La descomunal obra de ingeniería, realizada entre 1902 y 1905, en el cordón del Famatina, está conformada por 9 estaciones y el tendido de un cable aéreo de 35 Km que llega hasta los 4.600 metros de altura, logrando transportarnos
“Es muy curioso: todo el que viene a explorar el cerro dice que es una isla, tanto los geólogos como los biólogos y arqueólogos. Es porque tiene flora y fauna propia, y es el cerro continental más alto del mundo”, explica Marcos Moreno, guía de montaña de los complicados senderos del Famatina.
Visitar el Cable carril Chilecito-La Mejicana implica entregarse a los caprichos del tiempo. Un tiempo que, si quiere, puede jugar con nuestras mentes y sumirnos en un juego de quimeras dentro de un mundo que solo puede entenderse dentro de la propia imaginación.
Mi primera impresión a visitar una de las estaciones fue precisamente eso. El simple hecho de sentirse transportado a otro tiempo, de imaginar cuantas historias de vida encierran cada uno de los metales forjados por hombres que –en mucho de los casos- dieron su vida para que esa obra se hiciese realidad. Todos ellos resisten intempestivamente al paso de la historia.
Son nueve estaciones, contando las cabeceras. Todo comienza en la misma ciudad de Chilecito. Sobre la entrada a la misma desde la ruta 40 en dirección sur-norte, sobre la derecha podremos ver la primera estación. Fácilmente comprobable porque de ella emergen los cables que atraviesan la ruta y siguen su camino desde la primera de las torres. Un espectáculo inapropiado para cualquier desprevenido que no conozca acerca de su existencia.
Silenciosa. Casi pasando desapercibida. Y hacia la montaña un tendido que parece ir ganando camino más y más en las entrañas del Famatina.
El Cerro General Belgrano, más conocido como Nevado del Famatina, trepa hasta los 6097m, como punto culminante del Cordón que lleva el mismo nombre, en pleno corazón de la Provincia de La Rioja.
Avanzamos luego hacia la segunda estación, El Durazno, ubicada a 9 km de la ciudad de Chilecito y a 1550m, de muy fácil acceso en vehículo pasando por la fundición de Santa Florentina sobre la RP14, la cual, hoy reciclada, es un buen monumento que permite a quién la recorra tener una perspectiva de lo que significó ésta monumental obra de ingeniería. A llegar, el mismo clima de soledad, quietud e historia. A lo cual se suma la vista maravillosa de toda la ciudad de Chilecito.
Para avanzar desde el Durazno hacia la tercera estación, volvemos sobre nuestros pasos pero en lugar de seguir el camino hacia Chilecito, en la primera bifurcación tomaremos el camino hacia la izquierda.
“El oro del Famatina no es cuestión de ahora. Es una historia que lleva varios siglos. Primero estuvieron los Diaguitas, que ya recolectaban el metal precioso. Luego, los Incas los conquistaron y pasaron a ser los poseedores. Después llegaron los españoles y más tarde los ingleses, con las historias conocidas. Ahora viene la Barrick Gold, una adaptación a los tiempos que corren, con un mismo objetivo”
Este camino nos va a llevar a una ruta que corre paralela a un curso de agua. Es el Río Amarillo. Un néctar de agua de oro, que parece sacado de un cuento de fantasía. Vamos a pasar por varios campings, y las cabañas “Rio Amarillo”, seguimos avanzando aproximadamente unos 1200m y llegaremos a la unión de los ríos “Del oro” y Aguas Negras. El camino allí es de base natural y no tan benevolente como el que encontrábamos hasta las cabañas. Se sigue el curso del Río Amarillo (inconfundible por su color) por unos 2000 metros hasta que el mismo camino cruza el río. El camino sigue acompañándolo unos metros por el otro margen hasta que empieza a internarse en la montaña. Son aproximadamente otros tres mil metros hasta la tercera estación, “El Parrón” localizada a 1974m.
Este es el último punto al que se puede acceder en vehículo normal. Las grandes dificultades que ha representado el transporte de minerales, desde la cumbre del Famatina hacia Chilecito, para todos aquellos que incursionaron en este aspecto (incas, jesuitas, mejicanos, chilenos, etc.) tuvieron su alivio con la llegada de esta gran obra de ingeniería, complementando con la llegada del Ferrocarril (1899), que serviría de contacto directo con los puertos fluviales de nuestro litoral.
Para acceder a las estaciones 2 y 3, El Durazno y El Parrón, pude realizarse la travesía en vehículo, convencional para la primera, 4x4 para la segunda, preferentemente en este último caso con servicio de guía, ya que se puede llegar hasta determinado punto y luego seguir vía trekking.
