Esta es la aventura de un grupo de montañistas quienes en 1983 realizaron travesías exploratorias, primeras escaladas en la Cordillera Real de Bolivia
Integrantes:
Alberto Tarditti,Cristina Agued, Marcelo Badra, María Inés Bustos, Marcos Aprile, Julio César Gudiño, Máximo Schneiner, Francisco Marocchi (CÓRDOBA) Guillermo Raynié (Club Andino Mercedario, SAN JUAN) y Alfredo Vargas (Club Andino de MENDOZA).
Siendo el año 1984 se hace una edición especial de la revista del Club Andino Córdoba, en homenaje al 30 aniversario de esta institución. En ella Francisco Marocchi publica la nota que hoy comparto, referida a nuestra expedición argentina a la Cordillera Real de Bolivia. Quiero destacar que el director de la revista en aquel entonces era Julio Díaz, montañero, gran hacedor y relator que tenía nuestro club de montaña. Alberto Tarditti.
El traslado a Bolivia fue con la Fuerza Aérea Argentina que nos apoyó siempre en los años 80, desde la Escuela de Aviación Militar. Uno de sus integrantes era socio honorario del Club Andino Córdoba, el Comodoro Bion Carlo Yocca.
También era partícipe de la Escuela Técnica de Montaña y asistía a nuestros cursos de escalada en el Club Andino Córdoba el Vice Comodoro Raúl Cagnani, destacado alumno y gran deportista de esos años 80/81, paracaidista y aviador de Paraná que era su ciudad natal. Le decíamos "Paraná" porque era un deportista un poco loco y bohemio, que se caracterizaba por sus hazañas, sobre todo como aviador. Había cruzado en varias oportunidades el río Paraná sin parar. Lo había hecho nadando, ida y vuelta, desde la ciudad de Santa Fe a Paraná. Por su gestión, nos pusieron en un C.A.M.E. (Correo Aéreo Militar el Exterior) que salía desde El Palomar en la provincia de Buenos Aires en un Hércules C-130. Este nos llevó a los 10 integrantes de esta expedición directamente a la Ciudad de La Paz, haciendo escala en Jujuy.
Es importante destacar que en esos años teníamos mucho apoyo de la Fuerza Aérea Argentina con quienes hacíamos escalada y alpinismo desde el interior del país.
El antecedente de esta expedición argentina a los Andes Bolivianos fue en julio/agosto de 1981. Los que hicieron la punta fueron Eduardo Tarditti, Julio Gudiño, Cristina Agued y Máximo Schneider. Escalaron el cerro Illimani de 6460 mts. En agosto de 1982, nosotros repetimos la misma Expedición pero, en este caso, fuimos al Grupo Condoriri y escalamos el Alpamayo Chico y el Nevado Condoriri Grande de 5700 mts. con Marcelo Badra, Máximo Schneider, yo Alberto Tarditti y María Inés Bustos. Estos fueron los antecedentes para que después concretáramos esta expedición en 1983.
Éramos de diferentes partes del país: San Juan, Mendoza y Córdoba.
Este relato de la Revista del CAC de Córdoba que comparto tiene el punto de vista de Francisco Marocchí que en esa época tenía 18 ó 19 años y que actualmente vive en Bonn, República de Alemania.
Esta trilogía se completó en julio/agosto de 1986, cuando volvimos a la Cordillera Real de Bolivia. Allí fuimos junto a Jorge Yuyo Tarditti, Eduardo Tarditti, Alberto Tarditti, Cristina Agued y Pablo Álvarez. En ese lugar, escalamos la Pared Sur del Cerro Ancohuma de 6340 mts. e hicimos una importante Primera Escalada absoluta al Cerro Ancopiti IV de 5800 mts.
En este artículo trataremos de recopilar algunas anécdotas y aquellos pequeños contratiempos y momentos felices que acompañan toda expedición. Todo comenzó tres meses antes de la partida, al principio, fue sólo una idea que se materializó más o menos en un mes, gracias a la voluntad de quienes integraron la expedición, con los antecedentes de las anteriores y exitosas Expediciones al Nevado de Illimani y Cerro Condoriri Grande y Alpamayo Chico del ‘8I y ’82.
