Historia · Personajes

Biografía de Roberto Busquets Punti

Chileno, montañista y bombero, desde su vocación de servicio supo ayudar a la comunidad

José Herminio Hernández. Montañista, Coronel

Edición: CCAM



Nació en Santiago de Chile, el 29 de abril de 1922, hijo de padre y madre de origen español, cuyos nombres eran Juan Busquets Curó y Rosa Puntí Castañer, ambos oriundos de Ridaura, provincia de Gerona, España. Roberto Busquets, estudió en la Academia Humanista de Recoleta, y después ingresó el Internado Barros Arana en donde dice que pasó uno de los mejores momentos de su vida, haciendo travesuras de cabro chico, y haciendo grandes amigos.

La humildad de Busquets, pareciera ser la característica que más definió a este voluntario honorario, con 66 años de servicio en el Cuerpo de Bomberos de Santiago y 63 en el Cuerpo de Socorro Andino, donde en múltiples ocasiones tuvo que acudir a la montaña al rescate de una persona o en incendios como oficial de su compañía. El  indicaba en su momento que: “Yo no me considero un héroe, ya que lo que hice fue porque me tocó no más y cualquiera hubiera hecho lo mismo”.
 

Roberto Busquets, subiendo por una de las laderas del Dhaulagiri, 1954


Socio del Club Deportivo Unión Española, desde el año 1941 y del Club Andino de Chile, desde el año 1949.
 

Entre sus ascensiones, reconocimientos e intentos en la montaña, podemos citar las siguientes: Entre el 10 y 12 de octubre de 1943, realizó el cerro Piuquencillo, de 4.050 metros, conformando la cordada junto a Hipólito Díaz y con el mismo compañero de cordada, realizó el cerro Valdés, de 3.600 metros. Entre el 31 de diciembre de 1944 y el 02 de enero de 1945, ascendió el cerro Morado, de 5.050 metros, por la ruta Sur, pared de roca y hielo, siendo la segunda ascensión conformando la cordada junto a cinco andinistas perteneciente al Club Andino de Chile y Gaurisankar. Este mismo año 1945, realizó el cerro Leonera, de 4.980 metros, junto a Hipólito Díaz y Tomás Pombo. Entre los días 8 y 10 de enero de 1946, ascendió el volcán San José, de 5.880 metros, conformando la cordada junto a Hipólito Díaz y José Villasante (éste, hasta los 4.800 metros).
 

Las ganas de ser bombero siempre lo llevó en la sangre y es gracias a su hermano Eduardo quien ingresó a la Novena Compañía dos años antes y poco a poco le fue inculcando cada vez más las ganas de pertenecer a esta casa bomberil. Corría el 14 de febrero de 1946, cuando Roberto, tenía sólo 24 años ingresó a la Novena Compañía de Bomberos, ubicada en Compañía con Cummings, lugar que finalmente fue testigo de sus logros deportivos y bomberiles. Desde sus inicios se destacó por ser un líder entre sus pares, los que lo llevó al poco tiempo, el 1 de enero de 1949, a servir con el cargo de Teniente Segundo, ejerciéndolo ininterrumpidamente por cuatro años hasta el 14 de enero de 1953.
 

Roberto Busquets en la montaña


Asimismo, fue en esa época, cuando comenzó a realizar unos de los proyectos más emblemáticos del andinismo nacional, el de fundar el 31 de mayo, el Cuerpo de Socorro Andino, institución que entrega servicios de emergencia.
 

Fue así, como este destacado bombero comenzó a hacer historia en el mundo del montañismo, los cuales no sólo se ven traducidos en la formación de este organismo, sino que también en 1951 cuando subió el cerro Aconcagua, marcando un hito en el deporte nacional al ser el segundo chileno en llegar a la cumbre, acontecimiento que lo llevó en el año 1952, a ser elegido el Mejor Deportista de Chile en la categoría Andinismo y Esquí, claro está que no se había tenido en cuenta, la actividad de alguien que sin pertenecer a ningún club deportivo de Chile y trabajando para el Hotel de Puente del Inca, realizó la primera ascensión para el vecino país, nos referimos al arriero chileno, Mariano Pasten Castro, quien el 8 de marzo de 1934, junto a una expedición italiana, conducida por el alpinista Renato Chabod, coronaron la cima del Aconcagua.
 

El 1ro de diciembre de 1947, intentó con Tomás Pombo, el cerro Catedral hasta el torreón final, pero por falta de clavos no pudieron coronar la cima, por tal motivo se desviaron al cerro Valdés, coronado finalmente la cima de este. Entre los días 7 y 8 de diciembre de 1947, la cordada integrada por Tomás Pombo y Luis Busenius, de la Universidad de Chile, realizaron el segundo ascenso al cerro Del Diablo, de 4.270 metros, por la ruta Sureste. Entre los días 13 y 16 de enero de 1948, realizaron junto a Roberto Busquets, Bernardo Rosales, Carlos Piderit, todos del Club Andino de Chile y Monseñor Baro, Nuncio Apostólico del Vaticano, siendo ésta la primera ascensión. Los participantes anteriormente mencionados y para esa fecha, realizaron además, el Nevado de Olivares, de 5.100 metros, siendo esta la primera ascensión del cerro.

