La extracción de litio y el uso del agua necesario para ello, modifican el ambiente y la calidad de vida de los habitantes de las zonas de extracción; los invitamos a conocer el tema
El litio es, por estos días, tema de gran atención por ser uno de los recursos minerales que posee Argentina, frente a un mercado en donde es y será muy requerido. Las expectativas de una demanda que crece impulsan los precios y el interés por las inversiones, multiplicándose los proyectos para los próximos años.
FECHA NOTA - 15/07/2018 -
Voces a favor, otras en contra, intereses económicos y políticos versus defensa del medio ambiente son temas recurrentes en la minería, y la extracción del litio, por menos contaminante que sea, no es ajena a la controversia, ya que ella compromete un recurso vital y escaso, como es el agua.
Es un triángulo geográfico en donde la Argentina, Chile y Bolivia tienen el 70 por ciento de las reservas mundiales del mineral y semejante riqueza natural despierta cada vez con más fuerza entusiasmos de todo tipo. El triángulo, está formado por el Salar del Hombre Muerto (Argentina), el Salar de Uyuni (Bolivia) y el Salar de Atacama (Chile), sumados a los salares que se ubican dentro del área comprendida, todos ubicados en altura, más precisamente en la región de la Puna de Atacama.
La Argentina está tercera en esta carrera mundial por la explotación de este mineral. El 40 por ciento del litio del mundo lo produce Australia (desde la roca), el 33 por ciento Chile y le sigue la Argentina, con el 16 por ciento. La producción mundial de litio es de 192.000 toneladas. El mercado es de unas 220,000 toneladas y la Argentina hoy produce unas 37.500 toneladas. Hay dos minas en marcha: Sales de Jujuy, en Olaroz, y Fénix, en Salar del Hombre Muerto, Catamarca. Ambas explotaciones están en manos extranjeras con mínima participación del estado local. El negocio es fabuloso si se considera que la tonelada de litio en el mundo se paga unos 10.000 dólares y el costo de producción varía entre 1600 y 3000 dólares la tonelada. El negocio hoy es pequeño, unos 300 millones de dólares en la Argentina. En el mundo es de 2000 millones de dólares. Pero proyectado a 2025 es muy importante: 7700 millones de dólares. La demanda proyectada llegaría a las 700.000 toneladas y quien logre producir más logrará fijar el precio y ganará la carrera en la región de la Puna de Atacama.
En la zona del triángulo existen dos mineras que trabajan propiamente con el material, la más importante hasta el momento es la Sociedad Química y Minera de Chile. También existe extracción del mineral por empresas mineras extranjeras que exportan el material a naciones como Alemania, China, Estados Unidos, Países Bajos, Reino Unido y Rusia, entre otros, o a empresas como LG Group, Toyota, Mitsubishi y baterías Magna, entre muchas otras.
Las comunidades aborígenes son los otros protagonistas de este conflicto, divididos entre los que se oponen a la extracción del litio -temen que terminen con la poca agua que tienen- y los que disfrutan de sus beneficios. Y las provincias, dueñas de los recursos del subsuelo, que cobran un 3 por ciento de regalías por cada tonelada que sacan, y también están involucradas en las obras, donde la política no es ajena, son también actores activos de este escenario.
Un punto de conflicto existente es el impacto social y ambiental de la actividad. La extracción de litio no es contaminante como la del oro, pero insume, grandes cantidades de agua. Este punto inquieta a las comunidades indígenas que habitan en la Puna. No sólo ello: el impacto ambiental por este tema llegó a la Corte Suprema de Justicia, en 2010, de la mano de una mesa de 33 comunidades originarias para la Defensa y Gestión del Territorio (Salta y Jujuy) que presentó una acción de amparo exigiendo la consulta previa sobre los proyectos extractivos en Laguna Guayatayoc y Salinas Grandes. Explicaron su temor a que “se mezclen las aguas dulces y saladas del salar”, lo que significaría su pérdida y, con ella, “la pérdida de esta cultura andina de siglos” Hubo una audiencia pública convocada por la misma Corte, pero el tema no prosperó. Los abogados de las comunidades indígenas del Norte decidieron entonces ir a la Corte Interamericana de Derechos Humanos para hacer sentir allí sus protestas.
El litio (Lithium en inglés) es un elemento químico descubierto en el 1907 (por George Urbain) que pertenece a los metales alcalinos. En su forma pura es un metal de color plateado que se oxida rápidamente si entra en contacto con agua o simplemente con el aire.
