac, que en el lenguaje Peruano quiere decir grande engañador”.
Los investigadores chilenos consideran que Anchallullac puede ser el Río Frío, que tiene buena calidad de agua, está próximo a un tambo Inka, por las noches se congela y hacia el nororiente se destaca imponente en el paisaje la silueta del volcán Llullaillaco. Tanto el volcán como el río Anchallullac fueron referentes simbólicos de importancia para los indígenas prehispánicos de la región de Atacama.
Nuestras investigaciones en Argentina nos indican que esta montaña no posee vertientes o ríos como se podría esperar de cualquier cerro que tiene nieve todo el año. El agua, que hasta hace poco se creía no tenía el volcán, surge por arriba de los 5.000 metros en forma de numerosas lagunillas y arroyos de pocos metros de longitud, por lo que el significado de “aguas mentirosas” se comprueba con fenómenos naturales tangibles y se complementa perfectamente con los históricos relatos de Ancallullac.
La sacralidad de una montaña poco tiene que ver con su nombre “doméstico”, puede ser un adoratorio muy importante y no tener un nombre “sublime”; si un cerro es blanco, seguramente así se llamará y si un lugar esconde el agua en uno de los desiertos más áridos del planeta, seguramente su nombre se relacionará con ello.
Los seres humanos necesitamos organizar y ordenar el espacio que habitamos, nombramos y significamos cada elemento que nos rodea, somos constructores de paisajes a través de una narrativa del espacio geográfico que sirve para ubicarse en el mundo.
Centro cultural Argentino de Montaña 2023