Historia · Personajes

Biografía de Beatriz Magdalena Im Obersteg de Ibáñez

Esposa del Teniente Francisco Ibáñez quien quedara viuda luego que el perdiera la vida en la Primera Expedición argentina al Dhaulaguiri

José Herminio Hernández. Montañista, Coronel

Edición: CCAM



Biografía de Beatriz Magdalena Im Obersteg de Ibáñez

Esposa del Teniente Francisco Ibáñez quien quedara viuda luego que el perdiera la vida en la Primera Expedición argentina al Dhaulaguiri

Por 


Restauración Fotográfica: Centro Cultural Argentino de Montaña, Natalia Fernández Juárez


En el año 1911, desembarcó en Argentina, don Federico Im Obersteg, nativo de Berna, Suiza, que se dedicó a las actividades agrícolas-ganaderas, en Córdoba, Santa Fe y luego al Norte de la provincia de Buenos Aires. En octubre de 1932, llegó a Tandil, provincia de Buenos Aires y se dedicó a la administración del campo La María, propiedad de otra familia suiza, Jean Pierre Roulet y su señora Helena Hobegr.

Betty Ibañez esquiando en las pistas del Catedral en Bariloche

 


Federico Im Obersteg, contrajo matrimonio con una compatriota,  Cecilia Leger, natural de Zürich, fruto de este matrimonio nacieron dos hijas, Heide y Betty, luego señoras de Arostegui e Ibáñez, respectivamente.

Betty, nació el 24 de noviembre de 1928, en San Nicolás de los Arroyos, provincia de Buenos Aires.

La familia Im Obersteg, gano la estima y el respeto de la comunidad tandilense, por su exquisito trato y por  brindarse desinteresadamente a la misma.

La señora Cecilia Im Obersteg, actuó activamente en la cooperadora de la Escuela Normal, donde sus hijas obtuvieron el título de maestras.

Cuando Beatriz estudiaba en el profesorado de Educación fisica, junto a sus compañeras

 


Su matrimonio con Francisco Ibañez

Fue precisamente por aquella época que llegó, en unas vacaciones de invierno, a Mendoza, con el propósito de esquiar todo lo posible, albergándose en el domicilio de un matrimonio amigo en el barrio militar de Uspallata. El dueño de casa era un oficial del Ejército.

El 10 de abril de 1950, se graduó de Profesora de Educación Física, actividad esta que le ha permitido estar activa durante toda su vida.

Esta joven cuyo nombre completo era, Beatriz Magdalena Im Obersteg, era kinesióloga y muy buena deportista, de allí su afición y facilidad por los deportes. La intensión de su viaje fue esquiar en la zona de Puente del Inca, pero ese año hubo poca nieve, o se puede decir, no lo suficiente para realizar la práctica de este deporte y debió cambiar de planes.

Uspallata, era el lugar donde residía y prestaba servicios el entonces Teniente Francisco Gerónimo Ibáñez; fue así que se conocieron un día, durante un asado. Luego el  joven oficial, la invitó a cabalgar por el hermoso valle de Uspallata y comenzó a madurar el noviazgo.

Noviazgo, que fue breve y concluyó en un matrimonio más breve aún. En este período, comenzó el joven Teniente, a compartir su amor, entre Beatriz y la montaña.

Beatriz, en una entrevista realizada por Guillermo Martín, director del Centro Cultural Argentino de Montaña, nos contó que: Francisco, era una persona abierta, amable, de buen carácter, era un líder; mucha gente lo conocía y simpatizaban con él por su trato; le gustaba trasmitir sus conocimientos de montaña, era un buen pedagogo, muchos creía que era profesor y no un militar, por su forma de hablar y expresar sus ideas. Respecto a mi afición por la montaña, no era solo el esquí lo que me atraía, también, otras actividades de montaña, pero estoy seguro que lo traía de mis ancestros suizos.

