El pasado 7 de agosto, una de las instituciones más antiguas e importantes en la historia del montañismo en Sudamérica celebró su centenario. Los invitamos a descubrir su obra y su trayectoria
La trayectoria de este club está plagada de hitos de bastante relevancia. Aparte de atribuirse a sus socios importantes conquistas del andinismo chileno, como el seismil más austral del mundo, el Marmolejo (6.108 m), el Mesón Alto (5.257 m) o el icónico Morado (4.647 m), actual emblema del club. El DAV se ha destacado por registrar, documentar y difundir la geografía y cultura andina.
Publicaciones como la 1ª Carta de Excursionismo, elaborada por Fickenscher y Klatt el año 29; la primera guía de montaña llamada “El Baqueano del Alpinista Chileno” escrita por Kurt Klemm en 1934; la Revista Andina, editada desde 1919; además de diaporamas y exposiciones, han sido, no solo un innegable legado histórico, sino una importante contribución cultural de este club, el cual sigue muy activo y en constante evolución.
Los orígenes del DAV se remontan al año 1887, cuando fue fundado el Club Gimnástico Alemán en Valparaíso como una sección del “Deutscher Turnverein” por Emilio Conrads. Este Club Gimnástico tenía como objetivo primordial el practicar la gimnasia de la escuela de Jahn, la cual era “una particular gimnasia alemana de proyecciones educativas, curativas y preventivas de dolencias” y el programa abarcaba además de los ejercicios de sala, prácticas al aire libre como juegos de movimientos, carreras, marchas, saltos, excursiones y ascensiones de cerros. De este modo, dentro del club se formó un grupo de excursionistas, quienes formaron el llamado “Pelotón Andinista”.
Su programa abarcaba, además de los ejercicios de sala, prácticas al aire libre como juegos de movimientos, carreras, marchas, saltos, excursiones y ascensiones de cerros. De este modo, dentro del club se formó un grupo de excursionistas, quienes formaron el llamado “Pelotón Andinista”.
Desde 1893 a 1896 el grupo concentró su interés en el ascenso del cerro el Plomo (5.424 m) y de sus montañas circundantes. Así fue como en 1893 lograron su primera hazaña: tras subir al Paso del Cepo, conquistaron la primera cumbre al Norte de este. Como se trataba en aquella época de una cumbre innominada, decidieron bautizarla con el nombre de Bismarck (4.650 m), el canciller alemán que se encontraba de cumpleaños el mismo día del ascenso.
Tras tres tentativas, Gustavo Brant y Rodolfo Luck alcanzaron la cumbre de El Plomo en 1896. Esta es considerada la primera ascensión deportiva de esta montaña, puesto que para su desazón encontraron algunos restos en la zona de la cumbre, probablemente pertenecientes a algún minero que llegó hasta esas alturas en busca de riquezas.
Este mismo año, repetirían la hazaña de Güssfeldt de doce años antes y subirían al Volcán Maipo (5.264 m) por segunda vez, en un ascenso que les tomó más de 23 horas ida y vuelta.
Al año siguiente, el mismo Gustavo Brant, esta vez acompañado por R. Conrads, Griebel y Albino intentarían el ascenso nada menos que del Aconcagua (6.961m), por la larga ruta utilizada por el explorador Güssfeldt, que se inicia en territorio chileno en Putaendo. Según el relato de los expedicionarios, estos llegaron hasta las cercanías de la cumbre, aproximadamente a los 6600 m de altura, donde una tormenta les impediría seguir avanzando. Cabe destacar, que tres días antes de que abandonaran, el suizo Zurbriggen, con quien se encontraron durante la expedición, había alcanzado la cumbre por primera vez.
En 1898 Brant, Conrads y Griebel repetirían el intento, alcanzando los 5800 m, pero nuevamente el mal tiempo los obligaría a dar la vuelta. En 1899 harían uno de los primeros intentos al Volcán San José (5.856 m), que al igual que la mayoría de las grandes cumbres de los Andes Centrales, permanecía inescalada.
