El final feliz de esta aventura, fue posible gracias a las acciones humanas realizadas por rescatistas y rescatados y por todos aquellos que participaron en poder lograr lo que se creía imposible
- 12/07/2018 -
Por Cristina Barraza
Los integrantes de una atrevida misión de rescate en los peligrosos confines de una caverna inundada, en el norte de Tailandia, lograron salvar a 12 niños y a su entrenador de fútbol, que habían quedado atrapados en el laberinto, poniendo fin a una agotadora experiencia de 18 días, que incluso costó la vida a un buzo experimentado. La historia, con final feliz, provoco angustia y desazón en el mundo entero, y sobre todo en Tailandia, aunque ahora produzca alivio y alegría.
La Navy SEAL de Tailandia (cuerpo de elite con entrenamiento especial, cuyo nombre proviene de las palabras Inglesas Sea, Air and Land,( Mar, Aire y Tierra) fue protagonista fundamental en el esfuerzo de rescate. Este martes pasado, la confirmación del éxito de la misión llegó, con estas palabras, en su página de Facebook: " Los 12 Jabalíes Salvajes y su entrenador ya emergieron de la cueva y están seguros. ¡Hurra!". "No estamos seguros de si esto es un milagro, una ciencia o qué", dijeron los SEAL."Todos los trece jabalíes están ahora fuera de la cueva. Todos están a salvo".
Fueron necesarios para la misión casi un centenar de buzos tailandeses e internacionales, un experto holandés en drenajes masivos, cientos de bombas de extracción y un plan de rescate tan audaz como arriesgado.
Varias horas después del anuncio, un médico australiano y tres buceadores del SEAL, que se habían quedado durante días con los niños en su pequeño refugio en la cueva también salieron.
Las ovaciones estallaron en una oficina del gobierno local donde docenas de voluntarios y periodistas esperaban noticias sobre si la intrincada y arriesgada misión de rescate había tenido éxito.
"Hicimos algo que nadie pensó posible", dijo el gobernador en funciones de la provincia de Chiang Rai, Narongsak Osatanakorn, líder del esfuerzo de rescate, en una conferencia de prensa celebratoria. “Fue misión posible para el equipo de Tailandia. “Esta misión fue exitosa porque teníamos poder. El poder del amor. Todo el mundo lo envió a los 13."
Mark Zuckerberg, fundador de Facebook; Elon Mask, empresario tecnológico millonario que encargó a sus ingenieros un submarino de tamaño infantil; el club inglés Manchester United... el mundo fue Tailandia durante dos semanas por los chicos atrapados.
El rescate ha demostrado haber sido un desafío monumental. Algunos de los niños ni siquiera eran nadadores, y tuvieron que aprender a bucear en condiciones tan difíciles que incluso cobraron la vida de un rescatista voluntario, retirado de la marina tailandesa.
El equipo de rescate estuvo formado por 13 buceadores extranjeros y cinco miembros de la unidad SEAL, que guiaron a los niños a la seguridad.
Cada niño fue escoltado por dos buzos profesionales durante los casi cuatro kilómetros que les separaban del exterior: uno por delante cargándole el tanque de aire de 12 litros y otro por detrás reforzando la seguridad del pequeño. El camino estuvo guiado por cuerdas de 8 milímetros de grosor, y alumbrado por focos estáticos y linternas portátiles que usaron los rescatistas, atadas a la parte posterior de la cabeza.
El trabajo previo al comienzo de la operación rescate fue crucial. Durante días se valoró la opción de excavar agujeros para evitar que los niños bucearan. Se perforaron más de 100 orificios, que sirvieron para instalar bombeadores de agua. El trabajo diario de los socorristas provenientes de varios rincones de todo el planeta posibilitó que casi 3,5 kilómetros pudieran ser recorridos sin tener que bucear. La complicación estuvo en la estrechez de varios pasillos, que obligó a sacarse los tanques de oxígeno y realizar figuras para seguir avanzando.
La forma de la gruta moldeó el recorrido, pero los trayectos (algunos duraron hasta ocho horas) se efectuaron principalmente a pie. Marines de Tailandia, China, Estados Unidos, Japón y Australia, entre otros, fueron los principales responsables de que el trayecto fuera así. Bombearon cerca de 243 millones de litros de agua; una cantidad suficiente para sumergir por completo la Estatua de la Libertad.