En un primer momento, los interesados eran catorce, de los cuales cuatro no pudieron ir, casi todos por el mismo motivo, cuestiones laborales y de tiempo. Entonces solo quedaron diez personas, ocho del Club Andino Córdoba: Alberto Tarditti ("La Pepa", el Gran Jefe), Cristina Agued ("la Negra"), Marcelo Badra ("El Niño), María Inés Bustos ("Juanita"), Marcos Aprile (Madera) Julio César Gudiño ("EI Macro), Máximo Schneider ("EI Peli”), Francisco Marocchi ("Pancho") y dos invitados: Guillermo Raynié ("Puchuzun") del Club Andino Mercedario de San Juan y Alfredo Vargas ("El Chilenito") del Club Andinista de Mendoza.
El avión de la FFAA partía del Aeropuerto del Palomar en Buenos Aires, hacia Bolivia, el 2 de julio. Julio Gudiño partió una semana antes y se encargó de los trámites ante la Embajada Argentina en La Paz.
En la mañana del seis, llegamos a la Capital para encontramos con Alfredo y Toncek Arko, quien nos hizo todos los trámites concernientes al vuelo y a Cancilleria. Tuvimos un hermoso día, calmo v soleado. Nos fuimos a almorzar. A Alfredo y a Guillermo recién los conocía, pero a Toncek no lo veía desde el verano del 82, cuando estuvimos en las Torres del Catedral, Frey y escalamos una torre virgen que, en honor al Club del que escribe, la bautizamos "Torre C.A.C.”.
En Cancillería nos esperaba el Dr. Humberto Corvalan, muy amigo de los hermanos Tarditti, quien era Asesor del Ministerio de Relaciones Exteriores. Nos hizo todas las gestiones para el apoyo de la Embajada Argentina en La Paz, Bolivia (Transporte, alojamiento, logística, recepciones y Prensa).
Nos atendieron con todos los honores.
Este mismo día, los chicos parten en micro desde laTerminal de Córdoba a las 20hs.
Luego de partir, Alberto recuerda que no cargaron el bolso azul, en el cual llevaban todas las piquetas y grampones, etc..Sin dudarlo, apenas el micro paró en Bell Ville, le habla a su hermano Jorge Tarditti, desde un teléfono público a monedas a su fijo de ENTEL. Éste, por milagro, recupera el bolso en la Terminal y con lo puesto, con ropa de oficina parte a toda carrera consiguiendo viajar en un micro muy tarde, para alcanzarnos en El Palomar ya con el avión Hércules C-I3O en la pista, como en una película.
Cuando llegamos a El Palomar, Alberto baja antes de que se detenga el vehículo. Sin querer, pone el pie debajo de la rueda y ésta se lo pisa. Grita y se tira al suelo. Por suerte, no fue nada serio. A eso de las 8.30 hs., llegó Jorge con el bolso azul. Gran algarabía al verlo y oír los comentarlos de su tan improvisado viaje.
La partida esta prevista para las 09:00 hs., pasaron las 10:00, 11:00, 12:00 y el vuelo no estaba listo. A las 13:00hs., por fin, subimos al avión, pero faltaba el radar y esperamos una hora más. Por fin, a las 14:00 hs. despega el "Hércules" de la Fuerza Aérea Argentina. Este vuelo CAME (Correo Aéreo Militar al Exterior), fue una gran gestión del director de la Escuela de Aviación Militar de Córdoba, Comodoro Bion Carlo Yocca, quien era socio
honorario del CAC.
El avión es muy seguro pero la presurización es poca, 2.800 metros, por lo tanto, hubo personas que se sintieron mal. Durante el vuelo, nos asomamos al ojo de buey, y vimos lo que parecía ser la selva salteño chaqueña, un manto verde surcado por dos líneas en cruz y azules marrones, posiblemente el Pilcomayo y el Bermejo. Alrededor de las 16.30 hs., aterrizamos en el aeropuerto de Jujuy. Hacía mucho calor y nos desabrigamos, nos firman el pasaporte y continuamos el viaje. La mayoría de los viajeros se quedó en Jujuy, por lo que nosotros quedamos muy cómodos en el avión, charlamos con los pilotos y azafata, la que nos convidó con gaseosas.