Años más tarde, en 1920, un socio del DAV Valparaíso, Hans Gwinner, sería el primero en alcanzar la cumbre Norte de este volcán. Siguiendo con la tradición de ascensos históricos, los socios del DAV Santiago Sebastián Krückel y Otto Pfenniger alcanzarían la esquiva cumbre en 1931.
En 1909, miembros del Club Gimnástico Alemán de Valparaíso se dieron cuenta de la necesidad de organizar el reconocimiento del territorio chileno y deciden fundar el “Club Excursionistas Concón” o “Ausflugverein Mitmit” (traducción alemana literal de Concón). Los fundadores del club fueron: Albert Gutsche, Ferdinand Simonsen, Georg Simonsen, Heinrich Hanisch, Heinrich Mattensohn y Hans Plagemann. Un año más tarde, los fundadores resolvieron cambiar el nombre por “Deutscher Ausflugverein Valparaíso” DAV (Club Alemán de Excursionismo de Valparaíso), nombre con el que se lo conoce hasta el día de hoy.
Las primeras excursiones las hacían en zonas costeras y en la misma Cordillera de la Costa. Cerros como La Campana, El Roble y El Caqui serían destino habitual del club en aquella época. Como insignia del Club se eligió la Palmera Chilena. Esta se encuentra en gran cantidad en el sector Ocoa del Parque Nacional La Campana. Desde 1931 se agregó el Edelweiss, símbolo del Club Alpino Alemán y Austriaco.
En esta época se dio una activa colaboración con el Deutscher Wissenschaftlicher Verein (Club Científico Alemán), ya que los paseos de los andinistas del club ayudaban al conocimiento científico de los volcanes, de la conformación geológica de los cerros y de la flora y fauna cordillerana. Al adquirirse en 1916 un proyector de planchas fotográficas de vidrio y habiéndose reunido una buena colección de tomas, comenzaron a hacerse proyecciones ante el público. Con este dinero recolectado en los años 1917 y 1918, se hizo una donación a la Cruz Roja. La colección de estas numerosas y antiguas diapositivas es parte importante del patrimonio histórico del DAV Valparaíso.
En julio de 1919 se publicaron por primera vez las “DAV Mitteilungen” (Boletines Informativos del DAV) y a partir de 1924 los primeros números de la revista “Andina“, que hasta hoy es editada. Esta publicación se ha transformado, sin duda, en una de las fuentes más ricas de la historia del montañismo deportivo en Chile. Lamentablemente, un incendio destruyó la secretaría del club, destruyendo gran parte del material bibliográfico y dejando al club en una precaria situación financiera. Afortunadamente, tanto en la biblioteca del DAV Santiago como en la del DAV Valparaíso se conservan algunos números de las primeras publicaciones. A pesar de las dificultades el DAV Valparaíso logró salir adelante, sus miembros eran hombres de empresa y de gran determinación, por lo que se continuó haciendo excursiones y publicando la revista Andina.
El 22 de julio de 1924 se hace un llamado en el “Deutsche Zeitung für Chile” en la sección “Vereinsleben” la siguiente noticia: «Se ha planeado la fundación de un Club Alemán de Excursionismo en Santiago»:
Las bellezas del paisaje de Chile desde siempre han ejercido una atracción en los excursionistas alemanes. En Valparaíso existe desde hace bastante tiempo un club de excursionismo de nuestros compatriotas. Ahora se tiene la intención de crear una organización similar acá en Santiago. A los interesados se les solicita asistir a una reunión el jueves 24 de este mes, a las 9:30 de la noche en el local de la Asociación Cristiana de Jóvenes, Delicias N° 1312.