La particularidad de este elemento se debe a que es el elemento solido más ligero que existe: su densidad es la mitad (casi) de la del agua (0,535 g/cm3). A contacto con agua se produce una reacción exotérmica, si bien menos violenta que la del sodio (con agua).
Para extraer el litio de los inmensos lagos salados se deben perforar las salinas, llegar hasta donde está la salmuera, extraer esas aguas, purificarlas y de ahí se obtiene carbonato de litio(o cloruro de litio) a un 99,6%, que es lo que se exige a nivel internacional para fabricar baterías. El proceso de purificación a nivel industrial es muy costoso y requiere una gran inversión.
El litio se utiliza en las baterías de celulares, computadoras, autos modernos (híbridos y eléctricos) y en una amplia gama de tecnologías como vidrios, cerámicas, grasas lubricantes, y también en la industria farmacéutica ya que las sales de litio (citrato de litio o carbonato de litio) son estabilizantes del humor, y son utilizados para el tratamiento de ciertos tipos de depresión.
El litio tiene otros usos además de los mencionados, por ejemplo se lo utiliza en gigantescos equipos que acumulan energía para alimentar paneles fotovoltaicos.
Hoy la minería del litio en esta provincia da empleo a 483 personas, pero se prevé que en 2022 empleará a 3408, por lo que muchas poblaciones se encuentran beneficiadas con la actividad y defienden la explotación.
En Jujuy, por ejemplo, se encuentra “Sales de Jujuy Sociedad Anónima “, con la mina situada a 25 kilómetros de la comunidad Olaroz, a la que se accede por un camino de ripio y piedra que bordea el blanco salar. La empresa es una sociedad conformada por Orocobre (72,68 %), Toyota Tsusho Corporation (27,32 %) y Energía y Minería Sociedad del Estado (JEMSE) con un 8,5 %. Es la primera que opera en Jujuy desde 2014 y es un gigante. Tiene capacidad para producir 17.500 toneladas de litio pero proyecta duplicar su producción a 35.000 toneladas. Quiere ganar la carrera y va primera.
En la Puna jujeña donde se encuentra esta explotación el cielo azul profundo contrasta con el blanco del salar. El horizonte ancho solo tropieza con la entrada a la mina en la cual existe una barrera y una casilla de seguridad ya que todos los que ingresan deben pasar un test de alcoholemia y usar casco y calzado de seguridad. Los 200 trabajadores y 230 contratistas allí ocupados trabajan 15 días de corrido por 15 días de descanso o 7 días por 7dias. Viven en módulos azules como conteiners, junto a una cancha grande de futbol. Los empleados son en su mayoría de las comunidades aborígenes locales. En Sales de Jujuy hay 291 empleados, pero son 613 los beneficiados si se cuentan las contratistas.
Los mineros perforan a 300 metros en el salar y llenan con salmuera enormes lagunas de dos kilómetros de largo por uno de ancho. Allí con el sol y el viento se deja evaporar la sal entre 18 y 24 meses. El material pasa de pozón en pozón hasta obtener la máxima concentración de litio en sal. El producto se procesa en una planta química, que con tecnología secreta, separa el litio de otros minerales. Luego se convierte en micro partículas blancas que se embolsan de 1000 a 25 kilos y exportan en camiones que sacan el mineral por el cercano Paso de Jama, a los puertos chilenos. De allí va directo en barco a los clientes que fabrican baterías en China, Corea del Sur y Estados Unidos: Samsung, LG. Tesla, Panasonic, entre otros.
En la misma zona está establecida ya la Minera Exar que está en la etapa previa a entrar en producción. Lo hará en 2020 con 20.000 toneladas, pero ya prevén una ampliación para duplicar su producción a 40.000 toneladas, explica Franco Mignacco, presidente de la empresa. "En los próximos dos años invertiremos 435 millones de dólares", promete.
Mingaco, precisó también que pagan a la provincia un canon de unos 3200 pesos por hectárea y que la ley provincial prevé la consulta a las comunidades aborígenes locales. Hay seis comunidades aborígenes en la zona de influencia de las empresas “ Sales de Jujuy ” y”Exar “: Olaroz, Susques, Huáncar, Puesto Sey, Pastos Chicos y Catua. "Todo queda acá, hay desarrollo sustentable", explica Mignaccoy cuenta que acaban de inaugurar la casa comunal de Pastos Chicos.