Llegamos al Aeropuerto de La Paz ya entrada la noche, en la sala de espera, Julio se encuentra con gente de la Embajada, el señor Palarlno y la señora de Caballero. Nos presenta mientras esperamos el equipaje.
Lamentablemente faltaba una piqueta de Guillermo.
En tres autos, nos dirigimos a la Escuela Argentino-boliviana que fue nuestra casa durante nuestra estadía en La Paz, gracias a una gentileza de la Embajada Argentina.
Los tres primeros días, permanecimos en la Ciudad de La Paz, recorriendo sus empedradas calles, los mercados con sus típicas artesanías, en mantas, vestidos, fajas, etc. de lana ricamente adorrnados con motivos de su cultura, cerámica, plata, instrumentos musicales, hábilmente trabajados.
Algo que nos llamó particularmente la atención es que en Bolivia la gente pasa gran parte del día en la calle, donde se unen el comercio, el trabajo con sus necesidades cotidianas por lo que es común ver almorzar a la gente en la calle. etc.
En la escuela donde nos hospedábamos, teníamos todas las condiciones: cocina, baño con agua caliente, todo lo necesario para una confortable estadía y en esa época estaban en vacaciones. Este primer momento nos servían para la aclimatación, ya que su altitud media es de 4 000 metros.
El día once a la mañana nos fue a buscar el vehículo que nos trasladaría a la zona, un utilitario Toyota de doble tracción con Don Miranda como chofer, que resultó ser un buen amigo además de conductor, esto lo consiguió la Embajada y la Federación de Deportes de La Paz. Después de acomodar las mochilas, bolsos marineros y equipos en general, quedó un poco de lugar para los diez pasajeros. Partimos!
Para salir de la ciudad vamos ganando altura, pasamos el Alto de la Paz donde se halla el aeropuerto y empalmamos con la ruta principal. Aparacen los primeros picos de la Cordillera Real boliviana, atrás quedan el lllimani, Huayna Potosí, Grupo Condoriri, etc. Por fin el desvío hacia la derecha. Un camino de tierra que sortea entre caseríos y arroyo, hasta que divisamos el primer lago de los tres que tiene el valle de Huichucota. Nuestro campamento base lo instalaríamos casi al final del mismo.
Todo era muy hermoso, los lagos con aguas cristalinas de la montaña variaban su coloración de los verdes oscuros, claros y azulados, las cascadas de hielo que despertaban a los rayos de la mañana, los pájaros, las llamas graciosas a nuestro lado, pero lo imponente, lo primordial, las montañas con la magia y los secretos que encierran para cada uno de nosotros.
Termina el recorrido, descargamos equipajes y víveres. Don Miranda se despide de nosotros hasta la vuelta, dieciocho días después.
Nos trasladamos unos 200 metros del camino para armar las carpas y dar vida a nuestro nuevo campamento base.
Permanecimos seis días en este valle, durante los cuales ascendimos los cerros Wita Llojeta (5.300 mts.) Filo Norte y Filo Sur, cerro Negruni (5.400 mts.) por el glaciar noroeste , Punta Natividad (5.400 mts), cerro Janko Huyo (5.500 mts.), filo noroeste. Todos en etapa de aclimatación. Nos pusimos en contacto con los lugareños de la zona, quienes nos vendían alimentos frescos.
Hubo también algunos problemas de orden físico. Marcos soportó el dolor de cabeza, Máximo y yo, una diarrea que nos debílit6 un poco, el resto del grupo estuvo bien. El ánimo está alto, el tiempo continuaba bueno, soleado, frío en la mañana y noche, con algo de viento
El día diecisiete, preparamos todo para trasladarnos al campamento N° 1, al pie del Cerro Janko Lakalla y Laguna Escondida. Primero debíamos ascender un paso de 6.000 mts. (Paso Malo), desviarnos hacia un filo rocoso, atravesarlo y allí comenzaba el valle que recorreríamos a lo largo, donde finalmente después de siete horas de marcha instalaríamos el campamento. Descansamos un día que sirvió para reconocer la zona.
El día diecinueve, un primer grupo de cuatro personas en dos cordadas, realizó la ascensión y escalada por primera vez del Glaciar noroeste del cerro Janko Lakalla (5.600 mts.).
