En este valioso artículo, el autor nos invita a recorrer el pasado, presente y futuro de las actividades practicadas en la montaña, desde una perspectiva española
INTRODUCCIÓN
Es importante saber de dónde venimos, para saber a dónde queremos ir
Las montañas han estado muy presentes en la vida y evolución de los seres humanos, en principio y fundamentalmente por razones religiosas o económicas. A mediados del siglo XII se data el acercamiento humano a la montaña, por otras razones más ligadas al ocio recreativo y autotélico, o bien al arte más allá de su función ritual mágico-religiosa.
A finales del siglo XVIII y principios del XIX, se produce un movimiento de unos pocos adelantados que favorecidos culturalmente por fortuna seguían los principios del excursionismo pedagógico y científico. Estas personas se hicieron acompañar de lugareños expertos en el medio, que encontraron en estas actividades compensaciones pecuniarias complementarias a su economía tradicional, convirtiéndose así en el origen de los guías de montaña actuales. En este movimiento ya aparecen muchos perfiles que, más allá del conocimiento, encuentran su impulso en un carácter más deportivo, donde el reto y la aventura se expresan como anhelos intrínsecamente humanos. A estos primeros movimientos, le sigue uno más amplio, vinculado a las categorías trabajo y tiempo libre, concebidas desde una perspectiva sociológica.
A mediados del siglo XX, con el desarrollismo industrial, su vinculación al modelo de ciudad y el asociacionismo propio de la época, traen consigo el incremento de los clubes de montaña y la proliferación de actividades deportivas afines. En estas circunstancias se asienta el boom de las actividades y deportes de montaña. Tal coyuntura, unida a la perspectiva vital de vida sana al aire libre, la influencia de los conflictos medioambiental y socioeconómico de comienzos del siglo XXI, y ligada de manera muy especial con la aparición de nuevas tecnologías de la información, ha hecho el resto.
La globalización, producto en este caso de la evolución de los modelos de comunicación, hace que un fenómeno cualquiera se reproduzca en cualquier parte del mundo. Es decir lo que sucede con las actividades y deportes de montaña en España, ha sucedido en otros países europeos y sucederá en los países sudamericanos, por supuesto con todos los matices propios de la diversidad.
Actualmente en España hay un boom de los deportes de montaña con el Senderismo a la cabeza. Según encuestas de hábitos deportivos, cerca del 32% de la población es practicante, cerca de cinco millones lo hace al trimestre y más de un millón y medio de personas lo realiza cada fin de semana. La Federación Española de Deportes de Montaña y Escalada (FEDME) es la quinta federación deportiva en número de afiliados, unos doscientos mil. Otros deportes como las Carreras por Montaña, han modificado el panorama tradicional del Montañismo. Al boom de las actividades en la naturaleza hay que sumar las visitas a Espacios Naturales Protegidos, como son los Parques Nacionales, que baten records año tras año de visitantes, sucediendo lo mismo con rutas míticas que acumulan los doscientos mil visitantes anuales. En esta situación es lógico entender el incremento de los accidentes en montaña, y esto está bastante datado en las estadísticas del (GREIM) desde 1981.
En España se producen unos 100.500 siniestros anuales relacionados con las actividades en montaña (Alberto Sánchez, Tesis Doctoral “Accidentes, siniestros, rescates y acciones preventivas de los deportes de montaña en España” 2016.), de estos, no llega al 1% los que producen la necesidad de rescate, el resto son intervenciones que se gestionan a través del seguro deportivo correspondiente de las diferentes federaciones autonómicas (integradas en la FEDME), o bien a través del servicio estatal de salud pública (Ministerio de Empleo y Seguridad Social).
Aunque los rescates sean tan solo el punto vértice del cono superior de la pirámide de accidentalidad, han provocado una alarma social que ha traído consigo la aparición de diferentes legislaciones autonómicas (España tiene 17 Comunidades Autónomas) para el cobro de tasas de rescate, que solo han aportado confusión, por el alto grado transfronterizo de las diferentes cordilleras, e injusticia, al determinar ciertos deportes como de alto riego y otros no. Este es el caso del Alpinismo y del Senderismo, el primero es considerado de alto riesgo y el accidente por su práctica motivo de cobro de rescate. Mientras que en el caso del segundo al no tener consideración de actividad de alto riesgo, su rescate no conlleva cobro.
La polémica sobre el cobro de tasas de rescate, trajo consigo el oficial y determinado posicionamiento de la FEDME en su contra. Este posicionamiento es compartido por otras entidades oficiales que son protagonistas del rescate en montaña (En España son diversas las Comunidades Autónomas que poseen su propio cuerpo de rescate). El posicionamiento contrario al cobro del rescate, se basa en los datos extraídos de las estadísticas de intervención, causas técnicas concretas del rescate y del análisis de los accidentes.
En 2011 la FEDME convoca a sus federaciones autonómicas para tratar el tema de la seguridad en montaña de manera general. De este trabajo nace el Comité de Seguridad FEDME en 2015, con unos objetivos perfectamente definidos <<trabajar la Seguridad, la Formación y la Comunicación con el fin último de conseguir una Cultura de Seguridad que lleve a la reducción de la siniestralidad existente>>. Una de las labores fundamentales de este Comité es el análisis de accidentes, esto tiene dos vertientes definidas: el análisis general de los datos provenientes de diferentes estadísticas y el análisis profundo de accidentes concretos que se consideran paradigmáticos. Actualmente la revista Desnivel (https://www.desnivel.com/), publica análisis de accidentes realizados por el Comité de Seguridad, bajo el título Lecciones Aprendidas.