La tarde del 23 de junio, 12 niños y uno de sus entrenadores de fútbol decidieron realizar una excursión al interior de la cueva Tham Luang, para festejar el cumpleaños de uno de ellos Los niños, de entre 11 y 17 años, forman parte —excepto uno— del equipo de fútbol “Jabalíes Salvajes “cuyo entrenador asistente es Ekapol Chantawong (Ake), de 25 años de edad.
Para el mundo exterior, la cueva Tham Luang, cerca de la ciudad fronteriza de Mae Sai en la provincia de Chiang Mai ahora se ve como el escenario de una pesadilla: niños demacrados, perdidos, asustados y hambrientos durante nueve días, pero para los adolescentes locales, se la considera un lugar frecuentado, sobre todo en los fines de semana, en su deseo de aventura y de explorar las montañas, ríos o junglas. Lo que debía ser una tarde de alegría se convirtió en una pesadilla: los jóvenes y su entrenador quedaron atrapados en el interior de la caverna.
Mae Sai, localidad que está cerca del llamado Triángulo Dorado, la triple frontera donde convergen Tailandia, Myanmar y Laos es un centro de contrabando y cultivos ilegales de opio, santuario para miembros de varias milicias étnicas que han pasado décadas impulsando la autonomía del gobierno de Myanmar que los reprime rutinariamente, tres de los menores atrapados en la cueva pertenecen a esas minorías étnicas sin nacionalidad, al igual que su entrenador.
Estos son los valientes niños que protagonizaron la aventura que estuvo cerca de ser una tragedia:
Chanin Vibulrungruang: con 11 años, es el más pequeño. Lo llaman Titan y comenzó a jugar fútbol cuando tenía 7 años de edad. Lo invitaron a sumarse al equipo cuando se unió al club deportivo de su escuela.
Duganpet Promtep: apodado Dom, es delantero y capitán de los Jabalíes Salvajes. Se cree que estaba en la mira de varios clubes de fútbol profesionales. Compañeros de otros equipos de Dom comentaron que tiene capacidad para ser líder y muy buen sentido del humor. Tiene 13 años.
Panumas Sangdee: 13 años. Lo llaman Mic. Juega como defensor. Dicen que es ideal para jugar en esta posición por su estado físico y sus movimientos fluidos. De él cuentan que juega tan bien como si tuviese 15 años.
Somepong Jaiwong: más conocido como Pong, tiene 13 años. Su sueño es jugar para el equipo de fútbol nacional.
Mongkol Booneiam: su maestro lo describió como un "niño muy respetuoso y bueno". Tiene 13 años y se apoda Mark.
Nattawut Takamrong: en la carta que les envió a sus padres desde la cueva, Tle, como lo conocen por su apodo, les pidió que no se preocuparan por él. Tiene 14 años.
Ekarat Wongsukchan: lo llaman Bew. Tiene 14 años y le prometió a su madre que cuando salga de la cueva la va a ayudar en su tienda. Medios locales dicen que mejoró su juego en los últimos años gracias a su disciplina. Cuando termina el entrenamiento, se encarga de recoger los equipos.
Adul Samoon: tiene 14 años y fue clave en la comunicación con los buzos ya que su inglés es muy bueno. También habla tailandés, birmano y chino. Es el mejor alumno de su clase en la escuela Ban Wiang Phan, en Mae Sai.
Prajak Sutham: conocido como Note, juega al fútbol desde hace dos años. Tiene 15. "Es un buen chico, muy simpático y siempre haciendo bromas", le dijo a la BBC la dueña de una tienda a la que Note iba a comprar dulces desde que era pequeño.
Pipat Pho: apodado Nick, este niño de 15 años es el único que no es integrante de los Jabalíes Salvajes. El 23 de junio se acercó al campo de juego para practicar con el equipo y pasar tiempo con su amigo Bew.
Pornchai Kamluang: lo llaman Tee. Es defensor y tiene 16 años. "No se preocupen, estoy muy feliz", les escribió a sus padres.
Peerapat Sompiangjai: apodado Night, era justo su cumpleaños numero 16, el día que ingresaron en la cueva.