Entre el 13 y 16 de febrero de 1948, Roberto, realizó con Tomás Pombo, el cerro El Plomo de 5.430 metros, luego bajando unos 600 metros del mencionado cerro, realizaron la tercera ascensión del cerro Littoria, de 5.400 metros, debiendo regresar y pasar nuevamente por la cima del Plomo para regresar. También realizaron una cumbre secundaria de la Punta Italia, de 5.050 metros, los mismos integrantes.

Paco Ibañez junto a Busquets, Crivelli y Patrusco en Plaza de Mulas, Aconcagua, 1951

Ana Severino, Roberto Busquets, Patrusco y Paco Ibañez, 1951

Tte. Ibánez, Busquet, Moder Pérez C. En preparativas para iniciar la marcha en Puente del Inca 1951


Entre el 15 y 17 de abril de 1949, acompañaron a Roberto, a conformar la cordada Tomás Pombo, y Bernardo Rosales, realizando la séptima ascensión al cerro Negro, de 5.200 metros; realizando además, la segunda ascensión de los cerros Iver, de 4.900 metros y el Barrentín, de 4.930 metros, también su segunda ascensión. En el año 1951, se trasladó hacia Argentina y realizó con el andinista Edmundo Pérez Crivelli, los cerros San Bernardo, de 4.100 metros y el Mausy, de 4.450 metros, en el sistema del Cordón del Plata, como preparación para encarar el Coloso de América, en una expedición internacional, dirigida y organizada en su principio por Francisco Gerónimo Ibáñez, dado que debió incorporarse a la Expedición Francesa al Chaltén y que luego, ante la ausencia de Paco, se hizo cargo Guillermo Parra; el resto estuvo integrada por Eric Simon, Douglas Moore Ichazo.
 

Los españoles lo consideran más que como chileno, como uno de ellos y opinan que fue el primer hombre de ellos en hacer el Cerro Aconcagua, Roberto Busquets, lo consiguió en su tercera visita a la montaña, el 21 de diciembre de 1951.
 

En el año 1952, realizó la primera ascensión del cerro Cencerro, de 5.100 metros, como parte de una exploración para intentar el cerro Mercedario, de Argentina, conformando la cordada junto a Salvador Ledda, del Club Andino y Pedro Beutler, del Club Alemán. En enero de 1953, realizó la ascensión al cerro Mirador del Morado, de 4.200 metros, junto a Bernardo Rosales, con quien coronó la cima y Tomás Pombo, que los acompañó hasta los 3.600 metros.
 

Roberto Busquets, con su testimonios chileno en las manos de los sherpas y en las suyas. Expedición al Dhaulagiri 1954

Primera Expedición Argentina al Himalaya 1954, a la derecha abajo sentado Roberto Busquets


El general Perón, como presidente de la República Argentina, fue en una visita oficial a Chile, en el año 1952, y allí comentó que harían una expedición al Himalaya. Él dijo que invitarían a un chileno y respecto a esto Roberto Busquets, nos relataba: Yo tenía el premio al mejor deportista en esquí y andinismo. Además, había conocido a Ibáñez en el Aconcagua. Así fue que, cuando llegó la invitación de Perón a la Federación de Andinismo de Chile, me eligieron a mí. Fue una suerte.
 

Se trataba de una expedición argentina financiada por el gobierno del presidente General Juan Domingo Perón e integrada por once montanistas, entre ellos: el Teniente Francisco Gerónimo Ibáñez, Gerardo Waltz, Alfredo Magnani, Jorge Iñarra-Iraegui, Fernando Grajales, Miguel Ángel Gil, Dinko Bertoncelj, Hugo Benavides, Felipe Godoy, Antonio Ruiz Beramendi y el chileno Roberto Busquets.
 

Busquets, tenía 31 años cuando partió a Nepal. El objetivo era conquistar el Dhaulagiri, hasta entonces sólo intentado por franceses y suizos, quienes aseguraron que era casi imposible subirlo. La expedición fue enorme para la época: llevaban casi 13 toneladas de equipo y en un momento llegó a estar compuesta por 370 personas, cuando los sherpas y los coolís, se sumaron para transportar los equipos desde la ciudad de Pokhara hasta el campamento base, a 3.600 metros, en una caminata que duró 18 días. En la marcha de aproximación y buscando y explorando la ruta que iban a seguir para atacar el Dhaulagiri, ascendieron un cerro virgen de 5.100 metros, que bautizaron el Pampa Peak siendo al cordada integrada por Jorge Iñara-Iraegui, Alfredo Eduardo Magnani, Antonio Ruiz Beramendi, Roberto, en mayo de 1954.
 

El compañero y amigo Alfredo Eduardo Magnani, en su libro, Argentinos en el Himalaya, nos decía: Es tradicional el afecto que une a los andinistas de Argentina y Chile, para quienes la cordillera no es un accidente divisorio sino, por el contrario, un pedestal al que se encaraman los montañeses de ambas pendientes para abrazarse en el sinceramente.
 

Primera Expedición Argentina al Himalaya 1954. Roberto Busquets con banderines de Chile


Muchas emocionantes páginas en la historia del andinismo han escrito conjuntamente chilenos y argentinos; la cumbre en especial del Aconcagua, en especial ha sido escenario de victorias logradas en rudo esfuerzo común.
 