Una de las cordadas era la constituida por dos del "rincón Cuyano", Alfredo y Guillermo, la otra, Alberto y yo. La iniciamos a las 6:00 hs., hacía mucho frío, con un poco de viento, después de unos 500 mts. De morena nos calzamos grampones y encordamos y ya en el glaciar con partes de hielo y otras de nieve dura en el primer tramo, donde la pendiente era suave y regular, se produjeron unas estampidas, algo inesperado y desconocido que nos sobresaltó. Luego comenzó un laberinto de grietas, frágiles puentes de hielo, seracs y cortes que exigieron escalada en piolet tracción, continuando así hasta el filo donde comenzaba la roca. Aquí había sol, guardamos grampones y sogas. Rápidamente lo recorrimos y escalamos en un granito sólido, un diedro, unas placas. Por fin, la cumbre a las 13:00 hs. Teníamos un amplio panorama, campo visual que nos sirvió para ver de dónde veníamos y estudiar el campamento N° 2.
Para regresar no podíamos hacerlo por el glaciar, ya que el sol del mediodía lo hacía bastante peligroso por lo que debimos bajar en dirección contraria al campamento. Estábamos fatigados, pero teníamos que dar toda una vuelta. Primero por un lado del filo, luego buscar un paso para cruzarlo porque era una sucesión de verticales torres de granito descompuesto y después bajar a un valle por una pendiente de roca lisa con demasiada inclinación que terminó en una pared vertical, donde a nuestra espalda colgaba la cola del glaciar que recorrimos.
Descendimos, trepando lo más que pudimos e instalamos un rapel, terminando con las dificultades, no así con la marcha.
Ya en el valle que nos llevaría al Campamento N° 2 deberíamos atravesar otro paso de 5.300 mts. que nos separaba de nuestros compañeros. Ascendimos entre arroyos y mallines, hasta el punto donde la roca y el hielo se unían pasando la parte más elevada, comenzamos a bajar nuevamente. Terminada la tarde llegamos con nuestros amigos que nos reciben con gran alegría. Durante ese día, Julio y Marcelo intentaron ascender al Cerro Kapata pero deslstieron por razones de distancia y tiempo. Marcos, Máximo Cristina e Inés ascendieron el Cerro Jiska Pata (5.300 mts.) escalando por el glaciar suroeste.
El día veinte fue muy especial. Una de las razones era el día anterior tan lleno de actividad y otra, mi cumpleaños, diecinueve. Realmente fue un privilegio estar en la montaña rodeado de mis amigos. Al mediodía partimos hacia nuestro campamento N° 2, internándonos en el valle más hermoso que jamás hibiéramos imaginado.
La vista era grandiosa, atrás el Janko Lakalla con su glaciar colgante. En los costados, brillantes paredes surcadas de burbujeantes hilos de agua y en el horizonte, un último paso, a su izquierda el Chachacomani, ombligo de la Cordillera Real.
Al campamento lo instalamos frente a la torre Aymará, en una llana pradera cortada por un arroyo que nacía del norte, que a su vez se unía a uno del oeste y a otro del sur, formando así la laguna Chachacomani, habitada por abundante fauna, principalmente de garzas andinas.
Hacia el este, podíamos observar los últimos cordones montañosos y un manto de nubes sobre la selva boliviana, común en esa época del año.
El día dos fue escalada la Torre Aymará de 4.800 mts. en dos cordadas,Máximo-Marcos, Alfredo-Guillermo, los demás realizaron caminatas de reconocimiento.
El pasar de los días, comenzó a sentirse con el cansancio y la falta de alimentos, cosa que no restó el humor necesario para la convivencia y la alegría de nuestros fogones nocturnos. El día veintidós parten dos cordadas rumbo al Cerro Chachacomani. Alberto, Guillermo,
Julio y yo Alberto, alcanzamos el campamento de altura con los últimos rayos de la tarde.
Armamos la carpa y preparamos la cena. Era una noche calma, muy clara porque había luna llena.
El día veintitrés, parten dos cordadas. Máximo, Marcelo, Alfredo y Márcos instalan un campamento de altura para ascender al Cerro Apachita Cuno, mientras la cordada femenina, Inés y Cristina instalan otro campamento de altura para ascender al Cerro Norte.