A partir de esta estación, a todas las siguientes se accede por senderos de montaña.
La cuarta estación “Siete Cuestas” se encuentra a una altura de 2539m, se aprecia la entrada al fabuloso túnel de 150m que penetra la montaña, quizás la parte más difícil en la ejecución de la monumental obra. Ya, desde la preparación de las estructuras de hierro había que considerar que los trozos que tenían que ser transportados más allá de la segunda estación no debían superar un peso de 150 kg. Todas estas inmensas construcciones de hierro, los enormes sostenes, las máquinas a vapor, las calderas, los discos para los cables, las ruedas impulsoras, todo tenía que ser dividido adecuadamente en partes. Las más pesadas, que llegan a 2000 kg, no podían ser movidas de otra forma que no fuera por medio de porteadores.
El transporte de los cables de tracción se convirtió en el trabajo más difícil de toda la construcción. Los cables fuertes, para vagonetas cargados, tienen 36 mm de diámetro y pesan 7 kg/m, pero tienen que ser fabricados en largo de 200 a 300 metros, de modo que el peso total de estos cables estaría en los 2.000 kg, lo que hacía que se necesitaran entre 60 y 100 hombres para llevar cada tramo.
La excursión hasta “Siete Cuestas” es exclusivamente con servicio de guías, debido a que nos estamos internando en alta montaña y terrenos que solo puede brindarnos seguridad este tipo de servicios.
El trayecto demanda seis horas de caminata por las montañas, entre profundos valles cubiertos de verde, ríos de agua dorada y cristalinos arroyos formados por los deshielos. A lo largo del camino, las torres del Cable carril se elevan como colosales custodios de un tiempo que ya no es. La experiencia de esta caminata es la de internarse entre las nubes, y hacer realidad el sueño de tocar el cielo con las manos.
“Hacia la segunda mitad del siglo XIX, guiados por historias de varios siglos, los ingleses llegaron al Famatina en busca del oro. Allí se encontraron con un grupo de mejicanos que estaban explorando en la región. De aquél suceso deriva el nombre de la mina La Mejicana”
La quinta estación, “Cueva de Romero”, se encuentra a 2689m y dista ya 24 km de Chilecito, todavía predomina un hábitat con abundante vegetación. Siguiendo con la historia, su construcción y funcionamiento puede resumirse de manera simple del siguiente modo: un cable de acero suspendido mediante una serie de torres o sostenes (262) denominadas de apoyo, llegando la altura máxima de 40m.
El cable se halla debidamente anclado por un extremo, mientras que del otro pende un contrapeso de hasta 20.000 kg. con el objeto de dar al mismo cierta rigidez. Sobre este cable, que se llama portador, se encuentran suspendidas las vagonetas, mediante dos ruedas ancladas.
Estas vagonetas llevan, debajo de su apoyo, una mordaza móvil que se abre mediante un dispositivo especial y se cierra automáticamente. Debajo del cable portador se encuentra otro cable de acero de menor diámetro, denominado tractor, que se extiende de una estación a otra y es accionado por un motor a vapor, a una velocidad determinada y constante.
La sexta estación, “El Cielito” se encuentra a 3244. Aquí el paisaje cambia abruptamente. Ya desapareció la vegetación y la piedra roja amarronada gana territorio, todavía la puna no se ha presentado, pero falta poco. Entre las estaciones 5 y 6, el cable gana la mayor altura 1250m, y entre la 6 y la 7, se encuentra la mayor separación entre torres, 608m. El tramo entre las estaciones 5 y 7, es el más difícil ya que entre la 1 y la 4 hay camino o sendero consolidado, y entre la 9 y la 7, también, pero entre las mencionadas ya se requiere llevar equipo de acampe, víveres, guía, verdaderamente son el corazón mismo del recorrido.
La estación 7, “Calderita Nueva” está a 3910m. Ya se respiran puna y el aroma al Bello Plano, el sitio más comprometido del recorrido. Como dijimos antes, para llegar a ella se accede desde “arriba”, desde la Mejicana.
La octava y anteúltima estación es “Los Bayos” a 4371m. Aquí no alcanza la vista para asimilar tanta belleza, y para intentar mensurar la epopeya de la construcción de un Cablecarril de 35km que gana una altura de 3510m, que se utilizó no más de 20 años, que peleó en su momento para no ser vendido como chatarra y que hoy aguarda visitantes que puedan difundir tal magna empresa con las contradicciones que ello significa, explotación, robo de recursos naturales, intromisión humana en esos sitios monumentales, pero que difícil se hace reflexionar ante la belleza de tal mega estructura abandonada.
