¡El cielo más que feliz, ha llegado a las cumbres celestiales un gran maestro, Juan Bautista Barrientos! Un luchador y amante de la montaña, fue suboficial mayor del ejército e instructor de montaña de muchas generaciones de militares y un inspirador y maestro del montañismo en niños y jóvenes del sur argentino
Juan Bautista Barrientos, un inspirador de montañistas
Por José Herminio Hernández. Montañista, Coronel (RE)
Restauración Fotográfica: Centro Cultural Argentino de Montaña, Natalia Fernández Juárez
Nació en la localidad de El Bolsón, una ciudad argentina ubicada en la región patagónica, en el extremo Suroeste de la provincia de Río Negro, y en medio de un paisaje de montañas, bosques de coníferas, ríos y lagos, el 20 de junio de 1928. Su padre Alberto Barrientos y su madre, Ester Lara, ambos de origen argentinos. Era muy chico aún, cuando quedó huérfano de madre y luego, de su padre, quedando al cuidado y educación de su abuela, durante casi toda su infancia. Fue en esta época que, movido por la curiosidad de lo que había en las cimas de los cerros aledaños al pueblo, empezó a conocer los secretos de sus sendas y disfrutar del paisaje desde la cumbre de los cerros.
Nos relataba Mariana Tossoni, respecto a nuestro biografiado: La vida parecía deslizarse por la cómoda rutina, más o menos placentera, más o menos inquietante, y de repente en oleadas suaves o profundas emerge desde el alma la necesidad del cambio o el mundo externo nos enfrenta a él. Sin importar el aspecto bajo el cual se presente la vida, ya no sería lo mismo para Juan Bautista, no sería el mismo. La ausencia de quienes le dieron la vida, era la falta que Dios había decidido junto con él, antes de nacer; prometió entonces que aún así, él sería quien había prometido ser, y desde entonces, comenzó a latir.
Una brisa de invierno trasladó como una inmensa ráfaga de viento, una alma llena de vida prometiéndole seguir su camino a pesar de la falta de protección que en el existía. Aquel ser, Juan Bautista, había nacido, en un paraíso, llamado El Bolsón, donde la vida se posó sobre sus brazos como rojos frutos de inmensa pureza dejándolo en sus primeros pasos sin calor.
Sus padres habían marchado, para jamás regresar, pero en su camino existía aquel ángel a quien llamó abuela.
Juan Bautista, comenzó a dar sus primeros pasos junto a su abuela María Barrientos, quien desde ese momento, quiso con el alma que la vida de aquel ser, fuera diferente; fue entonces cuando decidió tomarlo entre sus brazos y mostrarle que aún existían otros paraísos que conocer y como una protectora, lo llevó hacia aquel lugar lleno de árboles verdes, de flores mágicas, llamado Esquel.
Comenzaron sus primeros años de vida, aquel niño se deslizó en aquellos senderos sin saber que el destino le deparaba aún más pruebas que superar.
Transcurrieron los años de su infancia, la escuela, vendiendo algo por ahí, para ayudar a la abuela y por azar que no intentó comprender, aquel ángel que lo protegió durante 12 años de vida, decidió aquella tarde marcharse entre aquellos árboles verdes que alguna vez le había mostrado con tanto amor.
Con tan solo 12 años, Juan Bautista, quedó al cuidado de su tío José Remigio Barrientos, (de profesión albañil, que participaba en la construcción del Regimiento de Esquel), en ese entonces el Regimiento de Infantería 21, sito en aquella época en Esquel, que realizó en ese época una convocatoria para entrar en la Banda de Música del Regimiento. Fue así, que ingresó como voluntario a la Banda, convirtiéndose entonces en el nuevo “Tambor de Tacuarí”, de la Banda militar. Desde aquel tiempo a esta parte y en el porvenir que existe en su alma de sueños, siguió el camino hacia la verdad que lo abrigó desde entonces. Con los sueños a flor de piel y sus ganas de vivir, fue progresando en el camino y enseñándose a sí mismo, que no abrían obstáculos para llegar a la cima. Quizás, que esa impronta que le dio la vida en su niñez, esas carencias de afectos y de conocimientos, fueron el estímulo que no olvidó jamás, para volcarlo en su madurez, a brindar sus conocimientos y sus afectos a los niños que formó como instructor en la Escuela Municipal de Montaña de San Carlos de Bariloche, años más tarde, en su madurez.