Nos pusimos en marcha a la mañana temprano, ubicamos nuestra ruta sobre el filo suroeste, ya la pared sur tenía una complicada rimaya, con unos trescientos metros de escalada difícil en hielo y nuestras fuerzas ya no eran las mismas que al principio. Nuestro camino al filo fue lento, porque la nieve nos llegaba a las rodillas, con algunos tramos sobre la cintura. Alrededor de las 12:00 hs. llegamos al filo con una altura aproximada de 5.800 mts., que realmente era como la palabra lo dice, un filo, tan angosto que nos montamos a caballito sobre él, era imposible transitarlo por lo que decidimos regresar. Desde allí hacia el oeste continuaba el glaciar del Chachacomanl donde nos pareció divisar una ruta más factible.
Hacia el noroeste contemplábamos el espejo de agua del Lago Titicaca. Llegamos al campamento prácticamente de noche.
El día veinticuatro, llegaron a la cumbre del Cerro Apachita Cuno de 5.600 mts. en primera ascensión absoluta y escalada por el glaciar noroeste.
En el regreso deben descender por otra ruta, lo que les imposibilita llegar a la carpa en el día, debiendo pasar la noche con lo puesto en técnica de vivac. El grupo femenino regresó del campamemo de altura sin encontrar el acceso a la pared por el glaciar suroeste, por lo tanto nos reunimos en el campamento dos, el primer y tercer grupo.
El día veinticinco llegan por la mañana los del segundo grupo sin sus cosas, desayunan con nosotros mientras nos cuentan que deben regresar y recoger el equipo que dejaron en el campamento de altura.
El día veintiséis emprendimos el regreso, el primero y tercer grupo, hacia el valle de Amahualla. que luego nos conduciría a nuestro campamento base en el valle de Huichucota.
La causa principal del regreso por separado es que ya no nos quedaban alimentos. Hicimos un alto en el primer caserío que vimos. Nos invade la alegría y la nostalgia a la vez. Un lugareño que estaba con su rebaño nos saluda y nosotros nos presentamos, preguntando si nos podía vender algo de comida. Éste accede gustosamente consiguiéndonos huevos, cebollas, papas y chinchilla andina.
Comenzaba a lloviznar por lo que extendimos los sobre techos en unos corrales e improvisamos el sector cocina. En pocos minutos, devoramos nuestra frugal comida. Resolvimos pedir resguardo en un caserío vecino. Encontramos buena acogida en una familia campesina Quechua / Aymara
El día veintisiete al mediodía llegan nuestros compañeros. Almorzamos con gran avidez lo que habíamos preparado. Nos despedimos de nuestros amables amigos campesinos. La primera parte de nuestro camino transcurre por el flanco oriental del Cerro Janko Lakalla, después comenzamos a subir con gran esfuerzo el último paso de 5.000 mts. que cruzamos al principio de la expedición.
El día veintiocho volvemos a ver a nuestro esperado amigo, don Miranda en Jeep doble tracción. Con celeridad cargamos nuestro equipaje y regresamos a la Ciudad de La Paz en un viaje pleno de inolvidables vivencias.
El día veintinueve ofrecimos una conferencia de prensa organizada por la Embajada Argentina en La Paz en la Casa Argentina de esa ciudad, despidiéndonos de nuestros amigos y colaboradores de la Embajada Argentina.
El día treinta, emprenden su regreso, siete de los diez andinistas,porque los otros deciden continuar su viaje. Después de la expedición, Julio, Marcos y yo visitamos Machu Pichu.
A nuestro regreso se me presentó la oportunidad de ascender y escalar por su glaciar este el Cerro Huayna Potosí de 16.100 mts. en solitario.
Julio, por su parte, con nuestro buen amigo y colaborador de las tres expediciones que realizara el Club, el andinista y guía boliviano, Bernardo Guarachi sube el Cerro María Yoko (5.400mts.)
Alberto Santiago Tarditti
Fecha Nacimiento: 22 / 12 / 1960 Pcia. de Córdoba - Argentina
1978 - 1982 Instructor de Andinismo del Club Andino Córdoba.
1981 - 1988 Secretario del Club Andino Córdoba.