Todos los niños están, desde su rescate, en el hospital, recibiendo la visita de sus familiares quienes pueden verlos, por ahora, a través de un vidrio debido al temor de infecciones. Los médicos confirmaron que se encuentran bien, más allá de alguna arritmia, infecciones cutáneas y niveles anómalos de leucocitos. Fueron vacunados contra la rabia, por la presencia de murciélagos, y el tétanos y aun los observan por la posibilidad de que hayan contraído enfermedades en aquel entorno tan hostil. Los chicos, que fueron sacados de la cueva con los ojos vendados, siguen con anteojos de sol. Pese a todas las circunstancias vividas están animados, bromean y juegan.
La fortaleza de estos niños, su educación, su agradecimiento y su calma ha sido reconocida por cada uno de aquellos que participaron en el rescate, casi al nivel de resultarles increíble que los doce se hubieran comportado de igual manera.
La figura de Ekkapol Chantawong, el entrenador de 25 años, ha sido muy controvertida desde el principio, Los padres de Ake, como también se le conoce, perteneciente a la minoría Shan, murieron en Myanmar cuando él era pequeño; por ello ingresó a un monasterio budista en Tailandia, la opción más común para los huérfanos, en donde pasó diez años. Allí asumió las responsabilidades de cuidado de los estudiantes más pequeños, que lo condujeron a ser entrenador de futbol de Los Jabalíes, cuando abandono la vida monástica, hace tres años.
En la cueva, les trasmitió a los niños lo aprendido durante todos los años en los que vivió en el monasterio, enseñándoles a meditar, ayudándolos a pasar el tiempo en calma, sin estrés. La práctica de la meditación fue valiosa para que mantuvieran la esperanza y pudieran regular la respiración, en un contexto donde los niveles de oxígeno habían comenzado a descender.
En las horas previas al inicio del rescate el entrenador ya había cedido su ración de alimentos a los chicos. Según los rescatistas, a esta altura, ya evidenciaba signos de depresión y era la persona más afectada dentro del grupo por sentirse responsable de lo ocurrido. Tan es así, que cuando se enviaron las cartas a los familiares les escribió: "Prometo que cuidaré a los niños lo mejor posible. Quiero agradecerles por todo el apoyo y quiero pedir disculpas a los padres".
La respuesta de los padres fue inmediata: “Entrenador no te culpes. Los padres y las madres y todos queremos que estés relajado. Ninguno está enojado con vos. Todos te entienden y te envían los mejores deseos y coraje…”y una de las madres dijo “Si él no hubiera ido con ellos, ¿qué les habría pasado a nuestros hijos? Cuando salga, tendremos que ayudarlo a sanar su corazón.”
Sin embargo, su responsabilidad se juzga desde dos perspectivas muy diferentes. Así, mientras que en muchos medios, fundamentalmente occidentales, se ha señalado su imprudencia al permitir que los niños entraran en la gruta, en Tailandia se le ve como un héroe, cuyo liderazgo mantuvo a los menores con vida durante los primeros nueve días, hasta que fueron encontrados por dos buzos británicos. Algo similar se ve en las redes sociales.
El joven fue considerado entre su pueblo casi como una fuerza divina enviada para proteger a los chicos mientras atravesaron el calvario que les tocara vivir durante más de dos semanas.
Pero hubo una vida sacrificada: Saman Gunan, de 38 años, ya retirado de las fuerzas especiales del Ejército, que se uniera al rescate como voluntario, era un buzo muy experimentado, pero la suerte no lo acompañó. Había llevado provisiones al grupo y en el recorrido de vuelta, entre estrechos túneles llenos de agua fangosa, se quedó sin oxígeno en su tanque. Completó su tarea, pero perdió el conocimiento en el viaje de regreso. Su compañero de buceo realizó RCP, pero no pudo revivirlo.
La muerte del buzo no solo generó una enorme tristeza, sino también aumentó en ese instante la incertidumbre sobre cuál podría ser el destino de los niños. Que un rescatista experimentado haya corrido tal peligro, no era un buen indicio. Pero lejos de perjudicar el rescate, el legado heroico de Gunan se replicó en el resto del equipo de los 13 socorristas que se ocuparon de asistir y salvar la vida de todos los chicos y su entrenador.