Nos seguía con su relato, Mariana Tossoni: Con 14 años fue voluntario de la banda, aprendiendo la profesión de músico, donde al poco tiempo lo confirmaron como Cabo del Ejército, y siendo Trompetista, además de Tambor. Sin dejar que la vida le fragmento sus sueños en indescifrables laberintos, que no entiendan de razón, a los 16 años, decidió seguir conociendo los paraísos existentes, llegando como aquel arte de bailar al valle de sueños y calor, de fríos y plumas de cisne, cayendo desde el cielo, al lugar donde desde aquel día fue y será, para jamás marchar; aquel lugar, en ese entonces desconocido, donde las montañas rodean el lugar, donde los rincones son cofres que descubrir, donde el agua, es quien nos invita a sonreír, donde el sol, alumbró sus ojos para siempre, donde Dios, parece que eligió el lugar para vivir pero con tanto trabajo, todavía no ha podido llegar, ese lugar llamado San Carlos de Bariloche, fue el principio de su futuro y la calidez de su horizonte a seguir.
Nos contaba el propio Juan Bautista Barrientos, para llegar a la montaña, en sus años de niñez: Solía aproximarse a la base de los mismos en una vieja bicicleta, que ocultaba entre los arbustos para evitar la tentación de los lugareños; allí practicaba en solitario el ascender, largar la vista al infinito y regresar con sus pupilas llenas de paisajes y sueños.
A los 14 años, y a pesar de su edad, pensó que su vocación era intentar el ingreso a esa edad en el Ejército Argentino, empujado por el asesoramiento de su tío, que lo cuidaba y atendía, en la localidad de Esquel, Chubut; incorporándose como Voluntario de Quinta, confirmándose como tal, dos años después de su ingreso, en el año 1944; dos años pasaron y fue ascendido a Voluntario de Segunda. En el año 1949, fue ascendido a Voluntario de Primera, su pequeño sueldo le permitía disponer de sus necesidades mínimas y soñar con llegar a ser un Suboficial Mayor de la Fuerza, máximo grado en las jerarquías de los suboficiales.
El ambiente de la unidad lo fue formando como soldado músico, también, su carácter y su físico, el cual modelaba con las exigencias que la profesión le exigía; ya como Cabo, rango al que fuera ascendido en el año 1952, fue trasladado a San Carlos de Bariloche, en la provincia de Río Negro. Esta unidad era una de las que se destacaba por realizar cursos y actividades de montaña, actividad esta que el traía desde chico con sus primeras experiencias en El Bolsón, su pueblo natal.
Sus primeros pasos en andinismo, como en esquí, los hizo solo mirando los ejercicios que otros avezados montañistas realizaban, fue así que, en una oportunidad, había una competencia de esquí en la unidad e invitaron a los cuadros, oficiales y suboficiales de la unidad, que desearan participar en la misma, postulándose voluntario para hacerlo, siendo entonces y para sorpresa de todos, el ganador de la carrera.
Nos decía el propio Juan Bautista Barrientos, que: cuando ensayaban al aire libre con la banda del Batallón de Ingenieros, en Bariloche, su mirada se perdía siempre en los cerros aledaños y que durante la semana, cuando iba con su bolsa de rancho al comedor, siempre guardaba comida, la que podía llevarse para en el fin de semana, para poder tener qué comer, cuando se iba a los cerros a escalar.
Se casó con la señorita Tolma Farías, en el año 1953, de cuyo matrimonio nacieron tres hijos; era a ese entonces todavía Cabo músico, con muchos sueños y expectativas de su vida y con esto, ya uno de sus sueños lo había concretado, formar una familia.
En el Batallón de Ingenieros de San Carlos de Bariloche, se hacían cursos de montaña y había mucha relación con los civiles de la localidad, y no escapó en Barrientos, ir conociendo y compartiendo su tiempo con algunos de ellos, que en sus recuerdo traía de su memoria, ellos fueron también sus compañeros de cordada.Podemos entre ellos encontrar a, Teodoro Sifuentes (luego suboficial del Ejército, gran escalador), Otto Weiskoff (artesano y fabricantes de herramientas para la montaña y un gran escalador), el Tcnl Bartolomé Olivieri (Jefe de una de la expediciones en donde Juan Bautista participó, en los Hielos Patagónicos) y el doctor José María Iglesia, Primer Alférez de Gendarmería Nacional, excelente técnico en hielo.