Esta circunstancia no era desconocida por el General Perón, quien sugirió que integrara la Expedición Argentina, un andinista chileno, sujeto a los mismos derechos y obligaciones que los demás, es decir, considerado en absoluto plano de igualdad.
 

Cursada la invitación a la federación de Andinismo de Chile, ésta designó a un hombre de larga actuación cordillerana, profundo conocedor de los secretos de la montaña, gran amigo de sus colegas argentinos, y dotado de una clara conciencia de su responsabilidad.
 

Fue así que el alegre Roberto Busquets, de treinta años, el viejo amigo tan apreciado por su animoso espíritu  y sus extraordinarios dotes de montañés, ingresó a nuestro grupo.
 

Esta adquisición fue valiosa. En Busquets se encontró al compañero integro, trabajador incansable, uno de esos hombres dotado de un sentido singular del humor que los permitió aliviar con sus inesperadas ocurrencias las situaciones más difíciles.
 

Pasó a ser el Sahib chileno, en la remota India.
 

Como yo era invitado no podía pedir nada, contaba Busquets. Tenía que organizar todos los campamentos, llevar cargas como bruto, pero no estuve en el primer grupo de ataque.
 

Roberto Busquets en el tren a Nepal. Primera Expedicion Argentina al Himalaya, Dhaulagiri 1954.

Foto: Colección Roberto Busquets

Roberto Busquets con la cámara, al fondo las provisiones de la expedición.

Primera Expedicion Argentina al Himalaya, Dhaulagiri 1954. Foto: Colección Roberto Busquets


El asalto a la cima se atrasó por distintas razones. El Teniente Ibáñez había sufrido una neumonía y, además, el clima estaba empeorando: habían escuchado por radio que el monzón estaba a tres días de llegar. El 1 de junio de 1954, Waltz, Magnani y dos sherpas intentaron el asalto a la cumbre. Para eso, la expedición había tenido que dinamitar con 28 explosiones de TNT una muralla rocosa casi vertical, hasta donde habían llegado los suizos el año anterior, para poder instalar el campamento 6, a 7.200 metros. Desde allí, Waltz y Magnani, ascendieron y vieron la cumbre, distante a unos 100 metros. Pero no pudieron alcanzarla; en su jornada los había encontrado la noche, comenzaba un temporal y un sherpa se había golpeado la cabeza. Por eso, exhaustos, tuvieron que regresar.
 

Ibáñez, permanecía en el campamento 7, a 7.600 metros. Cuando sus compañeros llegaron, descendió a 7.200. Pero había perdido sus crampones. Ibáñez, mandó al resto a buscar otros crampones y se quedó solo, sin decirle a nadie lo que le pasaba: sus pies se habían congelado.
 

Mientras tanto, Busquets, esperaba con Grajales a 6.700 metros de altura. Cuando llegó el equipo desde arriba, mandó a dos sherpas a dejarles los crampones a Ibáñez. Salieron a las tres de la mañana. A las ocho, Busquets, se asomó y vio que sólo habían subido cien metros.
 

Entonces dije: estos sherpas no llegan, vamos para arriba. Pero ahí Grajales me dijo que le habían prohibido pasar los 7.000 metros, porque tenía una dolencia al corazón. Entonces tuvimos que bajar a buscar gente. Nadie sabía cómo estaba Ibáñez. Bajé a buscar un par de sherpas buenos, porque yo solo no iba a ir. Qué sacaba: Ibáñez era un gallo de un metro noventa y pesaba 100 kilos. Él se había quedado a morir. Sabía que no lo iban a sacar, porque ya no había gente.
 

A 6.100 metros de altura, Busquets, recordaba haber tenido la conversación más espeluznante de su vida. Debía convencer al doctor Ruiz Beramendi, un hombre menos preparado para la montaña, para que lo acompañase. Le dije al médico: si yo encuentro muerto a Paco no hago nada por bajarlo, nos podemos ir todos al hoyo. Pero si está vivo, hay que traerlo. Y si está muerto, yo soy chileno: ¿tú crees que en Argentina me van a creer? Eres el único que puede atenderlo.
 

Partieron con dos sherpas a la mañana siguiente. Busquets, fue el primero en llegar. Cuando vio a Ibáñez, lo único que éste hacía era mover la mano. Estaba adormecido: llevaba cuatro días ahí. Tenía las piernas como mármol. Pero Paco era un atleta y dijo: yo puedo caminar. Lo levanté, le puse una cuerda en la cintura y la amarré detrás de una roca por si se caía. Y se cayó. Quedó colgando. Ahí le dije: Paco, tenemos que irnos.
 

Entonces metieron a Ibáñez dentro de un saco de dormir, y sólo le dejaron la cabeza afuera. Busquets, se amarró a él con dos cuerdas y le pidió a los sherpas que lo dirigieran en la bajada. El doctor venía 30 metros más atrás, exhausto. La bajada por el desfiladero fue lenta y terrible. Cuando llegó la noche, tuvieron que improvisar un campamento. Había 20 grados bajo cero. Al rato, el doctor comenzó a llorar. Me dijo que había perdido los pies. Lo miré y vi que estaba con los crampones y zapatos, congelado. Se había dormido con todo puesto. Me saqué el cinturón y le empecé a azotar las piernas. Al amanecer empezó a gritar de dolor: le estaba entrando la sangre. Sus pies se habían salvado.
 