El final feliz fue posible gracias al gran trabajo de los rescatistas, que se coordinaron para que nada fallara. Tailandia ya tiene claro cuáles son los grandes héroes nacionales tras unos días en los que esta cueva ha sido el centro del mundo: los buceadores ingleses Richard Stanton y John Volanthen, el médico australiano Richard Harris, el entrenador Ekapol Chanthawong y el jefe de la operación Narongsak Osatanakorn.
Los dos submarinistas británicos que estuvieron a la cabeza del equipo pertenecen al Consejo Británico de Rescate de Cuevas, fueron los primeros en llegar hasta el lugar en donde se hallaban los niños y su entrenador. Fue un encuentro conmovedor en donde les hicieron saber que vendría más gente a ayudarlos, pero que había que esperar para que pudieran salir, los niños se mostraron esperanzados y agradecidos
Rick Stanton, que es Bombero y apasionado por la espeleología, ha participado en numerosos rescates y había trabajado anteriormente junto al otro británico, el Ingeniero Volanthen.
El médico anestesista australiano, el Dr. Richard Harris, participó también de la operación formando parte de los 20 expertos enviados por Australia, es buzo y rescatista dese hace más de 30 años y posee relevantes virtudes de solidaridad y entrega, demostradas en anteriores misiones.
Harris estaba iniciando sus vacaciones, cuando todo cambió y se encontró arriesgando su propia vida para aventurarse en la cueva de Chiang Raí. Su figura se destacó por haber sido quien, luego de evaluar médicamente a los 12 niños y a su entrenador dio la luz verde para que la operación de rescate se pudiera llevar a cabo. Si los niños hubieran estado demasiado débiles de salud, un intento de rescate con buceo hubiera sido demasiado peligroso y casi imposible. El Dr. Harris tuvo además en sus manos la gran responsabilidad de contenerlos a medida que iban siendo rescatados y de decidir en qué orden dejarían los niños la cueva.
Fue la última persona en abandonar la cueva. Y al salir se expresó así: “Son los chicos más duros que he tenido el privilegio de conocer. Ellos son los responsables de su propia moral y de su propia seguridad, y si ellos no hubieran estado en las condiciones en que se encontraban, no podríamos haber hecho nada".
Pero el doctor australiano no pudo celebrar por mucho tiempo el éxito del operativo debido a una tragedia personal: su padre falleció poco después de que se completara el rescate.
Por su parte el trabajo realizado por el Gobernador de Chiang Rai, Narongsak Osatanakorn, quien estuvo a cargo de la Jefatura de la operación fue elogiado por su coordinación responsable y criteriosa, por su calma y humildad ya que requirió de inmediato la ayuda internacional de hombres y tecnología, que el suceso merecía y que fuera fundamental para el logro obtenido.
Los invito a reflexionar sobre las acciones humanas realizadas por rescatistas y rescatados, y por todos aquellos que compartimos esperanzados, desde la distancia el gran esfuerzo, buscando el aprendizaje que podríamos extraer de las dramáticas circunstancias protagonizadas.
Aparecen en primer término las diferentes visiones culturales que genera un mismo hecho. Lo ocurrido con la figura del entrenador, juzgado desde el mundo occidental por una eventual negligencia y por permitir el acceso de los niños a la cueva, mientras que desde la óptica de su pueblo, incluidos los padres de los jóvenes a su cuidado, ha sido calificado como un héroe sin cuya presencia no hubieran sobrevivido. Occidente observa desde la exigencia, el cumplimiento de conductas “responsables o normativas “y su control, mientras que oriente acepta desde la trascendencia, el amor y la existencia del destino. Creo que la enseñanza aquí es comprender que integrando ambas visiones se puede construir una integracion superadora.
Podemos reflexionar asimismo sobre el valor de la confianza y la fe, ambas demostradas por todos los actores del suceso, las cuales, sin duda, conformaron la base fundacional del salvamento. Los rescatistas las poseyeron sobradamente y también las ostentaron estos valerosos niños y su entrenador. Su ausencia hubiera imposibilitado el éxito logrado, lo ocurrido nos inspira a que apreciemos y acrecentemos su presencia en nuestras vidas.