A fines del año 1955, ascendió al grado de Cabo Primero, siguiendo en el mismo destino, el Batallón de Ingenieros.
En su legajo Personal, aparece que el 24 de noviembre de 1957, Juan Bautista, participó de su primer rescate de montaña.Esto ocurrió cuando un avión de pasajeros, se siniestró en el Cerro Pontonero, trabajando durante tres días consecutivos, para evacuar los restos y material que portaba el mismo. A fin de año, diciembre de 1957, ascendió al grado de Sargento, permaneciendo en el mismo destino.
Para esta fecha, ya sus conocimientos de andinismo y esquí, lo convirtieron en un elemento necesario para el dictado de cursos de montaña y fue en uno de ellos, que como instructor, junto con sus alumnos o cursantes, rindió las exigencias para recibir la categoría de instructor de ambas disciplinas de montaña, Instructor de Andinismo y Esquí.
Su carácter firme, pero sencillo y afable con los alumnos, se iban formando con la voluntad y paciencia de los grandes, que con la madurez del tiempo, hizo de él, un ejecutor ejemplar y un maestro tolerante y bueno, que a toda dificultad, disminuía su empeño, con el calificativo diminutivo, que generaba confianza y entrega por parte de los cursantes; los calificativos que usaba era: Vamos a escalar una rutita facilita, sin problemas, uds., tienen que mirar y seguirme… ese trato afable, lo utilizaba también, en la enseñanza del esquí, lo cual, daba al alumno, coraje y confianza.
Participó durante diez días, en el rescate de damnificados por el terremoto en Peulla, Chile, un pequeño puerto lacustre, en la orilla más Oriental del lago Todos los Santos en la comuna de Puerto Varas, región de Los Lagos, para allá fueron varios argentinos, para brindar apoyo a esta localidad, considerado como el mayor terremoto registrado en la historia de la humanidad, ocurrió el domingo, 22 de mayo de 1960, a las 15:11 hora local.
En 6 de junio de 1961, Juan Bautista Barrientos, integró la cordada de la expedición cívico-militar del Club Andino Bariloche, a los Hielos Continentales, en la provincia de Santa Cruz, teniendo como objetivo, efectuar los reconocimientos de la zona con vista a escalar al año siguiente, el cerro Chaltén o Fitz Roy, conducida como jefe de la misma, por el entonces Capitán Bartolomé H. Olivieri, siendo en esta oportunidad, la permanencia en la zona de 21 días. Al regreso, Juan Bautista, participó de un Curso de Esquí, como instructor del mismo. En el mes de diciembre, integró como baqueano y asesor de una expedición irlandesa al cerro Poincenot, permaneciendo en la zona, 61 días.
Al inicio del año 1962, en el período estival, participó de algunas ascensiones en la zona de montaña de Bariloche, escalando entre otros la Torre Principal del Catedral.
El 12 de mayo de 1962, la expedición cívico-militar al cerro Chaltén, se traslada a ese escenario, siendo parte de la misma, Juan Bautista, que la integra como parte de la cordada de apoyo a la misma, que durante 51 días, se estuvo intentando coronar el cerro, pero las condiciones del tiempo, hizo imposible su conquista.
Todo este bagaje de conocimiento y experiencias, que fue logrando Juan Bautista, lo consolidaron como un avezado instructor, y asi nos sigue relatando en sus semblanzas sobre el mismo, Mariana Tossoni: Remontando el tiempo después de sus primeros pasos, después de conocer algunos de los paraísos del Sur argentino, su cuerpo y su alma, estaban preparados para exigirse al máximo, enfrentando los desafíos del deporte. Practicó varios deportes, donde más se destacó en sus años juveniles fue en el ciclismo, pedestrismo, futbol, en este último, integró el equipo de Huracán de ese entonces y después, integró el equipo Perito Moreno, primer campeón de Bariloche; hasta alguna vez, también practicó boxeo, en sus años mozos brilló con el esquí nórdico y alpino, ganando varias competencias que se cruzaron en su camino, aún así seguía trabajando en la banda militar, donde sus días de francos, escalaba cada cerro que se imponía con su mirada; como su exigencia siempre fue la aventura y adrenalina, un día lo pasaron a la especialidad de Baqueano, para que pudiera tener la libertad que su cuerpo le exigía. En el año 1960, ganó el Campeonato de Esquí Nórdico, en el ámbito militar, eso lo llevó a integrar el Equipo Militar de Esquí, para competir en esa especialidad.
