Cultura · Pueblos y tradiciones

Las viudas sacrificadas del Inka

El Inka que moría era seguido en su tumba por cierto número de sus mujeres y de sus sirvientes, ya sea que se ofrecieran voluntariamente en sacrificio o que fueran obligadas a ello

Christian Vitry, Montañista y Antropólogo

Edición: CCAM



“El muerto era seguido en su tumba por cierto número de sus mujeres y de sus sirvientes, ya sea que se ofrecieran voluntariamente en sacrificio o que fueran obligados a ello. En el curso de los funerales y de las danzas que se ejecutaban, las víctimas escogidas para acompañar al difunto eran emborrachadas con chicha y estranguladas.” (Metraux,1989).

Mujeres inkas. Foto: www.apreis.eu

 

La cita de Alfred Metraux ilustra uno de los capítulos de la historia de un estado precolombino que en su cenit acarició el sol y tuvo un colapso abrupto, desencadenado por la dorada ambición de un puñado de hombres de una Europa empobrecida. El alto grado de complejidad social del floreciente Tawantinsuyu lo podemos atisbar a través de las crónicas ibéricas, las que permanentemente nos ilustran sobre la vida cotidiana del que fuera el estado más grande de América.

Ante la muerte de un inka, la nobleza cusqueña organizaba grandes ceremonias tan festivas como dramáticas, en las que muchas personas morían para acompañar al Inka (que gozaba de una jerarquía casi divina) en la nueva vida que iniciaba, que implicaba su transformación en ancestro; las víctimas fueron principalmente las concubinas predilectas del difunto.

 

Payacona, Mujeres de unos cincuenta años que se dedicaban a tejer ropa y otras funciones que el estado les asignaba. Estas mujeres fueron llamadas paya, que se entiende como vieja media moza o viuda. Grabado de Felipe Guamán Poma de Ayala (1615). La viudez en el tiempo de los Inkas. Arqueología y Antropología
Payacona, Mujeres de unos cincuenta años que se dedicaban a tejer ropa y otras funciones que el estado les asignaba. Estas mujeres fueron llamadas paya, que se entiende como vieja media moza o viuda.

Grabado de Felipe Guamán Poma de Ayala (1615)

 

El Inka muerto continuaba reinando desde su panaca, formada por sus mujeres, sacerdotes, servidores, parientes, entre otros de su Corte, los que tenían la obligación de conservar en buen estado la momia del fallecido, guardar el recuerdo de su vida y logros obtenidos a través de las generaciones.

El nuevo líder que asumía gozaba de todos los poderes y privilegios, pero sus bienes eran limitados, pues estos pertenecían a las panacas de los ancestros que, aunque muertos, tenían poder en el gobierno, a través de su Corte. Por ello el nuevo inka debía procurarse sus bienes conquistando nuevas tierras y fundamentalmente reclutando mano de obra para generar recursos y engrosar los depósitos y ejércitos estatales.

Comentan algunos cronistas (Morúa 1946, Polo 1916) que en el funeral de Wayna Kapak se ofrendaron a más de mil personas en su honor, incluyendo niños y niñas, estos últimos en una ceremonia conocida como kapak kocha, cuyos ejemplos regionales bien podrían ser los “niños del volcán Llullaillaco”.

Wayna Kapak, undécimo inca. Dibujo de Felipe Guamán Poma de Ayala

 

Las viudas del Inka. Arqueología y Antropología
Mujeres inkas tejiendo. Foto: www.expresionesartisticas.blogspot.com.ar

 

Mujeres inkas. Foto: www.viajealatardecer.com


¿Qué ocurría con las viudas legítimas del Inka?

 

Durante el funeral, las viudas se vestían de negro y se tapaban la cara, su cabello era trasquilado y su rostro untado con un ungüento hecho de sebo y ceniza (Garcilaso 1968). El duelo tenía una duración de un año y se consideraba que era una buena viuda si hacía durar su luto por dos años (Poma, 1980).

Si la viuda era joven podía volver a casarse, pero con algún hermano o hijo del Inka difunto. Esta situación no era la más deseada; de hecho existió un mote en quechua: paya ikima waklliska que significa vieja viuda promiscua. Cabe aclarar que el termino paya significa vieja, pero cualquier viuda, independientemente de su edad era llamada así.

Si el marido había muerto en la guerra, la viuda, hijos y parientes cercanos recibían atenciones y cuidados especiales por parte de la comunidad a la que pertenecían y también del estado inkaico (Morúa, 1946).

MamaQoya, en la ceremonia del Inti Raymi se suele identificar con la Qoya mas conocida, Mama Anaguarque, la esposa principal de Pachacuteq. Foto: www.skyscrapercity.com

 

Vestimenta de la mujer inca, aclla. Foto: www.trebolanimation.blogspot.com

 

Todas las viudas continuaban tributando al estado, salvo las ancianas y las que pertenecían a los estratos privilegiados, es decir las que fueron Koyas del Inka.

El fallecimiento de la mujer legítima era considerado como un gran mal y el viudo, salvo los de alta jerarquía, no podían volver a casarse por el lapso de dos años.

Cuando los españoles mataron a Atahualpa, una de sus hermanas, que también fue su concubina, intentó suicidarse pero se salvó. Un cronista ilustra este hecho comentando que “Comenzaron los alaridos de las mujeres y de las otras, las que servían, haciendo dolorosas lamentaciones; quisieran muchas muy hermosas enterrarse con él, y como no se lo consentían, se apartaban y ahorcaban con sus propios cabellos y con cordeles...” (Cabello, 1951, V, III, V). La hermana y concubina de Atahualpa conocida como Lucía Clara Coya, tiempo después se casó con el español Diego Maldonado (Herrera, 1945). ¿Será un historia de amor? O como podemos advertir por la época, uno de los tantos atropellos cometidos por el poder de los invasores.


 


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