En el día señalado se encontraron aproximadamente una docena de señores, de los cuales casi la mitad eran antiguos miembros del DAV Valparaíso. Su influencia se puede atribuir a que inicialmente se haya decidido fundar una sección del DAV Valparaíso para cuyo objetivo se quería entrar en contacto con Valparaíso, para en el siguiente encuentro, que debía realizarse el 7 de agosto de 1924, tomar la decisión definitiva. Como insignia se eligió el cactus, típico de la precordillera de Santiago. Los socios fundadores fueron Rudi Vogel, Theodor Malbranc, Gustav Fremerey, Walter Peukert, Kurt Klemm, Hjalmar Jacobsen, Hans Hennig, Sebastian Krückel y Hermann Sattler. La mitad de ellos provenía de Valparaíso, desde donde habían debido emigrar por razones de trabajo. Un mes más tarde se unirían nueve nuevos miembros a la joven institución. Para octubre de ese año se contaba con un patrimonio de $200 de la época y ya se habían realizado cinco excursiones. Para fines del año siguiente, el número de socios había ascendido a unos cuarenta. Ambas instituciones, DAV-Valparaíso y DAV-Santiago, se afilian en 1929 como “Sektion Chile” del mencionado Club Alpino Alemán-Austriaco.
Después de la Segunda Guerra Mundial se disuelve esta afiliación, como también en Europa los Clubes Alpinos de habla alemana siguen nuevamente su vida en forma independiente. Aunque estos vínculos se suspendieron, se ha mantenido el contacto hasta la fecha.
En 1925, junto a sus hermanos llega a Chile proveniente de Hamburgo Albrecht Maass, quien se uniría al DAV Santiago, y prontamente se transformaría en uno de los principales impulsores de los grandes ascensos y exploraciones. Hasta su regreso a Alemania, 8 años más tarde, el joven Maass pasaría más tiempo en la montaña que en su trabajo, anotándose, entre varios logros, los primeros ascensos al cerro Marmolejo (junto a Krückel y Sattler), al Mesón Alto, San Francisco (4.345 m) y Cortaderas (5.197 m). En 1932 participa de la expedición que hace el 5º ascenso del Aconcagua, y poco después realiza un intento al Mercedario (6.770 m) desde Chile. El aporte de Maass a esos primeros años se extiende más allá de las cumbres. Fue un gran impulsor del esquí en Chile y de la fotografía de montaña, y sus interesantes y completos relatos de sus expediciones fueron publicados en Chile, Argentina y Alemania. Estos incluyen las exploraciones a la Cordillera Maulina luego de la erupción del Volcán Quizapú –con su mítica fotografía de “las Tinajas”–, a la Araucanía y la Patagonia Chilena, donde su fotografía aérea de la plaza de Punta Arenas, hace intuir un encuentro con Günther Plüschow.
Entre los grandes aportes del DAV Santiago al montañismo en Chile, hay que mencionar el impulso que se dio a la práctica y difusión del esquí en el país. Ya en el año 1931 se ofreció el primer curso oficial en la quebrada de Morales, para el cual se contrató al profesor alemán Günter Oeltze von Lobenthal. En 1932 se inaugura el primer refugio exclusivo de montañismo, el Refugio Alemán de lo Valdés, sentando un precedente sin igual en la historia andina en Chile, facilitando el acceso y estadía a los socios del club hasta el día de hoy. Tras todos estos años de existencia, el Refugio Lo Valdés, construido con el aporte de instituciones alemanas y austriacas además del gran esfuerzo de los socios, sigue en funcionamiento acercando la montaña a los andinistas.
Tal fue el entusiasmo por el esquí, que el club decidió iniciar la construcción de un nuevo refugio de montaña. En esta ocasión se decidieron por el sector de La Parva, frente a Santiago, al que se accedía en aquella época en mulas desde Yerba Loca. En 1938 fue inaugurado el nuevo refugio, el que, tras muchos años de uso, finalmente fue abandonado. A estos se les suman los refugios más precarios de Los Azules y Totorillas, ejemplo que será replicado más al sur por otros clubes, con refugios en las termas de Chillán, Volcán Llaima, Villarrica y Osorno.