En el grado de Sargento Ayudante, cambio de especialidad pasando de músico a baqueano, a partir del 4 de marzo de 1971; esto le permitió permanecer desde ese momento como instructor de la recién creada Escuela de Instrucción Andina, en el año 1964, hasta su retiro con la máxima jerarquía de suboficial.
Formalmente el 10 de enero de 1968, se le otorgó los títulos de Instructor de Andinismo y Esquí; sus ascensos a los circuitos de los cerros que en los cursos de montaña estival se realizaban, lo hicieron un experimentado, curtido, diestro instructor de los mismos, que se dictaba en este instituto; su prestigio y nombre, fue difundiéndose con cada promoción de nuevos instructores que año a año, iban egresando.
Más de cien ascensiones en la zona de montañas (Monte Tronador, Torre Principal del Catedral, Filo Norte en el Cerro López, Campanile Esloveno, Lanín, Copahue, etc) y rutas nuevas en las palestras de práctica, daban cuenta de su dedicación y amor por esta especialidad que había adquirido; no menos importantes fueron los reconocimientos de sendas y caminos para unir los escenarios de montaña, para cada etapa de los cursos que tanto en el período estival como invernal se ocupaban para ejercitar y enseñar en los cursos. Así también, participó en apoyo a otros cursos que se dictaban en la escuela, como los cursos Comandos y Pre-antárticos para todas las fuerzas.
El 3 de julio de 1970, participó en el XXIXno Campeonato Argentino de Esquí Nórdico, haciéndose acreedor del primer puesto de la competencia.
El 27 de marzo de 1971, participó de la Comisión de Rescate, de un andinista, perteneciente al Club Andino Bariloche, fallecido en el cerro Chaltén. Casi un mes después, el 25 de abril de 1971, pasó a integrar la Tercera Expedición Argentina al Himalaya, en el Monte Everest, por un lapso de 179 días.
El 30 de julio de 1972, integró el Equipo Militar de Esquí del Ejército Argentino, en el Campeonato Militar Internacional de Esquí en la República de Chile y luego, en el Campeonato Militar de Esquí del Ejército, en la pistas de Chapelco, en San Martín de los Andes.
El 10 de agosto de 1973, fue designado para desempeñarse como instructor de un curso de montaña y supervivencia dictado por la Escuela de Instrucción Andina a un grupo de Guardaparques de San Carlos de Bariloche.
El 7 de agosto de 1974, participó en el Campeonato de Esquí del Ejército, siendo campeón en la categoría veteranos.
Ya para esta época y por sus ascensiones y actividades de montaña, lucia en su uniforme la máxima distinción del Ejército Argentino, en montaña, el Cóndor Dorado.
El 5 de agosto de 1975, participó en el Campeonato de esquí de Fondo, organizado por la F.A.S.A., prueba de selección para integrar la delegación argentina en los Juegos Olímpicos de invierno en Innsbruck, Austria.
El 18 de noviembre de 1975, se le otorgó el título de Instructor Nacional de Esquí, dado por la Dirección Nacional de Educación Física, Deportes y Recreación de la Nación.
El 20 de diciembre de 1975, fue designado para realizar el Vto Curso Internacional de Cross Country, en Finlandia.
El 22 de noviembre de 1976, es destinado al Comando Antártico para luego integrar la dotación de Base General Belgrano. Asciende al grado de Suboficial Principal, en diciembre de 1976.
Luego, de sus años de experiencia en el Continente Blanco, regresó a la Escuela de Instrucción Andina, siendo unos de los más antiguos y experimentados instructores del instituto, conformando el cuerpo de instructores.
A fines de 1981, ascendió el grado Suboficial Mayor, desempeñándose como instructor de varias generaciones más de técnicos en la montaña, tanto en esquí como en andinismo y escalada.
En el año 1984, integró el cuerpo de instructores que realizaron el primer Curso de Cazadores de Montaña, nueva categoría operacional de Ejército Argentino, siendo el suboficial más antiguo de esta nueva especialidad; dejando la actividad activa militar a fines del año 1985, con su pase a retiro.