Son 4603m de altura los que tiene la última estación, “La Mejicana” y la posibilidad de seguir subiendo hasta los 5000m por un camino zigzagueante de alta montaña, por encima de la boca mina.
Las particularidades de cada estación nos dan la pauta de las características del medio en el cual se estableció este Cablecarril, una obra majestuosa para la época, ya que estamos hablando de principios del siglo XX. La estación siete, Calderita Nueva, es la más fría de todo el trayecto, con una temperatura media de 20 grados.
Entre las estaciones cuatro y cinco se encuentra un túnel de 159 metros de longitud, que atraviesa literalmente una montaña. La parte más empinada del recorrido la encontramos entre las estaciones 5 y 7, donde se salva un desnivel de 1250 metros.
Después de la estación 7, Calderita Nueva, existe un lugar bautizado "el pozo de las ánimas", debido a la cantidad de personas que allí se habrían precipitado al vacío. Más de 150 personas perdieron la vida en la construcción de esta obra.
Para acceder a la mina “La Mejicana” vamos a realizarlo en vehículo desde la localidad de Famatina. Salimos de Chilecito hacia el norte por la ruta provincial número 11 hasta Famatina, la villa que recibe el nombre de esta maravillosa obra de la naturaleza. Allí vamos a salir de la ruta y cruzamos el pueblo de Carrizal y Alto Carrizal, para luego de allí seguir por el camino de montaña que nos lleva directo a la mina. Es camino algo complejo, en el cual se cruza varias veces el río. Se realiza en vehículo 4x4 y siempre es recomendable contratar un servicio de guías para la excursión, que bien puede conseguirse tanto en la localidad de Famatina como en Chilecito.
De cualquier manera, se trata de una travesía inolvidable. Vamos a recorrer cerros que con su sola presencia impactan y crean una sensación de placidez a la vista. Colores ocres, rojos y verdes parecen sumirnos en un mundo surrealista.
Primero se atraviesa una formación conocida como El Pesebre, una falla geológica de vivos rojos, azules, verdes y amarillos. Más adelante, el cañón del Ocre, el Río Amarillo que debe ser atravesado unas cincuenta veces antes de llegar a la mina. De allí la necesidad de contar con un vehículo apropiado y guías apropiados, para no cometer errores por desconocimiento y convertir una maravillosa experiencia, en un momento para el olvido. El límite entre estas dos situaciones, es extremadamente fino.
Esta es una región donde podemos encontrar muchas cuevas, las cuales también pasarán desapercibidas si no contamos con la guía necesaria para localizarlas. La cueva de Noroña, la cueva de Carlos Díaz, la cueva de Pérez, son todo nombre de buscadores de oro, que en tiempo de antaño las utilizaban como vivienda mientras se sumergían en la búsqueda del precioso metal.
Luego de pasar por el obrador de la Barrick Gold, la empresa que intenta volver a explotar la mina, aparece La Mejicana, a 4600 metros en el cerro Lamapayao (cerro de Rayos Rojos) y otra vez el mismo espectáculo que vemos en las otras estaciones: abandono, inmensidad, silencio, viento e historia.
Como dijimos antes, el oro termina aquí, el camino sigue hacia arriba, buscando el espíritu del Cerro General Belgrano. Allí a 4900m encontramos a la quebrada del Caballo Muerto. Desde ese punto podemos contemplar el valle de Antinaco en todo su esplendor, Los Colorados, y la ciudad de Chilecito; también se divisan algunas de las 263 torres del Cablecarril a lo largo de sus 36 kilómetros.
Y un mensaje para terminar. Solemos decir al final de una nota como esta, que tiene como principal objetivo el hecho de que perdure, que es positivo que compartamos una moraleja sobre esto que hemos leído, que muchos de ustedes han conocido, que otros conocían y que pudieron quizás aprender un poquitito. El oro, el metal, el mineral, la piedra, pertenece a la montaña y nosotros no tenemos el derecho de quitársela, porque, en ese caso, la misma Naturaleza tarde o temprano nos lo va a cobrar, indefectiblemente nos va a pasar la factura. Que quede definitivamente grabado en las mentes de quienes piensan todo lo contrario que la riqueza de este lugar es inamovible y solo puede percibirse con los ojos. Que por siempre perdure esto: el Famatina no se toca.
Centro cultural Argentino de Montaña 2023