Beatriz practicando baile

 

Beatriz Ibañez, una gran nadadora

 


Es muy común para los suizos el gusto por las actividades de montaña, porque es un país que está enclavado entre montañas, por eso, es muy común que todo el mundo haga algún deporte de montaña. Ha sido también un país que le ha dado lugar dentro de este deporte a la mujer en todas las actividades, y uno lo puede observar en el museo de montaña, las fotos donde la mujeres pese a sus incómodos atuendos de las primeras épocas, participaban de estas actividades.

Cuando en el año 1952, se fue integrando como oficial de enlace con los franceses al Chaltén, por mi parte, viaje a Suiza, invitada por mi parientes y en ese viaje que duró algo más de un año, tuve la mala experiencia de fracturarme y tuve una intervención quirúrgica, para colocarme algunos alambres, pero lo más complicado fue que debieron realizar la operación en dos fases, lo cual, llevó mucho tiempo, durante el cual debí permanecer allá y tuvimos que seguir nuestra relación por medio de correspondencia, lo que se hizo largo en el tiempo.

Luego su viaje a Francia, donde nuestro noviazgo seguía mediante el intercambio de cartas, a su regreso, el comenzó a preparar la expedición al Himalaya. Pensando en otra separación por la expedición al Himalaya, decidimos casarnos. Nuestra boda fue en Buenos Aires y el viaje de boda a Bariloche, en donde pudimos realizar alguna salida a la montaña, más precisamente al Catedral, donde además de escalar, pude realizar nuevamente la técnica de rappel. A nuestro regreso, Paco, siguió con los preparativos de la expedición y yo armando nuestra casa, pensando que pronto nuevamente, se ausentaría… y luego, paso lo que pasó…

Ibáñez, comenzó a estudiar detalladamente cada aspecto del ascenso al Himalaya. Pero había un escollo a solucionar  lo cual, y que la pareja analizo  largamente, y el tema fue  la fecha del casamiento, pues el interrogante que se planteaba para ambos era: ¿antes o después del Himalaya? Finalmente decidieron que fuera antes de la aventura.

Contrajeron  matrimonio en Buenos Aires, en la Iglesia de los Benedictinos, en Villanueva y Maure, el 9 de febrero de 1953.

A la salida del templo, se conformó una galería o escolta de honor, que a diferencia de otros casamientos militares en vez de sables desplegados hacen su pasaje, el matrimonio recién constituido de Betty y Francisco salió en medio  de un  cordón que formaron muchos civiles y militares montañeses, quienes habían desplegado  sus piquetas,  bajo las cuales caminaron los jóvenes esposos.

Beatriz Ibañez, cuando se graduó de kinesióloga

 


Su actividad de montañista

Lograron vivir juntos prácticamente todo el año 1953, primero en la casa de un amigo común, luego en la casa de los padres de ella, en Juncal al 1600, contando con una luna de miel que fue en San Carlos de Bariloche, donde él, aprovechó para enseñarle a Betty, a escalar en las paredes del Catedral.

En el período invernal de 1953, más precisamente, a inicios del mes de junio, Paco, con el propósito de probar algunos equipos ya fabricados en el país para el Himalaya, se trasladaron a un escenario norteño, el Chañi; cerro que si bien  ya había sido visitado  desde antaño por nuestros ancestros, en la era moderna de nuestro deporte, habían todavía actividades por hacer en sus laderas y cimas.

La cordada estuvo integrada, como jefe de la misma, Paco, y el resto la conformaron, su esposa Beatriz, Fernando Grajales, los italianos, Giorgio Brigatti y el ingeniero Piero Ghiglione (este último, integrante de la expedición italiana al Aconcagua, en el año 1934, conducida por el doctor Renato Chabod; ambos italianos luego de esto, realizaron un viaje hacia la cordillera Blanca del Perú) y los jóvenes suboficiales del Ejército, Pedro Segundo Domingo Zonni y Guillermo Arnoldo Poma.

Llegaron luego de tres días de marcha en mulas, al campamento base, ubicado a casi 4.600 metros; siendo las condiciones climáticas más extremas de las que esperaban, con temperaturas que llegaban a los 20º grados bajo cero, en el campamento base.