1982 - 1990 Profesor Nacional de Escalada y Andinismo de la Federación Argentina de Ski y Andinismo (F.A.S.A.)
1989-1990 Secretario de la Federación Argentina de Montañismo.(F.A.M.)
1984-1990 Profesor de Escalada y Andinismo del Grupo G.E.S.(Grupo Especial de Salvamento - Dirección de Bomberos) y del Grupo E.T.E.R. de la Policía de la Provincia de Córdoba.
1981 a 1990 y 2002 a 2003 Socio Gerente de Tarditti Hnos. SRL.
Profesor Nacional de Escalada en Alta Montaña - FASA - FEM - UIAA
Logros deportivos más importantes:
En Argentina: C° Aconcagua 6959 mts. (Ruta Normal, Filo SE (filo de los Ingleses) y Filo SO (por la Pirámide) - Aguja Mermoz (Segunda Absoluta) - Aguja Guilloumet (7ma. absoluta - primera en el día) - C° Rincón 5500 mts. (primera Pared Este) - C° Plata 6000 mts. (pared sur invernal) - C° Tolosa (Glaciar Hombre Cojo - 2 veces) - Volcán Lanin (normal) - C° Tronador (primera pared SE) - C° Chañi 6200 mts. (normal), Volcán Acay 6000 mts. (normal) y mas de 15 años de ascensiones, escaladas y primeras en Torres del Catedral, C° Tronador, Cordón del Plata (Vallecitos) y Los Gigantes (Córdoba).
En Bolivia: Cordillera Real - C° Ancohuma 6300 mts. (primera pared sur) - C° Ancopiti (primera absoluta 5900 mts.) - C° Chachacomani 6200 mts. (filo SE), 12 ascensiones y escaladas en cerros de mas de 5000 mts., en Chachacomani Group, Negruni Group y Condoriri Group (Alpamayo Chico, Jankolakaya,etc.)
Nos relata Marcelo Badra su experiencia
Han pasado ya 40 años de aquella memorable expedición que organizó nuestro Club Andino Córdoba a la Cordillera Real de Bolivia a la zona de Chachacomani.
Son muchas vivencias de esa expedición que permanecen en mis recuerdos, los gratos momentos compartidos con nuestros compañeros con quienes terminamos forjando una entrañable amistad, las distintas cumbres ascendidas, en especial el ascenso al cerro Apachita Cuno de 5.600 metros, pero hay un hecho particular que se destaca en mi memoria.
Todos los miembros del grupo éramos muy jóvenes en aquella época, en mi caso particular tenía 23 años de edad, no obstante, a pesar de nuestra juventud, no era poca nuestra experiencia en montaña, personalmente ya llevaba más de 6 años de ascensos en alta montaña, aunque nunca habíamos tenido la experiencia de tener que practicar un vivac imprevisto y sin bolsa de dormir.
En los últimos días de esta expedición, mientras algunos compañeros decidían intentar el ascenso al Cerro Chachacomani, otro grupo integrado por Máximo Schneider, Marcos Aprile, Alfredo Vargas y quien escribe estas líneas, decidimos intentar ascender nuestro último objetivo, se trataba de una montaña muy bonita con un importante glaciar, montaña que desde que la vimos por primera vez, la denominábamos entre nosotros el Cerro Teta, por la forma en que el glaciar terminaba en la cumbre.
Según pudimos luego averiguar, aparentemente, esa montaña de 5.600 metros no había sido ascendida hasta el momento, razón por la cual luego de nuestro ascenso, por sugerencia de Marcos, decidimos bautizarla como Apachita Cuno, nombre que supuestamente significa montaña nevada.
Partiendo desde el campamento 2, instalamos un campamento de altura al borde del glaciar. Al día siguiente, muy temprano comenzamos a escalar, ascendíamos encordados, una cordada estaba integrada por Alfredo y Marcos y la otra cordada estaba conformada por Máximo y quien suscribe.
Durante el ascenso tuvimos que superar varias grietas, pero luego de atravezar una de esas grietas, advertimos que el lugar por donde la habíamos cruzado, único lugar posible, era un puente de hielo demasiado precario, eso no se veía desde abajo, recién advertimos de su precariedad desde arriba después de cruzarla. En ese momento nos dimos cuenta que iba a ser muy peligroso regresar por esa ladera, más aún luego que el sol ablandara el hielo del glaciar.