Como celebración del 9° Aniversario de la fundación del club se realizó en 1933 el Primer Campeonato Nacional de Esquí en el sector de la Quebrada Morales, que fue ganado por socios del DAV. También en 1933 se organizó el primer campeonato en el sector de El Colorado, cuando no existía ningún refugio en la zona, por lo que los competidores debían pernoctar en carpas. Está documentado que este evento habría sido el impulso para los gestores de los futuros centros de esquí que hoy existen en la zona.
Uno de los momentos importantes en la historia del DAV y que significó un cambio en el andinismo nacional ocurrió en 1945, cuando Ludwig Krahl y Eberhard Meier escalaron la pared sur del cerro San Francisco. Hasta ese momento en Chile, cuando todavía quedaban muchas montañas sin ascensión, el único objetivo de los montañistas era alcanzar las cumbres. Sin embargo, Krahl y Meier introdujeron una nueva perspectiva al intentar escalar una montaña por su cara más difícil. El San Francisco ya había sido ascendido en numerosas ocasiones por su fácil cara norte, por lo que estos precursores buscaron algo nuevo y diferente intentando la ascensión por su difícil pared sur. Esta ruta, hoy conocida como la “Krahl-Meier” en honor a sus aperturistas, ofrece grandes dificultades para los andinistas actuales y ha sido repetida solo en contadas ocasiones. Según las palabras de Krahl esta escalada significó “(…) el comienzo de una nueva modalidad en el andinismo chileno… tratando de abolir el concepto clásico del andinismo que, por mucho que se diga en contra, en el fondo no es otra cosa que cargar un bulto y echar a andar.”
El gran cronista de la historia andina, Evelio Echevarría, se refería de esta forma a Eberhard Meier, en 1974:
“Mucho se ha hablado y escrito de Whymper, Zurbriggen, Vines, Schulze, Borchers y otros que conquistaron los Andes; en expediciones esporádicas, grandes triunfos.
Pero no deja de sorprender que tan poco se hable de quién, año tras año, en forma metódica, silenciosamente, alcanzó en los Andes chileno-argentinos un número mayor de triunfos que aquellos.
En parte, esto se debió seguramente a que el propio Eberhard Meier publicó poco de sus ascensiones.
Es casi seguro que nunca envió a las revistas alpinas de Alemania relato alguno. Pero el lugar de Meier en la historia del andinismo chileno y sudamericano está asegurado.
Aún hoy día, tiempo de triunfos fáciles, pocos tienen tantas ascensiones y de tal calidad como Meier las tuvo a su haber. (...)”
Sus primeras actuaciones de alta montaña fueron al parecer en 1940, cuando ascendió al Cerro Plomo, con R. Kratzer, y en 1943, cuando escaló en el Cordón de los Quempos, con Juan Harseim.
Participó después en numerosas excursiones y expediciones, pero no fue en realidad hasta 1944 que comenzó el Meier que el suscrito conoció. Formó una fuerte cordada con Wolfgang Förster y Ludwig Krahl y desde entonces comenzó a batir metódicamente las cumbres de la cordillera central, a la que subía un buen número de veces por año, invierno y verano.
Cuando, al finalizar la Segunda Guerra Mundial, Chile comenzó nuevamente a importar fotografía en color, Meier complementó el andinismo con una nueva afición: las diapositivas de alta montaña, especialmente de la flora. Su colección llegó a alcanzar las 6000. Sus principales ascensiones se registraron en los altos cerros del río Colorado y Maipo, primordialmente.
En 1952 viajó a los Andes argentinos, completando la ruta que Güssfeldt había abierto hasta los 6600 m, en 1883. También en Argentina, Meier ascendió la cima del Cerro La Mesa, (6200 m) en la cordillera de la Ramada.
Desde el punto de vista técnico, Meier realizó, con Ludwig Krahl la primera ascensión de la cara sur del cerro San Francisco, la que recibió ese año el premio “Mejor Ascensión", de la Asociación Santiago de Esquí y Andinismo; otro premio similar lo recibió por su campaña en los Picos del Barroso.
Vivía tranquilo y solo, sin mayor dedicación que el deporte, sus libros, sus amigos, la música y la fotografía; todo giraba alrededor del andinismo.