Y haciendo propias las palabras de Jody Lightfoot, Directora de Campaign for Australian Aid, un movimiento de personas, organizaciones, comunidades y empresas australianas que creen que se puede y se debe hacer más para ayudar a construir un futuro mejor y más justo para todos, podemos concluir, también, en que la forma en que el mundo se unió para liberar a los niños atrapados en la cueva tailandesa, es un símbolo de que existe la oportunidad de liberar, con acciones conjuntas, a los niños atrapados en la pobreza en todo el mundo, uno de los principales propósitos de esa Organización y que es hoy una de las mayores cuentas pendientes de nuestro planeta.
La solidaridad, el amor, el altruismo y la entrega, hasta de la propia vida, fueron componentes preciosos de lo transitado en Tailandia; los manifestaron tanto aquellos que participaron activamente, como también los habitantes del mundo entero que desde la distancia los acompañaron con oraciones, buenos deseos y ofrecimientos de desinteresada colaboración Valoremos también esas virtudes que fortalecen y elevan al ser humano.
Quizás esos niños y el joven entrenador, tuvieron esta experiencia, para que el mundo se haga más sensible y solidario, y tomemos conciencia de la fuerza del amor, la compasión y la unión entre los hombres.
Por Luis Hernán Carabelli, Espeleólogo y Rescatista
El 23 de junio nos encontramos quiénes amamos la espeleología y dentro de ella los que nos especializamos en la disciplina del Rescate en Cavernas con la triste noticia que en Tailandia, en la caverna Tham Luang, se habían internado a recorrerla 12 chicos y un adulto los que al adentrarse se vieron imposibilitados de regresar por la crecida repentina del río que la recorre. Con la grandeza que poseen aquellas personas que saben reconocer sus limitaciones, el Gobernador de Tailandia decide aceptar la ayuda internacional de grupos de rescate especializados y es así como 2 buzos ingleses, especializados en buceo en cavernas y rescate se sumergen en sus aguas para, luego de 11 horas regresar y dar la Gran Noticia: Habían hallado a todos ellos y con vida.
Como Espeleólogo y Rescatista con más de 30 años en esta actividad comencé a pensar que formas serían las ideales para realizar un rescate en ese ambiente subterráneo que tan bien conozco:
1- Seria esperando el descenso del nivel del agua? Imposible porque las lluvias no lo permitirían,
2- Seria buscar unas nuevas entradas por superficie utilizando la tecnología actual del sistema de Drones?, se dificultaría por el relieve y la selva que circunda la caverna
3- se perforaría desde superficie como fue en el rescate de los mineros? Muy difícil ya que trasladar maquinaria de gran porte por zonas selváticas y sin caminos sería una empresa titánica pero inservible,
4- se debería bucear y retirarlos de la misma manera?, acertadamente se optó por ésta última.
¿POR QUE? La respuesta es muy simple,
1- NO EXISTIO LA SOBERBIA del Gobernador de creer que ellos podían hacerlo solos…su humildad permitió la aceptación de la ayuda Internacional.
2- TRABAJO EN EQUIPO. Punto fundamental, no hubo protagonistas, HUBO ESPECIALISTAS. Como en todo orden de la vida si uno busca especialistas para obtener un resultado positivo ese resultado va a ser el esperado.
3- PROGRAMACION Y PLANIFICACION Se analizó y se programó el rescate dividiéndolo en tres fases de trabajo, de las cuáles las 2 últimas se fueron mejorando, por el uso de ayuda internacional en el descenso del nivel del agua.
4- LA SUERTE. Aunque parezca que eso es ficticio, la suerte existe, pero es el resultado también de la preparación.
Podemos preguntarnos si en Argentina estamos preparados, para una situación similar
Creo que si podemos lograrlo, como grupo de rescate, trabajando en equipo y teniendo la humildad de que los especialistas sean los que dirijan la operación y que haya un entrenamiento con un trabajo de continuidad y compromiso
Un rescate no se improvisa, se planifica
Andre Slogmolen
La operación que el mundo nunca olvidará: Video de la marina tailandesa, los SEALs, del rescate en la caverna.
En un video de www.elmundo.es se ve a los niños atrapados en una caverna de Tailandia, y están sanos y salvos. Su rescate se complicaba debido a las lluvias del monzón.
Fuentes: - www.abc.net.au
- www.lanacion.com.ar
- www.bbc.com
- www.infobae.com
- www.elconfidencial.com
- Facebook ThaiSEAL
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