El reconocido escalador Carlos Comesaña, presentó su libro en Buenos Aires, Bariloche,
Con una presencia importante de montañistas y público en general, se presentó el libro Patagonia Eterna, el viernes 9 de noviembre a las 19:30, en Buenos Aires en el local de Ansilta Store Callao, el lunes 12 de noviembre, a las 19:30, en la sede del Club Andino Bariloche, el jueves 15 en el Club Andino Lago Argentino en el El Calafate y el viernes 16 de noviembre 20:30 hs. en la Sede del Aeroclub de El Chaltén.
Posteriormente también lo hizo en Chile y Bahía Blanca. En cada una de ellas recorrió las páginas de su libro, ampliando con detalles los diferentes temas tratados en la publicación.
En una cálida y amena presentación, Carlos compartió una reseña de su vida en la montaña y de cómo es posible compatibilizar el trabajo en una gran ciudad, con la aventura, la exploración y la relación del hombre con la naturaleza.
Siendo uno de los pioneros entre los grandes escaladores argentinos, lleva 60 años relevando, escalando, investigando y difundiendo las actividades de montaña en Patagonia. Visitó por primera vez la zona del Fitz Roy en 1958, con apenas 18 años, y quedó fascinado con esta particular región cordillerana.
Pese a no vivir nunca en Patagonia y siempre en grandes ciudades a lo largo y ancho del mundo, Carlos conoce estas montañas y la historia de sus escaladas y expediciones como muy pocos.
Durante seis décadas Comesaña visitó Patagonia en innumerables oportunidades, como escalador, jefe de expediciones, organizador de relevamientos y sobre todo como explorador y hombre de montaña.
Integró las expediciones del Centro Andino Buenos Aires (CABA) al Pier Giorgio en 1962 y Fitz Roy en 1963. Escaló por primera vez la aguja Guillaumet y la supercanaleta del Fitz Roy en 1965. También recorrió el Hielo Patagónico Sur, escaló la aguja T48 en el valle del rio Túnel y subió por primera vez el cerro Rincón en 1971. Escaló en la cordillera Huayhuash de Perú y fue el jefe en montaña de la 3º Expedición Argentina al Himalaya, monte Everest, en 1971.
Comesaña organizó la expedición argentina a la Antártida de 1969, que escaló el monte Francés, y a partir de los años 80 fue un gran promotor para nuevas exploraciones en la Patagonia sureña. Promovió la región del Cerro Riso Patrón y Buracchio, el cordón Dos Hermanos y la zona de Aysen. Afirma que en el sur hay muchas rutas nuevas importantes por escalar y subir.
Entrevista realizada por Toncek Arko a Carlos Comesaña
Verborrágico, frontal y apasionado. Así se lo pudo ver a Carlos Comesaña en las presentaciones de su libro, “Patagonia Eterna”, donde reseña sus expediciones y escaladas, pero también su filosofía de montaña. Adhiere al principio que enuncia “donde hay voluntad, hay un camino” y si bien ya no se dedica a escalar y ascender montañas, alienta a los jóvenes escaladores a buscar nuevos desafíos en la Patagonia austral.
“Soy optimista con respecto al futuro. Hay muy buenos andinistas que abrieron rutas nuevas muy difíciles. Lo importante es tener ganas de encarar paredes no subidas, montañas sin ascensos y no quedarse solo con las repeticiones aledañas a El Chaltén”, sostiene.
Ejemplifica con las escaladas de Rolando Garibotti, por quien tiene una gran estima, pero también destaca lo realizado por la cordada argentina que integraron Luciano Fiorenza, Tomás Aguilo y Jorge Ackermann en “Historia sin Fin” al Fitz Roy y la ascensión de Diego Simari con escaladores franceses en el Riso Patrón. Este último cordón montañoso es promovido hace años por Carlos, quien asegura “tiene hermosas paredes por descubrir”.
Comesaña también destaca al escalador trasandino Camilo Rada, quien realizó exploraciones y escaladas muy interesantes. Una región que tiene muchas rutas y cerros por subir es la de Aysen, con unos 40 kilómetros de extensión, en la margen oeste del Hielo Patagónico Norte, una zona que define como “fantástica”.
Otra montaña “promovida” por Carlos es el Falso Gaviota, de complicado acceso, ya que debe realizarse preferentemente por mar, en medio de los témpanos. El reconocido montañés minimiza las dificultades de acceso a lejanas montañas sureñas ya que asegura, “en los años 50 o 60 también costaba llegar hasta Piedra del Fraile”.
Acepta la utilización de la tecnología, como ser los teléfonos satelitales, el GPS y los pronósticos meteorológicos por internet, pero rechaza categóricamente la utilización de taladros y clavos a expansión.
A su criterio los clubes de montaña argentinos “promueven demasiado las competencias de escalada deportiva y poco el andinismo clásico, las expediciones y la apertura de nuevas vías de escalada”. “El alpinismo y la escalada deportiva son dos deportes totalmente diferentes, lo único que comparten es el gesto en la escalada”, afirmó. Para los clubes la escalada deportiva puede ser hasta un negocio, con alquiler del uso de las palestras, cursos, competencias, todo en un ambiente agradable, ajeno al medio ambiente y al clima.
En su libro explica como inicialmente se entusiasmó con esta actividad, ya que supuso que de allí saldrían los alpinistas del futuro, pero luego constató que no es así, que son dos deportes muy diferentes.
Su actividad deportiva tuvo lugar entre 1960 y 1971, una década donde viajó 8 veces a Patagonia para escalar, dos veces a Perú y participó como jefe en montaña durante la 5ta Expedición Argentina al Himalaya, en el monte Everest.
Siempre vivió lejos de las montañas y su trabajo también tuvo lugar en un ámbito muy diferente al natural. Por ello, es interesante leer como hizo para compatibilizar la labor profesional y la familia con las actividades en la naturaleza.
“Yo no amo las montañas, yo amo las experiencias y vivencias que uno puede hacer en una montaña. Tampoco amo un río o el mar, disfruto de las vivencias que allí pueden suceder”, repitió en sus exposiciones. También destacó el necesario compañerismo que debe tener una escalada: la cuerda une a los protagonistas durante el ascenso, pero la unión también debe mantenerse durante el descenso.
Además de recordar sus expediciones Comesaña dejó por escrito su filosofía de montaña. Defiende el alpinismo clásico, rechaza el auxilio de medios artificiales como son los spit, los porteadores y el oxígeno suplementario y también ve con ojos críticos el mundo de la escalada deportiva.
“No comparto la tendencia de construir vías de acceso a las cumbres con clavos a presión, sogas fijas para ascender con jumars y el auxilio de guías de montaña profesionales. Esto se intenta justificar para hacer más confortable y segura la ascensión de clientes que pagan, pero se degrada las paredes y se suprime la escalada. Las personas que desean subir tal o cual montaña deberían entrenarse, capacitarse y esmerarse para hacerlo con sus manos y pies, no al estilo bolsa de papa”, afirma.
En su libro defiende enfáticamente el retiro de los clavos colocados por Cesare Maestri en el cerro Torre, mediante el compresor, y también mociona para que se limpien otras rutas y paredes. “La montaña debería tener el estado más natural posible, para que pueda ser disfrutada por las futuras generaciones”, propone.
Centro cultural Argentino de Montaña 2023