La necesaria transversalidad de la Prevención como metodología, hizo que el Comité de Seguridad FEDME diera cabida a entidades muy protagonistas en el medio como el Grupo de Rescate Especial de Intervención en Montaña de la Guardia Civil (GREIM) y la Asociación Española de Guías de Montaña (AEGM). Fruto de esta colaboración es el actual análisis de factores precursores del accidente que realiza el GREIM de sus intervenciones. Aplicando la metodología de la Prevención de Riesgos al análisis de accidentes, tenemos que tener en cuenta la trayectoria causal: 1º causas directas como causas objetivas e inmediatas afectadas por condiciones inseguras, factores de la actividad y actos inseguros; 2º causas indirectas como causas básicas y subjetivas, causas latentes con origen lejano al momento del suceso y que tienen que ver con la organización y con el individuo. Siguiendo este criterio, las estadísticas del GREIM ofrecen, de una lista de hasta 18 conceptos, como principales factores precursores del accidente y con este orden: 1º la sobreestimación de posibilidades; 2º la falta de nivel técnico o inexperiencia; 3º la mala planificación; 4º la falta de preparación física.
En un análisis más profundo de los citados como principales factores precursores, se pueden aunar y determinar que las dos causas básicas del accidente en montaña son la organización y la percepción del riesgo. Si queremos tratar estas causas en su origen, tal como reza la metodología de la Prevención de Riesgos, debemos acercarnos a dos temas fundamentales que van de la mano en la concepción de la seguridad del siglo XXI, la gestión del riesgo y la percepción del riesgo.
trataban la seguridad en montaña desde dos vertientes, los peligros objetivos como los inherentes al medio y los peligros subjetivos como los aportados por las personas. La seguridad estribaba en tres tipos de soluciones, la protección activa durante la actividad, en situaciones en las que el riesgo era manifiesto o cuando ya se había producido el accidente. Si bien era una concepción basada en la experiencia, también era una concepción muy reactiva.
En décadas diferentes aparecen libros como <<I pericoli in montagna>> de Paulcke-Dumler en 1972, <<Seguridad en montaña>> de Walter Kellermann en 1984, <<Seguridad y riesgo>> de Pit Schubert en 2001. En estos libros que pongo como ejemplo, se aprecia la evolución de los conceptos y modelos de seguridad en montaña.
Actualmente, el análisis de accidentes y por tanto las medidas preventivas, pivotan sobre el concepto de riesgo diferenciándolo claramente del concepto de peligro, la aplicación de modelos dinámicos de gestión del riesgo y la búsqueda de una cultura de seguridad interdependiente frente a la reactiva de los modelos anteriores. Pero sobre todo, la seguridad moderna se caracteriza por beber en la Neurociencia, que nos aporta el conocimiento básico para interpretar la percepción del riesgo y poder incorporarlo en temas fundamentales como son la evaluación de dificultades o la misma gestión del riesgo.
En este contexto aparecen libros como <<Gestión del riesgo en montaña y en actividades al aire libre>> de Alberto Ayora en 2008, <<Riesgo y Liderazgo>> de Alberto Ayora en 2012, <<Seguridad en montaña. Los peligros ocultos>> de “Rizos” Amat en 2017.
La gestión de riesgos en montaña es el tratamiento en conjunto de la evaluación y control de todos los riesgos de una actividad, en un proceso estructurado y continuo que abarca: la definición de objetivos; la selección de actividades; la evaluación de todos los riesgos; el tratamiento de todos los riesgos y el nivel asumido; la planificación de la actividad; la comunicación; la realización; el análisis de los resultados, su comunicación y registro. Esta tarea parece estar aplicada especialmente a colectivos, pero también y casi en su práctica totalidad, lo es para cordadas e incluso para actividades en solitario, lo que puedo afirmar porque forma parte de mi experiencia en la práctica de mis actividades.
Uno de los pasos claves de la gestión del riesgo es la creación de protocolos que traten los riesgos. Si para crear protocoles fiables es importante conocer alguna herramienta de planificación, es definitivo interpretar los riesgos como un sistema y buscar la criticalidad del mismo, utilizando formulaciones del pensamiento divergente.
El futuro pasa porque todas las organizaciones convocantes de actividades de riesgo, deban determinar valores aceptables de exposición del riesgo asumido, implantar un control apropiado del mismo y posibilitar la trazabilidad del sistema de gestión utilizado, tanto para sumar en cuanto a experiencia se refiere, como por necesidades de seguridad jurídica.
De lo dicho, es fácil deducir que una correcta gestión de riesgos necesita un plus de formación específica y por eso actualmente forma parte de la formación ofrecida por la EEAM y otras escuelas de federaciones autonómicas pertenecientes a la FEDME.
Lleva 53 años practicando diferentes deportes de montaña, por la que se le concede el premio a la Trayectoria Deportiva de la FDM-Avilés. Desde 2009 es responsable de seguridad en la FEMPA y miembro desde su creación en 2015 del comité de seguridad de la FEDME. En 2017 publicó el libro “Prevención de riesgos para colectivos en montaña”. Por su activa labor divulgativa y formativa en materia de prevención de riesgos en montaña, se le concede el primer premio dedicado a la seguridad que se otorga en la historia de la FEDME.
Federación Española de Deportes de Montaña y Escalada (FEDME)
Grupos de Rescate Especial de Intervención en Montaña (GREIM) de la Guardia Civil
Asociación Española de Guías de Montaña (AEGM)
Escuela Española de Alta Montaña (EEAM)
Federación de Deportes de Montaña y Escalada del Principado de Asturias (FEMPA)
Centro cultural Argentino de Montaña 2023