Francisco Ibañez posando junto a su esposa los dos agarrando una piqueta simbolo
del amor por las montañas de ambos

 

Beatriz y Francisco Ibañez recién casados

 


Hasta ese momento nunca había sido intentada su cima en época invernal, al menos no habían registros; se sumaron a estas temperaturas bajas, el fuerte viento que hacía bajar aún más la temperatura. El vendaval que tuvieron en su primer intento, les malogró el mismo, destrozándoles un par de carpas.

El 27 de junio, salieron hacia la cima, adelantándose al resto de la cordada los jóvenes suboficiales Poma (éste ya tenía dos ascensos e iba como baqueano) y Zonni ( quien,  junto al Suboficial Araujo, realizara, el 17 de agosto de 1954, la primera invernal del Cachi), y  con un ritmo más rápido que el resto, lograron coronar la cima ese mismo día, mientras que a los demás  los hizo retroceder el vendaval, que luego del mediodía se había tornado  peligroso, debiendo volver hacia el campamento base, llegando a alcanzar los 5.600 metros de altura Para los italianos, fue su última oportunidad, dado que no disponían de más tiempo, para un segundo intento, porque debían trasladarse al Perú.

Al día siguiente, festejaron el primer triunfo, mientras que los italianos se replegaron a Jujuy, para trasladarse al Perú; el 29 de junio, se produjo el segundo intento, el mismo lo realizaron Paco y el Gallego Grajales, que siguieron una vía nueva, con la idea de intentar la cumbre virgen del Chañi, la Noreste. La misma, tiene en su parte final una composición granítica, en la cual, se debe emplear la técnica de escalada en roca.

Sin embargo, la energía física de los dos escaladores y el tesón, les permitió conseguir coronar la cima invicta, a las 16 horas, del 29 de junio de 1953, depositando en la misma cumbre, el testimonio en una lata de sardina, que  encontrada y bajada, por el andinista cordobés Jorge Abel Tarditti, 32 años más tarde.

Paco y Beatriz Ibañez, con integrantes del Club Andino Mendoza femenino

 

Beatriz Ibañez inaugurando los Juegos Infantiles

 


Ibañez en el Himalaya

Paco, era en aquellos años un hombre resuelto y feliz, a punto de hacer realidad algo que, más que un sueño, era una verdadera obsesión: escalar uno de los tantos picos del Himalaya, la cordillera techo del mundo, superando los 8.000 metros de altura, el más grande, peligroso y estremecedor desafío para cualquier montañista de cualquier parte del globo terráqueo.

La señora Beatriz Im Obersteg de Ibáñez, quedó con sus familiares en Buenos Aires, a la espera de la llegada del primer  hijo  y del regreso de su marido desde el lejano continente asiático, adonde había ido a concretar su sueño tan ansiado, pero la tragedia se acercaba.

La Primera Expedición argentina al Himalaya, a cargo de Ibáñez, fue integrada por un nutrido grupo de montañistas cuidadosamente seleccionados por el mismo Ibáñez y  llego a Delhi, India, el 14 de Febrero de 1954. Recién el 3 de abril se encontraron todos instalados, con todo el equipo completo,  en el  campamento base, en el Dhaulagiri.. La ascensión debía realizarse antes de la llegada de los monzones por lo que de inmediato comenzaron la trepada, tocándose la altura máxima el 1 de junio.

En el camino varios integrantes, y el propio Ibáñez comenzaron a experimentar el congelamiento de sus pies; algunos bajaron a atenderse, pero Ibáñez decidió quedarse aunque ya no podía escalar.

Paco con Cecilia Leger a su izq y Beatriz Ibañez a su derecha

 

Beatriz Ibañez con su hijo Guillermo

 


Ibañez quedo  tres días en soledad esperando a los amigos que intentaban hacer cumbre. Al regresar  lo encontraron en mal estado de salud y con los dos pies congelados por lo que decidieron bajarlo de inmediato en camilla. El descenso duro más de veinte días y en el camino se le realizó dos operaciones de amputación siendo su  estado  muy delicado. Durante el prolongado descenso,  cuando se sintió algo mejor tuvo fuerza para escribirle  una carta a su esposa.

