El andinista salteño Nicolás Pantaleón relata en primera persona lo que fue el primer ascenso por el Filo Norte del mítico nevado. Una temprana exploración que culminó con un estético recorrido que estaba pendiente de recorrer
Cuando me preguntan que montaña deberían conocer o cual es la más linda del norte argentino, sin dudarlo siempre respondo la misma: El Nevado de Cachi. Quizás no sea muy imparcial en mi respuesta, ya que la mayoría de las veces que fui, me trato muy bien y cuando “bellaqueo” un poco, fue de gran aprendizaje. Además, el hecho de ser una montaña a la que podía ir en transporte público desde la ciudad de Salta, solo necesitaba unos cuantos días, para nuevamente visitarla. Rápidamente se transformo en el lugar a donde jugué, negocie, resigne y aprendí el montañismo.
El Nevado, así como lo conocemos en mi provincia, es una montaña ligada a mi familia. Mi papá, Enrique Pantaleón, lo ascendió dos veces, una por la ruta de Las Cuevas y la otra entro por Luractao, abriendo un bonito itinearario en los años 70.
La Ruta por Luracato es la que asciende por la Cara Oeste siendo hasta la fecha la única expedición que la ascendió de frente por ese lado y saliendo a la cumbre. Hay otras expediciones más recientes, pero salen mucho más al sur del filo, a la altura del nivómetro de la ruta de las Cuevas. Como dato de interés, esta ruta es la intentada por Federico Reichert, el padre del andinismo, a comienzos de 1900… no logrando ascender en esa oportunidad.
Es un gran macizo que forma una cadena muy grande, donde se juntan el cordón de Palermo con el cordón del Cachi. Hablando en criollo, un filo de muchos kilómetros en el cual son se recortan las cumbres independientes del Palermo y la cumbre Libertador General San Martin del nevado de Cachi. Algunos autores describen nueve cumbres, pero no son mas que picos secundarios del cordón, generando con estas afirmaciones un sinfín de entusiastas que afirman “vengo de la cumbre del Cachi”, y, en definitiva, solo han subido uno de esos puntos ínfimos, si los comparamos con la cumbre misma. Para mi, cuando nos referimos al Nevado de Cachi hay solo una cumbre, la Libertador, el resto son subsidiarias, aunque varias de las nominadas, solo son puntos notables o cambios de pendiente (como la cumbre Hoygard)
Todas las expediciones al nevado de Cachi se realizaban concentradas en las dos rutas normales que tiene el Nevado, La Ruta de las Pailas (sur - este) y las Cuevas (sur). Una solo por Luracatao – E. Pantaleón (oeste) y una sola por la cara este C. Vitry – A. Zuleta.
La ruta por la quebrada del Pueblo de Palermo Oeste era para ascender el nevado de Palermo, y de los relatos de mi padre, que fue el primero en subir dicho cerro, me inspiro para ir a modo de amigarme y conocer los secretos de esa zona.
En el invierno de 2005, planifique un viaje de reconocimiento. Para pasar esos lindos días de montaña que pensé, invité a Micaela Pereyra, que en ese momento era una activa socia del Club Janajman y hoy es mi compañera de vida (creo que culpa de ese viaje tuvo bastante que ver).
Ni bien llegamos a la zona, surgió el primer inconveniente. Demoramos una tarde y parte de la mañana del día siguiente, tratando de conseguir arriero, o alguien que nos dé información. A duras penas un hombre que estaba trabajando la tierra nos acompaño un poco y a grandes rasgos nos indico en donde nace la senda que sale de la quebrada y gana altura por la falda de un cerro. Así nos fuimos adentrando cada vez mas en lo que se transformo en un subir y bajar de quebradas, grandes faldeos y remontar abras para después descender a los valles del otro lado.
Recorrimos muchos filos y fuimos encontrando los mejores pasos, pero esto nos llevo tiempo. Igual, solo quería encontrar el paso de la zona baja que es un gran laberinto. Cuando tras seis días de intenso recorrido a prueba y error, encontramos la famosa Abra de Piedra Parada. Se llama así por que en la misma hay una apacheta que sostiene un menhir. En esta gran piedra se pueden observar grabados petroglifos. Con este hito, dimos por finalizada la avanzada y el reconocimiento a la montaña. Ya teníamos la llave, ¡habíamos encontrado el paso! Solo faltaba subirla.
Salimos el 8 de noviembre de 2008 de la ciudad de Salta rumbo al pueblo de Palermo Oeste. Comenzamos a caminar a las 11:45 y a a 2.816 msnm.
Mi compañero para esta expedición fue Nicolás Yannitto, amigo de años con el cual conformábamos una activa y pareja cordada. Partimos con el objetivo de mínima de alcanzar alguna cumbre por este lugar.