Mariana Tossoni, que lo ha llegado a conocer muy bien, continuaba con sus relatos, respecto a Juan Bautista: Con sus manos llenas de inmensa dulzura, su cuerpo repleto de esperanza y experiencias, abrió su corazón al amor y entre tantos recuerdos y vivencias, nació desde su alma la inmensa historia de compartir y vivir junto a Tolma, su esposa. Quienes juntos y de la mano han podido compartir su vida, sus sueños y traer al mundo a tres hijos, dos de los cuales, son ángeles que desde el cielo, lo siguen y los custodian.
Siguió así su espíritu explorador donde sin comprender la razón, donde sin que el corazón disidiera entre tantos viajes, tuvo que dejar crecer a sus hijos sin su presencia bajo la tutela y el afecto de su esposa, propio de la vida del militar. Pasaron los años, entre innumerables anécdotas y experiencias recogidas de la vida, que recién ahora empieza a contar, antes muy reservado y callado, anécdotas éstas tan ricas y maravillosas que cuando se junta con los amigos en algún asado, los presentes quedan admirados de sus relatos. Pasaron los años y en el año 1985, se retiró del Ejército, con 42 años simples de actividad continua y 50 años computados, por zonas desfavorables.
Cerrando los ojos pudo verse pequeño, junto a ese recuerdo trasladó el tiempo a una esquina y sin palabras, ni testigos, emergió desde su alma un nuevo horizonte, llevándolo hacia este lugar la idea de brindar a los niños y jóvenes del lugar, su labor de instructor y maestro de montaña, acompañado de algunos vecinos del Barrio Araucaria, que cuando le expresó la idea, fueron incondicionales colaboradores y expresaron su total apoyo y con casi 50 niños, comenzó a salir a ese escenario de la montaña, primero en la época estival, mientras que doña Tolma, los recibía en su humilde casa, con mate cocido y pan, al regreso de las actividades.
Un día, el canal local, atraídos por un comentario de lugareños, se trasladó hasta la palestra donde filmaron las escaladas de los niños en el cerro Ventana y al termino de ese año, la Dirección de Deportes Municipal, lo contrató para seguir en la actividad con el apoyo del municipio. Se fueron sumando otros instructores y personas mayores, que movidos por esta gran idea, apoyaron la iniciativa de Juan Bautista, entre ellos, Tulio Barrientos, su hijo, y el suboficial Mayor Demetrio Velázquez, ampliándose las actividades; se sumaron el Esquí Nórdico y Alpino, se organizaron campamentos y juegos en la montaña y salidas más empeñativas, acompañándolos más adelante, el profesor Gonzalez y su hermano Diego.
Desde aquellos tiempos a esta parte, la Escuela ha realizado números campamentos, expediciones, ascensiones a cerros y viajes a otras provincias, tales como, Mendoza, Neuquén y Chubut, coronando los cerros Tronador, Lanín, Copahue, Banderita Norte y Sur y la visita al Cristo Redentor.
Por su trayectoria y reconociendo a su labor tanto militar como civil, el Ejército Argentino, bautizó la Palestra cubierta de la Escuela Militar de Montaña, con su nombre y en la Compañía de Cazadores de Montaña 8, Teniente Primero Ibáñez, hay una calle dentro de su predio, que en su honor, se le puso su nombre, por ser el Suboficial con la categoría de Cazador de Montaña, más antiguo del Ejército Argentino.
En julio de 2012, el Consejo Deliberante del Municipio de San Carlos de Bariloche, se reunió para hacer entrega de una distinción al Suboficial Mayor (R) Juan Bautista Barrientos.
Al inicio de la sesión, los ediles reconocieron al destacado deportista Juan Bautista Barrientos, fundador de la Escuela Municipal de Montaña, a través de la entrega de la distinción Premio al Mérito, en reconocimiento por su arduo trabajo deportivo y social que a lo largo de todos estos años ha llevado a cabo en beneficio de los niños y adolescentes de escasos recursos de nuestra ciudad, inculcándoles el amor por el deporte y la naturaleza.
Con mucha emoción, Juan Bautista Barrientos agradeció a los concejales esta distinción, propiciada por Irma Haneck, reconociendo también a quienes lo acompañaron y ayudaron a llevar adelante todos sus anhelos.