Seguimos subiendo, sabiendo que el regreso tendría que ser por otra ladera, con la incertidumbre que eso significaba. La última parte antes de la cumbre la pendiente se acentuaba haciendo más técnica y elegante nuestra escala.
Luego de disfrutar unos minutos en la cumbre nos descolgamos por la otra ladera, al principio, por las características de la ladera, nos pareció que íbamos a tener que instalar más de un rapell para poder descender, pero a medida que avanzábamos, por suerte, íbamos encontrando la forma de descender destrepando, sin tener que rapelar. Ya con las últimas luces del día llegamos a la base de la montaña, era una especie de pampa de altura con paja brava, enseguida reconocí el lugar, ya que durante uno de los días de descanso yo había ido caminando hasta esa zona, estábamos a un poco más de una hora de nuestro campamento 2, el cual estaba unos centenares de metros más arriba, es decir, que para llegar a ese campamento, teníamos que subir una fuerte pendiente. Estando totalmente agotados encontramos una cueva entre unas rocas y decidimos vivaquear dentro de ella, no teníamos bolsa de dormir, tampoco teníamos bolsa de vivac. Lo único que teníamos era una manta térmica aluminizada que yo siempre llevaba para una emergencia. Como el frío se hacía sentir, intentamos cubrirnos los cuatro con la manta térmica, cuyo uso está pensado para una sola persona, la cual al poco tiempo se terminó rompiendo.
A alguien se le ocurrió, que debíamos salir de la cueva y cortar paja brava y tratar de abrigarnos con ella. Así hicimos, luego de cortar bastante paja brava con la piqueta, preparamos nuestro vivac, esparcimos las cuerdas para aislar nuestros cuerpo del suelo, nos acomodamos uno al lado de otro en grupos de a dos, pusimos nuestros pies dentro de las mochilas, agregamos paja brava dentro de las mochilas y nos tapamos con mucha paja brava sobre nosotros. Pasamos la noche contemplando las estrellas esperando que amaneciera.
En dos oportunidades en el medio de la noche cuando ya no soportábamos más el frío, nos levantamos, cortamos más paja brava, con lo cual entrábamos en calor, además de incrementar nuestra cobertura natural contra el frio. Hasta que por fin llegó el amanecer, ya muy débiles físicamente empezamos el ascenso a nuestro campamento, donde el resto de nuestros compañeros, al vernos llegar nada entendían. Ellos, desde la ladera del Chachacomani habían visto que el día anterior habíamos hecho cumbre, pero ahora estábamos apareciendo desde otro valle, con la mochilas muy livianas, advirtiendo que nuestro estado era calamitoso, producto de la paliza del día anterior durante el ascenso y descenso del cerro y fundamentalmente por el vivac que habíamos tenido que soportar durante la noche.
Siempre recuerdo la palabra de un experimentado montañista cuando recién me inicié en esta apasionante actividad, esa persona, socio fundador de nuestro club, solía decir que a todo montañista en algún momento, tarde o temprano, seguramente le tocaría realizar un vivac imprevisto, sin bolsa de dormir y sin el equipo de vivac adecuado.
A nosotros esa experiencia nos tocó en esta expedición, luego del acenso de una montaña aparentemente virgen de 5.600 metros, con cierta dificultad técnica. Podemos decir que la experiencia fue dentro de todo bastante llevadera gracias a las decisiones tomadas y las circunstancias que nos rodearon. Sin dudas, una experiencia que jamás olvidaremos, que vivimos siendo quizás demasiado jóvenes, pero afrontando la situación como si fuéramos veteranos montañistas.
Datos del autor
Marcelo Badra es montañista aficionado, actividad que practica desde 1976.
Se inició en la actividad, a los 16 años de edad, en el Club Andino Córdoba, entidad a la cual sigue perteneciendo y de la cual fue su presidente.
Ha ascendido montañas en distintos sectores de nuestra cordillera de los Andes, además de incursionar en montañas de Chile, Bolivia, Perú, Alpes Franceses, África, India y Nepal.
Centro cultural Argentino de Montaña 2023