Roberto en un descanso con los sherpas. Expedición Argentina al Dhaulagiri, 1954

Primera Expedicion Argentina al Himalaya, Dhaulagiri 1954. Comiendo en el campamento Base, a la derecha Roberto Busquets. Foto: Colección Roberto Busquets


Finalmente, el grupo logró llegar con Ibáñez al campamento base, pero éste estaba malherido. Había que llevarlo urgente a un hospital. Para eso, era imprescindible que un avión lo recogiera en Pokhara, la segunda ciudad de Nepal, y lo llevara a Katmandú. Busquets y el telegrafista de la expedición, Miguel Ángel Gil, fueron los indicados para la tarea: tras varios días de caminata llegaron a Pokhara y consiguieron el avión. Pero en el intertanto, Ibáñez, había sufrido la amputación de parte del pie izquierdo. El 28 de junio Ibáñez, voló a Katmandú; pero en el hospital le vino una pulmonía y murió dos días después. Más tarde supe que por la radio del avión le habían comunicado a Paco que su hijo había nacido en Argentina. Él se había casado siete meses antes. Y creemos que entendió, porque cuando le comunicaron hizo una seña, contaba Roberto Busquets.
 

Tras llegar a Katmandú, la expedición voló hacia Nueva Delhi, India. Allí fueron recibidos por varias embajadas. En una de esas reuniones, realizada en la Embajada Británica, el grupo se encontró con Edmund Hillary y Charles Evans, quienes ese mismo año habían intentado sin éxito la cumbre del monte Makalú, otro ochomil del Himalaya.
 

Relataba Roberto que: Ellos sabían lo que habíamos hecho. Evans, me llamó y me pidió que me quedara allí como guía de montaña. Cuando me empezó a decir lo que cobraban, vi que era veinte veces más de lo que ganaba en Chile, fue tentador. Pero hacía seis meses que me había ido de casa. Le dije que le avisaría después si podía.
 

Nunca lo hizo. Busquets, trabajaba con sus hermanos en una fábrica de camisas. Se casó, tuvo tres hijas y luego se independizó.
 

Al llegar a Chile, tras su expedición al Himalaya, Roberto Busquets, fue recibido como héroe. Incluso contó en su oportunidad que, el general Perón lo felicitó por lo que había hecho, y que le ofreció una hacienda en la Patagonia, premio que se negó a aceptar.
 

Busquets, estaba convencido de que la expedición fue un éxito, sobre todo considerando la poca experiencia de sus integrantes en el Himalaya y la altura que alcanzaron.
 

Para él, lo suyo no fue nada de heroico. Es más: no tiene dudas de que su actuar habría sido imitado por sus compañeros, en caso de que le hubiese tocado a él y decía: Si yo hubiera estado arriba en las condiciones de Paco, él habría subido a buscarme. De eso estoy seguro.
 

De todos modos, siguió ligado al montañismo, e integró expediciones a varios cerros en varias oportunidades. Además, estuvo siempre trabajando en la Novena Compañía de Bomberos de Santiago, de la cual fue comandante en distintos períodos.
 

Roberto Busquets, afilando sus grampones

Roberto Busquets, practicando con los grampones. Expedición Argentina al Dhaulagiri, 1954


La prensa de entonces le dedicó varias páginas al heroico rescate que había hecho. El 1 de julio de 1954, El Mercurio destaca la amistad entre Busquets e Ibáñez: La gran amistad que los unía tuvo su póstuma expresión cuando Busquets, bajó sobre sus hombros a Ibáñez, en un desesperado esfuerzo para brindar la rápida asistencia médica para sus congelados pies. Todo el sacrificio del chileno resultó estéril, ya que Ibáñez, falleció en la mañana de ayer a causa de la gravedad de su dolencia. Ese mismo día, La Tercera Deportes cita al doctor Ruiz Beramendi, el argentino que había bajado con él: Los esfuerzos del chileno Busquets para descender sin ayuda con Ibáñez son actos de una increíble valentía.
 

Sus actividades bomberiles no flaquearon mientras realizaba las escaladas, y el 9 de agosto de 1954, tras la tremenda peripecia realizada en Asia, fue nombrado Teniente Primero de la Compañía, hasta el 8 de enero de 1956, para después asumir uno de los más grandes desafíos que puede tener un bombero: el cargo de Capitán, el cual lo sirvió  en cuatro períodos distintos haciendo un total de nueve años, ocho meses y 25 días, dejando en claro que lo suyo son los techos y los pitones.
 

Este año, realizó la ascensión al cerro Leonera, de 4.980 metros, conformando la cordada junto a Millan Herreros y luego, la ascensión en solitario del cerro Robert, de 5.150 metros, cuando conformaba el equipo de la National Geografic, para realizar la medición del volcán Ojos del Salado.
 