Pero su mayor logro como él mismo reconoció hoy en el Concejo Municipal, fue su incondicional entrega al trabajo con niños y adolescentes, inculcándoles el amor por el deporte y la naturaleza. Fue así que en el año 1985, formó el primer grupo compuesto por niños, de entre 9 a 16 años, del Barrio Araucaria con quienes realizó, distintas ascensiones y salidas.
Sin embargo, el premio llegaba en un momento no tan grato para este antiguo y querido vecino de Bariloche, dado que fue desvinculado del cargo de Director de la Escuela, que desempeñó durante años, y sin previo aviso, por esas acciones ingratas de la política, por un lado el agradecimiento a quien fue el fundador de la Escuela Municipal de Montaña y por otro lado, la despedida como tal, según comentarios por su edad, mientras que otros decían, que era para acomodar a un partidario del partido gobernante año 2011.
Como buen soldado apretó las mandíbulas, para poder tragar saliva o el trago amargo de esta mala noticia y sin inmutarse, agradeció y expresó, que: Ahora tendré más tiempo, para compartir con mi compañera y esposa, Tolma, quien a lo largo de mi vida compartió los buenos y tristes momentos y con quien he logrado todo lo que soy; por otro lado, considero que, el desprendimiento de las cosas, nos da la necesaria libertad para seguir la vida y a Dios!
La Escuela Municipal de Montaña lleva su nombre en reconocimiento al compromiso, esfuerzo y trabajo deportivo y social. Fue un ser humano maravilloso que dedicó gran parte de su vida a la enseñanza.
Desde la misma escuela nos decían: Se fue un ser humano maravilloso que dejó una marca en miles de personas que compartieron trayectos de su vida y será responsabilidad de todos que nunca quede en el olvido.
Hay algo que fue incompleto en el bautizo de esta escuela, como es característico a veces en el Sur argentino, olvidar o dejar de lado algo muy importante el reconocimiento a la institución madre a la cual perteneció y quien fue quien formó y educó al suboficial mayor Juan Bautista Barrientos, institución que se demoniza o denigra, solo por intereses impuros y del relato creado por algunos grupos ideologizados y/o políticos.
El 6 de enero de 2022, a sus 93 años, cuando las últimas horas de luz de la tarde se apagaban, también se apagaba la vida de este gran hacedor, Juan Bautista Barrientos.
Sus restos fueron trasladados al Cementerio Valle del Descanso donde se le dio el último adiós.
Otro saludo lo daban: El Intendente Gustavo Gennuso, el gabinete municipal, la Municipalidad en su conjunto y en particular la Subsecretaría de Deportes de la comuna lamentan con profundo pesar el fallecimiento de Juan Bautista Barrientos, fundador de la Escuela Municipal de Montaña.
La montaña, la Municipalidad y generaciones de niños y niñas, despiden con dolor a uno de sus grandes maestros, dejando como legado el amor por la montaña, el compromiso y su dedicación.
El Intendente Gustavo Gennuso, su equipo de gobierno y los arriba mencionados acompañan a familiares y amigos en este doloroso momento.
La Defensoría del Pueblo expresaba sus condolencias por el fallecimiento de Juan Barrientos: La Defensoría del Pueblo de Bariloche expresa sus condolencias ante el fallecimiento del fundador de la Escuela Municipal de Campaña, señor Juan Bautista Barrientos. Nuestro reconocimiento a su trabajo realizado con un inmenso amor y compromiso con los niños, niñas y jóvenes de muchas generaciones de nuestra ciudad. Acompañamos a sus familiares y amigos en el dolor que genera su partida de este mundo.
María Eugenia Martini, legisladora provincial, nos decía: Se nos fue un imprescindible. un hombre que fue uno de los responsables que miles de niños, niñas y jóvenes de todos los barrios de nuestra ciudad; conocieron y escalaron nuestros cerros y montañas. Tuve el honor como presidente del Concejo Deliberante de San Carlos de Bariloche, de entregarle el Premio al Mérito por su larga trayectoria.
En su honor, La Escuela Municipal de Montaña lleva su nombre “Don Juan Bautista Barrientos”. Nos deja un ejemplo inmenso de compromiso, esfuerzo y trabajo deportivo y social, que dedicó gran parte de su vida para enseñar a los jóvenes a conocer y cuidar la naturaleza que nos rodea. Para Juan nuestro recuerdo, y nuestro más profundo abrazo a sus seres queridos.