La primera parte es por un río de montaña, es un recorrido interesante de una belleza única. Después se asciende una empinada cuesta por la que se gana rápidamente mucha altura, tras un día agotador y de mucho calor llegamos a un viejo rancho abandonado a las 17:00 horas. Nos refrescamos en un arroyo, juntamos leña y armamos la carpa. Instalamos el campamento 1 a 3.300 msnm.
Dejamos la tapera de un rancho en ruinas a las 9 de la mañana, subimos otra cuesta y bajamos a la otra quebrada, donde perdimos todo el desnivel acumulado el día anterior. Avanzamos por la quebrada y llegamos a mina Tres Tetas al medio día y comimos junto a otro bullicioso y frío río de montaña. Continuamos la marcha todavía por terreno conocido, el calor era aplastante, el peso de nuestras mochilas y después del reducido almuerzo, teníamos mas ganas de dormir una gran siesta que seguir con el esfuerzo de avanzar. La tarde paso rápida y por suerte se nublo, esto nos dio tregua con el sol y el calor. Sobre los 4000 metros decidimos concluir la jornada. El problema que surgía era como conseguir agua para establecer nuestro campamento. Mirando alrededor decidimos recoger algo del vital liquido depositado en un dudoso charco que utilizaban los animales para revolcarse. La filtramos con la tela de una remera y después la hervimos. Lo de la remera, fue mas “moral” que un efectivo método de filtrado, pero salimos airosos del inconveniente. Finalmente, el segundo campamento quedó establecido a 4.010 msnm, a solo 15 minutos del abra de Piedra Parada.
Al otro día, desarmamos el campamento y unos minutos después estábamos descansando en la gran Abra de Piedra Parada, este punto para nosotros fue como atravesar una puerta, desde aquí seguía lo desconocido. Justo en ese lugar cambia drásticamente el terreno, si bien seguimos faldeando el macizo del Cachi, y seguimos subiendo y bajando, el terreno se abre mas y empiezan a aparecer grandes valles y vegales. Habíamos comenzado a caminar a las 9:30 y pese a que nos llevó un escaso cuarto de hora llegar al abra, nos tomamos un buen tiempo en observar el importante menhir y sus valiosos grabados (petroglifos). Toda esta zona es muy rica en arqueología y fauna, como no va casi nadie se mantiene intacta.
Continuamos la marcha y el día se fue transformando en duro y desmoralizador, solo ganamos 200 metros de desnivel netos y 7 kilómetros en línea recta, pero habíamos tenido que subir y bajar todo el tiempo. No habíamos parado ni a comer y aún no vislumbrábamos como acceder al Filo Norte. Teníamos que dar toda la vuelta y encontrar una quebrada que nos lleve al filo.
Cansados y cuando el sol ya caía, acampamos y encendimos un fuego, ese buen compañero que aparte del calor que brinda, nos mantiene entretenidos.
Al día siguiente reemprendimos la marcha y nos topamos con una formación rocosa gigante de granito rosado. El río pasa la atraviesa y pasamos por el costado izquierdo para después vadearlo y continuar por la derecha. En los barrancos que tenían como 80 metros de profundidad una pareja de águilas nos entretuvieron con sus llamados. La quebrada era estrecha y no podíamos ver las cumbres para orientarnos, por suerte salimos a un recodo y vimos como se extendía en suave pendiente hasta el final de la misma. Estaba llena de vegas y al fondo unos planchones de hielo, sin dudas el futuro lugar para acampar a 4960 msnm. Esa tarde noche pusimos las cartas sobre la mesa, veíamos que el clima estaba cambiando y se nos hacía muy incomodo pensar en volver acarreando nuestros bártulos y maltrechos cuerpos por dónde veníamos. Así fue que se nos ocurrió que no solo subiríamos a la cumbre del Cachi por el Filo Norte, sino que desde el punto mas alto, bajaríamos en travesía por otra cara, siguiendo alguna de las rutas normales. Fue así, que al otro día, tomamos todo el equipo y al cargarlo en las mochilas fuimos consientes que con toda esa carga, pisaríamos en unos días la cumbre del Libertador.
Nuestro quinto día fue decisivo. Despertamos temprano con las nubes debajo de nosotros y partimos a las 7 am. Ganamos altura rápidamente y llegamos al filo que une el cordón del Cachi con el de Palermo. Estando en este, pensamos que los contratiempos se terminarían, pero rápidamente nos dimos con que teníamos que perder un desnivel de 200 metros. Este descenso no fue el único, sino que en dos oportunidades más perdimos altura. La vista que descubrimos era estupenda, del lado oeste la puna y del este el valle Calchaquí.