La Medición del volcán Ojos del Salado, que se consideró válida durante muchos años,  fue la que dio a conocer el Club Alpino Norteamericano, a través de las mediciones que realizó el experto andinista Adams Carter. Carter, fue acompañado, entre otros, por el Roberto Busquets. La misión se realizó en pleno invierno, entre el 9 y el 31 de agosto de 1956. Ese mismo año, el carismático Adams Carter, extinto editor del American Alpine Journal, y quien fue varias veces a Chile, con el apoyo de Agustín Edwards Budge, entonces director del periódico El Mercurio, confirmó las mediciones precisas de los pioneros. Junto a su esposa Ann y al topógrafo Peter Weaver, trabajaron en la comarca situada al Noroeste del Ojos del Salado. Terminados sus trabajos, el informe fue entregado al Instituto Geográfico Militar chileno para su verificación, el cual, reconoció que solo podrían tener un error de no más de tres metros. La cifra final de la altitud del Ojos del Salado, quedó fijada en 6.893 metros SNM., que excede mínimamente a la cifra entregada otrora por la Comisión Argentina de Límites (6.880 metros), y a la medición pionera de Riso Patrón (6.863 metros).
 

Roberto Busquets, subiendo en cordada con uno de los sherpas por una de las laderas del Dhaulagiri, 1954

Roberto Busquets durante el ascenso al Dhaulagiri. Expedición Argentina al Dhaulagiri, 1954


En el año 1957, contrajo matrimonio con Antonia Tomás, Roberto Busquets, ha formado su vida junto a esta mujer con quien tuvieron tres hijas, Cecilia, que nació en el año 1958, Ximena, en el año 1960 y Verónica en el año 1963; con quienes ha compartido y vivido sus penas, logros y alegrías que lo han llevado a ser uno de los bomberos y andinistas más destacados de su época, pero a la vez, por su humildad, un personaje del más bajo perfil.
 

En el año 1962, realizó la ascensión del cerro Corona, de 4.130 metros, por la vertiente Noreste, conformando la cordada junto a Ociel González, Bión González, Raquel de González, todos pertenecientes al Club Andino.
 

En el año 1963, ascendió el cerro Paloma, de 4.930 metros, junto a Héctor Camparini. Entre los días 5 al 16 de marzo de 1964, realizó un intento al cerro Mercedario, conformando la cordada junto a Héctor Camparini, Marcial Lewin, Ociel González y José Garnaux; llegando Roberto y Camparini, hasta los 6.300 metros.
 

En el año 1970, ascendieron el Volcán Villarrica, conformando la cordada junto a su amigo argentino y compañero en el Himalaya, Alfredo Eduardo Magnani; dos años más tarde, realizó este ascenso, junto a su hija Cecilia Busquets.
 

Podemos sintetizar que además, entre los años 1945 1965, Roberto realizó ascensiones periódicas de entrenamiento a cerros próximos a Santiago de Chile, entre ellos: el San Ramón, Punta de Damas, colorado, La Parva y otros de similares alturas, llegando a realizar más de 50 ascensiones.
 

Su vasta experiencia bomberil, no solo se desarrolló en el lado activo, ya que desde el 8 de enero de 1979 hasta el 14 de julio de 1980, ocupó el cargo de Director de su Compañía. Fue así como Roberto Busquets fue nutriendo su currículum bomberil con desafíos y logros, que lo llevaron en 1989, a asumir como Segundo Comandante del Cuerpo de Bomberos de Santiago. Fue mientras ocupaba este cargo, cuando desarrolló diversas actividades en pro del deporte de los voluntarios, llevando a cabo un campeonato de natación y la recordada Corrida Bomberil Nocturna, que se hizo durante tres años, a las doce de la noche y los participantes debieron correr un circuito callejero de alrededor de diez kilómetros, pasando por diversos cuarteles de bomberos. Las experiencias vividas en la montaña y en los incendios, llevaron a este hombre, a destacar dos características que las desarrollo y que se entremezclaron entre sus dos grandes pasiones. La primera decía el propio Roberto, que es la experiencia que entrega tanto en el andinismo como los siniestros y expresaba que: En los incendios, sobre todo como Comandante, yo nunca o casi nunca me iba por el frente, sino por los costados y así me hacía una visión de todo. En la montaña nunca escalaba por la parte frontal, sino que por los lados ya que es más fácil. La otra fue con el trabajo en equipo y la cooperación que debe existir entre todos. Y decía: En la montaña si uno no se apoya en su compañero está muerto. Lo mismo ocurre en los bomberos donde la colaboración mutua es vital y necesaria sobre todo en las emergencias.
 

Roberto Busquets en un campamento de altura en el Dhaulagiri. Expedición Argentina al Dhaulagiri, 1954

Dhaulaguiri 1954


Entre el 20 y 21 de marzo de 1982, realizó un intento al cerro El Extraviado, de 4.100 metros, conformando la cordada junto a Sergio Kutsman y Ernesto Ferster, por una ruta en muy malas condiciones, por el terremoto de Las Melosas, lo cual tuvieron que realizar grandes rodeos para alcanzar la cuchilla final, lo cual quedaron a pocos metros de la cima, no pudiendo coronarla.
 