El señor Alfredo Cuervo Ortiz, realizaba un comentario sobre su persona: Una gran persona don Barrientos. Tengo su imagen por los senderos de Puerto Moreno con una "bandada" de chicos detrás de él o también en la palestra Virgen de las Nieves, lugar en donde enseñaba a los chicos los secretos de la escalada. Muy buen vecino, cordial, atento, siempre con buena conversación, buen dialogo. Un "grande" de la ciudad, tuve suerte de conocerlo y que mi hija fuera "fan" de esa escuelita de montaña que él había creado. Un abrazo al Cielo a una gran persona que tanto trabajo con nuestros jóvenes en silencio. Una conducta a imitar sin lugar a dudas... mis respetos a su familia. ¡¡Gracias don Barrientos!!
¡Querido Barrientín, como les solíamos llamar los demás instructores de la Escuela Militar de Montaña: has conquistado la cumbre más alta, ¡De la que puede perseguir un montañés de ley como tú! ¡Se quedarán con nosotros y en la historia de la montaña, tus consejos verdaderos, tu ejemplo, tu sabiduría y especialmente tu paciencia para trasmitir a los menos expertos tus conocimientos! Que Dios te tenga en su gloria.
Palabras de despedida al suboficial mayor Juan Bautista Barrientos, expresadas por el general de división y héroe de Malvinas Mauricio Fernández Funes: En un tiempo de escasa ejemplaridad y valores desdeñados, ha muerto un Hombre señero, de esos que marcan profunda huella.
Junto al dolor de la partida, -aún a sus noventa y tantos, porque quisiéramos tenerlo siempre-, una buena noticia: se agiganta su legado, porque sencillamente, ¡crece y crece la leyenda!
Todos queremos poder decir que hemos sido parte de su extraordinaria vida: amigos, alumnos, compañeros, camaradas. Es que la grandeza del caballero que nos deja, nos compele a referirnos cerca, para tomar, aunque sea una pequeña partecita de su personalidad incomparable.
El Ejército y la Montaña lo disfrutaron desde su primera juventud, pero también el pueblo en su sentido más amplio, conocieron las virtudes de un ciudadano único, de cuya abnegación y entrega recogieron los frutos en prolífica cosecha. Generaciones de chicos, jóvenes y también de edad madura, supimos y nos colmamos de sus talentos. No solo aprendiendo a esquiar o a escalar, sino a saber de qué se trata la Vida.
Es que Don Juan Bautista Barrientos era de esos seres por los que Tata Dios, pareciera tener inusitada debilidad, entregándole todo lo bueno que quisiéramos encontrar a lo largo del camino, en nuestras propias vidas.
Si su experiencia y profesionalismo eran bien conocidos, bastaba un mínimo encuentro para saber de su tremenda calidad humana. Hasta sus pensamientos siempre nobles, habían tallado un rostro, que, curtido por dolores, vientos y nevadas, podían expresar sin reparos, la dulzura de su alma.
Su tono de voz, calmo y firme, que otorgaban tranquilidad y confianza. Su trato cuidado y amable, que invitaban a la entrega generosa, para proporcionarse con su propia entrega, que llegaba al abandono total, de cualquier interés, que no fuera su fin primero y último: hacer mejor al prójimo, espejándose en sus principios e ideales.
¿Qué decir? Montañés experto, ciudadano ilustre, hombre extraordinario. Padre con sentido de familia, -seguramente también, hijo ejemplar-, amigo, maestro, todo aquello que por notable e infrecuente en su medida, lo convierten en una figura excepcional, en la que abrevaremos cada día para gozarnos en su recuerdo, con alguna anécdota o momentos compartidos.
Querido, muy querido y admirado Barrientito, una pléyade de hombres y mujeres que supimos de tu grandeza en esta Tierra y ahora que de aquí has partido, te decimos gracias, muchas gracias, pidiéndote que nos sigas cuidando y enseñando. ¡Que tu Vida que es inspiración y modelo, nos anime a seguir luchando por un mundo mejor, más justo y más feliz!
¡¡Adiós Amigo, adiós Maestro, tu gloria es nuestro halago y es también nuestro reposo!!
Centro cultural Argentino de Montaña 2023