El filo corre de norte a sur y sobre nosotros, las nubes iban y venían, jugando con nuestros ojos que intentaban volar atrás de ellas. El ululante viento con su incesante silbido, corría entre las milenarias rocas, dando sonido a nuestro paso, que sentíamos único en esta cara de la montaña. Mas arriba, el filo se puso tan angosto que solo podía caminar uno solo y caía a ambos lados. A las 17:30 horas descendió una intensa niebla, justo cuando el viento calmaba. Al no poder ver nada decidimos armar un vivac. Teníamos la carpa pero no encontramos un buen lugar para montarla, estamos a 5793msnm. Con un buen equipo para el frío no nos hicimos drama. El problema era que no encontramos hielo para derretir y solo nos quedaba alrededor de un litro de agua. Lo irónico es que el agua nos callo toda la noche en forma de nevada, lo bueno es que a la madrugada antes de partir derretimos y solucionamos la falta del vital elemento.
Arrancamos a las 7 de la mañana y ni bien asomamos la cabeza al filo, el viento helado que corría del noroeste nos enfrió hasta el tuétano, aparte el peso de las mochilas, se hacia sentir. Estábamos cansados pero las paradas se hicieron mas esporádicas, solo cuando encontrábamos una gran roca para protegernos del viento.
Subíamos ensimismados en nuestros pensamientos, sabiendo que el otro sabía hacer su trabajo. Marchábamos animados y consientes que pronto nos abrazaríamos en la cumbre. Un tramo tras otro, el viento y el frio, las mochilas y los pensamientos, todo nos marcaba continuar hacia lo alto.
En un momento, al mirar una vez mas hacia arriba, logré ver la cruz de la cumbre. La alegría fue enorme y creo que nunca me puse tan contento de ver una cruz, era el fin de nuestro camino de ascenso, la cumbre, con sus rocas características blancas y negras.
Nos abrazamos y fotografiamos el momento. Luego me puse a inspeccionar el libro de cumbre, y, ante mi sorpresa, veo que el último grupo en alcanzar la cima, lo había hecho, el 13 de noviembre, o sea … ¡ Hoy ¡. Nosotros habíamos llegamos 10:45, un horario sin dudas temprano para alcanzarla. Entonces, ¿donde están los que llegaron antes? Miramos atentamente hacia abajo, intentando descubrirlos, pero nada.
Firmamos el libro y de acuerdo al plan, seguimos nuestra marcha hacia el sur. Unos pasos mas abajo finalmente, encontramos las huellas de nuestros predecesores que bajaban por la ruta de las Cuevas. Fue ahí que respondimos nuestro interrogante sobre por cual ruta bajar. Descendimos muy rápido y pasamos de largo el nivometro (último campamento para atacar la cumbre por la ruta de Las Cuevas.) Antes hablamos por celular, ya que en la cumbre y en muchos sitios hay señal. Continuamos con nuestro rápido descenso. A las 19:30 alcanzamos al grupo que nos precedía y nos dimos con la grata sorpresa que los arrieros eran nuestros amigos Patacon y Sapito. No entendían de donde aparecemos y nos convidaron mate cocido y un estupendo guiso.
Al otro día, partimos a las 8 de la mañana y como en un estado de trance bajamos lo que nos quedaba hasta llegar al Algarrobal. Este tramo nos tomo tres horas y media.
Fui muchas veces al nevado y logre escalar cinco veces su cumbre principal, por tres rutas distintas.
Muchos amigos me comentan que no le ven sentido a ir a la misma montaña tantas veces. Para mí siempre es un cerro distinto, todo depende de la ruta que elijas, de los compañeros que te acompañan, de la época del año, etc… Cada una representa mucho para mí, pero esta fue diferente. Por que fuera del esfuerzo físico y todo el trabajo que demandó su estudio y planificación, es simplemente la primera ascensión del nevado de Cachi por su Filo Norte.
Al regreso, en Salta, hice un resumen de la nueva ruta, calculando los km con la ayuda de las cartas topográficas y Google Earth:
Salida de Palermo Oeste: 2.820
Campamento I: 6 km. 3.300 msnm.
Campamento II: 8.1 Km. 4.010 msnm.
Campamento III: 7.6 km. 4.160 msnm.
Campamento IV: 5,7 km. 5.000 msnm.
Campamento V (vivac): 7.2 Km 5.780 msnm.
Cumbre: 2,2 Km. 6.340 msnm.
Campamento VI: 18 Km. 3.740 msnm.
Llegada al Algarrobal: 12.3 Km 2.660 msnm.
Dedicado a la Jaula de las Locas
Centro cultural Argentino de Montaña 2023