Entre sus intentos y exploraciones que el propio Roberto Busquets, nos relata de su haber en la montaña, podemos mencionar: En el año 1944, intento de ascensión al Marmolejo, de 6.100 metros, subimos hasta los 5.700 metros y por causa de desconocimiento técnico y falta de experiencia, debimos bajar; la cordada estuvo integrada por Francisco Carduz, Juan Pla y Roberto Busquets. En el año 1945, fue al Tupungato, entre el 1 y 12 de febrero, la cordada estuvo integrada por seis andinistas del Club Andino y Roberto, llegando hasta los 3.800 metros dado al intenso temporal, que los mantuvo en el campamento base por una semana. En los años 1946 y 1947, en la estación invernal, realizamos dos intentos más al cerro Plomo, preparándose el ascenso en excursiones de fin de semana, con depósitos de abastecimientos y equipo de reserva, aun así el tiempo no nos permitió arribar a la cima; el intento se realizó en los meses de agosto y septiembre de cada año. En el año 1945, intentamos el volcán San José, pero la última jornada la hicimos muy larga y nos agarró la noche y llegamos hasta los 5.600 metros y regresamos sin coronar la cumbre, la cordada la integrábamos Hipólito Díaz, Tomás Pombo y yo.
 

En el año 1946, realizamos dos intentos al cerro del Diablo, de 4.270 metros, buscando la ruta de acceso y tratando de coronar su cima aun no coronada, en diferentes fechas, con Sergio Moder, Jorge Moder y yo. El Littoria, de 5.400 metros, ascendido en el año 1937, por los italianos, intentamos su coronación en el año 1946, entre el 6 y 8 de enero, junto a Tomás Pombo y en la segunda oportunidad junto a Alejandro Fergadiot, Hipólito Díaz, Tomás Pombo y yo; en el primer intento se nos hizo de noche y en el segundo nos agarró un temporal y tuvimos que desistir en el ascenso. En el año 1948, intentamos la Punta Italia, pero uno de la cordada se sintió mal y desistimos seguir.
 

Roberto Busquets junto a sus compañeros en el segundo campamento. Primera Expedición Argentina al Himalaya de 1954

Roberto Busquets apuntalando la carpa sobre la ladera del Dhaulagiri. Expedición Argentina al Dhaulagiri, 1954


En enero de 1949 hicimos un intento al Aconcagua, llegamos hasta los 6.700 metros y equivocamos la ruta de ascenso y el desgaste prematuro nos obligó a regresar; formábamos la cordada Bernardo Rosales, Tomás Pombo y yo; mientras que en diciembre de ese mismo año, hicimos otro intento, pero nos agarró un gran temporal y a los 6.400 metros regresamos, en esta oportunidad lo estaba intentando con Jorge Moder.
 

Entre el 22 y el 31 de enero 1950, buscaron la cordada integrada por Tomás Pombo, Francisco Carduz y yo, buscando con la exploración desde el lado chileno, desde los valles de acceso a esta zona. Se pasó el límite argentino-chileno, en 6 oportunidades, hasta encontrar una ruta posible. Muy mal tiempo, después de varios días de espera y planificar la ruta, hubo que desistir, se exploró hasta los 4.400 metros, lamentablemente, tuvimos que replegarnos. Lo mismo pasó en el cerro Loma Larga, de 5.420 metros, llegaron hasta los 5.050 metros la cordada integrada por Bernardo Rosales y yo, por un temporal que nos hizo replegarnos.
 

En marzo del año 1952, realice otro intento al cerro Mercedario, llegando a los 6.500 metros, pero a causa del viento huracanado tuvo que desistir la cordada integrada por Salvador Ledda, Pedro Beutler, del Club Andino, junto a Roberto. En el año 1954, formé parte de la Primera Expedición Argentina al Himalaya; yo forme parte de la segunda cordada, que no intentó cumbre; llegue cargado en varias oportunidades hasta los 7.200 metros. 10 argentinos, un chileno, 15 sherpas, 400 coolis. Murió 1 y 14 resultaron heridos con congelamientos.

En agosto del año 1956, formé parte de la Expedición Norteamericana de la National Geographic, para medir definitivamente el volcán ojos del Salado, al cual hacia poco se le había dado una cota de 7.200 metros, lo cual, lo hacia la cumbre más alta de América. Fuimos en invierno, en agosto de 1956, más de un mes en la montaña, haciendo triangulaciones. Participamos: Adams Carter, Ann Carter, el ingeniero Peter Weaver y yo, con el solo apoyo de un Jeep y un tráiler, se subió la cumbre Robert y otras cumbres, cumpliendo con la labor impuesta.
 

Descansando en una arista. Expedición al Himalaya, 1954. Foto: Colección Roberto Busquets

Roberto Busquets, descansando en una arista. Expedición al Himalaya, 1954

Roberto Busquets, en la entrada de una cueva de nieve en un campamento de altura.

Expedición al Himalaya, 1954


En el año 1973, se hizo una exploración a los cerros Littoria y Altar; se hizo campamento en el ventisquero Olivares a 4.400 metros, entre los dos cerros, para explorar la posible ruta Noroeste del Altar y tratar de repetir italiana al Littoria; pero a causa de que rodó nuestra carpa con el equipo, perdiéndose y provocando nuestro regreso, siendo la cordada constituida por Francisco Carduz, Claudio Maier, Alfredo Magnani y yo.
 

En el año 1976, intentamos con Alfredo Magnani y yo, el volcán Puntiagudo, cerro parecido al Cervino, solo que tiene rocas en descomposición, pero a causa que elegimos una ruta equivocada y por el mal tiempo debimos retornar, luego de dos días de espera.
 