Respecto de las comunidades aborígenes de la zona cuya mano de obra es contratada en esta explotaciones, se encuentran amparadas por la leyes argentinas y por el convenio 169 de la Organización Internacional del Trabajo, que prevén que los pueblos aborígenes tienen derecho a un procedimiento de consulta previa, libre e informada antes de la explotación minera. El procedimiento implica que una asamblea de la comunidad escuche a los responsables del proyecto y sus consecuencias ambientales y vote otorgando o no el consentimiento.
Cuando una empresa quiere una concesión le pide autorización a Minería Jujuy. Allí informan a la Secretaría de Pueblo Indígenas, a cargo de Natalia Sarapura, una dirigente aborigen que recorrió el mundo promoviendo la conciencia de derechos y que rechaza el conflicto. "No decimos minería si o minería no. Somos un pueblo con una institucionalidad propia, con una relación diferente con la naturaleza y tenemos derecho a ser consultados y opinar. Se trata de tomar decisiones, pero con participación y esto nos permite superar la disyuntiva de minería sí o no. El derecho humano de opinar no es un trámite", reclama Sarapura.
"La consulta es vinculante", dice Sarapura. La consulta no es vinculante, dicen los empresarios. Lo cierto es que de todos modos nadie haría una inversión en medio de una comunidad aborigen sin contar con su anuencia. "Se confunde la consulta con el poder de veto que tiene la comunidad", explica Sarapura que dice que pueden rechazar la explotación si se acredita el riesgo para la supervivencia.
La abogada Alicia Chalabe que asesoró a las comunidades en un litigio que llegó a la Corte explica que es necesario reglamentar el modo de la consulta. Se hizo un protocolo incluso, pero no se aplica.
En Olaroz la comunidad dijo que sí. Además, se firmó un convenio que le otorga unos 200.000 dólares al año, según fuentes del gobierno provincial y de la comunidad. Ese dinero se destinó a construir una escuela secundaria, que pretende ser técnica con formación en minería de litio, a levantar un destacamento de policía, donde hay un solo agente y a mejorar al pueblo que ahora tiene internet. Ahora los atacamas de Olaroz negocian otro acuerdo con Exar que entra en producción en 2020. "Sin minería no vivimos" dice Apolinar Nieva, presidente de la comunidad. “El agua depende del clima. Tuvimos sequía, pero ahora no. De acá a 20 años no sabemos qué puede pasar", explica el dirigente que debe rendir cuentas trimestralmente a su comunidad de como invierten el dinero que reciben de las empresas. Los jóvenes no se van y cuando estudian regresan a la comunidad. La empresa de la comunidad Las Vertientes brinda servicio de comida a las minas y la firma Selink de integrantes de la comunidad limpia el campamento de Exar.
Pero como lo dijimos no todos aceptan la minería. Las comunidades más lejanas al salar de Olaroz, las que están en la Salina Grande, no quieren saber nada. César Morales es presidente de la Comunidad de Tres Pozos y dice: "No queremos el litio por el agua, la contaminación, el agua para consumo se está yendo para abajo. Tenemos muchos problemas" dice Morales. En su comunidad todos coinciden. Al igual que en los pueblos vecinos en donde no hay prosperidad económica como en Olaroz.
Es evidente que la extracción de litio y el uso del agua necesario para ello modifican el ambiente y la calidad de vida de los habitantes de las zonas afectadas.
Por lo tanto la intervención, la opinión y el consenso con las persona que de una manera u otra ven modificada sus condiciones vitales es fundamental y entendemos que el cumplimiento respetuoso de lo que se acuerde con ellos debe ser estricto, tanto por parte de las autoridades como de las empresas. Actuando de esta manera seguramente podrá haber beneficios económicos para los involucrados con el menor impacto en lo ambiental y social posible.
El objetivo general de la Argentina debiera ser explotar el Litio de tal manera que se le pueda incorporar el máximo valor agregado posible en el país, sin afectar a la ecología ni perjudicar la vida de los pueblos originarios, fomentando asimismo a que ellos participen de las explotaciones y se beneficien con ellas.
Fuentes: - www.avizora.com
- www.lanacion.com.ar
- www.apertura.com
- es.wikipedia.org
- www.mineraexar.com.ar
- www.salesdejujuy.com
Centro cultural Argentino de Montaña 2023