La única esperanza para evitar un trágico desenlace  estaba puesta en el traslado de Ibáñez, por  avión, a Katmandú donde se suponía que podían salvarlo.

Nos describía estos momentos el doctor Alfredo Eduardo Magnani, en su libro Argentinos al Himalaya: Luego de soportar las inclemencias de una escalada dura y larga, y producido el congelamiento de sus miembros, Paco Ibáñez, fue bajado con la esperanza de ser intervenido quirúrgicamente, esos últimos momentos, nos decía: El Douglas DC 3, comenzó a hacerse más visible a medida que se aproximaba. El ruido de sus motores vibraba cada vez más intenso.

Sin perder un instante se ultimaron los preparativos de partida; acompañaron a Ibáñez, en ese primer vuelo, el doctor Antonio Ruiz Beramendi, los demás viajaron posteriormente a Katmandú. El enfermo fue cuidadosamente acostado en una camilla y trasladado por un grupo de sherpas y culis, dirigidos por Tarzán, nuestro fiel cazador, que había suplicado acompañar al Bhara Sahib (Ibáñez), hasta último momento. La caravana se internó en la calle de casi tres kilómetros de longitud, que luego de atravesar el pueblo de Pokhara, conduce hasta el aeropuerto.

Los lugareños se congregaron a lo largo de la ruta, dando evidentes muestras de pesar y simpatía.

La tripulación de la máquina demoró su vuelo hasta la llegada de los viajeros.

Mientras que Ibáñez, era instalado en el interior del avión, uno de los pilotos hizo entrega a Iñarra-Iraegui, de un telegrama dirigido a nuestro jefe y proveniente de Buenos Aires. Trajo la noticia de que pocos días antes, había nacido su hijo, acompañado por los cariñosos recuerdos de su esposa, que ansiosa esperaba su feliz regreso.

Ibañez y su esposa en la expedicion invernal al Chañi

 

Beatriz y Paco Ibañez

 

Beatriz y Paco Ibañez, poco después del casamiento

 


A pesar de las molestias experimentadas durante su traslado hasta el avión, Ibáñez, había recuperado el conocimiento. Concluidos los movimientos bruscos del decolaje, propios de una máquina de ese tamaño en una pista tan despareja, y atemperado el ruido de los motores, Iñarra-Iraegui, le comunicó a su compañero y jefe, mientras se asía fuertemente de la camilla para amortiguar los movimientos provocados por el vuelo: Paco, eres padre, ha nacido tu hijo. Betty, se encuentra bien y está esperando tu llegada para presentarte al heredero.

El demacrado rostro del enfermo se iluminó durante algunos instantes, intentó decir algo, pero su exhausta garganta no logró emitir ningún sonido.

Plácidamente volvió a dormirse, como si hubiese estado esperando esa grata noticia! Ruiz, le secaba la transpiración, que brotaba de su despejada frente.

Luego de cuarenta y cinco minutos de vuelo sobre montañas cubiertas de cultivos, el avión aterrizó en el aeropuerto de Katmandú…

La llegada de nuestro jefe era conocida por las autoridades nepalesas por informaciones enviadas anteriormente.

Una ambulancia esperaba al enfermo en el aeropuerto y sin pérdida de tiempo fue traslado hasta el hospital de Nepal, amplio y antigua edificio erigido en el centro de la ciudad, a escasa distancia del palacio real. El rey de Nepal, había dado órdenes para que su médico de cabecera colaborara con el doctor Ruiz, en la asistencia del jefe de le Expedición Argentina.

Todo estaba minuciosamente preparado en ese nosocomio para atender al enfermo.

Una vez instalado Ibáñez allí, se hicieron presentes para ofrecer hidalgamente su colaboración, el primer ministro de ese país, la segunda princesa, el segundo hijo del rey, el embajador británico, el embajador hindú y otras personalidades.