Forme parte como fundador y miembro honorario del Cuerpo de Socorro Andino, organismo de la federación, que tiene como objetivo auxiliar a los accidentados o perdidos en la montaña. Era absolutamente voluntario y sus miembros pagaban cuotas mensuales para mantener el servicio. Antes de que fundara este organismo, había un grupo que salía a petición de las autoridades en misiones de socorro.
 

En el año 1951, recibí el premio como mejor deportista en las especialidades de Esquí y Andinismo, que en ese tiempo era una sola federación la que nucleaba a estos deportes. Era un premio que otorgaba el Círculo de Cronistas Deportivos.
 

He sido miembro honorario de la Federación de Andinismo de Chile y Consejero de la misma y la Unión Deportiva Española me nombró socio vitalicio.
 

En cuanto al esquí, competí en varias oportunidades representando a la Unión española, en casi todas las carreras del calendario oficial, con cierto éxito. Gané una carrera de la Tercera Categoría y otra de la segunda oficial. Además de otras carreras del Inter Club, entre los años 1943 y 1959.
 

Debo resaltar que todas las excursiones que realicé fueron financiadas por nosotros, ya que en esa época no existía ayuda de ninguna especie, de parte de los clubes o federaciones.
 

Puedo realizar un cómputo o resumen personal de mi vida como montañés desde que me inicie hasta el año 2003, lo cual en estos más de cincuenta años de actividad deportiva podría separarlas en tres etapas:
 

Roberto Busquets, junto a un coolis, camino al campamento base del Dhaulagiri, 1954

Roberto Busquets, junto a un sherpa. Expedición al Himalaya, 1954


En la primera etapa, fue la mis inicios, cuando estudiaba y los sábados trabajaba hasta las 20,00 horas, esto me obligaba a salir a esa hora, tomar un tranvía que nos dejaba a 6 kilómetros de la montaña cercana a Santiago. Continuábamos a pie y empezábamos a subir hasta las 02,00 horas, dormíamos hasta las 05,00 horas, llegando a la cumbre del cerro Ramón o Punta de Damas, a las 14,00 horas. Esto lo hicimos todas las semanas hasta el año 1943. Nuestro equipo eran: zapatos dados de baja del ejército que nos duraban una excursión más y mantas. En Chile no había equipos de montaña. En el año 1943, conocimos a un alpinista español, Francisco Carduz refugiado en Chile, que tras la Guerra Civil Española, emigró a nuestro país. Era técnico Mecánico y nos fabricó grampones y piolet de hierro dulce  semitemplados, que luego había que esmerilar las puntas para sacarle filo, y luego de cada salida se debía realizar el mismo trabajo; también nos confeccionó una carpa de alta montaña. Además, más de una vez nos acompañó en algunas salidas. Nuestro fiel agradecimiento por todo lo que nos brindó. Ya semi equipados, con zapatos de suela lisa, a los que se colocaban los tricones de hierro, para evitar que derraparan en el hielo (actividad esta que también la realizó Carduz), subimos nuestra primera alta montaña, El Piuquencillo de 4.050 metros, aproximadamente.
 

La segunda etapa, la iniciamos sin contar con alguien con experiencia que nos guiara, siendo nosotros nuestros propios instructores. Habíamos conseguido un mapa de la zona o región Central de la montaña y esto fue de una gran ayuda y subimos algunos cerros como el Morado, el volcán San José e intentamos el Aconcagua; exploramos el Cerro Mercedario en dos oportunidades y el tercer intento pude hacer cumbre, la primera desde Chile.
 

La tercera etapa, la hice con más experiencia y con equipos que había comprado proveniente del extranjero, lo cual me dio mayor seguridad y capacidad y confort, siendo ya abandonado por mis primeros compañeros de cordada, convirtiéndome en profesor de las nuevas generaciones de amigos con los que salí a la montaña. Debo  agradecer la invitación de dos grandes maestros chilenos que destacados y reconocidos a nivel nacional, Carlos Piderit, hombre ya maduro y Alejandro Fergadiot; de ambos aprendí técnica, planificación, ejecución y calma, sentí mucho no haber podido contactarlos antes, me habría evitado varias frustraciones, debido a mi obligada aceleración en lograr una cumbre, tal vez en mi juventud no habría podido acompañarlos porque mi trabajo siempre me exigió dedicación exclusiva y siempre mis salidas laborales obligadas fueron en semana santa o fiestas patrias (3 días cada una) o las más largas aprovechando mis vacaciones.
 

Después de los treinta años supe que había cambiado, que había adquirido la calma y la paciencia, que nunca tuve en mi juventud, de esperar 2 días en una carpa o cueva en la nieve, para que termine el temporal o esperar hasta que cediera el fuerte calor solar, antes de atravesar una zona larga sospechosa de avalanchas; que feliz me sentí entonces de poder gozar mientras subía de la plenitud del paisaje, que antes casi nunca tuve tiempo de admirar.
 

Nunca tuvimos un aporte exterior. Todos nuestros proyectos fueron financiados por los andinistas que formaban el grupo. Actuábamos con entusiasmo sin compromiso contraído de asegurar el existo.
 