Pero habría de recibir uno de esos golpes que parecen destinados deliberadamente para algunos mortales por algún dios maligno.
En 1959 viajó a Alemania a despedirse por última vez de sus ancianos padres y hecho esto, el incorregible excursionista fue a escalar a los Alpes. Un accidente allí le significó la amputación del pie derecho. (...)
Así, una jugada brutal del destino lo privó de lo único que para él motivaba en la vida.
Parece, sin embargo, haberse recuperado parcialmente después. Aún le quedaban, sino las cumbres, los valles. Y además la fotografía de flores andinas.
Empezó a diversificar sus viajes, ahora fuera de la zona Central, y esto habría de llevarlo a su desgracia final.
En un solitario viaje que había proyectado a la cordillera de Linares, fue víctima de un atraco. Inválido, mientras yacía en su saco de dormir, no pudo defenderse de sus asesinos. Así pereció un gran andinista en un crimen vulgar.
Pero aun en esto hay cierta grandeza, pues Meier, inválido, murió cuando viajaba a la cordillera, a la que se había negado a renunciar.
El total de cumbres alcanzadas por Eberhard Meier es impresionante: 66, de las cuales 16 son primeras ascensiones. ¿A qué se debió su gran éxito? Porque él no era tremendamente fuerte, ni tampoco muy experto. Se debió, en parte, a que él siempre escogió a sus compañeros con cuidado, y en parte también a su meticulosidad y método, que lo llevaba a preparar una expedición en forma tal que el éxito quedaba casi asegurado de antemano.
Pero, en mi opinión, el éxito de Meier se debió, por sobre todo, a su dedicación a la alta montaña. Fue una dedicación intransigente, terca, sin concesiones, es cierto; pero aquellos que lo conocimos sabíamos que se trataba de una dedicación profunda y sincera.
No he conocido hasta ahora a otro andinista que la haya tenido igual."
En 1985 un grupo del DAV, entre los que se encontraban Christian Buracchio, Christian Thiele y Waldo Farías, organizaron una expedición por más de un mes al valle del río Colorado. Dos de los miembros de esta expedición, Rolando Núñez y Richard Watjen, bautizaron una cumbre, de casi seis mil metros, al norte del Nevado sin Nombre como Punta Meier (5.908 m). Aun así, la deuda con Eberhard Meier sigue pendiente de ser saldada.
Sobre Ludwig Krahl, el destacado socio y recopilador Sergio Kunstmann, lo recordaba de esta manera, en 1999:
"Socio del viejo Club Alemán de Excursionismo de Santiago, sus primeras ascensiones las realizó con Walter Bachmann y Mario Araneda, destacando la ascensión del Marmolejo por el ventisquero colgante.:
La calidad y cantidad de ascensiones realizadas en 51 años de actividad, desde 1942 en que, a la edad de 20 años ascendiera en solitario el cerro "Plomo", hasta 1993 en que, acompañado de dos de sus hijos, sufriera en el mismo cerro graves congelamientos en pies y manos, son el mejor testimonio de su extraordinaria calidad como montañista.
Sumadas sus cualidades deportivas, es necesario reconocer en Lucho a un organizador, verdadero precursor del montañismo chileno y a un estudioso, que con su acuciosidad y perseverancia muy germanas nos ha dejado en sus fotografías, relatos e informes, constancia experiencias e investigaciones, las que citaré repetidamente por reflejar su valiosa personalidad."
El propio Krahl, nos dejaba en 1956, una reflexión que resuena de forma pertinente hasta el día de hoy:
“El deporte de montaña que no hace mucho se encontraba en estado embrionario, hoy lo contemplamos en el dominio de la roca y el hielo. Esto nos indica que se ha alcanzado un estado adulto, pero no la madurez. Es por eso que el grupo de alta montaña ha considerado que ya no basta con salir a la montaña con el simple objeto de alcanzar una cumbre y deleitarnos con la maravillosa naturaleza; sino que debemos contribuir con un pequeño grano de arena al estudio de las diferentes ciencias que se relacionan con ella; ya que la naturaleza nos presenta el más grande de los laboratorios. Hoy en día, nos sentimos ridículamente importantes, cuando por finalidades meramente deportivas llegamos en algunas ocasiones hasta la cumbre de estos cerros.”