Beatriz y Paco Ibañez

 

Beatriz y Paco Ibañez

 

Gerardo Watzl y Mario Califano al regreso de la ascención al Cerro Tronador en el Refugio Frey en 1955, Río Negro. Foto: Colección Mario Califano
En el aeropuerto internacional de Ezeiza rumbo a Francia junto a s u esposa Betty Ibañez
a relizar el curso de Guia de Alta Montaña

 


Por la noche, Ibáñez, experimentó una acentuada mejoría, podía tomar líquidos sin grandes dificultades y lograba ya mover los brazos.

Se consideró necesario suministrarle oxígeno para facilitar la respiración, tropezando con el inconveniente de que la provisión de ese elemento se había agotado en el hospital.

De inmediato el avión particular del rey de Nepal, voló hasta la ciudad hindú de Patria, para buscarlo.

Resultó alentadora esta espontanea adhesión del gobierno y pueblo de Nepal, ante la afligente situación que nos abrumaba.

El estado de nuestro jefe permanecía sin mayores variaciones aun cuando parecía acusar una ligera mejoría.

Sin embargo, los médicos sabían que no resistiría ninguna complicación que pudiera presentarse.

Al atardecer recibimos el siguiente mensaje, fechado el día anterior: “Paco, ha mejorado un poco, su estado sigue siendo muy grave. Es necesario que viajen todos a esta ciudad para visar los pasaportes, requisito indispensable para entrar nuevamente en le India. Han sido solucionados todos los problemas vinculados con el envío de cargas de regreso a través de la India. Hacemos todo lo posible para salvar a Paco. Firmado Ruiz e Iñarra-Iraegui.

Ignorábamos cuándo podremos cumplir las instrucciones recibidas, ya que el mal tiempo parece ensañarse.
Al día siguiente, no arribó ningún avión, ni recibimos noticias.
Esta espera era exasperante!

El 1 de julio, mientras desayunábamos en nuestro refugio metálico, vemos llegar al gobernador de Pokhara, protegido de la lluvia por un paraguas.
Esta visita no nos sorprendió por cuanto ellas se repetían diariamente.

Gil y Watzl, en su carácter de intérpretes, son los encargados de recibirles y le invitan a tomar una taza de té. El gobernador titubea un poco antes de entrar, lentamente pliega su chorreante paraguas y lo deposita en un rincón.

Se entrecruzaron las clásicas salutaciones, sorprendiéndonos el hecho de que el visitante no acepta el asiento que se le ofrece, ni la taza de té.
Tras referirse a las inclemencias del tiempo y otros temas sin importancia, el gobernador súbitamente dice: Vuestro jefe ha muerto…

A pesar de que muchos de nosotros no entendíamos el inglés, comprendimos inmediatamente lo que el gobernador nos decía.
Gil, que ha quedado paralizado por un instante ante la triste noticia, solicita ratificación a su interlocutor sobre el doloroso informe.

El gobernador, nos dice en voz casi baja: Sí amigos, el Teniente Ibáñez,  falleció ayer en el hospital de Katmandú. Esta mañana, escuche la noticia por radio. Lo siento profundamente…

Gerardo Watzl y Mario Califano al regreso de la ascención al Cerro Tronador en el Refugio Frey en 1955, Río Negro. Foto: Colección Mario Califano
Francisco y Beatriz Ibañez

 

Beztriz despidiendo a Paco, que se iba al Himalaya

 


Gil, con voz entrecortada, traduce palabra por palabra la comunicación del visitante.

Todos nos sentimos como clavados en el lugar en que nos encontramos, nos resistimos a creerlo. No, no era posible que nuestro querido Ibáñez, el alma de la expedición, el hombre pleno de energías hubiese sucumbido; no, no podía ser verdad…

De nuestros labios no sale una pregunta. ¿Para qué? El caballeresco gobernador se retiró en silencio a su residencia, luego de haber expresado su pesar y solidaridad. El silencio reina en el interior del recinto, no podemos reprimir las lágrimas que se desplazan por las mejillas curtidas por lo agreste del clima y el tiempo. Nos miramos unos a otros, no decimos nada; pero pensamos todos en esa joven y brillante vida truncada; en el niño lejano que no conocerá nunca a su padre; en la joven mujer que espera ansiosa a su esposo para mostrarle orgullosa el fruto de su unión; en sus padres; en todos aquellos que depositaron su confianza en él, en sus amigos y también, en nosotros que perdimos al compañero de la niñez y al viril conductor.