Integrantes de la Expedición Argentina al Dhaulagiri en Nepal al regreso de la misma, 1954. Colección: Roberto Busquets

Integrantes de la Expedición Argentina al Dhaulagiri en Nepal al regreso de la misma, 1954. Colección: Roberto Busquets


La culminación de mi deporte fue que ante una invitación de la Federación Argentina, para que un andinista chileno acompañara a la expedición argentina al Dhaulagiri, en los Himalayas, fui designado para integrar la misma. Tuve el honor de compartir con diez andinistas argentinos durante 6 meses, las alegrías, éxitos y muerte en Nepal. Permanentemente seguimos viéndonos y realizando reuniones de recuerdos y nos hemos considerados verdaderos hermanos. He tenido muchas suerte en elegir ser montañés y lograr juntar tantos amigos!    
 

El 05 de agosto de 2004, recibió en la Compañía de Cazadores de Montaña 8, Teniente Primero Francisco Gerónimo Ibáñez, en Puente del Inca, el Cóndor Dorado Honoris Causa otorgado por el Ejército Argentino, en la fiesta del Día del montañés, juntamente con todos los demás integrantes vivos de la Primera Expedición Argentina al Himalaya, del año 1954.
 

Roberto, tuvo algunos años finales de su vida complicado con su vista la que había perdido hacia algunos años, siendo sus familiares íntimos, es decir su esposa e hijas, los lazarillos para que él se moviera.
 

Fue un hombre sencillo, humilde, desprendido, de un fino humor, de una gran alegría, buen compañero de montaña y un amante de sus dos pasiones: la montaña y el servicio a la comunidad como bombero.
 

Nos relata el recuerdo de su padre y nombre de las tres hijas, Cecilia, la mayor, que nos decía: Roberto, en todos los ámbitos de su vida fue  un hombre bueno, honesto, sencillo y  alegre. 
 

Un caballero en todo el sentido la palabra, con un gran sentido de responsabilidad y altos valores éticos y sociales. 
 

Dentro de sus principales características destacaba su alegría y sociabilidad. Gozaba de un gran sentido del humor y una visión optimista de la vida, lo que le ayudaba a encontrar soluciones innovadoras y creativas en los tiempos difíciles o situaciones complejas. 
 

Destacó siempre por su amor al deporte, su gran vocación de servicio y su permanente disposición para ayudar a los demás. Eso lo llevo a tener muchos amigos y conocidos y pertenecer a diferentes instituciones voluntarias, donde pudo contribuir desempeñando diferentes funciones y cargos.
 

Fue un hombre de familia, permanente protector de los suyos y el mejor amigo de sus amigos. Eran muchos los que recurrían a él en busca de ayuda, orientación, consejo o quizás sólo una buena conversación. 
 

En la afueras de Mendoza en una propiedad que tenían los Magnani en Lunlunta. Foto tomada en ocasión de una de las reuniones de todos los integrantes de la expedición al Dhaulagiri 1954. De izq. a der.: Godoy, Gerardo, Dinko Bertoncelj, El Dr. Ruiz Beramendi, Busquets, Tito Magnani y Grajales. Foto: Archivo del CCAM

En la afueras de Mendoza en una propiedad que tenían los Magnani en Lunlunta, 1968.
Foto tomada en ocasión de una de las reuniones de todos los integrantes de la expedición al Dhaulagiri 1954.
De izq. a der.: Godoy, Gerardo, Jorge Iñarra, El Dr. Ruiz Beramendi, Busquets, Tito Magnani y Grajales. Foto: Archivo del CCAM

Roberto Busquets durante una entrevista. Foto: Archivo del CCAM


Como padre de familia, fue un padre extraordinario. Tuvo siempre una gran presencia con su figura amorosa y protectora. Fue un padre divertido, entretenido y preocupado de cada una de nosotras. Incluso en sus últimos años, cuando ya no podía ver, se las arreglaba para estar cuando necesitábamos apoyo y era el primero en ir a celebrar algún éxito familiar. 
 

A nosotras, sus hijas nos regaló  una infancia plena de sueños y aventuras.  Nos enseñó a ser curiosas, a amar la naturaleza, a gozar con lo sencillo de la vida, a disfrutar con la brisa fresca de la montaña y privilegiar el éxito del equipo por sobre el individual. En nuestra familia éramos y somos aún, una cordada.
 

Cuando los años le fueron quitando la vista, con una  destreza destacable para su edad, aprendió a vivir en la oscuridad y doblegó el dolor de esa pérdida con la alegría que siempre lo caracterizó. Contaba chistes de ciegos, les decía a las mujeres que no podía ver pero si podía tocar.  Conocía de memoria los recorridos más usuales, reparaba los artefactos de su hogar utilizando el tacto y daba charlas de sus expediciones con la ayuda de su mujer Antonia, que estuvo a su lado en cada momento de su vida.
 

Murió en 21 de agosto de 2012, en Santiago de Chile, siendo muy sentido no solo por sus familiares sino también, por la comunidad y por aquellos montañeses que lo conocieron, por su valor humano y por su humildad.

El 9 de septiembre de 2016, se inauguró el gimnasio Roberto Busquets Punti, en la localidad de Yungay, en la Bomba del mismo nombre, en su honor por todo lo que le había entregado a la comunidad.
 

Inauguración del Gimnasio Roberto Busquets, su esposa Antonia en medio de los presentes. Foto: www.bombayungay.cl

Placa del Gimnasio Roberto Busquets, Chile. Foto: www.bombayungay.cl

 


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