Wolfgang Förster por su parte, pasará a la historia del andinismo nacional como uno de sus grandes exponentes. Dentro del país, unos pocos acaso puedan mostrar hoy día igual número de ascensiones y ninguno puede igualarlo en lo que se refiere a primeras de calidad. Su trayectoria es impresionante. Wolfgang nació en Alemania en 1924 y entró al club en 1942; se inició en el montañismo alrededor de 1940, con ascensiones menores cercanas a Lo Valdes. En 1942 ascendió al volcán San José y con ello su brillante carrera estaba lanzada. Fue una trayectoria sostenida, de año en año, hasta el 83, con su última ascensión. Las principales empresas de Förster tuvieron lugar cuando se unió a los que habrían de ser sus constantes compañeros, Ludwig Krahl y Eberhard Meier.
En 1944 hizo la primera ascensión del gran Cerro Alto (6.100 m). Siempre acompañados por sus amigos viajaba a la cordillera repetidas veces, invierno y verano. También, como estilaban algunos andinistas de su tiempo, pasaba sus vacaciones enteras realizando escaladas, es decir, una campaña. Las mejores suyas fueron en los Picos del Barroso (5.174 m) en 1948, Nevado del Plomo (6.070 m) en 1950, el Nevado Juncal (5.966 m) en 1951 y la ruta Güssfeldt del Aconcagua, terminada por él y compañeros en 1952. Al fallecer el amigo Meier, su más constante compañero, Förster se unió a grupos diversos durante años. También realizó expediciones en el norte y sur del país. El geólogo Oscar González Ferrán bautizó un "Cordón Förster" en la región del Ojos del Salado, debido a la gran ayuda que obtuvo de su compañero.
En 1970 se produjo otro hecho relevante que significó un gran cambio y crecimiento en la vida del DAV. Gracias al gran esfuerzo de los socios de la época, en especial de su presidente, Dietrich von Borries, y al aporte de instituciones alemanas y austriacas, el club adquirió la que es hasta el día de hoy su sede central. En esa época se eligió su ubicación porque quedaba en el camino desde Santiago a la cordillera. Hoy en día, está ubicada casi en el corazón de Santiago, por lo que los socios acceden a ella con facilidad.
Cabe mencionar que, si bien los dos clubes (DAV Santiago y DAV Valparaíso) no están asociados formalmente, mantienen buenas relaciones, existiendo acuerdos para el uso de refugios y complementación en general.
El 15 de mayo de 1992, un grupo de montañistas excepcionales puso el nombre de Chile en la cima más alta del planeta: el Monte Everest, de 8.848 metros sobre el nivel del mar. Juan Sebastián Montes, Cristián García Huidobro y Rodrigo Jordán, lograron vencer una de las rutas más difíciles de la cumbre más carismática del Himalaya, aquella que discurre por la vertiente este, superando un desafío sin precedentes en la historia del andinismo chileno. La expedición se conformó por Christian Buracchio, Juan Sebastián Montes y Dagoberto Delgado del DAV, por Cristián García Huidobro, Rodrigo Jordán y Claudio Lucero de la rama de montañismo de la Universidad Católica y con ellos, también el médico Alfonso Díaz.
En el extremo sur del continente americano, en un área compartida por Chile y Argentina, se localiza el Campo de Hielo Sur, la cuarta zona glacial más grande del planeta. Azotada por feroces temporales, es un sistema continuo de cuencas glaciares de 13.000 kilómetros cuadrados, donde, debido a la inclemencia geográfica y climática, nada ni nadie puede habitar. Es, esencialmente, un desierto blanco e inhóspito.