Y pensamos entonces: ¿habrá sido en vano ese sacrificio? Jamás lo creeremos. Ibáñez, ha muerto como un héroe, como un hombre que tuvo la decisión de abandonar el camino fácil que sus condiciones personales le ofrecían, su querido hogar, todo en pos de un ideal.

Ese ideal no se ceñía al hecho material de vencer un gigante del Himalaya y cubrirse de gloria, sino que anhelaba demostrar el temple de la juventud argentina y con un elevado espíritu de desinterés marchó a escribir una página brillante en la historia de las más audaces empresas del mundo.

Ibáñez, fue el hombre que interpretó fielmente aquella máxima que enseña: La juventud no ha sido hecha para el placer, sino para el heroísmo.

Bienaventurado será el país que cuente con una pléyade de hombres dispuestos en todo momento a luchas por la elevación de su nivel espiritual, y éste estado de ánimo solo se logra con el desapego por las comodidades vulgares y la fijación de la mirada sobre horizontes de superación ilimitada, acaso inalcanzables, pero que iluminan anticipadamente la futura historia humana.

Con el dolor, se agregó otro nombre ilustre a la nómina de los elegidos que van formando ejemplo y tradición en el Ejército Argentino, forjado en la escuela de virtudes, de tradiciones y sacrificios que impusiera el Gran Capitán de los Andes, el General Don José Francisco de San Martín.

Betty Ibañez con su hijo Guillermo en el campo

 

Beatriz y Guillermo, su hijo, esquiando en las Leñas

 


Después de la pérdida de su esposo

Ibañez había  dejado en Buenos Aires, a Beatriz Im Obersteg de Ibáñez, la  joven de origen suiza, que conoció durante su estadía en Uspallata, su esposa desde el año 1953, y  a su hijo Guillermo Francisco, que nació durante su empresa de concretar el sueño tan ansiado y al que no conoció, aunque  supo de su llegada dos días antes de morir.

Entre el 19 de septiembre al 9 de octubre de 1954, y en honor del Teniente Primero Francisco Gerónimo Ibáñez, se realizaron en el país, los primeros Juegos Infantiles Teniente Primero Ibáñez,

Betty, la querida esposa de Paco, nuestra Betty, dado que pertenecía a la familia militar y de montaña, nos dejó también, el 3 de enero de 2019, para reunirse con Francisco Ibáñez, produciéndose su deceso en  la clínica San José en Capital Federal

Betty, la heroína del Dhaulagiri, heroína por todo lo que tuvo que llevar adelante ante la ausencia de su esposo en el Himalaya, en el Dhaulagiri…en la vida…su ausencia no pasara desapercibida, especialmente en los aniversarios de la Compañía de Cazadores de Montaña 8, donde todos los años se la esperaba con Guillermo, su hijo, para  que con su presencia se recordara la de alguien muy caro a los sentimientos de todo los cazadores, su esposo, el Teniente Primero Francisco Gerónimo Ibáñez, nombre que desde el año 1955, lleva esta subunidad del Ejército Argentino, con orgullo de sus integrantes…

Esa triste noticia, nos fue dada de esta manera  por  Guillermo, su hijo: El corazón de mama dejó de latir, el 3 de enero, y el domingo, 5 de enero de 2019, junto a sus cenizas le dimos el último adiós en la parroquia Santa Rafaela María, en la localidad de Martínez, provincia de Buenos Aires, con una misa y emotivas palabras por parte del padre Hugo.

Querida Betty, que descanses en paz, nuestra heroína del Dhaulagiri, siempre te tendremos presente y no te olvidaremos jamás!

El último adios a Beatriz Ibañez

 

 







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