Durante los últimos 50 años hubo varios esfuerzos de grupos expedicionarios de diversos países por realizar allí su mayor desafío: el cruce longitudinal. Un objetivo formidable que requería no solo recorrer 400 kilómetros a pie, sino que además sobrellevar el clima, los quebrados glaciares y la falta de cualquier tipo de apoyo externo. Más de 25 intentos se llevaron a cabo, pero todos ellos fallaron. Hasta que a fines de enero de 1999, un desconocido, pero experto grupo de 4 chilenos ingresa al área con el manifiesto objetivo de crear el fin de la historia.
La exitosa expedición fue realizada por Pablo Besser, Mauricio Rojas, José Montt y Rodrigo Fica, del DAV y la Universidad Católica.
Volviendo a la cordillera de la zona central, el cerro Chimbote (5.493 m) se yergue como una alta e imponente montaña en la frontera con Argentina.
Con escarpadas paredes de roca de pésima calidad y ubicada en uno de los sectores más alejados de la cordillera de Santiago, este lejano y complejo cerro fue durante décadas el objeto de deseo de la mayoría de los montañistas en Chile. Su impresionante e intimidante silueta, su inexpugnable cumbre y la cantidad de intentos acometidos acrecentaban su leyenda de inescalable y lo hacían sumamente apetecido entre montañistas de todo nivel.
El 01 de abril de 2011 a las 18:00, los socios del DAV Waldo Farías y Fernando Fainberg pisaron por primera y hasta el momento, única vez la cumbre del cerro Chimbote y después de más de 60 años de vanos intentos, por fin una cordada lograba escalar esta portentosa montaña, que había rechazado a ilustres montañistas como Juan Tangol, Bion González, Jozsef Ambrus, Christian Thiele y Christian Buracchio entre otros.
El último gran problema de los Andes ha sido resuelto.
El DAV Santiago está conformado por alrededor de 400 socios (entre socios activos, filiales y vitalicios) con una participación cada vez más activa de las nuevas generaciones que quieren ser parte del Club, continuando así un legado histórico que ha marcado el montañismo chileno.
Se le debe a este club más de 80 primeros ascensos en la zona central de Chile y participación en las más importantes exploraciones que han dejado huella en la historia andinista.
Su centenario ha sido conmemorado con una renovación completa de su imagen gráfica, dos sendas exposiciones fotográficas, en el Centro Cultural Las Condes y en el Museo Histórico Nacional, la publicación de un número especial de la revista Andina y 3 placas conmemorativas en la sede central y sus dos refugios de montaña en Farellones y Lo Valdés.
La ampliación del boulder y la renovación de la sede, permite recibir cada día a los niños que se inician en la escalada con Gina Alvarado, así también a los veteranos, que vuelven al club a disfrutar de los encuentros con sus cordadas. Y, por supuesto, a los socios que se reúnen para organizar salidas, solicitar equipos o buscar documentación. Los diaporamas realizados de forma periódica, siguen convocando, no solo a los interesados en los relatos de exploración, sino que a los más importantes protagonistas de la historia del andinismo nacional chileno.
Del cactus original de 1924 y su reemplazo por la edelweiss –flor distintiva de los Alpes– para el cincuentenario en 1974, este centenario se simboliza con la incorporación a su imagen de un hito característico de los Andes chilenos, la emblemática pared sur del cerro El Morado, no solo conquistado por socios del DAV, sino que inevitable referente que se alza frente al refugio de lo Valdés, el cual incita a la aventura.
El otrora club exclusivo de la colonia alemana, recibe hoy a montañistas de diversas partes del mundo, que encuentran en esta institución una fraterna puerta de entrada para la exploración de la Cordillera de los Andes, con la experiencia que ofrecen estos 100 años de trayectoria.
(El siguiente texto es una adaptación de la historia del DAV publicada en su sitio web, sumado a otras publicaciones complementarias y notas originales.)
Fuentes:
Revista Andina
Sitio web www.dav.cl
Sitio web www.andeshandbook.org
Centro cultural Argentino de Montaña 2023